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Página 8/Sección 4/LA NACION

Regalos de ida, regalos de vuelta

Metahumorfosis

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Franqueo a pagar Cuenta Nº 2 Tarifa Reducida Concesión Nº 2

Miércoles 3 de enero de 2007

Por Sergio Ibáñez

Tutelandia

Por Tute

Después de Navidad los negocios siguen llenos... de cambios No hace falta que nadie diga nada, que ningún desalmado venga a despedazar su ilusión: cualquier chico empieza a dudar de la existencia de Papá Noel cuando, al abrir el paquete en el que esperaba encontrar un robot parlante, encuentra un traje de baño. No hay argumentos que valgan: el traje de baño puede ser una buena idea para el verano, pero definitivamente no es ése el concepto de buenas ideas que manejan los chicos y, por lo tanto, tampoco Papá Noel. Los más chicos, ante estas situaciones tienen la ventaja de la sinceridad: pueden decir sin perturbarse que lo del traje de baño les pareció... una mala idea. Sin embargo, no cuentan con un arma fundamental. Eso que viene después de los agradecimientos fervorosos que los adultos hacen a otros adultos, ya sea el regalo un martillo, un frasco de aceitunas o un sombrero mexicano: los cambios. Pasados los brindis, la ciudad se ve invadida por miles de personas cargadas con bolsas y paquetes abiertos. Entran a una librería con El Quijote y salen con dos novelas rosa; dejan un par de zapatillas en una casa de deportes y se llevan una pelota de fútbol y un par de medias azules. En la marea de cambios y devoluciones se escuchan algunas voces: “Mi suegra me regaló este sombrero”, le cuenta una clienta a una vendedora en un local de Complot, mientras –sombrero en mano– investiga entre prendas colgadas en un perchero. “Queda muy lindo en el maniquí, pero a mí me vendría mejor algo un poco más discreto”, asevera. “Mi marido siempre me regala lo mismo, no sé si lo asume como tradición o se olvida; pero todos los años me regala ropa blanca”, dice Norma Benítez, de 48 años. Y esta vez no piensa resignarse: “En general no cambio los regalos, pero esto ya me superó”. A la hora de regalar, el criterio muchas veces suele ser el de comprar un disco cualquiera, un libro cualquiera, una prenda cualquiera de valor promedio, en un lugar con un amplio surtido y dejar que la elección final recaiga en quien recibe el regalo. Error: eso, muchas veces, puede ser leído de manera negativa. Es el caso de Facundo, de 17 años, que mirando los CD de rock internacional en Musimundo dice: “Mi tía me regaló un disco de High School Musical y me dijo: Cualquier cosa, cambialo. Y la verdad es que lo cambiaría por cualquier cosa”. El problema es que High School Musical es una serie que apunta a preadolescentes de entre 11 y 14 años, y Facundo (pelos parados, camisa blanca emparchada, cadenas en muñecas y cuello) prefiere el punk rock. “Mi tía no me conoce nada”, concluye.

Gaturro FOTO ARCHIVO

Muchos quedaron disconformes con el desempeño de Papá Noel

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Biblia por calefón Según los vendedores, es muy común que los cambios navideños sean bastante insólitos. “Han cambiado libros de sociología por muñecos de peluche”, cuenta Mariana, empleada de la librería Yenny. Ezequiel, vendedor en un negocio de ropa femeni-

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na en Alto Palermo, dice: “Muchas veces las clientas vienen con cosas que son tres talles más chicas o más grandes que el suyo; como si la ropa les hubiera tocado al azar”. Clara, encargada de un local de ropa en la Galería Recamier, por la avenida Cabildo, plantea una paradoja misteriosa: “No se cómo, pero en esta época parece ser más lo que cambiamos que lo que vendemos”. Y se apura a mencionar, como la mayoría de los vendedores consultados, que por lo general los cambios no se deben a fallas en los productos. “Vienen muchos padres que te dicen: Compré esto y no anda o está roto. Y cuando uno lo ve se da cuenta de que lo rompió tratando de armarlo un segundo después del brindis”, asegura Sebastián, empleado de una juguetería también en Alto Palermo. Y la verdad es que, entre los cambiadores no son muchos los que devuelven sus regalos por fallas o roturas. Más bien parece haber un deseo de ver qué otras cosas hay más allá de lo que les tocó en suerte. “Es una excusa para venir a comprar otra vez”, dice Marilina Cortiñas, de 24 años, que camina por el shopping con sus regalos abiertos, y agrega: “Yo ya gasté más en diferencia de precio que en regalos”. No hay cifras oficiales, pero recorriendo los distintos shoppings y negocios de Capital se advierte que las cosas que más se cambian son los discos, los libros y la ropa. No tanto los juguetes ni los artefactos electrónicos. Los cambios, sea por lo que sea, tienen un efecto común: los regalos de pronto parecen despojarse de su aura de buenas intenciones y dedicación, y pasan a ser, otra vez, crudas mercancías. Da lo mismo un gorro que un par de pantalones, un oso de peluche que un disco de Mahler. No sería raro que, uno de estos días, en alguno de esos locales multirrubro que parecen vender todo junto, alguien exija cambiar una Biblia por un calefón.

Lola

Por Dickenson y Clark

Macanudo

Por Liniers

Santiago Craig

Dónde, qué, con quién, cuánto, por cuánto tiempo... Termina la era de la discreción en los teléfonos celulares PARIS (The New York Times).– Para Jyri Engestrom, la mayoría de las agendas de teléfonos celulares también podría ser una lista de obituarios. “Uno ve los nombres de sus amigos más cercanos, pero uno no sabe dónde están o qué están haciendo –dice Engestrom–. Por todo lo que uno sabe, ellos podrían estar muertos.” Engestrom, un empresario con base en Helsinki, lanzó hace unos meses una compañía llamada Jaiku para resolver el problema y ofrecer lo que él llama “rica presencia”. El software de Jaiku, que puede ser bajado a una creciente gama de teléfonos o activado vía mensajes SMS, permite a la gente saber dónde están sus amigos, qué están haciendo, con quién están y a qué hora usaron el teléfono por última vez (y por cuánto tiempo). El servicio, además, alerta a los usuarios cuando algún amigo sube una fotografía o un texto a Internet. “Canalizamos toda la información digital sobre los amigos en una sola corriente y le sumamos su ubicación física –sigue Engestrom–. Uno puede estar más conectado con la gente que le importa.” Jaiku es sólo una de varias empresas que ahora ofrecen servicios para teléfonos celulares que permiten ubicar amigos y familiares. Entre

Por Nik

otras, también están Plazes, compañía alemana que permite grabar y reproducir sus movimientos y lugares favoritos, y Mobiluck, empresa francesa que permite que los teléfonos de los usuarios vibren si otro miembro anda cerca. Para los padres, en Estados Unidos, Disney Mobile y Wherify ofrecen teléfonos que permiten averiguar la ubicación de los hijos a través del Sistema de Posicionamiento Global. “Los teléfonos celulares se han convertido en el eje de la comunicación por voz, fotos, video e Internet”, explica Mikko Pilkama, director de servicios multimedia de Nokia. La firma lanzará en los primeros meses el modelo N95, que se sumará al posicionamiento global. Engestrom dice que cuando planeaba Jaiku, le quedó muy claro que el compartir semejante información también tocaba cuestiones de privacidad. “Nos aseguramos de que cada usuario decida con quién compartir sus datos”, explica Engestrom, y agrega que los usuarios tienen toda su información guardada en los servers de Jaiku y pueden ser eliminados en cualquier momento. También disponen de la opción de cerrar el sistema si lo que se busca es privacidad. Aquellos que sí comparten sus

ubicaciones y actividades a través de Jaiku aparecen en los teléfonos de los amigos con su foto y estado. Y acciones como la de elegir un timbre bajo les comunicará a los demás que el usuario no puede ser molestado. De todas formas hay quien dice que no es nada bueno que el flujo de información se haga tan asequible a través de teléfonos celulares y otros medios. “Me preocupa que la gente le dé tanto significado a esa información –dice Danah Boyd, que investiga la dimensión social de los medios en la Universidad de California del Sur, en Los Angeles–. Un flujo incrementado de información no debería ser confundido con un vínculo más profundo.” Las palabras de Boyd también se aplican a otros medios que aglutinan grandes cantidades de información personal, como blogs o cuentas digitales de fotos. “La situación que crean estas tecnologías es similar a lo que sucede con Angelina Jolie o alguna otra celebridad –continúa Boyd–. Sólo porque yo sepa mucho sobre algunas personas no significa que ellas vayan a ayudarme algún día.”

Thomas Crampton

Palabras cruzadas

HORIZONTALES 2, saco grande de tela; 4, cierto embutido; 6, piedra preciosa; 7, adivinación; 10, cabello gris; 12, chiste; 14, antiguo soldado indio; 16, finalizaré; 18, trabajoso; 1 4

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Por Stanko Jerebic ([email protected])

(Por sílabas)

19, nunca; 21, escala de colores; 23, retrasada; 25, deslucir; 26, viticultor; 28, pronombre personal.

tranquilidad; 5, materia volcánica; 6, capacidad creativa; 8, arbusto papilionáceo; 9, asno; 11, mes del año; 13, de la madre; VERTICALES 1, insulsa; 15, conjunto de dos; 17, 2, relativa a la belleza; 3, enemigo del matrimonio; 18, cabello; 20, palo de 3 un barco; 22, portento; 23, abandonar; 24, hace daño; 6 25, avalancha; 27, relativo a la espalda. 8

La solución, mañana 9 12

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