Un siglo después, la chispa que encendió Sarajevo aún se siente ...

29 jun. 2014 - en la Primera Guerra y cambió para siempre el orden mundial. PARÍS. ... todas las guerras”, según la céle
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el mundo

| Domingo 29 De junio De 2014

Un siglo después, la chispa que encendió Sarajevo aún se siente en el mundo

Cuando todo podía evitarse Pasó un mes del chispazo inicial al estallido fatal

28 de junio

El estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip enciende, sin saberlo, la mecha de la guerra, al matar en Sarajevo al heredero del Imperio austrohúngaro

aniversario. Se cumplieron 100 años del atentado que derivó

en la Primera Guerra y cambió para siempre el orden mundial Luisa Corradini

CORRESPOnSAL En FRAnCIA

PARÍS.– Hace un siglo, el 28 de junio de 1914, en una esquina de Sarajevo, Gavrilo Princip, un joven nacionalista que soñaba con una Serbia independiente, fue el autor del disparo que puso en marcha la maquinaria infernal que desencadenó la Primera Guerra Mundial y cambió para siempre el perfil del planeta. La bala que mató al archiduque Francisco Fernando, futuro emperador de Austria y Hungría, se transformó con la velocidad de la luz en una metástasis de odio y desatino que intensificó las tensiones existentes entre dos grandes bloques rivales –el Imperio Austro-Húngaro y Alemania por un lado, y la alianza de Francia, Rusia y Gran Bretaña por el otro– y desencadenó una crisis continental. Cinco semanas más tarde, empujadas por sus rivalidades, sus miedos, sus alianzas y la ceguera de sus dirigentes, las grandes potencias europeas estaban en guerra. En cuatro años y medio, el conflicto no sólo arrastró a Europa, también se extendió a Medio Oriente y Asia. El Viejo Continente pagó esa guerra con 10 millones de muertos y 20 millones de heridos entre los combatientes, millones de víctimas civiles, hambruna, enfermedades y sangrientas agitaciones políticas que, desde Polonia hasta Turquía, pasando por Rusia y Hungría, seguirían sacudiéndolo hasta 1923. Esa guerra, que debía “acabar con todas las guerras”, según la célebre frase del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, derrocó reyes, káiseres, zares y sultanes; demolió imperios, introdujo las armas químicas, los tanques y la aviación de bombardeo. Pero también permitió a millones de mujeres incorporarse al mercado de trabajo. Dio la independencia a naciones como Ucrania, Polonia y los países bálticos, creó nuevas

naciones en Medio Oriente –donde encendió la mecha del nacionalismo árabe y del sionismo– y provocó profundos cambios culturales, incluida una nueva visión de las consecuencias psicológicas de los conflictos armados. Por último, también abrió la puerta a una incipiente organización de naciones Unidas. Mal saldada, sin embargo, esa “catástrofe original”, como la llaman los alemanes, provocó 20 años más tarde la Segunda Guerra Mundial, consagrando por segunda vez el eclipse de Europa y la emergencia definitiva de una nueva superpotencia planetaria, Estados Unidos. Cien años más tarde, es lícito preguntarse si las cosas cambiaron. Muchos creen que, como entonces, el mundo está nuevamente frente a un acelerado deslizamiento del poderío global. En 1914, Estados Unidos, Rusia y Alemania eran las potencias “emergentes”, ese fenómeno se traslada actualmente del norte hacia el Sur, con países asiáticos como China como principales beneficiarios. “Asimismo, al igual que hace 100 años, aumentan las tensiones geopolíticas a medida que naciones revisionistas, incluidas China y Rusia, desafían las bases del orden internacional liderado por Estados Unidos”, señala Andrew Hammond, profesor en la London School of Economics. Para Hammond, mientras muchos tienen los ojos puestos en la anexión rusa de Crimea, el conflicto sirio y el aumento del extremismo islámico, probablemente sea en Asia “donde existe la mayor amenaza de un estallido bélico”. “El vertiginoso crecimiento de China está desestabilizando la región e incluso el resto del mundo. Los peligros aumentan, sobre todo debido al acelerado proceso de armamentismo”, agrega. Todos esos riesgos son reales. Sin embargo, también hay profundas diferencias entre nuestro mundo

y el orden internacional de 1914. La primera es que, salvo en caso de un catastrófico acontecimiento, más la presencia disuasiva del arma atómica, la perspectiva de un conflicto bélico global es muy reducida. Así es porque el recuerdo de las guerras mundiales sigue teniendo un peso fundamental. nadie olvida que el conflicto de 1914-19 no sólo provocó decenas de millones de muertos, sino que también sembró las semillas de cataclismos futuros: el comunismo en Rusia y el nazismo en Alemania. También hay que señalar la presencia actual de un denso tejido de organizaciones internacionales nacidas en la posguerra, especialmente la OnU. Imperfectas, reformables, esas instituciones sirvieron para aumentar la seguridad, sobre todo a través del Consejo de Seguridad, donde interactúan obligadamente viejos enemigos: Estados Unidos, Francia, Rusia, Gran Bretaña y China. Ayer, en Sarajevo, el centenario del 28 de junio de 1914 fue modestamente marcado por un concierto de la Filarmónica de Viena, por aquel entonces capital del Imperio Austro-Húngaro. En vez de compartir el recuerdo de ese conflicto, los líderes de la Unión Europea prefirieron conmemorar el aniversario el jueves lejos de ahí: en la ciudad mártir de Ypres, en el norte de Bélgica, donde reafirmaron su compromiso de hacer lo necesario para mantener la paz en el continente. Un siglo después, el gesto y la personalidad de Gavrilo Princip sigue dividiendo a los Balcanes. Mayoritariamente musulmana, Sarajevo borró todo rastro de aquel joven activista serbio, cuyo recuerdo está asociado a las fuerzas serbias que sitiaron la capital bosnia durante la guerra que dejó cerca de 100.000 muertos entre 1992 y 1995. Para los serbios, Princip sigue siendo un héroe de la lucha por la independencia de los eslavos del Sur contra el Imperio Austro-Húngaro.ß

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AFP