Hoy he asistido a una de las experiencias más traumáticas de mi vida ...

chocante de todo fue cuando después de berreos, insultos y blasfemias contra el convenio colectivo, le suenan en el móvi
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Hoy he asistido a una de las experiencias más traumáticas de mi vida: la instalación de una nueva línea de ADSL en mi piso. Veréis, el hombre que ha venido a instalarla no parecía que trabajara por placer como todos nosotros. Aparentaba cincuenta y todos — aunque tenía voz de cuarentón —, olía a lo que huelen los posos del carajillo de tu profesor de Ética, y al entrar en mi casa ha chutado una caja que sirve para no estropear la pared al abrir la puerta mientras preguntaba que dónde carajo tenía la roseta. El señor, que por supuesto venía de aporrear el timbre como si no hubiera mañana — dos veces, que la primera llamó simplemente para decirme que se iba a poner el tícket —, era el paradigma de la alienación de la especie humana. Hasta aquí nada raro, me diréis. Bien, lo más chocante de todo fue cuando después de berreos, insultos y blasfemias contra el convenio colectivo, le suenan en el móvil los acordes de una bonita canción de cuya letra no puedo acordarme, tras lo cual se detiene, responde a la llamada y dice con voz dulce y tímida: cariño, deja que te llame luego, yo también te quiero.

Lo primero que hice fue quedarme un poco en shock. Lo segundo, tratar de recordar qué maldita canción era aquella que había sonado durante tres escasos segundos. Lo tercero, ser nuevamente interrumpido por ese técnico impertinente. - El amor — me dijo — es básicamente como una canción. - ¿Cómo? - Sí, verás. Empiezan a sonar los primeros acordes y ya tienes una primera impresión. Es más, al tercero ya sabes si quieres seguir escuchándola o no. - Ese cable no va ahí. - Después de un par de estrofas llega el estribillo. El estribillo es lo que decide si te quedas o si terminas huyendo. El estribillo es el núcleo de toda canción, es lo que engancha. De hecho, no hay buen inicio de canción que se salve de una mierda de estribillo. Además, el estribillo se tiene que repetir de vez en cuando para recordar que es importante, pero tampoco debe repetirse demasiado. - Entiendo. - Las canciones, como el amor, tienen un desenlace. Hay varias escuelas de pensamiento en lo que atañe al

desenlace de las canciones. Y del amor. Hay quienes piensan que el cierre tiene que ser seco, vibrante y característico. Hay quienes creen que la canción, como el amor, debe ir bajando suavemente de intensidad hasta evaporarse completamente. Y luego hay los que piensan que el final de una canción tiene que invitar a acompañar dulcemente a la siguiente canción, que el amor, te dirán, no es una canción, es un álbum completo. - Odio el fade out. - Sabes, a mí ya me importa bastante poco cómo termine el amor. Eso es problema de los que aún no lo habéis encontrado. - Pero... - Firma aquí y aquí y pon tu DNI. No sabes cómo son los de la centralita. PS: Tal vez estuviera sonando esto:https://www.youtube.com/watch?v=rxKbsVXN1To