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UNIVERSIDADES PÚBLICAS DE LA COMUNIDAD DE MADRID PRUEBA DE ACCESO A LAS ENSEÑANZAS UNIVERSITARIAS OFICIALES DE GRADO Septiembre 2013 MATERIA: LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA II INSTRUCCIONES Y CRITERIOS GENERALES DE CALIFICACIÓN El estudiante deberá escoger una de las dos opciones y responder a todas las cuestiones de la opción elegida en cada uno de los apartados. TIEMPO: Una hora y treinta minutos.

OPCIÓN A En una cárcel de su pueblo natal, Orihuela, ha muerto Miguel Hernández. Ha muerto solo, en una España hostil, enemiga de la España en que vivió su juventud, adversaria de la España que soñó su generosidad. Que otros maldigan a sus victimarios; que otros analicen y estudien su poesía. Yo quiero recordarlo. Lo conocí cantando canciones populares españolas, en 1937. Poseía voz de bajo, un poco cerril, un poco animal inocente: sonaba a campo, a eco grave repetido por los valles, a piedra cayendo en un barranco. Tenía ojos oscuros de avellano, limpios, sin nada retorcido o intelectual; la boca, como las manos y el corazón, era grande y, como ellos, simple y jugosa, hecha de barro por unas manos puras y torpes; de mediana estatura, más bien robusto, era ágil, con la agilidad reposada de la sangre y los músculos, con la gravedad ágil de lo terrestre: se veía que era más prójimo de los potros serios y de los novillos melancólicos que de aquellos atormentados intelectuales compañeros suyos; llevaba la cabeza casi rapada y usaba pantalones de pana y alpargatas: parecía un soldado o un campesino. En aquella sala de un hotel de Valencia, llena de humo, de vanidad y, también, de pasión verdadera, Miguel Hernández cantaba con su voz de bajo y su cantar era como si todos los árboles cantaran. Como si un solo árbol, el árbol de una España naciente y milenaria, empezara a cantar de nuevo sus canciones. Ni chopo, ni olivo, ni encina, ni manzano, ni naranjo, sino todos ellos juntos, fundidas sus savias, sus aromas y sus hojas en ese árbol de carne y voz. Imposible recordarlo con palabras; más que en la memoria, “en el sabor del tiempo queda escrito”. Después lo oí recitar poemas de amor y de guerra. A través de los versos –y no sabría decir ahora cómo eran o qué decían esos versos–, como a través de una cortina de luz lujosa, se oía mugir y gemir, se oía agonizar a un animal tierno y poderoso, un toro quizá, muerto en la tarde, alzando los ojos asombrados hacia unos impasibles espectadores de humo. Y ya no quisiera recordarlo más, ahora que tanto lo recuerdo. Sé que fuimos amigos; que caminamos por Madrid en ruinas y por Valencia, de noche, junto al mar o por las callejuelas intrincadas; sé que le gustaba trepar a los árboles y comer sandías, en tabernas de soldados; sé que después lo vi en París y que su presencia fue como una ráfaga de sol, de pan, en la ciudad negra. Lo recuerdo todo, pero no quisiera recordarlo… (Octavio Paz, Las peras del olmo, 1957) CUESTIONES 1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos). Elegía a Miguel Hernández. b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos). Este texto es un ejemplo de lenguaje cuidado, plagado de figuras literarias. Se nota que el autor es escritor y que está hablando de un poeta, pues adapta el lenguaje al terma, lo hace más poético. Las frases son cortas pero adornadas por enumeraciones de adjetivos, de imágenes sugestivas que se recrean en detalles de la figura del autor. El texto puede dividirse en tres partes: en el primer párrafo el autor valora la noticia, las circunstancias de la muerte de Miguel Hernández; la segunda parte sería la descripción del poeta que abracaría el segundo párrafo y parte del tercero (descripción física y de su manera de recitar). En la tercera parte, Paz se niega a seguir recordando porque lo que motiva ese recuerdo es una noticia amarga. El autor juega con tres tiempos verbales en este fragmento: emplea pretérito imperfecto (tenía, era,…) cuando se refiere a los recuerdos que tiene del poeta ya difunto (es decir, habla de un tiempo ya finito y lejano) y el pretérito perfecto simple (tiempo ya acabado pero más reciente) cuando cuenta su propia experiencia (lo conocí, lo oí) contrastando esos recuerdos con el momento actual (no quiero recordarlo) que están redactados en presente.

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Los nombre empleados recuerdan el campo semántico del campo (toro, árbol, campesino,…) muy de la obra de Miguel Hernández al que homenajea en el texto. Además, destaca el empleo de “victimarios” por homicidas, asesinos,… muy poco común y con menos valor visceral. El autor huye de esa furia en el texto y dice que no quiere recordar (“Y ya no quisiera recordarlo más, ahora que tanto lo recuerdo”, frase en la que hay una antítesis y que destaca el comenzar con la conjunción copulativa, que posee fuerte carga emotiva por lo que obvia recordar), aunque le queda un texto muy emotivo. La parte descriptiva es muy interesante. El autor se fija en determinados detalles físicos (la voz, sus ojos, sus maneras, su vestimenta,…) que le dan pie a dejar ver detalles psicológicos y de engrandecimiento del personaje. Además, esta parte está repleta de metáforas, personificaciones, sinestesias (mezcla de sensaciones de sentidos distintos),… que hacen referencia al origen humilde de Miguel Hernández, que antes de poeta fue pastor (“voz cerril”, “un poco animal inocente”, “sonaba a campo”-sinestesia-, “a eco grave repetido por los valles, a piedra cayendo en un barranco” –imagen sensorial-). Lo mismo ocurre con la descripción de sus ojos (“oscuros de avellano” –metáfora-; “limpios”sinestesia-), la boca (“como las manos y el corazón” –comparación-; “simple y jugosa” -sinestesia-; “hecha de barro por unas manos puras y torpes” –metáfora), su complexión (“con la agilidad reposada de la sangre y los músculos” –personificación y metáfora-). De un plumazo describe a la persona con su forma de vestir (“pantalones de pana y alpargatas”). El tono frente al origen humilde de Miguel Hernández es positivo, no despectivo. El campo se ve como algo puro, “inocente”, “limpio” en Hernández frente al mundo intelectual que sí es tratado peyorativamente (“sin nada retorcido o intelectual”; “se veía que era más prójimo de los potros serios – personificación- y de los novillos melancólicos –personificación- que de aquellos atormentados intelectuales compañeros suyos”). Recuerda, por ejemplo, la sala llena de poetas del Hotel Valencia, llena de “humo, de vanidad (…) de pasión verdadera” –personificación con tintes despectivos en vanidad) Abunda en esa idea de los dos mundos (el intelectual y el del campo) cuando habla de su manera de recitar: contrapone “cortina de luz lujosa” (por cierto, metáfora) y “espectadores de humo” (metonimia y metáfora; probablemente fumaban mientras escuchaban sus versos y eran más huecos de vanidad frente a la verdad de Hernández) con su voz que “se oía mugir y gemir, se oía agonizar a un animal tierno y poderoso, un toro” (metáforas y personificación). Su manera de recitar aúna los dos mundos, las dos Españas que se enfrentaban en la Guerra Civil, contexto en el que se sucede la muerte de Hernández: “su cantar era como si todos los árboles cantaran” (comparación, personificación, sinestesia), “el árbol de una España naciente y milenaria” (antítesis: si acaba de nacer no puede tener mil años), siendo Hernández un “árbol de carne y voz” (metáfora). Se contrapone esta idea unitaria con la división que propone al inicio del texto (“una España hostil, enemiga de la España (…) adversaria de la España que soñó su generosidad” –personificaciones). Lo mismo en la manera de recordarlo: “le gustaba trepar a los árboles y comer sandías, en tabernas de soldados”, dos detalles aparentemente sin conexión y deslavazados que describen la manera de ser del personaje; ó “su presencia fue como una ráfaga de sol, de pan” –comparación-, “en la ciudad negra” metáfora. Aunque el autor recalca que no quiere hablar de la obra de Hernández (“que otros analicen y estudien su poesía” ó “no sabría decir ahora cómo eran o qué decían esos versos”) homenajea sus poemas en diversas ocasiones. Por ejemplo, comienza el texto con una frase que recuerda la dedicatoria que hizo el propio Hernández en su Elegía a Ramón Sijé, uno de sus poemas más conocidos. Otro guiño parecido hay en el entrecomillado “en el sabor del tiempo queda escrito”, del poema Fuerza del Manzanares. Lo mismo con las menciones al toro y al viento, con la referencia “parecía un soldado o un campesino” (en sus obras Hernández habla del campo y sus injusticias y de la guerra y los soldados). c) Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos). Se trata de un fragmento del libro Las peras del olmo, de Octavio Paz. Es un texto descriptivo, una descripción física que trasciende lo puramente formal para recrearse en detalles bellos que hablan de la personalidad del homenajeado. Una descripción subjetiva y cargada de emotividad por lo que cuenta y lo que omite ya que, sin entrar en valoraciones estéticas de la obra de Hernández, queda claro que la admira y sin entrar en política, queda también meridiano que opción es la suya. Una descripción simbólica pues Miguel Hernández es la fusión del mundo rural y de la élite intelectual. 2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto). Murió Miguel Hernández y Octavio Paz, amigo suyo, lo recuerda como el hombre de campo que conquistó a la élite intelectual con su verdad.

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3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de que se pueda ser amigo de una persona a la que se ha tratado poco tiempo. (1,5 puntos). “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”, dice una frase popular. Y cierto es. Pero ese tesoro es de los que se encuentras tras estudiar el mapa, luchar en mil batallas y vivir juntos aventuras y desventuras, no en cinco minutos de risas y diversión. En el mundo actual, en el que todos estamos conectados a través de Internet y la redes sociales, estamos más solos que nunca. Las relaciones han cambiado y se hacen superficiales. Miremos, por ejemplo, nuestros perfiles de Facebook. El más asocial tendrá ciento y pico amigos. ¿Realmente son amigos ó son conocidos, compañeros de trabajo, gente que pasaba por allí…? Mientras tanto, descuidamos las relaciones de verdad. En cualquier cafetería pude observarse la siguiente situación: Amigos reunidos y que dejan de hablar entre ellos para prestar atención al móvil, twittear una frase graciosa, subir una foto al Facebook, enviar un WhatsApp… ¡Nos hemos vuelto locos! Otra cosa distinta son las relaciones que marcan: aquel primer amor, el compañero de castigos del colegio, el vecino con el que jugábamos de pequeños,… son recuerdos entrañables de personas importantes en un momento, aunque en la actualidad sean sólo recuerdos. Fueron importantes por su intensidad, no por su recorrido posterior y, por eso, los recordamos con cariño. Pero, cada cosa en su sitio. Los flechazos no existen en el amor ni mucho menos en la amistad. Los amigos crecen contigo, van a tu clase, viven en tu barrio y te conocen en el trabajo. Compartes con ellos alegría y lloras con ellos en las desgracias y problemas. Esos son los amigos de verdad, los que se toman una caña contigo para celebrar tu cumpleaños, para consolarte cuando tienes algo que llorar ó para advertirte de algo que les preocupa. Esa confianza no se gana en un chat, con un “clic” ó en una sola noche de fiesta. 4.a. Analice sintácticamente: (1,5 puntos)

Oración compuesta por: - Proposición principal: enunciativa, afirmativa, activa, transitiva. o Proposición subordinada sustantiva de CD: enunciativa, afirmativa, activa, intransitiva.  Proposición subordinada sustantiva de sujeto, formada por: • Proposición coordinada copulativa 1: enunciativa, afirmativa, activa, intransitiva. • Proposición coordinada copulativa 2: enunciativa, afirmativa, activa, transitiva.

4.b. Explique el concepto de símil y el sentido de la siguiente expresión del texto: Su presencia fue como una ráfaga de sol, de pan, en la ciudad negra (última línea). (1 punto) El símil es una comparación entre un objeto, un hecho o una cualidad, con otro. En el ejemplo propuesto la presencia de Hernández fue para el autor luminoso como el sol, necesario como el pan, en un entorno oscuro en el que vivían, en la ciudad negra (metáfora de París, ciudad de exiliados). 5.a. La poesía de la Generación del 27. (2 puntos) Resume. Te servirá hacer un esquema como este antes de escribir:

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Generación del 27-Institución Libre de Enseñanza-homenaje a Luis de Góngora. Características:  Tradición y vanguardismo. Importancia del surrealismo.  Búsqueda de la belleza, la poesía pura. Influencia de Juan Ramón Jiménez.  Temas humanos y de raíces populares.  Mezcla de estrofas tradicionales y clásicas con verso libre. Principales representantes:  Gerardo Diego: con Imagen, Manual de espumas,…  Pedro Salinas: La voz a ti debida.  Rafael Alberti: Marinero en tierra, Sobre los ángeles.  Federico García Lorca: Poeta en Nueva York, Poema del cante jondo y Romancero gitano. Vicente Aleixandre: La destrucción o el amor, Sombra del Paraíso, Historia del corazón.  Miguel Hernández: El rayo que no cesa, Viento del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias. La Generación del 27 es un grupo de escritores cuya obra comenzó antes de la Guerra Civil, vinculados a la Institución Libre de Enseñanza. Toman su nombre de que, la mayoría de ellos asistieron al homenaje a Luis de Góngora en el año 1927 en Sevilla. Todos sienten la necesidad de encontrar un lenguaje poético que exprese mejor los temas que tratan. Como principales características de su estilo, destacan:  Mezclan tradición y vanguardismo: conocen y admiran a los clásicos, el Romancero,… Se ven influidos por las vanguardias, sobre todo el surrealismo y su exploración del inconsciente.  Todos intentan encontrar la belleza a través de la imagen, alcanzar la poesía pura. En ellos influye decisivamente Juan Ramón Jiménez. Se preocupan de la expresión y buscan el lirismo.  Sienten especial interés por temas humanos (el amor, la muerte, el destino...) y de raíces populares.  Utilizan estrofas tradicionales (romance, copla...) y clásicas (soneto, terceto...) a la vez que el verso libre. Frecuentan repeticiones de palabras, de esquemas sintácticos, paralelismos,… Los principales representantes del grupo son:  Gerardo Diego: con Imagen, Manual de espumas,… Flirtea con el creacionismo.  Pedro Salinas: Durante la Guerra Civil se exilió y enseñó en varias universidades norteamericanas. Su obra más importante, La voz a ti debida, es un extenso poema de amor en el que el poeta busca a la amada más allá del mundo real.  Rafael Alberti: gaditano universal, convencido afiliado del partido comunista, activo participante durante la contienda civil, se exilió a Argentina e Italia. Tras la muerte de Franco, regresó a España, llegando a ser diputado del Congreso por Cádiz. Marinero en tierra es su obra más conocida donde refleja la nostalgia de su tierra natal. En Sobre los ángeles, el lenguaje poético tradicional se mezcla con el surrealismo.  Federico García Lorca: Hombre decisivo en las letras españolas. En su obra predomina lo trágico y la muerte. Crea imágenes muy originales y expresivas. Salvo en Poeta en Nueva York (ciudad a la que viajó y que le desencantó), en sus obras son frecuentes elementos del folklore andaluz como en Poema del cante jondo y Romancero gitano.  Vicente Aleixandre: Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1977. Habla del hombre, ser pesimista y angustiado. Sus libros de poemas más famosos son: La destrucción o el amor, Sombra del Paraíso, Historia del corazón.  Miguel Hernández: Muchos estudiosos no le incluyen en el 27 pues, pertenecía a una familia humilde y trabajó en el campo. Aprendió a leer y escribir por su cuenta. A pesar de que no estaba dentro de los círculos sociales e intelectuales de los del 27, su sensibilidad le acerca a estos. Fue el poeta del pueblo, el poeta soldado al que dejaron morir de tuberculosis en una cárcel de Alicante. Dentro de sus obras podemos destacar: El rayo que no cesa, Viento del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias. 5.b. Comente los aspectos más relevantes de la obra posterior a 1939 que haya leído en relación con su contexto histórico y literario. (1 punto). Estas preguntas la puedes llevar preparada. Ve al grano, comenta argumento, adecuación al movimiento en el que se enmarca, estilo del autor, relación con otras autores coetáneos,…

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El tragaluz es una obra de teatro de Antonio Buero Vallejo, autor de posguerra, estrenada a finales de los años sesenta. Se encuadra dentro de la segunda etapa productiva del autor: tras unas primeras obras de corte existencialista, Buero opta por un enfoque más social y trata temas como la justicia o la libertad. De hecho, en El tragaluz aparecen los dos. Es la historia de dos hermanos, Vicente y Mario, separados por la Guerra Civil. Con el paso del tiempo, uno está en una buena posición social mientras que el otro vive en la pobreza cuidando a sus padres. Ambos hermanos se enamoran de Encarna, que mantiene una relación con Vicente, aunque su amor sea para Mario. El tragaluz enfrenta a vencedores y vencidos. Pero no a un nivel político (siendo en la época de plena actualidad y, suponemos, teniendo que lidiar con la censura), sino más profundo: Vicente “se subió al tren” y Mario no. Ese tren es real (Vicente salvó su vida por esa acción, haciéndosela perder a su hermana pequeña, Elvirita) y es metafórico: significa la acción, la capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. Vicente es espejo de la sociedad capitalista regida por el materialismo, la insolidaridad y la competitividad. Aunque la culpa hace que siga ayudando a sus padres económicamente y baje de vez en cuando al tragaluz, al "pozo", en el que vive su familia. Mario no sale mejor parado. Es la víctima y el vencido, pero no es inocente pues su pasividad le hace mantenerse al margen, asumiendo la condición de víctima, sin luchar por transformarla. También es egoísta pues se decanta por la salvación personal. Esa dualidad hace que la obra transcienda el episodio de la Guerra Civil y sea trasferible a cualquier época. Además, la historia está envuelta en un experimento desde el futuro, ya que viene presentada por Él y Ella, dos personajes de un futuro indefinido espacial y temporalmente que convierten al espectador en un personaje más, ya que le invitan a participar en un experimento (rompen con la cuarta pared) viajando al pasado para ver las consecuencias de este en el futuro. El inicio “in media res”, permite ahondar en ese pasado. El espectador termina siendo parte y es irremediable no trasferir la sustancia de la obra a la propia vida personal. Esta obra busca un efecto de “catarsis”, como en las tragedias griegas, y a ellas se asemeja también por ese destino fatal que arrastra a los personajes sin que parezca que puedan hacer algo para cambiarlo. Y es inevitable no percatarse de la semejanza entre el tragaluz en el que vive la familia (un semisótano en el que la luz del exterior llega a través de un tragaluz que proyecta en el interior de la casa las sombras de los transeúntes) con el mito de la caverna de Platón. Esa temática profunda, social, existencial, encaja con obras de otros autores de la época como Sastre. La cuestión del experimento entronca ligeramente con un teatro más vanguardista al estilo de Nieva ó Arrabal, aunque muy lejos de ellos que son más atrevidos estilísticamente. Otra característica que se observa en El tragaluz y que es característico del teatro de la época es el simbolismo. Ya hemos mencionado el asunto del tren, pero también está el de otros personajes: El Padre es el loco que cuando habla, sentencia. Su pregunta obsesivamente reiterada es “¿quién es éste?”, con marcado corte existencial al estilo de Pirandello en Seis personajes en busca de autor. Encarna es la nueva Elvirita, la nueva víctima de Vicente en ese afán por mantenerse en el tren (que suena de vez en cuando aunque sólo lo oigan los espectadores). Los espacios también son simbólicos: el sótano es para los vencidos, la caverna de Platón, la prisión que ciega al Segismundo de La vida es sueño (Calderón de la Barca); la oficina es el lugar de los vencedores y de los verdugos a la vez; la Calle del Cafetín es donde se encuentran los dos hermanos con Encarna y un lugar intermedio, cercano a la salvación y, a la vez, al mundo de la prostitución; el patio de butacas es también lugar escénico donde se sitúan Él y Ella.

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OPCIÓN B Los dos últimos días ha llovido continuamente. No hemos podido ir a la playa. Ahora, que ha cesado la lluvia, acompaño a mi padre a recoger caracoles en un bosquecillo cercano, al otro lado de los raíles del ferrocarril. Hace mucho calor. Me paro, para refrescarme la cara, junto a la balsa redonda de una masía. El agua está fresca y es muy agradable dejarla correr por la frente y las mejillas. De pronto veo una abeja que aletea en la superficie de la balsa sin poder levantar el vuelo. He visto decenas de ellas en otras ocasiones sin que me pasara por la cabeza hacer algo para salvarlas. Más bien, a menudo, he contribuido a que se hundieran en el agua, y lo mismo he hecho con hormigas, moscardones y otros bichos. Pero esta vez, sin saber por qué, cojo una ramita para rescatar a la abeja. Cuando la deposito en el borde de la balsa, la abeja apenas mueve las alas y las patitas. Luego lentamente se recupera a medida que su cuerpo va secándose. Reemprende el vuelo en el mismo instante en que mi padre me llama para proseguir la marcha. Voy a su encuentro, contento con la posibilidad de contarle mi hazaña. Entonces siento un dolor punzante en el brazo y me doy cuenta de que la abeja se separa de mi piel, alejándose. Reprimo el grito de rabia porque mi padre está cerca. Cuando nos juntamos, él examina la picadura que le muestro y me pide que orine sobre la tierra del camino. Dice que obtendremos fango para calmarme el dolor. Hago lo que mi padre me ha pedido y recojo la tierra mojada, con bastante vergüenza, para aplicármela en la picadura. Insisto en hacerlo yo pese a que él se acerca para ayudarme. Estoy furioso con la abeja y pregunto si es verdad que las abejas se mueren después de picar a alguien. Cree que sí, pero no está seguro. Cuando el dolor se calma, proseguimos nuestro camino hacia el bosquecito. Ya no tengo ganas de ir a buscar caracoles y, contra mi voluntad, me pongo a llorar. Mi padre me dice que no tengo por qué llorar si el dolor se ha calmado. Me enfurezco contra mí mismo y, como no puedo dejar de llorar, le cuento lo que ha sucedido en la balsa para justificar mis lágrimas. Comenta: —No es para tanto. Rafael Argullol, Visión desde el fondo del mar, 2010.

CUESTIONES 1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos). La importancia de relativizar las cosas. b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos). En el texto propuesto destacan, en una primera lectura, dos elementos. Por un lado, la abundancia de frases cortas y simples, imitando la forma de hablar de un niño pequeño. Por otro lado, el empleo de la primera persona del presente de indicativo, con la que el autor parece contar las cosas según le van sucediendo. Ambas características dan dinamismo al texto, como si estuviéramos viendo en directo lo que ocurre. Aunque hay otros signos que nos demuestran que no es así, pues hay elipsis en la narración, el tiempo narrativo no coincide con el real y, además, el autor emplea un vocabulario que no es propio de un niño (punzante, reprimo, fango, insisto, mejillas,…). Sí es un intento de plasmar el habla de un niño el empleo de diminutivos con carácter afectivo (bosquecillo, ramita, patitas, bosquecito,…). También hay alguna palabra que sitúa el texto geográficamente: una masía es una construcción típica de Aragón y Cataluña y el uso de la preposición contra en “me enfurezco contra mí mismo”, parece un catalanismo. Los adjetivos son escasos y, salvo alguna excepción (“es muy agradable”) son todos imprescindibles en la descripción y bastante objetivos (“balsa redonda”, “el agua está fresca”, “tierra mojada” ó “estoy furioso”). Dos expresiones dan un toque irónico y cómico al episodio de la abeja: la expresión “rescatar a la abeja” y la palabra “hazaña”, dan importancia a un acto insignificante y justifican la posterior rabia del niño que hasta desea la muerte del insecto. Curioso es el paralelismo entre la abeja y el niño, que los dos comienzan a moverse a la vez: “Reemprende el vuelo en el mismo instante en que mi padre me llama para proseguir la marcha”. Echar a volar es una símil animal que se emplea frecuentemente para referirse a la independencia de los hijos. También es curioso comprobar cómo siempre emplea el estilo indirecto para referirse a lo que el padre hablaba (“Cree que sí, pero no está seguro”, “Mi padre me dice que no tengo por qué llorar si el dolor se ha calmado”) y transcribe, sin embargo, la última frase, lacónica y que resume la “moraleja” del texto: “No es para tanto”. Da la sensación de que el padre era un señor paciente, cariñoso y de pocas

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palabras. Contrapone también la furia del niño con la serenidad del padre que no da importancia a la picadura. La experiencia templa los ánimos. c) Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos). Se trata de un fragmento narrativo del libro de Rafael Argullol, Visión desde el fondo del mar, en el que el autor cuenta un episodio con una abeja y la reacción paciente de su padre. El texto pide una especie de moraleja aleccionadora al final por lo que, seguramente, sea un fragmento narrativo dentro de un texto argumentativo, es decir, la narración de un ejemplo en una argumentación.

2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto) Un niño va con su padre a coger caracoles. Para a refrescarse en una balsa y rescata a una abeja de morir ahogada. La abeja le pica y él se enrabieta. Su padre le cura y relativiza el episodio.

3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de seguir los consejos de familiares o de conocidos para tratar problemas de salud. (1,5 puntos). Hubo un tiempo en el que la medicina era una quimera, los médicos se parecían demasiado a los curanderos y empelaban sanguijuelas y las farmacias no existían. Gracias a Dios y a la ciencia, esos tiempos ya suenan rancios. Sin embargo, muchos vuelven a ellos, en lugar de acudir al ambulatorio, para tratar problemas de salud. Las pócimas de la abuela encierran en muchos casos sabiduría popular. Por ejemplo, el remedio casero contra los constipados consistente en la mezcla de ajo, miel y limón, no deja de ser un chute brutal de vitamina C para que la garganta vaya mejor. Hace años, un programa de televisión llamado La Botica de la abuela popularizó este tipo de curas. Pero si la dolencia va a más, lo mejor será acudir al médico. Es de sentido común. Los remedios que proponen familiares son consejos bienintencionados, pero no pueden sustituir a la prescripción facultativa. Ahora está de moda traficar entre amigos y conocidos con analgésicos, anti inflamatorios, relajantes,… que a uno le recomendó el médico y que, como fue bien, se convierten en el bálsamo de Fierabrás. Pero lo que a uno le funciona a otro puede matar porque existen incompatibilidades, alergias,… Lo mismo es aplicable a la exagerada fe a los remedios de herbolario, parafarmacia, osteopatía,… que en manos de profesionales, funcionan; en las garras de estafadores, son sacacuartos y, entre amigos y familiares son, como mucho, placebos ineficaces, pan para hoy y hambre para mañana. Hay que ser serios y aplicar el sentido común. Auto medicarse por consejo amigo no es aconsejable, aunque, como dice la canción, las píldoras que nos dan nos sepan mejor. 4.a. Analice sintácticamente: (1,5 puntos).

Oración compuesta por: - Proposición principal: enunciativa, afirmativa, activa, transitiva. o Proposición subordinada adjetiva: enunciativa, afirmativa, activa, intransitiva.  Proposición subordinada adverbial modal: enunciativa, negativa, activa, transitiva.

4.b. Indique a qué categoría gramatical o clase de palabras pertenece alejando, analice su estructura morfológica y señale a qué proceso de formación de palabras responde. (1 punto)

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Alejando es un gerundio, una forma no personal del verbo alejar, primera conjugación. Es una palabra polisílaba. Está formada por parasíntesis: A-(morfema dependiente derivativo prefijo), -lej(lexema), -ando- (morfema dependiente derivativo sufijo con significado gramatical).

5.a. La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y obras principales. (2 puntos) Muerte de Franco: desaparición de la censura, recuperación de obras de exiliados, narrativa de otros países. Se publica para vender-Best sellers. Subgégeros importantes: • Novela policíaca: Manuel Vázquez Montalbán con Pepe Carvalho • Novela histórica: El hereje, de Miguel Delibes, La vieja sirena, de José Luis Sampedro ó la saga Alatriste, de Pérez-Reverte. • Novela de la reflexión: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Tendencias: • Novelistas de la posguerra: Delibes, Cela y Torrente Ballester. • "Generación del 50": Juan Goytisolo, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, etc. • Los novelistas del 75, novela experimental: Eduardo Mendoza, José Mª Guelbenzu, Félix de Azúa, Juan José Millás, Soledad Puértolas, entre otros. • Nuevos escritores: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero… • Los más jóvenes: Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes, Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, prozac y dudas, Benjamín Prado con Raro. Destacar tres nombres: • Eduardo Mendoza, con La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios. • Javier Marías, con Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí. • Antonio Muñoz Molina, con El invierno en Lisboa (1987) ó Plenilunio (1997). Tras la muerte de Franco en 1975, la libertad llegaba a España y a sus letras. La desaparición de la censura permitió la publicación de las novelas prohibidas, la recuperación de obras de los exiliados y el conocimiento de la narrativa de otros países. La mayoría de los autores se muestran contrarios al régimen de Franco. Comienzan a surgir nuevos subgéneros al dictado de la demanda del mercado (se publica para vender): novelas policíacas (Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective Pepe Carvalho), histórica (El hereje, de Miguel Delibes, La vieja sirena, de José Luis Sampedro ó la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro), novela de la reflexión (La lluvia amarilla donde Julio Llamazares habla del abandono de los pueblos en un largo y emocionado monólogo), novela negra, de intriga, de ciencia-ficción, de aventuras, rosa, de espionaje... Es el momento de los llamados best seller. Los autores publican cada uno o dos años para no perder el interés por parte de los lectores. Es complicado establecer tendencias en estas fechas. Primero, falta perspectiva y, además, con la llegada de la democracia, la novela se hace accesible al gran público, cada autor emprende un camino personal. Aún así, podemos señalar que la novela española en los últimos treinta años del siglo XX, conviven: a) Novelistas importantes de la posguerra: Delibes, Cela y Torrente Ballester. b) Algunos novelistas de la "Generación del 50": Juan Goytisolo, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, etc. c) Los novelistas del 75, que siguen cultivando una novela experimental e intelectual al estilo Tiempo de silencio. Suelen prestar más atención a la forma y el argumento llega a casi desaparecer. Abundan historias fragmentadas y monólogos interiores para un público culto: Eduardo Mendoza, José Mª Guelbenzu, Félix de Azúa, Juan José Millás, Soledad Puértolas, entre otros. d) Nuevos escritores, dados a conocer ya después del franquismo: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero… e) Los más jóvenes, que hablan en sus novelas de los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, prozac y dudas, Benjamín Prado con Raro).

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Destacar tres nombres: Eduardo Mendoza, con La verdad sobre el caso Savolta (donde narra los abusos que los dueños de una fábrica de armas) y La ciudad de los prodigios (evolución de la ciudad de Barcelona desde finales del siglo XIX); Javier Marías, con Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí; Antonio Muñoz Molina, con El invierno en Lisboa (1987) ó Plenilunio (1997).

5.b. Comente los aspectos más relevantes de la obra del siglo XIX que haya leído en relación con su contexto histórico y literario. (1 punto). Estas preguntas la puedes llevar preparada. Ve al grano, comenta argumento, adecuación al movimiento en el que se enmarca, estilo del autor, relación con otras autores coetáneos,… Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, es la novela que mejor ejemplifica el naturalismo, al reflejar la aceptación del positivismo según los criterios de Émile Zola. El argumento es duro: Julián, un joven sacerdote, llega a los Pazos de Ulloa y encuentra un núcleo rural donde el señor marqués hace lo que se le antoja: vive “amancebado” con Sabel, hija de Primitivo (hombre de confianza del cacique) y de esa relación ha nacido Perucho. Julián consigue que el marqués lo acompañe a Santiago en busca de esposa legítima. Se casa con su prima Nucha, dulce, de buenos sentimientos. Y aquí comienza el infierno de esta mujer: Nucha da a luz a una niña y ambas caerán en desgracia, ya que el marqués deseaba un varón. Quiere huir ayudada por Julián, pero el marqués lo impide, acusa a su mujer de adulterio y echa de su casa al capellán. El epílogo cuenta la vuelta a Los Pazos de Julián, diez años después. Encuentra con los dos niños: Perucho ahora viste elegantemente y la hija de Nucha, de campesina pobre. La obra es una crítica demoledora, una plasmación de una realidad de la forma más objetiva posible y sin ahorrar en detalles escabrosos. Habla de la oposición entre naturaleza y civilización, tesis naturalista. Habla del caciquismo y la corrupción política (hay una trama política con unas elecciones amañadas), de costumbres ancestrales, de la mezcla entre la religión y la brujería (la Sabia y sus comadres) y opone la Iglesia convencional con el idealismo religioso y regenerador de Julián. Se presenta un medio rural embrutecido y muy hostil y se habla de una sociedad con una nobleza decadente y moralmente muy relajada. Si comparamos esta obra con, por ejemplo, Misericordia de Galdós, vemos clara la diferencia entre Naturalismo y realismo. Pardo Bazán muestra un ambiente hostil del que es difícil escapar y en el que la naturaleza está muy presente. Los personajes de Galdós, sin embargo, terminan siendo entrañables, incluso algunos, disculpables, a pesar de la crítica que aparece en su obra. La autora no deja escapar ningún retazo de realidad y así recoge momentos sórdidos (como se emborracha a Perucho), tiernos (descripción de la niña de Nucha), humorísticos (descripción del ama de cría),… abundando en la proyección de las teorías y técnicas naturalistas, en cómo influye en el individuo el medio ambiente, su fisiología, las cargas de la herencia genética... El naturalismo gustaba de personajes extremos como el marqués, Primitivo,… El marqués navega entre dos mundos: el salvaje y el civilizado, el rural y el urbano. Tiene dos suegros, dos mujeres y dos hijos, cada uno de uno de esos mundos. Otro rasgo del naturalismo: la naturaleza lo invade todo y es acorde con el tempo narrativo: Julián llega a Los Pazos y no encuentra el sendero; el paisaje es bello y sereno cuando predomina la calma y la naturaleza se vuelve amenazante cuando, por ejemplo, Nucha enferma. El cementerio del epílogo está invadido por una exuberante vegetación. El transcurrir del tiempo en la novela es lineal. Entre el final de la novela y el epílogo hay una elipsis de diez años que permite tener la perspectiva temporal suficiente para llegar a conclusiones objetivas, muy al estilo del realismo y el naturalismo. También es característica del naturalismo la forma narrativa: en tercera persona con narrador omnisciente. La conclusión a la que se llega tras la lectura de la obra es que todo aquel que no se adapta al medio o se margina ó es aniquilado, como ocurre con Julián y Nucha.

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