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28 jun. 2010 - de violar el Estatuto del Río Uruguay, acor- dado entre ... sensibles a las aguas del río, pero niega ...
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NOTAS

Lunes 28 de junio de 2010

Un solo símbolo, demasiados U usos

LA NACION

E

S curioso cómo surgen, muchas veces sin buscarlos, los temas para esta columna. Basta una simple palabra, una consulta hecha al pasar, incluso sin intención de que sea respondida, para que se desencadene una serie de asociaciones lingüísticas y se inicie una pequeña pero atractiva investigación. En un e-mail personal, un amigo escribe: “Pero con el fin de evitar malentendidos (¿está bien, o es «malos entendidos»?)...”. El e-mail continúa, pero la duda queda. Una rápida consulta en el DRAE basta para empezar a abordar el tema. En el Diccionario, está la palabra con su correspondiente definición; malentendido es “mala interpretación, equivocación en el entendimiento de algo”. ¿Y qué pasa con los “malos entendidos” que provocaron la primera duda. Afortunadamente –algunos lectores pensarán, con razón, que este recurso se está volviendo ya un lugar común–, el Diccionario Panhispánico de Dudas los ha contemplado. En la entrada malentendido, después de la definición, aclara: “Su plural es malentendidos, no *malosentendidos: «Surgen tensiones y malentendidos» (Almeida Niño, [Arg. 1975]). Con este sentido no debe escribirse en dos palabras, ya que no existe la palabra entendido como sustantivo: *«Es solo un mal entendido» (ByN [Ec.] 2.11.97); por lo tanto, tampoco es admisible el plural *malos entendidos: *«La cumbre de El Cairo supone un intento de superar malos entendidos» (Vanguardia [Esp.] 2.2.95)”. Pero solucionada una duda hay siempre una segunda que aparece (los que hayan leído allá lejos, en la infancia, La familia Conejola, de Constancio C. Vigil, entenderán de qué estamos hablando). En este caso, se trata del final de la columna del lunes pasado, que concluía así: “Una definición «imaginaria» pero verosímil, llegada vía Twitter: «Eldiae: Miyúscula: ‘Dícese de las letras como la @ o el %, que no son ni mayúsculas ni minúsculas’. Danielín, en Ficcionario”. Ahora bien, dejando de lado toda la gracia que la definición rescatada del Ficcionario del Instituto Cervantes tiene, sería conveniente precisar que ni la @ ni el % son “letras”, sino signos no alfabetizables. En el caso de la arroba, dice el DPD que es la “unidad tradicional de medida de capacidad y de masa”, pero cuyo símbolo, @, “se ha popularizado en los últimos tiempos por ser el que aparece, en las direcciones de correo electrónico, entre el nombre que identifica al usuario y el sitio de Internet donde está ubicado su servidor de correo: jperez@rae. es”. Y en euro, a la definición agrega más precisiones: “La voz euro carece de abreviatura y su representación abreviada se realiza mediante un símbolo. El más utilizado es %, pero también se usa el símbolo trilítero EUR. Como todos los símbolos, son invariables en plural y se escriben sin punto”. Estas últimas aclaraciones permiten otras. Días atrás, un follower de Twitter, @Coolturama (agenda y noticias culturales de la ciudad de Buenos Aires), hizo un pedido a esta columna: “¿Puedo proponer una idea para tu columna? Origen del signo @ y sus distintos usos”. En parte la inquietud de @Coolturama ha sido ya evacuada, pero, y por las dudas, queda una última aclaración por hacer y es sobre esa extraña posibilidad de indicar género masculino y femenino, esa suerte de “andrógino” lingüístico que se ha echado a andar y que, otra vez, el DPD se encargará de rebatir: “Ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba @ como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo... *l@s niñ@s (...); la arroba no es un signo lingüístico, y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del Niñ@, donde la contracción del sólo es válida para el masculino niño”. © LA NACION [email protected] Twitter: @gramelgar

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ESTIMULOS PARA EL ACCESO IGUALITARIO A LA CULTURA

LINEA DIRECTA

GRACIELA MELGAREJO

I

El público del futuro

NO de los temas importantes que preocupan a las grandes instituciones musicales del mundo es la formación de sus nuevos públicos. Las respuestas a esa preocupación (que no sólo define el futuro de las salas de conciertos y teatros de ópera, sino que atañe también a las respectivas sociedades en que esos organismos actúan) son los variados programas educativos que implementan para la formación de alumnos y maestros. Sea cual fuere el formato, e independientemente de los recursos económicos que se destinen, dos comunes denominadores trascienden en los casos líderes: calidad y permanencia. La calidad implica poner en juego los mejores recursos artísticos y la participación directa de las figuras sobresalientes de esas instituciones (como Barenboim en la Staatsoper y Simon Rattle en la Filarmónica de Berlín). La permanencia denota continuidad, frecuencia, método y empeño. Así, por ejemplo y según el contexto de cada lugar, existen proyectos que apuntan a la creación de públicos desde la perspectiva de la integración racial, en comunidades donde la inmigración representa un tema sensible (tal el caso de Suiza). Otras instituciones concentran sus esfuerzos en difundir repertorios como cultura general, realizando temporadas infantiles de ópera y conciertos; mientras que otros teatros consolidan el aspecto educativo a través de la preparación de docentes que luego introducen a los niños en el género. Hay programas sencillos y los hay también sofisticados, como el ambicioso plan que instituyó una región de Alemania, de entregar un instrumento a cada niño en edad escolar, con la expectativa de asegurar que todo alumno pueda sostener la práctica instrumental como parte de su formación primaria, con un alcance de doscientos mil chicos y un presupuesto de cincuenta millones de euros. Existen iniciativas, como la de Daniel Barenboim y su orquesta Staatskapelle Berlin, del jardín de infantes musical, donde se incorpora la educación del oído desde la edad más temprana. Igualmente, la extensa serie de proyectos creativos de la Filarmónica de Berlín, con conciertos didácticos o ensayos a cargo de Zubin Mehta, Christoph von Dohnányi, Bernard Haitink o Gustavo Dudamel, es una muestra de cómo esa preocupación, en los países desarrollados, se traduce en programas de acción. Es en este marco de referencia internacional que cabe observar la realidad argentina y comprobar, con satisfacción, que el Teatro Colón, ya reabierto a la comunidad, no está ajeno y se ocupa de estas cuestiones. Cada institución en su contexto, siguiendo su tradición y atendiendo las necesidades de su entorno (como en el concepto de la “política de programación sensible” del brillante Kent Nagano), un plan sistemático en la Argentina debería priorizar el acceso igualitario a la cultura, como estímulo para superar las cada vez más profundas desigualdades sociales. Es bienvenida entonces la iniciativa de “Mi primer concierto en el Teatro Colón”, una propuesta del Instituto Superior de Arte (ISA), en colaboración con el Ministerio de Educación de la ciudad, realizada entre el 14 y 16 de junio pasados. Mediante este programa, 6600 alumnos de escuelas porteñas de entre 8 y 11 años, preparados por sus docentes (trabajando con una guía didáctica durante un mes previo a la visita al teatro), fueron invitados a tres conciertos de la Filarmónica de Buenos Aires (OFBA), dirigida por Enrique Arturo Diemecke,

CECILIA SCALISI PARA LA NACION

FERNANDO MASSOBRIO

Chicos en las butacas del Colón, el 16 de este mes: una escena que debe repetirse muchas veces con narraciones de Víctor Neuman. La distribución se planteó en un 60% de escuelas públicas y un 40% de escuelas privadas, convocadas según el orden de inscripción. Si bien el proyecto va por su tercer año (los anteriores fueron en la Legislatura y el Teatro del Globo), lo positivo del actual ciclo fue el hecho de haberlo presentado en el propio Teatro Colón, capitalizando así el interés suscitado por la reapertura. No

Debemos contribuir a la formación de nuestros niños, que serán los profesionales, maestros y políticos del futuro es éste el único ni primer emprendimiento de promoción y enseñanza de la música; los hay desde antaño y en diversas formas (de hecho existe un programa de la ciudad para la formación de orquestas juveniles, por mencionar uno de los esfuerzos), pero sí debe ser destacado, puesto que el Colón, tras su reapertura, debe servir de ejemplo como institución líder de la vida cultural en el país. Eduardo Ihidoype –creador y verdadera

alma máter del proyecto, músico de la OFBA y actual director del ISA– afirma que la inversión económica que demanda el proyecto es mínima, y que la realización no representa más que trabajo y ganas de hacer. “Los chicos reciben con felicidad lo que les damos los adultos”, sostiene. Y ha sido admirable en ese sentido el comportamiento de los alumnos, que mantuvieron el orden para ingresar y el silencio a lo largo de las ejecuciones, así como reveladora la expresión de asombro, ante la fascinación despertada por la belleza del edificio. “Debemos crear nuevos públicos, pero –agrega Ihidoype– contribuir sobre todo a la formación de nuestros niños, que serán los dirigentes de mañana, los profesionales, maestros y políticos del futuro.” Es importante por ello que el Teatro Colón se ocupe del tema y que lo haga bajo la fundamental premisa de la calidad. Luego será necesario extender el alcance del proyecto, asegurar la permanencia (convirtiéndolo si es posible en una temporada) y aumentar la regularidad de estos programas. Es también indispensable que nuestra dirigencia política –como lo han hecho otros países que decididamente invierten en educación y cultura– comprenda el valor de esta herramienta de integración y la apoye con el compromiso que augura la presencia del jefe de gobierno, quien acompañó a

los alumnos en la última función del ciclo. De modo que, entre los beneficios de esta iniciativa, está en primer lugar la posibilidad de que los niños conozcan la sala y reciban ese inolvidable impacto con la alegría de una experiencia compartida con sus pares. Luego, en un nivel más profundo y menos inmediato, la idea de entablar contacto con el más elevado lenguaje de la música, el que exige concentración, capacidad de abstracción y disciplina de sostener el silencio; la aspiración de estimular el enaltecedor hábito de saber oír (tan deteriorado en nuestros días), y ensanchar el horizonte del pensamiento en la mente de los niños, que, frente a tanto entretenimiento superficial y vacuo, frente a tanta vulgaridad y decadencia que los rodea, encontrarán en la música un alimento espiritual que da calidad a la existencia humana. Los niños son nuestro espejo hacia el futuro. A ellos les legaremos este teatro que deben aprender a amar sin prejuicios ni resentimientos. Y así como cada padre individualmente atiende la educación de sus hijos, es saludable que, como sociedad, también actuemos en pos del conjunto. Enseñar, sin antagonismos estériles, la dicha de disfrutar y crecer con la música. © LA NACION

La autora es musicóloga y periodista.

El fallo y las pasteras V. GUILLERMO ARNAUD

A

pedido del gobierno argentino, la Corte Internacional de Justicia dictó su fallo en el caso de la controversia con Uruguay por la instalación de la pastera Botnia en Fray Bentos, hoy de propiedad del grupo finlandés UPM, sobre una de las márgenes del río Uruguay. En virtud de él, declara a Uruguay culpable de violar el Estatuto del Río Uruguay, acordado entre ambos países en 1975, por no haber cumplido con el régimen de consulta previa e intercambio de información en el caso de la realización de obras que puedan ocasionar contaminación y perjuicios sensibles a las aguas del río, pero niega que exista y se provoque contaminación que altere el equilibrio ecológico, y que por esto no reconoce compensación alguna a la Argentina y considera que declarar culpable al Uruguay por haber violado sus obligaciones procesales de consulta e intercambio de información “per se constituye una medida de satisfacción para la Argentina”. Fue un error de la Argentina acudir a juicio a la Corte Internacional de Justicia, a un costo muy alto, por el cual institucionalizó un absurdo conflicto que debió haber sido considerado y resuelto por la vía diplomática y la personal negociación entre los jefes de gobierno, como ocurre permanentemente ante las violaciones y disputas en el Mercosur. Ello, particularmente entre dos países vecinos que tienen un origen común, intereses comunes y, en el caso del río Uruguay, ambos son países aguas abajo en la cuenca del Plata y en acción conjunta batallaron en Naciones

PARA LA NACION

Unidas para lograr el reconocimiento del sistema de consulta previa y oportuna, e intercambio de información científica y técnica para utilizar racionalmente los recursos compartidos, como es el caso de las obras en las márgenes del río Uruguay. Dictado el fallo, debe cumplirse. La presentación argentina se basó en el incumplimiento por parte de Uruguay del Estatuto del Río Uruguay, que exige no producir “perjuicio sensible a la navegación, al régimen del río o a la calidad de sus aguas”, sin referirse específicamente a la contaminación del aire, sonora, visual, al turismo, por lo que la Corte desconoció el reclamo argentino por esos ítems. La Corte debió reconocer el amplio concepto actual de que ambiente es todo, como también lo señala el embajador uruguayo, pionero de la obligación de la consulta previa, Mateo J. Magariños de Mello (Medio ambiente y sociedad, Montevideo, 2005). La Corte trabajó con la demanda argentina y es evidente y lamentable que los jueces no tuvieron en cuenta como factor de solución el reconocimiento de las características especiales y únicas del ambiente y la contaminación; que no dejaran constancia de que contaminación hay siempre y de que no hay industria que no contamine, y que lo que se persigue es una acción conjunta de máxima mitigación de la contaminación, no significativa, de límites aceptables, tolerables, reconocidos internacionalmente, por medio de la prevención y la cooperación, y que la Corte se limitara a confrontar las pruebas científicas presentadas por las partes, sin

designar expertos independientes propios para estudiar el caso. La Corte enfatiza la función de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), que es el instrumento operativo del Estatuto del Río Uruguay, y recuerda que es el que debe seguir actuando para vigilar el cumplimiento del estatuto. El fallo de la Corte crea jurisprudencia, pues determina la violación de Uruguay de la obligación de consulta previa y oportuna e intercambio de debida información para la realización de obras que puedan afectar al medio de otros Estados, política que

Las ONG deben actuar por una efectiva política ambiental que ningún político incluye en sus programas siempre desarrolló la Argentina. Uruguay, conforme a su interés nacional, ha tenido al respecto siempre la misma política que la Argentina, reflejada en el Estatuto del Río Uruguay. Pero su interés nacional a partir de entonces se volcó al desarrollo, entre otros aspectos, a la forestación de grandes zonas con árboles aptos para la industria papelera e invitando a industrias del papel a realizar fuertes inversiones en el país. ¿Cuál es la solución del problema, conforme a lo posible y a las limitaciones

de los gobiernos? Es impensable el desmantelamiento de UPM, por la tardía acción del Gobierno, que por razones proselitistas no actuó cuando debía, y por el desgaste de la irracional actitud de la Asamblea de Gualeguaychú. Los habitantes de Gualeguaychú tienen, sin embargo, el mérito de haber alertado de los posibles perjuicios por la instalación de las pasteras. La actuación de las ONG en los temas ambientales es muy importante para alertar y vigilar la acción de los gobiernos. Fue una ONG argentina la que, en diciembre de 2001, informó a la CARU de la instalación de las pasteras y posibles perjuicios, y esta actuó a partir de 2003. Las ONG argentinas deben llevar a cabo una permanente acción para lograr una efectiva política ambiental que ningún político incluye en sus programas. Un monitoreo de los dos países sobre UPM y sobre las posibles nuevas fábricas, tanto en el Uruguay como en la Argentina, conlleva el tema de la soberanía de los países. La soberanía no es algo para ser atesorado, estéril e infecundo, sino para que sus custodios la usen en beneficio de sus intereses. Muy importante será acordar un monitoreo trinacional conjunto permanente de las aguas del río Uruguay, como etapa de avanzada a una ambiciosa seguridad ambiental colectiva en la cuenca del Plata, para reconocer que el asunto excede los límites políticos de los Estados. © LA NACION El autor fue presidente de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente