ESPONTANEALa actriz Mónica Antonópulos en una

La publicidad de una cerveza la llevó por primera vez a la pantalla chica. Con muchas clases de teatro a cuestas y vario
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MODA&BELLEZA

Jueves 7 de abril de 2011

ESPONTANEA

I

La actriz Mónica Antonópulos en una charla sobre su

experiencia profesional, consumo, gustos, cuidados y algo más... En estos años de exposición pública –aunque se cuida bastante– se hizo fama de impulsiva y poco consumista: dos conceptos que hoy relativiza. Aprovecha el break para el almuerzo del set de grabación y concede una charla en el bar del estudio. Responde con total espontaneidad, y eso que en su haber reconoce cirugías, desnudos, algún que otro trabajo de riesgo y mentiras no tan piadosas. Todo, con simpatía y buen humor.

–¿Es cierto que no usás tarjeta de crédito? –No tengo, pero no por una cuestión ideológica de anticonsumo, sino porque nunca me organizo para ir al banco y hacer la gestión. Vivo a la antigua: si tengo plata compro y si no, no.

POR PAULA CIPRIANI @pcipriani

–¿Y esa fama de anticonsumista? –Es exagerada. En esta sociedad todos consumimos. Yo no disfruto especialmente de hacer shopping, voy cuando necesito algo porque me facilita las compras, pero nada más.

–Sin embargo, sos la imagen de Yagmour... –Cuando me llamaron y me contaron la propuesta y lo que querían comunicar me gustó. Como marca va conmigo porque me parece útil, que le sirve a todas las mujeres y que tiene precios accesibles, cosa que no pasa mucho últimamente. Es una moda inclusiva que me sirve a mí y también a mi mamá. De hecho hace unos días la acompañé a comprar a ella.

–¿Incapaz de entrar a una tienda de lujo? –Podría hacerlo por curiosidad, pero no justifico gastar un montón de plata en un par de zapatos o un vestido. Creo que el placer que podrían darme sería tan efímero que no me veo.

O MASS OBRIO

–¿El mayor gusto económico que te diste?

FERNAN D

La publicidad de una cerveza la llevó por primera vez a la pantalla chica. Con muchas clases de teatro a cuestas y varios castings, después llegó su primer protagónico como actriz en Vidas robadas, junto con Facundo Arana. De eso pasó un año y Mónica Antonópulos volvió a escena como parte del elenco de El elegido, tira que emite Telefe en horario central.

7

–El año último me fui sola a Europa y gasté sin multiplicar ningún precio. Ese fue el mejor regalo que me hice.

–Tu personaje en la novela es una lesbiana. ¿Qué desafío profesional implicó?

–Con todos los personajes uno hace procesos de búsqueda, pero éste tenía el desafío de no caer en estereotipos y de aprender a contar la historia de sexo entre dos mujeres para el público femenino. Para meterme en la piel de esta abogada tuve tiempo y conté con todo un equipo de asesoramiento, que incluyó vestuaristas y estilistas. Es el personaje del que más me ocupé. Hasta le cambié el nombre.

–¿Por qué le cambiaste el nombre al personaje?

Pausa en los estudios de Telefe, donde graba El elegido

–Originalmente se llamaba Claudia y no me gustaba. No tengo nada personal con las Claudias –yo soy Mónica y son nombres más o menos de la misma generación–, pero no me podía imaginar a esta mujer con ese nombre. Necesitaba otro corto, contundente, que sonara antiguo y que no acep-

En el back, para la campaña de Yagmour

tara diminutivos. Además pedí que tuviera doble apellido y me aceptaron todo: ¡el postre y las velas!

–Te hiciste las lolas y hubo arrepentimiento. ¿Por qué? –Me hice las lolas a los 21 y en 2010 (con 28 años) me las saqué porque me aburrí. Sentía que no pegaban con esta etapa de mi vida. Me parece que generalmente con las cirugías estéticas uno intenta llenar necesidades que tienen que ver más con el interior que con el exterior. Yo sentí que ya no las necesitaba, que prefería mi aspecto natural.

–Hiciste desnudos donde se te vio toda una chica hot. –Hice fotos para Playboy. Ahora me llegó nuevamente la propuesta de una revista para hacer una producción de este tipo, pero no la acepté. No es que no me anime, pero en este momento no me divierte.

–¿Anécdotas de tu carrera para el recuerdo? –Un casting en el que mentí exageradamente para que me eligieran para rodar una publicidad en Acapulco.

–Contame. –Me preguntaron si sabía nadar. No sé, pero mentí exageradamente: dije que había hecho cuatro años de natación. Quedé seleccionada, viajé a México y ahí me enteré que tenía que tirarme de cabeza al agua y hacer toda una escena con un delfín. Obviamente entré en pánico. La gente del set se dio cuenta –la filmaba Armandito Bo– y me ayudaron

sólo porque había que hacer el trabajo, pero no quiero ni imaginarme lo que habrán dicho... Otra vuelta, para una propaganda de Bayaspirina me pusieron un arnés y me tiré de un décimo piso. Ahora no me tiro ni desde una mesa.

–Entonces, ¿sos impulsiva o más bien racional? –Tengo fama de impulsiva y siempre creí que lo era, pero cambié. Antes me divertía el peligro, la mentira, la adrenalina. La exposición y los años te vuelven más conservadora. Además, el anonimato te da mucha libertad. –¿Vas por la vida a cara lavada o siempre con

algo de maquillaje? – A cara lavada porque lo necesito. Durante la semana mi trabajo requiere de tanto maquillaje que un descanso me viene bien y me lo tomo.

–¿Dormirse con el make-up? –Y... alguna sábana quedó con rímel, pero intento acostarme con la cara limpia y todas mis cremas puestas. Es en lo que soy más aplicada. Me cuido mucho más la cara que el físico. Para eso soy muy vaga.

–En cuestiones de amor, ¿sos de las que toma la iniciativa? –Uhhh. Ahora hace varios años que estoy de novia. Nunca encaré directamente, pero le avisaba al otro que tenía agua para tirarse a la pileta. Y me gusta estirar al máximo esa primera etapa de coqueteo, seducción. ¡Es lo más lindo!