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Página 12/Sección 4/LA NACION

(A boca de jarro )

Anahí Zlotnik

FOTO: FERNANDA CORBANI

Veterinaria especialista en comportamiento animal y homeópata, frente a una de sus especies más admiradas

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Franqueo a pagar Cuenta Nº 2 Tarifa Reducida Concesión Nº 2

Domingo 25 de enero de 2009

Gaturro Por Nik

Batu Por Tute

“Un animal es un animal y quiere ser tratado como tal” “Un caballo en libertad, suelto en la pradera, camina diariamente 30 kilómetros y pasta durante unas 16 horas. Ahora imagine un caballo deportivo, que, por ejemplo, salvo el tiempo en que lo sacan a varear y lo cepillan, pasa 23 horas encerrado en un establo oscuro. Ese animal no puede estar bien”, explica Anahí Zlotnik, médica veterinaria especializada en comportamiento animal, homeópata y autora del libro Relinchos y susurros. “A veces me preguntan qué necesita un caballo. La respuesta es igual a la que daría al referirme a un ser humano. Recuerdo que San Francisco hablaba de mis pequeños hermanos.” Necesita que lo traten bien y que, además de alimento, cobijo y sanidad, le den afecto. Esto no significa malcriarlo, que es una actitud bienintencionada, pero contraproducente. Por otra parte, el caballo es un animal muy social y necesita comunicarse. Por eso, creo que la prioridad para el que trata con ellos es comprender su lenguaje.” –¿Cómo se comunica un caballo? –Con un lenguaje corporal silencioso, con los ojos, los movimientos de las orejas, incluso con la textura de su piel. Y cuando sabe que lo comprenden se crea una relación muy fluida y afectuosa. El caballo es un animal de presa; lo contrario de gatos y perros, que son predadores. No mata, es cazado, es herbívoro. Vive en manadas con reglas de convivencia y una jerarquía en la que hay un padrillo líder o una yegua alfa, la yegua madrina, que son líderes porque cumplen una función, la supervivencia de la manada. –¿Cómo comienza la relación del hombre con el caballo? –Originariamente el hombre cazaba caballos por su carne, como alimento. Pero de a poco fue comprendiendo que podía darles otros usos. Sin embargo, la carne de caballo se sigue consumiendo y hoy la Argentina es uno de los mayores exportadores del

mundo. Lo que mucha gente no sabe es que en su mayoría se trata de carne de animales robados. Y no importa qué tipo de caballos, es una verdadera mafia. Se exporta principalmente a Japón, Rusia e Italia. –¿Cómo trabaja un veterinario? –En primer lugar, observando. Tratando de ponerse en el lugar del animal para saber qué siente. A veces el solo hecho de abrir o agrandar ventanas para que entre la luz, y así lograr que un caballo enfermo pueda comunicarse visualmente con otro animal vecino, mejora notablemente las cosas. –¿Recuerda un ejemplo? –Una vez me llamaron de un stud de San Isidro por una yegua que había llegado bien, pero después dejó de comer, tuvo el pelo áspero y se recluyó en el fondo del establo. La observé y vi que continuamente miraba hacia una ventana que había cerca del techo. Entonces, propuse que la mudaran a un establo donde estuviera cerca de una compañera y que pudiera verla. La cambiaron, y en el nuevo alojamiento abrieron una gran ventana que le permitía ver la yegua del establo de al lado. Enseguida comenzaron a comunicarse, aproximaban los hocicos a la reja que las separaba. Al poco tiempo la yegua volvió a comer y cambió de actitud. Es importante que la persona que va a tener un animal, un caballo, un pato, un perro o un canario, trate de saber lo más posible sobre su manera de ser, conducta, necesidades, etcétera. –¿Cómo lo hace? –En el caso de los caballos se dictan cursos muy buenos, como el de la Sociedad Rural. Hay otro importante sobre el caballo deportivo, que dicta la Universidad Católica. Bueno, yo también dicto cursos (ríe). –¿Y animales domésticos como perros, por ejemplo? –Hay muchos libros buenos. Uno de

mis autores preferidos es el biólogo y filósofo británico Rupert Sheldrake, muy inteligente y controvertido, que tiene una obra importante. Son famosos sus diálogos con el Dalai Lama y con el notable David Bohm. Sheldrake es autor de libros como Ciencia y espiritualidad, y para el tema que nos ocupa, De perros que saben que sus amos están camino a casa. Por otra parte, hay programas de televisión interesantes, como El encantador de perros, Whisperer dogs, en Animal Planet, del mexicano César Millán. –¿Cómo sumó la homeopatía? –Al poco tiempo de terminar la universidad, con dos compañeros tuvimos que atender a una perra que tenía moquillo y estaba moribunda. No reaccionaba, y como último recurso propuse llevarla para que la tratara un gran amigo y maestro, el profesor Juan Gómez, homeópata. Gómez le recetó pulsatilla, un remedio homeopático. Quedó internada en su casa y al día siguiente, cuando fui a verla y esperaba lo peor, salió a recibirme. Eso me convenció de la eficacia de la homeopatía. –¿Cuál es el inconveniente de malcriar a los animales? –Un animal no es un bebe ni viene a cubrir el lugar que dejó un ser querido. Un animal es un animal y quiere ser tratado como tal. En el caso de un perro, entrar en una familia significa para él integrar una nueva jauría y necesita saber cuál es su lugar en ella. Entonces, no hay que darle de comer en la boca o dejarlo dormir con sus dueños. Tiene que tener su lugar de pertenencia en la casa. Malcriarlo es contraproducente; a veces hay perros que muerden a sus dueños, se ponen histéricos y nadie entiende por qué. Es porque el animal no sabe cuál es su lugar en la jauría, porque se lo trata como algo que no es.

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  El periódico Correo de Comercio apareció el sábado 3 de marzo de 1810, y para eso fue menester que el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros autorizara su edición. Con frecuencia semanal y bajo la dirección de Manuel Belgrano, resultó así “el último periódico de la era colonial y el primero de la época independiente”, señala el historiador Armando Alonso Piñeiro en su libro El periodismo porteño en la época de la Independencia (Academia Nacional de Periodismo, 2008). De hecho, Correo de Comercio sucedió al Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, que circuló entre 1802 y 1807, a la vez que antecedió a la Gazeta de Buenos Aires, cuyo número inaugural data del 7 de junio de 1810. La vida del Correo de Comer-

cio abarcó hasta el número 58, del 6 de abril de 1811, y en el transcurso de ese lapso “se dio el lujo de tirar una edición bilingüe”, la del 23 de febrero de 1811, que reproducía una proclama dirigida a los ciudadanos de Cochabamba, vertida en español y en quechua. La Gaceta, cuyo fundador y primer director fue Mariano Moreno, respondió siempre, hasta su desaparición, en septiembre de 1821, al carácter de órgano oficial de los sucesivos gobiernos. El deán Gregorio Funes, Pedro Agrelo y Bernardo de Monteagudo, entre otros, supieron mar-

car su línea editorial. Previamente, el deán Funes fue redactor del primer periódico porteño, el Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata, editado entre el 1º de abril de 1801 y el 15 de octubre de 1802, en el que también escribieron Juan José Castelli y Domingo de Azcuénaga. ¿Quién fue su fundador y director? En el Correo de Comercio, un inmediato colaborador de Belgrano había sido director del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Se trata de un patriota insigne, participante activo de la Revolución de Mayo, nacido en 1762 en la bonaerense San Antonio de Areco y muerto en 1815. ¿De quién se trata? Las respuestas, abajo.



 

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El Telégrafo Mercantil fue fundado y dirigido por el español Francisco Cabello y Mesa, también fundador, en 1790, del primer periódico de América del Sur, El Diario Curioso, Erudito y Comercial, en Lima, Perú. Juan Hipólito Vieytes dirigió el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio.