UN ERROR QUE NO DEBES COMETER Por Eidy Pérez-Barquero Peraza Usado con permiso En una ocasión Pedro Carlos se encontraba caminando por la calle cuando un hombre se le acerca y le pregunta si le podía decir dónde vivía Nelson el famoso mecánico de autos. “Ese es mi abuelo,” respondió el muchacho. “Pero él no se encuentra en casa,” continuó diciendo a la vez que comenzaba a echarle una ojeada al antiguo y lujoso carro. “¡No me digas que tú sabes también de mecánica!” preguntó. “El hombre bueno…” comenzó a decir Pedro; al instante el desesperado señor tiró su brazo sobre el muchacho y le dijo: “Arriba. ¡Manos a la obra!” Cuentan los vecinos que el abatido hombre tiraba sus pelos como queriéndolos arrancar todos a la vez. El carburador que una vez tuvo la función de mezclar la gasolina con el oxígeno para propiciar un buen amasijo quedó desactivado por completo. Por suerte el mecánico real no se encontraba lejos y pudo componer el auto. El hombre salió con menos aliento que el que puede tener un corredor de maratón al final de la carrera; sólo se volvió al anciano y le dijo con voz entre dientes: “Muchas gracias, Maestro.” Hay ocasiones que los cristianos nos encontramos en la posición del mecánico y de nosotros depende en gran manera satisfacer o no a la persona que requiere de nuestro concurso. Ello no va en que seamos viejos o jóvenes (Lucas 2:42-52) sino de lo preparado que estemos. Usted lo puede ser la herramienta que está a su alcance. Es limpia y suave, no es difícil de llevar y al pasar el tiempo sentirás la necesidad de andar con ella a todas partes y se convertirá en un miembro importante de tu cuerpo porque aprenderás que al escudriñar en ella conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8:32). Y es un fiel testimonio de nuestro señor Jesucristo (Juan 5:39). No permitas conocer su valor a través de historias o relatos contados por nosotros mismos, que al igual que el joven mecánico del cuento lejos de aclarar o resolver un problema creamos otro mayor. Te digo más no seas igual que el dueño del auto quien guiado por su instinto y desesperación buscó la solución en la persona equivocada. ¡Si tan sólo hubiera esperado unos minutos! El verdadero mecánico siempre estuvo allí. Usemos la vía correcta; no la deseches ni la abandones, pues hacerlo es un error que no debes cometer.
Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.