SOMOS LLAMADOS A UNA VIDA DE SANTIDAD Por ... - ObreroFiel

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SOMOS LLAMADOS A UNA VIDA DE SANTIDAD Por Eliseo Hernández Echegoyen Usado con permiso El Señor quiere una iglesia santa y sin mancha, es decir, apartada de la mundanalidad y de todo lo impuro y pecaminoso “para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:26-27). Para un cristiano verdadero no es cosa fácil guardarse en santidad en este mundo seductor y atrayente, lleno de costumbres y placeres pecaminosos, tiene que sobreponerse y luchar constantemente contra las múltiples y diversas tentaciones. Tiene que mantener una constante vigilancia (Mateo 26:41). Ser cristiano no es cosa fácil, sólo se puede ser en el poder del Espíritu de Dios y pagando el precio de la obediencia y el sacrificio. Tiene que negarse a sí mismo: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. “Santo”, quiere decir apartado o separado para un servicio especial—separación o apartamiento, con el objeto de vivir para Dios y dedicar la vida a su servicio. Es un principio interior. Es la armoniosa y perfecta combinación de todo, en armonía con la rectitud y buenas cualidades morales y espirituales. A los cristianos se les llama “santos”, porque están separados para Cristo. “Santo”, en el sentido ordinario cristiano, es aquel que manifiesta en su conducta la pureza interior, la bondad y la consagración a su Salvador; es limpieza de vida. “Mundo”, significa los intereses y objetos materiales, de los sentidos; significa lo temporal y vano, como riquezas y gloria, honores y placeres; significa lo que aparta o aleja de Dios (Marcos 8:36; Romanos 12:2; 2 Timoteo 4:10; Santiago 4:4; 1 Juan 2:15-17). El colaborador de Pablo, Demas, se apartó amando más al mundo (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:10; Filemón 24). “La amistad con el mundo es enemistad con Dios”. Son cosas del mundo: los bailes, la asistencia al cine y a los teatros y los videos sucios; los compromisos y cumplidos sociales, reñidos con la moral cristiana; tomar copas de licor y fumar; jugar a las cartas y a los billares; la lujuria, la pornografía, la impureza moral; las modas reñidas con el pudor, la delicadeza y la dignidad de la mujer, en otras palabras, la desnudez; la pintura, el maquillaje, arreglos extravagantes del cabello, etc. Por otra parte, la profanación del día del Señor, dejando de asistir a la iglesia y de cumplir sus más sagrados deberes, por dedicarse a los negocios, por andar en paseos, por asistir a las fiestas y eventos deportivos los domingos, salir de paseo, caza y pesca en el día del Señor (Isaías 58:13-14). El cristiano tiene que ser santo y puro en los pensamientos, palabras, gestos, miradas, hábitos, sentimientos y deseos. “Huye de los deseos juveniles” (2 Timoteo 2:22; 2 Corintios 6:14-18). Unidos en el glorioso nombre de Cristo nuestro Redentor, luchemos contra la mundanalidad, para alcanzar el alto propósito de tener una iglesia de vida cristiana que sea un ejemplo a los demás, en pureza, rectitud y gran poder espiritual y moral. La Escritura nos manda: “Seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). La Biblia nos dice “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo: si alguno ama al mundo, el amor de Dios no está en él.....el mundo se pasa y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17). La voluntad de Dios es nuestra santificación (1 Timoteo 4:3-7). De nada serviría tener una grande organización, si los componentes de esa gran entidad no hacemos honor a la palabra de Dios, estando unidos en los altos principios cristianos que son de superación moral y espiritual. Que no diga el Señor de nuestra iglesia lo que dijo a la iglesia que estaba en Sardis: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre que vives y estás muerta” (Apocalipsis 3:1).

Mi corazón, oh examina hoy (Celebremos su gloria, # 382) Mi corazón, oh examina hoy; Mis pensamientos prueba, oh Señor. Ve si en mí perversidades hay; Por sendas rectas Guíame por tu amor. Límpiame, Dios, de toda mi maldad; Aviva hoy mi errante corazón. Quiero andar contigo en santidad; Llena mi vida de tu bendición. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.