La filosofía y la crisis colombiana

un asterisco. El descenso demográfico había reducido las capitanías de Nebque y Canrro a cinco y siete hombres cabezas d
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CAPÍTULO VIII

El zipazgo

ANTERioRF.s he analizado los principios fundamentales que delineaban la organización de las unidades básicas de los muiscas, la dinámica de sus relaciones sociales, los criterios que orientaban la identidad social de los miembros de las unidades locales y los rasgos que apoyaban el orden político. F.n este capítulo nos acercaremos con más detalle a la realización de dichos principios contrastándoles con la organización sociopolítica del zipazgo de Bogotá. De acuerdo con el referente espacial del análisis, partiré del cercado del cacique, reconstruiré la territorialización de las unidades políticas internas según la información disponible, y evidenciaré cómo las relaciones sociales de las gentes de Bogotá se expandían, progresivamente, haciéndole partícipe de una vasta red de intercambio social que era apoyo fundamental para la reproducción social y daba sentido a la integración política de muy diversos y distantes cacicazgos del altiplano central de Colombia. LN LOS CAPÍTULOS

Parto de considerar que el territorio es el espacio de la inscripción de las relaciones sociales y, por lo mismo, es una entidad dinámica, histórica, cuyo proceso de apropiación siempre va acompañado de conceptualizaciones 1 , que semantizan el espacio3. Aquí avanzaré sobre la proyección espacial de las relaciones sociales que garantizaban la producción y reproducción de la sociedad, de manera que el territorio aparecerá como expresión material del ordenamiento social y político y representación colectiva de las relaciones sociales. Al observar con más detalle la proyección espacial de las relaciones sociales de los muiscas, discutiré las características del poblamiento, que se ha argumentado según la dispersión de sus habitaciones, o también de la concentración aldeana. Y es que los hispanos emplearon el término pueblo para referirse a las formas de asentamiento de los muiscas y, actualmente, la concentración de las gentes del altiplano en torno de verdaderos pueblos cuyos nombres per-

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Godelier, 1984. García, 1976.

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duraron en la lengua de los chibchas, parece sugerir su origen prehispánico. La correlación entre los principios y las realizaciones de las relaciones sociales al interior del zipazgo, la composición de sus unidades sociales, sus jefaturas y dominios territoriales, y la reiteración de su morfología entre otras unidades políticas del altiplano, evidenciarán cómo los cacicazgos descansaban en principios organizacionales comunes que eran los verdaderos pilotes de la organización y la red sociopolítica de la cual participaban las gentes de Bogotá. Como en capítulos anteriores, partiré de las aseveraciones de las primeras Relaciones de los conquistadores, y avanzaré hacia posteriores cronistas que cotejaré con enunciados de documentos de archivo, en particular con un censo de la población de Bogotá que fue resultado de la visita que hiciera Gabriel de Carvajal hacia el primer tercio del siglo XVII3, y de mapas de la época que dibujan las encomiendas españolas, pues aunque pretendían ocultar los asentamientos indios, indican algunas características geográficas que auxiliarán nuestra interpretación del territorio muisca. Unidades políticas Hasta bien entrado el siglo XVII lo que hoy conocemos como el pueblo de Funza era parte del territorio de un conjunto social que los hispanos denominaron la parcialidad de Bogotá, distinta de las gentes que habitaban a los pies de las sierras orientales donde se fundó la ciudad de Santa Fe, que perduraría con el nombre de Bogotá y hoy es capital del país. Tal denominación correspondía a una capitanía del cacicazgo de Tibaguya, ubicada al norte del

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He apelado a esa visita porque registra el censo más completo sobre la población de Bogotá que he podido hallar en el Archivo. Sabemos que visitas anteriores, como las de Tomás López (1560), Diego Ángulo de Castejón (1561), Diego de Villafañe (1563), Francisco Guillen Chaparro (1583-1584), Bartolomé Ferraez de Forres (1590), Miguel de Ibarra (1592-1593), Luis Enríquez (15991603), Diego Gómez de Mena (1603), Alonso Vásquez de Cisneros (1603), Lorenzo de Terrones (1603), Lesmes de Epinoza (1615-1617), luán de Valcarcel (1636) o Francisco de Vergara Azcárate (1687), censaron distintos pueblos de la Sabana, pero los registros de su visita al pueblo de Bogotá no aparecen en el Archivo, tal vez confundidos entre los fondos y, cuando eventualmente se ofrecen datos para este pueblo, se citan gruesas decenas y centenas que evidencian su recolección con encomenderos, caciques y capitanes, que no ayudan a esclarecer las relaciones sociales internas a las que se dirige este análisis.

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actual Funza, conocida con el nombre de Suacobogotá, que se hallaba entre el humedal de Muxío, hoy Gualí, y el río Bogotá4. Sabemos que en dicha área, el centro de la Sabana, se hallaba el asiento del cacique regional denominado Hunza, que era el mismo título con el que se apelaba a la autoridad regional del norte del altiplano, cuyo apelativo permaneció en el topónimo de Tunja. En la Sabana perduró por algún tiempo en el nombre del río que bañaba sus tierras, bajo la trascripción Bunza5, hoy río Bogotá, y más tarde transformado en el nombre del pueblo de Funza. Según la visita del oidor Gabriel de Carvajal en 1639 a Bogotá, el orden político y de las autoridades puede resumirse de la siguiente manera: Unidades sociopolíticas y autoridades de Bogotá en 1639 (Visita de Gabriel de Carvajal, AGN. VisCund, T. 8: 159r-207v) Unidad

Autoridad

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La parcialidad del cazique de Bogotá

01 02 03 04 05 06 07 08 08* 09 09* 10 11 12

La capitanía de Sai La parcialidad de Catama La capitanía de Gacha La capitanía de Suatiba La parte de Bucia La parte que llaman Tabta La parte de Tibaque Sosatama La parte de Nebque La Uta de Tenjo La capitanía de Canrro La Uta de Sutebasaque La parte de Chicaque La capitanía de Tibaque de la estancia La parcialidad de Gachachica

Don Victorino Saque cacique Don Joan Chiquitiba Gobernador Don Pedro capitán Don Andrés capitán Don Juan Quesencha capitán Don Josephe capitán Don Lucas capitán Don Miguel capitán Don Diego capitán Don Alonso capitán Don Hernando gobernador Don Bartholome capitán Don Joan Siachique gobernador Don Francisco capitán Don Bartholome capitán Don Bartholome capitán

En un listado de mitayos del pueblo de Bogotá de 16166, los apellidos de las autoridades coinciden con la denominación de las capitanías que aparecen 4

AGN. VisBoy. T. 17: 212r-214vyAGN.VisCund, T. 8: 327r-328v. Ver también discusión de Friede (1955; 1961; 1974); y Broadbent (1974). 5 AGN. VisBoy, T. 17: 261v; AGN. VisCund, T. 12: 1018v; AGN. VisCund, T. 10: 256v. 6 AGN. Misceláneas, t. 91. f.52 y ss.

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en el cuadro que resume la información de Carvajal de 1639: Say, Catama, Neuque, Siete Usaque [Sutebasaque?], Gacha Grande, Chicaque, Bussia, Tauta, Tibacasoratama [o Sosatama], [Gacha] Chica y Tibaque Estancia. No aparecen las capitanías de Suatiba ni Canrro. En cambio, también aparecen como apellidos de capitanes: Uche, Cana, Bisacancho, Chinea Sucuacantiba, Tenxo, Quecansuato, Chupa, Teneme, Cuba, los cuales no se hallan en Carvajal. Es muy probable que la capitanía de Tenxo, más adelante denominada Tinjo, sea la de Gotaque, que fue agregada a Neuque, y que Chinea Suicuacantiba corresponda a la unidad política que más adelante se cita por Chinga o Chinea, que se hallaba en la ribera del río Serrezuela al que le daba nombre en ese trayecto. Otro listado de indios alquilados de Bogotá de 16237, también registra las denominaciones de las capitanías como "apellidos" de sus autoridades: el cacique don Pedro Say, y ios capitanes Francisco Catama, Domingo Neuque, Juan Carno [Canrro?], Domingo Chinga, Juan Sieteusaque, Domingo Gachagrande, Pedro Chicaque Estancia, Alonso de Busia, Alonso Tauta, Gerónimo Tibaquesosatama, Pedro Cuba, y Andrés Tibaque Estancia. Un nuevo censo de mitayos de Bogotá en 1625-16278 sigue el mismo criterio de los anteriores citando las capitanías de Say, Cáteme [Catama?], Neuque, Canso [Canrro], Chinea, Siautasaque, Gachagrande, Chicaque de Estancia, Tinjo, Buisa [Bucia o Busia?], Tauta, Susatama, Estancia. Estos últimos listados son más próximos al de Carvajal, aunque no mencionan la capitanía de Suatiba, que sí aparece como apellido de un Capitán Martín en un documento de 16269, pero repiten las capitanías de Chinga o Chinda y Cuba. Como puede apreciarse en el cuadro, además del cacique y los capitanes, el listado introducía el cargo de gobernador. Bogotá estaba constituida por diez capitanías cuya expansión demográfica era diferente, pero no su morfología. Sin embargo, la parte de Sai a la cual pertenecían el cacique y el gobernador poseía su propia autoridad, don Pedro. El texto lo distingue como capitán principal, resaltando la posición jerárquica de esta unidad y afirmando el diferente dominio político, por lo menos del cacique con respecto a los capitanes. Esto permite aseverar la diferencia del rango, pues aunque el cacique pertenecía a aquella unidad social que siendo la primera entre las adscritas al cacicazgo,

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AGN. Censos Varios Deptos, t. 6: 39r-41v AGN, Caín, t. 69: 63r-64v. Ver también Broadbent, 1964: 68. 9 AGN. VisCund t.8: 259v 8

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al mismo tiempo, aparecía como jerárquicamente primera, el cacique se desempeñaba como cabeza del conjunto de todas las unidades 10 . Si atendemos a las clasificaciones sociales reveladas por el vocabulario del parentesco, dichas jerarquías responderían al mayorazgo, siendo consecuentes con la afirmación sobre la legitimidad del cacique: debería ser hijo mayor de la hermana mayor del cacique anterior, de manera que el ordenamiento jerárquico interpersonal se proyectaría sobre la morfología social y política. En breve, al tiempo que a su interior las gentes se hallaban jerarquizadas, la posición de sus cabezas indicaba la jerarquía de sus propias unidades sociales. Justamente, el censo iniciaba su conteo de la siguiente manera: Don Victorino Saque de diez y siete años soltero cacique y a quien aclamaron por tal los capitanes principales del diziendole pertenesce de derecho conforme a sus usos y costumbres por ser sobrino de don Diego ultimo cacique deste pueblo e hijo de su hermana mayor llamada doña Joana Sacuaya mediante lo qual se pone por cacique (AGN. VisCund, T.8: 169v). El enunciado destaca que la legitimidad del cacique se hacía según los usos y costumbres, que entenderemos pretendía seguir tradiciones culturales propias y que en el texto, por cierto, apelan al parentesco. El referente era el cacique anterior, con quien se reivindicaba el vínculo uterino a través de su hermana mayor, expresando la sucesión inmediata al interior del linaje. Dicha relación seguía, pues, el orden avuncular y de precedencia del mayorazgo que ya hemos precisado. Sin embargo, interesa recordar que las autoridades no eran, como lo afirmaron los cronistas, miembros de linajes nobles sino parientes (tíos) cuya legitimidad descansaba en los lazos de ascendencia que, al mismo tiempo, le vinculaban a las gentes.

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No obstante Broadbent sugirió un camino diferente: En muchos pueblos parece que el cacique era también participante de una parte, y funcionaba como capitán de ella además de ser el jefe del pueblo total (Broadbent, 1964:24-31). Villamarín consideró el grupo doméstico miembro de "parcialidades" denominadas utas, cada cual con un jefe, dependientes de capitanes comúnmente sujetos a un cacique (Villamarín, 1972: 97). En la documentación de Tovar (1980) hay una persistente vinculación del "cacique mayor" o "cacique grande" con "pueblos", mientras que el "capitán" lo era del "repartimiento".

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La edad parecía ser indicativa del estatus. Según el censo, la mayoría de las autoridades sobrepasaban los cuarenta años e incluso había quien alcanzaba los cincuenta, con excepción del capitán de Suatiba, de treinta, y del de Gachachica, de treinta y cinco años. Era por encima de dicho límite que, eventualmente, los censos mencionaban a los caciques viejos en otros "pueblos". De Bogotá, también se informa que estaban casados, con excepción de don Bartholome de la capitanía de Canrro que, sorprendentemente, tenía cuarenta y tres años y, precisamente, el cacique don Victorino Saque a la sazón adolescente. Fue por ello por lo que los hispanos le nombraron un Gobernador: Don Joan Chiquitína de treinta y tres años governador deste pueblo por la poca hedad del cacique del dicho govierno tiene titulo del marques Cathalina su muger de diez y nueve años sus hijos Joan de quatro y otro Joan de tres y Ysavel de cinco (AGN. VisCund, T.8: 170v). Como vimos en el capítulo anterior, la transmisión del cacicazgo de Bogotá había seguido tradicionales líneas de sucesión desde la Conquista hasta el año 1593, que después progresivamente cambiaría. Hacia la visita de Carvajal los hispanos habían nombrado el Gobernador, como lo certificó don Joan: A la primera pregunta dixo que como governador que este t(estig)o ha Sido y es de los yndios de este repartimiento de bogota de siete años a esta parte poco mas o menos11. El cacique de Bogotá aparecía vinculado a la parte de Sai o Cay, a la que también pertenecía su antecesor en 1597, don Diego12, y en 1623 las autoridades indígenas que declararon el alquiler de indios de Bogotá listaron al cacique don Pedro como miembro de la parte de Cay13. De la misma parte era miembro don Joan, adulto y casado, que se desempeñaba como regente del cacicazgo, gobernador nos aclara la cita. Esta situación, que en 1639 ya alcanzaba siete años, no era novedosa pues en 1626 en Bogotá también había un gobernador, don Juan quien por demás pertenecía a la misma parte de Cay o Sai, como la reconoceremos en adelante14. Vale la pena recordar que Sagipa se desempeñó como regente por la misma razón que aquí se esgrime, la carencia de la edad requerida del cacique. La membresía de don Joan a la misma parte

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AGN. VisCund. t. 8: 235v. AGN. Caln,t. 55:71 lr-721r. 13 AGN. Censos Varios Deptos. T. 6; 39r-41v. 14 AGN. Caín, t. 69: 63r. 12

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del cacique y el morfema tiba que portaba su "apellido", que otros autores han considerado distintivo de las ciertas autoridades, parecen mejor indicativo para explicar su cargo. La visita da cuenta de otras particularidades del cargo de gobernador. A la sazón los hispanos habían "agregado" a dos capitanías de Bogotá otras unidades sociales que aunque pertenecían originalmente a cacicazgos distintos fueron fundidas por tener poca gente, las que he distinguido en el cuadro con un asterisco. El descenso demográfico había reducido las capitanías de Nebque y Canrro a cinco y siete hombres cabezas de familia, respectivamente, lo cual también había sucedido con las que les fueron agregadas, la uta de tenjo denominada Gataque con nueve hombres, y la uta de Sutebasaque o Sutibasaque con ocho hombres. Dicha fusión seguramente sometería estas últimas al capitán de las partes de Bogotá, aunque se les nombró un "gobernador de la uta", don Hernando Gataque y don Joan Siachique en Sutebasaque. De la asimetría social que nos revelan estos documentos también es destacable la situación de la denominada parcialidad de Gachachica, a la cual se agregaron los yndios que llaman criados del cacique viejo de Bogota, cuya acepción española15 señala el servicio al cacique. Sabemos que Gacha era un segmento importante y mencionado a menudo como la parte del cacique en Sopó, Cajicá, Ramiriquí y otros cacicazgos. En Bogotá se le denominaba Gacha Grande y estaba próxima al sitio de residencia del cacique16. Así, la denominación Gacha Chica no sólo reconocía su probable ascendencia de Gacha Grande, sino el vínculo con el cacique y, de hecho, habitaban en sus inmediaciones. También era distintiva la situación de la capitanía de Tibaque de la Estancia, distinta de Tibaque Sosatama, que sugiere una relación similar a la anterior. Junto con la capitanía de Chicaque tuvieron viviendas y labranzas en la estancia del encomendero en Fute, el valle interandino que se halla en el valle interior que antecedía el descenso al valle templado de Tena17, y hoy pervive como vereda de Fute. Sin embargo, estas últimas capitanías eran las que tenían sus originales asentamientos hacia el valle templado de Tena, según sabemos por el pleito de 1597 contra el encomendero Francisco Maldonado de Mendoca

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Criado, el que sirve al amo, y le mantiene y da de comer (Covarrubias, 1995: 366). 16 AGN. VisCund, t.8: 184r. 17 AGN. VisCund, t.8: 214r-214v; 223r; 228v; 231v; 232v; 234r.

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quien pretendía trasladar todas las gentes de Bogotá a Tena18. Según el cronista Simón, allí el cacique tenía el cercado de Tenaguasa, en proximidades de la laguna que hoy llaman Pedro Palo. Así, aunque la administración hispánica pretendió mantener los canales del flujo político tradicional como polea de transmisión para controlar las gentes, introdujo nuevos cargos políticos pero, sobre todo, nuevos significados al ejercicio de la autoridad. Dicho reordenamiento no sólo concentró el ejercicio de la política en los caciques, sino que, como ocurrió en Bogotá, promovió la "sujeción" de los capitanes a una estructura centralizada, al tiempo que bajo su dominio "sujetaba" gentes de cacicazgos distintos como "agregados" que apoyaban la política de reducciones de unidades pertenecientes a otros cacicazgos. El nuevo cargo de "gobernador", por ejemplo, transformaría la transitoriedad de la investidura del regente muisca, ahora convertido en una segunda autoridad que, aunque de los agregados correspondía a sus propios capitanes, les reducía, aprisionando su autonomía bajo una común autoridad que promovía la desaparición de su propia unidad social. Estas transformaciones son evidentes indicios de la pretensión hispana de centralizar a los muiscas reduciéndolos a verdaderos pueblos. Ciertamente, algunos nombres en la lengua chibcha permanecieron convertidos en apellidos de las gentes y en pueblos y veredas como testimonio del antiguo ordenamiento territorial. Pero lo que reflejan son las denominaciones producto del reordenamiento sociopolítico hispano: la política de agregación colonial no sólo fundió distintas gentes y sus segmentos y cacicazgos bajo un mismo pueblo y nombre, sino que quebrantó su identidad social, política, territorial y nominal. Agregó capitanías de cacicazgos diferentes a otros y, luego, cacicazgos entre sí bajo un mismo "pueblo"; finalmente, distintos "pueblos" en "grandes pueblos", que fueron el origen del poblamiento actual. Así, lo que los españoles denominaron "pueblo" terminó por ser la fusión de unidades autónomas que desaparecieron bajo la política indicada por su nombre: reducción. En el cuadro anterior se observa cómo los términos con los cuales la administración colonial diferenció las unidades sociales y políticas de Bogotá, empleaba alternativamente los mismos términos en español. Aunque tendieron a equiparar las "partes" con "capitanías", también se las denominó "parcialidades", como sucedía con Catama y Gachachica, al tiempo que así se de-

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AGN. Caín t. 55:71 lr-721r.

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nominaba al conjunto, la parcialidad del Cacique de Bogotá. Esa última acepción, "parcialidad", se la tendía a identificar con los "pueblos" que, al mismo tiempo, se consideraban "cacicazgos". Para esclarecer el orden sociopolítico muisca sería más adecuado distinguir las unidades sociales de acuerdo con categorías indígenas, algunas de las cuales ocasionalmente aparecen en la documentación hispana, como es el caso de tiba o uta, pero su significado no está exento de ambigüedades. La acepción Zibyntyba se empleaba para capitán; Zibyn para capitanía; uta para capitanía menor y uta o tybargue para capitán menor19. Este último también aparece como Tybanague y su parcialidad denominada vta. Por otra parte, Tyba también significaba "pitero, y uta Plaza que esta delante de la casa20. Curiosamente, en los Diccionarios no aparecen zipa2] ni zaque. En cambio, cacique o señor de vasallos se decía psihipcua11. En el caso de Bogotá, la denominación muisca de uta se empleaba para describir las unidades extranjeras de otros cacicazgos que fueron fusionadas, aunque su morfología no era distinta de las que a su interior aparecen bajo la denominación de "partes". Dicho morfema, uta o suta, que pareciera referirse a las capitanías, aparece también en la denominación de ciertos "pueblos" que fueron equiparados con cacicazgos, como ocurre con Sutamarchán, Sutaquirá, Sutatausa, etc. Adicionalmente, ciertas unidades sociales fueron distinguidas con el morfema tiba, tiva o tyba, como ocurría en Bogotá con Suatiba y Tibaque. Y también fueron distintivos de los nombres de "pueblos", como sucedió con Facatativá, Tibasosa, Engativá, Tibabuyes, Sisatiba o Tibabita. Menos esclarecedor aún es que a sus nombres podría agregarse el morfema zipa y zaque o asaque, como en Zipaquirá, Tocanzipá, Gachanzipá, Zipacón, o bien, Lenguazaque, Chipazaque, Usaquén. Una más curiosa denominación combinaba dos de estos morfemas para el valle de Zaquenzipa. En la descripción del cacicazgo de Bogotá hemos visto que se empleó como "apellido" del cacique (Sutebasaque), quien aparece distinguido como Saque, categoría que contradice la afirmación de Simón, para quien el rango de Bsaque, en otros cronistas Usaque o Uzaque, no sólo se aplicaba a una autoridad inmediatamente ante-

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En González de Pérez, En González de Pérez, 21 Aparece con la dudosa 22 En González de Pérez, 20

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1987: 209; Quesada Pacheco, 1991: 48. 1987: 296. acepción de "rey" en Acosta Ortegón, 1938: 167. 1987: 201, 318.

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rior al denominado zipa, según aquellos el rango político más alto entre las gentes del sur del altiplano, sino que otras veces se afirma tratarse de guerreros al cuidado de las tierras fronterizas. No sorprende, entonces, que los "apellidos" estuvieran vinculados con las denominaciones de los cargos políticos y sus localidades. También sucedía que los hispanos distinguían a las autoridades por la denominación de las unidades que comandaban: el cacique de Bogotá, el cacique de Facatativá, el capitán de Tibaque, el capitán de Sosatama, etc. Es por eso por lo que los "apellidos" de algunas autoridades al mismo tiempo aparecen como topónimos, pero lo notable es que pretendían expresar ciertas clasificaciones de las localidades y no las denominaciones de cargos políticos (tiba, zipa, zaque, guecha, etc.). Así como estos últimos nomencladores se repetían en distintas unidades cacicales, lo mismo ocurría con algunos de los que designaban las "partes" (gacha, suba, say, etc.) y aparecían en "pueblos" distintos indicando un sistema nemotético cuyos principios lógicos se reproducían por todo el altiplano. Por eso, aunque la información nos advierte sobre un delicado sistema de clasificación social, su precariedad no permite esclarecer la lógica de la nomenclatura, y estamos obligados a mantener cautela en el manejo de los conceptos y las denominaciones en la lengua chibcha para las unidades sociales y políticas, y sus propios representantes. Para evitar confusiones y facilitar las comparaciones, en el análisis que sigue, que involucrará otras unidades políticas distintas de Bogotá para las cuales se empleaban aquellas acepciones hispanas, retendré las denominaciones de "capitanías" y "cacicazgos", pero será claro al lector que mi punto de partida son las relaciones sociales y culturales cuyo contenido y significado he venido analizando y que enseguida vamos a observar a partir de las relaciones sociales y su proyección espacial en Bogotá. El cercado En la primera parte de este texto fue posible establecer que los muiscas epicentraban la vida cotidiana en torno del cacique y su cercado, por cuanto aparecía como la representación social y simbólica de la identidad colectiva. Para observar la proyección de las relaciones sociales en el espacio, partiré de tal epicentro recuperando las descripciones de su arquitectura y composición social, según las Relaciones y crónicas, la primera de las cuales destacaba su característica elaboración:

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... especialm[en]te la de los caciques y honbres principales, porque son a man[er]a de alcacares, con muchas cercas al rrededor, de la man[er]a que acá suelen pintar el Labirintho de Troya. Tienen grandes patios las casas, de mui grandes molduras de bulto y tanbien pinturas por toda ella... (Epítome, en Ramos, 1972: 295). Para describir las habitaciones de caciques y hombres principales, el Epítome apelaba a dos estructuras arquitectónicas familiares a los hispanos: los alcázares árabes23 y el laberinto 24 de Troya. Este último pretendía dar cuenta de las cercas que rodeaban grandes patios, que repetirá Oviedo: muchas cercas por de fuera y por de dentro, pero en otros informes pretendían su arquitectura militar que fungía como bastión defensivo y, decididamente, las consideraba fortalezas15. Sin embargo, los soldados de Jiménez de Quesada propusieron una descripción diferente: Los hedeficios son de paja, muy grandes en especial las casas de los síñores, q(ue,) son cercadas de dos y tres cercas a manera de aposentos, es cosa mucho de ver por ser de paja (Relación, en Tovar, 1995: 114)26. En cuyo caso las cercas serían de los aposentos, como lo entendió Oviedo al explicar que: había muchos aposentos dentro. Al referirse a las casas comunes, afirmó que: Las camas son tan altas como nosotros las usamos, en unos candelechos que hacen de cañas, e llaman a ese artificio, barbacoas. La ropa que ponen son muchas mantas juntas unas sobre otras...17, seguramente semejantes en los cercados y, predeciblemente recargadas sobre sus paredes. Sin embargo, la asimilación a manera de laberinto de Troya que empleó Quesada se resumió en el habla de los cronistas en cercados, denominación con la cual en adelante distinguieron el asentamiento de los caciques. Aguado, al explicar por qué Jiménez de Quesada denominó a la sabana de Bogotá Valle de los Alcázares, dice que la vio desde los cerros de Suba:

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Alcácar. Nombre arábigo, vale fortaleza, casa fuerte o castillo, casa real y cesárea... (Covarrubias, 1995: 51). 24 Laberintio... Cualquier cosa que en si es prolija, intrincada y de muchas entradas y salidas, solemos decir que es un laberinto, (Covarrubias, 1995: 695). 25 Oviedo, 1852,111: 125,109-110; Simón, 1981; III: 187. 26 Empleo aquí la trascripción de Tovar, pues en este caso difiere de la que he venido citando de Ramos (ver Sanct Martín y Lebrija, en Ramos 1972: 91). 27 Oviedo, 1852,111: 109, 126.

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... con grandes ostentaciones y muestras de casas, que dentro de los cercados había, porque aunque estos cercados eran de madera y varazones de arcabuco, y groseramente hechos, estaban con tal orden trazados y cuadrados, y puestos en su perfección, que de lejos representaban ser algunos edificios suntuosos y de gran magestad (Aguado, 1956; I: 271). Adicionalmente, de los alcázares rodeados por cercas, la vivienda del cacique aparece convertida en aldea. La disposición concéntrica del conjunto, en forma de caracol o laberinto, propuso entenderlas a partir de un gran bohío rodeado al menos por dos cercas, entre las cuales los patios permitirían realizar actos y ceremonias, y, ocasionalmente, comercio, como relataron otros cronistas28. Simón parece exagerar las molduras y pinturas que le adornaban que, transformadas en lienzos, nos proponen inverosímiles dimensiones . En io que sí coinciden las descripciones es que, comparados con las viviendas comunes, el cercado del zipa era suntuosísimo. Piedrahita afirma que la construcción de la casa dependía según la posibilidad de cada uno, y de inmediato agrega que el rey de Bogotá tenía dentro de su cercado más de doscientas thiguyes, que son mujeres o mancebas, sin las demás criadas que les asistían...30. Aunque es prudente descontar la frecuente exageración de los cronistas, la residencia de las autoridades fue reiteradamente destacada por sus dimensiones, lujo, especialización de usos y habitantes, distinguidas de otras construcciones y habitaciones que eventualmente le estaban asociadas. Tal vez la más completa descripción de un cercado fue la del obispo Piedrahita, quien se refirió a la vivienda del zipa como el palacio principal de los reyes, supuestamente distinguida en lengua de los naturales como thythua31. Apreció una gran estructura de forma piramidal que se levantaba desde su planta circular con un cuerpo cilindrico apoyado por gruesos maderos encañados por las partes defuera y dentro, y amalgamazados con mezclas de barro y

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Simón, 1981; III: 188. Simón, 1981; III: 201. 30 Piedrahita, 1942; I: 47-48. 31 Según los Diccionarios parece ser el bohío pequeño, tytha ó tytua, el que correspondería a la acepción de Piedrahita, porque casa o bohío se diría gue; bohío grande y redondo cusmuy; bohío cuadrado sugue ó gue ingezona; bohío medio guyhyíy muy; bohío de bahareque suhuzy muy. Cerca o cercado se diría ca, o también Hichicatan (ver González de Peréz, 1987: 199, 210, 224. Quesada Pacheco, 1991:46,49, 53). 29

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paja que sostenían las paredes. Allí descansaba la cónica cubierta de paja. Las ventanas y las puertas eran pequeñas y, a manera de celosías se tejían con cañas o tablas, amarradas con cordeles de fique; y tenían seguros, chapas y llaves fabricadas de madera. A su interior las habitaciones, aposentos y retretes, seguramente se recargaban hacia las paredes separadas del espacio central que daban al interior de la casa en forma de caracol. O bien, se hallaban abiertas (rasas), distinguidas con un tabique de carrizos que protegían los cubículos de los vientos que se filtraban por las puertas, al tiempo que evitaban la curiosidad de los extraños. Piedrahita agrega que separado de estas casas se construía un cercado de gruesísimos maderos distantes por trechos, y mediando entre ellos y uniéndoseles un paredón muy alto y ancho de más de media vara31. Sugiere, pues, un cercado intermedio más alto que el externo, fabricado con fuertes cañas y gruesas varas que se ataban con resistentes sogas de fique o esparto. Agrega que: hacían esta cerca con tanto artificio, que formando una o dos plazas anchurosas, servía de muralla o fortaleza para asegurar el Palacio. Éste, que llamaban "cercado", se abría en doce grandes puertas que se hallaban vigiladas por guardias. Cuenta Piedrahita que la influencia hispana habría conducido a su construcción cuadrada33. Aguado, por su parte, al relatar el arribo de Quesada a Tunja, dice que pretendió ser distraído en: un cercado grande de un hermano suyo, dentro de la propia población, que por ser tan grande y hecho curiosamente para el modo de edificar los indios, creyeron ser del propio cacique, pero el guía explicó que sus casas eran otras más principales que estaban poco más abajo, donde invocándole la paz y amistad encontró al Tunja según la costumbre de sus mayores, sentado en el suelo encima de un lecho de espartillo. Dice que aparte de adornos había pertrechos y objetos que los indios llevaban puestos a la guerra34. Menciona varios bohíos dentro del cercado del cacique para almacenar las vituallas y pertrechos de guerra y afirma que al del cacique entró; mucha cantidad de indios, que por distintas partes falsas que en él había33. Oviedo resume que: Era la casa grande, y sin la puerta principal, tenía otras muchas, por donde entraban tantos indios, que el general mandó a algunos de los que llevaba que no deja-

32

Es decir de 40 cms., pues la vara en Castilla era de 835 mm. y 9 décimas (Páez Courvel, 1940). "Piedrahita, 1942:1:47-48. 34 Aguado, 1956; I: 285-286, 289. 35 Aguado, 1956; I: 286, 289.

[292]

EL CONTROL DEL PODER

sen entrar más gente36. Las puertas, dice Simón, eran de ocho o diez cañas cada una, aseguradas a cordel y, repitiendo a Castellanos37, habla de dos cercas a doce pasos distantes la una de la otra, a cuyo interior se hallaban las casas del cacique, en una de las cuales juntó el tesoro para sacarlo por las espaldas del cercado. No duda en calificarlo como gran ciudad, repitiendo la innumerable cantidad de gentes que como hormigas salían del pueblo3*. Aparte de la habitación del cacique, el cercado del zaque incluía varios bohíos eventualmente con diferentes usos que espacialmente se hallaban vinculados con otros cercados de parientes próximos que se asociaban con los dedicados a oficios religiosos e, incluso, otros antiguos y reservados a ser sepultura de los muertos. Pradilla, Villate y Ortiz, confrontando información de las crónicas y otros documentos de Archivo, reconstruyeron el poblamiento del área de Tunja al momento de ia llegada de los hispanos, descubriendo que se trataba de varias unidades sociales ordenadas por las fuentes de agua que asociaban cuatro cercados próximos39. Un primer conjunto estaba conformado por el mencionado cercado del zaque Quemuenchatocha, el de su hermano y el de su sobrino y sucesor, Aquimín, al que agregaron un cercado viejo. Un segundo conjunto estaba conformado por el cercado del cacique de Boyacá, en cuya proximidad estaba el también cacique Auria Tunjabsipa con toda su parcialidad, su sobrino Aúneme y el también capitán Nimbocha, que tiene sus parientes poblados por sí. Ya en el valle del río Chulo, el afluente principal del río que da nombre al valle, un tercer conjunto incluía el cercado del Tunja viejo, que aseveran sería el Ramiriquí, un cercado quemado, otro habitado por el capitán Siabune de Buisa y tal vez un cuarto cercado que en 1539 reclamaba un español. Los autores describen el Cercado Grande de los Santuarios hacia los megalitos del hoy denominado Templo de Goranchacha. Finalmente, y diferente del primer conjunto citado por Aguado que fue el punto de llegada de Quesada, hay mención de numerosas habitaciones dispersas por el valle, la de mercados y sitios ceremoniales. Así, los cercados aparecen como expresión de unidades sociales que se proyectaban en el espacio vinculando sus cabezas por el parentesco tanto entre estos caciques como de estos con las gentes asociadas. Los dos primeros •Oviedo, 1852, III: 116. 'Castellanos, 1955, IV: 232. ; Simón, 1985, III: 249-250. 1 Pradilla, Villate y Ortiz, 1995.

[293]

ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

conjuntos relacionaban al cacique con su sobrino y sucesor ocupando cercados diferentes, al tiempo que los documentos emparentan a las cabezas de otras unidades residenciales diferentes, el hermano del zaque en el primer conjunto, y del cacique Auria con sus propios capitanes. El vínculo entre las cabezas de los cercados con sus miembros en unidades sociales se expresaba a través de relaciones entre tíos y sobrinos, que los documentos extienden al conjunto diciendo que se trataba de su parentela y, más a menudo, de su parcialidad. Por lo mismo, las casas de cada conjunto se distribuían a la vera de los ríos próximos unos de otros, evidenciando la propincuidad de sus miembros como grupos de filiación local. Finalmente, las jerarquías políticas se transformarían en jerarquías ancestrales puesto que los cercados envejecían con sus caciques, transformándose en su sepulcro y, en adelante, en sitios ceremoniales al cuidado de sacerdotes que los empleaban como "santuarios". Esta fusión de la política y la religión representada en el cacique cuyo cercado materializaba el epicentro socioespacial, no se limitaba a un mismo asentamiento. La asociación del cercado con otras construcciones y aun con cercados satélites en distintas unidades vecinas en los que el cacique se alojaba cuando salía en sus visitas a recorrer la tierra fue reiteradamente mencionado por los cronistas. Tal vez el que mejor conocieron fue el denominado Casa de Monte de Cajicá, donde el Thisquesusa se habría refugiado a la llegada de los conquistadores: ... y llegados los nuestros hasta el cabo del valle, asento en el lugar que el Bogotá solía residir, el cual Bogotá estaba en una casa de placer que los españoles llaman la casa del monte, porque está junto a un monte muy lleno de muchos animales, en especial de venados, a cuatro o cinco leguas de donde los cristianos se aposentaron (Oviedo, 1852, III: 112). Los soldados de Quesada le ubican a tres leguas de Funza y dicen que era una casa de placer donde había baños termales40. Aguado le denomina Casa del Monte, y dice que eran: unos aposentos que allí tenía hechos, cercados con ciertas cercas de paja y maderos donde el zipa almacenaba vituallas y municiones para la guerra con el Tunja41. Su asimilación con distintas casas que fungían como

40 41

[294]

Sanct Martín y Lebrija, en Ramos 1972: 86-87. Aguado, 1956; I: 266-267, 272-273, 300, 266-267.

EL CONTROL DEL PODER

guarnición militar también aparece en Castellanos42. Simón le denomina casa fuerte de Sugunmotá, a media legua al norte de Cajicá y recargada sobre la sierra que se dirigía hacia Zipaquirá. Para destacar sus dimensiones, dice que cada lienzo de pared tenía dos mil varas de largo y de alto hasta tres tapias. Según este cronista, el cercado se hincaba sobre gruesos maderos que formaban una muralla con cañas bravas entretejidas, a la que por dentro se le adosaban rondas de muralla cubiertas de paja. Y, como era cuadrado, en cada esquina había un grueso madero de cuatro a cinco brazas de alto que, separado de las paredes, remataba en las gavias sacrificiales pintadas con bija. Y agrega que: Dentro de esta cerca estaban edificadas grandes y vistosas casas, que aunque de paja, pero a su modo de agradable vista, en especial por dentro, porque tenían las paredes y techos aforrados de carrizo delgado y limpio, entretejido uno con otro con hilos de vanos colores, con que se hacían unos lazos no demasiado curiosos pero agradables.... Tales construcciones estarían dedicadas a diferentes usos. Unas eran habitaciones en las que se aposentaron los hispanos; otras eran armerías de municiones y pertrechos con macanas, dardos, lanzas, flechas, tiraderas, arcos que tiraban los esclavos panches y colimas; y aun otras eran almacenes abastecidos con maíz, turmas, fríjoles, cecinas de venados y otros animales 43 . Simón habla de otra Casa de Monte ubicada a cuatro leguas de Funza en las tierras cálidas de Tena, con el nombre de Tonaguasa, donde el zipa se ocupaba de baños y entretenimientos44.Y siempre identifica estos sitios de recreación como guarniciones militares. Los cronistas también mencionan cercados que el zipa solía visitar, próximos a fuentes de aguas termales como Guasca, Tabio y otros sitios del altiplano. A la descripción del cercado como epicentro ceremonial, debo agregar su expresión como epicentro de la organización social y política. Según la observación, su poder se traducía en la capacidad de convocatoria de las actividades colectivas que eran indispensables para la reproducción material y la comunicación de sus miembros. Las actividades sociales, políticas, religiosas y aun económicas, afluían hacia el cacique, según la proyección espacial de las relaciones sociales. He destacado las relaciones que vinculaban a los miembros de los cercados próximos al Tunja por cuanto descansaban en principios 42

Castellanos, 1955, IV: 191-194. Simón, 1981; III: 185, 187-188. 44 Simón, 1985, III; 206, 275-277. 43

[2951

ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

organizacionales comunes a los analizados en Bogotá: aparecían como conjuntos de parientes relacionados por consanguinidad y localidad encabezados por autoridades emparentadas entre sí conforme su distribución por afluentes, territorialidad que observaremos en Bogotá según sea posible reconstruir de las fuentes administrativas coloniales. Parentesco en Bogotá En su visita de 1594 a la parcialidad de Bogotá el visitador Ibarra registró 583 tributarios y un total de 1590 personas. En 1600 el visitador Gómez de Mena halló 348 tributarios, y en 1639 Gabriel de Carvajal concluyó que la Parcialidad de Bogotá se componía de 292 tributarios y un total 1.277 personas. Aun contando con la disminución demográfica, después de un siglo de la Conquista el cacicazgo de Bogotá mantenía cierta identidad que, de hecho, perduraría hasta el siglo XVIII45. En 1639 la Audiencia de Santafé comisionó al Licenciado Gabriel de Carvajal como visitador de varios pueblos, entre los cuales se contaba Bogotá46. Luego de caminar los terrenos para realizar la vista de ojos y las diligencias, los resultados fueron consignados en un documento que aparte de la explicación de las condiciones legales y logísticas de la visita reproduce el cuestionario preparado por el oidor para recibir de indios y autoridades locales sus quejas y testimonios. Las respuestas de los indios se convertían en información secreta porque se hacían en ausencia del encomendero; no obstante, éste presentaría su propia documentación y testimonios. El documento incluía el levantamiento de un censo de la población indígena, objeto fundamental de la visita, y concluía con las disposiciones del visitador. El censo organizaba su información por parcialidades, partes o capitanías, como se denominaba a sus segmentos sociales, comenzando por la del Cacique de Bogotá. Cada capitanía estaba encabezada por el capitán y su familia. El censo buscaba precisar el número de tributarios, hombres entre 18 y 54 años, casados o solteros, de los cuales se restaban los reservados, indígenas que habían sobrepasado dicha edad o tenían algún impedimento para tribu-

45

A fines del siglo el visitador Moreno y Escandón, quien pretendió liquidar los últimos resguardos, informó que los indios de la Sabana se habían reducido a los pueblos de: Bosa, Soacha, Tuso, Usaquén, Cusió, Suba y Tena (Moreno y Escandón, 1985: 535), que ya no contaban a Bogotá. 46 AGN, VisCund, tomo 8: folios 159r-207v.

[296]

EL CONTROL DEL PODER

tar. Entre éstos se hallaban algunos hombres viejos o viudos a los que se agregaban los alquilados que desempeñaban oficios en lugares distintos u otras razones justificables. Con la pretensión de prever la localización de los ausentes o para detectar futuros tributarios había un listado final denominado de Yndias solteras destaparte..., mujeres con cónyuges ausentes. Pero, las más de las veces tenían hijos de quienes se presumía el padre por lo que en adelante las denominaré "madres solteras", para diferenciarlas de las que por su edad definitivamente eran verdaderas solteras, mujeres jóvenes sin cónyuges ni hijos y las más de las veces hijas de las anteriores. También incluía las viudas y las denominadas viejas, a menudo sin parentesco alguno. Además de los cálculos demográficos (sexo, edad, estado ...), la información permite indicar tendencias en la composición social de las unidades sociales, de la localidad de las parejas, del parentesco que vinculaba a sus miembros, del origen de los cónyuges y de la orientación del intercambio matrimonial, en lo cual centraré mi atención resumiendo los datos en cuadros que facilitarán el análisis. Gabriel de Carvajal concluyó que en la Parcialidad de Bogotá había un cacique, un gobernador y doce capitanes con 292 tributarios, 16 reservados, 15 ausentes y 940 mugeres y sus hijos y familias y chusma, para un total de 1.277 personas. En el cuadro siguiente he distinguido sus miembros de acuerdo con su pertenencia a cada una de las capitanías en las que se dividía el conjunto de gentes de Bogotá, a las que sabemos se habían agregado dos utas, Gataque y Sutebasaque, que originalmente pertenecían a otras parcialidades distintas de Bogotá. En cuanto nuestro interés se dirige al análisis de los vínculos de parentesco, reordenaré el listado con el total de hombres y mujeres mencionados (H y M) incluyendo algunos que aparecen en el listado de mujeres, o viceversa, siempre que estuviesen casados, los cuales distinguiré de los viudos/as, y los solteros/as. Insistiré en que los solteros eran individualizados para el conteo de tributarios, aunque a menudo eran hijos/as o parientes de los anteriores, o en el caso femenino para prever de su matrimonio los ausentes. En cambio agregaré a los viudos/as, los denominados viejos/as aprovechando que en algunas oportunidades se citan sus relaciones de parentesco que manifiestan su viudez (ver cuadro página siguiente). Sorprende el alto número de madres solteras, en particular de las capitanías de Sosatama, Gacha, Say, Nebque y Suatiba, y es notable el bajo número de personas en las capitanías que fueron fusionadas y aparecen con número repetido y marcadas con un asterisco en el cuadro (08 y 09). Mientras que en la

[297]

ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

Población de Bogotá en 1639 (Visita de Gabriel de Carvajal. AGN.VisCund, T. 8: 159r-207v) Capitanía

H

HS

01 Capitanía de Say

19

6

02 Parcialidad de Catama

16

8

03 Capitanía de Gacha

23

11

04 Capitanía de Suatiba

19

10

05 Parte de Bucía

17

06 Parte de Tabta

21

07 Parte de Tibaque Sosatama 08 Capitanía de Nebque

HV

iM

MS

MV

1

16

2

5

2

9

2

2

18

13

2

12

2

1

9

1

7

3

3

6

3

8

1

4

21

11

1

19

7

5

5

3

14

1

1

08* Uta de Tenjo

9

6

2

3

09 Capitanía de Canrro

7

3

09* Uta de Sutebasaque

8

10 Parte de Chicacaque

22

11 Capitanía Tibaque-Estancia 12 Parcialidad de Gachachica

1

8

7

4

1

4

1

4

8

2

6

5

4

11

5

3

11

7

Subtotales

209

97

Promedios

17,4

8,0

1

4

7

1

3

17

129

27

59

1,4

10,7

2,2

4,9

H: hombres casados; HS: solteros: HV: Hombre viudo o "viejo"; M: mujer con hijos; MS: Soltera; MV: Mujer viuda o "vieja".

uta de Tenjo había 9 hombres y 2 mujeres, el desbalance entre hombres y madres solteras es drástico en Nebque, donde había 5 hombres y 14 mujeres. Al incluir todo hombre o mujer mencionado en el censo, los guarismos son distintos de los del visitador. Un indicio de natalidad, o por lo menos de composición familiar, puede extraerse si del total de población de la parcialidad restamos los 414 adultos (H + M + Vs) para obtener 863 niños de los cuales 124 eran jóvenes solteros, a los que todavía no he agregado algunos huérfanos que aparecen en censo. Aunque no todas las parejas tenían hijos, si sólo tomara el número de hombres casados y las mujeres que sabemos eran madres solteras (H y M), obtendría un promedio de 2,5 hijos por cabeza de familia.

EL CONTROL DEL PODER

Aun contando con la desigualdad de los datos, puede aseverarse que la composición de una capitanía variaba entre 0 y 19 unidades de madres solteras que aparecían como cabezas de familia con un promedio que se acercaba a 11 unidades por capitanía, y entre 5 a 23 familias nucleares encabezadas por varones con un promedio que apenas sobrepasaba 17 unidades por capitanía. Estos guarismos podrían incrementarse, si agregáramos en cada caso los viudos/as y viejos/as. Sin embargo, debido a la división del trabajo y la cooperación económica, es dudoso que las madres solteras con sus hijos conformaran unidades de vivienda independientes. Según la expresión en sociedades similares y las indicaciones documentales que he antecedido, estas mujeres no conformarían viviendas separadas y seguramente aprovechaban sus vínculos de parentesco para alojarse en las casas de sus consanguíneos, razón por la cual los visitadores mencionaban su parentesco con estos u otros miembros de la capitanía. Por lo mismo, los solteros en edad de tributar y las verdaderas solteras en muchos casos eran hijos de los anteriores, por lo que para las familias nucleares encabezadas por varones casados es posible sugerir que coincidían con una unidad de vivienda. En 1594 había 583 tributarios y 1.590 personas, en tanto que en 1639 los tributarios se habían reducido a 292 aunque la población total de 1.277 había ascendido en sólo 313 personas. La variabilidad de los datos no dependía, seguramente, de la eficacia del conteo, sino de la política de reducciones, de las epidemias y de la huida de las gentes de la onerosa tributación de hombres y productos para la administración colonial. Si nos guiamos por los varones casados, la composición de una "parte" o "capitanía" alcanzaba un máximo de 23 familias nucleares o compuestas, pero cuarenta y cinco años antes podría haber sido el doble. Aunque sabemos que en 1639 había un mínimo de cinco grupos domésticos por capitanía, contando con la incertidumbre estadística, tomaré el más alto promedio resultado de contrastar el número de tributarios de los censos durante dicho lapso, que indica una composición de 30 grupos domésticos por capitanía. Tomo el índice más alto, por considerar que si en sólo cincuenta años el número de tributarios se había reducido a la mitad, en el quinquenio anterior, que partió de la Conquista, la contracción demográfica debió ser muy superior. El censo del visitador Carvajal menciona la localización de ciertas cabezas de familia, lo cual nos permite precisar mejor la residencia. Partía del presupuesto de que trataba con tributarios de Bogotá y cuando los hallaba en lugar distinto, sean casados o solteros, así lo registraba. En realidad, es sobre

[299]

ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

todo de estos últimos de quienes vienen datos de su localización, como de las yndias solteras, lo que se asentaba directamente o según el origen del cónyuge que pretendía detectar como virtuales tributarios. El cuadro que sigue toma como centro de atención la residencia de la pareja, tenga o no hijos, de manera que excluye los solteros/as y viejos/as cuando de estos últimos no se informa del cónyuge. También se eximen de los cálculos a la uta de Tenjo agregada a Nebque y a la uta de Sutebasaque agregada a Canrro, puesto que pertenecían a otras unidades autónomas y distintas de Bogotá y alterarían los resultados del parentesco. Éste, como los siguientes cuadros, dependen del censo y las variables debieron restringirse a su información, aunque suprimí otras columnas que demostraban, por ejemplo, cómo no había viudos/as que residieran en lugar distinto de su propio origen, o bien de mujer vieja (sin otros datos) que viviese fuera de Bogotá, que por lo mismo son innecesarias para la presentación de resultados. índice de residencia en Bogotá, 1639 Tipo

A

B

C

D

E

F

G

H

Say

12

Catama

17

4

1

1

1

6

2

4

6

2

1

5

Gacha

22

1

Suatiba

13

1

3

2

2

9

4

2

6

3

2

2

1

6

Bucia

13

4

Tabla

11

2

3

2

4

Sosatama

1

1

4

11

3

5 2

3

1

13

7

Nebque

4

1

Canrro

3

2

2 2

Chicaque

15

2

Tibaque

8

2

G. Chica

8

2

1

Subtotal

139

34

15

Porciento

37,3

9,1

4,0

1 2

1

2

I

2

3

1

4

6

55

1

1

32

K

Total 31

1

36

5

30

5

3

32

1

5

4

47

4

1

1

19

2

2

I

2

3

3

22

1

28

3

2

1

4

17 22

1

4

2

3

12

19

56

21

33

6

25

11

3,2

5,1

15,0

5,6

9,1

1,6

6,7

2,9

1

371

A. Hombre que reside con esposa en Bogotá; B. Hombre que reside con esposa en origen de ella; C. Hombre con esposa y residen en lugar distinto de origen mutuo; D. Viudo que reside en Bogotá; E. Mujer con esposo (podría estar ausente) y reside en Bogotá; F. Mujer de Bogotá que reside en origen del esposo; G. Mujer que refiere esposo y reside en lugar distinto de origen mutuo; H. Viuda que reside en Bogotá; I. Viuda que reside en origen esposo; J. Madres solteras: mujeres con hijos; K. Mujer vieja; sin más datos.

[300]

EL CONTROL DEL PODER

La virilocalidad se halla enfatizada por el alto porcentaje de casos en que la pareja habitaba en tierras del esposo, en Bogotá (A). Ese guarismo se incrementa porque los varones viudos permanecían en Bogotá (D) y, sobre todo, porque las mujeres de Bogotá iban a vivir al lugar de sus esposos (F), que siendo el siguiente dato más alto de residencia, afirma que más de la mitad de las parejas (55,5%) residía virilocalmente, lo que era predominante en términos absolutos si se le pondera con respecto a cada una de las otras columnas. Sin embargo, había una representativa residencia uxorilocal (14,2%), si sumamos los hombres que vivían en tierras de su esposa (B) y su correlativo, las mujeres de Bogotá que residían en Bogotá (E). No obstante haber asumido como residencia neolocal la permanencia de parejas en las Lajas de Mariquita y Santa Fé, que sabemos no necesariamente era definitiva y frecuentemente les ocupaban en trabajos para la administración colonial, sus indicios resultan de sumar las parejas o cabezas de familia47 que habitaban en lugar distinto a su mutuo origen (C y G), que ocupa la menor proporción (9,6%) entre las elecciones residenciales. Ahora bien, las viudas de Bogotá que residían allí (H), es consecuente con su ideal retorno a las tierras de su linaje, a lo que podríamos agregar aquellas mujeres viejas de las que sólo se supo que residían en Bogotá (K), y podrían ser viudas o ancianas del linaje y cuya proporción (12%) es aún más representativa que la neolocalidad. En el caso de las viudas que habitaban en tierras de su esposo (I), estamos tentados a pensar que aún no se habían trasladado a las tierras de su linaje, eventualmente por el matrimonio de sus hijos. Por último, hay un cierto porcentaje de madres solteras (6,7%) de las que no se supo nada del cónyuge (I), tal vez explicable por la migración masculina ocasionada por el trabajo para la administración colonial, aunque también se puede sugerir el encubrimiento de sus cónyuges que las habrían dejado a la guarda de sus parientes. Por ello no aparecían en los registros, pero la intención de ocultar a los parientes tributarios se filtra en los registros, como ocurrió en la capitanía de Catama donde el escribano asentó: Josephe sobrino del capitán de diez y nueve años cassado con Ynes yndia de Bogota su hija Ana al pecho y Joan de tres dixeron es la d(ic)ha yndia deste

47

Aunque sólo en el caso del listado de tributarios aparecen claramente descritas familias nucleares, las madres solteras y las viudas suponen el vínculo matrimonial y, de hecho, el censo las describe como cabezas de familia, lo cual nos ahorra la repetición que será precisada cuando sea necesario.

[30l]

ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

pu(ebl)o y es que Catalina q(ue) fue su madre lo era también de la parte de Chinza y pressentaron un mandamiento del marques de Sofraga siendo pres(iden)te y governador deste Reyno de treinta de henero del año passado de treinta y uno rrefrendado de Hern(an)do de Ángulo de Cámara en q(ue) se manda que se testasse de la descripción de la Cerrezuela a Catalina yndia y a sus hijos y se pussiese en la de Bogota = y aviendo parescido pressente una yndia vieja q(ue) dixo llamarse Catalina Fiscuaya q(ue) dixeron ser la contenida en el d(ic)ho mandami(en)to declaro ser natural de Bogota debajo de juramento que para ello hizo = y estando pres(en)te Joan de Meló encomendero de la Cerrezuela contradixo el ponersse esta yndia // en esta descripción por pertenezer al pu(ebl)o de la Cerrezuela del q(ue) hizo el s(eño)r licenciado Luis Henrriquez el año de seiscientos y quatro que se a visto consta abersse puesto en ella y a sus hijos y visto por el señor y los vissitadores mando q(ue) sin perjuicio de las partes se ponga por aora en esta descripción (AGN, VisCund., t. 8: 174r). Destacaré de esta cita que de la afiliación de Catalina Fiscuaya a Serrezuela o Bogotá no sólo depende ella misma, lo que hizo intervenir al encomendero, sino la tributación de Josephe y sus hermanos, que era la querella que se pretendía esclarecer. No sobra advertir la vía matrilineal de afiliación local por la que opta el visitador. Como siempre ocurre, la estadística propone tendencias indicativas que, además de las ponderaciones a las que siempre se debe someter la elección de la residencia, en este caso se hallaban intervenidas por los hispanos, como se manifiesta en el anterior testimonio, pero en general la evaluación demuestra la decidida virilocalidad de la pareja de cara a una limitada uxorilocalidad y una más discreta neolocalidad. Según la primera parte de este análisis, la regla de residencia se regía por la ideal avunculocalidad, cuya demostración nos introduce al análisis de las relaciones de filiación y alianza que es posible deducir de los enunciados del censo. No obstante que el registro de relaciones de parentesco entre los miembros de Bogotá es aún más escaso que la residencia, tenemos algunos indicios. Entre los cabezas de familia se mencionan vínculos como hermanos, sobrinos, y aun nietos de las mujeres listadas como yndias solteras. Estas últimas también estaban relacionadas con los varones casados, en particular como hermanas y madres. Es excepcional el reporte de afines y sólo eventualmente de finados. El cuadro que sigue está construido sobre los pocos y dispersos datos del parentesco que informa el censo, y da prioridad a las relaciones entre cabezas de familia, pues los solteros/as por lo general son hijos de los anteriores:

[302]

EL CONTROL DEL PODER

índice de relaciones de parentesco en Bogotá 163S Parentesco

A

B

C

D

Say

2

2

Catama

4

2

Gacha

2

1

Suatiba

5

2

2 1

Bucia

2

1

Tabta

2

1

Sosatama

2

1

E 1

1

Chicaque

3

H

I

I

K

1 2

2

1

2

1 1

2 1

1

1

Tibaque

2

G. Chica

2

Totales

27

10

1

Porcentaje

21,9

8,1

0,8

1

M

1

1

1 2

2

1

1

2

1

1

1 2

3

5

2 1

3 1

L

3

4 1

G

3

3 1

Nebque Canrro

F

1

1

2

2

1

1

11

1

11

16

3

16

16

2

5

3

8

8,9

13,0 2,4

13,0

13,0

1,6

4,0

2,4

6,5

A: dos hermanos: por lo menos uno casado; B: tres hermanos: por lo menos uno casado; C; cuatro hermanos: por lo menos uno casado; D: hermanos: hombre y mujer, por lo menos uno casado; E: tío/sobrino; F: padre/hijo: dos padres; G: hermanas: por lo menos una casada; H. madre/hija: dos madres; I: tía/sobrina: J: tío/sobrina; K: abuelos/nietos; L: afines de alguno de los miembros de la capitanía; M: número de familias de huérfanos.

Aunque el censo parte de la familia nuclear como unidad básica a cuya cabeza se buscaba al tributario, como puede advertirse en el cuadro, sólo en el caso de las reducidas capitanías de Nebque, que contaban con cinco varones casados, no aparecen vínculos de fraternidad. En la capitanía de Canrro, con sólo siete varones casados, sólo había un par de hermanos. Contando con la debilidad demográfica de la capitanía de Nebque, que por lo mismo se la fusionó con la uta Gataque de Tenjo, y no obstante el listado de tributarios se reduce a la familia del capitán y tres familias más, en el listado de yndias solteras, aparecen los fuertes vínculos matrilineales en los que descansaba la capitanía: PedroUche de quarenta años hijo de Catalina Sacipcuaya yndia q(ue) dixeron el governador y capitanes es natural y originaria deste pu(ebl)o de la parte de Nebque y que por averse cassado d(ic)ho P(edr)o con Joana yndia del pueblo de Yngatiba de la encomienda de don P(edr)o de Otalora no a querido pagar demora en este siendo del y aunque esta puesto en la descripción f(ec)ha por el pres(en)te escrivano el año de treinta y un q(ue) se bio mando el s(eño)r oy(d)or

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ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

vissitador q(ue) por aora se ponga aquí sin perjuicio del d(e)r(ech)o de quien mejor le tuviere y después de lo rreferido dixeron que el d(ic)ho P(edr)o Uche paga la demora a don Ffr(ancis)co Ossorio de Paz q(ue) dize es el d(ic)ho yn(di)o de Tibaguya de su encomienda agregado a el de Yngatiba y q(ue) el d(ic)ho don Ffran(cis)co lo saco deste pueblo de su autoridad estando pagando demora en este p(uebl)o de Bogota y se los llebo y a otros // sus parientes. Augustin sobrino del d(ic)ho pedro de diez y ocho años esta en Yngatiba y que es de los que llebo el d(ic)ho don Ffran(ds)co Ossorio en esta rrazon y por aberlo d(ic)ho assi el d(ic)ho gov(ernado)r y los demás capitanes todos supo de lo mismo q(ue) en la clausula del d(ic)ho Augustin. Joana madre del d(ic)ho Augustin y hermana de P(edr)o cassada con Ju(an) Viscayno de Yngatiba bibe en este pu(ebl)o de Bogota sus hijos Al(ons)o de catorce años. Ana hermana de la d(ic)ha cassada en Yngatiba con Ju(an) yndio de Cizatiba de doña Maria Arias. Joan nieto de Catalina yndia deste pueblo de quinze años (AGN, VisCund., t. 8: 195v-195r). A pesar de la búsqueda de tributarios que empiezan con Pedro Uche, el parentesco los vincula por vía uterina a través de tres generaciones, lo cual resumiré en un diagrama: Catalina dfe (de Bogotá)

A

(uan de Cizativa48 (de Yngativa

Ana

flk

Joana l|H| Juan ^k Pedro (en Bogotá) (en Bogotá (de Yngativa)

I

Joana (en Yngativa)

Agustín (en Yngativa)

La alianza entre el linaje de Catalina Sacipcuaya con las gentes de Engativá se traduce en el matrimonio de dos de sus hijos seguramente con miembros de distintas capitanías. Pedro Uche vivía con su esposa en Bogotá, como sus 48

Sisativa, cacicazgo de la Sabana de Bogotá que en 1601 Luis Enríquez, junto con los de Tivaguya, Chize y Engativá, halló al norte de Bogotá y a distancias de media lengua que agregó bajo el nombre de este último.

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EL CONTROL DEL PODER

hermanas que, sin embargo, aparecen en el listado de yndias solteras, sugiriendo la provisoria alteración de la virilocalidad. Ana, la tercera hija, no obstante haber casado con Juan de Cizativa, residía en Engativá, como Agustín, al amparo de la abuela y en tierras de su padre. Pero la capitanía de Nebque también se apoyaba en los vínculos de otro matrilinaje: Joana cassada q(ue) fue en Tuso bibe aqui su hija Catalina de ocho años y Fr(ancis)ca de cinco. Joana hija de la d(ic)ha cassada con Ju(an) yn(di)o del pu(eblo de Une biben aqui - Ffran(cis)ca su hermana - y esta Ffran(cis)ca tiene dos hijos Josephe de seis años Domingo de quatro y Joan al pecho están en la estancia del encomendero... ... Luissa bija de loana cassada con Andrés ynídijo del puíebljo de Yngatiba biben en Tena y tiene en su compañía a Ysavel su hermana (AGN, VisCund., t. 8: 196r). Las relaciones descritas son más discretas pues trata de tres hermanas unidas por su madre, Joana. Todas madres, Joana casó con un hombre de Une, y Francisca, de quien no se cita esposo, tenía hijos. Las hermanas vivían en Bogotá y por la ausencia de sus cónyuges aparecen en el listado de yndias solteras. Su tercera hermana era Luisa, quien había casado con Andrés de Yngativa y vivían en Tena con su cuñada Ysabel, uno de los pocos casos en que el censo cita coresidentes afines. También son ilustrativos de las relaciones de parentesco al interior de las capitanías los vínculos entre los miembros de Suatiba. Aquí el censo informa el mayor número de hermanos (5) y otros dos conjuntos de tres hermanos emparentados. Adicionalmente, entre los primeros, los hermanos Chitatiba y Chumbativa tenían respectivamente una hermana, las cuales aparecen citadas en el listado de yndias solteras. Por último, de los dos hermanos Labandero y de uno de los tríos de hermanos registrado sin apellido, respectivamente, se les cita un sobrino. Al distinguirlos como sobrinos es que el censo nos permite precisar la representativa relación avuncular que los unía con otros parientes de la misma unidad que eran, por supuesto, sus "tíos". Aunque no es despreciable el porcentaje de la relación padre e hijo (F), y aún con las limitaciones de la muestra, puede observarse en el cuadro que el vínculo de germanidad entre los miembros de las capitanías (columnas A, B y C), constituía el más alto porcentaje del parentesco registrado (30,8%). En consecuencia, y una vez aclarado que la mayoría de los sobrinos (D) lo son de los anteriores, podemos

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ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

concluir que los vínculos matrilineales (43,8%) apoyan la residencia avunculocal sobre la que descansaban las relaciones básicas de los miembros de las capitanías, incluida Nebque, de la que he demostrado descansaba en relaciones matrifíliales. Ello puede ser reforzado por la rara presencia de afines (L) que en los dos casos se trataba de jóvenes. En Tabta aparece el único caso de la relación padre e hija casada. La relación de germanos (E), que nos explica la relación tío y sobrina (J), es resultado de la vinculación de los primeros conjuntos de hermanos con mujeres del listado de yndias solteras cuya ausencia de esposo sugiere su permanencia provisional en las tierras de su linaje. No es de extrañar que entre dichas mujeres es donde el censo registra los vínculos de parentesco como madres e hijas (H) siendo la primera frecuentemente viuda, como hermanas (G) y, por supuesto, tías y sobrinas (I). La escasísima profundidad genealógica (K) y el acogimiento de los huérfanos (M), refuerza la constricción demográfica que habíamos advertido antes. Podemos concluir que los lazos de consanguinidad matrilineal orientaban la composición de las capitanías y tales vínculos incluían a las autoridades como parientes de los miembros de su capitanía o cacicazgo y cabezas de linajes locales, según advertimos en el capítulo anterior. La presencia de sus sobrinos sugiere que retenían al sucesor. Ahora resumiré las relaciones de parentesco orientadas desde las autoridades: índice de parentesco de autoridades en Bogotá, 1639 Parentesco

A

B

C

D

E

F

G

H

Autoridad Cacique

4

1

Gobernador Capitán

1

2 3

1

1

9

3

1

4

A: un hermano; B: dos hermanos; C: tres hermanos; D: sobrinos de la autoridad; E: hermana de la autoridad; F: sobrina de la autoridad; G: viuda de autoridadlocal; H: esposa de autoridad no local.

Los datos ilustran que la alianza matrimonial articulaba diferentes capitanías y cacicazgos mediante el matrimonio de las autoridades y el de sus hermanas. También he incluido en la última columna (H) la relación de matrimonio de las mujeres de Bogotá con autoridades de otros cacicazgos,

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EL CONTROL DEL PODER

enfatizando que la alianza se traducía políticamente. Aunque el análisis de la información del comportamiento matrimonial demanda información adicional que será desarrollada enseguida, es posible avanzar ahora que los datos de la visita no permiten confirmar la poliginia de las autoridades, pero agregan a nuestra información el matrimonio sucesivo femenino: Fran(cís)ca viuda que fue del govern(ado)r passado cassada en el pueblo de Fontibón con Ju(an) Caxamarca sus hijos q(ue) del d(ic)ho gov(ernado)r Ana de catorce años Úrsula de trece y deste matrimonio Dominga de cinco y Joana de tres. Maria hija de la d(ic)ha cassada en el d(ic)ho pueblo de Hontibon con Matheo vive alli y la d(ic)ha su madre (AGN, VisCund., t. 8: 172r). v^/ue taniuien solían los varones, como ocurrió con Don ruoitso capitán de Nebque, pero también con los comunes, como lo indica el siguiente testimonio en Tibaque Sosatama: Pedro Guecha de quarenta y quatro años esta en el alquiler su muger Catalina sus hijos Domingo al pecho y de otro matrim(oni)o del d(ic)ho Pedro = Luisa q(ue) yra en su lugar Ffrancisca de quinze otra Luissa de trece y Gaspar de tres (AGN, VisCund., t. 8: 189r). Terminaré este acápite destacando cómo no obstante las imposiciones hispanas, según los datos del censo analizado, hasta bien entrado el siglo XVII persistían principios ordenadores de la organización social de los muiscas. Servirá de indicativo que aparte de las mujeres que residían en Santa Fé casadas con artesanos o de cuyo cónyuge no hay registro, el censo sólo informa dos casos de mestizaje. El primero en la capitanía de Say: Fran(cis)ca nieta de la d(ic)ha cassada con un mulato de Sienaga esclavo del capitán Diego Brabo vibe alli 49 . Y el segundo en la capitanía de Gacha: Dominga de quinze años cassada con un negro esclavo del capitán Domingo Martin Tome esta yndia es hija de Ju(an) Arias - Ynes su hermana de doze...50. Como puede advertirse, dichos cruces sociales ocurrían entre mujeres indias y descendientes africanos51. 49

AGN, VisCund., t. 8: 172r. AGN, VisCund., t. 8: 180r. 51 El análisis de Montaña (2003) de los datos del Archivo Parroquial de Suesca en el siglo XVII, concluye que el mestizaje no parece haberse originado en los pueblos, sino que su ámbito propicio debió haber sido Santafé. 50

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ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

La orientación consanguínea de las relaciones de los miembros de una capitanía se extendía al cacicazgo. Ello se refuerza porque, los cónyuges o las cónyuges siempre eran de origen diferente del de la gente de Bogotá. Confirma, al mismo tiempo, la predominante exogamia local. Pero fijémonos que si el análisis anterior nos permitía proponerlo para la unidad local, los datos de Bogotá le extienden a todo el cacicazgo. Aun en el caso de las denominadas yndias solteras que residían con sus parientes en Bogotá, el censo acredita que sus cónyuges eran de diferente parcialidad, con excepción del esposo de una mujer de Catama, que se dijo de Bogotá. También en la capitanía de Tabta un esposo fue vinculado a Gacha pero seguramente se trataba de la unidad que con tal nombre se repite en diferentes pueblos, distinta de la capitanía de Bogotá. Por lo pronto, los datos de residencia evidencian que el matrimonio se ajustaba a los presupuestos del intercambio matrilateral soportado por la exogamia local. La información del censo permite considerar que en los 149 casos en los que supimos el origen de los cónyuges se evidencia una representativa exogamia del cacicazgo (44,08% del total de las 338 uniones registradas para hombres casados y mujeres con hijos). Sin embargo, para el resto sólo sabemos que uno de los cónyuges es de Bogotá, en su mayoría hombres, pero desconocemos el origen de su cónyuge, por lo que de acuerdo con los datos aquí analizados y siguiendo las conclusiones de los capítulos II y VI, restringiré la exogamia a las partes o capitanías. Retomaré enseguida los datos matrimoniales para demostrar cómo el cacicazgo de Bogotá se hallaba articulado con otras unidades similares en una extensa red matrimonial que se extendía por todo el altiplano. Territorio Para observar la territorialidad de las unidades sociopolíticas del altiplano, echaré mano de los indicios que es posible derivar de la observación del reordenamiento impuesto por los hispanos mediante la reducción de las gentes en "pueblos" y de sus territorios en "resguardos" en los que fueron progresivamente "agregados" con gentes de diferentes cacicazgos como instrumento fundamental del proyecto civilizatorio que acompañó la desvertebración sociopolítica para garantizar la explotación de la fuerza de trabajo y el remate de sus tierras que, adquiridas por los encomenderos, terminaron transformadas en grandes haciendas. El pueblo y el resguardo fueron los instrumentos administrativos que garantizaron la expropiación de las tierras y la concentración de la mano de obra indígenas. Aprovechaba el decrecimiento demográfico, diezmado por las

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EL CONTROL DEL PODER

epidemias y la agobiante tributación de hombres y productos a las forzosas cuotas de trabajadores obligados a servir en las minas, en la ciudad, las encomiendas, al doctrinero, la Iglesia y, en general, para la administración colonial. Pero, en la documentación es persistente la renuencia a abandonar los bohíos dispersos que, según insistían, les permitía mantenerse al cuidado de sus labranzas 52 . La resistencia presionó el abandono e, incluso, la quema de las primeras fundaciones hispanas cuyo testimonio aún perdura en los que desde entonces se conocen como "pueblo viejo" próximo de algunos municipios actuales. Y es que desde inicios del siglo XVI la Corona había dispuesto que los americanos deberían ser concentrados en pueblos para que aprovechasen la christiandad, y policía. Felipe II reiteró la presunta razón de enseñarlos a conocer a Dios y enseñarlos a vivir políticamente, y meticulosamente previo la traza y el ordenamiento territorial 53 . Tal estrategia fue traducida a la Nueva Granada por la Real Cédula de Valladolid del 15 de julio de 1559 dirigida a la Audiencia. Con ella se iniciarían las visitas a la tierra de oidores que fundaron los pueblos, limitaron las tierras de los indios, obligaron la erección de iglesias para el adoctrinamiento católico, y ajustaron la tasación de los tributos y el trabajo indígena para los encomenderos y la administración colonial. El reordenamiento incluyó el registro de las encomiendas españolas y el privilegio de emplear la mano de obra indígena distribuida por repartimientos54, equiparados con las parcialidades conformadas por sus partes. Varias parcialidades vecinas

52

Para Bogotá ver, por ejemplo, AGN. VisCund. t. 8: 214r y 330r. Los primeros ordenamientos de Pedrarias Dávila a principios del XVI serían reglamentados a lo largo del siglo por la Corona (Que los Indios sean reducidos á Poblaciones, ver Recopilación, tomo II, Libro VI título III. Y las Ordenanzas de Felipe II en Recopilación, II, IV, VII). En 1559 la Corona traducirá a la Nueva Granada las normas sobre "nuevas poblaciones" (Friede, FDHC, T. III: 339-342). En noviembre de ese año el oidor Tomás López tradujo el mandato a Santa Fé: instrucción que se ha de guardar en el juntar y poblar de los indios naturales de los términos desta ciudad de Santafé como Su Magestad lo manda para su mejor policía y conversión (AGN.Caln, t. 49: 752-753, en Velandia, 1979,1.1: 440-442) cuya completa trascripción realizó Herrera (2001). 54 Desde 1509 la Corona dispuso que: Luego que se haya hecho la pacificación, y sean los naturales reducidos á nuestra obediencias, como está ordenado por las leyes, que de eso tratan, el Adelantado, Gobernador, ó Pacificador, en quien esta facultad resida, reparta los indios entre los pobladores, para que cada uno se encargue de los que fueren de su repartimiento, y los defienda, y ampare, proveyendo Ministro, que les enseñe la Doctrina Christiana, y administre los Sacramentos, guardando nuestro 53

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ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

fueron sumadas en partidos cuyo peso administrativo fue sobreponiéndose a la regionalización en provincias y comarcas. En la Sabana esta política se hizo perentoria hacia el final del siglo XVI, apoyada en la diligente labor del oidor Miguel de Ibarra. Las nuevas fundaciones partían de la iglesia, cuya construcción fue entonces contratada para Bogotá, pero en 1601 el nuevo oidor, Gómez de Mena, luego de pregón y remate, debió repetirlo de nuevo en el mismo sitio o cercanías de la que ya había sido construida con materiales menos perecederos 55 . En 1629 se hicieron contratos para concluirla donde estaba la vieja iglesia de paja56, pero en 1639 todavía no estaba terminada 57 . Y es que los tradicionales asentamientos dispersos y la resistencia a la concentración aldeana se mantuvo entre las gentes de Bogotá hasta bien entrado el siglo XVII58. A propósito, en 1597 el encomendero de Bogotá, Francisco Maldonado de Mendoca, según hemos mencionado, pretendió que los indios fuesen poblados en Tena aprovechando que permanecían allí una buena parte del año cosechando sus labranzas de frutos de tierra templada para defensa de las inundaciones sabaneras. También argumentaba que tal concentración podría resolver la dispersión de sus asentamientos59. Fue tal la resistencia de los indios que en 1601 obligó al visitador Gómez de Mena a proponer un nuevo pueblo que finalmente sería construido en el actual sitio del municipio de Funza. Sin embargo, desde la visita al repartimiento de Bogotá del oidor Miguel de Ibarra, había comprimido sus tierras de la siguiente manera: ... por la derezera de la ciudad de Santafé hasta / La cáenaga que los yndios llaman Sub toca Y por / La parte de hazia El novillero de don francisco / maldonado hasta una Zienaguita que los / yndios llaman yacha La qual deziende / del molino Viejo del d[ic]ho don francisco / maldonado y entra En la d[ic)ha ciénaga / Grande que Esta hazia El Camino Real de / Santa ffe Y Por la parte y derezera de la / punta de cota y hato de los frayles de / Santo domingo hasta La zienaga llamada / muxio Y desde Ella mili y duzientos / pasos mas delante por la d[ic]ha

Patronazgo, y enseñe á vivir en policía, haciendo lo demás, que esían obligados los Encomenderos en sus repartimientos, según se dispone en las leyes de este libro (Recopilación, II, VI, VIII, j, 8). 55 AGN. VisCund., t. 5: 874v-878r. 56 AGN.VisCund.,t. 11: 768v-773r. 57 AGN. VisCund., t. 8: 212v. 58 AGN. VisCund., t. 8: 213v-214; 219v; 230v; 237r; 239v. 59 AGN. Caín. T. 55: 711r-721r.

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EL CONTROL DE

dere / zera y desde donde pararen Los d [ ic] hos / mil y duzientos pasos de la otra vanda / de la d[ic]ha zienaga y mojón que alli se / hiziese Se fuese Cortado hasta dar / a La junta de las dos ciénagas Sobre d[ic]has / llamadas mujio y subcota y que desde la/ d[ic]ha junta hasta El d[ic]ho mojón Se / fuesen haziendo mojones Y Por la / parte y derezera del molino viejo / del d[ic]ho don francisco maldonado / (247 r.) tres mil pasos que Se les Comienzen a medir / desde Las ultimas Casas deste d[ic]ho / pueblo hasta a donde alcanzaren / ... (AGN. VisCund. T. 8: 246v-247r). Casi sin ninguna modificación, este resguardo fue confirmado en 1600 por Gómez de Mena, y por Gabriel de Carvajal en 1639, cuando los tributarios se habían reducido a la mitad de los hallados por Ibarra. Aunque éste había medido 3.000 pasos del resguardo en las cuatro direcciones60, a partir de las entonces dudosas postreras casas del pueblo, en 1600 el visitador Mena y en 1639 el visitador Carvajal pretendieron ajustarle desde la plaza del pueblo que, aunque era un procedimiento usualmente atendido por los visitadores, llevó a acres discusiones con sus habitantes 61 . De todas maneras, el territorio de las gentes de Bogotá quedó reducido a poco más de 25 km 2 de resguardo ubicado en torno del pueblo de Bogotá, el actual municipio de Funza62. No obstante la ubicación del resguardo no es fácil de precisar debido a las transformaciones toponímicas, los hitos desaparecidos y el desecamiento de los humedales, apelaré a un mapa del área que fue dibujado por orden de la Audiencia en 161463 y del más conocido para la Sabana realiza-

60

Gómez de Mena empleó una cabuya de 200 pasos y 152 varas (AGN. Caín. T. 8: 248r), Carvajal una cabuya de 100 pasos y 76 varas (AGN. Caín. t. 8; 327v.). Siguiendo fuentes documentales, Colmenares propone la equivalencia entre el paso y la vara de castilla (0.84 o 0.89 cm), de manera que los 3.000 pasos equivaldrían a 2.520 m o 2.670 m (Colmenares, 1978: 195, 226; ver también Páez Courvel, 1940: 133). 61 AGN. VisCund. T. 8: 326r-330r. 62 Según Ruiz Rivera (1975: 29), correspondía a la proporción que Ibarra habría establecido de 3.000 pasos de tierra por cada 400 o 500 tributarios (Un paso geométrico = 1.395 m; o tal vez un Paso Ordinario = 0.68 m, en Páez Courvel, 1940). Según Colmenares (1978: 225-226), se atenía a la correlación de 1.5 hectáreas por cada tributario. 63 Pintura de las tierras, pantanos y anegadizos del pueblo de Bogota... (AGÍ. Mapas y Planos, Panamá 336, en Gutiérrez Ramos, 1998; 39). También aparece en Tovar, 1993.

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ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA

do en 177164, que aunque tardío, nos ayudará a ubicar las capitanías de Bogotá, la probable extensión del territorio del cacicazgo y la posición de los cacicazgos vecinos que señalaré en un mapa actual (Mapa No. 4)65. Según la delimitación del oidor Ibarra, las tierras del resguardo de Bogotá quedaron al centro de la Sabana irrigadas de oriente a occidente por los humedales de Muxio y de Subtoca, Subcota o Subtoque, a cuyo interior se pretendió establecer la población. Por encima de este último era forzoso tomar rumbo (derezera) hacia Santa Fé, que luego se convertiría en el Camellón de salida de la capital a la costa Caribe, puesto que los humedales juntaban sus aguas al oriente, en proximidades del río de Bogotá, impidiendo el paso directo. De acuerdo con la medida de 3.000 pasos establecida por Ibarra, el límite occidental del resguardo se extendía poco más allá de dicha junta de aguas, hacia el río Bogotá, limitando con el cacicazgo de Hontibón66. Al occidente, Ibarra le hizo limitar con la cienaguita de Yacha, también hoy desecada, que descendía desde el molino viejo del encomendero, en las tierras de "El Novillero" hacia Serrezuela, y se juntaba con la Ciénaga Grande, que también se ha desecado, hacia el camino de Santa Fé. Sin embargo, esta última aparece en el mapa de 1614 con el nombre de Pantano Principal de Serrezuela, cuyas tierras anegadas estaban ocupadas por ganados. También debe aclararse que el límite norte del resguardo iba más allá de la denominada ciénaga de Muxío, hoy humedal de Gualí, que Ibarra midió a 1.800 pasos del pueblo de Bogotá, agregando otros 1.200 pasos (900 m aprox.), hasta alcanzar el humedal de Tibago o Tibaque Chica, donde hizo colocar el mojón del resguardo. Seguramente corresponde con un brazo del humedal de Muxío que aún se extiende hacia el norte, en la actual vereda del Cacique. Por otra parte, en el mapa de 1614, hacia el nororiente de Serrezuela, en la banda derecha del río se dibujó el Cercado Viejo del Cacique, y más tarde centro de la enorme hacienda de El Novillero67, donde pervivió el actual municipio de Madrid68. Así, el asiento del cacicazgo se hallaba al norte de Bogotá, más allá del humedal Muxío, y al occidente del brazo que pareciera ser la entonces denomi-

64

AGN. Mapas, 4: 34». Ver también Carrasquilla, 1987; y Bernal, 1989. 66 AGN. Caín. t. 8: 329v.. 67 AGN. VisCund. t. 8:214r. 68 Que parece explicarnos la denominación del pueblo que allí fue asentado con el nombre de la capital del imperio español, Madrid. 65

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EL CONTROL DEL PODER

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nada ciénaga de Tibaque, cerca al río Serrezuela. En el mismo mapa también aparece un nuevo asiento del cacique, que se hallaba hacia el oriente del anterior y más cerca del pueblo de Bogotá, hacia el segundo brazo del humedal de Muxío, que perduraría en el mapa de 1771 con el nombre de Quebrada del Cacique. Hoy en esta área permanece la vereda de dicho nombre. Sabemos que el cacique de Bogotá pertenecía a la parte de Sai, de manera que sus asentamientos se extenderían entonces hacia el noroccidente del pueblo de Bogotá y, en particular, tendrían acceso a las aguas del hoy denominado río Subachoque. También sabemos que los ríos cambiaban de nombre según las unidades sociales que le ocupaban. Eso ocurría con el río Balsillas, que al pasar por Serrezuela tomaba su nombre y, luego, se le denominaba Chinga, más adelante Chacha y finalmente Subachoque. La transcripción hispana de Chacha es del todo próxima a la de la capitanía de Gacha y, por cierto, la ciénaga de Muxío remataba el noroccidente en una cienaguilla denominada Ruagacha. Estos datos sugieren la posición de la capitanía de Gacha a la que se hallaba asociada la de Gacha Chica, cuyas gentes tenían labranzas próximas al cercado del cacique y, luego, de la estancia del Novillero hacia el río Serrezuela. De hecho, se convirtió en el asiento más importante de los hispanos, cerca del propio cercado del cacique, próximo de donde el mapa de 1614 dibujó el Cercado Viejo del Cacique. Otros indicios obtenemos del nombre del humedal de Tibago o Tibaque, que coincide con la denominación de dos partes de Bogotá: Tibaque Sosatama y Tibaque de la Estancia. Según advertimos, en 1639 las gentes de Tibaque y Chicaque permanecían y tenían parcelas en la estancia del encomendero que se hallaba al otro lado de la sierra del cacique en límites del cacicazgo de Bosa, aunque sus territorios se hallaban muy al sur, en las tierras templadas de Tena69. Chicaque es aún el nombre de una vereda que se halla al sur de Bogotá en el camino hacia las tierras de Tena, donde se afirmaba estaban los asentamientos de Tibaque y Chicaque. A su turno Tibaque Sosatama, junto con las capitanías de Tabta y Catama, tenían parcelas en las tierras ubicadas hacia la confluencia de los humedales de Muxío y Subtoque que se extendían hasta alcanzar el río Bogotá 70 . Dichas parcelas aparecen en el mapa de 1614, donde al norte se dibujó el Rincón de Catama ocupado por ganados y, aún hoy al oriente del municipio de Funza, en la denominada vereda del Hato se halla la hacienda Catama.

1 1

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AGN. VisCund. t. 8: 208r-244v. AGN. VisCund. t. 8: 217v; 229r; 234v; 329v.

EL CONTROL DEL PODER

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