Olmedo, el hombre que cambió la lógica televisiva

5 mar. 2008 - estableció con la televisión desde su debut, en 1956 ... 24 de agosto de 1933– en una televisión argentina
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Espectáculos

Página 2/Sección 4/LA NACION

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Miércoles 5 de marzo de 2008

TELEVISION Sus recordados personajes

El Manosanta

El dictador de Costapobre

Coquito y Piluso Formó la dupla del programa infantil que debutó en 1959, junto con Humberto Ortiz; y llegó a desafiar a Martín Karadagián en 1962

Pilusmán Rucucu El personaje que identificaba a No toca botón, programa emblemático de los años 80

Piluso también podía convertirse en superhéroe (aquí junto a Juan Carlos Casas, su secretario personal)

“¡De acá!” era el gesto tradicional del discurso de este personaje que le pagaba a su pueblo con bananas.

Lucy Emulo de la Tootsie de Dustin Hoffman, se vestía de mujer para conseguir trabajo

Uno de sus últimos éxitos, la criatura daba cuenta no sólo del auge de las teorías new age a mediados de los años 80, sino también de una nueva forma de estafar a los crédulos. Casi siempre, al lado de Adriana Brodsky, Javier Portales, Jaimito Cohen y Alfonso Pícaro

Rogelio Roldán

Al natural “¿Me lo saco?” Psicoanalista de Susana Traverso que amenazaba con desvestirse

El jefe de cadetes en una empresa cuyo jefe era Adrián “Facha” Martel, quien nunca le daba el miserable aumento de sueldo correspondiente. Muy similar (casi un clon) a otro personaje: Chiquito Reyes, acosado siempre por Susana Romero

Olmedo, el hombre que cambió la lógica televisiva A veinte años de su trágica muerte, siguen vigentes sus innovaciones en la pantalla chica, aunque la falta de archivos impide rescatar toda su trayectoria Por Marcelo Stiletano De la Redacción de LA NACION

co con el que mejor fue identificado. Así lo hicieron, por ejemplo, Silvia Pérez y Beatriz Salomón en el laborioso y estimulante documental de dos horas que The History Channel estrenó anteayer y que hoy podrá volver a verse, a partir de las 22. Lo mismo se descuenta que ocurrirá en El nombre de la risa, tributo especial cuya emisión anuncia Telefé para esta noche, a las 23 (América, por su parte, presentará hoy una edición especial de Secretos de colección, a las 13.30).

A 20 años exactos de su trágica desaparición, Alberto Olmedo se mantiene por derecho propio en un lugar privilegiado de nuestra memoria en términos de cultura popular. Pero cuando volvemos a revisar en estos días las grabaciones de lo mejor de su última y tan celebrada etapa televisiva, además de regocijarnos por momentos con esa inventiva que llevó, por ejemplo, a Carlos Ulanovsky a definirlo como “el más genuino produc- Desparpajo Pero tan difícil resulta imaginar a un to actoral que generó el medio”, muy probablemente dejamos de sonreír al Olmedo de 75 años –nació en Rosario el tomar conciencia de que esos tapes nos 24 de agosto de 1933– en una televisión muestran con absoluta claridad cómo argentina como la de hoy, que parece pasó el tiempo y haber entendido qué lejos quedó sólo en sus asaquella impronpectos superficiata olmediana que les el desparpajo con el que cambió llegó a ser auténticamente revopara siempre buena parte de la lólucionaria para nuestra TV. gica televisiva, Podríamos precomo recuperar guntarnos, de no en plenitud su haber existido trayectoria. aquella caída faComo sólo conUna dupla casi infalible tal en Mar del servamos los arSusana Giménez fue una garantía de Plata, tan explochivos de su etapa éxito junto a Olmedo en innumerables tada en los días final (sobre todo temporadas de revista y varios films: posteriores con la de No toca bosólo fracasó con ellos una fugaz afán sensacionatón), es imposible experiencia televisiva: Alberto y Susana lista y casi morrescatar, más allá boso, cómo hade la memoria de bría evolucionado quienes pudieron el incomparable vínculo que Olmedo verlos, aquellos tiempos iniciales y, esestableció con la televisión desde su pecialmente, la época dorada de sus debut, en 1956, cuando el director Fran- apariciones en Operación Ja Ja (con cisco Guerrero lo alentó a formar par- el excepcional Yeneral González y mete de La troupe de la TV. morables apariciones cuando la clásica Nunca sabremos si esa vocación por peluquería creada por los hermanos el juego picaresco, que desveló en su Sofovich estaba a cargo de Fidel Pinmomento a muchas instituciones de- tos) y en El chupete, en el que se sacaba fensoras de la moralidad, hubiese se- chispas nada menos que con Ernesto guido en sus manos hasta sumarse hoy Bianco, aunque ese programa fue tesa la ola de procacidad gratuita, inne- tigo de una penosa experiencia: el 4 cesaria y explícita que hoy domina lo de mayo de 1976 un locutor anunció la que dudosamente podríamos calificar “desaparición física” del cómico, brocomo comicidad televisiva. ma de pésimo gusto que lo marginó de Lo mismo cabría decir de otro de los la pantalla por un buen tiempo. Sin atributos que más se le cuestionaron contar las innumerables apariciones en su tiempo, esa suerte de machismo vespertinas frente a un público famiimpenitente que cultivan hoy no po- liar del inefable Capitán Piluso, junto cos animadores televisivos, aunque a Humberto “Coquito” Ortiz. corresponde reconocer que varias Aquellas experiencias únicas llevamujeres muy vistosas que integra- ron a Ulanovsky, tres décadas atrás, ron sus elencos fueron las prime- a tratar de definir el significado del ras en ponderar el estilo humorísti- “olmedismo”. En el libro 1951-1976:

Cine en continuado Con Jorge Porcel montó una dupla única en el cine local: juntos hicieron 36 largometrajes con un estilo picaresco que lograba la inmediata identificación con el público

Un personaje único

FOTOS ARCHIVO Y HISTORY CHANNEL

“Era buen tipo, amigo, divertido, pero por momentos expresaba cierta desolación y en los últimos tiempos parecía estar atrapado por dilemas y contradicciones sentimentales”, dijo de él el sociólogo Oscar Landi

Televisión argentina 25 años después, identifica ese fenómeno como “el capital expresivo de una nueva clase de porteños” gracias a sus desmañadas apariciones ante las cámaras con frac, bombín, bigote postizo y “rucucu”, una extrañísima palabra que pasó a la historia del medio. “Yo creía –dice allí el propio Olmedo– que en televisión estaba todo por hacerse, y en un momento descubrí el camino del desparpajo. A través de eso me convertí en un compinche del espectador. Soy el que muestra lo que se oculta o dice

lo que nunca se dice. Yo muestro que ese mundo aparentemente brillante esconde alfombras rotas, cameramen mal vestidos y actores con mala memoria que disimulan sus parlamentos entre el decorado.” Y cuenta que un día vio a su gran compinche Jorge Porcel –con quien compartió 36 películas y muchos momentos televisivos– en pleno programa con un zapato roto. “Entré –agregó–, interrumpí todo, agarré yo mismo la cámara y mostré: ¿cómo el público iba a perderse eso?” Su experiencia inicial en el medio

como técnico y alguna condición innata lograban que mirara como nadie a la cámara. “Cuando observo la lente le encuentro sentido: allí veo ojos, gente que me mira y que espera que yo la mire”, precisó allí. Y esa capacidad impar de improvisar se convirtió, con el tiempo, en algo esperado por el espectador. “No cubría un bache: daba continuidad a la secuencia poniéndola en evidencia”, conjeturó el desaparecido sociólogo Oscar Landi, uno de los muchos intelectuales que reivindicaron después de la muerte de Olmedo y desde las ciencias sociales los aportes del cómico a la cultura popular. Desde el libro Devórame otra vez (1992), Landi también observa que Olmedo, que conoció los altibajos y el éxito resonante en su larga trayectoria, en su etapa final “representó como nadie el grotesco, el sinsentido, la parodia que nos permitió seguir viviendo en la Argentina de la larga crisis”. Cualquiera asociará instintivamente esa reflexión a aquel “¡Eramos tan pobres!” con el que cerraba uno de sus sketches más celebrados. No fue la única expresión “olmediana” inscripta en la memoria televisiva. Los chicos que tomaban la leche con Piluso, los adultos que festejaban cómplices sus miradas y gestos ante la anatomía femenina, quienes se frustraban al verlo tan acartonado en el cine, quienes soñaron con un eventual paso suyo nunca concretado por obras más comprometidas y hasta quienes lo cuestionaron por su estilo y algunos modos reconocieron en él a una figura única, excepcional, distinta que dejó desde hace 20 años un vacío imposible de llenar.

Más información. Mirá un especial multimedia sobre el cómico www.lanacion.com.ar

Muertes trágicas en la farándula, en los años 80 La farándula local se sacudió más que nunca durante el verano de 1988. El 14 de febrero, Alicia Muñiz, la segunda esposa de Carlos Monzón, amanecía estrellada en el cemento al caer de un balcón en Mar del Plata. Se había peleado con el boxeador, a quien la Justicia condenó a 11 años de prisión, al hallarlo culpable de su muerte. Menos de un mes después, el 5 de marzo, la Argentina entera se despertó sorprendida con la noticia (y las horribles imágenes) de la muerte de Alberto Olmedo. Durante la madrugada, había estado jugando y haciendo equilibrio en el balcón del piso 11 del edificio Maral 39, de Mar del Plata. Pero no fueron los únicos. Durante la década del 80 y principios de los 90 fueron muchos los artistas, que fallecieron trágicamente. En enero de 1980, el galán Claudio Levrino se pegó un tiro en Mar del Plata, por accidente; el 8 de octubre de 1985, se suicidó la escritora Martha Lynch; el 26 de noviembre de ese mismo año, hacía lo mismo el dramaturgo Sergio De Cecco, y el 30 de abril de 1986, Thelma Stefani se arrojó al vacío desde el balcón de su departamento. Al finalizar el acto eleccionario del 15 de mayo de 1989, Julio De Grazia (viejo militante radical) se mató con una bala calibre 38. Dicen que no había tolerado la derrota de Angeloz frente a Menem. Ese mismo año, en julio, Graciela Cimer, embarazada de dos meses y deprimida, se arrojó desde el segundo piso de la casa de sus padres, en Avellaneda. Poco tiempo después se suicidó Carlos Thompson; y en 1992, también se arrojaron desde sus balcones el periodista Daniel Mendoza y el actor Carlos Parrilla.

Pablo Gorlero