Crónica de una vida malgastada

derechos de la novela publicada en. 1997 nunca cesó ... que participó en 2010 de los festivales de Venecia y Toronto y o
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ESPECTACULOS

I

Miércoles 3 de agosto de 2011

CINE s ESTRENO DE MAÑANA

CINE

ESTRENOS Los pitufos

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(EE.UU.) De Raja Gosnell. Con Neil Patrick Harris. Los simpáticos personajes de Peyo deben arreglárselas para sobrevivir entre humanos en Nueva York.

Super 8

L

Frente a frente, Rosamund Pike y Giamatti, dos de las grandes figuras centrales del film

(EE.UU.) De J.J. Abrams. Con Kyle Chandler y Elle Fanning. Un grupo de niños pretende hacer una película casera de zombis y de pronto se convierten en protagonistas de una aventura de ficción fantástica.

DISTRIBUTION COMPANY

L

Crónica de una vida malgastada Paul Giamatti es la figura central de El mundo según Barney, una producción canadiense con cotizado elenco FERNANDO LOPEZ PARA LA NACION Bebedor, impulsivo, irascible, grosero, franco hasta la brutalidad, hostil, cascarrabias, siempre listo para ofender a amigos y enemigos, a esposas e hijos y, como si todo esto fuera poco, con una sombra en su pasado (se sospecha que ha matado a su mejor amigo), Barney Panofsky no es precisamente un modelo para nadie. Pero este sesentón nacido en Miles End, un barrio de clase media trabajadora mayormente judía en medio de una ciudad (Montreal), una provincia (Quebec) y un país (Canadá) que no lo son para nada –y por lo tanto siempre se ha sentido una especie de ciudadano de segunda– puede resultar a veces gracioso, tierno, amable, inesperadamente profundo y hasta caer simpático, como un lejano pariente de Falstaff. Un personaje, como se ve, con tantas aristas que ningún actor con

ambiciones dejaría pasar. Tampoco lo hizo Paul Giamatti, que gracias a él ganó el último Globo de Oro al mejor actor de comedia y el Genie, equivalente canadiense del Oscar, al mejor intérprete protagónico. Panofsky tiene origen literario. Es el protagonista de La versión de Barney, una de las novelas más celebradas del canadiense Mordecai Richler (1931-2001), y suele decirse que fue concebido –hasta cierto punto, claro– a su propia imagen y semejanza. La traslación cinematográfica fue emprendida por el productor Robert Lantos, quien confió la dirección a Richard J. Lewis, guionista, productor y director de la serie CSI durante diez años. Fue, según ha contado el realizador, un premio a su perseverancia, ya que conoció al productor, canadiense como él, en 1994, y desde que se enteró de que había comprado los derechos de la novela publicada en

1997 nunca cesó de fastidiarlo para que lo tuviera en cuenta cuando concretara la producción. Encontrar un guionista que resolviera la compleja adaptación llevó tantos ensayos y tanto tiempo que en ese lapso Lantos pudo producir otra docena de películas, entre ellas Ararat (Atom Egoyan, 2002), Conociendo a Julia (István Szabó, 2004) y Promesas del Este (David Cronenberg, 2007). Al fin, el guión cayó en manos de Michael Konyves, otro canadiense, judío de Montreal como el personaje y fanático de la novela de Richler. El film, que participó en 2010 de los festivales de Venecia y Toronto y obtuvo el premio del público en San Sebastián, se conocerá aquí mañana como El mundo según Barney, presentado por Distribution Company.

La propia versión “Todos queremos ser los autores de nuestra historia porque todos

queremos ser comprendidos –ha reflexionado Lewis–, y si la historia la escribe uno seguramente la acondicionará para conseguir esa aprobación. En el caso de Barney, la cuestión se vuelve más urgente porque alguien, ahora su peor enemigo pero de joven compañero de andanzas (en París, según el libro; en Roma, según la película), ha publicado un libro donde, entre otras revelaciones sobre escándalos, excesos, trampas y oscuros tratos empresariales, lo acusa de haber asesinado a su amigo décadas atrás. Atormentado por los recuerdos y la culpa, Panofsky necesita dar su versión de las cosas –“la auténtica historia de una vida malgastada”, como dice él–, lo que abarca tres décadas, otros tantos matrimonios y dos continentes. Aunque la memoria ya le haya empezado a flaquear con la edad y el alcohol tampoco ayude demasiado.

Güelcom

(Argentina) De Yago Blanco. Con Mariano Martínez y Eugenia Tobal. Un grupo de amigos y el reencuentro entre uno de ellos y su ex novia, que regresa de España, marca un momento clave en sus vidas.

A Lewis, pues, le ha tocado retratar una extensa galería de personajes (para los cuales, debe decirse, contó con un cotizado elenco): el irascible padre de Barney (Dustin Hoffman); la perturbada y artísticamente ambiciosa primera mujer del protagonista (Rachelle Lefebvre); la segunda, ricachona desbordada, gritona y obsesionada por las compras (Minnie Driver), y la tercera, hermosa, serena y en el fondo su verdadero amor (Rosamund Pike). Al elenco hay que sumar la presencia de personalidades descollantes del cine canadiense que se prestaron a cubrir brevísimas partes: David Cronenberg, Denys Arcand y Ted Kotcheff. Este último fue quien dirigió otras dos anteriores adaptaciones de libros de Richler: Duddy el trepador (sobre The Apprenticeship of Duddy Kravitz, 1974) y Joshua, Then and Now (1985).

El mundo según Barney

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(Canadá-Italia) De Richard J. Lewis. Con Paul Giamatti y Scott Speedman (ver adelanto aparte).

Empleadas y patrones

L

(Argentina-Canadá) De Abner Benaim. Documental acerca del mundo de las empleadas domésticas y su peculiar relación con los empleadores.

Más información. Mirá los avances de las películas en www. lanacion.com.ar

OPINION TELEVISION

TV s PREPARATIVOS

MARCELO

STILETANO

Charlie Harper se despide

Concierto de incomodidades en cinco movimientos

ARCHIVO/NYT

Two and a Half Men regresa con un funeral Velan al personaje de Charlie Sheen Un regreso de novela. O de película de suspenso. Así se prepara la reaparición de Two and a Half Men con la despedida de Charlie Sheen y la llegada, en su lugar, de Ashton Kutcher. Por lo pronto, ayer trascendieron en Hollywood más detalles sobre el comienzo de la nueva temporada, prevista para el 19 de septiembre en su país. Esa noche, Charlie Harper (verdadero álter ego de Sheen en la ficción) dirá adiós desde un ataúd. Según los más informados blogs y publicaciones hollywoodenses, el piloto de la nueva temporada se iniciará en un funeral. Allí, el ataúd de Harper –de cuyo fallecimiento aún nada se sabe, aunque se cree que podría haberse precipitado desde un acantilado– recibirá el último adiós de sus antiguas novias. Más tarde, famosos de la vida real desfilarán por la propiedad de Harper interesados en adquirirla. Entre ellos, el personaje de Kutcher, que entraría, de esta manera, en la historia. ¿Qué dice Sheen? Hasta ahora sigue en silencio. Pero su representante desmintió el supuesto interés de la estrella por participar de un reality show con famosos en el Reino Unido.

Marcelo Stiletano

D

etrás del entretenimiento, del momento de distensión, de la curiosidad o el genuino interés por informarse y encontrarse con la actualidad, el televidente también suele recibir desde la pantalla señales incómodas, síntomas molestos convertidos ya en hábitos malsanos que terminan aceptándose con resignación. Como si no se sintiera aludida por hacer también un gran aporte en el empeoramiento de la calidad de vida, la TV insiste en algunas conductas muy desafortunadas. Vale señalar algunas de ellas, incómodas y recurrentes, para dejar en claro que el silencio no equivale a la aceptación de estas prácticas. Cuadros que no pintan bien: aparecen con toda claridad en el fútbol con ánimo promocional, muchas veces (como pudimos apreciar en la reciente Copa América) con tanto sentido de la oportunidad que jugadas enteras, con pelota y todo, quedaron ocultas detrás de la foto fija o el afiche de algún programa de próxima aparición. Quienes veían el domingo último Minuto para ganar volvieron a padecerlo: el anuncio de que faltaba poco para el comienzo de El hombre de tu vida llegó a alterar el movimiento de algunos de los entretenimientos de Marley. En los hechos, casi un cuarto de pantalla queda bloqueado gratuitamente en plena emisión. “Al término de...”. O “ya llega...”. O “Ahora...”. O “En instantes...”. Podría decirse que el ítem anterior funciona como un desprendimiento de esta desagradable y extendida receta que sólo busca convertir al televidente en un rehén virtual: al no saber con

precisión a qué hora empezará su programa elegido se ve obligado a instalarse antes en la sintonía de ese canal y ver a la fuerza algo que no tiene nada que ver con su opción y su voluntad. Manipulación en estado puro. Los zócalos, por el piso: falta poco para que se cumplan 10 años de los atentados a las Torres Gemelas y, con ellos, la aparición de zócalos, banners y textos movibles de todo tipo en la pantalla informativa. Pero el desarrollo del sistema no fue de la mano con la calidad y hoy padecemos a toda hora horrores ortográficos y lingüísticos en todos los canales. Hace unos días, sin ir más lejos, por TN podía leerse “vendabal” y por C5N “plesbicia”, fallas que van más allá de comprensibles errores de tipeo en el apuro de informar en tiempo real. Publicidad institucional para todos: un calvario para los televidentes del cable: tandas eternas con promociones de ciclos que ya se conocen de memoria, de tan machaconas y repetidas. Algunas –como observó con lucidez un especialista como Miguel Smirnoff– se repiten dos y tres veces ¡en la misma tanda! Los nuevos bloopers: falta poco para que un informativo completo esté integrado sólo por videos amateurs e imágenes extraídas de YouTube. Vivimos, es cierto, una nueva época en materia informativa y el aporte de la nueva cultura visual resulta insoslayable para darles otro perfil a los noticieros. Pero esta ligereza no puede funcionar como sustituto de la producción y el análisis de la noticia. Tema de una próxima columna.

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