GRITOS Y SUSURROS EN EL PAIS DE LAS CARTAS

En el país de las cartas, sopló un viento cálido que hizo desdoblarse una carta antigua. El viento ... Así sucesivamente
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GRITOS Y SUSURROS EN EL PAIS DE LAS CARTAS Manuel Peña Muñoz En el país de las cartas, sopló un viento cálido que hizo desdoblarse una carta antigua. El viento aleteó sobre las hojas un poco amarillentas pues nadie la había leído hacía mucho tiempo. El viento que era muy curioso se acercó para leer aquella misiva y se encontró con la gran sorpresa de que los signos estaban enemistados y trataban de averiguar cuál de todos era el más importante. En un párrafo de aquella carta una mano femenina había copiado con lapicera y tinta un texto de otro autor. Entonces aquellas comillas que encerraban aquel texto fueron las primeras en intervenir: - A nosotras siempre nos gustan que nos citen - dijeron arrogantes pestañeando dos veces, una al comienzo y otra al final de la frase. - Serán muy importantes, pero no son nada de creativas - dijeron las letras mayúsculas mirándolas de arriba abajo - Nosotras en cambio tenemos el privilegio de que ser las primeras en ser leídas y por eso nos ponen en letras más grandes al empezar una carta y al iniciar un punto aparte. Al oír esta frase, los punto aparte sacaron la voz: - Nosotros somos los más destacados ya que definimos donde termina una idea y dónde comienza la otra. Así sucesivamente, estaban todas los signos de la escritura compitiendo por ver cuál de todos era el más importante dentro de aquella carta, hasta que le tocó el turno a los signos interrogativos: - ¿De qué están hablando? - preguntaron pues ellos no sabían aseverar nada y siempre estaban con cara de interrogación. - ¿Cuándo empezaron a discutir? ¿Podemos intervenir nosotros? ¿Quién va ganando? Y así sucesivamente iban preguntando sin que nadie les respondiera. En ese momento llegaron los signos suspensivos siempre en actitud de espera. - Mejor no digamos nada... - dijeron - y aguardemos a ver qué sucede en esta discusión... Será mejor que nos atengamos a las consecuencias...pero entre tanto...es mejor seguir en compás de espera...a ver qué sucede... En ese momento llegaron los acentos poniendo coscachos en varias íes rebeldes. - Sí, maní, comí, ají, escribí - decían con aire risueño, pintándose encima de las íes con aire orgulloso y allí se quedaron para siempre alzando un pequeño moñito. - Ay, ay – gritaban las íes.

Lenguaje y Comunicación 4º Básico

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- Shhhhhhhhhh... Déjenos hablar a nosotras - dijeron las comas - Nosotras somos mayoría porque abundamos en esta carta. En cada renglón habemos varias de nosotras pues ayudamos a descansar en la lectura, por eso creemos que somos indispensables, de lo contrario una carta se haría muy tediosa y cansadora. En eso entraron unos signos muy misteriosos y gorditos que no querían ser advertidos. - Disculpen, con permiso, pero nosotros somos los paréntesis y aunque no somos parientes de nadie, queremos ocultar ciertas ideas para hacerlas visibles solo a medias. Más tarde hizo irrupción el signo pesos: - ¿Alguien me puede decir cuánto cuesta esta carta antigua? ¿Cuánto podrá valer en el mercado de antigüedades? Al oír al signo pesos, salió de su escondite el signo “más” que era muy arribista. - Debe valer muchísimo – dijo – mucho “más” de lo que parece. En cambio el signo “menos” que era el más tímido de todos y tenía una auto estima muy baja exclamó: No es para tanto. Esta carta vale “menos” de lo que ustedes creen. Por fin, el viento llegó al final de la carta. Ya le parecía que habían salido todos los signos a relucir, pero aún le faltaban los signos más importantes. ¡¡¡¡Eran los signos de exclamación!!!! "¡Ah, cuánto te extraño! " - leyó el viento - "¡Oh, mi amor!" - Y le llamó la atención que por primera vez veía aparecer los signos de exclamación en filas dobles, triples y cuádruples como soldados de plomo bien alineados con la cabeza erguida o como malabaristas de circo con la cabeza abajo. ¡¡¡¡¡Te amo!!!! Eran los únicos signos valientes que se presentaban alineados, muy gallardos y orgullosos, expresando lo que salía con más fuerza del corazón. La carta terminaba con un "¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MUAC!!!!!!!!!!!!!!!!!!" El viento que era muy ingenuo no sabía qué era aquello pero lo interpretó como un sonoro beso y entonces concluyó junto con los demás signos que los más bellos y más sinceros eran los signos de exclamación... Discretamente sopló sobre las hojas. La misiva se cerró en cuatro y el viento volvió a soplar ligeramente ruborizado sobre las hojas secas... ¡¡¡¡¡Uy!!!!!!!!!.. ¡Uyyyyyyyyyy!!!!! ¡¡¡¡Uyyyyyyyyyyyyy!!!!"

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