A los 81 años murió Horacio Ferrer, el hombre que le puso letra a ...

22 dic. 2014 - abierta a otras tradiciones, sin dudas uno de los ... traspasó fronteras y, como él resguar- daba su ego
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cultura

| Lunes 22 de diciembre de 2014

CULTURA

Edición de hoy a cargo de María Elena Polack www.lanacion.com/cultura | @LNcultura [email protected]

sus letras, su maestría Un estilo que cambió la forma de hacer tango

ín Chiquilín de Bach (…) Chiquilín, voz, dame un ramo de er así salgo a vend flor. mis vergüenzas en rosas Baleame con tres ta que duelan a cuen te no e del hambre qu entendí, Chiquilín…

co Balada para un lo antao, antao, piantao, pi pi y to ….Ya sé que es llao na rodando por Ca lu la va e qu s ve vals no as y niños con un ut na tro as de ro y un co r... me baila alrededo tao, tao, piantao, pian an pi y to Ya sé que es Aires del nido de un yo miro a Buenos gorrión; í, ste; vení, volá, sent y a vos te vi tan tri e tengo para vos… el loco berretín qu

1933-2014 | prolífico autor E iNVEStiGaDor DEl taNGo

A los 81 años murió Horacio Ferrer, el hombre que le puso letra a Buenos Aires Fundó la Academia del Tango y escribió inolvidables versos para los más renombrados compositores de la música popular; nacido en Montevideo, se nacionalizó argentino Pablo Gorlero LA NACioN

Fue alrededor de las 16 cuando el loco de la banderita de taxi libre, María la de Buenos Aires, el Chiquilín de Bachín y todo ícono del tango derramó una lágrima potente de pena, con caricia de bandoneón. A esa hora, en el sanatorio Güemes, murió el poeta de Buenos Aires, Horacio Ferrer. Allí permanecía internado desde hacía varios días. Su querida Lulú Michelli, artista plástica que compartía su vida desde 1982, anunciaba la noticia envuelta en lágrimas. Poco tiempo después, el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, lo daba a conocer en forma masiva por su cuenta de Twitter. Él mismo organizó todo como para que los restos del poeta fueran velados en la Legislatura porteña, desde las 23 de ayer hasta las 15 de hoy. Un dandy siempre sonriente y amable como pocos, desde 1976 Horacio Ferrer vivía en una habitación del hotel Alvear. Hace algunos meses tuvo un accidente doméstico que lo condujo a un declive irreversible en su salud. Se cayó en la bañera y el golpe le ocasionó un coágulo en la cabeza. Por ese motivo fue intervenido quirúrgicamente, pero a los pocos días de regresar al hogar Lulú se dio cuenta de que no todo estaba bien. Enseguida fue operado nuevamente y, aunque siguió una estricta rehabilitación, nunca se recuperó del todo. Su estado se resintió mucho en los últimos meses y una maldita neumonía contribuyó a sumar complicaciones a una salud cada vez más deteriorada. Problemas respiratorios y, finalmente, cardíacos definieron el cuadro. El poeta ayer murió a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio. Sobre el cierre de esta edición se definía si sus restos serían trasladados al cementerio de la Chacarita. “Horacio era un gran amigo a quien conocía desde hacía mucho tiempo. Siempre tuvo un gran talante el gran poeta. Lo quería muchísimo, porque además de haber renovado la poesía del tango fue un tipo bárbaro –lo describe Hernán Lombardi–. Básicamente era un poeta que vivía como un poeta. Una persona generosa, culta, abierta a otras tradiciones, sin dudas uno de los testimonios más fuertes del tango. Él podía ser tradicional y

amelita baltar cantante

“Era un duende. Este Río de la Plata marrón se oscurecerá en el duelo. De las orillas se escuchará el llanto de quienes lo admiraron y conocieron y cultivaron su amistad ” ismael serrano cantante español

“Se fue Horacio Ferrer. Y a su paso los maniquíes le guiñan, las naranjas del frutero de la esquina le tiran azahares” ricky Pashkus director de teatro

“Su «Balada para un loco» cambió en muchos sentidos la forma de hacer canción y de llegar al pueblo cantando” iván noble Músico

“Murió Horacio Ferrer: la birome está de luto. Buen viaje, maestro”

renovador al mismo tiempo. Horacio era una bella persona.” Además de artista, Horacio fue un gestor permanente. Al frente de la Academia Nacional del Tango, entidad de la cual fue su corazón y su alma, no dudaba en recibir a quien quisiera hablar con él. Fue uno de los seres más generosos del ámbito artístico y cultural del Río de la Plata. Muchos han escrito su primer libro gracias a él. A Horacio lo fascinaba la investigación y estaba dispuesto a mover cielo y tierra con tal de realizar los sueños de alguien. Le encantaba hacer realidad sueños. Simplemente sonreía, pedía amablemente, acariciaba con algún verso y sacaba una flor. Así era. Y, con un poco de confianza, uno podía llenarse el alma con esas anécdotas y ese humor único que lo caracterizaron siempre. Era un maestro al que le encantaba premiar. Entre las muchísimas obras que realizó quedan la Biblioteca del Tango, el Liceo Superior del Tango y el Museo Mundial del Tango, en Rivadavia al 800, en el Palacio Carlos Gardel. Su pasión por el teatro fue heredada por su padre, integrante de la famosa Troupe Ateniense, un grupo independiente de cómicos, allá por los años 20. Héctor Gióvine hace unos años lo honró con una obra musical sobre su vida que se llamó Volá, vení, volá, en el teatro La Comedia. “Yo no entiendo que haya dos países; a mí me tocó nacer en el justo medio del Río de la Plata”, dijo alguna vez. La admiración por Ferrer siempre traspasó fronteras y, como él resguardaba su ego, esas noticias no solían trascender lo suficiente, lo merecido. Se subió a múltiples escenarios para encarnar al Duende de esa obra de arte que es María de Buenos Aires, el gran musical argentino, tan existencialista, poético y metafórico como él. “Uno de los privilegios más grandes de mi vida fue conocer a Horacio. Compartimos el escenario unas 20 o 30 veces y cada vez fue una inspiración inmensa tocar al lado de su voz mágica. Nacimos en la misma fecha con 30 años de diferencia, él en Montevideo, yo en Noruega, y eso nos reunía más todavía”, comentó a la nacion emocionado el reconocido bandoneonista Per Arne Glorvigen. Así se lo recuerda al duende, cuya alma ya flota en Buenos Aires, sobre una bicicleta blanca. Como es debido.ß

Más que un maestro, un duende opinión Julia Zenko

PARA LA NACioN

U

no de los regalos más inmensos que tuve en este mundo fue gracias al poeta. Cuando Guidon Kremer me convocó para hacer María de Buenos Aires en Europa, Horacio me dijo: “Tengo un regalo para vos”. Me regaló la diferencia. Escribió especialmente para mí la letra del tango “Yo soy María”. Te quiero tanto, duende mío. Era 1997 y nos presentó Alejandro Dolina cuando estábamos por grabar Lo que me costó el amor de Laura. Me impactó su voz, mejor dicho su decir.

También su forma de vestir, esa flor. bares y calles de cada ciudad. Pocos Estudioso, de memoria privilegiada saben de su amor por los trenes. “No y divertido. Siempre con miles de te podés quedar en la habitación toanécdotas, cada encuentro era inol- do el tiempo cuidándote la garganta”, vidable. Cuando llegó tu propuesta me decían él y la querida Lulú con pade María de Buenos Aires, obra que labras únicas, que acariciaban. hasta el día de hoy sigo haciendo, no Horacio fue dueño de una imagisospeché qué maravillosa aventura nación sin límites, creador permaestaba por empezar a vivir. nente y músico. Un enamorado de En tantos momentos compartidos la vida y de su Lulú, una dama acory felices viajes, a pocas personas vi tan de para semejante caballero. Voy a admiradas como a mi Duende. Esa extrañar su risa sonora, la nariz de personalidad tan atractiva con aplau- payaso que guardaba siempre en el sos que hasta ahora resuenan en mi bolsillo de su saco. Siempre se daba cabeza. Maestro y poeta hermoso, vuelta y, de repente, aparecía con tantos brindis por ese reconocimien- su nariz colorada. Estoy muy triste. to mundial merecido. Siempre caba- Gracias, poeta.ß llero, me sacaba corriendo del hotel para llevarme a conocer los museos, La autora es cantante y actriz

Un poeta decisivo para Piazzolla, Troilo y Salgán, pero que brilló con luz propia Mauro Apicella LA NACioN

Si el tango es la música del Río de la Plata, no cabe duda de que Horacio Ferrer fue uno de sus mayores referentes. Nació en Montevideo en 1933. Fue un poeta que se inspiró en ese género, abrazó el clasicismo de esta música por su amistad con Aníbal Troilo y se alistó en la renovación de la mano de Astor Piazzolla. Además, fue uno de sus principales cronistas y custodios, con la enciclopedia tanguera que terminó de escribir a fines de los sesenta y con su tarea, en la Argentina, al frente de la Academia Nacional del Tango. Ahora serán otros los encargados de continuar su labor, porque Horacio, que el 2 de julio pasado había cumplido 81 años, dijo adiós, debido a problemas cardíacos que lo aquejaban. Su nombre completo era Horacio Arturo Ferrer Ezcurra y en su currículum figuraron más de doscientas obras. Pero alcanza con mencionar, para tomar una dimensión real de su trabajo, que fue quien escribió la “Balada para un loco” (estrenada en un festival de la canción en el Luna Park en 1969 y convertida en el último gran éxito que ha tenido el tango) y la operita María de Buenos Aires, con música de Astor Piazzolla. A su manera –es decir: involucrado como poeta y como personaje de la noche porteña, a la que arribó desde Montevideo siendo joven, a mediados de los sesenta–, Ferrer fue uno de los principales cronistas e impulsores que ha tenido el tango. El Libro del Tango - Arte Popular de Buenos Aires (publicado en tres tomos en 1970 y ampliado en 1980) es material de consulta permanente y un antecedente ideal para las

generaciones que, a partir de la década del noventa, comenzaron a realizar un serio revisionismo en torno de la música del dos por cuatro. Al ser hijo de padre uruguayo y madre argentina, supo que era una persona de las dos orillas. Ya en sus primeros años de juventud comenzó a interesarse por el tango y a realizar actividades para difundir esta música en la década del 50. Participó en programas radiales, en la producción de conciertos y en la fundación de la revista Tangueando. Más tarde, su pasión y obsesión por esta música lo llevaron a publicar varios libros, El Tango: su historia y evolución (1959), Discepolín, poeta del hombre de Corrientes y Esmeralda (1964) y la Historia sonora del tango (1965). En 1967 comenzó a editar su propia obra, con su libro de poemas Romancero canyengue. Probablemente ése haya sido el puntapié inicial de una producción original y onírica que, además de María de Buenos Aires y la “Balada para un loco”, tuvo otros hitos, como “La bicicleta blanca”, “Balada para mi muerte” y “Chiquilín de Bachín”. En su famosa “Balada para un loco”, que estrenó Amelita Baltar e inmortalizó el Polaco Goyeneche, Horacio decía: “Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao. /No ves que va la Luna rodando por Callao/ que un corso de astronautas y niños, con un vals,/ me baila alrededor. ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá! / Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao./ Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión/ Y a vos te vi tan triste. ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí! El loco berretín que tengo para vos”. El tango “La última grela” fue el primero de una promisoria y productiva relación con Astor Piazzolla. Por otra parte, la operi-

ta María de Buenos Aires, también con Astor, se estrenó en más de 25 países. Pero a pesar de haber sido con el eximio bandoneonista con quien más está relacionado, luego trabajó con muchos otros compositores. Con Horacio Salgán, por ejemplo, compuso el “oratorio Carlos Gardel”. Una de sus más recientes creaciones fue para teatro lírico. Se llama Bebe Dom o la Ciudad Planeta, lleva música de Mario Perusso y fue estrenada en 2013, en el Teatro Colón. Como en trabajos anteriores, esta ópera de Ferrer incluye el componente onírico que ha caracterizado su trabajo y, al mismo tiempo, esa fascinación por la magia y la sordidez de las grandes ciudades. Aunque no la nombre, algo de su amada Buenos Aires se coló en este último gran trabajo del gran poeta. Ferrer pudo jactarse de haber sido el socio artístico y amigo de los más importantes músicos del tango: Troilo, Salgán y Piazzolla. Sin embargo, siempre corrió el foco de atención de su propia persona. En paralelo a su obra poética, fue un infatigable revisionista y difusor. Estudió la historia del tango como pocos, reflexionó, escribió y luego, en 1990, alcanzó uno de sus mayores anhelos, la fundación de la Academia Nacional del Tango, esa que presidió hasta su último día de vida. “La Academia que presidía con tanto amor y dedicación Horacio era un aliado estratégico básico con la cultura de la ciudad para la difusión del tango”, afirma contundente el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi. Es cierto que también se lo recordará por su manera de vestir (siempre con moñito y alguna flor en el ojal) y por alguna excentricidad (vivió durante décadas en una suite del hotel Alvear, para hacer honor a placeres de sibarita). Pero lo que, sin duda, perdurará será su obra para el tango y por el tango, con toda su “locura” incluida. “Y al fin, te miro, y canto a media voz: Quereme así, piantao, piantao, piantao./ Trepate a esta ternura de locos que hay en mí. Ponete esta peluca de alondras, y volá. Volá conmigo ya. ¡Vení, volá, vení!”ß