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El gobierno de Gran Bretaña, preocupado por la vulnerabilidad de las islas ...... con el almirante Omishi a la cabeza, s
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Relaciones entre LAS INNOVACIONES TECNOLÓGICAS Y LA DEFENSA Casos y Políticas

Vicente Ortega Jordi Molas Natividad Carpintero

Primera edición: Octubre 2007

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico o por fotocopias.

Edita: Fundación Rogelio Segovia para el Desarrollo de las Telecomunicaciones Ciudad Universitaria, s/n 28040-Madrid

Imprime: E.T.S.I. de Telecomunicación Universidad Politécnica de Madrid Ciudad Universitaria, s/n 28040-Madrid Diseño de cubierta y maquetación: Rocio Ortega

ISBN (13): 978-84-7402-347-3 ISBN (10): 84-7402-347-5 Depósito Legal: M-44727-2007

Índice Presentación

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Capítulo 1: Tecnología y Defensa Vicente Ortega

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Introducción La necesidad, el deseo y el sueño en la creación técnica Influencia del cañón en nuevas técnicas Origen de las tecnologías aeronáuticas El Radar y las tecnologías de Microondas La Investigación de Operaciones Tecnologías Microelectrónicas Capítulo 2: El Proyecto Manhattan Natividad Carpintero Introducción Establecimiento del Proyecto Manhattan La fabricación de la bomba. Los Alamos National Laboratory Alamogordo, Hiroshima y Nagasaki El fin de la guerra Conclusiones Bibliografía Capítulo 3: La institucionalización de la I+D+i militar Vicente Ortega Introducción El informe Vannevar Bush El sistema Ciencia-Tecnología y la Defensa Las políticas de ciencia y tecnología en España y el papel de la Defensa Capítulo 4: Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU. Jordi Molas Políticas de I+D de Defensa: un enfoque comparativo

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Gran Bretaña Francia Estados Unidos Otros países Proyectos europeos Conclusiones: Tendencias en la organización y gestión de la I+D de Defensa. Agencificación y comercialización de los OPIS. Implicaciones para España Referencias

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Presentación

Presentación

Hace un año Isdefe firmó un acuerdo de cooperación con la Universidad Politécnica de Madrid para establecer, en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación, la CÁTEDRA ISDEFE-UPM cuyos objetivos principales son fomentar en el ámbito académico la enseñanza, la investigación y la colaboración universidad-empresa en las áreas relacionadas con la Defensa y la Seguridad, para lo cual se llevan a cabo cursos monográficos en grado y postgrado, proyectos fin de carrera, prácticas de estudiantes en la empresa, seminarios de divulgación y estudios e investigaciones sobre aspectos relevantes de la Defensa y la Seguridad. Se inicia, con este número, una serie de "CUADERNOS CÁTEDRA ISDEFEUPM" en los que se recogerán parte de los resultados de los trabajos y estudios desarrollados, esperando así contribuir al conocimiento y difusión de diferentes aspectos de la situación de unos sectores de actividad de importancia capital para el desarrollo tecnológico de España. Este primer cuaderno presenta un estudio de tipo histórico y filosófico de las relaciones entre el desarrollo de tecnologías y la contribución de las "artes militares" al mismo, con el estudio de algunos casos notables, al tiempo que se completa con una descripción de las políticas de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en España y en varios países occidentales. En cuadernos posteriores se irán incluyendo otros casos notables y actualizando las políticas.

Miguel Ángel Panduro Consejero Delegado de Isdefe

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Capítulo 1 Tecnología y Defensa Vicente Ortega

Tecnología y Defensa

Introducción La fuerte relación entre el desarrollo de la tecnología y las "artes militares" y el desarrollo de la guerra es un hecho históricamente demostrado y que prácticamente nadie niega. Basta estudiar los numerosos libros de historia de la tecnología o los ensayos sobre tecnología y sociedad para comprobar que las actividades del hombre dedicadas al ataque y a la defensa han sido uno de los factores importantes que han contribuido al desarrollo de inventos, artefactos, obras, máquinas, métodos, sistemas y organizaciones que constituyen el complejo mundo de la tecnología. Otra cosa distinta es el juicio y la valoración que cada individuo o grupo social pueda hacer respecto a determinados aspectos de esta relación. Pero el hecho existe y en este breve ensayo se trata tan sólo de examinar a grandes rasgos las causas de esta relación y los efectos de la misma deteniéndonos en algunas épocas y casos notorios en que se muestra de forma clara esta relación.

La necesidad, el deseo y el sueño en la creación técnica Señala J. Ortega y Gasset en su libro "Meditación de la Técnica"1 que la reforma de la naturaleza la lleva a cabo el hombre mediante la realización de "actos técnicos" que pretenden: 1. Asegurar la satisfacción de necesidades empezando por las más elementales. 2. Lograr la satisfacción con el mínimo esfuerzo, liberando al hombre de tareas repetitivas y fatigosas. 3. Crear posibilidades completamente nuevas que desarrollen la sobrenaturaleza técnica. Si el hombre siente hambre necesita comer. Alimentarse es un acto natural y en el paraíso bíblico esta necesidad quedaba satisfecha sin más. Pero no existen paraísos bíblicos y para alimentarse el hombre primitivo caza, lo cual ya supone el uso de unas herramientas o armas elementales y una cierta táctica grupal o tribal. Es decir, cazar ya es un acto técnico elemental.

"Meditación de la Técnica y otros ensayos sobre Ciencia y Filosofía". J. Ortega y Gasset. Revista de Occidente en Alianza Editorial. Madrid, 1982. 1

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Como señala Lewis Mumford en "Técnica y Civilización"2 : "Quizás la mayor influencia positiva en el desarrollo de la máquina haya sido la del soldado: a sus espaldas está el largo desarrollo del cazador primitivo. Originalmente la necesidad de armas del cazador fue un esfuerzo para incrementar el suministro de alimentos. De ahí el invento y el mejoramiento de las puntas de flecha, de las lanzas, de las hondas y de los cuchillos desde el alba más temprana de la técnica en adelante". ¿Cómo pasó el hombre de "la caza de la presa a la caza del hombre? Cuando hay que sobrevivir en un mundo hostil y de escasez en una civilización primitiva, es posible que el hombre no distinga entre una presa animal y una presa humana. El hombre actúa como un lobo para el hombre, según la conocida frase de Hobbes. Desde los albores de las más primitivas técnicas, pueden apreciarse ya dos hechos que acompañarán al desarrollo de la tecnología hasta nuestros días: el carácter ambivalente de la creación técnica y el carácter ambivalente de la actividad humana en el uso y perfeccionamiento del invento. En definitiva, la mejor o peor arma del hombre está en su cerebro. ¿La conquista es una necesidad en el sentido orteguiano? Creo que no. La conquista de otras tierras, la dominación de otros pueblos, puede a veces ser debida al afán de sobrevivir en un medio hostil, pero la mayor parte de las veces es un "deseo", cuyas raíces pueden ir desde el botín y el robo hasta la extensión de una determinada forma de cultura y civilización. Deseo del cual sí deriva una necesidad: la de defenderse del ataque. Sea por el deseo de conquista y dominación, sea por la necesidad de defenderse, lo cierto es que ambas cosas crean una demanda de armas, de técnicas que tienden: a) Por un lado, a acelerar el desarrollo tecnológico de artefactos, inventos, técnicas… etc. ya existentes y derivadas del mundo civil. b) Por otro lado, a propiciar e impulsar el desarrollo de nuevas aplicaciones no existentes, de las cuales pueden a su vez obtenerse aplicaciones en el mundo civil. Así pues, desde el principio de la civilización la guerra ha estado unida a la tecnología y a su desarrollo. ¿Hasta dónde tiene uno que remontarse para demostrar que la guerra ha sido quizá el principal propagador de la máquina?, se pregunta de nuevo L. Mumford. Quizás exagera al hablar de 2

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"Técnica y Civilización". Lewis Mumford. Alianza Universidad. Madrid, 1971.

Tecnología y Defensa

"principal". Un estudio de la historia de la tecnología nos demostraría que la concepción, el desarrollo y aplicación de muchas máquinas y tecnologías han sido debidas a necesidades de tipo civil así como su uso posterior, pero también la historia muestra numerosos ejemplos de la gran influencia que los ejércitos han tenido en el desarrollo de la tecnología. ¿Surgieron la minería y la metalurgia como demanda de los ejércitos? Probablemente no. Serían necesidades de construcción de herramientas, de vasijas, de utensilios domésticos, de objetos de ornamentación y lujo. Pero no cabe duda de que una vez conocidas las técnicas de forja y de aleación la principal demanda provino de la fabricación de espadas, flechas, lanzas, armaduras… etc. Como señalan T. K. Derry y T. I. Williams en su "Historia de la Tecnología"3 al describir las diversas aplicaciones del hierro en las civilizaciones antiguas: "Pero no debemos caer en la exageración y la anticipación. El nuevo metal se usó primero para hacer armas; después para fabricar azadas y hachas y picos para granjas y minas; finalmente, para las herramientas que hemos descrito…". Así pues, en el desarrollo de la "tecnología metalúrgica" estaríamos ante un caso claro de lo que hoy se denominan "tecnologías duales": un invento, un proceso, una idea, nacidos de una necesidad, deseo o sueño, no pensada inicialmente para una aplicación militar, pero cuya utilidad para la guerra se ve pronto con claridad, se desarrolla y se perfecciona bajo el impulso de la demanda de los ejércitos al tiempo que también se usan para otro tipo de aplicaciones civiles. No se trata, evidentemente, de hacer una exposición detallada, siguiendo la historia del desarrollo tecnológico, de la relación entre las artes militares y la tecnología, pero sí señalar algunos ejemplos notables de influencia mutua entre ambas4 y tratar de examinar aquellos factores que son comunes a todos los casos de "innovación tecnológica".

Influencia del cañón en nuevas técnicas Donald Cardwell, en su "Historia de la Tecnología"5 al referirse a innovaciones realizadas en la Edad Media que tuvieron una repercusión importante en las ciencias y técnicas posteriores dice: "Este cambio estuvo relacionado

"Historia de la Tecnología", Volumen 1. T. K. Derry, Trevor I. Williams. Siglo XXI de España, Editores S.A. Madrid, 1977. 4 Para una descripción más amplia puede consultarse el libro "Tecnologías de la Defensa". Carlos Martí Sempere. Isdefe. 1999. 3

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con un conjunto importante de inventos fundamentales que lo acompañaron y cuya importancia última transcendió con mucho su utilidad inmediata. Entre ellos aparecen la prensa tipográfica, el reloj de pesas, el torno de hilar, el cañón y el alto horno. Estos inventos, unidos al cambio de concepción de la naturaleza, posibilitaron la revolución científica del siglo XVII". Posiblemente es un poco exagerada esta afirmación pero, incluso así, el cañón figura entre esos inventos notables. Se sabe poco sobre los orígenes de la pólvora y el cañón. Ambos parecen proceder de los chinos y de los bizantinos, que los utilizaban para los juegos artificiales y fueron transmitidos a Europa a través de los árabes, donde se empezó a utilizar como arma de asedio a castillos y fortalezas. El efecto del cañón - y posteriormente de otras armas de fuego - sobre el desarrollo tecnológico fue múltiple y empezó a notarse en el siglo XV, aunque la primera versión documentada del cañón es de 13186. El primer efecto fue sobre el aumento y mejoramiento de las técnicas metalúrgicas. Probablemente, las técnicas de fundición con moldeado deben a la fabricación de campanas para iglesias y catedrales buena parte del saber hacer inicial. Pero las características y especificaciones de un cañón son mucho más rigurosas y requieren el uso del hierro colado más que el bronce, lo que llevó a un incremento notable de la demanda del hierro que llevaría al desarrollo de nuevas técnicas de fundición y a la instalación de los primeros "altos hornos". Como señala L. Mumford7: "En Francia los altos hornos no se construyeron hasta alrededor de 1550, y a últimos de siglo Francia disponía de trece fundiciones, todas ellas dedicadas a la fabricación de cañones, siendo el otro producto importante las guadañas". Por otro lado, los antiguos métodos de hierro forjado artesanalmente en las fraguas no eran suficientes y se va pasando del concepto de fragua-taller al de factoría-fundición. A su vez la gran demanda de hierro debida a la fabricación de cañones y armas de fuego produce la necesidad de buscar un sustituto al carbón vegetal, dada la acelerada deforestación que estaban padeciendo varios países de Europa. A estos efectos conviene recordar que hasta bien entrado el siglo XVIII la madera era el recurso industrial dominante, usada como materia prima, como instrumento, como máquina-herramienta, como máquina, como utensilio y como obra, como combustible y como producto final. L. Mumford señala8: "Si en realidad no hubiera sido por la demanda de metal para las monedas, las armaduras, los cañones y las balas durante este periodo (siglos "Historia de la Tecnología". Donald Cardwell. Alianza Universidad. Madrid, 1996. D. Cardwell, op. c., pág. 51. 7 L. Mumford, op. c., pág. 108. 8 L. Mumford, op. c., pág. 138. 5 6

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XIV a XVIII), la necesidad de metales hubiera sido relativamente insignificante". Así pues, la metalurgia del hierro que se desarrollaría exponencialmente a partir del siglo XVIII es deudora principalmente de una necesidad directa de las armas de fuego. Posteriormente, siempre en el desarrollo las tecnologías metalúrgicas (acero, aluminio…) las necesidades de los ejércitos han impulsado su crecimiento y desarrollo9, aunque a partir del siglo XIX las aplicaciones de los metales al mundo civil han sido también muy importantes. Estamos, pues, ante un ejemplo muy claro e importante de "tecnologías duales" en el sentido de que su desarrollo inicial a gran escala fue debido principalmente a necesidades de los ejércitos y, posteriormente, han tenido muchas aplicaciones al sector civil. La influencia del cañón va más allá de la tecnología metalúrgica. Otro campo, en este caso las ciencias físico-matemáticas, debe también parte de su desarrollo en el Renacimiento a la balística, es decir, al estudio del movimiento de los proyectiles. Así, en una constelación de físico-matemáticos que van de Nicolás de Cusa a Galileo Galilei, pasando por Nicolás Tartaglia y Cardano, por citar sólo algunos, "se ocupan del problema del movimiento de los proyectiles" (Historia de la Ciencia, René Taton, Tomo 4, Ed. Orbis), desarrollando nuevas teorías y fórmulas para el cálculo de trayectorias. La nueva ciencia que anunciaba el libro de Tartaglia "Nova Scientia" (1537) era la ciencia de la balística. El propio Galileo, físico, matemático, astrónomo, también enseñó en la Universidad de Padua "ingeniería militar" haciendo experimentos en el arsenal de Venecia (Estado del que dependía la Universidad de Padua) sobre trayectorias lo que le llevó en 1638 al establecimiento del movimiento parabólico de los proyectiles en su tratado "Discurso y demostración matemática en torno a las nuevas ciencias relacionadas con la mecánica10. Y no puede pasarse por alto la figura de Leonardo da Vinci prototipo de ingeniero militar del Renacimiento, que ofrece a Ludovico Sforza en Milán sus artefactos y sus procesos de fabricación y operación de cañones y morteros para el asedio o la defensa de fortalezas.

El convertidor de Bessener (R.W. Clark, pág. 149) para la producción de acero fue el resultado de buscar un proyectil más eficaz y la máquina barredora de Wilkinson, sin la cual Watt y Boulton no hubieran podido construir sus máquinas, fue diseñada para la fabricación de cañones. Joel Mokyr, pág. 231). Véase: "Works of Man". R.W. Clark. Century Publishing Co. Ltd. London, 1985. "La palanca de la riqueza". Joel Mokyr. Alianza Universidad. Madrid, 1993. 10 Enciclopedia Larousse, pág. 4256 9

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También el cañón, la pólvora y otras armas de fuego modificaron las técnicas de construcción de fortalezas. Sebastián Le Preste de Vauban, Mariscal de Francia11 cuya experiencia y prestigio llevaron a la fundación en 1675 del "Cuerpo de Ingenieros Militares" en Francia, que llevaría posteriormente, siguiendo este modelo a la creación de las primeras escuelas de ingeniería civil en Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII. La utilización a gran escala de nuevas armas lleva a nuevas formas de organización de los ejércitos, a nuevas tácticas, a nuevas formas de planeamiento, de dirección de hombres, máquinas y recursos, en lo que podían ser los rudimentos de la "investigación de operaciones", que será tratada con más amplitud posteriormente. La figura adjunta resume, de forma gráfica, la influencia de la pólvora y el cañón en diversas ramas de la tecnología en lo que fue el primer paso importante de la "tecnificación de la guerra".

INFLUENCIA

METALÚRGICA

FUNDICIÓN

MINERÍA

BALÍSTICA

FORTALEZAS

ORGANIZACIÓN

TRAYECTORIAS

ARTEFACTOS

TÁCTICAS

CAL. MATEMAT.

TEC. CONSTRUC.

ESTANDARIZAC.

FUERZAS

MECÁNICA

PROD. SERIE

DINÁMICA

GRAN DEMANDA

INFLUENCIA

El lector interesado en los trabajos de Vauban puede consultar el libro "Works of Man", ya citado. 11

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Tecnología y Defensa

Origen de las tecnologías aeronáuticas ¿Surgen las tecnologías relacionadas con el vuelo como necesidades de los ejércitos? Sin duda no. ¿Acaso como necesidades primarias demandadas por la sociedad, como otras formas más primitivas de desplazamiento? Tampoco. Volar forma parte de los sueños de algunos hombres, de los dioses, ya que en todas las mitologías y religiones hay ejemplos notables de vuelo. Entre estos últimos podemos citar los ángeles y arcángeles en el cristianismo, la historia de Dédalo e Ícaro en la mitología griega o los dioses vinkingos Locki y Freyja que adquirían formas de aves para viajar. Roger Bacon (1214-1294) uno de los primeros profetas del desarrollo tecnológico ya anticipó algunas profecías sobre el vuelo y el genial Leonardo da Vinci (1452-1519) diseñó artefactos para volar y estudió el vuelo de las aves, en la época del Renacimiento, cuando la magia, las religiones y las mitologías empezaron a dejar paso a la razón, al cálculo y al inicio de la ciencia experimental. Pasaremos por alto los experimentos, construcción y aplicaciones de los globos aerostáticos y dirigibles para fijar la atención en los experimentos de los hermanos Wilbur and Orville Wright, constructores de bicicletas y conocedores de anteriores experimentos fallidos de George Cayley o de los hermanos Otto y Gustav Lilienthal, entre otros. Conviene señalar que en la segunda mitad del siglo XIX, con la triunfante Revolución Industrial, los ingenieros y empresarios vivían en Europa y en USA una situación de euforia innovadora en la que se creía que todo era posible. El caldo de cultivo de la innovación -invención se diría entonces- estaba servido en la sociedad civil y concretamente en el sector que nos ocupa, la "Aeronautical Society" (más tarde "Royal Aeronautical Society") fue fundada en Londres en 186612. Conviene también señalar que, hacia 1887, los inventos y perfeccionamientos de Gottlieb Daimler hicieron posible tener los motores de combustión interna con gasolina que permitieron superar la relación peso del artefacto/potencia motriz que hasta entonces hacía imposible el vuelo con motor. No fue, sin embargo, en Gran Bretaña sino en Kitty Hawk, Ohio (USA), donde se produjo el que se considera como el primer vuelo tripulado de un avión con motor (El Flyer): fue el 17 de diciembre de 1903 y el tripulante era Orville Wright, cubrió 37 metros a una velocidad de 16 Km./hora volando a un altura de 3 metros. A partir de aquí, los hermanos Wright y otros continuaron con nuevos vuelos aumentando la altura, la velocidad y

Una historia detallada de los comienzos de la aeronáutica puede consultarse en "Man with wings", Capítulo XI del libro "Works of Man", ya citado.

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el alcance de los mismos hasta que, en julio de 1909, Loris Bleriot sobrevoló el Canal de la Mancha, entre Calais y Dover, cubriendo 38 kilómetros en 37 minutos, demostrando que los vuelos tripulados eran una realidad y, como se comentó ampliamente en la prensa, que Gran Bretaña dejaba de ser "una isla" a la que se podía invadir por el aire. Lloyd George, el Canciller del Exchequer, comentó: "Las máquinas voladoras han dejado de ser sueños y juguetes; son un hecho establecido". Las profecías de Roger Bacon, los diseños de Leonardo da Vinci, los sueños y esfuerzos de curiosos experimentadores intentando desafiar a la naturaleza habían dado su fruto. Comenzaba la fase de desarrollo de la "tecnología aeronáutica" cuya invención no había nacido de una aplicación o necesidad militar. Sin embargo, la capacidad de los aviones como arma para los ejércitos fue rápidamente comprendida por los gobiernos de Europa y USA. En Gran Bretaña, el "Almacén de Equipamiento de Dirigibles del Departamento de Guerra" que existía desde 1878 fue reorganizado y de él salieron la "Royal Air Force " (RAF) y el "Royal Aircraft Establishment" (RAE), del cual saldrían numerosas invenciones durante el próximo medio siglo. De modo parecido, en USA, el interés del Presidente, Theodore Roosevelt, llevó a la adquisición, en 1909 para fines militares, de un avión que volaba a una altura de 915 metros, a una velocidad de 70 km/hora con una trayectoria de 120 kilómetros. El comienzo de la Primera Guerra Mundial disparó la necesidad apremiante de disponer de esta nueva arma de observación, de ataque y de defensa tanto en cantidad como con mejores prestaciones de velocidad, maniobrabilidad, altura de vuelo y capacidad de transporte, lo que llevó a que muchos ingenieros y muchos obreros se dedicaran a la I+D y a la fabricación de varios tipos de aviones y a la creación de un nuevo tipo de industria. Así, al comienzo de la guerra apenas unos centenares de trabajadores estaban construyendo aviones en Gran Bretaña. En 1918 había 350.000 (y algo parecido ocurrió en Alemania y en USA). Desde el punto de vista de las prestaciones técnicas, el avance fue espectacular. En el periodo 1914-1918, el techo del vuelo se había elevado de 2.000 a 9.000 metros; el peso del avión por caballo de potencia del motor se había reducido a la mitad; y la velocidad había aumentado de 100 Km/h a 200 km/h13. Queda, pues, claro que las necesidades apremiantes de ataque o de defensa (según el país de que se trate) contribuyeron de manera notable al despegue y consolidación de una nueva tecnología, de una nueva industria. 13

Ronald W. Clark, op. c., pág. 248.

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Tecnología y Defensa

Como sucede con el desarrollo de máquinas complejas, las innovaciones propias o endógenas van acompañadas de otras innovaciones auxiliares que luego cobran importancia propia para otras aplicaciones. En el caso de la industria aeronáutica, ésta contribuyó de modo notable al desarrollo de nuevos motores y turbinas y de materiales metálicos ligeros, cuya importancia sería extraordinaria posteriormente y sus efectos constituirían otros capítulos monográficos que caen fuera del alcance de este trabajo. Para acabar esta prehistoria de la tecnología aeronáutica, y puesto que de I+D+i estamos tratando, será bueno copiar un escrito de Hugo Junker, un ingeniero alemán que introdujo numerosas e importantes innovaciones en el diseño y fabricación de aviones en los años de la preguerra, hasta llegar al J.1 ("The Tin Donkey"), auténticamente revolucionario. Ante las críticas de sus socios y amigos que veían peligrar el boyante negocio de la empresa por la dedicación a invertir tiempo y esfuerzo a algo demasiado novedoso, Hugo Junker escribe: “Lo que yo quería era penetrar en lo desconocido, ser pionero. Yo estaba completamente convencido de que la probabilidad de éxito era menor que la que sigue los caminos convencionales. Pero, ¿por qué no debemos abordar los problemas que pueden tener tremendas posibilidades? ¿Debemos abordar sólo lo que es comercial y económicamente valioso y asegurado? El criterio debe ser la manera en que se lleva a cabo tal aventura pionera, sin importar su duración o lo nebulosas que puedan ser las posibilidades de éxito"14. Acabada la Primera Guerra Mundial, queda suficientemente demostrado la viabilidad de la aviación, se han desarrollado muchas mejoras técnicas y hay muchos ingenieros y técnicos y operadores entrenados en el diseño, fabricación de aviones y en su utilización. Y todo ello gracias fundamentalmente a dos causas: la "Invención" (investigación la llamaríamos hoy) y demostración del primer vuelo tripulado por los hermanos Wright, fruto de la curiosidad, del esfuerzo, del sueño, del deseo de vencer las dificultades de la naturaleza; y el "Desarrollo" posterior impulsado por una "necesidad" imperiosa y urgente de disponer de un arma potente para el ataque, la defensa (o ambas a la vez). Invención de naturaleza civil, desarrollo de tipo militar. A partir de este momento se desarrollan en paralelo, y en un proceso de fertilización cruzada, la aviación comercial civil y la de guerra militar pero qué duda cabe que la primera es fuertemente deudora del desarrollo de la segunda. Un estudio pormenorizado mostraría detalles interesantes de este proceso hasta nuestros días: "propulsión a chorro (jet-engines)",

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Ronald W. Clark, op. c., pág. 248.

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"velocidad supersónica", "Concorde", "F-16", "EF-2000", "AIRBUS, etc., donde cada vez es más difícil establecer en el ámbito de la I+D diferencias entre lo civil y militar. Sólo existe netamente en el ámbito de la aplicación y en el objetivo de la necesidad.

El Radar y las tecnologías de Microondas En muchas ocasiones una innovación en un campo determinado desencadena la necesidad de otra innovación. Y me refiero a innovaciones radicales no a innovaciones de mejora. Las radicales son pocas pero de gran importancia y suceden de tarde en tarde. Las de mejora son muy abundantes y se suceden de forma ininterrumpida una vez que se ha producido la radical. En este sentido podríamos aplicar a las innovaciones tecnológicas las teorías de Khun sobre las revoluciones científicas15. En el caso de la aeronáutica podríamos decir que la innovación radical es el proceso que culmina con los primeros vuelos a motor tripulados de los hermanos Wright. A partir de ahí comienza la cadena de innovaciones de mejora, que proceden no sólo del desarrollo de las tecnologías propias sino del de otros campos: nuevas teorías, nuevos materiales, nuevos combustibles… etc., en lo que denominé un proceso de fertilización cruzada. Viene esta digresión a cuento de que el desarrollo de la aviación llevó a otra innovación radical: el RADAR, acrónimo de "Radio Detecting and Ranging". El vuelo de Louis Bleriot el 25 de julio de 1909 entre Calais (Francia) y Dover (Gran Bretaña) había demostrado, entre otras cosas, que el Canal de la Mancha no era ya una barrera contra la invasión desde la Europa continental. No es casual, pues, que los primeros desarrollos prácticos del Radar tuvieran lugar en Gran Bretaña. Sin embargo, tuvieron que pasar bastantes años hasta que este sistema de detección y localización de objetos móviles a distancia fuera una realidad. Puestos a buscar los antecedentes científico-técnicos del Radar hemos de remontarnos al mundo civil, al año 1888, en que Rudolf Hertz, profesor de Física Aplicada de la Universidad Técnica de Karlsruhe, demuestra que las ondas electromagnéticas se pueden producir, se propagan, se concentran, se reflejan y se refractan. Demostraba de forma experimental las teorías sobre electromagnetismo realizadas por James Clerk. Maxwell, profesor de Matemáticas y Física en el King's College de Londres, hacia 1864. "La estructura de las revoluciones científicas". T. S. Kung. Fondo de Cultura Económica. México, 1975. 15

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Hacia 1900, Nicolas Tesla describió un dispositivo para determinar la localización de un objeto que se mueve por medio de ondas de radio y en 1904, Christian Hülsmayer, ingeniero alemán, patentó un detector de obstáculos para la navegación marítima basado en las ideas de Tesla. Sin embargo, la atención principal de científicos, ingenieros y gobiernos en estas décadas estaban centradas en el desarrollo de la radiotelegrafía para fines civiles y militares16 y en la aviación. La patente de Hülsmeyer fue rechazada tanto por las autoridades civiles y militares como por empresas de radio líderes mundiales en aquellos años como Telefunken17. También Guillermo Marconi comunicó en 1922 al Instituto Americano de Ingenieros de Radio (AIRE) la viabilidad de sistemas de localización vía radio. Pero, a pesar de estas noticias, no se concebía ninguna necesidad. En 1934, en algunos departamentos del Gobierno de Gran Bretaña, existía una cierta preocupación por encontrar algún sistema de contramedida para los bombarderos que pudieran llegar de Alemania en una guerra que se presentía próxima y se buscaba el consejo de los científicos e ingenieros. Así, en enero de 1935, H.E. Wimperis, Director de Investigación Científica del Ministerio del Aire británico, encargó un estudio a Robert Watson-Walt, superintendente del Departamento de Radio del "Laboratorio Nacional de Física", quien sugirió la posibilidad del uso de ondas de radio reflejadas para localizar aviones. No sin dificultades, las ideas de R. Watson fueron abriéndose caminos en la intrincada administración británica y, finalmente, el apoyo de Edward A. Appleton, la más importante autoridad británica en radiopropagación y futuro Premio Nobel de Física (1947), hicieron posible la experimentación y desarrollo de estaciones de radiolocalización en Bawdsey Manor, en la Costa Este de Inglaterra, de modo que en 1939 el Gobierno británico había gastado 10.000.000 de libras esterlinas y se podían detectar aviones volando a 3.000 metros de altura y a 160 Km/hora de distancia. Las cortinas de radares en las costas británicas fueron decisivas para la victoria de la Batalla de Inglaterra, de tal modo que llevó a Winston Churchill a decir: "Radar won the Battle of Britain"18. Este es solamente un ejemplo notable de las investigaciones que en la década de los años treinta del siglo XX se llevaban a cabo en casi todos los países que después estuvieron involucrados en la Segunda Guerra Mundial: Alemania, Japón y Estados Unidos. En este último país, en los "Laboratorios de Investigación de la Marina" (U.S. Naval Research Laboratory) se estaban llevando a cabo trabajos parecidos, orientados La guerra de los Boers en 1899 fue la primera aplicación militar de la radiotelegrafía. Una historia detallada de estos desarrollos puede consultarse en "History of Wireless". T. K. Sarkar, M. Salazar y otros. John Wiley & Son, Inc. New Jersey. 2006. 18 "History of Wireless", op. c., pág. 550. 16 17

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a la detección de submarinos y a la protección de bombarderos y se desarrollaron teorías, prototipos y dispositivos entre los años 1931 y 193619 . La visita de la comisión gubernamental británica (Comité Tizard) a los Estados Unidos para intercambiar información, considerada entonces secreta, y pedir ayuda, espoleó el esfuerzo de numerosas instituciones y muchos científicos de universidades y centros de investigación para desarrollar teorías, métodos, dispositivos y sistemas para nuevos sistemas de armas y tácticas de organización. En particular, los avances británicos en las tecnologías radar llamaron la atención de varias universidades y científicos en Estados Unidos, lo que llevó al establecimiento en el "Instituto de Tecnología de Massachusetts" (MIT) del "Laboratorio de Radiación" en el año 1940 y del "Laboratorio de Microondas" del "Instituto Politécnico de Brookling", entre otras instituciones universitarias. Gran cantidad de físicos y matemáticos dedicados a otras investigaciones, orientaron sus actividades al desarrollo de las tecnologías asociadas al Radar y a las Microondas. Debemos recordar que en el año 1939 los profesores J.T. Randall y H.A. Boot, investigadores de la Universidad de Birminghan, habían inventado el tubo de vacío llamado "magnetrón" a petición del Almirantazgo británico, y en Estados Unidos, los hermanos Russell y Sigur Varian, investigadores de la Universidad de Stanford, habían patentado el "klystron". Estas nuevas válvulas de vacío produciendo señales de frecuencias hasta entonces inéditas y con gran potencia fueron decisivas para el funcionamiento de los radares. Acabada la guerra y liberados ciertos secretos queda como ejemplo de tan ingente labor de I+D la publicación de los 26 volúmenes de la "Radiation Laboratory Series", auténtica enciclopedia de la tecnología de una rama de la ingeniería de radio que habría de tener un desarrollo futuro muy importante: las tecnologías de Microondas y Milimétricas. El lector interesado en conocer con más detalle los nombres de estos científicos, las teorías y dispositivos que desarrollaron y sus trabajos y publicaciones pueden consultar el libro ya referenciado "History of Wireless", páginas 548 a 556. Sirva señalar que a dos de los científicos involucrados en estos trabajos les fue concedido el Premio Nobel de Física: E. M. Purcell (1952) y Julian Schwinger (1965). O visto de otro modo, en 1940 cuando se funda el "Laboratorio de Radiación" había unas doce personas trabajando y en 1945, al acabar la guerra, eran unos cuatro mil. En Gran Bretaña, al final de la guerra, había unas tres mil personas en I+D relacionadas con tecnologías radar en los establecimientos de investigación del gobierno y

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Para más detalles ver "From Compass to Computer". W.A. Atherton. San Francisco, Press, Inc. USA.

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otras mil en el desarrollo e implementación de los equipos en las industrias 20. De esta breve excursión sobre la historia de una innovación importante pueden extraerse varias conclusiones. En primer lugar, es un caso de innovación debido completamente a una necesidad de tipo militar. Aunque las teorías subyacentes y las posibilidades técnicas generales procedían del mundo civil y de las aplicaciones civiles de las radiocomunicaciones, la innovación radical procede de una necesidad militar apremiante para dotarse de un sistema de defensa contra la aviación dada primero la proximidad y luego el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En segundo lugar, de esta necesidad deriva la concentración de esfuerzos financieros por parte de los Departamentos de Defensa de los gobiernos de varios países, con Gran Bretaña y Estados Unidos a la cabeza, para crear programas de I+D orientados a un fin y poner en marcha equipos de científicos e ingenieros de instituciones civiles y militares de I+D en un esfuerzo de cooperación poco común hasta entonces y en el que las Universidades jugaron un papel fundamental. En tercer lugar, debe destacarse el papel fundamental jugado por la investigación básica, por el conocimiento científico. En los años 30, la ingeniería de radio tenía mucho más de experimentación, de practicidad, de ingenio, de habilidad, que de conocimiento científico básico. El desarrollo de los sistemas de radiocomunicación estaba alcanzando su potencial de crucero. Tuvieron que ser los físicos y matemáticos de las universidades los que acudieron en ayuda de los ingenieros para llevar a cabo una serie de innovaciones radicales que se tradujeran en dispositivos prácticos. En cuarto lugar, el desarrollo del Radar supuso el nacimiento y crecimiento de unas nuevas tecnologías de radiocomunicaciones, de dispositivos y de circuitos de gran importancia para las aplicaciones civiles en el sector de las telecomunicaciones: radioenlaces, satélites, banda ancha, etc.. Incluso el desarrollo de los primeros detectores de silicio y de germanio pudieron servir de precursores del transistor de contacto de puntas. Otra aplicación concreta al mercado de electrodomésticos es el popular "horno de microondas", que emplea como elemento calefactor el "magnetrón", derivado directamente de los radares primitivos. En quinto lugar, los propios sistemas radar son ampliamente utilizados actualmente para la navegación aérea y marítima civiles, para la seguridad

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"The Carrier Wawe". Peter Hall, P. Preston. Unwin Hyman Ltd. London. 1988, pág. 99.

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del tráfico en carreteras, para la protección de edificios, para las predicciones meteorológicas y otras más, aparte de las propias aplicaciones militares que han unido el guiado de misiles y de aviones a las aplicaciones iniciales de localización de objetos en movimiento. "Thus, work on radar, impelled by rearmament, had a major impact on the development of electronics technology generally… The high priority given to radar work, the direct cooperation of the best scientist from industry, university and government, together with the relatively large resources available, led to an extraordinarily rapid flow of new devices and equipment, without previous parallel in the history of industry. Indeed, the success of the radar programme clearly shows how a technical lag could be overcame by a country with adequate scientific resources one the decision was taken". (Copiado de "The Carrier Wawe", obra citada, pág. 98-99).

La Investigación de Operaciones (IO) "El levantamiento de planos, el uso de mapas, el plan de campaña, mucho antes de que los hombres de negocios idearan los diagramas de organización y de ventas, la coordinación del transporte, los suministros y la producción, la amplia división entre caballería, infantería y artillería, y la división del proceso de producción entre cada una de dichas ramas; finalmente, la distinción de funciones entre las actividades de la plana mayor y las del campo, todas esas características colocaron el arte de la guerra muy por delante de los negocios o de la artesanía, con sus mezquinos, empíricos y faltos de perspicacia métodos de preparación y operación. El ejército es de hecho la forma ideal hacia la cual debe tender un sistema industrial puramente mecánico". Esta larga cita, tomada del libro "Técnica y Civilización" de Lewis Mumford (Alianza Editorial, 1971, pág. 109-110), resalta, de forma quizás algo exagerada, la importancia del ejército, no ya en la invención y desarrollo de artefactos, máquinas, etc. sino en algo muy importante para el desarrollo de la tecnología: la organización de los sistemas industriales. Para entender mejor la cita debe saberse que el libro fue escrito en 1932 aludiendo a una época que ya declinaba - la Revolución Industrial - y en la que nacía otra época en la que el conocimiento científico cobraría gran importancia y vendría en auxilio de una ingeniería basada en la experimentación, en la habilidad, en el ingenio y otras características personales. Época que vería nacer muchas ramas de la moderna ingeniería, entre ellas, la Investigación de Operaciones (IO). Pero antes de entrar en las causas y orígenes de la IO, continuemos con otras citas del libro mencionado relativas a las formas de organización 20

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industrial y a los primeros ingenieros modernos. Continuando lo anterior, Mumford señala: "En el sigo XVII, antes de que el hierro hubiera empezado a ser usado en gran escala en cualquiera de las demás artes industriales, Colbert había creado fábricas de armas en Francia; Gustavo Adolfo había hecho lo mismo en Suecia y Pedro el Grande en Rusia… . Dentro de estas fábricas la división del trabajo estaba establecida y la amoladura y el pulimento se realizaban hidráulicamente de tal manera que Sombart observó que Adam Smith hubiera hecho mejor tomando las armas como ejemplo de producción moderna con todas las economías de especialización y concentración que la fabricación de alfileres. La presión de la demanda militar no sólo aceleró la organización de la fábrica al principio: siguió persistiendo durante todo su desarrollo. A medida que la guerra aumentó en extensión y que se llevaron al campo de batalla mayores ejércitos, su equipo resultó ser una tarea más pesada. Y como sus tácticas llegaron a mecanizarse, los instrumentos necesarios para realizar movimientos precisos y oportunos exigieron también llegar a la uniformidad. De aquí que con la organización de la fábrica apareció la estandarización en mayor escala que la que podía hallarse en cualquier otro sector de la técnica, excepto quizá el de la imprenta"21. En esta cita, además de señalar que las primeras fábricas, distintas de los talleres y factorías, son las de armas que requieren un tipo de organización distinto, Mumford señala la "presión de la demanda" de los ejércitos como otra causa del desarrollo de la tecnología, circunstancia que persiste en nuestros días. Pero no es solamente en la organización de los procesos de fabricación donde la influencia del ejército se hace notar. En otro capítulo se describió la importancia que tuvo el invento del cañón y la utilización de la pólvora en el desarrollo de la tecnología metalúrgica y las técnicas de construcción. También fue decisiva su influencia en los cambios de organización de los ejércitos y en la ampliación de las funciones que los militares debían llevar a cabo: la construcción de carreteras, de canales, de pontones con barcazas, de puentes, de galerías subterráneas (minas) y otras facetas de la ingeniería que entran de lleno en el arte militar. Como señala Mumford: "Característico es que Leonardo ofreciera sus servicios al duque de Milan, no simplemente para proyectar máquinas de guerra, sino para dirigir todas las operaciones ingenieriles. Dicho brevemente: la guerra creó un nuevo tipo de director industrial que no era un albañil, ni un herrero, ni un maestro artesano: el ingeniero militar. En el curso de la guerra el ingeniero militar combinó todas las funciones del ingeniero civil, mecánico y

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Lewis Mumford, op. c., pág. 110.

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de minas, funciones que no empezaron a estar completamente diferenciadas hasta el último tercio del siglo XVIII"22. Leonardo da Vinci en sus escritos, códices y manuales no sólo dibuja croquis y planos de artefactos; también calcula tiempos, tareas y costes. Es un precursor de la ingeniería moderna y es un ingeniero militar. El nacimiento de la ingeniería civil moderna es deudora de la ingeniería militar, concibiendo ambas en su faceta organizativa, colegiada y estructurada. No es este el lugar para describir el nacimiento de ambas y sus interrelaciones pero valga señalar que en uno de los principales agentes del desarrollo tecnológico: los ingenieros, la influencia de las artes militares ha sido decisiva, derivando no tanto de la invención de máquinas y artefactos como de la necesidad de llevar a cabo operaciones complejas que requieren organización de hombres, máquinas, recursos, tiempos… etc., para conseguir un objetivo. Esta larga introducción nos sirve para comprender mejor las profundas raíces de las necesidades de organización de sistemas complejos que han tenido los ejércitos y que da lugar, en pleno siglo XX, al nacimiento de una nueva rama científico-técnica que es la Investigación de Operaciones. La Investigación de Operaciones, tal como la conocemos hoy, es la aplicación de la ciencia a los problemas complejos que surgen en la dirección y en la administración de grandes sistemas de hombres, máquinas, materiales y dinero, en la industria, en los negocios, en el gobierno y en la defensa. Su rasgo principal consiste en desarrollar un modelo científico del sistema, tal que incorpore valoraciones de factores como el azar y el riesgo y mediante el cual se predigan y comparen los resultados de las decisiones, estrategias o controles alternativos y produzcan soluciones que mejor sirvan a los objetivos de la organización23. El origen de la IO hay que buscarlo en los años precedentes a la Segunda Guerra Mundial y es debido a las necesidades de los ejércitos de Gran Bretaña, primero, y de los Estados Unidos, después, para hacer frente a la utilización eficaz de nuevas armas y nuevos desafíos relacionados con el despliegue de radares, la lucha antisubmarina, los acorazados, la detección y destrucción de minas, la utilización de bombarderos, el traslado de tropas y, en general, la dirección de operaciones militares complejas.

22 23

Lewis Mumford, op. c., pág. 108. "Introducción a la Investigación de Operaciones". Hillier & Lieberman, Mc. Graw Hill, 2006 México.

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Tecnología y Defensa

El gobierno de Gran Bretaña, preocupado por la vulnerabilidad de las islas en una guerra futura, estableció un "Comité para el Estudio Científico de la Defensa Aérea" en el año 1934 en el que, junto a algunos miembros de las Fuerzas Aéreas, participaron prestigiosos científicos de las universidades. El comité estaba presidido por Henry Tizard, químico, Rector del "Imperial College of Science and Technology" y en el participaban A.V. Hill y P.M.S. Blackett. El primero era profesor de Fisiología del "University College" de Londres y Premio Nobel en 1923. El segundo era profesor de Física en la Universidad de Manchester y sería Premio Nobel en el año 1948. De este comité surgiría la llamada a R. Watson-Watt para el desarrollo del Radar (estudiado en otro capítulo) y, posteriormente, en 1940 y desligado ya del Radar el grupo llamado "Circus Blackett", el grupo de IO. Es interesante recoger la frase que Blackett incluyó en su informe "Scientist for Operational Level" al Almirantazgo (1941) destacando la importancia de la IO: "Se ha realizado bastante esfuerzo científico hasta ahora en la producción de nuevos dispositivos pero muy poco en el uso adecuado y eficaz de lo que hemos producido". En septiembre de 1940 Henry Tizard y otros miembros del comité británico realizaron una misión en Estados Unidos para informarles de sus investigaciones y desarrollos y solicitar su colaboración, lo cual contribuyó al establecimiento en el "Massachusetts Institute of Tecnology" del "Laboratorio de Radiación", que tanta importancia tendría también en el desarrollo del Radar y de las tecnologías de Microondas, tal como se expresó en el correspondiente capítulo. A partir de este momento, se empiezan a formar distintos grupos de científicos e ingenieros de las universidades del país para trabajar en IO. Así, el "U.S. Navy's Mine Warfare Operations Research Group" (MWORG) en el cual trabajaron Frances Bitter, profesor del MIT, William Shockley de los Laboratorios Bell y John Bardeen de la Universidad de Minnesota. Recordemos que estos dos últimos recibieron el Premio Nobel de Física en 1957 por su invención del transistor, innovación que es estudiada en otro capítulo. Otro grupo fue el "Antisubmarine Warfare Operations Research Group" (ASWORG), dirigido por el professor Philip M. Morse del "Laboratorio de Sonido Submarino" de la Universidad de Harvard y en el que participaron varios profesores de dicha Universidad y de otras universidades. Por otra parte, en 1939, el profesor de Matemáticas de la Universidad de Berkeley, George Dantzig, fue puesto al frente de la "Rama de Análisis de Combate" de los Cuarteles Estadísticos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para trabajar con la logística de la cadena de abastecimientos y gestión de cientos de miles de mercancías y personas. George Dantzig, que acabada la guerra siguió trabajando para el Pentágono, propuso en el año 1947 el "Método Simplex" como base de la "Programación Lineal" 23

Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

poderosa herramienta para la IO, por lo que se considera a G. Dantzig como "padre" de la Programación Lineal, mientras que a Blackett se le considera "padre" de la Investigación de Operaciones. G. Dantzitg marchó, finalmente, en 1966 a la Universidad de Stanford para dirigir el Centro de Investigación de Operaciones, donde permaneció hasta su jubilación. Esta apretada síntesis de la historia del nacimiento de la IO, historia apasionante y precursora del posterior nacimiento de la "tecnociencia", que será tratada en otro capítulo, puede ampliarse en la trilogía de artículos escritos por Joseph F. MacCloskey: "The beginnings of Operations Research: 1934-1941"; "British Operations Research in World War II"; y "Operations Research", vol. 35, números 1, 3 y 6 de 1987; así como en www.itsom/mx/dii y en www.cyta.com; o en el libro "Military Operations Research", N. K. Jaiswall, Kluwer Academic Publishers, Boston 1997. Acabada la guerra, se produjo la vuelta de muchos de los científicos, ingenieros y consultores que habían trabajado en resolver los problemas de las operaciones militares al mundo civil y se dieron cuenta de que estos métodos podían aplicarse a multitud de organizaciones y procesos de casi todas las ramas de actividad empresarial e industrial. Debe observarse que la naturaleza de las operaciones es inmaterial por lo cual la Investigación de Operaciones se aplica a las industrias de fabricación, a los transportes, a la construcción, a las telecomunicaciones (teoría de colas, telegráfico), a los negocios financieros, a los servicios públicos y, por supuesto, a las Fuerzas Armadas. Una poderosa innovación científica, un nuevo y potente método matemático había surgido debido a una necesidad apremiante manifestada por los ejércitos. Destaquemos varios hechos: la necesidad es sentida, percibida y manifestada por las Fuerzas Armadas; ya existía un "caldo de cultivo" científico en las universidades; y las Fuerzas Armadas llaman a los científicos civiles para que estudien y resuelvan el problema. Luego, los estudios y las experimentaciones se difunden al mundo civil y dan lugar a una enorme variedad de aplicaciones. Podríamos preguntarnos, como en otros casos, ¿habría nacido la Investigación de Operaciones sin la demanda y el apoyo de las Fuerzas Armadas? Probablemente sí, porque el conocimiento existía, pero su conversión en innovación no se habría producido tan pronto y de manera tan rápida.

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Tecnología y Defensa

Tecnologías Microelectrónicas La invención del transistor constituye una de las innovaciones radicales más importantes del siglo XX, no sólo en sí misma sino porque es el punto de partida de toda una cadena de innovaciones posteriores que dan lugar a los circuitos integrados y a los microprocesadores y a otros dispositivos que configuran todo el desarrollo de la tecnología microelectrónica cuyo impacto en cantidad enorme de aplicaciones civiles y militares ha sido extraordinaria y, sin duda, necesaria para que otras grandes innovaciones más recientes como la telefonía móvil e internet hayan sido posibles. No se trata aquí y ahora de hacer una historia de esta "revolución en miniatura" como se denomina en el libro de E. Braun y S. MacDonald24. Hay libros y tratados donde esto se estudia con detenimiento. Ahora se trata solamente de analizar hasta qué punto esta innovación fue fruto de una necesidad expresada por las fuerzas armadas o cómo contribuyó a su desarrollo, una vez realizada la innovación, por el tirón de la demanda de los ejércitos. En primer lugar, debemos destacar que el transistor es una innovación basada directamente en la ciencia, más concretamente en la "Física del Estado Sólido" que ya desde principios del siglo XX había recibido mucha atención por parte de numerosos científicos europeos de sobra conocidos que fueron sentando las bases de lo que luego daría lugar a las más conocidas aplicaciones de la energía nuclear y de la bomba atómica. Pero también en las décadas de 1920 y 1930 se estudiaron los movimientos de los electrones en cristales semiconductores, los detectores de "contacto de puntas" ("cat-whiskers") y se llegaron a describir en publicaciones científicas algunos comportamientos de cristales que se parecían a lo que más tarde sería el primitivo transistor. Pero, como decía R. W. Polh, que junto con R. Hilsch, publicaron un artículo en 1938 en el que describían un cristal semiconductor cuyo funcionamiento era análogo al tríodo de vacío: "No teníamos en mente ninguna aspiración práctica… o se trabaja en una Universidad o se mete uno de lleno en los dispositivos técnicos"25. Era el "conocimiento" de los materiales lo que guiaba a los científicos. Por otro lado, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y durante la misma la ciencia había llegado en auxilio de la ingeniería tradicional y había demostrado el éxito de las innovaciones basadas en la misma, particularmente en el sector de la Defensa, como lo prueban la bomba "Revolución en miniatura": La historia y el impacto de la electrónica del semiconductor. E. Braun y S. MacDonald. Fundesco/Tecnos, S.A., Madrid 1984. 25 E. Braun, op. c., pág. 36 24

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atómica, el radar y la investigación de operaciones, estos dos últimos casos tratados en otros capítulos. Los científicos cobraron importancia y notoriedad frente a la "gran generación de ingenieros inventores" como Marconi, Bell, Sperry, DuPont, los hermanos Wright, A. Junker… etc. El caldo de cultivo estaba servido. Sin embargo, en este caso, la invención del transistor no vino de una necesidad sentida y expresada por las Fuerzas Armadas. Vino del mundo civil, del sector empresarial del ámbito de las telecomunicaciones, concretamente de los Laboratorios Bell, probablemente en los años cuarenta y siguientes el mayor y mejor laboratorio de investigación industrial del mundo. Al final de los años cuarenta empleaba a 5.700 personas, de las que unas 2.000 eran investigadores altamente cualificados26. En los años cuarenta las centrales de conmutación telefónicas se basaban en el uso de miles de relés electromecánicos, que curiosamente funcionaban con una lógica digital, aunque entonces no se percibiera completamente la importancia de la misma. Los relés eran dispositivos voluminosos, lentos, consumidores de energía, ruidosos y difíciles de fabricar. En los circuitos de transmisión telefónicos y en los sistemas de radiodifusión, radiotelefonía y la naciente televisión se utilizaban como dispositivos detectores y amplificadores los tubos de vacío o válvulas, dispositivos frágiles, de fabricación complicada, consumidores de energía y disipadores de la misma. En la época que nos ocupa, Mervin Kelly era el Director de Investigación de los Laboratorios Bell y ya, en el año 1936, intuía que algún día los relés tendrían que ser cambiados por conexiones electrónicas debido a la creciente complejidad del sistema telefónico, y así se lo comunicó a William Shockley, a la sazón trabajando en los Laboratorios Bell. Como señala Maurice Apstein: "Sockley y su grupo trataban de medir lo que pasaba en un rectificador, así podrían desarrollar un rectificador mejor para la conmutación telefónica… Lo que buscaban era un dispositivo de apertura-cierre de estado sólido, un simple conmutador"27. Por otro lado, gran parte de las investigaciones que se llevaban a cabo por entonces en los Laboratorios Bell tenían que ver con la mejora del funcionamiento de las válvulas de vacío, de modo que, como señala Herbert Kleiman: "La fuerza impulsora del transistor fue, finalmente, una necesidad…había una necesidad de obtener algo que fuera una mejora

26 27

E. Braun, op. c., pág. 53. E. Braun, op. c., pág. 58.

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Tecnología y Defensa

sobre el tubo de vacío… No era Investigación Básica por las buenas. Era Investigación Básica para proporcionar soluciones al problema más importante dentro de las telecomunicaciones"28. Parece claro, pues, que la necesidad que llevó a la invención del transistor procedió de las aplicaciones civiles del sector de las telecomunicaciones. Después de varios años, con cambios de orientación y fracasos iniciales, con la mezcla de investigadores teóricos y prácticos, se llegó el 23 de diciembre de 1947 a la demostración práctica de un dispositivo de germanio (el transistor de puntos de contacto), que no era inicialmente el previsto y que disponía de propiedades de amplificación y conmutación. Como es sobradamente conocido la patente de invención es de John Bardeen, Walter Brattain y William Shockley, los tres físicos, a quienes fue concedido el Premio Nobel de Física en el año 1956. El dispositivo patentado era un prototipo rudimentario, una importante curiosidad científica que presagiaba muchas aplicaciones. Sin embargo, era difícil de fabricar en series apreciables y la fiabilidad y repetibilidad eran muy bajas, por lo cual hubo que dedicar mucha atención y esfuerzo a todos los aspectos relacionados con la "innovación de los procesos" de fabricación y al estudio de los materiales semiconductores y a la comprensión cabal de los fenómenos de conducción de los electrones. En 1952 se empezaron a fabricar transistores, casi todos ellos en la Western Electric, la rama de fabricación del sistema Bell, aunque también comenzaron a producir dispositivos las firmas fabricantes de válvulas, Raytheon, RCA y General Electric. No olvidemos que el transistor se presentó como sustituto de los tubos de vacío. Sin embargo, el número de unidades producidas era muy pequeño y la aplicación principal como dispositivos amplificadores en aparatos para sordos, algo que nadie había previsto unos años antes, debido a la miniaturización y al bajo consumo de energía, características contra las cuales las válvulas no podían competir. Debe señalarse que en aquella época, el mercado de válvulas era muy importante y consolidado y sus prestaciones, salvo las dos mencionadas, eran mucho mejores que las de los primitivos transistores. A diferencia de otras innovaciones o inventos, el transistor no era algo completamente nuevo en cuanto a las funciones que cumplía sino algo que sustituiría ventajosamente a otros dispositivos, relés y válvulas, que funcionaban bien. Por lo tanto, su desarrollo tuvo que enfrentarse a una práctica profesional bien establecida, a un mercado consolidado y a unas empresas con productos y procesos bien conocidos y desarrollados.

28

E. Braun, op. c., pág. 58.

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Si al tiempo que se producía la fabricación y comercialización del producto, no se hubiera continuado, incluso con más intensidad que al principio, la Investigación Básica en teorías y en materiales semiconductores y en procesos de fabricación, medida y caracterización, es posible que el transistor no hubiera pasado de ser un dispositivo raro usado en unas pocas aplicaciones. Pero las expectativas que suscitó eran altas, el nivel científico y tecnológico del país era muy alto y la fe en la investigación y el desarrollo y en la capacidad de la industria eran también muy grandes, lo que condujo a un esfuerzo redoblado de investigación y desarrollo. Caldo de cultivo, científico, social y cultural, idóneo para que germinen las semillas. El resultado de este esfuerzo en I+D, no sólo de los Laboratorios Bell, sino también de otras empresas y universidades, fueron multitud de patentes, de producto y proceso, que llevaron entre otros éxitos al transistor de unión, a los procesos de difusión y la utilización del silicio, en lugar del germanio, para la fabricación de transistores, cosa que hizo en 1954 Texas Instruments, una pequeña empresa de servicios geofísicos que intuyó el potencial futuro de los semiconductores y empezó a fabricar transistores. Los ejércitos no habían desempeñado ningún papel en el nacimiento y desarrollo inicial del transistor, ni siquiera en la formulación de la necesidad. No obstante, desde el principio mostraron interés por conocer su desarrollo. En 1952 el Departamento de Defensa estableció un "Subpanel de Dispositivos Semiconductores" en su División de I+D29 para ir estudiando los nuevos dispositivos y sus posibles aplicaciones. Desde el principio parecía claro que la reducción de peso de los equipos y el bajo consumo que requería baterías y fuentes de alimentación más sencillas y menos pesadas, eran factores favorables para los equipos y sistemas de armas. Pero la poca fiabilidad y escasa disponibilidad eran graves inconvenientes para su utilización. De todos modos, la electrónica incorporada a los sistemas de armas era, en la década de los cincuenta, muy importante. Así, "un destructor de 1937 sólo llevaba 60 válvulas, uno de 1952 llevaba 3.200"30. "Un avión bombardero B-29 llevaba del orden de 1.000 tubos de vacío y electrónica asociada"31. La Fuerza Aérea estimó en 1952 que al menos un 40% de la electrónica de un avión podía ser sustituida por transistores, con un ahorro del 20% en tamaño y del 25% en peso.

E. Braun, op. c., pág 101. E. Braun, op. c., pág. 101. 31 W. A. Atherton. "From Compass to Computer". Mc. Millan Publishers Ltd. London, 1984, pág. 250. 29 30

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De aquí que los tres ejércitos asignaron la responsabilidad para el desarrollo de la producción militar al "Signal Corps", cuyo objetivo era apoyar todos los procesos de ingeniería de producción y comenzó a otorgar contratos para I+D aplicada a la producción. Se estima que entre 1952 y 1964 la ayuda a este plan fue del orden de 50 millones de dólares32. Las ayudas iniciales del Departamento de Defensa fueron para las grandes empresas ya establecidas fabricantes de válvulas y material electrónico: Western Electric, General Electric, Raytheon, Silvana y RCA. Pero el desarrollo de los materiales semiconductores y del transistor dio lugar a otro fenómeno innovador: la creación de nuevas empresas, surgidas, muchas de ellas, como "spin-offs" de las grandes: Texas Instruments, Transitron, Motorola, Fairchild Semiconductors, Intel y otras que poco a poco fueron desplazando a las grandes clásicas en la industria de semiconductores, pues se demostró que esta nueva tecnología microelectrónica era bastante más que una sustitución de válvulas y relés electromecánicos y se necesitaban nuevos conocimientos y nuevas actitudes. En el despegue de estas empresas la financiación del Departamento de Defensa fue esencial. Así, durante los tres primeros años de fabricación de transistores de silicio a partir de 1954, Texas Instruments ejerció de monopolio para el Ejército. Como señala Bob Cook, directivo de esta empresa: "En la Texas Instruments nuestra opción fue aprovecharnos del dinero militar todo lo que pudimos, pero íbamos a construir productos que que se pudieran vender en otros lugares"33. Transitron, con sus transistores de contacto con electrodos de oro, dependió enteramente del mercado militar. Estas nuevas empresas demostraron ser más innovadoras que las clásicas, tal como señala E. Braun, quien recoge que en 1959, las empresas grandes recibían el 78% de los fondos de I+D del DoD y tenían un 37% del mercado total mientras que las nuevas empresas recibían el 22% de la financiación del Gobierno y habían conseguido un 63% del mercado global, si bien tenían el 69% del mercado militar de semiconductores. El Gobierno norteamericano no sólo financiaba la I+D de los semiconductores, sino que aseguraba a su vez unas compras importantes, a veces únicas, de los dispositivos y equipos electrónicos. De hecho una de las condiciones que ponían en los contratos de I+D tenía que ver con la garantía de suministros de componentes una vez concluida la fase de I+D. La importancia de la política del Gobierno (principalmente DoD) en el desarrollo del mercado de semiconductores puede apreciarse con el análisis de la tabla siguiente:

32 33

E. Braun, op. c., pág. 103. E. Braun, op. c., pág. 104.

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Año

Ventas (M$)

Gobierno (%)

Empresas (%)

Consumo (%)

Otros (%)

1950

2.705

24,0

13,0

55,5

7,5

1952

5.210

59,5

9,5

25,0

6,0

1954

5.620

55,2

11,5

25,0

8,3

1956

6.715

53,5

14,2

23,8

8,5

Fuente: E.Braun, op. c., pág. 101

Acabada la Segunda Guerra Mundial, el mercado civil de la radiodifusión y de la televisión experimentó un gran crecimiento pero ya vimos cómo la aparición del transistor y de las tecnologías de semiconductores despertó nuevamente el interés del Ejército de modo que en la mitad de la década de los cincuenta mas de la mitad del mercado de la electrónica era del Gobierno, y del mercado específico de semiconductores el 35% del mercado total era para las Fuerzas Armadas. Incluso, tan tarde como 1963, con el desarrollo de las aplicaciones civiles, el mercado de transistores para usos militares era casi la mitad del total, tal como se deduce de la tabla siguiente: Valor del mercado de transistores en EEUU en 1963 (M$) Militar

Industrias

Consumo

Espacio

33,0

Ordenadores

41,6

Radios automóvil

20,6

Aviones

22,8

Comunicaciones

16,0

Radios Portátiles

12,6

Misiles

20,3

Instrumentación

11,7

Aparatos sordos

7,3

Comunicaciones

16,8

Control

11,5

Televisión

0,3

Otros

11,5

Sist. Estratégicos Sist. Superficie

8,8 10,8 6,7

Otros Total

119,2

Fuente: E.Braun, op. c., pág. 112

30

Total

92,3

Total

40,8

Tecnología y Defensa

Obsérvese el gran mercado de transistores dedicado a los ordenadores que ya en el año 1963 estaban en la fase comercial de la segunda generación. En la fase de I+D, que comienza en el año 1948, también tuvo una gran influencia la política y la financiación del DoD de los Estados Unidos, tema que será tratado monográficamente en otro epígrafe. En cuanto a aparatos de consumo, véase el bajo valor de los aparatos para sordos, que fue la primera aplicación comercial de los transistores, y los valores razonables de receptores de radio de automóviles y portátiles, aplicaciones en las que el bajo peso, el tamaño reducido y el bajo consumo de potencia eran factores importantes. La importancia de la financiación de la I+D y de las compras de los ejércitos de los EEUU en el sector electrónico se comprende mejor observando la figura siguiente:

Gasto en electrónica en EEUU Fuente: "From Compass to Computer", W. A. Atherton. San Francisco Press, Inc. CA-USA, 1984, pág. 256

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Hasta los años 70 no se superó de forma clara el mercado debido a las compras del Gobierno. Como señala el libro citado en la figura: "El ejército de los EEUU fue el mercado mayor de electrónica así como la mayor fuente de financiación durante el periodo en que la nación estuvo involucrada en la Guerra Fría, en la carrera espacial y en la guerra de Vietnam". En el año 1962, primer año de la producción de circuitos integrados, el Gobierno Federal gastaba algo más de 10.000 millones de dólares en electrónica de los cuales 9.200 millones eran del DoD y 500 millones de la NASA. Obsérvese en la figura que, a partir del año 1960, se produce un repunte en el gasto del Gobierno hasta doblar el valor en apenas dos años. Este hecho fue debido en gran medida al desarrollo del mercado de los circuitos integrados. Los enormes recursos humanos y materiales puestos en juego en la década de los cincuenta en la I+D de materiales semiconductores, dispositivos electrónicos y procesos de fabricación llevaron a otras muchas innovaciones importantes en las décadas siguientes de las cuales destacaremos dos: el circuito integrado y el microprocesador. En el desarrollo del primero los ejércitos de los EEUU jugaron un papel muy importante por lo que haremos un análisis breve del proceso seguido. De la necesidad derivada de una idea genérica de sustituir válvulas y relés por "algo de estado sólido", que dio lugar al transistor, se pasó a la idea de construir circuitos completos con transistores, componentes pasivos y conexiones en un solo bloque de semiconductor. Esta posibilidad era a la vez espoleada por la necesidad percibida por las Fuerzas Armadas de avanzar en la miniaturización de los circuitos electrónicos como medio de disminuir tamaño, peso y consumo, y aumentar la fiabilidad. Las primeras ideas al respecto parecen haber surgido en Gran Bretaña hacia 1952 y fueron expresadas por G.W.A. Dummer, investigador de un laboratorio militar, el "Royal Radar Establishment", que escribía sobre "construir un equipo electrónico en un solo bloque de semiconductores sin hilos de conexión"34 . En 1957 el "Royal Radar Establishment" estableció un contrato con Plessey Company para desarrollar un circuito integrado semiconductor. Sin embargo, fuera por falta de apoyo e interés real del ejército británico, fuera porque se consideró una curiosidad científica de laboratorio, las ideas de Dummer no llegaron a convertirse en un producto comercial, y algunos expertos han considerado que este hecho fue una oportunidad perdida por los británicos35.

34 35

W.A. Atherton, op. c., pág. 251. E. Braun, op. c., pág 132.

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Tecnología y Defensa

Las primeras patentes y los primeros circuitos integrados comerciales surgieron en los Estados Unidos de la mano de Jack Kilby, de Texas Instruments, en febrero del año 1959 y de Robert Noyce, de Fairchild, en julio de 1959, resultados derivados del fuerte interés y apoyo de los ejércitos, a su vez derivado de la conmoción de la sociedad norteamericana ante el éxito de la Unión Soviética con la puesta en órbita del primer satélite artificial, el Sputnik I. (A Jack Kilby le fue concedido el Premio Nobel de Física en el año 2000). Sin embargo, para llegar al éxito se tuvo que pasar por algunos fracasos. Así, en los años 1958 y 1959, la Marina financió proyectos de tecnologías de "capa fina"; la Fuerza Aérea apoyó proyectos de I+D sobre la "electrónica molecular"; y el Signal Corps y el Ejército de Tierra se decantaron por los proyectos denominados de "electrónica modular". Se sabía lo que se quería: miniaturizar los circuitos, pero había que explorar los diversos caminos que desde las empresas y grupos de I+D de las universidades se ensayaban. Ninguna de estas ideas condujo directamente al circuito integrado aunque posteriormente muchos de los desarrollos convergieron en la tecnología de circuitos híbridos, y se produjo una "fertilización cruzada" de conocimientos, técnicas y procesos, por lo cual el concepto de fracaso debe entenderse sólo en el contexto de lograr el objetivo concreto pero no en el amplio de obtener una serie de innovaciones tecnológicas que conducen a la postre a avances significativos. Es algo así como lo que se considera una máxima en las universidades de que hay que realizar cien tesis doctorales para que alguna de ellas de lugar a una innovación concreta importante. La importancia de la función del ejército en el desarrollo de los circuitos integrados se aprecia en la tabla siguiente que muestra la evolución del mercado de circuitos y el porcentaje consumido por el ejército. Año

Recursos de CI (Millones)

Precio medio ($ us)

% Consumido por el Ejército

1962

-

50,00

100

1963

4,50

31,60

94

1964

13,80

18,50

85

1965

95,40

8,33

72

1968

247,30

2,33

37

1970

490,20

1,49

-

Fuente: E. Braun, op. c., pág. 137

33

Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

En los primeros años de su comercialización, prácticamente, el mercado era militar y luego de aplicaciones civiles, sobre todo la fabricación de computadores de tercera generación que va siendo mayoritarias. Por otra parte, los primeros circuitos eran muy caros y el precio va decayendo muy rápidamente, factor común a muchos dispositivos y equipos electrónicos, pero que pone de manifiesto otra de las características del mercado militar: la importancia relativa del precio en las compras militares frente a otras como la seguridad, la urgencia, la fiabilidad, el tamaño, la disponibilidad… Como final de esta breve historia, ¿qué conclusiones pueden obtenerse desde el punto de vista de este estudio? En primer lugar, que en los años cincuenta, después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad norteamericana tenía una profunda fe en la importancia de la ciencia y de la tecnología como factores de desarrollo de una gran potencia económica y militar, lo cual llevaba a que existiera en las universidades y laboratorios de investigación un "caldo de cultivo" idóneo para la transformación de conocimiento en aplicaciones. En segundo lugar, la necesidad planteada para el comienzo de la "tecnología microelectrónica" fue de tipo civil, ligada al mundo de las telecomunicaciones a través de un laboratorio de investigación de una gran empresa. Las grandes empresas invertían fuertemente en I+D, incluso en investigación de tipo básico aunque orientada a una finalidad por difusa que pudiera ser al principio. En tercer lugar, en una situación de "Guerra Fría" y con la necesidad de asegurarse una supremacía militar mundial, el Gobierno de los Estados Unidos, y en particular el Departamento de Defensa, atento a aquellos desarrollos que pudieran ser útiles para satisfacer sus necesidades, financia, incluso generosamente, todas las fases de la innovación, desde la I+D hasta la seguridad de un mercado inicial importante, a veces único. Y en cuarto lugar, la existencia de gente emprendedora, con asunción del riesgo y con ganas de hacer negocio, capaces de crear empresas, inicialmente pequeñas, innovadoras capaces de competir y vencer a las clásicas grandes establecidas. Podemos preguntarnos, una vez más, si se habría desarrollado la tecnología microelectrónica sin la intervención militar. Mi respuesta es que sí, pero no lo habría hecho de forma tan rápida y tan intensa. Los ejércitos actúan en este caso como catalizador de una reacción en que los componentes existían y de mercado para los productos resultantes. Quizás, el factor militar explica por sí solo el que en Europa, con una ciencia de nivel análogo al de los Estados Unidos, no fuera capaz de desarrollar de forma tan rápida y clara esta tecnología. Japón, sin mercado militar, desarrollaría posteriormente una importante tecnología microelectrónica pero el factor imitación, aparte de otros factores sociales, tuvo gran importancia una vez consolidados los mercados civiles. Y en la Unión Soviética el factor militar fue el preponderante aunque a un coste estimado cuatro veces superior al de los Estados Unidos, al faltar uno de los elementos importantes de 34

Tecnología y Defensa

cualquier desarrollo tecnológico sostenido: la sociedad de mercado, la competencia, la libertad, en suma. El desarrollo de las tecnologías microelectrónicas siguió y sigue actualmente. A partir de la segunda mitad de la década de los sesenta las aplicaciones y los mercados civiles empezaron a superar a las del ámbito militar, constituyendo hoy día un ejemplo claro de una "tecnología dual", como impropiamente se les denomina hoy, en cuyo nacimiento y desarrollo fue muy importante la contribución de los ejércitos.

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Capítulo 2 El Proyecto Manhattan El nacimiento de la bomba atómica Natividad Carpintero

El Proyecto Manhattan

Los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial. De eso no cabe duda y a pesar de que trajeron muerte y destrucción en una escala horrible, impidieron también mayores pérdidas americanas, inglesas y japonesas. A la pregunta "¿Era necesario el desarrollo de la bomba atómica por parte de los Estados Unidos? Yo contesto inequívocamente "Sí". A la pregunta "¿Es la energía nuclear una fuerza para el bien o para el mal? Yo sólo puedo decir "Lo que la humanidad quiera". General Leslie M. Groves

Introducción El proyecto Manhattan es probablemente uno de los ejemplos más importantes de cómo la ciencia y la tecnología estuvieron directamente vinculadas con el arte de la guerra durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la defensa de las naciones aliadas y el futuro de las mismas se vieron seriamente amenazadas por el régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler. El ataque por parte de las escuadrillas aéreas alemanas a la ciudad de Varsovia el 1 de septiembre de 1939 daba lugar a la declaración de guerra por parte de Francia y del Reino Unido. Acababa de estallar la Segunda Guerra Mundial, una terrible conflagración que iba a costar más de 55 millones de vidas humanas, entre muertos y desaparecidos, civiles y militares1. (World War II. Multimedia Database. Casualties in World War II http://worldwar2/database.com/html/frame5.html). En ella y al igual que en otras guerras desde los orígenes de la humanidad, la ciencia iba a influir notablemente en esta contienda, de tal modo que sería definitiva para poner fin a la misma. Cómo hacer que el conocimiento científico se traspasase al desarrollo del armamento y como los científicos iban a integrarse en la guerra, tanto por parte de los Aliados como por parte del Eje, iba a ser vital para ganar la misma2.

La guerra en cifras. Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. (1965:475). G.Hartcoup. The Effect of Science on the Second World War. Palgrave. New York (2000:xii).

1 2

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

La fisión del núcleo del uranio fue descubierta en Berlín por los científicos Otto Hahn y Fritz Strassmann que publicaron su hallazgo el 22 de diciembre de 1938. Con ellos había trabajado previamente la física austríaca judía Lise Meitner que, a causa de las leyes antisemitas, tuvo que salir de Alemania en agosto de ese mismo año. Este descubrimiento consiste básicamente en que el núcleo del uranio bombardeado con neutrones puede fisionarse o dividirse, produciendo por un lado energía debido a la pérdida de masa y, por otro, neutrones que inducen a su vez a unas fisiones en cadena autosostenidas. La energía liberada incontroladamente es el principio fundamental para la fabricación de una bomba atómica. La situación de preguerra que enmarcó el hallazgo fue suficiente para que Alemania, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética intentaran desarrollar un explosivo nuclear. Sin embargo sólo el Reino Unido y, en última y definitiva instancia, los Estados Unidos acometieron la investigación total en el período que duró la guerra. La posesión de una bomba atómica les concedería una indiscutible supremacía militar. La investigación nuclear llevada a cabo en el III Reich iba a estar directamente ligada a la ascensión al poder de Adolf Hitler el 30 de enero de 1933 y de su Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP). En 1935 se emitieron las Leyes de Nuremberg que legitimaban el antisemitismo y ponían de relieve de forma reglamentaria la pureza de la sangre alemana. Ello inflluyó negativamente en el mundo de la ciencia que tan importante había sido hasta aquellos momentos en Alemania. Los ideólogos científicos nazis Philip Lenard y Johannes Stark, ambos premios Nobel en 1905 y 1919 respectivamente, apoyaron lo que se conoció como "ciencia aria" que se oponía abiertamente a lo que ellos consideraban "ciencia judía"3. Estos ideólogos fomentaron sus ataques sistemáticos a través de órganos del partido, como el Völkkischer Beobachter que, tanto arremetía contra Albert Einstein cuya teoría de la relatividad era considerada como un fraude judío, como contra Werner Heisenberg, al que acusaban de "judío blanco" por defender a Einstein4. Las leyes antisemitas causaron estragos en la comunidad científica alemana y centro europea de tal modo que, desde 1933 a 1937 emigraron 20 premios Nobel, entre los que ya lo tenían o lo recibirían posteriormente. Esta pérdida formó parte de una partida irremplazable que nunca más regresaría y una importante parte cualitativa del Proyecto Manhattan estaría formada por ellos. P. Thuillier. El nazismo y la ciencia judía. Mundo Científico. Vol. 7. N° 69. 1990.págs. 531-535. A.D. Beyerchen. Scientists under Hitler. Politics and the Physics Community in the Third Reich. New Haven and London. Yale University Press. 1977. 3 4

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El Proyecto Manhattan

Establecimiento del Proyecto Manhattan A pesar de la ola de emigración intelectual, como la llamara Laura Fermi en sus memorias, en Alemania habían quedado científicos de primera clase. Premios Nobel como Werner Heisenberg, Max von Laue, Walther Bothe, Otto Hahn y otros como Carl F. Von Weizsäcker, Paul Harteck, Walther Gerlach, Erich Bagge, etc hubieran podido realizar una investigación nuclear tan eficaz como los demás. De hecho, la investigación se inició pero desde el primer momento los grupos estuvieron divididos y descentralizados, esencialmente porque la fabricación de una bomba atómica nunca fue un objetivo prioritario en la mente de Hitler que deseaba desarrollar y producir lo más rápidamente posible armas tácticas, como los V1, V2 y el HS-293 y a este respecto Werner Heisenberg había informado al ministro de Armamento Albert Speer que una bomba nuclear llevaría algunos años construirla5. Por otro lado, el bombardeo masivo sobre Alemania que el Alto Mando Aliado llevó a cabo a partir de 1943, hizo materialmente imposible la continuidad de la investigación la cual, por distintas razones, no pasó de la fase de laboratorio6. Pero esta realidad no se conocía en los Estados Unidos y el temor a que Hitler pudiese fabricar una bomba atómica alarmó notablemente a los científicos centroeuropeos emigrados que se hallaban tanto en el Reino Unido como en Norteamérica. Leo Szilard, físico nuclear de origen húngaro que por ser judío había tenido que huir de Alemania, se encontraba como investigador en la universidad de Columbia. El, junto con sus compañeros Edward Teller y Eugene Wigner pidieron colaboración a Albert Einstein que estaba de profesor en Princeton, para enviar una carta al presidente Franklin D. Roosevelt y alertar a la administración norteamericana del peligro que se cernía sobre los países aliados si el III Reich desarrollaba un explosivo nuclear, sugiriendo asimismo la posibilidad de que los Estados Unidos iniciasen su propia investigación. El resultado de la carta enviada por Albert Einstein el 2 de agosto de 1939 fue el establecimiento de un Comité Consultivo del Uranio que tomaría cuerpo definitivo cuando la Flota Combinada Japonesa atacó el 7 de diciembre de 1941 la base americana de Pearl Harbor y los Estados Unidos entraron oficialmente como parte beligerante en la guerra. El 17 de junio de 1942, Vannevar Bush, presidente del Consejo Nacional de Investigación

A. Speer. Inside the Third Reich. The Definitive Account of Nazi Germany by Hitler's Armament's Minister. Sphere Books Limited. London. 1979. 6 N.Carpintero Santamaría. La bomba atómica. El factor humano durante la Segunda Guerra Mundial. Ediciones Díaz de Santos. Madrid. 2007 (de próxima publicación). 5

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

para la Defensa (NDRC) y uno de los responsables del Comité Consultivo del Uranio, le comunicó al presidente Roosevelt la necesidad de que el Ejército formara parte del proyecto para el desarrollo de la bomba7. A partir de ahí se estableció un Comité de Política Militar que asignó la construcción de las plantas industriales para la fabricación del explosivo nuclear al Cuerpo de Ingenieros del Ejército, a través del coronel James C. Marshall del Batallón de Ingenieros de Siracusa. Posteriormente el general Brehon Somervell, director del Servicio de Suministros del Ejército elegiría al entonces coronel Leslie M. Groves como director del proyecto que el 11 de agosto de 1942 quedaría denominado Manhattan Engineering District (MED) porque las oficinas del Jefe del Alto Estado Mayor se encontraban en aquella epoca en la ciudad de Nueva York. Las peticiones militares americanas eran las siguientes: Suministrar a nuestras Fuerzas Armadas un arma que terminaría la guerra y lo haría antes de que nuestros enemigos pudiesen utilizarla contra nosotros8.

La fabricación de la bomba. Los Alamos National Laboratory Poco después de que el recien ascendido general Groves eligiese a J. Robert Oppenheimer como director científico del MED, el siguiente paso fue la construcción del laboratorio donde se diseñaría el arma en cuestión y que aglutinaría el trabajo de los demás centros encargados de la fabricación del material fisible para la bomba. El Laboratorio de Los Alamos se construyó en el estado de Nuevo Méjico y se abrió oficialmente el 15 de abril de 1943. Una vez definido el programa, se crearon las distintas divisiones que desarrollarían la investigación: Física Teórica. Física Experimental. Explosivos y Química y Metalurgia9. En cuanto al personal, una parte sustancial estaba formada por científicos que, como se ha visto, habían salido huyendo de la Alemania nacionalsocialista y de la Europa ocupada. A ellos se les unió en 1943 el equipo nuclear inglés, tras la firma de los Acuerdos de Quebec por parte del presidente Roosevelt y del primer ministro Wiston Churchill. El hecho de que el Proyecto Manhattan reuniera a veinte premios Nobel a lo largo de toda la investigación de 1941 a 1945 hacen de él un capítulo histórico único. Ocho de ellos procedían de una Europa en guerra y sentían N.P. Davis. Lawrence and Oppenheimer. The Da Capo Series in Science. (1986:125). L.M. Groves. Now It Can Be Told. The Story of the Manhattan Project. Da Capo Press. (1983:11). 9 J.W. Kunetka. Oppenheimer. The Years of Risk. Prentice Hall, Inc. N. Jersey (1982:42). 7 8

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El Proyecto Manhattan

de cerca el peligro que suponía la expansión del régimen nacionalsocialista, que había ocupado en campañas relámpago distintos países europeos. Enrico Fermi, James Frank, Arthur Compton, Harold Urey, Ernest Lawrence, Niels Bohr, Eugene Wigner, Hans Bethe, Richard Feynman, Carl Anderson, Felix Bloch, John Cockcroft, James Chadwick, Glenn Seaborg, Emilio Segré, Louis Alvarez, Edwin McMillan, Owen Chamberlain, Isaac Rabi y Robert Millikan, todos ellos unidos a otro grupo de científicos de alto nivel como Edward Teller, Rudolph Peierls, John Wheeler, Leo Szilard, Walter Zinn, Victor Weisskopf, Otto Frisch, etc..... Si Los Alamos iba a encargarse del diseño, fabricación y construcción de la bomba, el explosivo de la misma, es decir, el uranio enriquecido U235 y el plutonio enriquecido Pu239 iban a producirse en sendos laboratorios creados específicamente para ello. La producción de uranio se centralizó en Oak Ridge (Tennessee) y allí se ubicaron las plantas de separación isotópica del uranio natural. Esta separación se llevaría a cabo a través de dos métodos: la separación electromagnética y la difusión gaseosa. Según explicó el general Leslie Groves en sus memorias, la planta se completó en menos de un año y cuando comenzó a funcionar en agosto de 1943, utilizaba tanta energía como cualquier ciudad grande10. En cuanto a la producción del Pu239, el laboratorio destinado para ella fue bastante más complicado de ubicar y de construir. Finalmente se seleccionó una gran zona en Hanford (Washington) pero las características especiales de seguridad que debían acompañar a su construcción, junto con su alejamiento y todo ello unido al propio funcionamiento del laboratorio, hicieron de Hanford un lugar muy poco atractivo. Por otro lado, el hecho de que el plutonio fuera un elemento altamente radiactivo condicionó enormemente la construcción y blindaje del reactor. Para 1945 se habían desarrollado los dos tipos de bombas que se habían proyectado. La bomba que se lanzaría sobre Hiroshima "El Chico" (Little Boy) que era de uranio, no presentaba ninguna duda sobre su funcionamiento, utilizando el método de proyectil. Sin embargo la que se lanzaría sobre Nagasaki, "El Gordo" (Fat Man) cuyo material fisible sería el plutonio y cuyo diseño y fabricación habían sido enormemente complejos, requería una prueba de demostración pues el método de implosión que iba a utilizarse era absolutamente nuevo. Robert Oppenheimer designó la prueba con el nombre de Trinity recordando uno de los poemas de su

L.M.Groves. Ibidem

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

poeta favorito, John Donne11. Se eligió el desierto de Alamogordo (Nuevo Méjico), un lugar conocido como Jornada del Muerto. Allí los científicos del MED explosionaron por primera vez una bomba nuclear el 16 de julio de 1945. La explosión se produjo a las 5:30 horas de la mañana y en cuanto a las reacciones de los militares y científicos que la habían presenciado diversas fuentes coinciden en que la mayoría de ellos, tras darse la mano felicitándose unos a otros, se quedaron en silencio.

Alamogordo, Hiroshima y Nagasaki En el verano de 1945 las Fuerzas Armadas japonesas tenían un número de efectivos bastante numeroso. Según los historiadores soviéticos Teodor Gladkov et al. había 3 millones fuera de las fronteras y 2 millones dentro del país, todos ellos apoyados por numerosos destacamentos de defensa interna. Las Divisiones y Brigadas de infantería, la Brigada Suicida, el Ejército del Aire y las Divisiones de Acorazados, luchaban durísimamente hasta la muerte inflingida por el enemigo, o hasta el suicidio12. Aunque las cifras precisas son difíciles de establecer, la guerra del Pacífico estaba costando decenas de miles de muertos tanto de parte norteamericana como japonesa, especialmente de esta última. La campaña de LeyteSamar en octubre de 1944 fue una sangría para los japoneses. Según el general Douglas McArthur en ella murieron 80.557 japoneses13. El bombardeo sobre la ciudad de Tokio a finales de 1944 causó entre 80.000 y 100.000 víctimas. En la campaña de Iwo Jima, en febrero y marzo de 1945, murieron más de 21.000 japoneses y cerca de 4.500 soldados norteamericanos y en Okinawa, que duró de abril a junio de 1945, se calcula que fallecieron cerca de 110.000 soldados japoneses y los Estados Unidos tuvieron unas 72.000 bajas de los cuales 12.500 fueron muertos o desaparecidos14. El mayo de 1945 el gobierno norteamericano, tras considerar otras opciones, tomó la decisión definitiva para el lanzamiento de las bombas. Pero esta decisión no era apoyada por una parte de los científicos que habían colaborado en su fabricación y, de entre ellos, Leo Szilard por cuya iniciativa

D. Royal. The Story of Robert Oppenheimer. St. Martin's Press. New York. 1969. T. Gladkov et al. La guerra desconocida. Lo que Vd. no sabía de la II conflagración mundial. Tomo II. (1982:11). 13 Gen. D. MacArthur. Reminiscences. Part five: World War II. Retreat from the Philippines. Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. Selecciones del Reader Digest. (1965:424). 14 G.Blond. El superviviente del Pacífico. Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. Selecciones del Reader Digest. (1965:438). 11 12

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El Proyecto Manhattan

se había enviado la carta al presidente Roosevelt, hizo un llamamiento al gobierno planteando la cuestión moral del lanzamiento de los explosivos nucleares teniendo en cuenta que la fabricación de la bomba atómica se había iniciado pensando en derrotar a Adolf Hitler y a utilizarse, en última instancia, sobre Alemania y no sobre Japón. A Leo Szilard le apoyó un grupo de científicos de Los Alamos y de la universidad de Chicago que abogaban por una demostración no militar de la bomba, es decir, explosionarla en una isla desierta cerca de Japón advirtiendo previamente al gobierno japonés de lo que podría ocurrir si no se rendían15. El presidente Truman, que cuando asumió la presidencia en abril de 1945 tras el fallecimiento del presidente Roosevelt no conocía la existencia del Proyecto Manhattan, se asesoró convenientemente y tras una reunión mantenida el 31 de mayo se decidió el lanzamiento de las bombas sobre distintos objetivos japoneses. A continuación se estableció un Comité Especial de Objetivos para recomendar los sitios específicos donde se arrojarían las bombas. El Comité seleccionó potencialmente cuatro: el arsenal de Kokura, Hiroshima, Niigata y Kyoto. En Kokura se hallaban importantes fábricas de armamento; Niigata era un puerto de creciente importancia en el Mar de Japón; Kyoto era una de las ciudades más pobladas en aquellos momentos porque absorbía un gran flujo de refugiados provenientes de otras ciudades destruídas, e Hiroshima era el puerto de embarque más importante de la Armada japonesa16.

El fin de la guerra El 6 de agosto de 1945, un B-29 despegó de la base americana Tinian en el Pacífico, cargado con el Little Boy. La bomba se lanzó sobre Hiroshima a las 08:15 horas, a unos 500 metros por encima del Hospital Shima y tuvo un rendimiento de 12 kilotones, en vez de los 20 proyectados. Como Hiroshima estaba situada sobre una meseta, la destrucción fue prácticamente isótropa y en una cuantía superior a la esperada17. El número de víctimas sigue siendo a fecha de hoy confuso y posiblemente ya improbable de establecer estrictamente, pues en aquella época Hiroshima contaba con un flujo de trabajadores llegados de fuera y no empadronados. La extrema confusión hizo difícil cualquier valoración y cualquier valoración estuvo afectada emocionalmente. La cifra oficial es de 78.000, pero hay

G.Velarde. Hiroshima y Nagasaki ¿Una tragedia inútil?. I. Madrid. Octubre 1990. Págs. 917-925. 16 L. M. Groves (1983:268-273). 17 R.Rhodes. The Making of the Atomic Bomb. Simon and Schuster. N. York (1986:728). 15

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

otras cifras. La ciudad de Hiroshima estima el número de bajas en 200.000 (entre muertos y heridos) que es una cifra que representa entre el 25 y el 50 por ciento de la población total18. El 8 de Agosto, el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Vyacheslav M. Molotov, hizo llegar al embajador japonés en Moscú, Naotake Sato, la declaración de guerra contra Japón por parte de la URSS, siguiendo lo establecido en la conferencia de Yalta de febrero de 1945. El 9 de agosto, se arrojó el Fat Man sobre Nagasaki que no había sido elegida como objetivo inicialmente. La razón de que esta ciudad fuera bombardeada fue debido al mal tiempo y la falta de visibilidad del piloto del B-29 que, dirigiéndose hacia Kokura, tuvo que desviar el rumbo19. La bomba se arrojó a las 11:00 horas y su potencia fue estimada en 18 kilotones. Como Nagasaki estaba situada en una región montañosa, su destrucción fue casi unidireccional, devastando el 30% de los edificios pero causando menos daños y pérdidas humanas que la bomba de Hiroshima. Según la extensa investigación llevada a cabo por Richard Rhodes, se calcula que fueron unas 70.000 personas las fallecidas por la explosión20. En el 9° Congreso Mundial de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear celebrado en Hiroshima en 1989, se estableció una cifra de 73.884 personas muertas y 74.909 los heridos21. A partir del 10 de agosto de 1945, el gobierno japonés tras un difícil debate del Consejo Supremo; en el cual prevaleció el voto de calidad del Emperador Hirohito, decidió la rendición incondicional. Sin embargo a ello se oponía el Ejército, cuyo código moral se encontraba en la antítesis de esta capitulación. De hecho, la noche anterior al anuncio de Hirohito un grupo de oficiales invadió el Palacio Imperial con objeto de buscar el mensaje del emperador e impedir su difusión. Sin embargo las fuerzas leales a éste consiguieron controlar la situación y los oficiales responsables Hatanaka, Shizaki y el general Tanaka, se hicieron el harakiri tras el fracaso de su actuación22.

P.Goodchild. J.R. Oppenheimer. The Shatterer of Worlds. Fromm International. N. York (1985:167). 19 A. McKay. The Making of the Atomic Age. OUP. (1984:116). 20 R. Rhodes (1986:742). 21 The Explosion of the Atomic Bomb and the Damages it Caused. City of Nagasaki: Sixty-five year History of the Municipality. October 7-10 1989. No more Hiroshimas: an eternal commitment. 22 J. F. Marguch. La voz interior. Córdoba (República Argentina). 28 de diciembre de 1998. 18

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El 15 de agosto de 1945, el emperador Hirohito transmitió por radio la rendición incondicional de Japón. Su voz, escuchada por primera vez por sus súbditos, le daba una dimensión humana que le hacía perder el carácter divino de su mandato. Ante esta situación diversos oficiales del Ejército, con el almirante Omishi a la cabeza, se hicieron el harakiri enfrente del Palacio Imperial23. Con respecto a la rendición del Japón, el general Leslie M. Groves señaló: El resultado más importante obtenido tras el bombardeo de Hiroshima no fue el daño físico, aunque más del 50% de los edificios fueron totalmente destruidos, ni tampoco los quince o veinte mil soldados japoneses que resultaron muertos o gravemente heridos, ni tampoco los miles de personas que resultaron asimismo muertas o heridas. El resultado más importante y el que nosotros buscábamos era que los gobernantes japoneses se darían cuenta de lo desesperanzado de su posición. Cuando este hecho se enfatizó a raiz del siguiente bombardeo sobre Nagasaki, se convencieron de que debían de rendirse de una vez24. En cuanto al aspecto ético y humano de los científicos involucrados en el proyecto Manhattan, he aquí la respuesta de Glenn T. Seaborg, premio Nobel de Química en 1951 por su descubrimiento del plutonio, a la pregunta de si un científico debería hacer siempre lo que las circunstancias le exigen: Durante la guerra, naturalmente, todos los científicos norteamericanos estaban completamente de acuerdo con que había que derrotar a Adolf Hitler. En tiempo de paz son como todo el mundo. Tienen sus opiniones políticas, y muchas veces están en contra de las políticas de sus gobiernos. Por ejemplo, en los Estados Unidos hay posiblemente más científicos interesados en la limitación de armas que la propia administración en el poder. Creo que está bien. Esto no significa ser desleal. Significa ser buenos ciudadanos y moverse en la dirección que le dicta su conciencia25. Y el testimonio de Hans A. Bethe, premio Nobel de Física en 1967, y director de la División de Física Teórica en Los Alamos durante la fabricación de la bomba atómica: La guerra con Japón era una guerra muy seria y nosotros la habíamos empezado con gran desventaja en 1941 tardando un año hasta que cambió el curso de la misma. Los japoneses no eran muy agradables con los prisioneros de guerra que eran tratados peor por ellos que por los alemanes. Hay un libro muy bueno titulado “Los Prisioneros y Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. De Stalingrado a Hiroshima. Tomo 3 (1965:471). 24 Leslie M. Groves. (1983:319). 25 N. Carpintero Santamaría. La bomba atómica. El factor humano durante la Segunda Guerra Mundial. Ediciones Díaz de Santos. Madrid. 2007 (de próxima publicación). 23

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la bomba" escrito por un autor sudafricano en el que se explica que él está convencido de que los prisioneros podrían haber sido asesinados si los japoneses hubieran perdido la guerra a causa de una invasión americana. Todo lo que no sabíamos, pero que supimos después, fue que ellos fueron muy desagradables con los prisioneros. Sabíamos que era una guerra muy amarga y sabíamos que, en caso de invadir Japón, las víctimas serían muy numerosas por ambas partes, muchas más por parte de los japoneses. Por esta razón no me disgustó el cambio de objetivo, la guerra tenía que acabar y ésta era una forma muy rápida de hacerlo26. El Proyecto Manhattan tuvo un coste económico para los Estados Unidos de dos mil millones de dólares y contó con la participación de seiscientas mil personas.

Conclusiones El proyecto Manhattan se desarrolló en un momento en el que la ciencia había alcanzado un altísimo nivel. La época dorada de la física, como se ha llamado a los años 30, fue testigo del desarrollo de una serie de avances científicos que, comenzando en 1898 con el descubrimiento del radio, culminó con la fisión del uranio en 1938. Sin embargo aquellos años coincidieron con una gran convulsión política que sacudiría a las naciones y desembocaría en el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Este hecho marcaría la trayectoria de la primera aplicación de la ciencia nuclear con la fabricación de una bomba atómica. Estados Unidos y su Ejército consideraron esta investigación como una vía fundamental y necesaria para ganar la guerra y aquí el Ejército norteamericano aparece como un catalizador esencial aglutinante de un grupo de científicos de alto nivel a los que dirige hacia un resultado que pondría fin a la Segunda Guerra Mundial. El Proyecto Manhattan fue el comienzo del desarrollo de la energía nuclear para fines civiles, cuyas aplicaciones han contribuído al avance de la humanidad en los principales sectores de la industria, de la medicina y de la agricultura.

N.Carpintero Santamaría. Ibidem.

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Capítulo 3 La institucionalización de la I+D+i militar Vicente Ortega

La institucionalización de la I+D+i militar

Introducción En los casos analizados anteriormente se ha demostrado la influencia de los ejércitos en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, ya sea por la demanda de productos que ya existían o se conocían en sus fases previas y a los que se encuentran importantes aplicaciones militares, o bien por el planteamiento de necesidades nuevas que conducen a innovaciones directas para la guerra que luego acaban teniendo numerosas e importantes aplicaciones en el ámbito civil. En particular, llaman la atención los periodos previos, simultáneo e inmediato posterior a la Segunda Guerra Mundial, en los cuales tienen lugar importantes proyectos científicos y tecnológicos derivados de necesidades expresadas por los ejércitos y orientados y fuertemente financiados por los presupuestos de los departamentos de Defensa de algunos países, especialmente por el Departamento de Defensa de los EE.UU. En los capítulos anteriores se han descrito los casos de las tecnologías derivadas de los inventos del cañón y la pólvora, las tecnologías aeronáuticas, las tecnologías de Microondas y Radar, los de Investigación de Operaciones y los de Microelectrónica. No se han tratado otros dos grandes proyectos: las Tecnologías Nucleares y las Tecnologías Informáticas, las primeras consecuencia directa del "proyecto Manhattan" que dió lugar a la bomba atómica, y las segundas que giran en torno al proyecto ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Computer), primer computador digital electrónico. Ambos proyectos nacieron en el ámbito militar y sus consecuencias en los aspectos científicos, tecnológicos, sociales y económicos han sido de enorme importancia en la segunda mitad del pasado siglo XX. Las experiencias previas y simultáneas a la Segunda Guerra Mundial, surgidas y estimuladas por necesidades apremiantes mostraron varios hechos importantes. Por un lado, la capacidad del conocimiento científico básico puesta al servicio de proyectos orientados a una finalidad práctica era enormemente útil. Por otra parte, la técnica existente había alcanzado un techo de realizaciones prácticas y, finalmente, la formación de equipos multidisciplinares formados por científicos, ingenieros, militares, gestores y políticos, orientados hacia una finalidad conducía a medio plazo a éxitos espectaculares, aunque por el camino hubieran existido fracasos. Sin embargo, estas experiencias, debido al apremio impuesto por las necesidades de la guerra, fueron brotando de forma aislada en un terreno en el que ya existía un cierto caldo de cultivo científico y tecnológico. ¿Podrían utilizarse estas experiencias para plantear una nueva política científica y tecnológica de tipo institucional que sirviera para el desarrollo económico y social de una nación de forma permanente tanto en tiempos 53

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de guerra como de paz? Preguntas parecidas a ésta debieron hacerse algunos de los científicos y gestores que habían participado y conocido los proyectos mencionados. Entre ellos, destacamos a Vannevar Bush que con su informe "Science, the Endless Frontier" emitido en 1945 venía a plantear un nuevo modelo de política científica, en el cual la I+D del sector militar jugaría un papel importante. El relato que sigue a continuación es un breve resumen del libro "La Revolución Tecnocientífica" de Javier Echeverría, (editado por Fondo de Cultura Económica de España, S.L., Madrid, 2003), libro cuya lectura resulta obligada para todas aquellas personas que tengan algún grado de responsabilidad en la planificación, gestión y ejecución de políticas y proyectos de I+D. Lógicamente en este resumen sólo se incluirán aquellos aspectos más relacionados con las políticas de I+D del ámbito de la Defensa. En el informe citado se afirmaba que la investigación básica es el motor de la investigación tecnológica y que ésta, con la ayuda de las industrias y de las agencias estatales, es condición necesaria para el progreso económico y social de un país, así como para la seguridad nacional. La investigación científica y tecnológica no se justificaba ya solamente por la búsqueda de la verdad y del conocimiento científico y por la reforma y el dominio de la naturaleza. Se trataba de garantizar el predominio militar, económico y comercial de un país, lo cual redundaría en el avance del conocimiento científico y en el aumento del bienestar del país. Vannevar Bush (1890-1974) se doctoró en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en el año 1917. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó en el "Nacional Research Council" en el desarrollo de sistemas para la detección de submarinos. De vuelta al MIT ejerció la docencia y la investigación durante doce años. En 1922, junto con otros profesores y amigos, fundó una empresa que posteriormente se convirtió en Raytheon, una de las principales compañías contratistas del Ministerio de Defensa en proyectos de seguridad ciudadana. En la década de los 30 trabajó en proyectos de computadoras analógicas y en 1939 fue nombrado Director del "National Advisory Committee for Aeronautics" y posteriormente, en 1941, el presidente Roosewelt le nombró Director de la "Office of Scientific Research and Development", desde la cual pudo intervenir en el proyecto Manhattan, los proyectos sobre Radares y otros de finalidad militar. Acabada la Segunda Guerra Mundial, publicó en julio de 1945 el informe ya mencionado donde propugnaba la creación de lo que posteriormente sería la "National Science Fundation", máximo órgano planificador, gestor 54

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y financiador de la I+D en EE.UU. Esta brevísima síntesis biográfica sólo tiene por objeto señalar algunos rasgos del personaje: profesor-investigador en una prestigiosa universidad, fundador de una empresa importante, participante en proyectos concretos de I+D y gestor y planificador de políticas de I+D. No es el único caso en los EE.UU. y queda fuera del alcance de este ensayo el estudiar otros casos. Conviene observar que éste es un fenómeno cultural que no se produce con la misma intensidad en España y en Europa y es, sin embargo, uno de los factores importantes en el éxito de las políticas de innovación de los países. Entre las cosas que se pusieron de manifiesto al acabar la Segunda Guerra Mundial, una fue que el poder militar deriva en gran medida, aunque no única, de tener un alto desarrollo científico y tecnológico que da lugar a sistemas de armas más eficaces que los existentes. Esto ha sido así siempre y los hombres han desarrollado en todos los tiempos conflictos bélicos en los que la superioridad de las armas fue un factor importante para la victoria. Sin duda la técnica contribuyó notablemente a la fabricación de armas y de artefactos y máquinas de guerra pero ni la sociedad, ni los príncipes y gobernantes tenían conciencia plena de que la técnica era un factor primordial y determinante del desarrollo de los sistemas de armas. En las tres etapas o estadios en que Ortega y Gasset divide la evolución de la técnica: del azar, del artesano y del técnico36, no es hasta la última, en el siglo XVIII, cuando la sociedad toma conciencia del valor de la técnica y comienza a institucionalizarla de lo cual deriva la creación de "los cuerpos" y de las escuelas de ingeniería. Bueno será recordar que los cuerpos de ingeniería militar precedieron en muchos casos a las asociaciones y colegios de ingenieros civiles. El factor nuevo que incorpora el siglo XX es que la sociedad toma conciencia clara del valor de la ciencia y de la tecnología, a cuya unión Javier Echeverría denomina "tecnociencia". Como señala este autor, "la Segunda Guerra Mundial y las contiendas ulteriores en las que han participado los EE.UU. (Corea, Guerra Fría, Vietnam, Golfo Pérsico, Kosovo, Afganistán…) suponen una novedad radical: la tecnociencia es una condición necesaria para la victoria militar".

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"Meditación de la Técnica”. J. Ortega y Gasset.

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El informe de Vannevar Bush El primer hecho que conviene destacar es que el informe de Vannevar Bush se realiza a petición del Presidente de los EE.UU. En su carta de 17 de noviembre de 1944, Roosevelt indicaba a Bush cuatro puntos específicos a los que debería responder37: “1. ¿Qué puede hacerse de manera coherente con la seguridad militar y con la aprobación previa de las autoridades militares para hacer conocer al mundo lo más pronto posible las contribuciones que durante nuestro esfuerzo bélico hicimos al conocimiento científico? 2. Con especial referencia a la guerra de la ciencia contra la enfermedad, ¿qué puede hacerse hoy para organizar un programa a fin de proseguir en el futuro los trabajos realizados en medicina y ciencias relacionadas? 3. ¿Qué puede hacer el gobierno hoy y en el futuro para apoyar las actividades de investigación encargadas por organizaciones públicas y privadas? 4. ¿Puede proponerse un programa eficaz para descubrir y desarrollar el talento científico de la juventud norteamericana, de modo que sea posible asegurar la continuidad futura de la investigación científica en este país, en un nivel comparable al alcanzado durante la guerra?" Resulta sorprendente que en tan temprana fecha, noviembre de 1944, cuando los principales resultados del esfuerzo investigador estaban aún por llegar, el Presidente es ya consciente de la gran importancia del conocimiento científico y del papel primordial que la seguridad militar ha tenido en este proceso. Por otra parte, preocupado por centrar el esfuerzo investigador demasiado en el sector militar, busca extender los éxitos conseguidos a otras áreas importantes de la actividad científica y coloca la salud en segundo lugar, como contrapeso quizás a las "enfermedades" derivadas de las guerras. Y es muy significativo que se preocupe también de despertar la vocación y el talento científico de los jóvenes norteamericanos. Debemos recordar que el éxito de los años previos a la Segunda Guerra Mundial se debió en gran medida a la captación de muchos científicos de Europa que huyeron de los totalitarismos que en la década de los treinta del pasado siglo, asolaban el continente europeo, hasta entonces con

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"La Revolución Tecnocientífica". Javier Echeverría, pág. 188

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mayor bagaje científico que los EE.UU. Resulta curioso que actualmente la situación de captación de científicos por parte de los EE.UU. sigue siendo igual aunque los motivos sean distintos. La tesis central del informe gira en torno a que "el progreso científico es una clave esencial de nuestra seguridad como nación, para mejorar nuestra salud, tener puestos de trabajo de mayor calidad, elevar el nivel de vida y progresar culturalmente"38. Otra idea importante y novedosa era la de afirmar que "la ciencia sólo puede ser eficaz para el bienestar nacional como integrante de un equipo, ya sea en condiciones de paz o guerra"39. Como señala Javier Echeverría, para que la ciencia pueda ser eficaz es necesario que trabajen de forma coordinada equipos de científicos, ingenieros, militares, empresarios, gestores y políticos, saliendo cada uno de ellos de su torre de marfil. Señalaré a este respecto que en España actualmente se está logrando una mayor colaboración entre ingenieros y empresarios en general y militares en particular, y se dispone de una herramienta política de planificación: el Plan Nacional de I+D, pero queda mucho por hacer para la incorporación de los científicos que siguen mostrando una fuerte reluctancia a trabajar en proyectos con orientación práctica eficaz sean de naturaleza civil o militar. El problema tiene varias facetas y sería necesario dedicar un estudio monográfico al mismo. Por el momento se pueden apreciar varios rasgos. De una parte, la "cultura academicista" de la mayor parte de los científicos centrada en "la publicación" que se ha convertido en la norma principal de la evaluación científica frente, por ejemplo, a la participación en proyectos industriales. Por otro lado, puede estar la escasa consideración que en las empresas se tiene del trabajo de investigación básica y de la planificación estratégica de la I+D a largo plazo, apremiadas por el desarrollo a corto plazo. Parece que las empresas hacen suya la máxima "primum vivere, deinde philosophare", que no es precisamente recomendable para la innovación. Vannevar Bush propone también que el Gobierno debe ser el principal agente tecnocientífico del país, ampliando así a todos los sectores lo que en los años previos habría sido el papel del Ministerio de Defensa. En lo que respecta al sector de la Defensa, transcribiré literalmente del libro ya citado.

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op. c. pág. 189 op. c. pág. 189

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"Pasando al capítulo de la Defensa, Bush hacia ver que la guerra moderna era un combate de técnicas científicas poniendo como ejemplo las batallas contra submarinos alemanes, el radar y otras armas recientemente desarrolladas. La capacidad de defensa y de ataque de una nación dependen estrictamente del conocimiento científico. Por ello, concluía, debe haber más -y más adecuadas- investigaciones militares en tiempos de paz. Los científicos civiles tenían que seguir colaborando con los militares. La mejor manera de lograrlo es mediante una organización de control civil con estrecha vinculación con el ejército y la armada, pero con financiación directa del Congreso y facultades explícitas de iniciar investigaciones militares que complementarán y fortalecerán las llevadas a cabo directamente bajo el control de ambas fuerzas. Los ejércitos mantendrían sus propios centros de investigación, pero, además, se proponía crear una organización que vinculara institucionalmente a los científicos y a los militares, siempre bajo la dependencia financiera del Congreso, es decir, con un capítulo específico de los presupuestos del Estado. Bush volvía a insistir en que el Gobierno y el Congreso tenían que ser los agentes tecnocientíficos principales, sin perjuicio de que siguieran existiendo Agencias militares dedicadas a la investigación"40. “A la par que el sector más directamente ligado a los militares, Bush hacía una llamada de atención a que debía existir un sector empresarial plenamente competitivo, ya que el pleno empleo y el progreso de una sociedad no se logra sin este tipo de empresas. Estas empresas "se fundan en nuevos principios y nuevas concepciones, que a su vez resultan de la investigación científica básica. Esto es el capital científico. Por otra parte, ya no podemos depender de Europa como una fuente importante de este capital"41 . Sin duda, Vannevar Bush exagera cuando atribuye al conocimiento científico la importancia casi exclusiva de la victoria o la derrota. Experiencias recientes -Vietnam, Irak- muestran que hay otros factores, tan importantes como las tecnologías militares, de carácter político, social y cultural. Pero, en todo caso, la posesión de la ciencia y de la tecnología avanzadas para el desarrollo de sistemas de armas es una condición necesaria, aunque no suficiente, para la seguridad de una nación y el predominio militar.

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op. c. pág. 190 op. c. pág. 191

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De nuevo Bush llama la atención sobre el "capital científico" y respondiendo a la pregunta cuarta del Presidente Roosevelt dice: "¿Cómo incrementamos este capital científico?. En primer lugar, debemos contar con muchos hombres y mujeres, formados en la ciencia, porque de ello depende tanto la creación de nuevo conocimiento como su aplicación a finalidades prácticas. Segundo, debemos fortalecer los centros de investigación básica que son principalmente las facultades, universidades e institutos de investigación…. Sólo ellas dedican casi todos sus esfuerzos a expandir las fronteras del conocimiento"42. El informe de Vannevar Bush establecía un Sistema de Ciencia y Tecnología (SCyT) basado en la existencia de una Política Científica y Tecnológica, cuya descripción cae fuera de este breve resumen y que puede estudiarse en el libro de Javier Echeverría. Señalemos únicamente que esta política y este sistema ha sido copiado en mayor o menor medida por todos los países europeos.

El Sistema Ciencia-Tecnología y la Defensa ¿Cuál fue la importancia de las políticas de Defensa y de las tecnologías de los sistemas de armas en el nacimiento y consolidación de este SCyT? Javier Echeverría señala que "la iniciativa gubernamental, en particular la militar, fue el motor que impulsó los grandes proyectos de los años 40 y 50, sin perjuicio de que en los años 30 algunas instituciones hubieran sido pioneras de la macrociencia norteamericana"43. Prueba de ello es que en el año 1955 el 80% de las inversiones del Gobierno Federal de EE.UU. eran canalizadas a través del Departamento de Defensa y ya se hizo referencia anteriormente a algunos de los grandes proyectos llevados a cabo. Sin embargo, durante la década 1965-1975, y debido al auge de los movimientos sociales de naturaleza pacifista en los EE.UU., las inversiones cayeron hasta la mitad44. Hacia finales de la década de los setenta se inicia un período de recuperación pero con algunas características distintas en el sentido de que el gobierno sigue financiando principalmente la investigación básica y, a través de políticas fiscales y de liberalización de patentes y de compras públicas, incentiva la inversión de las empresas privadas en op. c. pág. 193 op. c. pág. 63 44 Siendo estudiante, el autor de este capítulo fue testigo directo en el año 1969 de la fuerte reacción que se produjo en la Universidad de Stanford (California, EE.UU.) contra la investigación de carácter militar que dio lugar a manifestaciones y asaltos a laboratorios que determinaron la separación del SRI (Stanford Research Institute) de la estructura propia de la Universidad. 42 43

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actividades de I+D de modo que, a partir de los años ochenta, la financiación privada es superior a la pública, situación que se mantiene actualmente. Así, durante el periodo 2000-2005, la financiación de la I+D en EE.UU. se distribuye entre un 65% de las empresas privadas, un 30% del gobierno y un 5% de otras contribuciones. Los presupuestos del gobierno para I+D (1,25% PIB) se distribuyen aproximadamente entre un 0,65% para la Defensa y un 0,50% para el sector civil45. Así pues, parece claro que en el despegue, crecimiento y consolidación de la investigación científica y el desarrollo tecnológico hasta alcanzar la supremacía mundial, el papel jugado por los sectores vinculados a la Defensa -gobierno+empresas- ha sido fundamental en los EE.UU. La importancia del sector de la Defensa en los sistemas CienciaTecnología-Sociedad va más allá de la producción de artefactos bélicos y afecta al propio núcleo axiológico de las acciones tecnocientíficas. Tal como señala Javier Echeverría: "Estos cambios, y otros que podrían mencionarse en relación con los vínculos entre las tecnociencias y el poder militar, incluidos los asuntos secretos, tienen un trasunto axiológico claro.. Algunos valores militares (disciplina, obediencia debida, patriotismo o secreto) entran en el núcleo axiológico que guía las acciones científicas, no sin conflictos y controversias, que por lo general quedan silenciadas. Esta es una de las razones para afirmar que la estructura de la actividad científica y tecnológica cambia radicalmente en virtud de esa estrecha vinculación entre tecnociencia y guerra. Si antes dijimos que el sistema de valores de la tecnociencia tiene como mínimo tres subsistemas (epistémicos, técnicos y económicos), ahora podemos añadir un cuarto subsistema, el de los valores militares, puesto que éstos se insertan establemente en la práctica científica. Podemos concluir que buena parte de las acciones tecnocientíficas están guiadas en parte por los valores militares, y ello en el núcleo mismo de las mismas, es decir, en las empresas e instituciones de investigación, en la medida en que forman parte del aparato militar, aunque no sean contabilizados en las Fuerzas Armadas"46. Este papel importante del sector de la Defensa en la política de I+D queda más claro, si examinamos la estructura del SCyT de EE.UU. a partir de los años 80. Obviamente, no será una descripción detallada, que puede consultarse en el libro de Javier Echeverría, tantas veces citado. A grandes rasgos, el SCyT se compone de seis grandes agentes tecnocientíficos:

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OECD Science, Technology and Industry Scoreboard. 2005 y 2006. op. c. pág. 77

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a) Las instituciones ligadas directamente al gobierno y al Parlamento que establecen las políticas de I+D y su financiación. b) Las Agencias Federales, tipo NASA, NSF, DARPA, etc., responsables del desarrollo de los grandes programas sectoriales en estrecha colaboración con las universidades, las industrias y los centros de investigación. c) Las organizaciones militares dedicadas a I+D, por lo general con un funcionamiento propio algo separado de las políticas generales de I+D. d) Las empresas, principales agentes de la innovación que dedican recursos importantes a la I+D y que mantienen estrechas relaciones con los ámbitos académicos y gubernamentales. e) El quinto agente es el mercado, que propicia el que las innovaciones tecnocientíficas, sean de naturaleza civil o militar pasen a ser aplicadas con carácter general a la sociedad, dando lugar a lo que se ha llamado impropiamente "tecnologías duales" en los ámbitos de la Seguridad y la Defensa47. f) La sociedad científica y académica, universidades, centros de investigación, academias, sociedades de publicaciones científicas, congresos de científicos y tecnólogos, etc. con estrechas relaciones con el mundo empresarial y gubernamental. De los seis agentes citados, llama la atención que uno de ellos sea explícitamente de carácter militar. Podría estar, implícitamente, en los a) y b). Sin duda, en EE.UU, la relevancia del ámbito militar es destacable, por la historia reciente y por el nivel de financiación. La institucionalización de las políticas de I+D y el papel director de los gobiernos en la planificación y la financiación de las mismas creada por EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial, ha sido seguida por todos los países de Europa Occidental en mayor o menor medida y luego institucionalizada en la Unión Europea a través de sus Programas Marco. La participación de la I+D de carácter militar en la financiación total por

Por su naturaleza la tecnología es multivalente. Son sus aplicaciones las que pueden tener un carácter u otro.

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parte de los gobiernos es muy variable dependiendo del papel geopolítico que cada nación juega en el mundo. Sin llegar en ningún caso a los niveles de EE.UU., podemos destacar que Francia y Gran Bretaña dedican algo más de un 20% a I+D militar, Suecia, Italia y España entre el 15% y el 20%, datos referidos a los años 2000 a 2004, siendo la media de la UE15 del orden del 14%48, lo cual prueba la importancia de la I+D de carácter militar en las políticas de I+D.

Las políticas de la ciencia y la tecnología en España: papel de la Defensa El éxito obtenido por los Estados Unidos en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, colocan a este país como referente en el mundo occidental y de manera especial en Europa y sus políticas y sistemas CienciaTecnología-Empresa (CTE) tienden a ser imitadas en muchos países. A ello contribuyó la creación, a finales de los años cincuenta, de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Convencidos de la importancia de la ciencia y de la tecnología como agentes principales para el desarrollo económico, los países de la OCDE incluyeron en su agenda los temas de las políticas científicas y tecnológicas y el punto de partida fue el Informe Piganiol: "Science and the Policies of Governement. The Implications of Science and Technology for National and International Affair", título que habla por sí solo de lo que se pretendía. Tal como señala Luis Sanz Menéndez en su libro "Estado, Ciencia y Tecnología en España: 1939-1997"49: "El informe se refería a los orígenes de las relaciones entre ciencia y tecnología con las aplicaciones militares, pero también llamaba la atención sobre las crecientes oportunidades científico-técnicas para el desarrollo económico y se abogaba por una explícita política nacional de ciencia, al estilo de la política económica o de la política exterior". La primera reunión a nivel ministerial de los países integrantes de la OCDE tuvo lugar en octubre de 1963 (España pertenece desde su creación) y aunque las posiciones de los distintos países eran diferentes en cómo organizar las políticas, lo que sí quedó claro es que "en los sesenta, la ciencia y la tecnología se convirtieron en una preocupación política porque las oportunidades que ofrecían superaban los recursos económicos y

OECD Science, Technology and Industry Scoreboard. 2005 y 2006. Este epígrafe es un resumen brevísimo del libro citado, editado por Alianza Universidad, cuya lectura se recomienda para aquellos interesados en el establecimiento del sistema CTE en España y las vicisitudes políticas y económicas por las que ha pasado. Por no citar continuamente el libro, las frases literales se escriben en cursiva y entrecomilladas.

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humanos disponibles. Los gobiernos descubrieron que se estaban convirtiendo en la principal fuente de apoyo de la actividad científica por dos razones: la rápida elevación de costes y la contribución de la ciencia a la defensa nacional y al bienestar". Observemos que la defensa nacional sigue jugando un papel importante en el establecimiento de las políticas sobre ciencia y tecnología, papel que fue derivando poco a poco hacia el objetivo del "crecimiento económico" y más tarde, en la década de los setenta, hacia crecimiento económico sostenible y bienestar social, haciéndose eco de los movimientos ecologistas y pacifistas y los problemas de riesgos de la tecnología, de modo que en otro informe de la OCDE del año 1971 se intentó cambiar el protagonismo de la ciencia en aspectos relacionados con la defensa por la atención a otras necesidades sociales. En España no puede hablarse con propiedad del establecimiento de políticas sobre la ciencia y la tecnología hasta los años ochenta. Sin embargo, tal como señala Luis Sanz "el sistema ciencia-tecnología que los reformistas socialistas en los años ochenta quisieron transformar era el resultado de adaptaciones y de desarrollos producidos en las décadas anteriores, acumulados a partir de un instante de cristalización inicial". Por lo cual se hace necesario dibujar algunas pinceladas sobre la evolución de las acciones políticas sobre la investigación y el desarrollo tecnológico desde el final de la guerra civil hasta nuestros días, destacando algunos aspectos que tienen que ver con la defensa. Luis Sanz distingue cuatro periodos: la autarquía, que llega hasta 1957; la de los planes de desarrollo, que comprende hasta 1975; la de la transición hacia la democracia; y la que cristaliza en 1986 con la denominada "Ley de la Ciencia". La primera etapa se caracteriza por la creación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) a finales del 1939 cuya misión era "fomentar, orientar y coordinar la investigación científica nacional", y la creación del INI (Instituto Nacional de Industria) a finales de 1941 para poner en marcha un proceso de industrialización que la iniciativa privada no podía por carecer de recursos económicos y de empresarios. Ciencia básica por un lado y tecnología por otro. Posteriormente, se crearían algunos centros de investigación: el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), dependiente del entonces Ministerio del Aire (Defensa), en 1942 y la JEN (Junta de Energía Nuclear), dependiente del Ministerio de Industria, en 1948, rebautizada más tarde como CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medio Ambientales y Tecnológicas), centros que siguen existiendo hoy dependiendo de los Ministerios de Defensa y de Industria. 63

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Resulta interesante destacar que en este periodo fue muy importante la labor de los "ingenieros militares" en la tarea de reconstrucción industrial. Como señala Luis Sanz: "los militares españoles, desde la Primera Guerra Mundial y con posterioridad, formaron las comisiones de movilización, donde se generaría un espíritu favorable a la creación de centros o laboratorios de investigación en áreas muy aplicadas, tales como la metalurgia y los combustibles. En estas comisiones se fue creando una trama de relaciones entre ingenieros procedentes del ejército y la armada que sería la base del mundo industrializador del INI". De aquí proceden personajes significativos como Juan Antonio Suances y Joaquín Planell ambos ministros de Industria en los primeros gobiernos del general Franco, el primero fué fundador y presidente del INI y el segundo dirigió el Patronato Juan de la Cierva, único centro del CSIC de carácter tecnológico. En el periodo autárquico no había política científica y tecnológica sistematizada e institucionalizada. No debe extrañarnos, no la había en ningún país del mundo, se estaba forjando en los Estados Unidos, como se vió con anterioridad. La Universidad había quedado diezmada en la guerra civil y la investigación no existía en la misma y el CSIC, con una componente doctrinal nacionalcatólica muy importante, estuvo más ocupado en problemas internos que en el fomento, orientación y coordinación de la ciencia. Por otro lado, la penuria económica no permitía una financiación suficiente de lo que hoy denominamos I+D. La segunda época se caracteriza por la llegada de los "tecnócratas" a los sucesivos gobiernos y la apertura al mundo internacional, especialmente a los Estados Unidos. Como consecuencia de sucesivos informes de organismos de cooperación económica internacionales - Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) y de la ya mencionada OCDE - se toman medidas de carácter administrativo de las cuales la más relevante fue la creación, a finales del año 1958, de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (CAICYT), gesto de buena voluntad de incluir en la agenda política la coordinación de los esfuerzos dispersos que se hacían en los centros dependientes de los diversos ministerios y asesorar en la programación y desarrollo de los planes de investigación científicotécnica de interés. La CAICYT dependía de la Presidencia del Gobierno, a través de la Comisión Delegada de Política Científica (1963), pero de hecho su infraestructura material y humana, escasa por los demás, dependía del CSIC. En la CAICYT y en la Comisión Delegada había representantes de varios ministerios y organismos pero no de los ministerios militares de los que dependían varios centros de investigación. Recordemos brevemente que bajo diversas denominaciones los Ejércitos y la Armada tenían desde antiguo 64

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centros de ensayos, estudio, homologaciones, desarrollos e investigación tales como el Taller de Precisión y Centro Electrónico de Artillería (TPYCEA) que data de 1898; el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (CEHPAR) creado en 1928; la Fábrica de La Marañosa, creada en 1923; el Laboratorio y Taller de Investigación del EMA (1948) que tras sucesivas reestructuraciones se convertiría en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Armada (CIDA) en el año 1966; y algunos más, que servían de apoyo a los respetivos ejércitos pero que estaban muy poco coordinados entre sí y desde luego sin integración en una política conjunta de I+D que nunca había existido a nivel nacional. En todo caso, tal como señalaron varios informes de la OCDE (1964 y 1971), la CAICYT no fue operativa hasta la década de los setenta pues seguía muy vinculada al CSIC, sin financiación ni capacidad para programar y coordinar a los centros y dependiente de las vicisitudes de las relaciones entre Presidencia del Gobierno, Ministerio de Educación y CSIC. Al menos, la política científica y tecnológica entró en las preocupaciones de los gobiernos, creando algunos instrumentos administrativos con buena voluntad pero poca eficacia. Señalemos que en 1964 el esfuerzo de I+D en España, medido en gasto total como porcentaje del PIB, era de 0,2, mientras que la media de los países de la CEE era de 1,46. A partir de 1964, en los sucesivos "planes de desarrollo" se incluyeron presupuestos específicos para desarrollo y programación de I+D a través del Fondo Nacional para la Investigación Científica (FNIC) para financiar proyectos, dotación de infraestructuras y, a partir de 1969, financiación para las empresas en la forma de "Planes Concertados" de I+D. Los planificadores señalaron como objetivo para el año 1972 un gasto en I+D del 1%, pero apenas se pudo llegar al 0,3% del PIB. La muerte del general Franco, en noviembre de 1975, abrió una nueva etapa caracterizada por preocupaciones políticas importantes en la que la ciencia y la tecnología no eran precisamente las prioridades de la agenda política, produciéndose además continuos cambios en los responsables de los Ministerios de Educación y de Industria que eran los agentes principales de las políticas gubernamentales de investigación y desarrollo tecnológico. A todo ello hay que sumar la crisis económica. Resulta significativo que en los "Pactos de la Moncloa" no hubiera ninguna referencia a la política de I+D. No obstante, sobre todo en el mundo académico, aumentó la preocupación y la presión por la planificación y la financiación de la investigación, sobre todo en su vertiente científica básica y se crearon algunos instrumentos y se reformaron otros. Unos continúan actualmente y otros quedaron en proyectos que serían más tarde desarrollados. Por el lado de la tecnología, 65

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en agosto de 1977, se creó el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) como operador dependiente del Ministerio de Industria y Energía para impulsar y promocionar el desarrollo tecnológico de la producción industrial española a través de créditos a las empresas. La financiación procedía de un convenio firmado con el Banco Mundial. Por el lado académico, en el año 1979 se creó el Ministerio de Universidades e Investigación, lo cual era una buena señal de la importancia, al menos administrativa, que quería dársele a la política de la ciencia. Se reestructuró la CAICYT dotándola de un Comité Científico y Técnico, entre cuyos objetivos figuraban la fijación de prioridades y áreas de actuación y la evaluación, y el Comité Interministerial de Programación, para aplicar las prioridades en forma de programas y proyectos. Se trataba de ejercer una mayor coordinación y eficacia entre los centros y las actividades de los distintos ministerios. Señalemos que por vez primera el recién creado Ministerio de Defensa (1980) se incorpora a ambos comités, ostentando además una de las vicepresidencias del Comité Interministerial, a nivel de subsecretaría, junto con Industria y Agricultura. La presidencia correspondía al subsecretario de Universidades e Investigación. Era un intento más de coordinar y desarrollar la I+D llevada a cabo en el CSIC, en las Universidades, en el CDTI, en la JEN, en el INTA, en el INIA y en otros Institutos y Centros dependientes de los ministerios. Los años 1980 y 1981 fueron convulsos, con continuos cambios de responsables en los ministerios. Se suprimió el Ministerio de Universidades e Investigación y volvió a su denominación de Ministerio de Educación y Ciencia quedando la investigación en una Secretaría de Estado junto con las universidades, no fue posible una Ley de Autonomía Universitaria y quedó sobre la mesa de las Cortes un proyecto de "Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica", (1982), que sería el germen del que se aprobaría finalmente en 1986, con un nuevo gobierno estable. Señalemos que en 1982, final de la etapa de la transición, el gasto en I+D era del 0,4% del PIB, en tanto que la media de ocho países de la Europa Occidental era de 1,6%. Como señala Luis Sanz: "si la imposibilidad financiera fue característica en la política científica y tecnológica durante los planes de desarrollo, lo que caracterizó a la siguiente etapa será la inviabilidad política, surgida del contexto de la transición a la democracia y el colapso de UCD". La cuarta etapa de este largo proceso se caracteriza por el cambio de signo político producido en 1982 que lleva a la constitución de gobiernos estables de los que forman parte personas procedentes de los ámbitos académico y profesionales preocupados y conocedores de los problemas 66

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de la I+D y entre los cuales existía una cierta complicidad y entendimiento para llevar a cabo políticas ambiciosas de investigación científica y tecnológica. No obstante, durante los primeros años las preocupaciones y prioridades legislativas iban por otros caminos. En el Ministerio de Educación y Ciencia eran la Ley de Reforma Universitaria (LRU) y la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), y en el Ministerio de Industria la reconversión industrial, aunque se fueron elaborando algunos planes industriales específicos para el fomento de la innovación en las empresas tales como el Plan de Electrónica e Informática (PEIN) y el Plan Energético Nacional (PEN). El impulso inicial procedió directamente de la Presidencia del Gobierno desde cuyo Gabinete se promovieron estudios y reuniones de expertos que dieron lugar a publicaciones tales como "Nuevas Tecnologías, Economía y Sociedad en España" dirigido por Manuel Castells, y "Ciencia, Tecnología e Industria en España" de Roberto Dorado y otros50 . Así pues, las acciones de política científica y tecnológica se dirigían desde el propio Consejo de Ministros, especialmente desde los Ministerios de Educación, Industria, Defensa, Economía, Sanidad y Agricultura, es decir, aquellos ministerios con importantes actividades y centros de I+D. El Ministerio de Defensa, creado en 1980 con la unión de los tres ministerios militares, aunque no descartaba la colaboración con Educación e Industria, estaba más interesado en el desarrollo de grandes sistemas de interés militar (futuro avión de combate, fragatas…) a través de la cooperación internacional y las contraprestaciones industriales y disponía de un instrumento: la Ley de Dotaciones de las Fuerzas Armadas, en la cual se incluían partidas para I+D, con poca visibilidad en las estadísticas generales. En los ministerios de Agricultura y Sanidad las reticencias a una planificación conjunta y a la coordinación eran también fuertes y procedían, como sucede tantas veces en las administraciones públicas, de la oposición de los cuerpos profesionales mayoritarios en los centros de dichos ministerios. Así pues, la coordinación se presentaba difícil. No obstante, el impulso desde la Presidencia del Gobierno y el interés de los Ministerios de Educación e Industria condujeron a la aprobación por las Cortes Generales de la "Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica", cuyo título era igual al proyecto del

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"Nuevas Tecnologías, Economía y Sociedad". Manuel Castells y otros. Alianza Editorial. Madrid, 1985. "Ciencia, Tecnología e Industria en España". Roberto Dorado y otros. Fundesco. Madrid, 1991.

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año 1982 y buena parte de sus líneas programáticas también lo eran, pero ahora había un gobierno fuerte capaz de ver su proyecto aprobado el 14 de abril de 1986. Las grandes debilidades del sistema CTE, reconocidas en el preámbulo de la Ley, eran: la escasez de recursos humanos y materiales; su desconexión con el sistema productivo; y, la falta de coordinación entre las diversas instituciones implicadas en el sistema. Por lo tanto, los objetivos de la acción gubernamental se orientan hacia dotar al sistema de más recursos, a planificar fijando prioridades y a lograr una mayor coordinación tratando de equilibrar las demandas del ámbito académico con las de los sectores industriales y todo bajo la óptica de que la I+D debe estar al servicio de las necesidades económicas y sociales. Los objetivos más concretos y detallados pueden consultarse en la propia Ley o en el análisis que de la misma se hace en el libro de Luis Sanz. Aquí señalaremos solamente algunos aspectos importantes. La CAICYT queda reformada y se eleva su rango administrativo pasando a ser el organismo político del Estado quedando configurada como Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT). El cambio de la palabra "asesora" por "interministerial" era algo más que un simple cambio semántico e indicaba unos propósitos de programación, ordenación y coordinación de las actividades de I+D, dotándose de un instrumento que sería el "Plan Nacional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico" (Plan de I+D), el primero de los cuales fue el del periodo 1988-1991 y que ha continuado hasta la actualidad en que finaliza el séptimo Plan 2004-2007. Con altibajos, derivados de situaciones presupuestarias, de cambios organizativos y de responsables políticos, lo cierto es que se instauró una política científica y tecnológica que lleva ya algo más de veinte años de vigencia. La tremenda brecha que existía en recursos económicos y humanos respecto a los países europeos se ha reducido, sigue habiendo problemas de coordinación y de desconexión del ámbito académico con el industrial pero se han dado pasos positivos. En lo que respecta al papel jugado por las instituciones militares en el desarrollo de la política científica y tecnológica en España, resulta obvio que no ha jugado ni tenido la importancia que tuvo en EE.UU., ni ha sido el motor de las políticas de ciencia y tecnología. No obstante, contribuyó a la industrialización, mantuvo en sus centros actividades de I+D y, a partir de los años ochenta, se inserta en la planificación general y participa en la misma. Así, en la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica, entre los objetivos de interés general que se establecían 68

La institucionalización de la I+D+i militar

en su artículo 2 figura: "g) El fortalecimiento de la defensa nacional; y entre las atribuciones de la CICYT figura: e) Coordinar con el Plan Nacional las transferencias tecnológicas que se deriven del programa de adquisiciones del Ministerio de Defensa y de cualquier otro departamento ministerial”. Asimismo, en la disposición final octava de la Ley se establece: “El Ministerio de Defensa podrá adaptar al Plan Nacional y, en su caso, integrar en él, proyectos de investigación científica y desarrollo tecnológico en materias que afecten a la Defensa Nacional, para su financiación, en todo o en parte, con cargo a dicho Plan, así como financiar proyectos integrados en los mismos". Desde entonces, se han ido dando pasos para una mayor integración de la I+D de carácter militar en las políticas generales. Así, en el año 2001 se aprobó por la Secretaría de Estado de la Defensa el "Plan Director de I+D de la Defensa" cuyas áreas y directrices se recogerían en el Plan Nacional para el periodo 2004-2007. Este Plan establece 10 áreas temáticas prioritarias entre las que se encuentra la relativa a "Seguridad y Defensa" que a su vez comprende los programas de Seguridad y de Defensa. La gestión de este último es encomendada al Ministerio de Defensa que, a través de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) define las actividades de I+D de Defensa como aquellas que tienen por finalidad contribuir a dotar a las Fuerzas Armadas españolas de sistemas de armas y equipos con el nivel tecnológico adecuado y ayudar a preservar la base tecnológica e industrial española de la Defensa. Durante la última década (1997-2007) la financiación de los programas de investigación, desarrollo e innovación en el sector de la Defensa -ministerio, empresas, centros de investigación- ha sido muy alta, siendo España el quinto país europeo por volumen de recursos destinados a I+D para la Defensa y los indicadores de innovación industrial muestran que este sector está muy por encima de la media general de todos los sectores, lo cual prueba que cuando hay una planificación sostenida, una financiación suficiente y una coordinación apreciable se obtienen buenos resultados.

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Capítulo 4 Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU. Jordi Molas

Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU

Políticas de I+D de Defensa: un enfoque comparativo Uno de los objetivos del estudio es la ubicación del esfuerzo español en I+D de defensa en las actividades que llevan a cabo otras naciones en esta materia, con el objetivo de identificar tendencias y prácticas relevantes para el análisis del caso español. Este capítulo realiza un breve recorrido por las políticas de I+D de defensa en los principales países de la OTAN. Las políticas de investigación en defensa, y concretamente sus prioridades, varían acusadamente de un contexto a otro. En parte las diferencias se deben a las distintas dotaciones industriales y tecnológicas de las que dispone un país. Entre los países de nuestro entorno se encuentran naciones como Francia y Gran Bretaña con tamaño y capacidad suficiente para cubrir un campo muy amplio de actividades industriales y de innovación. Países más pequeños deben ser más selectivos e identificar "nichos" en los que concentrar su actividad investigadora. De forma similar, países con capacidades tecnológicas e industriales limitadas orientan sus políticas industriales de defensa a la absorción de tecnologías generadas en el exterior. Al estar la selección de prioridades de investigación y programas supeditada al contexto nacional, orientaremos esta sección del estudio al análisis de las estrategias de gestión de las actividades de I+D, prestando especial atención a la evolución de los principios, directrices de la organización y gestión de la investigación, incluyendo reflexiones sobre los casos norteamericano, británico y francés. Identificaremos tendencias generales que han emergido independientemente de la escala y las capacidades de los diferentes países. Aunque analizaremos países con un tradición política e institucional muy diferentes, en los cuales el papel de la industria privada en el desarrollo y producción de sistemas de armamento ha sido muy diferente, y con un tamaño y capacidad de investigación muy superior a los españoles, el análisis que presentamos identifica algunas tendencias convergentes por lo que se refiere a la gestión de la investigación.

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Gran Bretaña El aspecto más relevante de la política de I+D de defensa en el Reino Unido es la progresiva comercialización y aglutinación de los laboratorios públicos de investigación en defensa, proceso que ha culminado en la privatización de una parte importante de su capacidad. El punto de partida del proceso lo configura una red muy fragmentada de establecimientos públicos de investigación que siguieron un proceso de fusiones que duró varias décadas 51 Durante los años 80 las fusiones dieron lugar a un total de siete centros de investigación principales entre los que se contaban el Royal Signals and Radar Establishment (RSRE - electrónica), el Royal Aircraft Establishment (RAE-investigación aeronáutica), el Royal Armament Research and Development Establishment (RARDE - sistemas terrestres), el Chemical and Biological Defence Establishment (CBDE), y el Admiralty Research Establishment (ARE - sistemas navales). Todos los centros se especializaban en el sector militar. En algunos pocos casos parte de su trabajo se orientaba también al sector civil. Por ejemplo, el RSRE requería que sus investigadores realizasen trabajos orientados tanto a aplicaciones militares como civiles (Mears 1986), aunque naturalmente el trabajo militar concentraba la mayor parte de su atención. El RSRE suponía también una excepción por la variedad y alcance de sus actividades fuera del ámbito de la investigación militar, incluyendo programas bilaterales con empresas, programas europeos, ingresos por licencias de patentes e intercambio de personal con la industria. En 1991 se creó la Defence Research Agency (DRA) por la fusión del ARE, RAE, RARDE, y RSRE. En 1995, el CBDE, el Centre for Defence Analysis y el Defence Test and Evaluation Organisation se unieron al DRA para crear la Defence Evaluation and Research Agency (DERA). La creación de DERA supuso la culminación del proceso de fusiones. DERA emergió de este proceso como el principal organismo público de investigación en defensa británico52 y uno de los mayores del mundo, con unos 12500 trabajadores operando en multitud de áreas y desde multitud de emplazamientos.

Así por ejemplo, en el campo electrónico, el “Royal Signals and Radar Establishment (RSRE)” se creó en los años 70 como resultado de una fusión entre grupos previamente separados, entre los cuales el más importante era el “Royal Radar Establishment”. En 1979 el “Services Electronic Research Establishment” se unió al RSRE. 52 DERA incluía todos los laboratorios públicos de investigación de defensa del país (a excepción de la investigación en armas nucleares). 51

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Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU

En los años 90, el proceso de fusiones se vio acompañado de una progresiva comercialización de los centros. En 1991 se da el primer paso con la "agencificación" de los organismos de investigación que pasan a forma parte de la DRA. En 1993 se les concede el estado de "Trading Fund", y se les hace responsable de recuperar el coste de todas sus actividades en base a "proyectos" suscritos con "clientes" en el Ministerio de Defensa y sus agencias. Las nueva estructuras supusieron un paso importante hacia la comercialización al liberar a la Agencia de varias de la restricciones que su condición como organismo público les imponía y que limitaban su capacidad de ofrecer servicios a nuevos clientes en el sector privado, dentro y fuera de las industrias militares. Anteriormente la DRA y sus predecesores no podían, por ejemplo, contratar personal para suministrar servicios comerciales, o usar sus instalaciones (como por ejemplo túneles de viento) con el mismo fin. La condición de "Trading Fund" permitió a la DRA y su sucesora, DERA, empezar a actuar como si de entes comerciales se tratase, aunque su carácter público aún les impedía ciertas operaciones como, por ejemplo, participar en la creación de empresas. Este impedimento se superó con la culminación del proceso, ya en el siglo XXI, con la privatización de aproximadamente unas tres cuartas partes de la antigua DERA, a través de una empresa creada al efecto (QinetiQ). La creación de QinetiQ no fue fácil, después de que los planes para la privatización de la totalidad de DERA tuvieron que ser rectificados al declarar el gobierno norteamericano, entre otros gobiernos y organismos, su preocupación por las implicaciones que se derivarían de que una empresa privada tuviese acceso a documentación secreta relativa a tecnologías sensibles, como las relativas a armas nucleares o guerra biológica. La solución adoptada fue la privatización de unas tres cuartas partes de DERA, y el mantenimiento bajo control público del resto del laboratorio (bajo el nuevo nombre Defence Science and Technology Laboratories -DSTL). La nueva empresa, QinetiQ, se constituyó en Junio del 2001. En febrero de 2003, la norteamericana Carlyle Group adquirió un tercio de la empresa, mientras que el resto continuaba controlado por el Ministerio de Defensa (51%) y empleados de la compañía (13%). En febrero de 2006, QinetiQ realizó por fin su entrada en bolsa, momento en el que el Ministerio de Defensa redujo su participación al 19,2%, y el grupo Carlyle al 10,4%. El impulso de estos procesos puede atribuirse a varios factores: 1. Los procesos de reforma general del sector público, y en particular la iniciativa de "agencificación" de muchos servicios públicos emprendida a partir de la publicación del informe al Primer Ministro "Next Steps", publicado en 1988. El objetivo de la reforma fue la mejora de la eficiencia y efectividad del sector público, a través de la creación de agencias con 75

Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

funciones ejecutivas gubernamentales, en el seno de las políticas y recursos fijados por un ministerio. Durante los años 90 se crearon cientos de agendas dependientes de todos los ministerios, incrementado de esta manera la flexibilidad de la gestión pública. 2. La presión sobre los presupuestos de I+D de defensa. Con el fin de la Guerra Fría los presupuestos de defensa británicos, siguiendo la tendencia general, mostraron una tendencia a la baja, que afectó de manera proporcionalmente más acusada a las partidas de investigación. En este contexto, la política pública se orientó a la búsqueda de nuevos mercados a través de los cuales poder generar los recursos necesarios para mantener las capacidades de investigación existentes en los laboratorios públicos de defensa, los cuales excedían las necesidades del Ministerio. Por otra parte, la incorporación de tecnologías generadas en el mundo comercial se empezó a percibir como una avenida para disminuir el coste de desarrollo de nuevos productos. Ambas respuestas requerían una mayor apertura de los entes de investigación pública de defensa a las actividades comerciales y a la captación de recursos externos. Se trataba sin embargo de un trabajo difícil: en 1995 sólo un 5% de los ingresos de DERA provenían de fuentes ajenas al Ministerio de Defensa. Durante los años 90 el Ministerio de Defensa estimuló a las nuevas agencias a buscar fuentes alternativas de ingresos que les permitiese mantener sus capacidades de investigación. La política de diversificación emergía de esta manera como una estrategia de mantenimiento de las capacidades de investigación frente al descenso de las fuentes tradicionales de recursos públicos. Los planes estratégicos del momento (Framework Documents) instaban a DERA a colaborar, transferir tecnología y establecer intercambios de información con la industria, siempre y cuando estas actividades fuesen consistentes con sus objetivos prioritarios en el campo de la defensa. DERA respondió con varias iniciativas orientadas a mejorar la colaboración con el sector privado como, por ejemplo, los Dual-Use Technology Centres (MolasGallart and Sinclair 1999). Sin embargo existían varios condicionantes que dificultaban esta política. La supeditación de las actividades comerciales a las necesidades del Ministerio de Defensa hacía que potenciales colaboradores industriales percibiesen DERA como un socio poco fiable. Por ejemplo, DERA podía verse obligada a aplazar sus actividades pactadas en un contrato de investigación para responder a demandas urgentes del Ministerio de Defensa. La creación de QinetiQ, y su organización como una corporación con diferentes divisiones y empresas subsidiarias ha situado a los laboratorios de defensa británicos en un marco básicamente comercial53. El Ministerio de Defensa retiene, sin embargo, una "golden share" para asegurar que capacidades que pueden considerarse vitales para la defensa nacional no desaparezcan.

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Los efectos del proceso de fusiones y privatización se han hecho sentir en varias áreas. Por una parte, los beneficiarios finales de la investigación han incrementado su influencia en la definición de programas de investigación, en particular por lo que se refiere a la investigación básica y aplicada no directamente relacionada con el desarrollo de sistemas específicos. El factor principal de este cambio es el establecimiento de relaciones "clienteproveedor" entre el organismo público receptor de los resultados de la investigación, y la agencia pública o empresa encargada de realizar el trabajo, y la práctica eliminación de la financiación no asociada a proyectos de los organismos. Por otra parte, el proceso de comercialización y privatización ha ocasionado varios problemas, entre los cuales el más importante es la aparición de potenciales conflictos de interés que surgen cuando una organización que empieza a regirse por criterios comerciales, juega al mismo tiempo un papel de consejero "independiente" a organismos gubernamentales en materia de evaluación de ofertas, evaluación de los resultados de proyectos de desarrollo, elaboración de requerimientos técnicos, etc. En primer lugar, el organismo accede, en virtud de su papel como consejero, a documentación confidencial de carácter técnico de alto valor comercial. En segundo lugar, deberá a menudo evaluar las propuestas y trabajos de empresas con las que mantiene relaciones comerciales. Las estrategias que se han desarrollado para responder a estos problemas han sido a menudo coyunturales y no han aplacado las preocupaciones expresadas por las empresas privadas. La respuesta ofrecida por DERA fue la erección de "murallas chinas" entre diferentes partes de la organización, para mantener la independencia de los grupos involucrados en la prestación de servicios de asesoría en los procesos de compras ministeriales. Más tarde, y con la formación de QinetiQ, el ministerio ha retenido una parte de la estructura de DERA como laboratorio gubernamental totalmente desvinculado de la nueva empresa. Sin embargo, QinetiQ continúa prestando servicios de asesoría en materia de proyectos de desarrollo y compra de armamentos que podrían situarle en circunstancias privilegiadas de acceso a información privada de importancia comercial (ver, por ejemplo, (Molas-Gallart and Tang 2006)).

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Francia El sistema bajo el que se organiza la investigación en materia de defensa en Francia es complejo. Una red de establecimientos técnicos y de investigación forman una estructura conectada estrechamente con diferentes departamentos ministeriales, agencias gubernamentales, y empresas públicas y privadas. Sin embargo, existe una gestión centralizada de los recursos que se destinan a estos centros. La agencia encargada del desarrollo y compra de sistemas de armamento es la Délégation Générale pour l'Armement (DGA). Creada por el general De Gaulle, la DGA se convirtió en el elemento central de la estrategia tecnológica e industrial del ministerio de defensa, del cual depende. La DGA participaba en todos los aspectos del desarrollo y producción de nuevos sistemas de armamento, incluyendo la definición de estrategias industriales genéricas, la definición de proyectos, la gestión de programas y la realización de investigación científica y estratégica a través de varios centros de investigación54. A partir de mediados de los 90 el Ministerio de Defensa francés decidió reformar el papel de la DGA. El cambio ha sido definido como la transición de una "agencia de programas" a una "agencia de compras". Los factores que llevaron a la reforma incluían la necesidad de instaurar sistemas institucionales más abiertos para facilitar la participación en proyectos conjuntos europeos, restringiendo paulatinamente el papel de la DGA a una organización contratista más parecida a la británica Defence Procurement Agency (DPA) (Fontanel and Hebert 1997). La DGA tiene, sin embargo, un marco de actuación mucho más amplio que el la DPA británica: contrata tanto proyectos para el desarrollo y producción de sistemas, como contratos de apoyo logístico y proyectos de investigación básica y aplicada y gestiona también programas de investigación incluyendo programas de becas doctorales y otros apoyos a investigadores jóvenes55.

Debe reseñarse, sin embargo, que a pesar de la multiplicidad de organismos de investigación públicos en Francia, el porcentaje de la I+D de defensa que se realiza "intramuros" en laboratorios gubernamentales ha sido tradicionalmente mucho más bajo que en el Reino Unido. Estimaciones realizadas en un informe británico a mediados de los 90, apuntaban que la I+D realizada intramuralmente era solamente el 30% de toda la I+D de defensa financiada públicamente en Francia, mientras que en el Reino Unido esta cifra se elevaba al 73% (House of Lords Select Committee on Science and Technology 1994). 55 En este sentido las responsabilidades de la DGA en materia de contratación y gestión de proyectos se equipararían a las que realizan en Gran Bretaña la DPA, la Defence Logistics Organisation (DLO) y el DSTL. 54

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A estos cambios deben añadirse una serie de reformas introducidas también durante los años 90 que progresivamente establecieron relaciones cliente/proveedor en el seno de la DGA, y en sus relaciones con el Ministerio, siguiendo de esta manera el tipo de reformas desarrolladas en el Reino Unido. Entre los organismos que realizan las actividades de I+D de defensa se cuentan las empresas, universidades y otros organismos externos, la propia DGA y laboratorios públicos de investigación como la CEA y ONERA. El Commissariat à l'Energie Atomique (CEA) es un organismo público de investigación cuyas actividades van más allá de la investigación nuclear (que incluye el desarrollo de cabezas nucleares y de medios de propulsión nuclear), y abarcan actividades en tecnologías de la información, sanidad y otras tecnologías de defensa. Con casi 15.000 empleados, es un establecimiento que supera en tamaño a la ya extinguida DERA, e incluye nueve centros de investigación. La CEA hace hincapié en sus publicaciones oficiales en su voluntad de apertura y conexión con el entorno socio-económico, resaltando que desde 1984 ha creado 97 empresas ("spin-offs"), y dispone actualmente de 62 centros mixtos creados con otras organizaciones, además de una empresa filial de comercialización (CEA/Valorisation). En el año 2004 su situación jurídica cambió, adoptando un status especial de organismo público de investigación, que no existía hasta el momento. Dispone de un Consejo de Administración y se gestiona de forma parecida a una empresa. ONERA (Office Nationale d'Études et de Recherche Aérospatiale) juega un papel complejo en el proceso industrial, participando en todas las etapas de I+D, desde la investigación básica a las etapas iniciales del desarrollo de un sistema, y realizando además tareas de evaluación por cuenta de la DGA y trabajos de investigación bajo contrato de las empresas del sector. Los bancos de prueba de ONERA son los más importantes del país en el sector aeronáutico. Dispone de unos 2.000 trabajadores, de los cuales 1.500 son investigadores. En el año 2003-2004 ONERA recibió aproximadamente un 40% de su presupuesto como financiación central del Estado para apoyar sus actividades, y el resto a través de contratos de investigación. Sin embargo un 80% de los fondos totales recibidos (por contrato y por apoyo a sus operaciones) provienen de la DGA56.

Para una discusión más detallada ver (Versailles 2005). Esta situación es parecida a la de DERA y QinetiQ. Aunque el peso de los contratos de investigación es cada vez más alto, los contratos tienen su origen en las mismas organizaciones que antes financiaban los organismos a través de dotaciones presupuestarias. Lo que ha cambiado es el modo de financiación más que la fuente de los recursos, la cual permanece más estable. 56

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Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

En la práctica, es difícil distinguir qué operaciones se realizan con cargo a contratos o con cargo a las dotaciones presupuestarias de funcionamiento (Versailles 2005). A principios de este siglo se dio un cambio importante en la distribución de recursos entre estos centros. En primer lugar el papel de los laboratorios públicos ha descendido rápidamente. Entre 1998 y 2001 el porcentaje del presupuesto de investigación y tecnología de defensa que absorbía el CEA se redujo de un 45% a un 15%, y el de ONERA de un 20% a un 6%. Las empresas y organismos externos como universidades han cubierto el hueco, pasando de representar un 27% a un 68% de los gastos57. Estas cifras representan un cambio muy sustancial en el transcurso de sólo 3 años. El alcance de las relaciones entre investigación militar y aplicaciones civiles en Francia es objeto de valoraciones encontradas. Por una parte, un informe de la Cámara de los Lores británica (House of Lords Select Committee on Science and Technology 1994), realizado a mediados de los 90, apuntaba que prevalecía en Francia un enfoque de "uso-dual" inexistente en el Reino Unido: agencias de investigación pública civiles como el CNES (Centre National d´Etudes Spatiales - la agencia espacial francesa)58 participaban en proyectos de investigación militar. Sin embargo, las políticas de uso dual en Francia, se destinaban más a la aplicación de tecnologías civiles al campo militar, que a la explotación para uso civil de las inversiones realizadas por agencias militares. Otros expertos (Guichard 2003) argumentan que el sistema francés está dividido en compartimientos rígidos y resulta inflexible cuando se trata de transferir tecnología de aplicaciones militares a civiles. En todo caso se habían dado iniciativas para incentivar las sinergias entre investigación militar y civil, como el programa Syrecide (SYnergie REcherche Civile Défense). Syrecide era un programa que se desarrolló entre 1996 y 1999, que destinó unos 6 millones de euros a la financiación de 30 proyectos de desarrollo de tecnologías duales en una iniciativa co-financiada entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Educación e Investigación. Además, la DGA tiene un programa activo de becas doctorales, con más de 300 estudiantes doctorales en el mismo.

Datos Annuaire statistique de la Défense, 2002. El cual representaba sólo alrededor de un 1% del gasto en investigación y tecnología de defensa.

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Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU

Las iniciativas y programas de uso dual se vieron afectadas negativamente cuando en 1997 los presupuestos de investigación en defensa sufrieron un recorte considerable (cercano al 50%) dando lugar a una política de gasto más estricta, orientada al control de costes y a la financiación sólo de aquellos proyectos ligados directamente al desarrollo de sistemas de armamento específicos. La investigación básica, y objetivos estratégicos como el apoyo a las tecnologías duales fueron prácticamente eliminados. Desde el año 2001, sin embargo, el esfuerzo para conectar la investigación militar con los ámbitos civiles se ha renovado. En primer lugar se firmó un acuerdo en Diciembre 2001 entre los ministerios de Defensa e Investigación para reforzar la cooperación en materia de investigación, estableciendo mecanismos de coordinación en la definición de políticas tecnológicas, asistencia mutua en temas de evaluación y prospectiva, y colaboración en proyectos de investigación. En segundo lugar, la DGA empezó a participar en la financiación de redes de innovación e investigación civiles, y en particular en los "Réseaux de la Recherche et de l'Innovation Technologique (RRIT)", un tipo de redes temáticas financiadas por varios ministerios. La DGA ha financiado varias redes, incluyendo una por ejemplo sobre investigación en biotecnología, en cooperación con el Ministerio de Investigación para desarrollar tecnologías y prácticas para hacer frente a la amenaza bioterrorista. En tercer lugar, la DGA firmó un acuerdo con ANVAR (la agencia que apoya las actividades de investigación de las PYMES) por el cual la DGA apoyaría durante el período 2002-2005 los proyectos presentados por PYMES que tuvieran una aplicación militar o dual, y colaboraría con los esfuerzos de seguimiento tecnológico que realiza ANVAR.

Estados Unidos El volumen de investigación militar realizado en los EE.UU. es muy superior al que realizan todos los países europeos juntos. La inversión en I+D realizada por el Pentágono y otros departamentos, como el de Energía, con responsabilidades en el campo de la defensa y las infraestructuras que los apoyan no pueden compararse al ámbito europeo, donde las inversiones son mucho menores y se encuentran repartidas entre varios países. Esta sección discute brevemente las actividades de la "Defense Advanced Research Projects Agency" (DARPA), una organización que por sus peculiaridades y sus éxitos ha sido presentada a menudo como un ejemplo a seguir por una posible agencia europea de investigación. Sin embargo, DARPA debe entenderse como una parte relativamente pequeña del amplio sistema de innovación militar norteamericano. Antes pues de analizar las tareas que DARPA realiza y la forma en que se organiza haremos un breve recorrido por los otros centros públicos de investigación militar de los EE.UU. 81

Relaciones entre las innovaciones tecnológicas y la Defensa

Estructura y reforma de la I+D militar

La característica más sobresaliente de los laboratorios y centros de investigación públicos norteamericanos (tanto militares como civiles) es su fragmentación. A principios de los 90 el gobierno federal controlaba más de 700 centros de investigación (Crease 1993) y aunque este número se ha visto reducido el sistema continua siendo caracterizado por su fragmentación y descentralización. Cada rama de las fuerzas armadas planifica y es responsable de sus propias actividades de investigación, aunque coordinadas por una oficina del Pentágono (Office of the Secretary of Defense). La responsabilidad de definir una estrategia integrada para la totalidad del esfuerzo en I+D del Pentágono recae en el "Director of Defense Research and Engineering (DDR&E)". En general, las diferentes ramas de las fuerzas armadas centran su atención en el desarrollo de programas orientados al desarrollo de sistemas de armamento específicos y la ejecución de las misiones que se les encomienda. Este también es el caso de un grupo de laboratorios militares importantes que no dependen del Departamento de Defensa: los llamados "nuclear weapons labs" tienen como misión principal el desarrollo, mejora y mantenimiento del arsenal nuclear norteamericano y dependen del Departamento de Energía. Los tres "weapons labs" (Los Alamos, Lawrence Livermore y Sandia) son, cada uno de ellos, centros que dentro de un contexto europeo se encontrarían por su tamaño entre los más grandes del continente. Los Alamos, por ejemplo, cuenta con más de 9.000 empleados, y Sandia con unos 8.600. Tras el final de la Guerra Fría estos centros de investigación se han visto forzados a buscar nuevas misiones para intentar mantener sus capacidades. Esta es, sin embargo, una tarea difícil habida cuenta del tamaño de los recursos invertidos en estos centros durante los años precedentes. El proceso de redefinición y reorganización de estos laboratorios es largo y complejo, pero el cambio existe y es claramente identificable. Así por ejemplo, Lawrence Livermore cambió de una situación en los años 50, en los que casi la totalidad de su investigación se centraba en el desarrollo de armas nucleares, a una situación a finales de los 90 en la que la investigación de carácter militar (fuese nuclear o no) no llegaba a dos tercios del total de actividades del centro, y la de carácter nuclear a menos de la mitad (Tarter 1997). Este transformación es el resultado de un esfuerzo deliberado de diversificación que incluye una gran variedad de iniciativas, desde los programas para la realización de acuerdos de investigación conjuntos con empresas, a acuerdos para el acceso a laboratorios y otras infraestructuras científicas, provisión de asistencia técnica, y establecimiento y apoyo de “spin-offs”.

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Políticas de I+D de Defensa de varios países europeos y de EE.UU

DARPA: una agencia inusual

Además de los proyectos orientados a la mejora de las capacidades militares organizadas por las fuerzas armadas, existen varias organizaciones que llevan a cabo programas de investigación orientados a la solución de problemas genéricos y la generación de conocimiento aplicable a las diferentes ramas de las fuerzas armadas, incluyendo la investigación básica de carácter estratégico. DARPA es la más importante de estas agencias. DARPA es la principal organización de I+D dependiente del Departamento de Defensa. Conocida inicialmente como ARPA (Advanced Research Projects Agency) y más tarde como DARPA, añadiendo el calificativo "Defensa" a su denominación inicial, esta agencia se creó en 1958 como respuesta directa al lanzamiento soviético del primer satélite orbital y la consiguiente "sorpresa tecnológica" que tal lanzamiento ocasionó en los Estados Unidos. DARPA organiza y gestiona proyectos de investigación básica y aplicada con el objetivo de desarrollar ideas innovadoras de alto riesgo, capaces de ampliar las opciones tecnológicas al alcance del Pentágono. Como tal, DARPA no se encuentra ligada a ninguna rama de las fuerzas armadas norteamericanas, ni se especializa en ninguna función o tipo de operaciones específico. Responde de su trabajo directamente ante el ministro de defensa (Secretary of Defense), y opera independientemente de los otros laboratorios y organizaciones activas en el campo de la investigación militar. Su peculiar situación dentro del organigrama del Departamento de Defensa es sólo parte de su singularidad. DARPA es una organización única, también por su organización y gestión interna, la cual es marcadamente diferente de la de otros organismos públicos de investigación. En primer lugar, la organización central es pequeña y flexible. En su oficina central unas 250 personas gestionan un presupuesto anual que supera los dos mil millones de dólares. El personal técnico está compuesto por científicos e ingenieros de alto nivel provenientes de la universidad, la industria y centros públicos de investigación, los cuales trabajan en la agencia por un período de entre 3 y 6 años. La rotación continua del personal gestor asegura frescura de enfoques, y además permite que los gestores se inclinen por proyectos de más alto riesgo ya que no deben preocuparse de los potenciales efectos negativos sobre su carrera que podrían derivarse del apoyo a proyectos fracasados. Finalmente, la estructura de DARPA es poco jerarquizada, disfruta de alta autonomía, y esta exenta de muchas de las restricciones que el procedimiento administrativo impone a los centros y organismos públicos de investigación. La flexibilidad y "ligereza" administrativa han permitido que DARPA, además de apoyar proyectos de investigación innovadores y de alto impacto, haya sido también una agencia innovadora por lo que se refiere a la introducción 83

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de prácticas administrativas, principalmente en el ámbito de la contratación. DARPA goza de una dispensación especial que le exime de la obligación de aplicar los reglamentos de contratación pública aplicables al resto de la administración norteamericana. Todo ello configura a DARPA como una agencia muy diferente que no comparte las características normales de los organismos públicos. La capacidad de financiar proyectos de alto riesgo se basa, no sólo en la capacidad financiera, sino, sobre todo en una estructura institucional flexible y en constante renovación. De esta forma, DARPA ha sido capaz de financiar proyectos con configuraciones muy distintas a las que normalmente distinguen a la investigación militar. Así por ejemplo, el precursor de la Internet, ARPANET surgió como bien se sabe de un proyecto financiado por ARPA. Sin embargo, ARPANET se definió desde el principio como un proyecto abierto, iniciado por académicos que compartían una cultura de colaboración y de desarrollo de estándares abiertos, y que rápidamente se vio expuesta a las contribuciones de una comunidad aún más amplia de "hackers" (Chadwick 2006). DARPA continúa siendo una excepción en el campo de la investigación militar. A pesar del interés que despierta y de las frecuentes llamadas a la creación de una "DARPA europea" este modelo de gestión de la I+D militar no se ha implementado en ningún otro contexto, y en los Estados Unidos consume una parte muy pequeña del total del presupuesto de I+D controlado por el Departamento de Defensa (menos de un 5%).

Otros países Los cambios institucionales que hemos resumido en las páginas anteriores no se limitan a los casos presentados. La reestructuración de los organismos públicos de investigación militar es un proceso extendido que ha cambiado la forma en que las tareas de investigación militar se gestionan y llevan a cabo en la mayoría de países europeos. Sin embargo, las diferencias en la organización de la investigación entre los diferentes países europeos son muy sustanciales, y son una de las razones por la cual continúa siendo muy difícil coordinar una política de I+D de defensa a nivel europeo. En Suecia, por ejemplo, el "Organismo de Investigación en Defensa" (FOA) es una organización del Ministerio de Defensa, dispone de unos 1.000 trabajadores divididos en varias divisiones de investigación que realizan trabajos específicos estructurados como proyectos (revisados anualmente) para el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas, con quienes establecen por tanto, una relación cliente/proveedor. Este enfoque supone un cambio fundamental de la situación imperante hasta principios de los años 90, cuando el organismo de investigación era financiado a través de presupuestos centrales no ligados a ningún programa específico. Mientras que FOA se 84

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dedica únicamente a trabajos de investigación, la actividades de evaluación y certificación (que por ejemplo en Francia y Gran Bretaña realizaban los organismos centrales de I+D) los realiza la FMV (Administración de Material de Defensa), la principal organización pública encargada de gestionar los procesos de adquisición de sistemas. En Alemania, existen varios laboratorios y centros técnicos dependientes del BWB (Oficina Federal para Adquisiciones y Tecnología de Defensa), el organismo central de compras responsable del desarrollo, adquisición, evaluación y apoyo logístico del material militar. Cabe destacar que el BWB es una agencia civil dependiente del Ministerio de Defensa y localizada en Koblenz.

Proyectos europeos La multiplicidad de iniciativas europeas para la colaboración en la investigación, desarrollo y producción del conjunto de sistemas de defensa contrastan con el lento avance que el continente europeo ha hecho en esta materia. De hecho, el desarrollo continuo de nuevas iniciativas y la compleja evolución del entramado institucional en el que se enmarcan los proyectos de colaboración europea en material de investigación, desarrollo y producción de armamento puede entenderse como síntoma de las dificultades con la que se enfrentan. Datos recientes elaborados por la Agencia Europea de Armamento, estiman que del total de inversiones en "investigación y tecnología" realizada por los países participantes, sólo un 12,3% se gastaron en programas de colaboración con otros países 59. La Agencia Europea de Defensa, al igual que sus predecesores y multitud de analistas, aboga firmemente por un nivel de colaboración europea mucho más intenso; una recomendación que se ha venido repitiendo constantemente durante los últimos 30 años60. Los gobiernos nacionales se han mostrado tradicionalmente de acuerdo con este diagnóstico pero, a la práctica, los avances han sido muy limitados desde la creación en 1976 del Independent European Programming Group (IEPG), cuyo objetivo ya era la promoción de la cooperación en materia de armamentos entre los países europeos. El IEPG y su sucesores (el Western European Armaments

Esta es una cifra agregada para todos los países participantes. Dado que las cifras de gasto se distribuyen de forma muy sesgada, con sólo 6 países siendo responsables de un 93% del gasto, y los tres mayores del 77,8%, el porcentaje de participación en proyectos internacionales es posible que varíe considerablemente entre países. Es normal que un país pequeño con un nivel de gasto bajo, invierta una proporción más alta de sus recursos en proyectos internacionales. 60 Véase por ejemplo Facer (1975). 59

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Group (WEAG), y la Western European Armaments Organisation (WEAO))61 se concentraron en la financiación de proyectos de investigación internacionales. Un ejemplo lo constituye el programa EUCLID, iniciado el año 1990 para desarrollar una base tecnológica común de interés para la defensa, y promover la cooperación a largo término en materia de investigación entre los países miembros. Estos programas, aunque tenían objetivos muy ambiciosos, disponían de recursos muy limitados. Por ejemplo, el presupuesto total de EUCLID no superaba los 100 millones de euros anuales (incluyendo las contribuciones industriales), invertidos en su mayor parte en proyectos de investigación de carácter exploratorio con la participación de grandes empresas y organismos públicos de investigación. La modestia de los recursos asignados a este tipo de cooperación ha continuado con la creación de la European Defence Agency (EDA) en junio de 2004. A pesar de sus ambiciosos objetivos (modernización y refuerzo de las fuerzas militares europeas, coordinación de las compras de armamento, refuerzo y consolidación de la industria militar europea, eliminación de la duplicación en I+D, etc.) la EDA dispone de un personal de unas 80 personas, y un presupuesto anual de alrededor de 25 millones de euros. La EDA ha aglutinado las responsabilidades de la WEAG y la WEAO y cuenta entre sus cuatro "direcciones generales" una responsable de "investigación y tecnología". El papel que esta dirección desarrollará en el futuro ha sido intensamente debatido; de nuevo expertos reclaman que la Agencia desempeñe un papel fundamental en la organización de la I+D de defensa en Europa. Un estudio reclama que se le asigne un presupuesto anual de tecnología e investigación de 200 millones de euros, y que se le asigne el personal necesario para gestionar grandes proyectos de investigación y de producción y compra de armamento (Flournoy, Smith, Ben-Ari et al. 2005). En otros ámbitos se discute, sin embargo, si la Agencia debe contar con un fondo propio para investigación y tecnología y el nivel de control que los países contribuyentes deben tener sobre el mismo. Los programas de I+D gestionados por organismos internacionales continúan, por tanto, representando una parte pequeña de la inversión en I+D de los países europeos. La mayor parte de la colaboración sigue canalizándose a través de proyectos multinacionales orientados al desarrollo y producción conjunta de sistemas de armamento. El tipo de colaboración y la forma en que ésta se organiza varía de un proyecto a otro y son el resultado de procesos de negociación intergubernamental. Las tareas de I+D y el reparto de los trabajos de producción se encuentran normalmente asociados a la Durante los años 2005 y 2006 el WEAG y la WEAO se incorporaron paulatinamente a la European Defence Agency (EDA). 61

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inversión que los países participantes comprometen en la compra de los sistemas resultantes. El principio de "juste retour", por el que cada país participante espera obtener un porcentaje de participación en las actividades de I+D y producción igual a la proporción de unidades que finalmente adquirirá, continua dominando la negociación en los proyectos de colaboración internacional. En otras palabras, los participantes buscan, a través de la colaboración internacional, reforzar sus estructuras domésticas de investigación y producción, y los niveles de participación vienen definidos por el valor de las compras comprometida y el resultado de una negociación política y no por la capacidad tecnológica e industrial de los participantes. Podemos, por tanto, concluir, que a pesar de los esfuerzos realizados a lo largo de varias décadas y la multitud de iniciativas de todo tipo, la estructura y orientación de la política de I+D en defensa continúa dependiendo de decisiones gubernamentales tomadas a nivel nacional. Sin embargo, la distribución final de las capacidades de investigación y de producción puede estar apartándose paulatinamente del control de las autoridades nacionales. La "internacionalización" o "globalización" de la industria de defensa es una constante de la literatura académica durante al menos los últimos 15 años (Bitzinger 1994; Sköns and Wulf 1994). Esta internacionalización se basa en dos tendencias interrelacionadas: la difusión internacional de capacidades tecnológicas relevantes para la producción militar, y la integración internacional de empresas militares que anteriormente se encontraban bajo el control de accionariado nacional (frecuentemente público). No se puede, sin embargo, equiparar el desarrollo de empresas multinacionales de armamento surgidas, por ejemplo, de la fusión de "líderes" nacionales, con la desaparición de la influencia de los gobiernos nacionales sobre los patrones de investigación y producción: en muchos ámbitos, la existencia de corporaciones multinacionales y proyectos internacionales conjuntos ha convivido con la conservación de barreras nacionales entre los componentes de las nuevas corporaciones, y el mantenimiento de la influencia de las autoridades nacionales en la distribución de tareas en el seno de proyectos en colaboración (Molas-Gallart 1999). La evolución hacia una base industrial de defensa europea de carácter crecientemente internacional está siendo más lenta y compleja de lo que muchos analistas habían presagiado. Existen sin embargo indicios de que se están empezando a dar importantes cambios. Por ejemplo, la multinacional EADS, que había surgido de la aglutinación de empresas nacionales pero dentro de la cual se mantienen el carácter nacional de sus componentes62, está siendo forzada a un proceso de reforma que la puede conducir a una desintegración vertical El componente español, por ejemplo, mantiene en su material publicitario el nombre de la antigua empresa española (CASA) que se integró en el conglomerado; usando ahora la expresión "EADS-CASA". 62

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de sus operaciones (siguiendo el "modelo" desarrollado por su competidor estadounidense, Boeing), incrementando su dependencia de proveedores externos a la empresa, y basando las decisiones sobre la producción y adquisición de componentes y subsistemas en una lógica puramente comercial. Estos cambios podrían afectar profundamente a partes de EADS especializadas en la producción de componentes y subsistemas y reducir la capacidad de los gobiernos nacionales de requerir retornos industriales a través de las divisiones locales de la empresa.

Conclusiones Tendencias en la organización y gestión de la I+D de defensa

Al analizar las actividades de I+D debemos distinguir entre la investigación básica o aplicada financiada por agencias y ministerios de defensa para afrontar problemas científicos y técnicos de interés para la defensa, y el desarrollo de productos y sistemas de defensa y armamento. Aunque ambos aspectos están estrechamente relacionados63 la forma en que estas actividades se organizan es diferente: las actividades de desarrollo se realizan preferentemente en las empresas mientras que la investigación básica y, hasta cierto punto, la aplicada ha sido tradicionalmente ejecutada en centros públicos de investigación. Es interesante resaltar que ambos ámbitos han evolucionado de forma dispar. Mientras que la investigación continúa planificándose y realizándose a nivel nacional, a menudo por grandes centros de investigación especializados en el suministro de servicios a "sus" ministerios de defensa y fuerzas armadas, en Europa una parte relevante de las actividades de desarrollo se realizan en el marco de proyectos internacionales de colaboración por empresas que, en la mayoría de los casos, forman parte de grupos así mismo internacionales. Durante la última década la organización y gestión de la investigación militar a través de organismos públicos de investigación se ha visto sujeto a cambios fundamentales y son estos cambios los que han centrado la mayor parte de los análisis de esta sección. La forma en que la I+D militar se gestiona y se realiza es muy diferente de un país a otro. En Gran Bretaña, la ejecución de la investigación básica y aplicada de carácter militar es dominada actualmente por una organización recientemente privatizada, mientras que dos agencias diferentes se encargan de la gestión de la adquisición de sistemas y de su mantenimiento. En Francia, la gestión de proyectos de adquisición y mantenimiento las realiza un mismo organismo que también se encarga de contratar la mayor parte de investigación en Por ejemplo, programas de desarrollo de nuevos sistemas de armas pueden contener elementos de investigación aplicada.

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defensa; este organismo (DGA) dispone sin embargo de pocas capacidades propias de investigación. En Suecia, en cambio, el laboratorio gubernamental de defensa depende directamente de la agencia de compras de sistemas. A pesar de estas diferencias entre países con estructuras institucionales y culturas políticas muy dispares podemos identificar tendencias comunes en la política de I+D: · Un porcentaje creciente de la I+D de defensa se realiza en organizaciones privadas. En Francia y el Reino Unido la mayor parte de la investigación se realiza en empresas, aunque el proceso que ha llevado a esta situación es muy diferente. En el Reino Unido, tres cuartas partes del mayor laboratorio público de defensa del país se han privatizado. En Francia, la distribución de los gastos de investigación ha cambiado, los organismos públicos de investigación han visto su porcentaje del gasto en I+D caer rápidamente a favor de las empresas. · De forma creciente las dotaciones presupuestarias no asignadas a proyectos específico representan una parte cada vez menor del presupuesto de los organismos públicos de investigación. Actualmente la mayor parte de sus ingresos se derivan de acuerdos de investigación con "clientes" en los departamentos ministeriales que anteriormente les financiaban a fondo perdido. Las relaciones cliente/proveedor se han extendido al sector público y suponen sólo un aspecto del proceso de creciente comercialización que afecta a la mayoría de entes públicos de investigación. · La introducción de políticas más comerciales y la práctica desaparición de la financiación a fondo perdido están dando lugar, lentamente, a un sistema de investigación militar más abierto y flexible. El proceso por el que se está llegando a esta situación es muy diverso. En Francia se han lanzado numerosas iniciativas para que los laboratorios de defensa colaboren de forma más intensa con grupos y empresas civiles y participen en proyectos conjuntos que superen la "barrera civil-militar". En cambio, en el Reino Unido han existido muy pocas iniciativas explicitas de este tipo, pero la presión comercial a la que se ha sometido los centros públicos de investigación ha forzado su paulatina apertura hacia nuevos mercados; los cambios institucionales, y en particular el proceso de privatización, ha otorgado la flexibilidad necesaria para que estos organismos puedan penetrar nuevos mercados. · La colaboración internacional europea en el desarrollo de nuevos sistemas de armamento continúa siendo importante y es la forma dominante de desarrollo y producción de grandes sistemas complejos. Sin embargo la cooperación entre laboratorios relacionados con la defensa en el campo de la investigación básica y aplicada continúa siendo muy limitada. 89

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"Agencificación y comercialización" de los organismos públicos de investigación

Los procesos de cambio en los organismos públicos de investigación militar que hemos descrito en esta sección son siempre parte de una estrategia más amplia que busca flexibilizar e inyectar una óptica más comercial a los laboratorios públicos, sean estos civiles o militares. El argumento de partida es la constatación de que la estructura institucional de estos organismos no se adecua a la dinámica científica y tecnológica del siglo XXI. Tanto en el campo militar como en el civil, los organismos públicos de investigación llevaban a cabo una serie amplia de funciones, incluyendo: · la realización de investigación básica y aplicada en entornos de baja apropiabilidad de los resultados y en donde, como consecuencia, se esperaba que el sector privado no realizaría las inversiones que podían considerarse óptimas. · la realización de I+D en áreas de interés para la seguridad nacional, y dónde, por tanto, debía limitarse y controlarse la difusión de los resultados de la investigación y de las capacidades de I+D. · el suministro de servicios a los organismos del Estado en áreas donde es necesario que el Estado disponga de capacidad científica y tecnológica independiente (como por ejemplo servicios técnicos de apoyo en la compra de productos complejos de alta tecnología). · labores de apoyo al sistema científico y tecnológico, como los servicios de estandardización y certificación, y el establecimiento y seguimiento de sistemas y medidas. · el suministro de servicios científicos y técnicos de interés público, en campos como la meteorología y las ciencias médicas. En el campo militar (y hasta cierto punto también en muchas áreas civiles) el sistema de investigación público que se desarrolló para dar respuesta a estas necesidades tendió a ser estable, cerrado y poco dinámico. Las funciones que se definían para los laboratorios públicos y para su personal (en su mayor parte funcionario) se orientaban hacia una misión específica y dejaban poco lugar a cambios de estrategia. Era, por ejemplo, común que los estatutos de los laboratorios militares estableciesen sus funciones de tal manera que limitaban su participación en trabajos y proyectos de carácter civil (que por tanto se apartaban de su función principal). Para garantizar la independencia y el desarrollo de su función los organismos se establecieron como organismos públicos, sujetos a todas las limitaciones en sus actividades a las que se ven sometidos las instituciones gubernamentales y sus 90

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funcionarios. Esta rigidez se ha convertido en un problema cuando cambios en el entorno estratégico y tecnológico han requerido una adaptación del sistema de innovación en el sector de la defensa. Durante los años 90, y con el fin de la Guerra Fría, los gastos militares de la mayoría de países europeos y de los Estados Unidos entraron en un período de estagnación o de reducción, que afectaron directamente a los presupuestos de investigación. Mientras, en el campo tecnológico, el avance en las aplicaciones civiles de las tecnologías de la información convirtió a la industria militar en un "seguidor" tecnológico en uno de los campos de mayor importancia para las fuerzas armadas. A medida que los nuevos conceptos estratégicos ponían mayor énfasis en la importancia de la gestión de la información, y de la "organización en red" de las capacidades militares (conceptos como "network-centric warfare", y "network-enabled capabilities" son parte central del pensamiento estratégico presente), la base tecnológica en la que se basan estos nuevos conceptos tiene sus raíces en el mundo civil. En este contexto era necesario que los laboratorios militares se abriesen al exterior. En primer lugar, para intentar compensar la baja de los presupuestos militares a través del acceso a nuevos mercados y clientes en otros ámbitos. En segundo lugar, porque para cumplir su función asesora en el desarrollo y compra de nuevos sistemas de armamentos debían establecer contactos y colaboraciones con los líderes tecnológicos y científicos que operaban fuera del ámbito de la defensa. Finalmente, el ritmo creciente de la innovación tecnológica y los rápidos cambios en el contexto estratégico, exigen de los organismos una mayor flexibilidad organizacional que les permita adaptarse rápidamente a la emergencia de nuevos requerimientos o retos tecnológicos. La consecuencia de estas tendencias fue la necesidad de establecer estructuras de gestión de la I+D de defensa más abiertas, que permitieran la participación de los entes públicos de investigación militar en proyectos de carácter civil, que aumentaran su capacidad de explotar en los mercados civiles sus capacidades de I+D, y que incrementaran su "capacidad de absorción" de las tecnologías desarrolladas en otros ámbitos. Los procesos de "agencificación", comercialización y privatización a los que hemos hecho referencia en este capítulo son formas de intentar dar respuesta a estos nuevos desafíos. Sin embargo, los nuevos procesos de comercialización y privatización han planteado nuevos problemas institucionales de difícil solución. Podemos distinguir los siguientes: 1. Posibles conflictos de interés. Varias de las tareas que se encomiendan a los organismos públicos de investigación pueden ser incompatibles con la 91

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inyección de una lógica comercial en sus operaciones. Uno de los campos en los que este problema aparece con más claridad es en el papel asesor que estos organismos normalmente juegan en los procesos de adquisición de armamento. Este papel asesor puede aparecer en varios puntos del proceso (la definición de requerimientos y de las especificaciones técnicas del contrato, la evaluación de las ofertas presentadas, la validación y certificación final de los productos desarrollados por las empresas suministradoras). Sin embargo, como organismos abiertos a la interacción con las empresas del mundo privado y otros actores tecnológicos es más que probable que los organismos de investigación hayan establecido relaciones estrechas con empresas participantes en los procesos de subasta que deben evaluar. Cuando en estas relaciones existen intereses comerciales, el potencial para la aparición de conflictos de interés es obvio. Estos potenciales problemas llevaron por ejemplo a la agencia británica DERA a establecer sistemas de separación interna ("Chinese Walls") para separar aquellas partes de la organización que habían establecido convenios de colaboración estratégica con empresas del sector, con otros departamentos responsables de la evaluación de proyectos. 2. La relación de los organismos de investigación con otros actores del sistema de innovación, y en particular con las empresas privadas puede verse enturbiado. Este problema está relacionado estrechamente con el anterior. Si se percibe la posible existencia de conflictos de interés las empresas privadas serán reacias a relacionarse con las entes de investigación. De nuevo podemos encontrar un ejemplo de estos problemas en Gran Bretaña, donde el proceso de comercialización de DERA dio lugar a quejas y preocupaciones del sector empresarial que llegaron en más de una ocasión al Parlamento. Por ejemplo DERA era el responsable de gestionar el componente extra-mural del presupuesto de I+D del Ministerio de Defensa británico, y al mismo tiempo era la institución británica con la mayor capacidad investigadora en materia de defensa. Ello no ocasionaba problemas, hasta que oficialmente se estimuló a la agencia a actuar de forma más comercial e incrementar sus ingresos. De forma parecida, al desempañar sus labores de evaluación de proyectos DERA, y sus sucesores, adquieren conocimiento sobre información técnica de alto valor comercial. El hecho de que sea una empresa u organización actuando bajo criterios comerciales la que maneja este tipo de información preocupa a las empresas del sector que se ven obligadas a desvelar información técnica y científica a un organismo que, en el futuro, puede actuar como competidor suyo. No son sólo las empresas privadas las que pueden percibir a estos organismos como futuros competidores. Cuando la división de tareas entre diferentes departamentos públicos y las agencias (y empresas) asociadas no es clara, se puede dar el caso de que oficinas gubernamentales consideren a los nuevos organismos técnicos y de 92

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investigación como organizaciones que se interfieren en tareas que son de su responsabilidad. 3. Los organismos de investigación pueden verse tentados a cambiar sus actividades prioritarias hacia áreas que prometan un mayor retorno comercial, aunque éstas no sean de interés para la defensa. Esta tentación puede controlarse a través de los estatutos y del establecimiento de reglas de actuación en el caso de las agencias estatales, y de empresas de titularidad pública. Este tipo de control se hace, sin embargo, mucho más difícil cuando, como en el caso de QinetiQ en Gran Bretaña, el organismo pasa al control privado. Estos potenciales problemas son genéricos y pueden aparecer en entornos institucionales muy diferentes. Deben, por tanto, plantearse como parte de cualquier proceso de reforma del sistema de innovación en el sector de la defensa. Los problemas principales con los que nos enfrentamos pueden definirse como cuestiones de "diseño institucional". Ello significa que el proceso de reforma involucrará a un número de actores mucho más amplio que los que configuran el sistema de innovación en el sector de la defensa. Por ejemplo, una estructura como la norteamericana DARPA parece muy adecuada como sistema de organización de la investigación básica y aplicada de interés militar en un entorno dinámico e incierto como el actual. Sin embargo, los problemas administrativos y legales que conllevaría el establecimiento de una agencia con la flexibilidad y filosofía de DARPA serían muy serios, particularmente en países como España dominados por una tradición y cultura funcionarial rígidas. Implicaciones para España

Es difícil delimitar el impacto de las tendencias que hemos descrito en este capítulo sobre la política científica e industrial de defensa en España. En parte, el contexto español responde a las tendencias generales. El proceso de privatización de la industria de defensa, y la integración de varias de las principales empresas españolas relacionadas con la defensa a grupos industriales internacionales se corresponde con las trayectorias paralelas en muchos otros países europeos. Pero las diferencias contextuales son importantes y significativas. No fue hasta mediados de los años 80 que el ministerio de defensa español empezó a invertir cantidades significativas en I+D. La industria militar que había emergido del franquismo era fragmentada, deficitaria y con un nivel tecnológico muy alejado del de otros países europeos. Los organismos públicos de investigación eran de tamaño reducido concentraban su atención en la realización de pruebas, la certificación de productos (en 93

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algunos casos tanto civiles como militares) y modestos proyectos de investigación. El rápido incremento del gasto en I+D militar que se realizó a partir de los años 80 se destinó casi exclusivamente a la empresa: los organismos públicos de investigación languidecieron durante años sin una política clara. El comprador de sistemas militares necesita una serie de capacidades técnicas que le permitan identificar y describir sus necesidades, identificar y evaluar las propuestas de desarrollo y producción recibidos del sector industrial, gestionar proyectos, evaluar los productos y servicios recibidos, y establecer estándares y procesos de certificación. En el contexto español, no ha habido una política clara que guíe la división de estas responsabilidades entre oficinas ministeriales, centros públicos de investigación, empresas y agencias de titularidad estatal, y otros organismos privados. La reforma del sistema de investigación de defensa en España debe pues realizarse en el seno de este contexto: centros de investigación con capacidades limitadas pero con una larga tradición, un proceso de modernización cuyas inversiones se han dirigido principalmente a la industria, y la falta de un debate abierto e informado sobre la organización de las responsabilidades necesarias para gestionar las inversiones orientadas a modernizar el equipamiento de las fuerzas armadas. La aplicación de las experiencias internacionales que se han descrito en este capítulo a la situación española no es ni directa ni simple. Por una parte, resulta claro que la "agencificación" de los organismos públicos de investigación es una tendencia que está alcanzando a España. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el principal organismo público de investigación español va a convertirse en agencia a principios de 2008. En el campo militar es probable que algunos de los laboratorios militares adscritos al Ministerio de Defensa se adentren en un proceso de reforma que incluiría también su transformación en agencia, pero en este caso sus responsabilidades y la relación con otros organismos públicos y privados implicados en la gestión y realización de la I+D militar debe realizarse con esmero. Como demuestra, por ejemplo, el caso británico, aunque existen poderosas razones que impulsan la comercialización de los organismos públicos de investigación militar, la implementación de estas políticas es muy compleja y pasa normalmente, por la aparición de consecuencias inesperadas y de conflictos de interés difíciles de solucionar. En el caso español la situación será, si acaso más compleja. Como demuestra por ejemplo el proceso de negociación que ha sido necesario en la reforma del CSIC, los actores que participarían en procesos de "agencificación" o en la creación de nuevos organismos gestores de carácter más flexible incluirían organismos como el Ministerio de Administraciones Públicas. En el caso de la creación de la transformación del CSIC en Agencia, las negociaciones que actualmente se están llevando a cabo entre el CSIC y el Ministerio de Administraciones Públicas van a ser cruciales para determinar el grado de flexibilidad con la que contará la 94

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nueva Agencia, los tipos de contratos laborales que se le permitirán realizar y la naturaleza y gestión de sus actividades comerciales. El éxito de cualquier reforma de un sistema sectorial de investigación como el de la defensa, depende, por tanto, de la forma en que se solucionen detalles como la definición de las relaciones de los nuevos organismos con otros actores del sistema, su nivel de autonomía en la definición e implementación de planes de actuación estratégicos, y su capacidad de definir políticas laborales y contractuales propias. Estos son temas que necesariamente involucran a un amplio número de actores que se ramifican más allá del entorno propio del Ministerio de Defensa.

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