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Moda & Belleza

Jueves 21 de junio de 2007

O T C E T I U Q R A / o l i t s e n EL u ó c r a ue m

dor q a ñ e s i d l e , é r r e co F n a r f n a i G a s ó i Ad NI LA CIPRIA POR PAU

LA NACION/Sección 5/Página 5

CARA&CECA

Uno de los hacedores del milagro italiano Junto con Armani, Versace y otros dio a conocer el diseño peninsular / Su estilo,

“Yo simplemente trato de hacer moda con un poco de poesía.” Así, con esta humildad inusual para el ambiente de la moda, se manejaba Gianfranco Ferré. Y como explicó alguna vez a la revista Vogue, la fama no lo impresionaba. “A pesar del lujo, los focos y el barullo en torno de un desfile, yo sé de dónde vengo a hacia dónde voy. No creo en la pose de la gente que se construye un personaje.” Murió el domingo en Milán, a los 63 años, por una hemorragia cerebral. Reconocido por esta rigurosidad que iba más allá de las palabras, Ferré se ganó el título de el arquitecto de la moda. Su búsqueda de la perfección en la forma fue muchas veces comparada con la línea pura de una escultura. Así logró convertir sus camisas blancas netas en objetos de deseo en todo el mundo, e hizo de sus trajes a medida prendas de culto entre las mujeres de negocios que aspiraban a la sofisticación. “Lo conocí en Milán, en un restaurante que se llama Sale e pepe. El mozo le comentó que estaba almorzando una diseñadora italoargentina y se acercó a saludarme –cuenta Elsa Serrano–. Me contó que le encantaban los fideos con tartufo y que por eso lo encontraría allí todos los noviembres. Desde entonces, siempre me invitó a sus presentaciones. Y tuve la suerte de verle varios desfiles. Fue un grande.”

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Ferré y su gran saludo final

De Italia al mundo Los accesorios fueron su primera pasión. Una línea de pañuelos, zapatos y bolsos, más una edición de camisetas para Fiorucci lo consagraron en Italia, su país, donde creó, en 1974, su propia marca. El éxito en casa le abrió las puertas del mundo: la contratación, en 1989, de Christian Dior, una de las maison más tradicionales. A la controversia por su incorporación –la crítica lo tildó de extravagante y cuestionó que no fuera un francés el elegido– le siguió el reconocimiento. Es que Ferré optó por continuar con el estilo Dior y debutó con una colección clásica, de tejidos lujosos, y líneas al cuerpo que le valió el premio Dedal de Oro. “De elegancia indiscutida, es imposible recordarlo sin mencionar sus piezas de corte contundente, rigurosas, severas, perfectas”, analiza Pablo Ramírez. Como si fuera poco lo que le deja al mundo de la moda, el diseño, la forma, el color, la creación... se fue guardándose un as en la manga: su última oportunidad para sorprender. La colección masculina primavera-verano 08 está lista y será presentada la semana próxima en Milán. Para muchos está todo dicho. Como apuntaba Jorge de la Cruz: “Nada más se puede pedir cuando se tiene su estilo tan reconocible y genuino como inimitable”.

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Blog. Para opinar sobre el estilo de Gianfranco Ferré ingrese en www.lanacion.com.ar/moda

POR CARMEN ACEVEDO

El siempre aseguró que sus madres fueron tres (la real y dos tías que actuaron como apoyo incondicional cuando la primera se quedó viuda), que todos los carnavales le mandaban a su cuartel general de Via della Spiga, en el cuadrilátero de la moda de Milán, una infinidad de canastas llenas de buñuelos caseros riquísimos. Para que festejase con su gente. Quienes por lo visto lo adoraban, aunque se cuidaban bien de cumplir al instante con lo que pedía: pese a su simpatía y, sí, dulzura natural, dicen que cuando gritaba temblaban las paredes. No cuesta creerlo, dado su más de metro ochenta y sus alrededor de 130 kilos de peso, con los que cultivó un estilo personal y elegante a partir del traje con chaleco, aun en pleno verano. El arquitecto de la moda, como se lo reconoce no sólo por el título que obtuvo en la Universidad de Milán, ha sido uno de los grandes modistos y hacedores del milagro italiano de la moda, igual que Versace, Valentino y Armani, figuras que a diferencia de la suya resultan casi familiares en el circuito argentino de la moda. Sin ir más lejos, Armani ha sido durante años el diseñador más copiado en la Argentina, seguido muy de cerca por la francesa Chanel y Valentino. Y no sorprendería que un Versace (al menos en sus versiones más popularizadas, medusa incluida) resulte identificable entre quienes por acá no están en el tema. Pues nada de esto sucede en la Argentina con Ferré, de quien se conocen mucho más sus perfumes y corbatas masculinas que su ropa de mujer. O tal vez sus accesorios, una cartera, un foulard, y así. Es que la suya es una moda especial, para mujeres especiales, como él mismo señaló en más de una ocasión, capaces de llevar semejante imponencia sin achicarse en el intento: estructuras muy importantes, mix y tratamientos impensados de materiales, tejidos únicos, bordados generosos, colores intensos (blanco, negro y colorado, casi una debilidad), efectos especiales e inspiraciones diferentes, según el humor. Y por supuesto, la camisa blanca, su icono. Todo, para llevar con comodidad ya que según su propio consejo la ropa que brinda sensación de rigidez transmite inseguridad. Y si el presupuesto es escaso, a no preocuparse; el tema pasa, más bien, por qué hacer con lo que se tiene. Por ejemplo, subirle el cuello a la camisa, llevar un pañuelo anudado así, como si uno no se hubiese dado cuenta, volcar las mangas de la blusa... “Toques de elegancia distendida”, promovió. Un grande. [email protected]