La noción de Nación en el pensamiento de Juan Bautista Alberdi ...

Herder - como referentes del Romanticismo - y la de Immanuel Kant - como referente de la Ilustración -. Luego, intentaré
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ÍNDICE

1. Resumen/Abstract. ………………………………………………………………… 3

2. Introducción. ………………………………………………………………………... 4

3. Marcos Teóricos: Las Filosofías de la Historia de la Ilustración y del

Romanticismo. ……………………………………………………………………… 5

3.1.

Giovanni Battista Vico. …………………………………………………….. 6

3.2.

Johann Gottfried Herder. ………………………………………………… 10

3.3.

Immanuel Kant. ………………………………………………………….... 13

4. Ilustración y Romanticismo como matrices del pensamiento argentino. …… 18

4.1.

La Generación de 1837. …………………………………………………. 18

4.2.

Ilustración y Romanticismo en Juan Bautista Alberdi. ………………. 19

5. Conclusión. ………………………………………………………………………... 22

6. Aparato crítico. ……………………………………………………………………. 23

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1. Resumen/Abstract.

El presente trabajo pretende analizar la noción de Nación en el pensamiento del argentino Juan Bautista Alberdi, como proyección de las Filosofías de la Historia de la Ilustración y del Romanticismo. Para esto, se usarán como Marcos Teóricos las Filosofías de la Historia de Giambattista Vico, de Johann Gottfried Herder y de Immanuel Kant. Posteriormente, se expondrán algunas de las características de la Generación de 1837, asociación intelectual de la cual el pensador argentino formó parte durante algún tiempo, para luego realizar el efectivo análisis de su noción de Nación. Finalmente, se esbozará una pequeña Conclusión.

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2. Introducción.

El presente trabajo tiene por objetivo analizar la noción de Nación en el pensamiento del argentino Juan Bautista Alberdi, como proyección1 de las Filosofías de la Historia de la Ilustración y del Romanticismo. Para su realización, comenzaré por exponer brevemente los marcos teóricos que utilizaré:

las Filosofías de la Historia de Giambattista Vico y Johann Gottfried

Herder - como referentes del Romanticismo - y la de Immanuel Kant - como referente de la Ilustración -. Luego, intentaré demostrar que la Ilustración y el Romanticismo, a pesar de ser contradictorios y opuestos en muchos aspectos, se constituyen en matrices del pensamiento argentino. Para esto, tomaré como objeto de análisis el pensamiento de Juan Bautista Alberdi. Para contextualizar el pensamiento y la obra del argentino, comenzaré por presentar algunos aspectos generales de la asociación intelectual de la cual formó parte durante algún tiempo: La asociación de la Joven Generación argentina o La Asociación

de

Mayo,

también

conocida

como

la

Generación

de

1837.

Posteriormente, analizaré la noción de Nación en su pensamiento, para indagar las proyecciones de la Ilustración y del Romanticismo en ella. Finalmente, esbozaré algunas conclusiones. Para la realización de esta monografía me valdré de algunas publicaciones de autores que han estudiado las Filosofías de la Historia de los pensadores europeos anteriormente mencionados, así como de otras, referentes al argentino y a la 1 Según al Real Academia Española, proyectar es “Hacer visible sobre un cuerpo o una superficie la figura o la sombra de otro”.

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Generación de 1837 y, finalmente, de algunas obras escritas por el propio Juan Bautista Alberdi.

3. Marcos Teóricos: Las Filosofías de la Historia de la Ilustración y del

Romanticismo.

Según Gonçal Mayos Solsona, la Filosofía de la Historia, como género filosófico, surge en la coyuntura del tercer tercio del siglo XVIII, para intentar una explicación a todos los cambios acelerados que estaban desarrollándose. El proyecto consistía en: … una filosofía de la historia entera de la humanidad que, aunque se proyecte hacia el más antiguo pasado, haga justicia a un presente esplendoroso en cambio acelerado. Por eso y porque así lo reclamaba el espíritu de la época, exige proyectar ese pasado y presente hacia la meta de un futuro que se quiere próximo y que tiene que culminar las esperanzas y proyectos de la humanidad. (Mayos Solsona, 2003.)

Este magnífico proyecto ha sido concretado, en ese contexto, por dos corrientes filosóficas enfrentadas por sus valores, ideales y perspectivas cosmovisionales. Estas son la Ilustración, que está culminando sus mejores momentos para comenzar a declinar, y el Romanticismo, incipiente aún. Cada una de ellas, presenta su propia versión de esta visión omnicomprensiva del desarrollo histórico de la humanidad.

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Si bien en este propósito se han visto involucrados gran cantidad de pensadores, hay dos que se han constituido en principales referentes de cada uno de estos movimientos, en lo que a la Filosofía de la Historia respecta. Ellos son Immanuel Kant, como referente de la Ilustración y Johann Gottfried Herder, como referente del Romanticismo. En el marco de este trabajo, serán estos dos pensadores - como representantes de los movimientos ya mencionados - , junto a Giovanni Battista Vico, un filósofo y jurista precedente, quienes constituirán el Marco Teórico desde el cual analizaré el pensamiento del argentino Juan Bautista Alberdi.

3.1. Giovanni Battista Vico. Giovanni Battista Vico nació en Nápoles, Italia en 1668 y murió ahí mismo en 1744. Fue, según Isaiah Berlin, “… un hombre de original talento, nacido antes de su tiempo, forzado a luchar en la pobreza y la enfermedad, malinterpretado y mayormente ignorado durante su vida, y (salvo entre un puñado de juristas napolitanos) casi totalmente olvidado después de su muerte.”2. Por otro lado, tanto este autor, como Karl Lowith3, afirman que a causa de lo oscuro, confuso y repetitivo de su obra, frecuentemente ha sido un pensador muy poco valorado, así como malinterpretado e incluso poco conocido hasta mucho después de su muerte. Sin embargo, ambos afirman que el valor, la originalidad y novedad de su obra, así como lo genuino de sus ideas, son de un valor excepcional y merecen un reconocimiento digno de un pensador genial y revolucionario para su época.

2 Berlin, Isaiah, Vico y Herder, Dos estudios en la historia de las ideas, Cátedra, Madrid, 2000, pág. 35.

3 Lowith, Karl, Historia del Mundo y Salvación, Katz, Buenos Aires, 2007, pág. 143.

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Vico presentó el primero de sus trabajos que contiene ideas originales en 1709, en ocasión de una conferencia inaugural. A éste le siguieron varios, generalmente sobre cuestiones jurídicas. Pero su obra más destacada apareció en 1725, bajo el título de Ciencia Nueva. Más tarde, en 1730, fue publicada la segunda edición, una versión modificada, que tuvo una reimpresión con adiciones en 1744. El pensador napolitano había sido formado por sacerdotes, recibiendo una educación muy tradicional, sin embargo, lo que suscitó su interés fue la filosofía que había surgido medio siglo antes a través de Descartes y que había sido desarrollada y aplicada por sus discípulos, con resultados revolucionarios en las ciencias naturales y jurídicas, así como en el pensamiento político y metafísico. A pesar de esto, aunque empezó por aceptar su método, luego se reveló contra él4. Esto se produjo debido a que Vico comprendió entre los años 1708 y 1709 que el criterio cartesiano de las ideas claras y distintas no puede ser aplicado con provecho fuera del campo de las matemáticas y la ciencia natural. Es decir, que este modelo resultaba inaplicable para lo que actualmente denominamos estudios humanísticos. A Vico le pareció evidente que el mundo externo fuera necesariamente opaco para los hombres frente a sus propios pensamientos, sentimientos y propósitos, que eran susceptibles de ser comprendidos. En este sentido, traza la diferencia entre conocimiento “externo” e “interno”. Por ejemplo, Vico entiende que el conocimiento matemático es completamente válido y que sus proposiciones son ciertas, pero porque es hecha por nosotros. Esto es, que el conocimiento matemático no es idéntico al conocimiento del mundo real, ya que no podemos fabricar literalmente el mundo real, como podemos fabricar el álgebra y la geometría. De esta manera, el auténtico conocimiento, el conocimiento “verdadero” puede ser conocimiento sólo por medio de causas, per caussas, en terminología viquiana. Esto quiere decir que “podemos decir que conocemos auténticamente una cosa si, y sólo si, conocemos por qué es como es, o cómo llegó a ser lo que es, o qué hizo para que fuera lo que es; y no meramente por qué es lo que es y tiene las características que tiene”5. Es 4 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 41.

5 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 46.

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así como, volviendo al ejemplo, podemos decir que las proposiciones matemáticas son verdaderas únicamente porque nosotros mismos, los hombres, las hemos hecho. De aquí viene la aseveración de Vico de que “la verdad (verum) y lo hecho (factum) son convertibles”, es decir, lo verdadero es lo hecho. “La regla y el criterio de verdad es haberlo hecho”. Una tesis destacada de Vico es que existe, además de los tres tipos de conocimiento aceptados en su época, un cuarto tipo. Estos tres eran: El metafísico o teológico, el deductivo y el perceptivo. A éstos, Vico agrega el autoconocimiento: un conocimiento de actividades de las que los sujetos cognoscentes son los autores, por lo tanto comprendemos “desde el interior”, en oposición al mundo externo, que sólo podemos conocer de manera pasiva, observando desde el exterior. En este sentido, establece la ya mencionada distinción entre los métodos y objetivos de la ciencia natural (conocimiento externo), frente a los estudios humanísticos (conocimiento interno). Califica este último como superior a cualquier otro, debido a que es conocimiento de lo que nosotros mismos hemos hecho, por lo cual, conocemos profundamente per caussas o “desde dentro”. En su estudio, Isaiah Berlin afirma que “El verdadero paso revolucionario es la aplicación del principio del verum/factum el estudio de la historia.”6 Argumenta que la aplicación de esta tesis a la historia de los hombres, permite que sea concebida como una experiencia social y colectiva que se extiende a lo largo del tiempo, o sea como una actividad “intencional” perpetua, que implica el uso incesante de categorías, concepciones e interpretaciones históricamente cambiantes (míticas, simbólicas, metafísicas, lógicas, empíricas, etc.). De este modo, la historia, vista como una forma de autoconocimiento, se torna superior a los estudios de la naturaleza. Dado que la historia es el conocimiento de actividades exclusivamente humanas, los hombres de un tiempo pueden comprender a los de otro tiempo, ya que la historia está hecha por ellos mismos, que tienen en común precisamente el hecho de ser hombres. Esto no resulta fácil, pero puede lograrse mediante la comprensión imaginativa, una capacidad que, según Vico, está presente en el hombre y permite comprender a las culturas más remotas. En este punto es 6 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 61.

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necesario aclarar que el pensador sostenía que los hombres habían pasado por distintos estadios de desarrollo y habían ido cambiando a través de algunas modificazioni de la mente humana.7 Sin embargo, en este desarrollo, en este movimiento, el modelo es siempre el mismo, “la ‘substancia’ inteligible es una, aunque las ‘formas’ de su desarrollo son diversas”8. Estas etapas no se siguen unas a otras de manera azarosa, sino como una ordenada procesión (guiada por la Providencia, que trabaja través de las capacidades de los hombres) de formas de aprehensiones del mundo o culturas, resultado cada una de ellas de la que reemplaza y que posee cada una alguna característica particular y exclusiva de ella. Ahora bien, ¿de qué forma podemos llegar a descubrir cómo hemos llegado a ser lo que somos, llegando a nuestro casi pleno autoconocimiento? Por el estudio de nuestro propio desarrollo, la historia de cómo y por qué aparecen, se desarrollan y declinan las culturas. Esto sólo puede conocerse a través de tres fuentes incorruptibles: el lenguaje, la mitología y las antigüedades. Esto se debe a que los hombres expresan sus sentimientos, actitudes y pensamientos a través de símbolos, por lo tanto son pruebas seguras de las mentalidades y actitudes de ellos, siempre que sepamos cómo deben leerse. Vico afirma que la humanidad ha pasado por tres estadios y sostiene que el desarrollo de la morfología de un sistema simbólico va íntimamente unido al desarrollo de la cultura de la que es órgano central. Esto quiere decir que el lenguaje de determinada cultura define su estructura política y social, religión, leyes, vida económica, moralidad, teología, organización militar, etc. Por otro lado se encuentra la mitología. Según Berlin, Vico afirma que los mitos “… son formas sistemáticas de ver de comprender y de reaccionar frente al mundo; y resultan plenamente inteligibles probablemente sólo para los que los crearon y los que creyeron en ellos…”9. También dice en Ciencia Nueva que son “historias civiles de los primeros pueblos, las cuales se halla que fueron en todo y naturalmente poetas”. Es por esto 7 Afirma que la noción de modelos absolutos de moral, estética y sociedad es el absurdo corolario de la falaz creencia en una naturaleza humana última, fija e inmutable.

8 Berlin, Isaiah, op. Cit., pág. 72.

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que constituyen la fuente más rica de conocimientos de quienes los crearon, en este caso, las sociedades primitivas que los hombres necesitan comprender para autoconocerse. Finalmente, Vico asevera que una vez que el último de los tres estadios de desarrollo humano declina y se acaba, se completa un ciclo y comienza uno nuevo, con sus nuevos e inevitables tres estadios sucesivos de civilización. Este modelo cíclico de sucesión de civilizaciones, ha sido planteado por el autor como corsi e ricorsi. Es un modelo que concibe a la historia como algo ideal y eterno, en la cual las etapas del trayecto (el ciclo) se suceden de un modo inalterable, dado que cada una surge de las necesidades creadas por el cumplimiento de las potencialidades de la anterior. “Para Vico, los hombres son lo que son en virtud de su desarrollo de acuerdo con una secuencia inteligible a través de estadios, de suerte que cada uno de ellos justifica la existencia de otros.”10. Vico piensa que existe una tendencia que moldea las pasiones y deseos de los hombres en instituciones y formas de vida social, según un modelo comprensible. Se trata de la Providencia, que limita la libertad humana, determinando al hombre a través de los corsi e ricorsi, que no puede controlar. Por último podemos agregar que Vico considera que, dado que la historia de la humanidad es una sola, pero comprende distintas etapas de desarrollo, no es aceptable condenar una actividad de una civilización que no sea en la que vivimos en la actualidad, porque no condiga con nuestra forma de ver el mundo, es decir, nuestra moralidad, nuestra organización política, social, económica, etc. Postula que esta es una actividad tan arrogante como superficial.

9 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 90.

10 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 112.

3.2. Johann Gottfried Herder. Johann Gottfried Herder nació el 25 de agosto de 1744, en el pequeño pueblo de Mohrungen, Prusia Oriental (Actual Alemania). Según Isaiah Berlin: La fama de Herder se debe a que es el padre de las ideas, estrechamente vinculadas entre sí, de nacionalismo, historicismo y Volkgeist, y a que es uno de los representantes de la revuelta romántica contra el clasicismo, el racionalismo y la fe en la omnipotencia del método científico; en definitiva, a que es el mejor adversario de los philosophes franceses y sus discípulos alemanes. (Berlin, 2000: 191.)

Fue autor de numerosas obras de Filosofía de la Historia, Filología, Geografía, entre varias otras temáticas. Berlin sostiene que “Como escritor era exuberante y desordenado, aunque no era oscuro o confuso.” 11, mientras que Mayos Solsona afirma que su peculiar estilo literario y filosófico era excesivamente apasionado y sentimental, muchas veces inconexo e inseguro12. Se destaca como el primer pensador romántico, que influirá a los que lo sucedan. Murió el 18 de diciembre de 1803 en Weimar. La Filosofía de la Historia de Herder pretende destacar lo común de la humanidad en tanto que somos “hijos de Dios”, así como poner de manifiesto la gran diversidad cultural y lingüística humana, a través de la defensa de los valores nacionales y religiosos. Propone una pauta histórica compleja, no lineal, ni uniforme. Para él, los acontecimientos históricos, al estar determinados por un tiempo y un espacio concreto, son irreductibles entre sí, inagotables e 11 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 202.

12 Mayos Solsona, Gonçal, Ilustración y Romanticismo –Introducción a la polémica entre Kant y Herder, Herder, Barcelona, 2003, pág. 58.

inconmensurables. Bajo una muy flexible unidad humana, prevalece para él la diversidad cultural, histórica, geográfica, etc. Afirma, según Mayos Solsona13, que la diversidad humana es constitutiva y esencial y llena de contenido y sentido la unidad de la especie. Para Herder no hay un tipo ideal ni universal de sociedad. Todas las culturas son igualmente necesarias y realizan a su manera el fin de la humanidad y el designio establecido por la providencia divina. Con respecto a la cuestión de Dios, Mayos Solsona14 afirma que funciona en la Filosofía de la Historia del pensador como el principio y motor que mueve la historia humana, dirigiendo su devenir a través de su providencia y revelación, así como constituye la garantía de verdad del conocimiento histórico de la humanidad. Sin embargo, no podemos identificar este Dios sin más con el Dios cristiano. El autor explica que Herder ha llegado a la conclusión de que si hay un Dios providencial en la Naturaleza, que pone orden, “sabiduría” y “bondad”, también debe haber uno en la historia. En este sentido, utiliza el término “Providencia divina”, en lugar de “Dios”. Más tarde, usará con mayor frecuencia la palabra “Naturaleza”, mientras que hablará más de leyes de la naturaleza y menos de intervención continua de la divinidad en la historia. En este sentido, es importante aclarar que en la filosofía herderiana la acción de Dios sobre la historia se da a través de la creación de la Naturaleza y el mundo en general, es decir, de manera totalmente indirecta, mediante el mecanismo plenamente mundano de la Naturaleza. Incluso Herder, al igual que Kant, formula la noción de un “plan oculto” por medio del cual la Naturaleza gobierna la historia humana. Lo llama “oculto” dado que sólo la mirada del filósofo puede notarlo. Una de las tesis más importantes de Herder, según Berlin, es la que él denomina “Pluralismo”. Esta consiste en: 13 Mayos Solsona, Gonçal, op. cit., pág. 76.

14 Mayos Solsona, Gonçal, op. cit., pág. 143.

La

creencia

no

meramente

en

la

multiplicidad,

sino

en

la

inconmensurabilidad de los valores de las diferentes culturas y sociedades; y, por añadidura, la creencia en la incompatibilidad de ideales igualmente válidos, junto con el corolario implícito de que las teorías clásicas de un hombre ideal y una sociedad ideal son intrínsecamente incoherentes y erróneas. (Berlin, 2000: 200).

Esta idea, niega todo sentido a la comparación entre las diferentes culturas de la historia de la humanidad, necesaria para poder afirmar –o negarel progreso de la misma15. Aunque el filósofo, en un principio, expone este argumento para sostener que no puede haber progreso ni decadencia, ya que no se puede medir en las diversas culturas, en general, mejora ni empeoramiento, luego - puesto que la idea de Progreso era muy importante y central en la Modernidad - termina aceptando que sí hay progreso en el marco global de la humanidad, bajo la Providencia divina. Sin embargo, la unidad de la Providencia divina no es incompatible con la reivindicación de la diversidad. Esto se debe a que Herder aplica la idea de progreso a un período histórico mucho más amplio al que aplica la posibilidad de decadencia (en un momento concreto, en el interior de una sociedad concreta). Así, afirma la existencia de un progreso que enlaza a toda la especie humana, bajo la providencia educadora de Dios. Progreso cierto e indudable, pero que reconoce la diversidad humana, de todos los pueblos y culturas. En este punto, es importante aclarar que, si bien para Herder el progreso es de la humanidad en su conjunto, reivindica que también cada pueblo o cada nación es un fin en sí que no se puede sacrificar al gran fin universal. Esto quiere decir que “En el gran destino natural o el gran plan de la divinidad caben perfectamente los pequeños destinos, finalidades y felicidades de las criaturas individuales.”16. 15 Mayos Solsona, Gonçal, op. cit., pág. 189.

16 Mayos Solsona, Gonçal, op. cit., pág. 199.

Ahora bien, ¿hacia dónde se dirige ese progreso? Para Herder y el Romanticismo, la especie humana tiende hacia el hallazgo de los medios para constituir y difundir mejor los valores humanos. Consideran que el hombre tiene en sí mismo la posibilidad de su plenitud y sabe que Dios puso el destino de la especie en sus propias manos. De este modo, el fin del hombre es su propia humanidad. Con respecto a la cuestión política, Herder y el Romanticismo, sostienen la existencia de una sociabilidad natural, en la cual el hombre nace y es educado. En el marco de esta sociedad natural y espontánea, el criterio de pertenencia está definido por nacimiento y vinculación sentimental. (Esta es la doctrina herderiana que Isaiah Berlin define como “Populismo”17). Esto quiere decir que está basada en “vínculos de derecho natural”, que se dan en toda sociedad primitiva y sobre los cuales se edifican los primeros gobiernos entre los hombres. A partir de estos vínculos primigenios, se construyen los restantes vínculos sociales y sanos. En este contexto podemos ver que “Herder reivindica los niveles sociales más básicos: familia, liderazgo espontáneo y niveles vinculados a las relaciones biológicas o sentimentales primarias, que son para él las organizaciones sanas y naturales.”18. Por otro lado, Herder sostiene que el hombre sano y natural no necesita complejos Estados, ya que le basta con estas organizaciones “sanas y naturales”. Además, afirma que puesto que todos los intentos humanos de autogobernarse van en contra de la Naturaleza, terminan fracasando y sumiendo a los hombres en el terrible despotismo hereditario. Propone, en oposición al Estado, la noción romántica de nación, que tiende a asimilar con el pueblo, e identifica con “nacionalidad”. Mayos Solsona afirma que es por esto que es 17 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 199.

18 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 288.

considerado el padre del nacionalismo.19. Las naciones suelen tener (aunque no en todos los casos) una cierta coherencia étnica, lo cual las definiría por sus relaciones biológicas. Sin embargo, el aspecto que mejor define una nación para Herder son los vínculos y lazos sentimentales, lingüísticos (una misma lengua), culturales y espirituales (el Volksgeist o “espíritu del pueblo”). Podríamos decir que, en definitiva, es el componente cultural y espiritual, expresado de manera primordial en la lengua y primeras tradiciones literarias, lo que especifica propiamente a cada pueblo o nación. Como vemos, la nación es para Herder algo previo y más esencial que lo jurídico y político – (…). Por ello la nación es la unidad más básica que aúna lengua, literatura, tradición y cultura, y que tiene un alma cultural y absolutamente individual. Por eso la nación es el alma o espíritu del pueblo que vive por debajo de la estructura política y se expresa privilegiadamente plasmada en sus obras artísticas y culturales. (…). En definitiva, piensa Herder las naciones, como las plantas, deben mucho de su desarrollo a las determinaciones materiales (…), pero lo que propiamente las caracteriza y expresa su ser son sus frutos, que para las naciones son la lengua, sus artes y cultura. (Mayos Solsona, 2003: 305).

Esto está perfectamente explicado en la tesis de Herder que Berlin a denominado “Expresionismo”20.

3.3. Immanuel Kant.

19 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 302.

20 Berlin, Isaiah, op. cit., pág. 199.

Immanuel Kant (1724 – 1804) nació y pasó toda su vida en Königsberg, Alemania. Por su proximidad a la corte de su ciudad natal, gozó de una muy buena educación, lo cual le permitió una lenta, pero finalmente brillante carrera universitaria. Se caracterizó por una lenta evolución dentro del relativamente cerrado ámbito universitario de la filosofía más rigurosa y sólo hacia el final de su vida transcendió a la fama popular. Kant plantea la Filosofía de la Historia como una problemática que recoge prácticamente la totalidad de las tareas humanas. La historia, en este marco, ha de ser considerada como el proceso en el que se realiza el bien supremo de la humanidad. De este modo, la Filosofía de la Historia intenta compatibilizar los intereses más irrenunciables de la humanidad con una comprensión de la historia como “propulsor” hacia una meta de la historia para el conjunto del género humano, tal como es concebida desde la Ilustración 21, movimiento que él representa. Kant considera a la historia como una “segunda naturaleza”, claramente diferenciada de la naturaleza física-cosmológica. Esta “segunda naturaleza” es específicamente humana, ya que es obra exclusiva de la humanidad y es producto de la ruptura del hombre con la Naturaleza. “Para Kant la historia equivale a un proceso de humanización marcado por el desarrollo de la razón que se configura dominando lo animal y emancipándose de lo estrictamente natural.”22 A pesar de esta ruptura del hombre con la Naturaleza, Kant sostiene que este proceso sólo puede ser pensado como parte de un “plan” o “intención” de la Naturaleza. El pensador no encuentra otra salida que tratar de explicar estas contradictorias cosas humanas a través de una “intención de la Naturaleza”, que 21 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 72.

22 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 103.

se constituye en “hilo conductor” o “propulsor” del mecanismo de la historia. Afirma que ésta es la “…’fuerza’ que introduce el finalismo, al armonía y la concordia en las cosas humanas (incluso en contra la voluntad del hombre).” 23. Aunque, sostiene que esta expresión tiene que ser interpretada sobre todo como naturaleza humana, pues es en ella donde se manifiesta una peculiaridad del hombre: su insociable sociabilidad, que sólo puede surgir en la segunda naturaleza humana. Es allí donde se puede ver la efectiva actuación en sociedad de los hombres tal como son: con una maldad natural que los impulsa a la insociabilidad. Es así como se presenta una paradoja: los humanos necesitan vivir en sociedad, para ser más fuertes que el resto de los animales, pero tan pronto gozan los beneficios de la vida en sociedad, actúan insociablemente, buscando exclusivamente el beneficio privado. Vemos así que “Cuando Kant habla de ‘plan de la Naturaleza’ se refiere (…) a la naturaleza humana racional y social…”24. De este modo, aunque parezca una paradoja, es la Naturaleza, a través de su “plan oculto”25 o “intención”, la que hace que el hombre rompa con lo animal, para constituir una “segunda naturaleza” de tipo puramente éticopolítico, que tienda al desarrollo de las potencialidades racionales de la humanidad. Sólo la humanidad, y en tanto que vive en sociedad, tiene historia y, por esto, la meta y culminación de la historia es pensada por el filósofo desde una perspectiva esencialmente jurídica y política.

23 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 147.

24 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 280.

25 Lo llama así, debido a que sólo se evidencia ante la mirada del filósofo. Sin embargo, este plan se impone a los individuos y los pueblos, aún en contra de su voluntad.

Como buen representante de la Ilustración, Kant quiere elevar el universalismo y unitarismo de la concepción de hombre de esta corriente a ley y meta última de la historia. Estos dos aspectos típicos de la Ilustración, llevan a Kant a concentrar el núcleo de su Filosofía de la Historia en un aspecto esencial: la

necesidad

del

camino

humano

hacia

una

sociedad

“cosmopolita”,

caracterizada por una institucionalización del derecho internacional en una sociedad de naciones, que garantice la libertad, justicia y paz tanto en el interior de la Estados, como en sus relaciones internacionales. Esta idea debe tener un “efecto propulsor”, procurando que el hombre asuma y se fije a sí mismo este proyecto. Este ideal que según Kant debe culminar la historia puede ser concretado, según Mayos Solsona26, en cuatro aspectos absolutamente interrelacionados: la libertad, que sólo culmina en la sociedad cosmopolita de naciones y significa la posibilidad de autolegislarse; una constitución civil justa, que ha de ser republicana, representativa y con separación de poderes y que se constituya en garantía de la libertad y del contrato social dentro de un Estado; la Sociedad de Naciones, que es la unión conforme a un derecho cosmopolita o internacional de todos los países con constitución civil justa; y, finalmente, la paz perpetua, que es la única que garantiza la libertad para todo el género humano. De esta manera, Kant culmina la Ilustración definiendo un ideal de cosmopolitanismo político-cultural, que unifica claramente a la humanidad. Este planteo universalista de Kant le permite definir un baremo único y común del progreso humano para todos los pueblos y generaciones. Es así como cada uno de ellos puede ser evaluado en función de su mayor o menor aproximación a la meta ideal y común.27 26 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 104-106.

27 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít, pág. 76.

La idea de progreso es muy característica de la Modernidad y es indiscutible para la Ilustración. Según Mayos Solsona, en Comienzo verosímil de la historia humana Kant afirma: “El destino de la especie [humana] no consiste en otra cosa sino en progresar hacia la perfección”28. Sin embargo, luego el autor afirma que para poder encajar esta idea moderno-ilustrada de progreso, Kant se ve obligado a pensarlo como un indefinidamente largo y lento proceso asintótico, donde la plenitud final es infinitamente pospuesta y, por tanto, más ideal que real. Aparentemente, para el pensador la necesidad de la idea de progreso surgía porque la juzgaba como el único hilo conductor capaz de hacer comprensible y racional el caos histórico. Es así como se puede pensar la historia como “… un largo, pero constante progreso hacia su fin legítimo y racional: constituciones justas en los Estados, una sociedad armónica de naciones y, en definitiva, la libertad de los hombres.”29. Vemos aquí que este pensador propone una Filosofía de la Historia definida por la unidad, la linealidad, la pauta uniforme e ideal, común a todos los pueblos y culturas. Para él, la unidad de la humanidad predomina sobre la diversidad de pueblos, culturas y épocas, por encima de toda especificidad o inconmensurabilidad humana. Considera las diferencias humanas como accidentes y accesorias dentro del proceso unitario de la historia. En este punto es importante destacar que para Kant el progreso era patrimonio de la especie en su conjunto, es decir, que el sujeto del progreso histórico es la humanidad, no los individuos por sí solos. Kant afirma que por más lejano que sea, ese fin de la historia o meta de la humanidad es inevitable. Centra su Filosofía de la Historia en hacer posible este ideal de progreso en el plano político-social. En este ámbito el ideal es la autolegislación, pero dado que en su opinión la humanidad aún no ha llegado a 28 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít, pág. 181.

29 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít, pág. 197.

la mayoría de edad que se requiere - según su ilustrado punto de vista - , es inevitable una sujeción exterior. Considera que lo óptimo es que ésta sea a través de leyes si no justas, al menos públicamente promulgadas. Es por esto que ve como razonable que los hombres se den un Estado y reconozcan un “soberano” al que todos deban respetar. En este contexto, Kant ve como inevitable y positiva la existencia de un Estado y de la Ley. Y, sobre la cuestión del soberano, sostiene que aunque no comprenda un orden republicano, con división de poderes, es mucho mejor que el caos y la anarquía que sobrevienen ante su ausencia. Por otro lado, no concibe que las relaciones puramente naturales puedan configurar un orden social y garantizar el derecho general sin promulgación pública efectiva. “Para él (…) todo orden social precisa necesariamente

(pues

es

su

condición

de

posibilidad)

una

cierta

institucionalización jurídica y un soberano que la haga cumplir.”30 Para Kant, los Estados son individuos de nivel superior, por esto mantienen entre ellos relaciones semejantes a las que mantienen los hombres entre sí. También por esto tienen un estado de naturaleza, superado cuando las constricciones que se interponen entre ellos les obligan a agruparse, darse un derecho internacional o cosmopolita y constituir una sociedad de naciones. En este marco es importante destacar que el concepto de Nación de Kant y de la Ilustración “… es un concepto abstracto que agrupa a todos los ciudadanos precisamente en tanto que ciudadanos – y ya no simplemente como hombres –. Por ello, en cierta medida puede ser identificada con el Estado” 31. Sin embargo, Mayos Solsona sostiene que, si bien Kant tiende a identificar el concepto de

30 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 294.

31 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 301.

nación con el de Estado, da a la primera un sentido más sociológico, mientras que al segundo un sentido básicamente jurídico.32 Finalmente, para Kant sólo la diversidad y egoísmo de los individuos es lo que posibilita la realización de las disposiciones naturales que los unen a una especie. Sólo a partir del enfrentamiento de lo particular con lo particular, surgirá lo universal y común. Así, la humanidad potenciará su disposición a la racionalidad y se encaminará a la Ilustración - una sociedad justa de naciones y paz perpetua -

constituyendo, en su conjunto, una unidad política que

administre el derecho para toda ella. “La unidad y ‘mismidad’ de la especie (…) surge efectivamente a través de su diversidad y particularidad.”33

4. Ilustración y Romanticismo como matrices del pensamiento argentino.

4.1.

La Generación de 1837.

La Generación de 1837 fue un grupo de jóvenes que, en ese año, organizaron en la Argentina una Sociedad Literaria, con el objetivo de realizar una reflexión crítica sobre el país. Esta asociación fue modelada e inspirada por las sociedades revolucionarias juveniles que habían surgido por toda Europa y fue conocida como La asociación de la Joven Generación argentina o La Asociación de Mayo34. Desde esta iniciativa saldrán, con el tiempo, algunas de las ficciones orientadoras más perdurables de nuestro país.

32 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 302.

33 Mayos Solsona, Gonçal, op. cít., pág. 359.

Sus miembros principales fueron: Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi – quien es el objeto de este trabajo -, Miguel Cané, Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, José Mármol y Domingo Faustino Sarmiento. Estos dos últimos, si bien no formaron parte del Salón Literario, se acercaron posteriormente al grupo original. Nicolás Shumway, en su obra La Invención argentina. Historia de una idea, postula que los hombres de esta Generación se asignaron dos importantes tareas intelectuales. Por un lado, identificar los problemas que enfrentaba el país, y trazar un programa que hiciera de la Argentina una nación moderna; por otro lado, crear un programa para resolver los problemas del país. Para llevar a cabo sus objetivos, estos hombres mostraron confianza en las ideas como necesario punto de partida para reformar el país. Consideraban que se necesitaban nuevas ideas para una nueva Argentina. Fue así como, para llevar a cabo la segunda tarea que se propusieron, “… tomaron el grueso de las ideas de sus contemporáneos europeos, al punto de repetir el error rivadaviano de creer demasiado en el poder redentor de las nuevas teorías europeas y norteamericanas, en las palabras altisonantes y en los decretos bien redactados.”35 En este sentido, Shumway36 destaca que, frente al planteo de cuál era el destino de la Argentina como nación, los hombres de 1837 no vieron ene lla 34 Esta denominación se refiere al movimiento independentista de mayo de 1810 y su elección se basaba en el objetivo ideológico de que una nueva Argentina podía surgir tras los errores de las generaciones previas, así como Mayo había sacudido el yugo colonial.

35 Shumway, Nicolás, La Invención argentina. Historia de una idea, Emecé Editores, Buenos Aires, 1995, pág. 131.

36 Shumway, Nicolás, op. cít., pág. 175.

nada original. Aparentemente su misión era menos de creación que de recreación, ya que su objetivo fue recrear la civilización europea 37 en América y, en menor grado, repetir el éxito de los Estados Unidos de Norteamérica, a través del traslado de “pedazos vivos” de esas sociedades a la nuestra. Esto es: la inmigración y la imitación de sus instituciones. De este modo, no avisoraron ninguna misión especial

o potencial peculiar para nuestro país. En

consecuencia, al momento de pensar una estructura para la nueva Argentina que pretendían formar, no pudieron salir de modelos extranjeros, ni crear instituciones propias para el país, a pesar de estar en contra – al menos teóricamente - de una “imitación servil”. Ahora bien, lo que sí fue juzgado por estos hombres como una misión particular de nuestro país fue la de ser guía para el resto de América Latina. Pero no como una fuerza destinada a cambiar el mundo, a romper con los viejos métodos y costumbres europeas, sino como una buena imitación de aquellas naciones caracterizadas por el orden y el progreso. Para finalizar, siguiendo a Shumway, podemos destacar que, si bien los hombres del 37 se preocuparon más - en última instancia y a pesar de su originalidad - por recrear Europa en América que por desarrollar un nuevo país, tomando lo mejor del Viejo y del Nuevo Mundo, es innegable que su comprensión de los problemas del país y sus propuestas para resolverlos, fueron y seguirán siendo, las ficciones orientadoras más importantes del liberalismo argentino.

4.2.

Ilustración y Romanticismo en Juan Bautista Alberdi.

37 Particularmente las potencias industriales: Francia, Alemania e Inglaterra, pero no la contrarreformista y atrasada España.

Juan Bautista Alberdi fue uno de los escritores más prolíficos de la historia argentina. Nació en Tucumán en 1810 y murió en París en 1884. Desde su temprana juventud, y a lo largo de su vida, se dedicó a pensar el país en formación, reflexionando sobre la causa de sus conflictos, y buscando poner fin a nuestras sangrientas guerras civiles. Dotado de una inteligencia pragmática y no doctrinaria, leyó muchísimo, pero no fue un repetidor de dogmas. Fue capaz de inventar el modo de entender del país y, nutrido de una gran erudición, repensó las ideas recibidas y las recreó para entender la realidad criolla. A su talento debemos la organización constitucional de la República Argentina, a través de la Carta de 185338, que podría ser caracterizado como su más importante y perdurable aporte, además de todo su legado político y jurídico. Consideraré la noción alberdiana de Nación, analizando las proyecciones de las Filosofías de la Historia de la Ilustración y del Romanticismo en ella. En el “Prefacio” a su Fragmento Preliminar al estudio del derecho, Alberdi sostiene: … nuestra patria ha perdido más sangre en sus ensayos constitucionales que en toda la lucha de su emancipación. Si, cuando esa gloriosa empresa hubo sido terminada, en vez de ir en busca de formas sociales de las naciones que ninguna analogía tenían con la nuestra, hubiésemos abrazado con libertad las que nuestra condición especial nos demandaba, hoy nos viera el mundo andar ufanos una carrera tan dichosa como la de nuestros hermanos del Norte. (…) Al paso que nuestra historia constitucional no es más que una continua serie de imitaciones forzadas, y nuestras instituciones, una eterna y violenta amalgama de cosas heterogéneas. El orden no ha podido ser estable, porque nada es estable, sino lo que descansa sobre fundamentos verdaderos y naturales. (Alberdi, 1837: 66)

En este fragmento, podemos notar claras influencias románticas en el análisis del autor sobre la situación de la Nación Argentina, denominada acá “patria”. Su pretensión de crear el orden constitucional obedeciendo a la “condición especial” de nuestra patria, es una clara proyección de la tesis 38 Pucci, Roberto, “Prólogo” en Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa. 1810-2010. Volumen I, Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 2011, págs. 3 y 5.

herderiana, llamada por Isaiah Berlin “Pluralismo”, que sostiene que las culturas son múltiples y, entre sí, inconmensurables. Por otro lado, la iniciativa de generar un orden constitucional es una idea de corte ilustrado, ya que Herder se opone claramente a los complejos órdenes que excedan la organización básica de la familia o los liderazgos espontáneos, mientras que Kant define el fin de la historia humana a través de un ideal de cosmopolitanismo político-cultural. Además, muestra la identificación - propia de la Ilustración - entre las nociones de Estado y Nación, otorgándole al orden jurídico-político (orden constitucional, Estado) la categoría de Nación. En Cartas sobre la prensa y la política militante de la República Argentina, también conocido como Cartas Quillotanas, Alberdi dice: Se hizo un crimen en otro tiempo a Rosas de que postergase la organización para después de acabar con los unitarios; ahora sus enemigos imitan su ejemplo, postergando el arreglo constitucional hasta la conclusión de los caudillos. (…). Con caudillos, con unitarios, con federales, y con cuanto contiene y forma la desgraciada República, se debe proceder a su organización, sin excluir ni aún a los malos, porque también forman parte de la familia. (…). Si porque es incapaz de orden constitucional una parte de nuestro país, queremos anonadarla, mañana diréis que es mejor anonadarla toda y traer en su lugar poblaciones de fuera acostumbradas a vivir en orden y libertad. Tal principio os llevará por la lógica a suprimir toda la nación argentina hispano colonial, incapaz de república y a suplantarla de un golpe (…); pero si queréis constituir vuestra ex-colonia hispanoargentina, es decir, esa patria que tenéis y no otra, tenéis que dar principio por la libertad imperfecta, como el hombre, como el pueblo que deben ejercerla, y no aspirar a la libertad que tienen los republicanos de Norte América… (Alberdi, 1853:17 y 18)

Aquí vemos nuevamente un claro posicionamiento romántico frente a la diversidad en el seno de la Nación Argentina. Ésta no sólo debe ser aceptada, sino que debe ser la base desde la cual se lleve a cabo la organización nacional, evitando imitar a otras naciones o sustituirla por ellas. Mientras, en otros fragmentos de su obra muestra reiteradamente una inclinación claramente ilustrada. En Bases y puntos de partida para la

organización política argentina, afirma: “Todo en la civilización de nuestro suelo es europeo; la América misma es un descubrimiento europeo.”39. Y luego: “En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que ésta.”40. De esta manera, evidencia su ilustrada postura etnocentrista, a través de la negación, ninguneo e infravaloración de los pueblos originarios de América.

5. Conclusión.

El pensamiento de Juan Bautista Alberdi se desarrolló bajo fuertes influjos del pensamiento europeo. Es por esto que presenta influencias o proyecciones de dos de los movimientos intelectuales más importantes de la Modernidad: la Ilustración y el Romanticismo. A pesar de esto, puesto que se dedicó casi exclusivamente a reflexionar sobre su país - la República Argentina -, se vio obligado a aplicar las tesis que tomaba de otros pensadores a la realidad del mismo, adaptándolas de manera original, y creando de ese modo un pensamiento particular y ecléctico.

39 Alberdi, Juan Bautista, Bases y puntos de partida para la organización política argentina, Valparaíso, 1852; Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1991, pág. 81.

40 Alberdi, Juan Bautista, op. cít., pág. 83.

En el análisis de la noción de

Nación del pensador tucumano,

descubrimos claras proyecciones de la Ilustración y del Romanticismo. Esto, dada la eminente oposición de estas dos corrientes de pensamiento, nos podría llevar a pensar que su pensamiento es contradictorio. Sin embargo, considero que esto es propio y característico de la configuración de un pensamiento que, puesto que se era aplicado a una realidad compleja, devenía, lógicamente, igualmente complejo. En este punto, considero que la originalidad y capacidad de Alberdi para describir la realidad argentina de su tiempo, reflexionar acerca de ella y de sus problemas para lograr su organización constitucional, y buscar posibles soluciones para esto, intentando crear un orden específico para ella, con todas las particularidades que presentaba (y sigue presentando), es realmente destacable y constituye uno de los aportes más trascendentes que ha recibido el país a lo largo de su historia.

6. Aparato crítico.

Bibliografía:

▪ Berlin, Isaiah, Vico y Herder, Dos estudios en la historia de las ideas, Cátedra, Madrid, 2000. ▪ Chávez, Fermín, Herder, el alemán matrero, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2004. ▪ Diccionario de la

lengua española. Vigésima segunda edición, en

http://www.rae.es/rae.html

▪ Lowith, Karl, Historia del Mundo y Salvación, Katz, Buenos Aires, 2007. ▪ Mayos Solsona, Gonçal, Ilustración y Romanticismo –Introducción a la polémica entre Kant y Herder, Herder, Barcelona, 2003. ▪ Pucci, Roberto, “Prólogo” en Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa. 1810-2010. Volumen I, Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 2011. ▪ Shumway, Nicolás, La Invención argentina. Historia de una idea, Emecé Editores, Buenos Aires, 1995.

Fuentes:

▪ Alberdi, Juan Bautista, Bases y puntos de partida para la organización política argentina, Valparaíso, 1852; Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1991. ▪ _________________, Cartas sobre la prensa y la política militante de la República Argentina, 1853; Ediciones Estrada, Buenos Aires, 1945. ▪_________________, Fragmento Preliminar al estudio del derecho (1837), en Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa. 1810-2010. Volumen I, Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 2011.