Román Gubern: “Soy un jubilado activo”

17 oct. 2014 - un videojuego que puede que sea donde hace más dinero. O como Lara Croft, que empie- za en un videojuego
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8 | ADN CULTURA | Viernes 17 de octubre de 2014

“El porno tenía sentido cuando había censura. Hoy el cine puede retratar cualquier cosa”, señala Gubern DIEGO SPIVACOW / AFV

Román Gubern: “Soy un jubilado activo” Teórico de la imagen. A los 80 años es uno de los intelectuales más leídos y citados en su disciplina durante las últimas cuatro décadas. En esta entrevista habla de los cambios que los nuevos hábitos de consumo causaron en las producciones audiovisuales y de la influencia –no siempre positiva– de Internet en los vínculos humanos Cecilia Macón | para la nacion

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omán Gubern disfruta recordar que acaba de cumplir 80 años. Lo hace siempre con una sonrisa: “Soy un jubilado activo”, dice. Su saco de pana contrasta deliberadamente con la informalidad del resto del atuendo. Visitó Buenos Aires gracias a la Embajada de España y la Asociación de Docentes de la Universidad de Buenos Aires (Aduba) para participar de una serie de conferencias y charlas en ámbitos académicos. Gubern es probablemente uno de los teóricos e historiadores de la imagen más leídos y citados de los últimos 40 años. Autor de textos clásicos como Historia del cine (1969), El simio informatizado (1987) y Metamorfosis de la lectura (2010), su obra está compuesta además por casi 20 guiones y una reciente novela dedicada a relatar la historia de la Carmen de Próspero Mérimée, desde el punto de vista

de su protagonista femenina. Ex profesor de la University of Southern California, ex investigador del California Institute of Technology y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelon, forma parte de la primera constelación de intelectuales que logró ver en el cómic, la televisión o en géneros como el porno algo más que elementos que perturban el progreso ilustrado. –Su visita a Buenos Aires se vinculó, entre otras cosas, con el festejo de los 25 años de la Carrera de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires. ¿Cree que el ingreso de los estudios audiovisuales en el ámbito universitario ha transformado los modos de hacer cine? –Este cambio es interesante porque, por ejemplo, la nueva ola francesa no salió del ámbito académico sino de la afición. Hoy,

en cambio, todos los países modernos tienen carreras de cine; sin embargo, más que de cine prefiero hablar genéricamente de lo audiovisual: no sólo se forman directores o guionistas de cine, sino también escritores de telenovela, productores de videos musicales, etcétera. Esta transformación tiene que ver con el cambio en los mecanismos de consumo: las películas se ven en la computadora, en el DVD, en el celular. Ya no hay una especificidad del cine sino una modalidad audiovisual con diferentes dialectos (informativo, telenovela, el porno, la televisión en directo). Antes el cine se proyectaba en salas públicas con filas paralelas, ahora ya no es así y eso altera tanto sus lenguajes como las formas de transmitirlos. –¿Y esos cambios en el consumo alteran también la producción concreta?

–Creo que hay una psicología distinta en cada medio. Por ejemplo, Sex and the City fue tremendamente exitosa como serie pero no sucedió lo mismo cuando pasó al cine. El lenguaje de esa serie está basado en la complicidad intimista del público femenino. En el ámbito público del cine, esa conexión no existe y hace que semejante propuesta carezca simplemente de sentido. –Y en este contexto ¿qué es lo que sucedió con el cine porno, tema al que usted dedicó un libro en 1989? –El porno tenía sentido cuando había censura. Hoy el cine puede retratar cualquier cosa. Al caer la censura, todo se está tornando más explícito y eso hace que en cualquier película pueda haber desnudos. Por eso, el cine X está muerto. Es más, hoy está lleno de parejas que se graban haciéndolo y lo suben a youtube. Imágenes narcisistas de los jóvenes que son colgadas a la red copiando retóricas corporales del cine porno. El cine X está basado en la lógica de la visibilidad óptima: las posturas deben ser escópicamente excitantes en contra de lo que sucede en la vida real. Y en los videos que se suben a la red está copiada esa estrategia, no el modo que la gente efectivamente lo hace. –Y de esa manera entran en interacción lenguajes diversos. –Así es. Lo mismo pasa con el modo en que los personajes de ficción atraviesan distintos lenguajes. Harry Potter va de la novela al cine, de allí al DVD, a la televisión y termina en un videojuego que puede que sea donde hace más dinero. O como Lara Croft, que empieza en un videojuego y después es encarnada por Angelina Jolie. En esos cruces aparecen contaminaciones estéticas constantes. Así es como hoy lo propio del cine es la gran diversidad de estilos. Conviven David Lynch, Steven Spielberg, Lars von Trier, Michael Haneke. Lo propio del cine de hoy es la gran diversidad. Hay incluso mixturas como el video arte que es hijo del espectáculo de cine pero, destinado a las galerías de arte y a los museos, genera un consumo muy distinto. –¿Eso impone algún tipo de crisis en el cine? –Sí. La pantalla de cine es la cara frontal de un paralelepípedo en el cual hay un paisaje donde uno cruza, como Alicia en el País del Espejo, e ingresa en ese paisaje. Frente a este nuevo panorama, uno de los caminos elegidos para reforzar esa característica del cine ha sido el revival de la realidad virtual. –Que en algún punto implica traer lo táctil al cine. –Bueno, en los años 50 Mike Todd, Jr. patentó el odorama o smell-o-vision, donde la tactilidad era traída a la sala a través de los olores. Todd produjo una película con ese sistema, llamada Scent of Mystery (1960), en ella el asesino llevaba un perfume y cuando uno lo sentía, sabía que el asesino estaba allí. Pero el film fue un fracaso. De hecho, en la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley se refiere a un mundo futurista donde existe el cine táctil