Objetivos Centrales para lograr VESS

18. Objetivos Centrales para lograr VESS. Desarrollar las Autonomías e independencia del Aprendiz. Con el propósito de c
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Objetivos Centrales para lograr VESS Desarrollar las Autonomías e independencia del Aprendiz Con el propósito de crear individuos de gran firmeza ética e intelectual, Edulst ha establecido, como parte básica e integral de su filosofía y cultura, la importancia de inculcar en cada miembro de sus establecimientos autonomía moral, social, e intelectual. Estas autonomías interactúan en el individuo para moldear un mejor aprendiz, un mejor ciudadano, y en general, un ser humano más apto para un mundo que necesita personas correctas, responsables, y empáticas; personas que no solo tienen la destreza para sobresalir en la realidad dinámica del siglo 21, sino que lo quieren hacer con rectitud y un propósito que toma en cuenta a la comunidad, la humanidad, y el planeta. Es nuestra mayor convicción, como educadores, formar individuos autónomos que no se rijan por posibles castigos o recompensas sino por un firme compas moral, sintiendo un respeto y una responsabilidad por la vida de todo ser humano y del lugar en el que viven, con la fuerza, la creatividad, y la determinación de pensar libremente, y defender el pensamiento libre de los demás. Autonomía Intelectual: Autonomía es la capacidad que tiene el individuo de tomar decisiones y gobernarse a sí mismo. Con esto en mente, de acuerdo con el libro El Juicio Moral del Niño, escrito por el epistemólogo, psicólogo y biólogo suizo, Jean Piaget, tener autonomía intelectual significa tener la capacidad y el criterio para diferenciar lo falso de lo verdadero, y tomar decisiones al respecto. Por consiguiente, hay dos tipos de personas en el tema intelectual: los intelectualmente autónomos (aquellos que tienen la seguridad y el criterio para distinguir lo falso de lo verdadero,) y los intelectualmente heterónimos (aquellos que siguen a los demás.) La autonomía intelectual es supremamente importante porque en muchas formas es la base para la autonomía moral y la autonomía social, y debe promoverse en el aprendiz como parte integra de todas las materias que este estudia. Sin embargo, la educación tradicional muchas veces tiende a impedir su desarrollo en el estudiante. Piaget da un ejemplo de esto en su libro; si un niño en un su tarea de matemáticas escribe que 8+5=12, el profesor tiene dos opciones: tradicionalmente, el profesor marcaria la respuesta como una afirmación falsa o incorrecta y se la regresaría al niño sin decirle nada. Esto crea en el niño la percepción de que la respuesta es incorrecta no porque él hizo un mal cálculo sino porque el profesor la marco como tal. Así, el niño entiende que la verdad es algo que tienen aquellos que tienen la autoridad. Por otro lado, si en vez de marcar la respuesta como incorrecta el profesor le da la opción al niño de deducir por sus propios medios por que la respuesta es incorrecta, el niño entenderá que la verdad es algo universal a lo cual todos podemos llegar. La opción de analizar y entender un error promueve en el niño pensamiento autónomo, mientras esperar que un superior corrija o marque el error promueve en el mismo niño pensamiento heterónomo. Por lo tanto, La autonomía e independencia intelectual en el individuo se fomenta a través de las opciones y la posibilidad de tomar decisiones de acuerdo al nivel de desarrollo del individuo. Por ejemplo, desde que el niño es pequeño debe tener la posibilidad de hacer pequeñas decisiones como que colores o materiales va a usar en un trabajo. A medida de que el aprendiz crese y se desarrolla, las decisiones que se le otorgan deben ser de mayor importancia; como que electivos quiere tomar y de qué manera quiere solucionar un problema. Es esencial que en el salón se promueva la discusión desde una temprana edad y que se le inculque a los niños la costumbre de escuchar las ideas del otro y de analizarlas con el propósito de crear ideas propias que se basen en argumentos y no en la opinión de los demás. Esto desarrolla en el niño seguridad, criterio, y responsabilidad sobre las decisiones en su vida. 18

De esta forma, a través de ejercicios y rutinas de pensamiento, en Edulst provocamos en el estudiante la disposición de pensar por el resto de su vida de una manera independiente y autónoma que no es influenciada por personas sino por ideas y lógica. Autonomía Moral: Mientras la autonomía intelectual se centra en distinguir lo que es falso de lo que es verdadero, la autonomía moral se centra en distinguir lo que es malo de lo que es bueno. Según Piaget, también existen dos tipos de moralidad; la moralidad autónoma y la moralidad heterónoma. En esta teoría, los dos tipos de moralidad se diferencia en que la moralidad heterónoma es basada en el miedo hacia un superior y a la consecuencia que este puede traer, mientras la moralidad autónoma es basada en el entendimiento propio del individuo sobre lo que es el bien y lo que es el mal, basado no en castigos y recompensas sino en empatía y entendimiento de que los demás son afectados por las acciones de uno. En otras palabras, una persona de moralidad heterónoma basa su conducta en las reglas establecidas por otros, y una persona de moralidad autónoma usa su entendimiento empático de los demás y el mundo, y su autonomía intelectual para distinguir las acciones morales de las inmorales sin necesidad de la posibilidad de aprobación o castigo de un superior. Al nacer, todo ser humano es moralmente heterónomo. Los niños diferencian el bien del mal basados en los castigos y recompensas que los adultos en sus vidas le otorgan a cada comportamiento. Es solo a través del desarrollo que el niño empieza a ser más autónomo en su perspectiva moral. Piaget da un ejemplo de este desarrollo en su libro. En su investigación, Piaget entrevisto a diferentes niños entre los seis y los catorce años de edad, y les pregunto si es peor mentirle a un adulto o a un niño. Entre más joven era el niño la respuesta tendía más a ser que era peor mentirle a un adulto porque si el adulto se daba cuenta que la afirmación no era cierta, el niño podía ser castigado. Inversamente, muchos de los niños mayores contestaron que en situaciones se hacía necesario mentirle a un adulto, pero que era corrupto mentirle a otros niños. Aunque mentir es malo en ambas situaciones, la respuesta de los niños mayores demuestra una tendencia hacia la moralidad más autónoma que viene con el crecimiento y el desarrollo; una moralidad que se basa menos en la recompensa y el castigo, y más en el criterio de cada individuo de que es justo y “bueno” y que no lo es. El problema es que la educación tradicional funciona casi completamente con el uso de castigos y recompensas y usualmente ignora en su totalidad la necesidad de desarrollar autonomía moral en los estudiantes. En consecuencia, muchas de las personas en el mundo no desarrollan una autonomía moral fuerte y tienden a actuar heterónomamente en sus vidas adultas. Esto se vuelve un problema que invita a la corrupción, la trampa, y el crimen, cuando el individuo siente que no está siendo vigilado por una autoridad o que puede evadir las consecuencias de esta. Como en la autonomía intelectual, la autonomía moral se desarrolla cuando se dan opciones y se promueve el entendimiento y razonamiento critico individual. Al educar a un niño, tenemos la tendencia de promover o desanimar comportamientos a través de recompensas o castigos arbitrarios que no tienen ninguna relación directa con el comportamiento. Por ejemplo, si un niño se comporta mal en el salón, la profesora puede decidir llamar a sus padres y ellos pueden después decidir prohibirle la televisión por una semana, y esto quizás detenga el mal comportamiento. No obstante, la decisión del niño de comportarse bien no será una decisión autónoma sino una disposición heterónoma para evitar el castigo. Por otro lado, cuando el comportamiento de un niño es encontrado con consecuencias que se relacionan directamente con el comportamiento, el niño puede hacer una decisión autónoma de seguir o no con el comportamiento. En este mismo caso, si el niño que se está comportando mal en la clase es retirado de la clase y se le explica que no será admitido con el resto de los alumnos porque su comportamiento perjudica a los demás estudiantes, el niño vera la relación directa entre su mala conducta y la consecuencia y decidirá comportarse bien la próxima vez para no perjudicar a los demás y poderse quedar con ellos. El niño tiene la opción de seguirse comportando mal y pertenecer separado del grupo pero lo más probable es que el niño eventualmente haga la decisión autónoma de comportarse. La autonomía moral se desarrolla cuando se le da la opción al individuo de tomar la decisión “buena” y se le ayuda a comprender por qué la decisión “buena” es la mejor decisión.

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Autonomía Social: En Edulst, creemos que junto con establecer en el aprendiz autonomía moral e intelectual, como dijo Piaget, el colegio debe también establecer autonomía social pues esta es parte integra de las anteriores. La moralidad es la diferenciación que hacemos los seres humanos entre el bien y el mal de acuerdo con nuestra percepción y la de los demás. Con esto en mente, ser seres morales es tener en cuenta a los demás y por lo tanto a nuestra sociedad. En consecuencia, no se puede ser un individuo con autonomía social sin tener autonomía moral, pero tampoco se puede ser un individuo con autonomía moral sin tener autonomía social. De igual forma, para ser socialmente autónomo, el individuo necesita tener la autonomía intelectual para no seguir malos lideres o ideas cuando las mayorías los están siguiendo, y debe tener la independencia y fortaleza intelectual para distinguirse de estas mayorías cuando están haciendo algo incorrecto. Por lo tanto, la autonomía social resulta, en parte, cuando el individuo logra ser moral e intelectualmente autónomo. Habiendo dicho esto, es esencial que al aprendiz se le enseñen las tres autonomías por separado por que las tres hacen énfasis en diferentes cosas. Como se dijo anteriormente, la autonomía moral se enfoca en inculcar en el individuo la rectitud de hacer lo que está bien sin importar si hay recompensas o no, y la autonomía intelectual se enfoca en distinguir entre lo que es verdadero y falso. Por el otro lado, la autonomía social es el entendimiento de los derechos que tenemos todo ser humano, y de la responsabilidad que tenemos por defender nuestros derechos y los de los demás. Siendo la vida uno de los derechos más fundamentales, también es vital que el individuo entienda que tiene la responsabilidad de cuidar su comunidad y el medio ambiente pues esto afectara la vida de aquellos que vendrán en un futuro. Un individuo con autonomía social es un individuo que entiende que son tan importantes sus derechos, como lo es defender los de los demás. En el renacimiento Europeo, la humanidad hizo al individuo de tomar la decisión “buena” y se le ayuda a comprender por qué la decisión “buena” es la mejor decisión. Autonomía Social: En Edulst, creemos que junto con establecer en el aprendiz autonomía moral e intelectual, como dijo Piaget, el colegio debe también establecer autonomía social pues esta es parte integra de las anteriores. La moralidad es la diferenciación que hacemos los seres humanos entre el bien y el mal de acuerdo con nuestra percepción y la de los demás. Con esto en mente, ser seres morales es tener en cuenta a los demás y por lo tanto a nuestra sociedad. En consecuencia, no se puede ser un individuo con autonomía social sin tener autonomía moral, pero tampoco se puede ser un individuo con autonomía moral sin tener autonomía social. De igual forma, para ser socialmente autónomo, el individuo necesita tener la autonomía intelectual para no seguir malos lideres o ideas cuando las mayorías los están siguiendo, y debe tener la independencia y fortaleza intelectual para distinguirse de estas mayorías cuando están haciendo algo incorrecto. Por lo tanto, la autonomía social resulta, en parte, cuando el individuo logra ser moral e intelectualmente autónomo. Habiendo dicho esto, es esencial que al aprendiz se le enseñen las tres autonomías por separado por que las tres hacen énfasis en diferentes cosas. Como se dijo anteriormente, la autonomía moral se enfoca en inculcar en el individuo la rectitud de hacer lo que está bien sin importar si hay recompensas o no, y la autonomía intelectual se enfoca en distinguir entre lo que es verdadero y falso. Por el otro lado, la autonomía social es el entendimiento de los derechos que tenemos todo ser humano, y de la responsabilidad que tenemos por defender nuestros derechos y los de los demás. Siendo la vida uno de los derechos más fundamentales, también es vital que el individuo entienda que tiene la responsabilidad de cuidar su comunidad y el medio ambiente pues esto afectara la vida de aquellos que vendrán en un futuro. Un individuo con autonomía social es un individuo que entiende que son tan importantes sus derechos, como lo es defender los de los demás. En el renacimiento Europeo, la humanidad hizo un gran avance social cuando varios filósofos y pensadores declararon que todo ser humano tiene un conjunto de derechos que son irrefutables para toda persona. Con el paso del tiempo estos derechos se fueron desarrollando más, y más gente fue entendiendo que estos derechos eran para todos, sin importar credo, raza, nacionalidad, o genero sexual. En el siglo 21, un nuevo gran paso es necesario. Ya no es suficiente decirle al aprendiz que todos tenemos derechos humanos; en esta nueva era, el aprendiz debe entender que junto con estos derechos humanos vienen responsabilidades humanas que todo individuo debe honrar. Tener derechos no significa nada si los demás no sienten la responsabilidad de defenderlos. Ya no estamos en una época en la cual es aceptable que los grupos oprimidos peleen por sus derechos mientras el mundo observa ajeno a la situación. En esta nueva época el mundo entero debe entender que una violación a los derechos de

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cualquier individuo es una violación a la raza humana y por lo tanto es nuestro deber luchar en contra de ello. Un individuo socialmente autónomo es aquel que entiende sus responsabilidades humanas y las honra con valor, rectitud, y fortaleza. La persona con autonomía social entiende que el defender a alguien que está siendo oprimido no es un acto de heroísmo, sino un acto de básica decencia humana que todos debemos interiorizar. La persona con autonomía social entiende que es su responsabilidad cuidar el lugar en donde vive por que este lugar será compartido con miles de generaciones que merecen tener un mundo limpio y sano donde puedan ejercer sus derechos. La persona con autonomía social respeta a los que comparten su entorno porque entiende que ellos también merecen el mismo respeto que el exige y por lo tanto es su deber dárselo.

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