Una vida teñida de creatividad

eco de la noticia y no podía ser me- nos, porque fue ... Y en la misma emisora, Nelson. Castro rescató .... gré) fue Sit
1MB Größe 6 Downloads 163 Ansichten
Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

2

3

Viernes 19 de junio de 2009

Fernando Peña: la despedida de un artista

Una vida teñida de creatividad

Recuerdo de los lectores Los usuarios de lanacion.com dejaron cientos de mensajes sobre la noticia de la muerte de Fernando Peña. Que se lo va a extrañar, que era un tipo transgresor y que sus criaturas fueron una buena compañía se repitió en la marea de notas, algunas polémicas y otras más reflexivas. “Este hombre era un provocador, pero no porque se disfrazara de mujer en el teatro ni porque se dijera homosexual o consumidor de cocaína [...]. Su provocación es la mirada aguda de un ser inteligente que descifra la sociedad. Eso es raro y provocador en los medios”, decía uno de los mensajes.

Familiares, amigos y cientos de admiradores dieron ayer su último adiós al actor; sus restos fueron cremados Los restos del actor Fernando Peña fueron cremados ayer por la tarde en el Cementerio Parque Pereyra Iraola, de La Plata, para cumplir con su voluntad, luego de ser trasladados desde la Legislatura porteña, donde habían sido velados desde la medianoche de anteayer hasta el mediodía. Hasta las 11.30, las puertas del Salón Montevideo de la Legislatura de la ciudad permanecieron abiertas para que los amigos, personalidades y el público en general pudieran dar su último adiós al actor, quien murió anteayer, a los 46 años, víctima del cáncer. Alrededor del féretro, que permaneció cerrado mientras hubo público, la pareja de Peña, Javier de Nevares, junto con sus amigos más cercanos construyeron una suerte de altar que sintetizó algunos de sus placeres más sencillos y afectos más conocidos: podían verse fotos del actor, acompañado por sus perros, e imágenes de algunas de sus obras; un vaso servido con whisky y una botella de la misma bebida; un equipo de música por el que se escuchaban tangos y boleros y varias rosas rojas y lentejuelas celestes esparcidas por el suelo. “Vamos a hacer un documental con su vida y sus últimos momentos. El lo tomó [el proceso de la enfermedad] de una manera natural, y su mensaje quedará en la cabeza de cada uno”, expresó Nevares durante la mañana.

Palabras de afecto Durante la madrugada de ayer, pasaron por el lugar cientos de admiradores y varias figuras del ambiente artístico y periodístico. La mayoría coincidió en destacar las virtudes de Peña como actor, su irreverencia, su espíritu crítico y recordó a los miles de personajes que él creó y que serán extrañados por todos. Asistieron al velorio figuras como Graciela Borges, Carlos Perciavalle, Víctor Hugo Morales, Betty Elizalde, Matías Martin, Alejandro Apo, Nancy Pazos, Elizabeth Vernaci, Luis Majul, SebastiánWainraich y Andrea Frigerio, entre muchos otros. Allí estuvo Jorge Lanata, quien visiblemente conmovido se refirió a Peña como “un verdadero artista y un gran tipo”. Agregó: “Así como lo veías, así era”, y comentó que cada dos o tres días dialogaba con el actor. Enrique Pinti también dejó su testimonio: “Fernando estaba lleno de proyectos y pensé que lo iba a superar [en referencia al cáncer]. Era un artista inmejorable e irrepetible, por su creatividad y por su transgresión. Sus personajes quedarán para

ARCHIVO

(Radiografías)

Por Alicia Petti

Todas las voces. En la radio, la noticia del deceso de Fernando Peña fue similar anteayer a la de una emisión en cadena nacional. La dio a conocer Matías Martin en Basta de todo y desde allí, en la Metro, la FM donde Peña hacía el exitoso ciclo El parquímetro, sólo se escuchó música. Las emisoras de AM y FM se hicieron inmediato eco de la noticia y no podía ser menos, porque fue en la radio donde comenzó a ser conocido, a desplegar su histrionismo y poner de manifiesto esa garganta prodigiosa para crear grandes personajes, con Milagritos López a la cabeza. FOTOS DE MIGUEL ACEVEDO RIU

siempre en la memoria colectiva”. A su vez, el productor Javier Faroni aportó algunos recuerdos, en diálogo con LA NACION: “Fernando producía sus propios espectáculos hasta que en 2007 lo convoqué para que hiciera con Miguel Angel Rodríguez La jaula de las locas, pero un tiempo antes del estreno tomé la decisión de que no

Peña en la TV N Aunque la entrevista que Jorge Rial emitió anteayer se promocionó como la última, lo cierto es que se supo que no lo era. El martes, en su habitación del Instituto Fleming, charló con Soledad Silveyra para Un tiempo después (Telefé), reportaje que no tiene fecha de salida al aire. El cable también lo recordará hoy, a las 14.30, y a las 19.30, en Canal (á) se verá lo mejor de su ciclo El otro; y mañana, a las 22, con un especial de Cuatro sillas, con Luis Majul. En Magazine, mañana, a las 13.30, en Los capos del humor se verá el episodio dedicado a Peña.

la hiciera, y nos peleamos mucho. La verdad es que él no estaba disfrutando del trabajo, y se notaba. Se enojó y fue una pelea brava, pero luego me dio la razón, y de ahí nació un vínculo de respeto y amistad a tal punto que le produje su último trabajo, Diálogo de una prostituta con su cliente, que estrenamos en enero y que hizo hasta hace tres semanas, cuando empezó a sentirse muy mal”. Por su parte, el “Chavo” Fucks confesó: “Siempre daba la sensación de que la muerte no podría alcanzarlo, a pesar de que jugaba con ella todo el tiempo, aunque al cáncer lo respetó un poco más. Era de una profundidad y de una apertura mental increíble, y usó la libertad como casi ninguno”. Entretanto, Carlos Perciavalle pidió que no se hiciera una tragedia de su muerte “porque no va con el estilo de Fernando”. Algunos apenas pudieron hablar, como Lalo Mir, quien sólo atinó a manifestar que nada de lo que él pudiera decir llevaría paz a las personas que quisieron a Peña. “Sólo espero que él esté en paz”, sintetizó.

Paula Gingins

La pareja de Fernando Peña, Javier de Nevares (der.), cargó el féretro a la salida de la Legistalura porteña y encabezó el cortejo fúnebre hacia el Cementerio Parque Pereyra Iraola de La Plata. Abajo, Carlos Perciavalle, quien también lo acompañó

Hombre de radio. En El parquímetro (de lunes a viernes, entre las 7 y las 10), Peña ofrecía separadores con las voces de Alejandro Apo, Héctor Larrea y otras destacadas figuras del medio. Además, conducía en Nacional La vereda tropical, los sábados, de 19 a 21. Ayer, durante el espacio de El parquímetro, también sólo hubo música, además de una sola frase repetida todo el tiempo: “Gracias, Fernando; gracias por todo”. Palabra de Lalo Mir. Cuando Peña era comisario de a bordo, Mir lo escuchó en un viaje con la voz de Milagritos López y enseguida lo convocó para lo que fue su debut radial. “Cuando yo creía que sabía todo sobre la radio, Fernando aportó cosas realmente nuevas que me volaron la cabeza. Debo confesar que llegué a envidiarlo”, dijo ayer en dos momentos, porque la emoción lo desbordó, al abrir Lalo por hecho, en FM 100. Después agregó a LA NACION: “Llevaba la radio en las venas. Por eso, desde el primer reportaje que le grabé en un bar como Milagritos López hasta su explosión radial no pasaron más de tres años. Fue una figura única e irrepetible, de esas que aparecen de vez en cuando y revolucionan todo. Era temerario, talentoso y muy buena persona”.

Amigos íntimos. Betty Elizalde y Sebastián Wainraich estaban desolados al hablar de Peña con LA NACION. “Era como un hermano y un referente para mí; hablábamos todos los días. Lo quise y lo admiré mucho. Cuando me llamaba y me decía: «Estoy que me revienta la cabeza», estaba gestando algún nuevo proyecto. Era creativo, tierno, generoso, solidario y buen amigo. Un personaje único. A pesar de su pedido de alegría, lo estoy llorando”, dijo Elizalde. “Estuve a su lado en el momento de su muerte. Era mi gran amigo y mi maestro. Todo lo que sé de la radio y de los medios lo aprendí con él; hasta en eso fue generoso. Hacíamos radio con alegría y también con la sorpresa que provocaba su repentismo, su ingenio, su fantasía y a veces su lenguaje. Nunca pensé en este desenlace tan cercano. Lo último que me comunicó era que el tumor se estaba achicando y se sentía mucho mejor. Todavía no lo puedo creer”, agregó Wainraich. Homenajes. En La mañana, por Continental, Víctor Hugo Morales puso en el aire una producción especial elaborada por su equipo con distintos pasajes de las distintas intervenciones de Peña en ese programa. Desde la FM Milenium se emitieron grabaciones de Peña interpretando a Martín Reboira Lynch, que se identificaba como un oyente fanático de la emisora. “Fernando fue solidario como pocos cuando Milenium debió cambiar de frecuencia en 2002”. Por Mitre, Chiche Gelblung logró una emotiva nota con María Mauricio, la mujer que vivía con Peña y lo ayudaba en su casa y compartió cada instante de su vida. “No sé cómo voy a hacer para no llorar y estar alegre como él lo pidió”, confesó. Y en la misma emisora, Nelson Castro rescató en De regreso el último reportaje del ciclo a Peña y cerró el tributo con una frase: “El país no será igual sin vos, Fernando”.

Murió Oscar Ferreiro, el último villano televisivo El actor brilló en Ricos y famosos y Montecristo El actor Oscar Ferreiro, recorda- de que su propio padre prefería a su do por sus magníficos villanos en las rival (Pablo Echarri). telenovelas Ricos y famosos (1997) y Montecristo (2006) murió anteanoche, De amores y de odios a los 63 años, víctima de una enfermeOscar Ferreiro, como muchos otros dad incurable. villanos, había comenzado su carrera “Hitchcock decía que el melodrama del otro lado del espectro dramático, sólo era tan eficiente como el retrato como galán. Su primer papel de renomde su villano. El malo siempre es el bre fue el de un psicólogo con el que motor de la historia, al que le pasan se confesaba y del que luego se enamocosas. Me siento muy bien recrean- raba Silvia Montanari en La sombra do a estos seres”, decía Ferreiro a LA (1982). A partir de allí comenzarían a NACION hace dos años, en ocasión al sucederse los títulos, que le labrarían estreno de El deseo bajo los olmos, de un rostro (y un gesto adusto) que terEugene O’Neill, su última incursión minaría volviéndose familiar para el teatral, dirigido por Raúl Serrano. Y ciertamente el actor supo transformar este profundo entendimiento de los códigos del melodrama en su pasaporte al reconocimiento. Ferreiro será recordado como el último de los grandes villanos de la TV gracias sus papeles en Ricos y famosos (1996) y Montecristo (2007). El corrupto Luciano Salerno, en la primera, y el codicioso Alberto Lombardo, en la segunda, eran dos criaturas tan magnéticas en su En Montecristo, con Esteban Pérez, Luis Machín y Joaquín Furriel maldad que bien podrían haber sido una y la misma. televidente en ciclos como María de Quizá la verdadera diferencia entre nadie y Manuela, ambos con Grecia ambos personajes de Ferreiro estaba Colmenares y Jorge Martínez (en los en el clima televisivo en el que se die- últimos años, tuvo además un infreron a conocer: si el villano de Ricos y cuente papel de “bueno” en 22, el loco, famosos terminó “comiéndose” el te- donde interpretaba al jefe de la brigada leteatro clásico de Canal 9 que a todas en la que revistaba Adrián Suar). luces protagonizaban Natalia Oreiro Quizás el mejor homenaje a su tay Diego Ramos (cuando éstos termi- lento para trocar caricaturas en comnaron su participación, Salerno mu- plejos retratos de hombres controlados dó sus maquinaciones al centro de la por sus deseos no vino de la TV sino escena), Montecristo era ya una no- del cine: en Tiempo de valientes, de vela de ruptura, con elencos corales Damián Szifrón (2001), perseguía sin y un encuadre realista que no hacía piedad a Luis Luque y Diego Peretti más que amplificar la visceral com- con un deleite compartido por todos posición de Ferreiro, un Lombardo los espectadores. que no le ahorraba a su torturado hiDolores Graña jo (Joaquín Furriel) el conocimiento

TELAM

ARCHIVO

En los últimos años, el artífice de grandes éxitos como Situación límite dijo que hasta llegó a “sentirse orgulloso” de no hacer televisión

El talento de Doria enriqueció la TV Notable director integral, decidió apartarse del medio cuando sintió el cambio de algunas fórmulas y temáticas Alejandro Doria ya estaba virtualmente retirado de la pantalla chica cuando recibió el 12 de noviembre de 2001 el Konex de Platino al mejor director televisivo de la última década del siglo XX. Nadie se explicaba bien por qué uno de los más reconocidos directores integrales de nuestra TV había optado entonces por un silencioso y voluntario distanciamiento del medio que lo consagró. Como se informó en la edición de ayer, Doria falleció a los 72 años, víctima de una neumonía crónica. Y quienes lo despidieron en la víspera –sus restos fueron cremados al mediodía en un cementerio parque de la localidad bonaerense de Martín Coronado– nunca dejaron de valorar y, sobre todo, añorar su rico aporte a la mejor historia de la ficción televisiva. Allí estaban, entre otros, Graciela Borges, Graciela Dufau y la ahijada del fallecido director, Andrea del Boca. Poco después de recibir el Konex, Doria se sintió casi en el deber de explicar por qué quiso apartarse de la TV después de llevar adelante una serie de especiales para Canal 13 en

1998. Invocó razones de salud, pero sobre todo deploró la incompatibilidad entre su visión y lo que estaba por entonces en boga dentro del medio. Doria no soportaba la moda del humor procaz y burlón que consistía básicamente en reírse de los demás. Y si bien imaginaba que sus ideas de ficción podían llegar a cuajar en el modelo Polka, admitía que no iba a poder acomodarse a ese esquema de producción. “Adrián Suar es un productor excelente, pero no podría trabajar dependiendo de un productor como él. No podría aceptarme ni a mí ni a Diana Alvarez, que firmamos nuestros programas como propios. Los programas de Suar llevan la firma de él”, reconoció a LA NACION en aquel momento. Ocho años atrás, Doria decía sentir “hasta como un orgullo de no hacer televisión”. Se justificaba desde los valores: “Lo que abunda es la falta de respeto al prójimo, la falta de solidaridad”. También lamentaba la creciente tendencia a exhibir la pobreza y la marginalidad desde el puro exhibicionismo, en vez de buscar soluciones genuinas a los hechos denunciados.

Lo que también ocurría es que la TV que se iba conformando a comienzos de los años 90 tomaba justamente distancia del modelo que había tenido a Doria como protagonista, el de los directores integrales, artífices del armado de los elencos, de la cuidada conformación de grandes equipos técnicos y artísticos, y de todas las decisiones en materia de puesta en escena. Con el tiempo, el desarrollo de las fórmulas de ficción apoyadas cada vez más en los recursos de posproducción y en el vértigo del montaje rápido y la estética del clip fue dejando de lado el modelo artístico representado por Doria. Y pese a que algunos de sus últimos especiales –de los que se enorgullecía especialmente Gustavo Yankelevich en sus tiempos de director artístico de Telefé– llegaron a cosechar buen rating y ratificar su prestigio, parecía que los mejores tiempos habían quedado atrás. La cumbre televisiva de su fecunda trayectoria como realizador de TV iniciada en los años 60, consolidada junto con Alejandro Romay en el viejo Canal 9, que incluyó hitos como Nues-

tra galleguita y Pobre diabla (una de las grandes telenovelas de Alberto Migré) fue Situación límite, sobre la base de los textos de Nelly Fernández Tiscornia. Ese ciclo de 1983 resultó una apuesta innovadora para la época, con escenas cuidadosamente trabajadas de gran intensidad dramática, abundancia de primeros planos, una escenografía austera en extremo (con predilección por los fondos negros) y la incondicional confianza del director en la capacidad expresiva de sus intérpretes. Seguramente por eso era tan querido por los actores con los que trabajó. Además, era uno de ellos: con su nombre real (Juan Carlos Ricardo Rosales) apareció en 1956 por primera vez en la televisión argentina integrando el elenco actoral de Un amante en la ciudad. Pero con el tiempo eligió desarrollar su compromiso televisivo detrás de las cámaras. Llego allí a ser uno de los mejores, hasta que con el comienzo del nuevo siglo encontró en el cine los estímulos que la TV ya no podía darle.

Marcelo Stiletano