Un arco iris de respuestas - Recursos Escuela Sabática

"Si retrajeres del día de reposo tu pie. de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia". (Isa. 58: 13). ..
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Agradecimientos Deseo agradecer a Sandy Peterson y Eileen Lantry por plantar las semillas que han germinado y crecido en mi corazón durante estos últimos años. ¡Principalmente por­ que gracias a ellas tengo una experiencia que compartir! Estoy en deuda con ellas por casi todas las ideas relacio­ nadas con actividades en la naturaleza que he utilizado, aunque las he adaptado y modificado de acuerdo a las necesidades de mi propia familia. También estoy agradecida a Ann Clark y Ellen Melore por las numerosas sugerencias útiles que me han hecho. Muchas de estas ideas no son nuevas ni originales pe­ ro es la historia de mi experiencia personal lo que quie­ ro compartir, esperando alentar a cualquier otra perso­ na que pueda encontrarse tan desanimada como yo lo estaba. Muchas gracias también a mi familia por su pacien­ cia y su apoyo. Es mi oración que pueda Dios derramar su bendición sobre cada lector.

Indice

Cómo comenzó todo "Si retrajeres del día de reposo tu pie. de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia" (Isa. 58: 13).

¿Es el sábado una delicia? Delicia es una palabra de sonido agradable. Pienso en algunas cosas que encuen­ tro deliciosas: un amanecer espectacular; el sentimien­ to de seguridad en el abrazo de mi esposo; el cauti­ vante cuadro de un niño que recién comienza a cami­ nar; el crocante pan tostado; tomar un baño tranquila y sin prisa al final de un día muy recargado; sábanas limpias secadas al aire libre por el sol; el fuerte aro­ ma de las gardenias; los días cálidos y soleados. Pero me temo que durante mucho tiempo no ha­ bría incluido fácilmente al sábado en la lista de cosas que me resultaban deliciosas. Como esposa de un pas­ tor joven y madre de hijos pequeños, encontraba que los días de la semana parecían transcurrir y combi­ narse en una interminable rutina de actividades. Para nosotros, el sábado es uno de los días más recarga­ dos de la semana. Y, obviamente, éste siempre sigue al viernes, el día más cansador de todos. Inconsciente­ mente exhalaba un leve suspiro de alivio cuando es­ tos dos días de tantas actividades concluían. Todo cambió durante un otoño en Wyoming, cuan9

COM O COM ENZO T O D O

Luego, posiblemente teníamos compañía para la cena. Nunca sabía exactamente cuántos o quiénes. Unicamente se suponía que debía estar preparada. Aprender a cocinar saludablemente es grandioso, pe­ ro mi inexperiencia me dejaba nerviosa y preguntán­ dome si nuestras diversas visitas aceptarían nuestras comidas. Después de todo aquello, tenía que enfren­ tarme a sucias pilas de vajilla color blanco en ambas piletas de la cocina y a una tarde intentando vigilar a los niños mientras que al mismo tiempo trataba de mantener algo parecido a una conversación con nues­ tras visitas. Me resultaba imposible hacer ambas cosas bien. Por la noche, todo lo que yo realmente quería era alguien que me ayudara a poner a los niños en la cama para poder sumergirme en la mía. ¿Una delicia? ¡Claro que no! Los años pasaron y de tanto en tanto me descubro sintiéndome más o menos rebelde, según haya sido la conducta de los niños en la iglesia, el éxito de la co­ mida y el grado de agotamiento al que mi cuerpo ha lle­ gado. Me siento perpleja porque soy consciente de que si el día tuviera más horas, tendría que dar mi vida en favor de este día llamado sábado. Pero, ¿cómo podría llegar a hacerlo cuando siento que no era esta clase de día especial la que el Señor tenía en mente al crear­ lo? Por cierto, los sábados no eran para mí los peque­ ños oasis que tan desesperadamente necesitaba en medio de mi agitada vida para reponer fuerzas. La ma­ yoría de las veces era el desagradable punto culmi­ nante de cada semana. 11

DEL DILEMA A LA DELICIA

Entonces, un hermoso día como todos, ¡nuestro re­ frigerador se descompuso! Dallas Peterson vino a repa­ rarlo, y su esposa Sandy, de ojos marrones y una voz suave, lo acompañó. Vino recargada con sus materia­ les didácticos en los que yo estaba interesada. De pron­ to, mi vista captó algo en el fondo de su carpeta de materiales. Tuve la impresión de que extendí mi mano y lo tomé con la avidez con que un famélico se hubie­ ra arrojado sobre una mesa repleta de apetitosa co­ mida. Sandy había reunido algunas fichas de 5 x 7 cm; cuatro de ellas estaban tituladas “Preparándose para el sábado”, y veintiocho estaban clasificadas bajo “Acti­ vidades sabáticas”. Las devoré ávidamente e ¡inmedia­ tamente quería compartir mis hallazgos con todos! “Gustad, y ved que es bueno Jehová” (Sal. 34: 8), dice la Biblia, ¡Y yo lo estaba gustando! Por supuesto, cuando presenté mi nuevo descubrimiento a los ni­ ños, ¡ellos quedaron encantados! Un sábado lluvioso, pocas semanas más tarde, nuestro pequeño de 5 años dijo: “¡Este es el mejor sábado que tuvimos!” Pero el Señor sólo estaba preparándome para más. Unos me­ ses más tarde, en un encuentro al aire libre, una de las oradoras mencionó un libro que había disfrutado mucho, A Family Guide to Sabbath Nature Activities [Una guía familiar para activ idades sabáticas en la na­ turaleza], de Eileen E. Lantry. Inmediatamente me dirigí al puesto de venta de li­ bros del campamento, ¡pero su übro estaba agotado! Al­ gunos meses más tarde pude conseguir un ejemplar y tenía una emoción sin límite. ¡Descubrí que el sába12

Un arco iris de respuestas "Mi orco he puesto en las nubes, el cual será p o r señal del pacto entre m í y la tierra" (Gen. 9: 13).

Al ir creciendo con la verdad del sábado, lo había aceptado sin dificultad y nunca lo rechacé; pero de al­ guna manera, con el ajetreo de la vida y las responsa­ bilidades de una familia, el sábado se convirtió más en un ritual que en algo profundamente apreciado y atesorado. Estaba incómoda con mis sentimientos, de modo que decidí buscar algunas repuestas. A medida que empecé a estudiar acerca del sábado con un interés recién reavivado, me parecía que cada verdad bíblica era como una brillante faja de color que fulguraba a través de mi mente con un nuevo signifi­ cado. Cada nuevo descubrimiento era como otra ban­ da de color que se unía a las otras hasta que un arco iris de colores traía luz y belleza a mi alma. Permítame compartir con usted algunos de los descubrimientos que me resultaron emocionantes. Número uno. Dios mismo guarda el sábado. En Gé­ nesis 2: 2 y 3 vemos a un Dios incansable que se detu­ vo a descansar en el séptimo día. Entonces puso en él una bendición especial y lo apartó para un uso santo. 15

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