Sin moraleja y con humor: las fábulas se reinventan

5 nov. 2014 - La meta es el colosal templo de Angkor Wat. Ya avisó que si decide no volver, se lo visite por allí. El mo
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cultura

| Miércoles 5 de novieMbre de 2014

Lo que se dice y no se oye

cULtURa

Un altavoz que amplifica el ruido del ambiente

Edición de hoy a cargo de Constanza Bertolini www.lanacion.com/cultura | @LNcultura | Facebook.com/lanacion [email protected]

l a nie llam a D e tor ial. S rá un i c e t r dir dito lo se lber l e u e , A ít ine sello er t afael a c l e un rim e R gió L i d l e ó p i n d d l r rge fund6 y e mas Parostrena co a a s e e i n e 3 m ráf Ter ara Al rma nes e po nte. 300, p discog a d o u t i n B ic en e ca sta $ bajo Ed lum och s de ha evo tra n e ,d nu vo da istran entra ías, su n i d ía m , co +5 De dstienda0 años Tra ñana 3 ma Después de haber escrito más de una vez sobre la zona, Edgardo Cozarinsky resolvió finalmente viajar a Camboya. La meta es el colosal templo de Angkor Wat. Ya avisó que si decide no volver, se lo visite por allí

tendencia | una inagotable forma clásica

El género que tuvo sus mayores exponentes en Esopo y Jean de La Fontaine tienta a nuevos autores que reformulan las historias con animales para dirigirse a los lectores más chicos

Sin moraleja y con humor: las fábulas se reinventan

el escenario Graciela Melgarejo LA NACIoN

N

Texto Natalia Blanc

“L

a madriguera de Tejón estaba llena de comida, pero él no estaba contento. «Manzanas, lombrices y raíces... lo mismo de siempre –suspiró–. Quisiera comerme una cena elegante para variar».” Así comienza Una cena elegante, de la japonesa Keiko Kasza, una de las autoras de libros para chicos que más venden en América latina. Los relatos de Kasza están protagonizados por animales que enfrentan problemas y situaciones que podrían sucederle a cualquier niño. Tejón, el personaje central del cuento citado, persigue durante todo el día posibles presas que pretende convertir en plato central de su cena soñada. Pero pronto sus expectativas se verán frustradas y Tejón vuelve, muerto de hambre, a la madriguera, el punto de partida de su cacería. Allí lo espera una nota inquietante: “Lamentamos haber entrado sin invitación, pero nos perseguía un tejón espantoso y no teníamos dónde escondernos. Las manzanas, lombrices y raíces estaban deliciosas. ¡Gracias por una cena tan elegante!”. Sin moraleja explícita, pero con una clara enseñanza al fin, los libros de Kasza representan un nuevo estilo de la clásica fábula. Los animales (en su caso, tejones, cerdos, perros, sapos y hasta zarigüeyas) expresan sentimientos humanos y le sirven a la autora para hablar sobre temas universales: el amor, el miedo, la ambición, la avaricia, el valor de la amistad y la familia, la diversidad cultural, entre otros. Dirigidos a chicos de cuatro a seis años, están escritos con un lenguaje sencillo y un tono coloquial, con el humor como recurso fundamental. Sus títulos (Choco encuentra una mamá, Los secretos de abuelo Sapo, No te rías, Pepe y Mi día de suerte, entre otros) fueron relanzados en la Argentina por editorial Norma. Integran la colección Buenas Noches, junto con otros como Cu Canguro, de Gabriela Keselman y Nora Hilb, que aborda el tema de los celos por la llegada de un hermanito; Boris, un compañero nuevo en la escuela, de Carrie Weston y Tim Warnes, sobre la problemática del bullying, y El ratón de ciudad y el ratón de campo, de Kathrin Schärer, sobre la tolerancia y el respeto. “Son historias con animales

Ilustración de la japonesas Keiko Kasza para su libro Una cena elegante

que responden a algún valor, pero no lo hacen del modo antiguo con moraleja”, dice Laura Leibiker, directora de Literatura Infantil y Juvenil de Editorial Norma. En diálogo con la nacion durante su reciente visita al país , Kasza contó que dibuja animales porque siente que esa elección le da mayor libertad para crear. “Mr Pig, uno de mis personajes, es un chanchito muy inseguro que pide prestadas partes de sus cuerpos a otros animales porque cree que se verá más elegante. No podía usar un niño para ilustrar eso: sería grotesco. Pero Mr. Pig podría ser yo o cualquier lector”. Según Kasza, sus cuentos no tienen moraleja porque no pretende transmitir

lecciones a los niños. El conflicto se plantea a lo largo del relato y el mensaje, cuando lo hay, queda abierto a la interpretación de cada chico. “Los libros necesitan tener un tema central y si el eje de la historia tiene que ver con tratar bien a un amigo, entonces estará presente esa enseñanza. Pero será, más que nada, por una necesidad de la trama”, completa la autora, cuyos dieciocho libros fueron traducidos a catorce idiomas. En la colección A la orilla del Viento, del Fondo de Cultura Económica, se destacan dos libros del francés Marcel Aymé (1902/1967), Los cuentos del gato encaramado volumen I y II, con fábulas protagonizadas por animales de granja. Hay una gallina que

Nora Hilb se ocupó del trabajo gráfico de Cu Canguro, de la argentina Gabriela Keselman

se convierte en elefante, un cerdo que aprende a volar y un gato que hace llover, entre otros personajes. Escritos con una sutil ironía, a través de estos relatos los niños pueden aprender sobre la vida rural y la forzada convivencia entre animales, que resuelven los problemas con imaginación. Lobo a la vista y otras fábulas de Esopo, de la editorial chilena Amanuta, es una versión moderna de las fábulas clásicas, en las que las moralejas se transmiten con humor a través de viñetas, al estilo de un cómic. “Tengo una minicolección en la editorial Artemisa a la que le pusieron por mal nombre Valores que Enseñan Valores. Son adaptaciones de cuentos populares de ingenio y sabiduría

El directivo de Iberescena dice que Buenos Aires es un modelo de gestión independiente

Guillermo Heras Toledo. “Esta ciudad es la capital del teatro” Texto Silvina Premat

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urante esta semana, que un colectivo de salas independientes realiza el Festival Escena (www.escena.cc), las afirmaciones de Guillermo Heras Toledo, secretario del programa Iberescena y director de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos en Alicante, resuenan especialmente. El español es un visitante frecuente del país desde 1989. Profesor en la Maestría de Gestión Cultural en la Universidad Nacional de Córdoba, se define un apasionado por América latina. En su reciente paso por Buenos

El encanto de esas lecciones antiguas

Aires, para participar de un encuentro internacional sobre gestión teatral en el marco de las celebraciones por los 70 años de Teatro San Martín, Heras Toledo dialogó con la nacion. –¿Por qué dice que Buenos Aires es modelo en las artes escénicas? –Por mi función en Iberescena, en el que participan doce países de la región iberoamericana, viajo mucho desde hace años. Conozco todas las capitales de los grandes países de esa área y puedo afirmar que la diversidad y calidad de las propues-

tas que se desarrollan a lo largo de un año en Buenos Aires la colocan en un lugar de privilegio en las artes escénicas mundiales. Por supuesto que como en toda cuestión, y dependiendo de las temporadas, hay luces y sombras y, también, a veces se sobrevalora parte de su producción. Pero insisto en que es la capital más importante del teatro en lengua española. Hay muchísimas salas independientes que subsisten sin contar con la misma ayuda económica del Estado como tienen otros en otros países. Entiendo que esto se ha ge-

nerado porque hay una sostenibilidad de proyectos de gestión. –¿A qué se refiere? –A que no es lo mismo gestionar una sala independiente en una ciudad de 30.000 habitantes que hacerlo en una de 18 millones. No puede haber nunca proyectos que miméticamente se puedan trasladar de un sitio a otro. –¿Entonces el método de gestión se deduce del contexto y la circunstancia? –No hay ni debe haber un solo modelo de gestión. La gestión cultural es casi como la filosofía: hay tantas filosofías como filósofos existen. Y por lo tanto, hay tantas estrategias de gestión como entornos. Las formas de producción y creación deben ajustarse al tipo de espectador que habita en ese entorno y a sus necesidades culturales. Los precios de los materiales para hacer una producción o el valor de una entrada serían otros parámetros por tener en cuenta.ß

que podrían tomarse como fábulas –cuenta Ana María Shua–. Un bebe recién nacido es un animalito o, más probablemente, un extraterrestre. No se transformará en ser humano hasta que no adquiera los códigos culturales: el lenguaje, la visión del mundo que el lenguaje impone y el resto de las claves que esa cultura considera necesarias para la vida en sociedad. También debe incorporar la ética del mundo al que pertenece.” Para Shua, las enseñanzas son necesarias y no está mal que algunas se impartan en forma de narración. “Yo me quedo con las historias que no enseñan algo inmediato ni fácil de deducir, que son perturbadoras, misteriosas y dejan más preguntas que respuestas.” ß

o sabemos quién habrá sido el primero que contó una fábula con los ingredientes tradicionales con que se la conoce: algunos principios de moral y máximas saludables, impartidos generalmente en verso por simpáticos animalitos. Pero en la historia del género han quedado para siempre como los grandes maestros de la antigüedad Esopo y Fedro; luego, el francés Jean de La Fontaine, como el maestro de maestros (no estaría de más hoy repasar “El ratón de campo y el ratón de ciudad”), y, más modestamente y para los hablantes de español, Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego. En todo caso, y si los lectores han tenido oportunidad de haber sido educados con el ejemplo de las fábulas, habrán podido sobre todo aprender palabras distintas de las habituales en cualquier hogar, porque, a pesar de que el crítico literario español José Hermosilla dice que el estilo de la fábula debe ser fácil y sencillo, es cierto que el léxico incursionaba en todo el diccionario. Por ejemplo, en “Los dos conejos” de Iriarte, los podencos (¿?) les ganan a los galgos, aunque nunca en la vida uno haya visto ni de lejos un podenco. otro tema eran las ilustraciones. No nos referimos a las gloriosas de Gustave Doré para La Fontaine, porque ésas son inolvidables, sino a las que acompañaban a las ediciones españolas impresas en papel basto. También allí había tesoros para descubrir; por ejemplo, el prolijo dibujo a pluma de una pulga, protagonista de “El camello y la pulga”, de Samaniego. ¿Cuántas veces podíamos observar tan detenidamente a una pulga fuera de su elemento? Los temas de las fábulas poseen la virtud de poder ser tratados más de una vez y por muchos autores. Toda buena literatura tiene, tarde o temprano, algún fabulista –en 2009, la editorial La Bestia Equilátera publicó una serie de hermosos relatos basados en fábulas budistas–, porque el encanto de ver traspolados nuestros sentimientos y dilemas éticos en los sentimientos y dilemas éticos de animales conserva su fuerza artística y didáctica todavía hoy, incluso en este escéptico y global siglo XXI.ß

El off del off: la potencia de un entramado de salitas la mirada Alejandro Cruz LA NACIoN

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l movimiento de salas independientes de Buenos Aires es único en el mundo”. Si la afirmación perteneciera a un argentino se podría sospechar que es exagerada. Pero no. Lo dice Guillermo Heras, un gestor cultural español conocedor de otros mundos teatrales y del porteño. Si para muestra basta un botón (o un bombón), los domingos tiene lugar Teatro Bombón, un ciclo de obras cortas que toma una noble casona iluminada en donde se ofrece un delicado menú que alterna diferentes experiencias escénicas a cargo de creadores de mundos fantásticos. Y todas esas exquisiteces

fluyen apelando a un modelo de gestión y curación que ni el circuito comercial ni el público, con todos sus recursos y su poder de convocatoria y sus grandes anuncios, logran articular con tanto profesionalismo, inventiva y hasta calidez, pertenencia, familiaridad. Teatro Bombón tiene lugar en La Casona Iluminada. Esa sala forma parte del Festival Escena. Ese otro entramado teatral está integrado por pequeñas salas alternativas desparramadas por la ciudad. Son algo así como el off del off teatral. Entre todas esas salitas y sus hermanas mayores del circuito independiente dan vida y cuerpo a este movimiento único. Dicen los de Escena: “Hay un modo de hacer arte escénico, en todos sus formatos, que no necesita de grandes estructura, sino tan sólo de su potencia”.ß