Nelly Olson, la mala de la tele

23 mar. 2012 - el taller de comedia musical de. Ricky Pashkus, Carlos Gianni y. Mariano Moruja. “Aquí encontré definitiv
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ESPECTACULOS

I

Viernes 23 de marzo de 2012

TEATRO s VIRGINIA KAUFMANN

PLATEA INFANTIL

POR JUAN GARFF

COMEDIA

Rojo DRAMATURGIA: LILIANA BODOC L DIRECCION: GALILEO BODOC L INTERPRETES: FEDERICO COSTA, JUAN GABARRA, JOSEFINA LAMARRE Y GALILEO BODOC L MUSICALIZACION: FERNANDO CERRA L VESTUARIO: ALEJANDRO BAAMONDE L MAQUILLAJE: LISANDRO OUTEDA L ESCENOGRAFIA: LINA BOSELLI Y DARIO TARASEWICZ L SALA: EL EXTRANJERO, VALENTIN GOMEZ 3378 L FUNCIONES: DOMINGOS, A LAS 17. L

Los diablos también se enamoran. Claro que a su diabólica manera pretenden llevarse a su pareja al infierno. Aun cuando se trate de una inocente vendedora de manzanas. Para ello cuenta el satánico enamorado con un truco proporcionado por su anciana bruja madrina: si le sonsaca tres veces consecutivas un sí a la pelirroja manzanera, será suya. Pero hasta al diablo más avispado puede encontrarse con la horma de su zapato. La situación en el averno es preocupante. El enamoramiento del diablo lo distrae de sus tareas habituales. La lava pierde temperatura, los volcanes se duermen, los fuegos eternos amenazan con extinguirse. Así que urge que enfrente el desafío de salir a la superficie a encontrarse con la vendedora de manzanas. Habrá que ver si puede llevar su cometido a buen término... “Rojo”, un cuento de Liliana Bodoc incluido en su libro Sucedió en colores, sube a escena con dramaturgia de la propia autora manteniendo su estructura de antigua historia de tradición oral, incluyendo a un personaje que narra la historia, aunque desde el punto de vista de quienes parecen dominar la escena: los diablos. La Compañía Tres Gatos Locos, dirigida por Galileo Bodoc, le imprime a la vez a esta impronta tradicional una estética contemporánea, cercana por momentos a las películas de Tim Burton. El rojo intenso de los personajes se

vuelca en cuadros compuestos a través de un preciso despliegue corporal para ilustrar mil y un travesuras infernales. El cuarteto de actores que conforman Federico Costa, Juan Gabarra, Josefina Lamarre y Galileo Bodoc, envueltos en atractivo vestuario y maquillaje, se desenvuelve con tal soltura y desenfado sobre una especie de baile de criaturas infernales que por momentos parece haber olvidado el hilo argumental hacia el que se dirigía. La vendedora de manzanas se hace esperar, pero muchos no lo notarán siquiera, en medio de la diversión satánica. Tanto más contundente es el inesperado desenlace del toma y daca entre diablo y vendedora, entre la intención engañosa y la aparente ingenuidad campestre, entre el que se cree sabio por viejo y quien no muestra más que frescura juvenil.

TEATRO

((((( MUY BUENA

Amores endiablados

PIEDRA LIBRE ESTRENO

Historias que alimentan Un árbol no florece al carecer de alimento. Una cuentacuentos traerá las historias necesarias para crecer con raíces profundas y un follaje espléndido. El grupo de titiriteros Libertablas estrena El árbol de las historias, de Luis Rivera López, con dirección de Gustavo Manzanal y canciones de Teresa Paro-

di, Elis García y Bruno Arias. En el Sha, Sarmiento 2255, el domingo, a las 16. $ 60. DINOSAURIO

La pequeña rebelde Una dosis de rebeldía guía a la pequeña de Tengo un dinosaurio en el ropero, de María Inés Falconi. En el auditorio de UPB, Campos Salles, el sábado a las 15. $ 50.

Kaufmann interpreta a la archirrival de Laura Ingalls

Nelly Olson, la mala de la tele Unipersonal sobre el “arte de odiar” LAURA VENTURA PARA LA NACION Los odiaba con todo su ser. Cuando era niña, sus compañeros del colegio le decían Nelly y Etelvina. La culpa la tenía su tez blanca, sus ojos claros y su pelo rubio. Para los niños, Virgina Kaufmann, aplicada y buena, se parecía a la villana de las series que veían a la hora de la merienda: La familia Ingalls y Señorita maestra. Justamente sobre el odio y sobre el costado infantil del Mal trata su nuevo trabajo en teatro. Gastón Cerana escribió el libro y la música, y además dirige Nelly Olson, odiar es un arte, inspirado en Virginia, pero no por su maldad, sino por su histrionismo y aspecto físico. Esta vez, la comparación no le duele. “Gastón quiso hablar de la maldad, y de la unión que ésta tiene con la bondad. Las dos caras de lo mismo. Creer que uno no es malo es negarlo. Pero ésta que aborda el texto no tiene filtro, como ocurre con los niños. Lo positivo es que se puede cambiar”, reflexiona. Virginia se presenta los viernes, a las 22.30, en Mediterránea Café Teatro (Tucumán 3378). En este espectáculo, Virginia está sola en escena, acompañada por el piano de Leonardo Stefoni, quien también es el director musical de la obra. En esta pieza interpreta a la perversa Nelly Olson, que vuelve al ruedo con su ferviente odio hacia Laura, la hija del medio de los Ingalls. Cuando era niña, Virginia tenía dos sueños: ser médica forense y bailarina. De General Roca, provincia de Río Negro, donde nació e hizo la primaria, se mudó a Brinkmann, en la llanura cordobesa. Allí, tomaba clases con la señorita Susana, la esposa del intendente, quien enseñaba a tocar instrumentos y dirigía el coro.

Virginia se mudó a los 18 años a Buenos Aires y estudió musicoterapia. “Se me había frustrado el hecho de ser bailarina. Todavía no tenía muy claro cuál era mi vocación. Además, tuve un problema en la columna, y la danza, en lugar de ayudarme, lo empeoró. Se me cayó la esperanza”, lamenta. Virgina comenzó a estudiar en el taller de comedia musical de Ricky Pashkus, Carlos Gianni y Mariano Moruja. “Aquí encontré definitivamente mi rumbo”, recuerda. Luego se incorporó a La vuelta manzana, de Midón, y luego fue una “Pipita”, como ella define a las bailarinas de Pipo Pescador. Allí conoció a Griselda Siciliani, con quien creó Tan modositas, que marcó las carrera de ambas: “Coincidíamos en la estética y el humor. Llamamos la atención porque éramos dos chicas muy desfachatadas”, dice. También con Siciliani, y con Diego Bros, nació Quiero llenarme de tí, inspirado en las canciones de Sandro. Virginia siguió estudiando. Primero ingresó en Escuela Popular de Música y luego en el taller de Augusto Fernandes. “Fue bravo. Allí, toda la alegría de la comedia musical se evaporó. Trabajé mucho más conmigo misma. Actuar implica conectarse con uno mismo, y justamente yo usaba el histrionismo para desconectarme”, confiesa. También trabajó en La fiaca, de Valeria Ambrosio, y volvió al infantil, El mago de Oz. Participó del éxito de Valientes, y armó su banda, Tu Párvula Boca, junto con Pablo Kessel, Tico Algranati, Hernán Bruno y Juan Ignacio Guerra. “Me gustaría tener una carrera próspera creativamente, y desarrollarla con originalidad”, dice. Hoy Virginia vive su sueño. No le importa lo que voces infantiles digan de ella.