EL HOMBRE DE LA SITUACION Manuel Pay no - Bicentenario

del occidente, del septentnon y hasta del Polo Artico. Imi- tad, catóhcos, su ejemplo, coflLO manda ci precepto de nuest
13MB Größe 66 Downloads 147 Ansichten
EL HOMBRE DE LA SITUACION (1861)

Manuel Pay no

LA MATRACA 2

LA MATRACA

LA MATRACA

2

del folletIn a los cristeros...

Manuel Payno EL HOMBRE DE LA SITUACION

1

PUbhcaciOneS y B1iotecas

(IJUIJRflP I

PREMIA editora s.a

k1C lit CUt )ICI U1 II 1 tru( It Ut LIII t t,1J I It fl 1 1) i It )fl Lt I Itit Iat tatta Fifltura d1 pititor nICXIUJIIIJ I)! E( ( ) 1' I VER\ 1 )inu (IC I;I ittittLIttIl : N1traItII)t()

-:

/'/(IIHt;flr,Fi

I)rvctit,it (.cit,iiI

\

(l/II'

IIi'II

1!

ih I t ti II I it. ;ItI,, fit

\

_

.iiiii Iiiti.:

I,

iItiI lirr.t Raitti -t;i I i m oti VI( Ilt • \ 1

Iii ItIt it

I ii I;k

M II

/ •

fd Li •1 OT

1 It •4 ct cttI i It I )rt'rIios r('MfrvIdtsm < ( ' cttisp it I "t(IILtI cIt It cc,ttritc 1 1(I(Ical ivt IIiItIS 25I it' jttstt. t(tlttttit '4tIt'\.t /\It7LIr(' I :!9() NItx uu. I). I, I'itriia I,cIit'rt dr I ihrt. S A C) rt nt 42' A ci di ii ia 11 1 -1Valli' 03100 \ltxu'u. I) I

ISBN 968-434--236-5 Irnpreso V he(hu en )iItXICO Printed and made in Mexico

I

PRESENTACION

211(lflhl('l JaVfl() blares i1(ZCIO ('fi 1(1 (iU(I(Id (Ic M('XiCO ('1 (11(1 21 (it' jllfli() (I(' 1810. [)eSd(' mil J0t ('fl ('still '() ligado a /05 /)('rsvti(ijcs politicos V ciii! uralt's i1i(i.S .sabri'salii'ntes del /)(115. V 11'g() (I d('s('mp('nar dif('rent('s cargos pubitcos V (ilgunas ruin 1510 fl'.S (111 f)0Ii (mt's. 1.si, ('11 181() Inc t(117() (/('/ g'fl('rUi ?lvI(t1'l(lfl() Arista, j('f(' (It'! Jj('rcit() del i's.T orte: en 1812 r('(lliZ() Ufl(! ('ill i)Ujad(1 ('fl Udanlerw(i, para,

a sit regrt'so. ser ('nl'iado par Santa Anna a los Esiados (!,iids, donth' VSt 11 1/U) ('I .S1.'t('?1?a /)enhtenclarlo en NUE'l 'a York v P1/ode/flu. En 1850 [zu' ministro de Hacienda del prt'siden t e Jase Joaquin Herrera. Su carrera como politico se interrumpió ('fl 1858, plies purticipo en el gaIp(' d(' e.'tad() d(' ( 'onion/or!, par /0 qUe St' ,'e proc('So. I) itran t (' la tii t('ri 'encion fraiir'sa flu' p('rs('gilicl() V ciprelu'nc/ido junta con PIor('ncia M. del Castillo, ,)('ra CDI? 17111('17a ma yor suertt', \(1 (Ili(, 5(' iflCilfl() por oceptar V fl'('Ofla(i'r ci gabt('rna (It' MUXIU11I1(In() V, (lllfl(/1l(' par pocus dias. fiu' 11110 de los r!id0r('S del /)(liS diirantt' ese p('riadu. 1i ser rc.'1 IIur(mda Ia I? 'pi hli ca. fue (I1)1l t ado par Tepie, piu'sto qiu' dt'sempeñi on tres acasianes. En 1882 file S('flOdOl', en I#J() r(;ilsul g('n('ra! en 1.Sf)Uñ(i v, (Ii regreco/rio a aeiipar i/n (tSi('Tit() ('fl la •sar (1on M('y1892. ict'), 'ho (jilt' eerr() 511 ('(l1'1' 'ru pu/it lea. camaro ('l(' S('fladort'.'. h( who ."11 ol)r(1 lit ('rarl(m (Il)area ('(151 todos los generos. (]oluf)ar() en la ,navona (I' las diarios ret'i.stas de SI, epoca. E.ct'ribió ('llCfl I OS' V 110! '(*15 ('arIas, d(lndO ('0171 t('flZ() a estos gen eras t'Ii nuestro pais. J'r() .SU ma var (1/)arta('iOtl fue en (-'1 genera f101'('liSti('u, ('11 (l qli(' deStaCWl tres d' sus obras: El fi1 ul del diablo, que Inc publicada por entregas duronle -.

7

guerras de invasiOn i,orteanzericana y francesa, y en. las luc/zas fratricidas. Cuondo aquel bondadoso anciano nos corn unicaba sits intepro yectos literarios, estabarnos admirados de sit ltgen.cia, de 1(1 1 11'('Z ' not ii raiidacl de sit narración, qu e ttii'o siempre desde joven COlfl() perwdista, coma nave/odor, cmo historiOgrafo. ('Om() orador v attn corno estadisto, en sus informes V Inem arias hacendarias. Pon y halna sido descuidado ('fl 10 forma, rncorrecta hasta lo inu'erosi,ntl hastcz incurrit en folios ortograficas: pero siempre se hahIa dejado air con atencion en la tribuna v se habla dejado leer en sus libros, porque con la pa/a bra cautu'aba v con la pluma sedueIa, por ci estilo ilano y pintoresco, (iUfl(/1I( 0\Ufl() (Ic osritras ('Xquisit('ces acadenicas. Aquella iflOfl(lflO, qiI(' 'tiii tinos eon l en la casa que habitaba en ci bello /)uo'biectiio de San Angel, nos dijo tambi(5 n que pensaba eoritinuar la nocela cant enicla ('11 ci pr('sente o'oiunu'n. plies El hombre (IC la situación tenIa en nuestro pais Iargci descendencia, " V la not'eiita tuvo buena cicogida eucindo la pubiiqué en 1861. en la imprenta de -Juan Abadiano; V Ilego (1 ser tan rarci, qite durante ml estancia en Europa ('ncargue a iarios amigos rn/os me la buscaran v envwran, pero en i'ano, hasta que rino a Paris Bernardo Couto, hijo, V flit' oseguro que t'ri la 1)thiiott'Ca de su padre eXistl(z tin eenz p/ar, v que de regr('s() a Mexico inc lo enviarla, CO?fl() en eft'eto inc lo t'fli'io, V ('Ste ejern p/ar sercl ci que me siri'a para prasegutr ml narracion'. Pero por desgracia no fue ci autor ('1 quo terrntnO Ia obra, Sino la niuerte la (/It(? cOflCiUV() COfl ci (tutor. No obstante ello, don PJanuel LeOn Sanchez ha /zecho ,nuv bien en reimnpriinir esta no: 'c/a. que es U17 cuadro admirable de las costumbre.c coloniales de fines del siglo XVIII v de los primeros años de nuestra :'ida iridependienfe v en la que don Manuel Payn.o re:.'eld sit ingenio para trazar las at'enturas del protagonisto, que fueron las de otros ,nuc'hos que z'ivieron en aquelios hem pus. tan hcibilmente descritas, que con tin solo rasgo, con una so/a 10

irontu, COfl tina sofa burla, lOgr(l int€'rt'sar 11105 (/U(' otro,s flo('('/ador(s, qu' en ('urn) sudan v se afanan para in ten tar seducir con So/)ra de mm Ut ias v PiJIOS (lv estilistas rebus((1(lOS V (umiSados. "lq a,iue'f [- cvy fl() —nos de('l(l don -Jos( , 11aria I?oa R ai'eenu— tenia maflo f(hiI paru eseril)ir y a eflo se debe qilt' toda. SI/S o1)ras soii c/n ? ertldas ' ieidos.'' En ('[veto. to (1 Iioiiis ln('OnSUb/('S. El fist ol del mism() nos /1(IC('fl p1sr chablo o Los bandidos (IC Hi() Frio, (JUt' la Memoita sol)re ci maguey o vi folleto So/)re vi golpe dv Es/ado dc don Ignacio ( 'Ofl?Ofl fort. El hombre de la stuaewn, ti('fl(', (?fl [UI, (1 nuestro /Ui('iO. OtI'() /)i en! a: 'seni to ('U 1861, ('uczndo la noi 'via de intniga ('at ,'etenia tanto (1 mlu('stnos abU('iOS. Pctvno se (ic/Cion tOI)(1 (1 otros ('S('ritor('5 V SObI'('S(lIiO ('OflI() anu'no COSI lifli hnist(l, (jilt' S('dUCe pam' vi reaieln() th' los p('r.sflajes qu(' no'! rota v 1)01' la [idClldod con (Ili(, describe to que hace (/U(' eat" libro S('O iJfl c/a(.'umfl('flto his! o;rico Y iw. Luis Gonzalez Obi'egOn Mexi(o, D. F.. 14 de rnai'Zo de 1929.

11

EL IIOMBF{E

DE LA SITUAC1011, NOVELA DE COSTUMBRES ron (QUO. YIcjiio CI1LA1)NO MXLCAN(i

MEXICO

JMr. DE. JLTAZI Au.rno,

ESCALVAILT.03 NUM. 13.

It31.

PROEM JO

La i'ida ('S Ufl rasto teatro: V ('i FflUfld() con sus arzchos mares, con sus ek'eadas ,nontanas, con sits celos vu elciros v did fanos 0 va inPiancoileos V bruniosos, con sits palactos soberbios v sits chews hurnd(/i's, PS el escenariu donde todos nos (ipresurarnos a toniar lugar a desempeñar flUeStro papi'l: los unos c/c reves v con quistadores, los otros de pat ru'tos esciarecidos, los de ,nd.s a/Id de anacor("tas, de t'arones santos, de sohios pro fundos. de liberates sinceros, de politicos saguces, de fandlicos mtratables, de mercaderes Sfl. COflCIPflCIO, (h' Sctltiflibafl(/luiS V polichineicis, en fin, porque la am bieton Ia i 'anidad liii mono no conocen limites V desecin desde la rnds noble y elevado, host a lo mds abyecto v ahsurdo. Todos estos actores, aperias en/ran en escena. (ip('flaS COflhii'flZUfl a posestonarse de so elei'ado papel, cuando la muerte, con sit c/escarnadct, i'a redocienclo a p0/co las pirpura.s rojas de las dinasticis, los gorros encarnudos de las repiThlicas. /05 togas nE'gras del foro. los (relies rclucwntes de Ia riqueza, v los (lctor('s can desapareciendo, desapareciendo, como las sorn bras fugitii'as de uno tin terna de fan tasmagoria. Pulvis et umbra sumus, decia Horacio. Pero de tados estos a randes v pequeñaS actores quedan, a i'eces, en las galertas, los retratos de sit Jisico; pero c/c sos cast urn bres, de sit moral, de Sit vanidad. de so miseria, no has' quwn hoMe. Apenos esa.s pdginus aduladoros V cipasionadas que human his tOrI.(cis, nos dan idea de Iris fisononilas de los hombres v de los siglos jue van pcisando v earn /)iCtfldO. como cambia y pasan la mover part' de los si'res v attn d(' las cosas mute-

riait's (/j' (J(J

11(1(1. 15

Si al paso corto por el sendero del mundo, se puede dejcir un hosquejo, una caricatura siquiera de los reves de grandes narices, de los politicos de obtuso cerebro, de los encori'ados v humildes caritativos que han encerrado buenas economias en sus cofres, de las notabilidades lit erarias que han robado a la fama su gran trompeta y sus tendidas alas, si se logra hacer menos malos con un pintarrajo a los demás córnicos que arrebatan de grado o por fuerza sus papeles en los dramas sociales, se habrd consegdo al menos... que? Nada, absolutarpente nada... El mundo quizd fuera me for con menos libros, con menos maestros, con menos soidados y con menos gobernantes... Las generaciones, en.s u rdpido trdnsito sobre la tierra, sOlo necesitan un poco de pan y un poco de paz; todo es efim ero y perecedero cuando no ridiculo y perjudicial; todo term ma en hrece, todo pasa como sorn bra: libros, saber, ingenio, t'irtud, hipoeresia, maldad; todo se reduce en POCOS instan tes a la nada, al olt'ido, al poivo. Horacio dice muy hien: Pulvis et umbra sumus. Serd este libro iz2gubre, melancólico, cast incomprensihie como son las lineas de este próiogo? No, seguramente no: III m('nos no es mi intenciOn otra que tomar de las coscis, d(' los tiempos, de los hombres, algunas semejonzas, Y r('untr ci concepto en unas cuantas hojas de papel. Es nece.sarw r('tratar exactamen.te a un.a o más personas? Tarn poco: ci grupo saldrá mejor y rnás grotesco tornando Ia ranidad del uno, el candor del otro, la arrogancia o la ,nalicia del de rnás al/a: o lo que es lo mismo, para formar tin (ado hermoso, tomaremos los ojos de un ciego, las pternas de un cojo, los brazos de un manco, ci vientre de un hidrOpico, la den tadura de un octogenario. jQué figura! 1(4)zié Iihro! A propOsito: y contestemos de una uez a preguntas que siempre hacen los aficionados a la lectura: ei lihro es buena? En esta vida no ha y bueno ni malo; todo es rciatit'o; pero de seguro ci autor no cree tan ,'naio su iibro. Cuando lo dan a la estampa los out ores que dicen mansa ehipOcritarnente lo contrario, rnienten; 0 ,nds hien, es de creer.s" que twnen su bzu'na dosis de vanidad ence16

rrada, /J'ro nial oscondicla. ,Que COil ti('fl(' ('St(' libro Palabras tras de pa/abras, c'omo todos: las unas p('or iladas que las otras. fle (JUC trata est(' libro fle Ifl(/0 v de tiada. ,(-;on borrones qite (Ill aficionado al dl/)li() traza ( , it p1/ego de papel. ,Este I! bra es )10('Cl(1. I'S Izistorm, o es CIU'fltO? El autor quiso, tue Sit iiiIncion a! unenas, (1(1r una idea de a/gun as de las cost uin bres de micstros a hue/os. de n w'sfros padres v d(' nosotros inisinos. , Ila deseinperodo Wen el asunto? Eso ('sf0 /)Or t'er, eso quecla (1 la calificacion de lOS lec/ores, eso nierece tin detenido examen. par Ia demos, historia.s C()fl t('inparoneus t('ileni(Js (1 11 ' pUI('c('fl CtI('fl tos que son cerdaderas his! orbs; per() que no S(' f)UE'd('n ('scrihir mIs que ddndo/es el cardeter frii'olo de la flOi'('lO. El hijo, piles, leo o hernioso, 11110 1'('Z (Il/I' ha n(1c(do, tiE'n(' (JUI' 5(1/jr a lutz v (()1l/t0i SI! .SU('t'tI' (1 1(1 b'nei oleiicia del pibiico: .si iuuuu're ( , it 1('mf)rana edad, nada se /zabra perdido.v 110 /1(1 1)11! Il-'Ch() at ru CO5(i (/U(' seguir icr SUert(' de tadas 1(15 COSUS /l(liflUflQS. Pulvis ci umbra sumus.

17

(';1Ii'I'(

T/()

f

I)asc (u('zfa d(' la ilustre prosapia (IC don Pulgcneio, Y de (flU) l'ifl() de l;SfXiflU ('fl (OfilfXIfl j (1 (Ic! rzrrev

La ma y or pai'te (IC los lectures saI)en que Julio (T ésar fue tin ceiehre capilan, tin eh)cuente ora(li)r v tin gran calavera: que ent re ut ros defect ill05 o viii udes, que todo es lo rfliSm() cuafld() se trata (le altos jwrsoflajes, tenia La (Ic ser un tanto ojialegre. v donde punia los ()jOS, alli hacIa III herida, corn() suele (led rse. ,roc(5le la suerte, en una (Ic sus muchas aventuias, (le pasar a la peninsula espanola: v alli, no uhstante sus ocupactones guerreras N, sus peligros cont ifluadOs. tllV() ocasiOn de ver en un cietto lugar (Ic aquellas I ienas una muchacha que, por sit herrnosura v giacia. 110 desmentia La bien merecida farna que desde entonces alcanzarun entre Ia genie (Ic l)uefi gusto las mu jeres espanolas. El I)Uefi .JUIi() y la virtuosa espanola se entendierun de I al mancia, (jUC a los tantos meses result-6 Lin cesarito, que quedó al cuidado de -,it madre, nuent ras ,.;ti padre pasaha ci Ruhicn, se enaniorahi en Egipto (Ic la reina Cleopatra, SC (lejaba dar (IC ptinaiadas por ('1 pat iiota I3iiilo, v curria, finalrnente, otras pequeñas aventuriilas (le ( I se genero que, segun el huen entender de Ia genie pia(Iosa. habra corltinua(I() quiz en las I ierras calien tes iIcl otro Iflufl(t0. E11 .Julito deC10, v no querien(I() (I(-jar at -As la fan1) (Ic 511 padre, tuv() otro Julito, V a sil VCZ este .J Uli() tuvu otio, V ci otro a otro. hasta (jtlC ( ! l tiem)o V la fortuna, que siernpre favorece a los calavei'as. V I no a colocar en ci solio gotico 1 liii VA-Sta"O (let gran dictador lomano. Este rev godo se Ilamaba Agila v a his difl('() anus dc su reinadl() fue asesinado por sus vasalios. I enien(lo ci gusto (Ic correr la rnisrna suerle (11-It' ,it anicresor en ci sena(l() de Roma. Este crinien nelando. que sultan cometer muv a menu19

do los buenos v (belles pueblos (be la antiguedad, no extingUi() la raza, pues al calo (be ejerto fltlmen) (le años, otro vãstago del gran Julio, v pariente rnuy inme(hato del desgraciaclo Agila. SU})i() al trono ('Ofl ci nombre (IC Sisenando. el que tuvo ci gusto (be hacer La segunda coleccion de las Leyes Godas v, con ci tItulo de Fuero Juzgo, (ho a luz un lil)r() que (lesde cut onces hasta ahora ha sido. en union (le otras I)IC( lOS a S V divert i(I;.1S Ol)flhlaS (IC ('Ste genero, grari recurs() para ilenar las l)olsas (Ic l( )S a! )ogados N. iiales v (lejar vacIas las (be los menores. viudas, herederos y

acreedores. La muerte no tue bast ante pu(lerosa para acal)ar con una tan ilust ic y noble raza: antes I )ien, aurnentada de sigh) en sigh) con enlaces ilust res, iesulto en ci curs.) de los anos una serie (Ic Gai'cIas. todos parientes. todos (i)locados en la cunhl)re del pod&'r. Don Garcia -Jinjéiiez, (Ion Garcia InIguez heycs de Sobrarl )C, don Sancho Garcia y don Garcia Sanchez. reves (Ic AragOn. Todos eian c ' )mu quien (lice, una misma cosa, y los autores (Ic los no})ilianos haell hian va pr(;)acle hasta la evidencia. con la hist orla rnau() v, m;is que todo, con los blasones v cainpos rojos V azules, que Julio César no se hahia llamado asi, sino a catisa (IC la Iu(teza y barbaric de los escritores romanos: flOflhlWe eI^I JULio Garcia, dedueienpero que sit dose, COMO consecuencia necesaria, (Iue Brut o. ell (be ser un esclarecido pat riota COlilo) l() dsciihen los rect Ores a Los muchachos (IC los culegios. hal)la Si(i() Ufl solemfltcabalk), Lin veiiladero bruto, supuesto qUe éI crey niatar a tin ( ' ésar, v este no era ('ésar. sino Garcia. Desle quc falleci don Ramiro Sanchez, ci crisliallism(), hasta la epoca en qtie comleuza esta verIdica narraciOn, la familia habIa conservado su clara v limpia iiobleza y transmitido tan preciosa herencia (Ic padres a hijos con una fi(lelida(l tal, que ni una sola portezuela de tan dorados I )lasones se habia Cfl pa nao to. La noble farnilia que habla sucedido en ci cargo (Ic conservar tan precioso deposito, se coilipunia (IC un Viejo eurro ancialuz ilainado l-uigcncu), el cual fenia (itie manmc

tener cosa de diez muchachos (Ic todas estatiiras, gruesos y tamanos, con solo ci pioducto de tin cortijo, cu y os lin(leros podia rnedir COfl la vista Ufl miope. Sifl necesitar (IC anteojos. Don Fulgencto haiHa gastado las econumias (IC muchos años, como constal)a en su antigua ejecutoria y con todas SUS pruebas at canto, to que en compendio hemos procurado indicar en las lIneas anteriores La ejecutoria tenia adems, pintado en la carñtula, un escudo dividido en cUat1'() cuarteles, c()rcflado de Ufl casco COIl Sti cilnera y rodeado (Ic tin mote que decia: "DE GAR('IA ARRIBA, NADIE DIUA." Las nobles aspiraciofles del tio Fulgencio no se limitaban a conservar sus pergamiflus. a eflSeflarSt1Os a CUafltOs amigos to visi tal )an v a plat icar constantemente (Ic sus antepasados: siflO que pretendja que. aolemas (IC ser descendierite de Julio César, to era tarnhién (IC Adn: pero no del Adn (Ic los anticuarios (IC donde proceden los itidigenas de las Americas. in (let Adan negro de dofl(k nacieron todos los esciavos, segun creen los ('UltiVa(lores (k Lill afl(lalUZ, mas guapo, iiis valiente, caa. 51111) (Ic rnis noble que cuantos a(Iafies han (lack) origefi al rCSt() del género humano. Sin embar g o (1€ todos estos grandes titulos, suficientes para que hubiesen llamnado In ateneión (Ic soI)eranos mnenos l)rUSCOS V libaros cjue los Suherafl( )s esparioles, ci tic) FtIlgeflCiO. ('On (Ii(Z descend lent (* de Admn v (Ic Juii() Cesar. se mona liter almente (Ic haf1l)le, pucs ci pro)(Iucto de I res vacas. (Ic ocho carneros y (Ic dos docenas de olivos, no era suficiente iii pant ci ga'/.pacho) Y Cl chocolate, qU€' ya en esa época era la bebida favorita Y cast in(lispensaI)le de I 0(10 espaiol hien naci(k) V (iPs(.'eil(lieilt€' de .1 ulio Garcia. El tjo Fulgefici() necesit al )ci tomar una res(L)lUCióI' enérgica; pero ella no era (Ilficil, supuesto que ahI estahan las Americas empedradas (Ic c)() Y plata. donde no habia mãs que liegar y tomarse ci tiabajo dc inclinarse, para 21

ieunir una gran foil una y volver a la Peninsula a tornar el tjtulo de conde, duque o mar qués. Fijo ya en este pensamiento, el tio Fulgencio se dingiO tin(Ila al puerto de Cádiz, en compañIa de su hijo Fulgencio el chico, con ci intento de envianlo a America a que hiciese fortuna: pero como ci tio Fulgencio no quenba que viajase asi, como viaja una gente vulgar, y al mismo tiempo no tenIa un cuarto, no hailaba en su noble cabeza el medio de salir del atoiladero. Paseándose por las cercanias de la nibera encontro al tio P, co, otro andaiuz, como ci viejo Y como) (I noble. - Ionpadre Fu]gencio! ----Compadre Paco! El Dios nths grande, que es ci Dios de los andaluces, me ha deparado a su rnerced. —,En qué puede servinle mi mucha nobieza? —contestó ci tio Paco. —Fniolera, compadre: en enviar a este pirnpoiio a la America, a quc recoja Un poquillo de oro. —Que ni man(Iao hacer, compadre! Conforme, y \'enga ci muchacho. —Bien entendjo, compadre, que ci muchacho ha de dir ('01W) (lUi(ffi es: no se diga pie Ufl nteto (Ic Julio Garcia y de Adán va ansi, como quiera. —Ni por pienso, compadre. Cabalito que no dilata ni unia hora en marcharse ci virrey de Mexico. —Pues al lance compadre; con ci virrey de Mexico --(lijO ci tio Fulgencio dando una palmada COfl ci reverso de la mano izquierda en la paima de la mano derecha. —Un momento, compadre —interrurnpió ci tio Paco—: cabaIito, que va de piloto del barco ci senor CristObal Colon, y en dos palabras ci chico F'ulgencio se Va con ci virrey, y ya veri usteci, compadre: ihasta capitán no ha (Ic parâ! —Viva por Jesü. compae! Mientras, yo Ic digo cuatro cosa a Fuigencio ci chico, y le doy la bendición. El compadre Paco eorrio a bordo del barco que Sc il)a a hacer a la vela para Veracruz, y donde estaba ya embarcado ci muy noble don Joaquin (I ? IVlonseri'at, marques 22

de Cruillas, que venIa a Mexico a desempeñar el cargo de virrey. Paco a bordo, y de manos En un momento se hallO a bOca con el segundo piloto. —Oye Hi, Cristóbal —le dijo— me vas a hacer un favor: entre ci pescao salao y entre los cachivaches de la cocina, te vas a lievar al muchacho del compadre Fulgencio. Ya sabes en que ha (lao que es pariente de Julio Garcia y de nuestro padre Adn, y querIa clue fuera en la misma cmara del virrey. Conque qwtemono de FUll) y métet.e a Fulgencio en la bodega: y i en el camino te (lice algo o quiere decir que es pariente de Julio Garcia, le das muy duro, y cuando ilegues a la tierra, lo pones en la playa, y que lo ayude Dios y su pariente Julio Garcia. Conque te lo traigo, y no hablemos más. El segufl(lO piloto consintio en la proposiciofl, porque nada podia negal' al conipadre Paco, que le cuidaha a sti familia siempre que él hacIa sus largos Viajes, y aml)OS, muv contentos, se estrechal(rn varias veces la mano. El compadre Paco se dirigió a (londe habia dejado a Fulgencio. —ServIo, compadre, Como uté lo desea. El muchacho se va con ci señó virrey , regalao, mimao, corno si fuera hijo de su mare: ya le dije a Cristóbal lo que tenja que hacer. —Cornpadre, me ha quitao usté La Giralda que me bailaba en ci corazón. Fulgencio seth, como utC (lice, capitan, y traerá mucha plata a La familia, Y todo (lebererno una fortunilla al compadre Paco. Venga tin al)razo, cornpadre, Y a hordo. Ante Ic dire cuatro palabras a F'iilgencio. El COrnpadl'e Fulgencio abrazo por dos o tres veces al cornpadre Paco, y luego se dirigiO a su hijo, que era un muchacho corno de cat orce a quince años. (le anchas espaldas, de gruesos y colorados carrillos, dc nariz chata y ojilbs verdes, y que habla estado entretenido jugando con otros camaradas. sin sospechar que los dos compadres habIan, en tin abrir v cerrar de ojos, improvisado su viaje de una manera tan singular. t1io

—Escucha. Fulgencio —le dijo. Fulgencio cruzó los brazos y se coloco delante de su padre. —,E verdA que yo te he dao una educación conforme a tu nacimiento? —E verda —dijo ci muchacho. —,E verdã que no sabe leer de cOrrIO, ni tampoco ecribi? —E verdã —volvió a contestar el muchacho. —Pero, e que nomá lo reye y 10 virreye saben ecribI eso que apena Se le entiende; pro eso no hace al caso: tt sabe sacI agua de una noria Y regá los olivos Y enjaezã tin caballo; ino e verda? —E verdá —dijo otra vez ci muchacho. —Pue hombre sin hombre, no vale na: tü te va a la America. El muchacho, que no aguardaba esta conclusion, lievo los brazos a la cara y se llmpial)a COfl las mangas de una tosca camisa algunas lágrimas que sallan de sus ojos. —No hay que Hord: te va con ci virrey: todito se lo debe al cornpadre Paco. El muchacho se repuso algo en cuanto oyo ci nombre del virrey: pew seguia, sin embargo, limpiandose las igrimas. —No hay que liora: te va a Mexico a co-6 oro V plata. Tan luego corno liegue, Si ci senor virrev Ic lo permite, va mirando (londe pisa; la pedra que yeas (Ic oro, te la guar(las: La (Ic plata La deja pa lo cnado y pa lo marinel'o. Conque poi'tarse bien, v acuérdate de tu aguelo Julio Garcia, y haz diner() y sé honrao, pa que de"Garcia arriba, naide diga". ('uando sepa ecril)i, pon cuatro palal)ra a tu pare, que con (larte la bendicion te da cuanto tiene. El compa(lre Fulgencio no (lejo (Ic enternecerse al decir estas iiltirnas i)alal)l'as, v sus Ojos se lienaron de litgrimas al extender su mano para echar una bendición al rnuchacho, mientras con la otra se quitaba ci sombrero. V aizando la vista al cielo. decia: —Aliã va ci muchacho a las Indias. jDIos lo ayude!

Fulgencto el chico fiie aliebatad() (ki l)raz() por el conpadre Pao, v antes (IC qu(-' l)U ( i i era hacer resistenc9a, antes de que pensase en (Iespedirse (IC SUS Iu-rmanos y reflexionar en 10 que Ic sucedia, va estaba ernbarcado en un falucho que lo condujo a lxrdo del lmque en que se haliaba ci virrev. N() ha y ( iC OlVi(Ial' Jo (liCh( ). (iistóbaP —grit o ci compadre Paco a! piloto—. Si ci muchacho ('hista, duro. que asI se hacen lo ,; hombres. Tan luego COfl'i() Fulgencio (1 chi('() salto i l)0I'dO, CristOl a1 lo hizo ha jar a Ia I dega v lu coloco ent i . e unas P i l) as de vino V uflos l)alr11cs de aceitutias. A poc() cnienzO a nveise ci 1)arc() v Fulgenejo. (lesvanecid() \ pJ.ir1. do la cabeza, cavo cast sin sentido erit re los vIveres v la hurnedad (IC sit hahitacion. El compadre 1ulgencio, pasad() sii primer movimient() de ternura, se pavoneal)a muv sat isi echo al (Jul siguiente. contan(Io a 10(10 ( 1 ñdiz que ya hahia hecho In fortuna de su hijo, ci cual hal)ia narcha(10 (IC capi tmn a M €xico, a! ladt) del virrev.

25

('AI'!I'1 L() /1 Del t'iaje V (Irrzl)o a Veracruz di , bulLenczo ci c/iwo, v de cOma no con tinuar con ci ctrrev, para tf'ner ci gusto dc, recoger ci ora V tirOr la plato (I los 1ridlos V (1 los esclaios

Luego que se alejo algunas iiiillas (Ic Cadiz ci l)uque que conducia a su i)ordo al senor marques de Cruillas, comenZo a soplar tin viento fresco. La iiar Sc piiso gniesa y a los dos dIas se declaro una recia tempestad que hizo mover a Ia nave en todas (lirecciones, como si fuese una cascara de nuez. I)urante los diez dias del temporal. Fillgeflci() permaneció atacado violentamente del marco V sin aiient() iii aun para tornar las escudillas do cal() que Ic I)ajal)a el cociner() a la bodega. por orden del acred it ado v famoso piloto Cristóbal Colon: peru tan Inego como ci viento calm6 v la mar recol)r() sit t ran(1uilidad. (iesapareci() ci ilialestar del mnuchacho, su vaci() estoma() sint iO un hamhre devoradora, que sacial)a con cuantos man jates buenos o malos le I)Fesefltabafl. En seguida comenzo a reflexionar en su situacion. r pronto se veIa en las ('alies de Cdiz jugando con sus amigos, corno crela dormitar en ci camaranchóri que poseIa en ci cortijo paternal, o tornar ci CUI)O para sacar agua (Ic Ia noia V regar los olivos; peru un movimiento (IC Ia nave. a Ia quc batian las olas por ci costado, le recordaba sit prest'nte situacion: Ia cal)eza se le iba V se juzgal )a va (IC flUCV() acoirieti(Io pot-el marco. Sin embargo, on medio de to(los estos pensarnientos. que algunas veces SC preserltal)afl con un caracter de duda en SU cabeza, 1 t'iiia l)iCIl fijas v clavadas en su iiiemoria t res cosas: l.)1inlela: que era (Ic Ia fl4 1 )li antigun (lescendencia de Julio Garcia; segun(la: que viajaba con ci virrev: y tercera v principal. que tan luego como ilegase a America. deberia comenzar a recoger oro v plata. Con este oro, pues la plata era tan poca cosa. que ya estal)a ('onvencido que la dejarla para los criados. para los indios V para los esclavos. 27

se proponia regi'esai' (l(flt ro tie aigtinos niees a Espana v cornj)rar las inmensas posesiones que hahIan perteneci(i() en ol ros tiempos a Ia esciarecida familia tie Garcia. Un camp() espacios() ll(fl() tie O ivas: un rel')ano numeros() de carfle1m: una manada (le las rnas lucidas veguas ;indaluzas: en fin, todo esto v ot tas niti cosas, serIan propiedad suya v (Ic su familia: V todavIa podia dejar corn() cosas inservil)les, V O1vid1daS. algunos rnontecillos He oro. No (lel)en parecer exagetados eslos pensarnientos a los que sepan lo mucho que je pofl(lerabafl las riquezas minerales (le las Ani€ricas y las pingucs fortunas con que en efecto regresaban a España los (11.1C se (le(Iical)afl a tral)ajar aigunos anos en estas entonces l)enditas v rnagnIficas t.ierras. Disipada poi estas haiaguenas ilusiones in tristeza que en flledi() (Ic SUS pocos aflos causo a Fulgencio la separa('ion repent inn (Ic su patria y (IC su familia, saliO a cul)ierta ufla manana fliUV temprano, se lavo la cal)eza en la proa del l)arco on unas cuantas cubetas de agua dcl mar. y muv erguido v satisfecho del alto destino que tenia que ilenar en [as Anwricas. Sc dlrIgi6 al segundo piloto, que se liamaba Cristóbal (Ic An1inez, v a quien, por Los muchos viajes que habia heeho a las Antillas, le nombraban en ci puerto de ('idiz: (. rist iba1 Colon. —Diga. senor CristObal. i.d6nde está ci señor virrev? —(lij() Fulgencio—. Quiero saludarle y (lane las gracias en uOrnI)r(' de mi padre. por Imberme traido en su cornpañIa. Antünez se quedo tin niomento admirando el aire marcial v despejad() (IC Fuigencio. V no SaInen(lo si reuse o ponerse serb, ton-10 al fin en la mano Un pedazo dc mebenque que, por it) gastado (Ic sus puntas. se conocia que hai)ia servido va pam vapular las espaidas (Ic algunos marineros, y Ic (lijo: —Mira, currillo; t.0 senor padre es ciert() que t.e ha mandado con ci senor virrev: pero mi compadre Paco me encargo mucho que. suhre todo, cuidaia de hacerte hombre, y sabes que los hombres no se hacen si 110 Cs con los tmabajos, con los peligros y tambien con aigunos cariños 28

de este instrurnentillo: conque c(mienzo a cumplir el encargo del compaclro Paco. Esto dicie.ndo. aplicó (los 0 tres latigazos en las anchas Y robustas espal(las de Fiilgemio el chico. —Señor Cristobal, est() es (lemasiado, y Si mi padre 10 viera. ;vive Dios quo to agarraria por ci fondillo e iria su mercé a remanecer a li)s CU8IflOS de La luna! —El peligro quo tü corres, currillo, es quo si el virrev 0 el comandante saben quo vienes a }x)rdo, Si Clue te mandan coger por el fondillu V te arro]an a la mar, porque no eres mis que tin polizort. Conque si quieres evitarrne una buena reprimenda, to mejor será que Comiencos a hacer i u servica) do marinero. —Bien, bien, no me opongo —dio Fulgencio—. ,peru CUáflt() reale (liario teflg() quC ir ganando? —'Vanicloso, rnentecato —le contest.() ('ristóhal— ,qué mas quieres ganar que la cornida v el t ransporte? Ademas. ,qué sabes t(i de Iriarinero para quo pretendas ganar algo? —Pue entonce, ,por qué diablo vengo con el virrey? (Fai-ito me valia verme quedao en nii casa! Capitulemo. tb ('ristóbal —COfltiflUO—. \() tcflg() UL ITli 1Tl()d() (10 manejar ci negocio. Me (lala uté un vaso de vino t.odo to dia, y algün pecao, en lugar do esa mala chanfaina quo me ha hechu vulver hata lo higado; y entonce veré, pensaré a ver si puedo jacer algo por uté: y OSO, de látima quo el virrev no to mande a garrA por to fondillo v echar at charco. Conque, negocio conc! uío. t io ('us t obal. Li pilot() il)a a responder V quiza a aplicar con alguna rnás fuerza nuevus lat igazos a las espaldas do Iu1geflCU) pero éste no le (ho tienipo, sino quo arrojandose a su cuello, to estrechó tres 0 cuatro veces con efusiOn, v después, mirándole frente a frente con los ojillos rnäs alegres del mundo, prosigu io: —No ha y clue pone mala cara, tio Cristóhal, clue at fin ut€ sale ganando en gastar ese vino ante quo so he tuerza o se to be})a toito ci virre y . No ha y cuidao, clue dentro de Ufl mes vere Si Ic puedo avudar en algo. ('ristóbal il)a a descargar toda su furia contra Fulgen29

pero como era un buen hombre en el fondo, se contuvo. —lBah! —dijo—. Estos andaluces son como Dios los crió, V es fuerza hacer algo por el compadre Paco, que es el padre de tO(lOs mis hijos cuand() V() ando p01' estos mares. 1)aremos a este t unante sit radon de vino V pesca(l0; pero en ilegando al puerto. tengo clue dare una felpa, que ha de acordarse de ml el resto de sit vida. El pilot() volvio a don(le lo Ilamaban sus ocupaciones. v Fulgencio se encaramo en el, palo de baupres V comenzo a mirar la mar azul v serena V a pensar en ci venturoso moment() dc que, en ilegando a la.,-; 1 nUias. cornenzaria a recoger mon tones die oro. Ningün inciderite particular hUl)() en Ia navegaciofl. El piluto, que era muv querido de todos los jefes de Ia marina espanola. (lediaro que habia till polizon a bordo que, por recomendacion de tin amigo intimo. conducia a America, sin que 1)01' esto se Ic sigwese perJuidlo alguno: y ci polizon, por su parte, no perdonaba Ia raciófl de vino y (IC pescado, ocupandose solamente en ver Ia mar v (Iomflhir, decidido, como él decia. a hacer a ('nistObal algt'in favor, para evitarle que ci virrev lo rnan(lase echar a La mar. En La epoca en que comenzamos esta narracion, que era ci principlo de la de Carlos 111. los virre .y es venian a Mexico, por lo comun, en lo clue se iLarnaha la flota. La flota era La reunion que haclan en Cidiz los comerciantes. (IC muchos l)arcos t'argados de efectos para las Ifl(IiaS. Estos barcos eran escoltados por bullies (Ic la marina real N, hacIan la t ravesia tan juntos. para (lefefl(lel'se de los corsarios y piratas segün In permit ian los \'iefltoS, que no pocas veces solian dispersar ent eramente la escuadnilla. Luego que ilego La flota a Ia sonda de Campeche. ci virrev hiz() que una eml)al'cadiOfl menor, (Ue Si1'Vi€Se (l( correo o aviso. se adelantara conduciendo pliegos a Veracruz v a Mexico. para anunciar su Ilegada al sucesor: v espero a que en aquelias aguas t raiiqtiilas se hiciese la reufliOfl (IC 10(105 los barcos que se habian dispersado 1)01' las corrientes v los vientos. A los setonta v seis (has do

do:

30

haber salido de Ctdiz la flota con la capitana que conducIa al virrey , fondeó en el costado del cast illo (le San Juan de Ulüa, cu y as obras de fortificación no se conc!uyeron Y perfeccionaron sino algunos años (lespues. Luego que los canonazos del Castillo, que fueron contestados por los buques de guerra, anunciaron la categorIa y dignidad del personaje que venia a tierra, el Avuntamiento en cuerpo, presidido pot- ci gobernador, se presentO en el muelle y recil)io a tan ilustre huësped COfl las mayores muestras de acatarniento. El gobernador le presento en una bandeja de plata colocada en un cojin de terciopel() carrnesI, las haves (le la ciu(lad, que ci virrev torno pot , ccremonia, volviéndolas a dejar en seguida, diciendo: que "parando en manos tan fieles corno las del gobernador", los intereses de S. M. estaban niuv hien guardados, y la ciudad completamente segura. Una sonrisa de satisfacción y de orgullo vagó en los labios del gobernador, e mdicando el camino a sit cornitiva, ci virre y v todo su sequit() marcharon entre una valla de soldados hasta la puerta (be la parroquia, donde el cura esperaba con capa pluvial, para cantar un solemne Tv Deum. Concluido este acto religioso, el virrey, con el mismo lucido acompañarniento, se dirigio a la habitación que se le tenja designada, donde estaban ya preparadas las literas v avio para el camino y, además, bandejas y azafates llenos de chocolate, de dulces y de bizcochos; sin faltar tampoco unas frasqueras de los rnás exquisitos y escogidos vinos. Todos estos regalos eran del virre y don Francisco Cajigal de la Vega, ci cual acababa su periodo en ci virreinato, v del A y untamiento y comercio de Veracruz, que competian en generosidad y magnificencia al obseqwar a los gobernantes que los reyes espanoles enviaban a la Nueva España. Ocupado Cristóbal el piloto COfl la maniobra dc Ia entrada, con el desembarco de los equipajes v con otra rnultitud de atenciones del mornento, no se acor(Io del polizón que venia a l)ordo: pero éste, que conocia su negocio, como él decia, se dio su buen baño de agua sala(la, se puso una camisa lirnpia que tonio del equipaje (Ic Crist631

ha!, y se Cfl11)arc6 en el misfll() l)Ofe en que ci ViITCV Vifl() a t jerra. nlezclan(Iose en la procesion v en las dernas cerernonias, sin que nadie Ic (l1)eSe una sola palal)ra, porque todos lo suponiaii de la servidurnl)re (Id ilustre persorlaje: asi es (1UC goZ() de todo. C()Ifli() perfectameit e. I)ehio rnagnIficos vinos v recihio tO(li) genero de atenciones (le los veracruZàflOS. (tue iio llahiendo) pudido mirar Y conversar con el virrev, Se (Telan rnuv (lichosos COn tratar siquiera a Ilfl() de SUS inrnediatos superiores. Fulgencio recihio con un aplomo Y con una seguridad t al 1 t odos estos obsequios, que nadie dudó que era p01' lo menos ci iaca y() favorito del ma rq uës. 1 or la tar(le, al tiempo que ci virrev saiIa al corredor de la casa a tomar dl fresco. Fulgencio Se le presentó. —Conque, senor marques. me vov, porque vo se mi negocto. y para eso me flIafldo) in] padre a las Indias: pero antes he querido dare las gracias por la compania. —Insolente! —dijo ci virrey (Ic pronto. Pero como Fulgencio se lo quedaba rnirando con sus ojillos alegres y con un aire coinpieto (IC tranquilidad, Sc calmo y, sonniendose, le pregunto quién era. —Señor marques, yo soy, en primer lugar. descendiente de Julio Garcia, V en segundo, de Adan: pero de Adn ci de Andalucia. —Antes de hal)enlo oid() hahiar hubiera \TØ apostado que era andaluz —dijo ci virrey, y luego, dirigiendose al muchacho, continuó preguntndole—: Y bien. i,d6nde viniste? —En ese barco que estA junto a! castillo —dijo Fulgencio—. El senor marques t.uvo la hondad de acompañarme, varnos, y a fuerza tengo que decide alguna cosilla poi' la compania. a qué viefles a Mexico —le preguntó ci virrey sonriendo. —Mi señor padre me dijo: "Hombre. . ye, recoge tin poquillo de oi'o, y dentro de unas semanas te vuelves a tu casa. - ." C1 onque ya ye usted, señor marques, que tengo aigñn quehacercillo. 32

—A eso vinieron tambien Cortés, Alvarado y Guzman —dijo en voz baja el marques— y a eso, en sustancia, vengo yo tambien —y luego, (lirigiPndose a Fulgencio, continuó—: Supuest.o que a eso te mandó tu padre, no hay más que obedecerlo. Toma, y ye con Dios. Y estoy seguro de que con ese taco y esa confianza que tienes en la fortuna, dentro de algunos aflos has de ser uno de los hombres más ricos de la Nueva Espana. Puso en las manos de Fulgencio algunos escudos de oro, y le hizo seña para que se marchase. Fulgencio se dirigió al muelle para buscar medjo de volver a bordo y despedirse del piloto CristObal: pero éste, con el rebenque en la mano, registraba cabalmente con la vista a toda la gente, para observar si entre ella estaha el recomendado de su compadre Paco. —Una hora lievo de huscarte, maldecido muchacho -. le dijo en cuanto lo vio. —Nos han reciblo grandemente, Cristóhal —le contestó Fulgencio—. El gobernador me entregó las Haves, el cura me canto en la iglesia, y toditos me han traldo en las palmas de las manos. Ya le dije cuatro cosas al virrey, v le dejo que se marche, porque yo tengo que atender a mi negocio. —Bueno: me alegro de todo —le respondió el piloto. riéndose de la vanidad del muchacho—. Pero como el cornpadre Paco me encargo que no dejara de hacerte hombre, tengo que cumplir su encargo. Ven por aca, v nos despediremos, porque yo tengo que volverme a bordo. Cristóbal v Fulgencio, se dirigieron a un lugar solitario fuera de las murallas. —Mira, Fulgencio —le dijo el piloto senalandole la dirección (le Mexico—, p01' alli es tu camino: sC trabajador y hombre de bien, y haras fortuna. Toma esta poca ropa y estos cuartos, con lo que te hastara para el camino, que en liegando a la ciudad, no faltará tin paisano que I.e de la mano. Y le entrego una maleta que previamente habIa saca do del barco, con unas cuantas piezas de ropa y al gunas monedas de plata. 33

—Ahora —continuó—, para que te acuerdes (le ml y del tio Paco, toma, porque es preciso enseñarte a ser hombre. Y al decir esto, aplicó media docena de golpes en las espaldas de Fulgencio, de manera que, cuando ést.e trató de escapar, dando de gritos, ya CristObal, con la mayor serenidad, le tendIa la mano en seflal de amistad. —Mal rayo!... —dijo Fulgencio dándole La mano. —Estos latigazos, hijo mb, te harn hombre. Conque, adios, y cuando puedas, da noticias de ti en ci puerto, que yo, como los pájaros de la mar, suelo visitar est.as playas todos los aflos en la 1)uena estAciOn. El pilot.o se entrO en la ciudad, y F'ulgencio, rascndose las espaldas, que tenla todavia medio (lormidas a causa de las "caricias", y echándose su maleta al homi)ro, tornO el camino a Mexico a pie, sin recornendaciones, sin parientes, sin saber un oficio, sin más elementos que Los que encontraban en esta tierra de promision la multiud de polizones que venIan de Espana, como Fuigencio ci chico, sin más capital que la bendición de sus padres.

34

(';lIiT(/() /11 Dc cono hizo F'Ulgefleeo ci comma de Veracruz a Mexico, rec ' (JIJC die al lirre -giendomuchaspr ,v/Iqueja cintra unos arru'ros que to trajeran montado en una mob, hasta c'rca de Pueblo Como del examen que hizo Fulgencio del terreno por donde caminaba, resultó que en vez de oro no habla más que pesados arenales semejantes a otros que habIa visto en las playas de Andalucia, asaz mohino y disgustado siguió andando hasta que, Reno de fatiga, Se atrevio a pedir at alojapueblemiento en una choza, que sin duda pertenecia cillo que hoy se llama de Santa Fe. Cenó to que le dieron, y echándose en un cuero de toro que Ic designaron como carna, colocó la cabeza sobre su maleta V. en breve, el sueño y el cansancio hicieron que cerrase los ojos y durmiese profundamente, hasta que la luz del nuevo dIa, entrando por la puerta de La choza, que, como es costumbre en la costa, habla quedado ahierta, le anunció que era hora de levantarse y de continuar su peregrinación. PagO, pues, su mOdico escote, adquiriO algunas señas y pormenores del rumbo que debla seguir, y despidiéndose de aquellas huenas gentes, que estaban ya hahituadas a ver pasar todos los dIas multitud de polizontes v aventureros, continuo su camino. con la esperanza (IC que serIa mis feliz que el dia anterior. Una lianura interrumpida solo por pantanos y cienagas, en parte revestida con un csped tostado pot' ci sol y en parte eriaza V arenosa, no indicaha a Fuigencio ni La más remota esperanza de encontrar ci oro que COfl ansia buscaba con los ojos, haciendo v (leshaciendo ('amino para examinar todo to que parecia refle jar ci brillo (let co(Iiciado metal. En esta fatiga paso La mayor parte del (ha. hast.a que el calor del sol v ci cansancio pudieron ms que su exaltada imaginaciOn y su rol)usta v juvenil cofflextura. 35

Ya entrada la tarde, divisó unas chozas y, sin pensal' rnás que en concluir la jornada y en saciai' el apetito, se dirigió hacia eilas. Como la hospitalidad de todos los habitantes de Mexico ha sido tradicional, y con especialidad la de los veracruzanos, Fulgencio ninguna dificultad tuvo en encontrar alojamiento y cena, compuesta ésta de un sabroso arroz blanco y unos trozos de excelente ternera asada. La colación no escasa con que refrigero su estómago, disipO en parte su maihumor y le dio furzas para continuar al (ila siguiente. Muy de madrugada, y evitando la companIa de algunos pasajeros que seguIan el mismo n'mho, se puso en marcha; de manera que, cuando ci sol saliO, comenzaba a ent.rar en un pals montañoso, donde seguramente dehena encontrar la fortuna. En efecto: lleno de asombro, cornenzó a notar piedras que ya reiucIan con tin brillo opaco, o ya contenlan par tIculas amanillas y algo rojizas. —A Dios gracias —dijo sentandose en una pena— que no me acompafia ya el virrey. iVaya un viejo tacaño e insufrible! iDarme unos cuantos escudos en esta tierra, donde toditas las piedras son de oro! iBien podia haherme lienao ci saco de doblone, pa jacer ci camin() rnontao en un mulo! Vamo, vamo, Fulgencio, que tü no tiene necesidá de naide. A recoger piedra y a seguir ci carnino. Se levantó lieno de anirnación, se restregó las manos, miró con sus ojillos alegres la perspectiva dc niqueza que tenIa delante, y comenzó a trepar pot' la serranIa. A cada dos o tres pasos Se detenIa y levantaha piedra tras piedra. Las que eran calizas y die Ufl colon blanco, las tiraba diciendo: "Estas las dejaremos para los mexicanos". Y las de granito, que segn él tenIan muchas part Iculas (Ic ow, las echaba en su maleta y decla: "Eto e nuetro, y toito etc oro e pa lo españole". Preocupado enteramente con ci penoso, pero para él pi'oductivo trabajo, se desvió del camino real, de manera que, ya cerca de la noche, con los pies ampollados, rendido de fatiga, sin saber qué rumbo tomar, observO con terror Ci uc las sombras creclan, que extraños aullidos de fieras se 36

escuchaban por las cavernas de la sierra y qua, en toda la extension que su vista podia abarcar, no encontraba ni un ser viviente ni vestigios que le indicasen la cercanIa de alguna hahitación. Sin fuerzas y sin ánimo para nada, se dejó caer y, volviendo los ojos al cielo, se le presentO por primera vez, con toda su viveza, el recuerdo de su florida Andalucia, de su pequeno jai-din, y del pobre pero cOmodo carnaranchOn que tenla en el cortijo paternal. —,Pa que diablo jui yo a salir del castillo de lo Garcia —dijo---- y vine a eta soledá, donde acostao en el oro me pueden corner lo tigre y lo leone? iDios perdone a mi padre y a la mala yerba del tio Paco, que me mandaron con el virrey, y mala bomba aplaste al virrey que me ha dejao venir solito. Comenzaba ya a desesperar de su salvación y a ilenãrse!e los ojos de lágrimas, cuando escuchO el tin, tin, agudo de una campanilla y, a poco, una yegua torda fue asomando su largo y flaco pescuezo por la quiebra de la montana: tras de la yegua venIan unas mulas rollizas y lozanas, cargadas cada una con un par de barriles de aguardiente, y, tras de la recua, caminaban cuatro arrieros, muy alegres, cantando y chiflando cancioncillas del pals, muy sernejantes a las de Andalucia. El corazón de Fulgencio se abrió a la esperanza; y haciendo un esfuerzo, se puso en pie y comenzO a gritar con todas sus fuerzas: —Paisano, paisanito, eh, paisano, duélase de un viajero extraviao y rendlo e fatiga! Los arrieros torcieron la rienda a sus mulas y se dingieron al lugar de donde venIa la voz. —,Que demonios est.ã haciendo el paisano en este lugal' tan extraviado —le dijeron— y por donde no pasan mts que los hatajos de las haciendas de Tezurnapa? Esta vereda solo nosotros la conocemos, y aun cuando se corta el camino, nadie se atreve a pasarla, pm las muchas barrancas y precipicios que tiene. —Vengo e VeracrO, paisano: y rejuntando por curiosidad una piedrecilla, trepé dc cerro en cerro y perdI el 37

carnino; pero aqul etA ya el hijo e mi mare, v les han% el favor de acompanarlo Pa que na les suceda. El que parecia mayordonio de los arrieros Se echo a reir al notar el garbo Y (lesparpajo del muchacho, y mandando traer una mula que venia sin carga, lo coloco en ci aparejo y asi siguieron camiflall(l() todavia un largo rato, hasta clue Va muy entrada la noche hicieron alto en una caña(la que formahan (105 grupc)s (IC cerros. Fulgencio prosigulo su carnin() en compania (Ic los arrieros, hasta las cercanias (Ic Puebla, mejor aveflid() COfl ci ancho aparejo de la mnula que le hal)la designa(h). que C()fl Ia ruda fatiga que en ci priflclpi() de su viaje habIa tenido. an(lan'do a pie leguas que le parecieron (le doble dimension que las de su tierra. No por venir en companla (le los nuevos amigos. 5(? descuid() de su principal ocupacion, pues mient r1S estos ordenaban ci halo v echaban (IC comer a sus mulas, ci muchacho, Se hacia ci perdedizo por Lin momento, v regresal)a con los holsillos lienos (le piedras. (IC manera que, en pocos dIas, su maleta se hahIa ilenado completamente. Los arrieros, a su vez, se divertian con escuchar las historias

que ci muchacho les referia del valor y la nohle'ia (Ic su padre, del gran influjo que ejerela en ci puerto (Ic Cadiz ci tio Paco. v (IC los agasajOs que ci virrey y ci 1)ilOt.O Cristôhai le hablan hecho en la navegación. —El senor virrey en personita —decia Fulgencio— cut(laha todito los clias, de darme mi vaso de Vifl() y mi lonja (Ic pescao. Poco antes (Ic liegar a Puebla, Fulgencio se encarO con ci mavordonio (Ic los arrieros v, met iefl(I0 SUS dos manos en los Lolsillos, v meneando a compas la caheza y la pierna derecha, le (lijo: —Ti Marcelo, va nos hemos tragao muchas leguas, ,no e verdi? —Y todavIa nos falta la tercera parte del camino contestó ci arriero. —Pue l)len: ,le paece juto que arreglerno nuestra cuen t a? Marcelo creyó que e4 muchacho querIa pagarle ci flete 38

de la mula en que habIa carninado y la cornida de que habIa participaclo, y COfl'l() jarnas file su intención el cobrarle nada, le volteo la e-4)aI(1a con (lesenfado. —,Qué cuentas henios de arreglar Fulgencio? No es nada, pues estarnos acost urnhrados a esli) los que hacemos viajes de Mexico a Veracruz. —No ha y que volver la asenladera, tzo Marcelo, ni que echarla de guapo. —Bah! Dejenios eso, Fulgencio: no ha y en est.o generosidad, SiflO (()St timbre. —;COmo! ExplIquese i)ien, tio Marcelo. iConque se acosturnbra en la India no pagA ci trabajo? Diga, diga sin andarse con delicadeza, ZcuAnto reale me debe? Marcelo voiviO la cara Ileno de asoflTlbr(). —j,Cómo? iQu,6 dices Fulgencio? —le pregunto. —Lo dicho. tio Marcelo: icuanto reale me ha de pagá?... -, Yo paga rte? - in t.erru mpiO Marcelo. —C1arito! ,Pue cuanto vengo yo gaflafl(I() poi' venir enroquetao en ci rnulo? —(I1 Ufl() IM'iI)Ofl! —dijo Marcelo. —Mi tral)ajo y na ma: ciarito —rephco Fulgencio acercandose a Marcelo. —Mira, no t.e dov (Ic palos, porque sé que eves andaiuz y, como todos ellos, desagradecid() Y papalon. Pero ahora flnsn() te rnarchas de aquI c()fl tu talega de piedras, que le ha hecho va una matadura a una de mis mejores mulas. Largo, largo antes que yo haga una de las mIas! Fulgencio vio tan enojado y clecidido al arriero, que cargo su maleta v echO a andar por ci camino real. —Canalia de in(Iio v (Ic negro! Con tolta razOn son eciavo —clijo en cuanto se alejo un poco—. Me contuve; pero si me he dejao lievar de mi genio, de una mordia acabo con lo arriero V con t.oIto ci hatajo. Depué que le he hecho ci favor dc carninar en su mula, no me ha (lUerlO pagá y me ha robao ci indino. iYa se lo dire al senor virrey! Ese dIa, Fulgencio tuvo que hacer sit jornada a pie, cargando su iiialet a Ilena (Ic piedras: pero corno no hahia 39

gastado sus escudos, Mcii le fue encontrar alojamiento V coniida. Al dIa siguiente del tremendo pleito con el tio Marcelo, una nuhe de polvo y rnucho rUidt) aflunCi() a Fulgencio (]Lie una gran cabalgata venia por ci carnino. Se hizo a un lado y observo que era la comitiva del virrev. GritO hasta clesganitarse: pero por el ruido de los caballos v pr la violencia con que than todos los caminantes, no pudo ser escuchado. Paso la cabalgata sin hacerle caso, y él tuvo que continuar su canuno a pie, pensando, a pesar de la fatiga que experirnentaba, que los arrieros le habjan robado ci preclo del enorme trabajo que habia emprendido al haceries ci favor de caminar en La mula que Le habIan prestado. Fijo en esta idea, hizo cuantos esfuerzos pudo y, en efecto, liego al mismo paraje donde se habla detenido ci virrey para hacer su entrada phiica en Tlaxcala. En la noche le fue imposibie acercarse a la noble persona del marques: pero en la mañana siguiente. con Lin aire (IC desembarazo v de confianza, como si fuese (Ic La casa, iogro acercarse al virrev al tiempo rnisrno que éste montaba en ci coche para continuar su camino. —Justicia, señor virre y ! —dijo doblando una rodiiia, quitandose una vieja y raIda casqueta e inclinando la Cabeza con ci aire más compungido Y sumiso. —Vamos, retIrate, no estorbes ci paso —dijo ci virrey algo amostazado. —Justicia, senor virrey, justicia! —volviO a exclamai Fu igenc i o. —,Qué se te ofrece? iQui6n eres? Levántate y habia. —Soy ci mismo de Cdiz y ci mismo de Veracruz, senor virrev. —Singular respuesta —clijo ést.e dirigiendose al Justicia Ma y or del pueblo, que permanecia junto al estriho del coche. —El nhisrn() que vino en compañIa de ucencia —prosiguiO Fuigencio, poniendose en pie y levantando la cal)eza. \7 aya —dijo ci virrey con buen humor—, debt haberte 40

reconoci(lo por ci I raje v La voz. Tn eres ci afl(IalUZ panente de Admn, que se me present() en Veracruz... Bien... T)espáchate pronto. . . . QUe S€ le of ieee? —rvIe han roiao, rue han robao! —Pobre nuchacho' Te quitarlan acaso los escudos que te di, ,n() es verdad? i , Qu6 decis (Ic esto. SCfl()F Alcalde? —prosiguio—. Apenas acabo (Ic entrar en el reino, cuando va COflhieflz() a 01 F (lUejas (le los (lesor(lenes. ( untad conque en ci rnomento que Ilegue a MeXiru, mandare que os reduzcan a prision v, si ci caso lo rPquiere, ciue OS ahorquen Si no parecen los ladrones que han robado a este muchacho. —Señor virrey —contesto el akalde poniendose pi.lido—, Si vuecencia me manda ahorcar, obedeceré, pues SO fiel sübdito de su majestad; pero podna jurar que no hay un solo ladrOn desde el real puerto de Veracruz a esta ciudad: oro molido Se puede tirar con la ms completa seguridad. —Pues el Justicia dirI lo que quiera, senor virre y : pero a ml me han robao —interrumpió Fuigencio. —,Y quién te ha robado? Habla, explicate —continuó el virrey—, porque este es un caso muy grave V YO no permitiré. —Uno arriero. —,Unos arrieros? —interrurnpio ci alcalde—. Imposible! iSi es la gente más honrada (IC todo ci reino! Conducen dinero, aihajas y toda ciase de efectos rnu y valiosos, Y en cuarenta años que hace (]Lie resido en ci pals, no he 01(k) decir que Los arricros se havan robado ni una sola hebra de seda. —Pue toito eso seni mi.iv cierto —insist.ió Fuigencio—, pero a ml me han robao, senor virrev. —No lo dudo, no lo (ludo, señor alcalde —dijo ci virrey, con mucha seriedad—. Este muchacho no puecle mentir, y ya ver€mos cómo parecen no solo los ladrones, sIfl() también el robo. En ci acto mandari usted, senor aicalde, que sean detenidos y reducidos a prision todos los arrieroS que se encuentren en ci camino. 41

—Pero señor virrev —dijo el aicalde con la voz muv cortada—, es imposil)le que los arrieros havan robado Iii a este muchacho ni a nadie. Las personas que están aqui pueden decir si los arrieros son o no la gente de mãs confianza y seguridad de la Nueva España. Tenga vuestra excelencia la bondad de ordenar que este muchacho nos ref iera algunos pormenores v nos diga en qu6 consist 10 su robo, y y o prometo, a fe de Pedro Carrasco, que antes que V. E. ilegue a Mexico, los ladrones estarán castigados. —Nada mãs justo señor alcalde —respondió el virrey—. Vamos, muchacho; explicate y cuenta con franqueza lo que te ha pasado. —Fulgencio se rascó la cabeza, miró a toda la concuirencia que habia acompañado al virrey hasta el estribo del coche y, haciéndose ci ánimo de habiar ciarito. como Cl decla, se encaró con el alcalde. —Por el nombre de Fuigencio Garcia que me (110 nil señor padre, que lo que digo es la purita verd. Vera uté, señor virrey. Yo estaha recostado debajo de un árbol, cuando vi liegar una yegua torda y tras de la yegua torda unos mulos, y tras de los mulos otros mulos, que eran los arrieros. Yo nadita les pedI y ellos me montaron en tin mul() aparejao y dIa con dia he venlo trabajando hasta aqui cerca. —Y en qué has venido trabajando? —le preguntó el alcaide Carrasco. —Toma! en venir encima del mulo; pero acabaré mi queja. Como decIa, señor virre y, aqui cerca les pedI que me pagaran. —,Que te pagaran? Y ipor qué? —preguntó ci alcaide. —Toma! señor alcalde, ltoIto lo que he ganao por venir montao en ci mulo! No quisieron darme na, y me han robao: ahI estã el cuento. —,Y esa es toda tu queja? —le preguntó ci virrey conteniendo la i'isa. —(,Y qué mis, señor virrey? —Señor aicalde, me pone usted en ci acto en Ia cárcel a este muchacho p01' embustero V calumniador: v si lo en42

cuentra usted justo, corn() lo eflcontraia, puede usted mandar que le den vein! icinco azotes. —Señor virre y — Ol)SCFVO el alcalCie— he Old() que se liamaba Garcia, v como los Garcia-; son nobles, la pena de azotes. . . vuecencia sabe, que por las paternales y l)eneficas leye.s de nuestros amados V augustos soheranos, el castig() de azot.es es solo para los ifl(lios v para los plebeyos. —Es verdad —contesto ci virrev—, piles entonces es necesarlo imponei'le ot ro casti go. —Señor virrev —11terrunipio Fulgencto—, lo mejor será, salvo ci parecer de uceilcia. —,QL16 Sel'A mejor. terco emimsiero? —Que ucencia me lieve a Mexico v aim. —V alhi. vayas a querer que te pague V() imr ci t rahajo que voy a darte (Ic caminar en coche. —Señor virrev, la cosa no es lo mismo: 1()s arrieros y los plebeyos (Ieben pagar hasta por dar los buenos dias a los Clue nos lianiarnos Garcia: V los Garcia, dehemos servir de rodilla al virrev. —En el fond() dice iien este nmchach() —repuso el virre y —, pero la ocurrencia ha sido peregrina. SonriO al decir esto, v el akalde v los demas asistentes tuvieron que sonreir tamhkn. Sc (lespidiu (Ic todos v monto en ci coche. Al part ir las mulas. sac() la caheza p(-,t- las portañuelas y dijo: —Que acomoden por ahi a ese muchacho. en la tai)lita de uno de los coches de ml conntiva.

43

(1P!'1'('L() /\' Dc las sabrosas frutas (JW' eornto b'ulgeizcio en la ctudud de Mexico, v de CO() ha/hi cwnrnoc/o en Ia C(ISu de los /zermanos Aguirrei 'engu rren Fulgencio, sin separarse de su pesada maleta de piedras, fue acomodado en la hamaca de uno de los carniajes que componian la cornitiva del virrey, V cei'nidu, rnagulla(lo V confundido entre las cajas de vinos N , tompeates de viveres, llego a la Villa etc Guadalupe, donde toda la servidumhre debla hacer alto hasta que ci marques liegase v fuese recibido segufl la c)stUnhI)re V ci ceremonial (Ic entonces. Por ms csfuerzos que hizo F'ulgencio, Ic fue imposihie que los criados consint leran en que permaneciese alli, SiflO que lo despacharon a 1\'Iexico, terniendo, sin duda, que ci buen caracter del pulizon Ilamara la atencion del marques y to convirtiera acaso en su favorit o. eofl perjuiciu de los que desde España venian hacien(1() mentos en solicit ud de tat favor. El muchacho, negand(), echafl(l() rayos v prometiendo peclir justicia at virrev, t n y u que ol)edecer. v se puso en camin() cargando sit I esoro. resuell ) a conieflzar en la ,, Indias una vida espiendida e in(lepen(liente. Luego que liego a la ciudad, recorrlo) sus pnncipales calles v se dedicó a comprar lo que necesital)a. --Paisano —dijo at eni rar en una I ien(la (Ic ropadeseo lo rnejor (pie haya para un vest ido completo, porque este se me ha gast ado un poquillo con ci viaje. El tendero se le quedO mirando v dudaha si ent rarla o no en trato: pero at fin pens que, Imes ci muchacho pedIa COfl tanto garbo los efectos, tendria to bastante para pagarlos. \j aya, parsaflu: aqul I iene usted (liVersOs efectos. —Nada. nwla —dijo Fulgencio—. toito eso no vale un ardite. Paño, pano de San Fernando es to que necesibo, y que sea igualito at (Ic la capa (Ic mi padre. 45

El tendero 110 sabia qué hacer ni qué l)ensai: pero al fin se resolvio a I)ajar una pieza de tin pano verde botella. —Café, cafe oscuro —dijo Fulgencio—. ,no he (lich() ci ue lo quiero igualit() a la capa (Ic mi padre —Paisano. C()fll() V() no sabja dc qué color era la capa de su padre. Pero alii I iene usted una pieza conio La desea. . . Vale cuarenta duros La vara. —,Y qué tenemos con eso? Corte uste(I lo qué sea necesario para Un vestido compieto. —Aunque supongo qué tenç1rI ust.ed con qué pagal'. bueno sera. . . todo ello imporiai-A unos ciento cuarenta d u ros. —Conio usted guste, paisano, lo flUSfll() me cia a mi. Fulgencio se inclino a su maleta, que habia colocado en el suelo, la abriO, y sacando trés o cuatro piedras, las ech6 con garb() so})re ci mostrador diciendo: —Páguese usted, paisano con esas piedrecillas de 010: y si aLgo sohia, deme vueLtos algunos cuartos. Los cajeros se agi'uparon V soltaron la carcajada. —C6n1o! i,Es posibie Clue ha y a creido ci paisano los cuentos qué refieren en la Peninsula? —Qué cuenlos ui qué alforjas! —dijo Fulgencio mohino—. Ni sé qué esto sea cosa de nsa. Yo he recogido en ci camin) aigunas piedras de oro. —Pues esas piedras no son más qué piedras comunes que nada valen, paisano. En Mexico ha y , en verdad, piedras de oro y de plata: pero esas estn en los minerales, a nlucha profundidad, debajo de la tierra, y es menester sacarlas, beneficiarlas v después amonedar la plata y ci oro (1UC resulta de ellas. Fulgencio) quedO corno pet ni ficado con esta expi icaC iOfl.

—,Conque es deem —exc1am— que 10(10 este talego nada vale? —Si todas las pieolras son COfll() éstas, nada vale. —,Me hace usted ci gusto de yen toolo ci talego? MilO (U€ Si, paisaflo. Fulgencio alZ() la maid a V la vaclo en ci IIK)st rador. 46

Entre las piedras habia, efecl ivamente, algunas que briliaban mucho, y los tenderos las voltearon de 10(105 lados y las miraron contra la luz. —Algunas (le estas piedras tienen cobre. paisano: pero las demás son lo mismo que las que estn en los empedrados de las calles. —,Conque es (lecir —volviO a exciamar Fulgencinque yo na tengo y he venlo cargando de valde este rnaldito talego? —Paisano, usted acal)a de Ilegar de España, ( ,flO es verdad? —Hace un cuarto (le hora, paisano. —,Y a quien corioce usted en Mexico? —A naide. —,Y a quién viene recomendado? —A naide. —i, Y t iene uste(l algu has monedas? —I IflOs cuantos cuart OS. Fulgencio saco del l)olsillo las monedas de oro y plata que le quedaban. —Bah! —(lijo el cajero—. Con nienos (Ic eso vivi yo un mes cuando vine hace (lie?. anos. No ha y que afligirse, paisano, Dios es grande y la America rica. Lo que ha y que hacer es gastar muv poco, rnientras se encuentra acon)odo. —,Y donde tengo (]Lie l)uscar ese acomodo? —En ci comercio. No ha y mis que ir de puerta en puerta, que va sahen que los polizontes SOfl gentes de honra 'v' provecho. liint i'e tanto, es nenester buscar tin meson para pasar algunos dias. Julgencio. ill )at i(lO. descoVUflI ado COfl1O si hLhlnese recibido un golpe eléctrico, hajaba La cabeza v Los ojos y no tenia [Ii aliento para responder. Todas st.s ilusiones respecto a las riquezas fabulosas de las Americas se hahian desvanecido en un momento, v sus suenos de oro se le hablan convert 1(h) en un inonton (Ic tierra v (IC piedras, que los cajeros I iral)an a la calle sacudiendo ci most rador y guardando solo cuatro 0 C1flCO trozos qtie tenian algunas part Iculas relucientes (IC cobre. 47

—( ' ique a filer (I( es)allo1es —dij() lulgelici() tilirarido iu e I iI'al)afl las piedias a la calle— ,rla(Iita vale to(Io (StU.

—'4t(Ii. 1)aisail —le c()ntestaiofl ! (a)er()s— v ii piellse 111l (fl (1I). Vale llliA (l1€ (()l)rC illifl1() V (iii. atit (Its (tle se Ie iI(i11 )( u ll (''i15 nuiiedas. (alliiii(. 1 lfli5(1F (li (Jti( ganI la torta. Aqui 5011105 riiiiehos V CI anio) no recil)ira \ . t t11lS gent pen) no sel'a asi Cli ( ) t Fits t ien(las. tisati' . LI 1Ci;1. giici;is --(lij() Fuleiicio t rist eriwn-I Pen), (lU(' (IiilI)I( )! —ex(la1116 (l( )U(5 FCC(A)Fall(h) I '. . .--I ()(I( ' sti brio V 1)uen hIinlor—. Qtiieti (lice IlliC(I()! \a vere11105. ). C0h11 ) I Ieg() CoIl ('1 1 iC!llJ)() a teller fll( )ilt Ones (IC I)i('(1Fil5 (IC \Cl(It(ICF() OFO... Que Dios us guarde. patV hast a niis vet. —A t )dos l( )S (jtie VCflifllOS floS SLRC(Ie est e chasco ii —(Ii Jo (1 ca )ei() a SLN (UiiuI)ilflCl'()5—. En Españ a (Teefl (P 110 C5 flS (lOP liegar it i\I1iCFiC1 V rec()ger nìotit ()liCS (IC (M). C111fl(I() li C1CFIO ) CS (Ili( , ctiesta IilUCh() I ral)aj() ganar la

sano,

tort a v guardar tinos cuani os ri1aIi\e(lis. Fulgenci(I SC SilIio) (it' Ia I iPt1(ta. V lllliV I iaflqtlil() Y conforme va Coil el Cam' )i( ) ICj)Clit ill() (IC SEt sit 1ilCiOfl j)CIls() CFI I)Li5Cai till IC0)f1l( )(I). - C (Ii rigi() ?lla(luinallllo'tlI o' at Panan v, ent ran(I( ) pm . lina (IC sus callejuelas. aizo la cara. v to )F1t1l('i'() (Itic V 10) foe 1111 1PI reh'() aii • il )i ( IC (10)5 ptlCI't as ojtie \gtii iievengtirren hernianos. Como henios (licho (jItC I l tilgenCi ) no sai)ia leer (IC cm)Fri(to. C( )mCnZo) ii (ICICt rea F. sin (u i Ia r la vista del rI ulo. hasi a que a fuerza de 1i1 I a J( ) V de paciencia, logro) saber lo (be (1('Cia. faililo —dip)—. Naita ha faltao —\ava till jaia (jthC flIt' II(.'\t' 1()i10) el (liii (IClet reanoio. (,( UCii1t aI.r o ). I)aisaflo? --. (Iij() (lCs(IP la j)UCFI i algl.in() (l t1(' ()y() ('I SOIlI()(l11io) (le l'uIgencIo. — I 'aisai. ,ust C PS ('I (IEi('fl( ) (IC la tien(Ia? — 1101. )115i1 hl(): pen) 11() t 11TI1ii ('Ft bal"ar el amioo. 11hlgCnci() ( ' S l )Pi ) . \ J)OC() I)aJ() a la I i€'Ii(Iil 011 hoiiiI'ore 111th V ('Iii Fil(I() Vii P11 los cinctienta, de fl1LIV liaja ('stahltIi-i, (()fl U11a ililrI'/. (fli(' ternlinal)a (91 tiria IllC(lIiI o'slera ('110 ;i lF1a(I1 ( ) Jt is till IV )C UCflOs. sOflll )I'ea( 10>5 pm . ii fl1S CSI

48

pesas V IlegIaS cejas. q Lie J)I(1fl (li)S I('1 I/A)- de Llfl (ef)ilb de h(Aas. I I n 1)1 tie! t' fl( gr( )_ ('flCLUI( l( ) blaSt a las le (LII tia LI flil ('si )aCi( )5l cal\ a: IllilS a )('S;1F (l(' lo I 05(i) V Uli1. (i)fl LIfl aun (leforine (l( 5115 facui )fl(. 511 l)UCil F h ileias (1€' thentcs I (U iVia I lflC( ). expresaba Ia pal l)0Fl( j a(l \ IIiI1(liI('Z1. (11(' I ;Llld)i(tl S(.' IlflI )FIL )U(ii(b() t10tlt ;nihra q1tv pF('VeClaI)afl ('11 los UJOS. a no lIIlpe(IirI() la ('II !l( )S las ('I iia(las ((' V 5115 gntesas l)('S t aflas. (, ( ? Ll( ( 1 I I i( '1(' ts1e fl1&11teCat() —(lij() (I alno I1z(g() (jilt' \i() i Iii Ig&iiti . llt' a a in;iI. (jlIi('I( ) LIII a(i)fllO(l( -i (it(" 11() l

de

—(0111 (-'1 (I IiikWIl( i ( ). --i . Ill 1( I' de tj ttt? - p leg (Ill U ('I a 11l( I COfi (Ina \ 1/. lIli j I( )(( ) --

)( ' 11 V

legaii( )l1;L

DC I) (jlI( tilt tL1'-I('. J)1I4111.

)es es(IiI i - \ ' l tile: 1() qIlt . cs t'so, flu lit , i fllt'I I uavia. -a I w.,I(el? l..a \'el(Ia. no -4' ht\'ii Icer hill y (It' ('t)1110 ()1l 1lgtiIl 1 IaI )I IIII I. I(t'It' I 0() I() (]tI(' iIl( (11I1'I1 l0II)1' t'se iII1iI)h( j(I( cski ahh'iI;L (be la ptIehI;L_ - lIe l(1 ( 0h1

itau

(15() S(' (11(1' 1(U).

1';l 1luIl'II)I(,. (1 iiuiithii.' ---gIIIIU) ('I ;tiiiu- - ('S el 11110. V fliflgtIhlu (lent' (jLie Vet' -i l;Ll'2u C) SI ('S (Ohio. I'S(' fue (l I1&)11111' (I(' Jill padre \' I I;1SI ;L. ' l Iii. ( ' iIi CI Ic II;L!11ts. --1((I4('I'1(-i() (;th-(-I;l_ \ (i)Il (k'eiI ( II(l1 Se tlit't' 1(U). Entiv lutes! t;i Iamili;i ha Ii;Ihi( k' ittas (t 11 h's V leves (jtIe a'-. tI I)(h) que t i('fl(' iiSt('(b ('Ii he- -'xrlaiIl( _'\g1IIIi(\'IitIIl'eI1 iieiitl(. —;I )'I1I11iu —( ()tll() Lit(' 1() ()s'(' —j)r()sigtlu) l'Lll('l1(IO. tIt' (14)tI(l(' ('l('S III., (t5i (1('I lIieFit() Dc \hilal1tc-II, l)tt1 S('l'\Ih :1 1It( Cad i,.. —1 )el iIt)h1l! \0I\ I( dccir (I allm 10(1()5 los aiichiSOIl Cl (hal )l() (It' !iahl;uloi'es V (be vmlldosos. HLI('I10. si LI ieit's 1 '(hi nt' ('11 lii Casa. .. ( (iie (11('('s I )tneto.' —(-oil611116. (hi1'U..ieI1 IC)S(! at (leI)('fl(I it'll I ('. qtl(' cra ha pt'Fsufl;i qie hahia liahladt) pihIuiei'alflClll(' (illi Fitlgt'tit'io.

49

Romero tenia una figura que formaba tin cont.rast.e marcado COfl la de su arno. Era alto, seco, puIido, con rnuv escasas cejas, con ties o cuatro dientes en Ia boca y más de sesenta primaveras en todo su enjuto cuerpo. —Patron tenemos necesidad de un muchacho que haira La tienda y que traiga la comida, Y este pillo parece fuerte y 1)ueno: PCFO Si no es bueno, lo podremos enderezar Coil UflOS cuantos palos. —Ya yes, Rornero se encarga (ic ti. V l)UPdes quedarte des(le boy si gustas; tendris cuat to duros cada mes, la casa V La cornida. —Paisano, hahlemo claro. Yo me (1uedaI'c V tendra uté tin mozo que no Lu encont rath me lm- Iii mandao jacer; peru he de gatiar Jo menos diez duros cada mes v tin vas(-) de Vifl() en la comida. Si la perla aCOflR)da, bien; y si no, a noramala. no ha y naa perdío, que al fin, lueg() que venga ci virrev. —Insu1ente, avariento! Apenas ilegas y ya quieres ganar (iiez (luros. ,Qué dices, Romero —Que es Liii avariefl to —repitio Romero. —En cuanto al vino. .. bah! re dare tin poco V cinco ciutos —dijo ci amo. —Paisano, hasta más ver —duo Fulgencio dando la vuelta Y Siguiefl(bO sitcamin() pot-La calLejuela. - PIcaro! —exciamo Aguiirevengu rren—. Apenas pia la tielTa, v va quiere junt ar mo)fltOfleS (Ic (Iinero. Diez duros! iNO los valen ci ni toda su generación! ,QuC dices, Romero? —El muchacho es lucite; Y Si ci quisiera aconìodarse poi seis pesos, ci patron harIa l)ien en tomarlo. —El voiver, éL volvera; porue acomodos de a sets duros 110 se encuentran fácilmente en Mexico. Fulgencio, confiado en las iionedas que t enia. fuese a buscai' tin mesOn, decidido a pasear UflOS cuantos dias a sus anchas, v esperar, entre tanto, la entrada del virrey, con cuya amistad y protección creIa contar. Confiando con una fe digna de los primeros apOstoles. en su porvenir de riqueza, ci niuchacho andaiuz, en vez de economizar, 50

como se lo aconsejaron sus paisanos los cajeros de la tienda, comenzó a gastar a sus anchas sit pequeñIsimo capital, perdiendo la mayor parte de éI en jugar a la pelota con otros polizontes que, pot' Ociosos v altaneros, corrian la luna en la ciudad y no habIan podido encont rar colocacion. A los ocho dIas de holganza, no quedndole ya ma's que unos cuantos cuartos, Se decidió a aceptar el salario de cinco pesos que le hahian ofrecido los hermanos Aguirrevengurren, y se encarninó al Pariin, entrando antes y como de paso al mercado del recaudo y de la fruf a. Comenzó a recorrer los puestos y a hacer preguntas a los indios vendedores, hasta que ilamó su atención un puesto que tenla frutas para él desconocidas: eran piñas, aguacates y ciruelas. Cornpró una pina, sacó una gran navaja que le habIa regalaclo entre su equipaje ci piloto CristObal, y Se sentO en un poste a corner grandes tajadas; los que pasaban y observaban al andalucito, comiendo con un verdadero placer una piña con cascara, sonrelan, porque estaban y a acostumbrados a ver a los peninsulares cornet.er estos equIvocos gastronOmicos; pero no faltO un alma cantativa que advirtiera a Fulgencio que lo mejor era quitar la cascara a la fruta, y corner lo de adentro. —Gracias, paisano —contestó Fulgencio—. Es verdad que me escuece un poco ci labjo; pero y a remediarernos ci mal. Compró entonces ciruelas, engullo con todo y La came, comenzó a cortar tajaditas del hueso, y a mascarlas con su fuerte y blanca herrarnienta.' —El diablo de la frutilla! No es rnu y agradable —dijo tirando al suelo hueso y came— y es mejor corner todo lo que Dios ha criao, sin quitarle nada. Compró entonces ciruelas engullo con todo y hueso * Al que parezca esto exagerado, puede consultar un diccionario formado por Varios literatos esparioles. C impreso en Madrid quo al definir el aguacate, ent.re otras cosas (lice: quo "es una fruta de America, mu y sabrosa, que se pela v, quitandole toda la parte carnosa, so come ci alrnefl(IrO". 51

algunas de ellas, V se encamino en seguida para La casa de Agui rrevengurl'en. —Patron. estamos confouiie' V arreglaos —diJ() entrando en la tienda— Me tiene utO toIto entero v servii,6 a uté de rodilla: conque ciflcO (luros, el vine v buena ración de comla. —,Que diablos te ha sucedido, que tienes la l)oca que a te revienta? - l 'a pregunti) e patron luego que lo ViO. —No es nan uni p ialdita frutilla muy duke; pero algo pn' tnt illa, que conu en el rnercau. -Este muchacho tiene la boca hinchada. ,Qué te pai'ecu, Rornero? - Romer, se

acercó a 1uhtncio, le examinó la boca v, vIvicndOe a s i aino, C( )fl la may or gravedad respOfl(liO: —El muchacho tiene La boca hinchada. --Bien;y a me figuraba yo ci ue debjas venir —continuó Aguirrevenguiren sat.isfecho COfl la aprobación de Romero y i'especto al estado que guardaba la 1)OCa de Fulgenciopoique no están muy abundantes en America los destinos de a cinco duros cada mes. Te quedaras desde ahora. ,Que

te parece, Romero? Romero hizo seña con los ojos que le parecIa hien, y desde ese momento queclO recibido en la farnosa casa de comercio, en calidad de criado de escoba, el rnuv noble e ilustre wistago de la casa de Garcia. Ese dia, corno habIa pasado va la hora de la comida, Romero dio una peseta a Fulgencio para que fuese a corner a la calle. V Ic previno que volviera a las siete de la noche. Este se fue a la calle, gastó su peseta en nuevas y dañosas golosinas, y a las siete (Ic la noche volvió a la tienda: Pero llegó con trabajo. —Me muero, me muero; no sé qué siento! —dijo. dcjãndose caer en un tercio (IC ierga que estaba junto al mostrador. - Demonio! —exclamO A gui rrevengu rren. saltando del most rador y dirigiCndose a donde estaba el muchacho que, hipando y ileno de fatiga. parecla tener ya muy POCOS monientos (IC vida—. Suda frIo v no puede respirar —dijo 52

i irillos--. ,Que Ic pael arno tentaiidole la ficnt v ' rece, Hoiii'o Romero. I -u vez, -alto d1 mo( rad r rec)noeio al paciente V. \( )IvleIl(1( )e U SU afll(). COIl 511 seiiedad de costuflTIl)I'(:, Ic vn1 est6: —5L1( In frio V SC rnucre. —Demonio! Corre por el doctor v yen eon él antes de que revienle este muchacho. Romero IJ)flIO 511 suml)rer() V saliu en busca del ndico. A poco rato Fegres() acompanado del doctor, que y enIa, como era de costunhl)re. niontado en su mula, vestido de negro v con su espadin ceñido. —.Quién es el enfermo? —preguntó. —Este diablo de mancebo, que se ha reilenado de fruta en la plaza. El doctor pulso al paciente y le reconoclo ci vientre. —Pronto, papel y tintero, porque está rnu y grave. Recetó, Romero corrió con cuanta velocidad se lo permitIan sus flacas piernas v su pacifico caizicter, y el doctor Se ret i rO d iciendo: —Si para cuanclo venga ese vomitivo, no ha reventado, hay esperanza. —Denionio! ,Pues qué va ya a reventar? —pregunt alarmado Aguirrevengurren—. No hay que separarse de aqul, doctor, esperaremos que venga Romero. Romero tardo menos (Ic lo que era de esperarse y, habiendosele administrado en la trast ienda ci vomi tivo al desgraciado Fuigencio, al fin, con un trabajo tal que hasta ci doctor mismo lo tuvo por muerto, Iogw arro jar las cascaras de una piña entera, los fragmentos de un hueso de aguacat.e y algunas docenas de huesos y ollejos de ciruela. El muchacho quedo con esto sosegado, y a poco concilio un macizo sueno del CJIC no despertO sino a la mañana siguiente.

53

CAMP 'l,() \• Iande S(' (lice (jU.1('Fi (rU /Litirre'e,iiurren V MI deJ('fldif'flte,' de como hacian el cumereto, V (I(' la 11(1(1 netodiea V arreglada que ('0 ian Ii'),s ru'()s d(' ()fro tu'm flU

I

No será por demIs dar a] lector alguna idea de los cornerciantes que habla en la rnetrópoli de la Nueva España, en la época en que llegó en husca de fortuna nuestro noble polizOn. Los hermanos AguilTevengurren eran, aunque (Ic apeiliclo vizcaIno, naciclos en Galicia, a donde hal)la ido su padre en calidad (Ic mayoral de una dehesa, v su macire en la de nodriza de una familia rica. Los hermanos Aguirrevengurren eran gemelos, o cuates, Como decirnos iiosotros. El uno se liarnaba Jose Pascasio, V el otro Pascasio José. Ambos tenlan La misma nariz encarnada, las mismas cejas v pest;añas cerdosas, ci mismo cuerpo y la misma gordura: dos gotas (Ic agua no se parecerlan ma's. Apenas tuvieroii veint.e años, cuando el padre, que ya estaba viejo y achacoso, no quiso (lejar a su prole sin carrera ni educaeión, v to,; envió a las Indias, que esta fue p01' muchos años la educación v la carrera quo infinidad de farnilias pobres daban a sus hijos. En cuanto a los que tenIan valimiento. acomodahan a sus hijos de escribanos, de curas, de ('anonigos, de to clue podian. Desde ci port ero de oficina, hasta el virrey, todo habia de venir de Espana, y esta es una de las quejas que con mãs razón han exhalado los oradores civiCos por muchos años en el glorioso dieciséis (le septiembre. El leon de las Españas era, en efecto, tai voraz, que no clejaba ni un hueco para la flaca águila de los aztecas. Los dos gemelos, como hemos dicho, recibieron como ünico haber para su viaje la bendición paternal, y todavia, 55

flias rnirnado que iiuesl () pol)re Garcia, que vino a Ia buena do Dios, trajeron una carta para un canónigo, clue era sit panente lejano. En cuant() liegaron a Mexico, ste J )ropoiciono dost mo a sus dos parientos: a! 11110 10 (,ii-,,i6 al otro lo pus-o) de cajero en ima en La llau de Filipinas, tienda rnestiza. Al separarse los dos hermanos. celel)raron iina compania V quedO estipulado quo, si algun (ha, como esperal)an. Ilegahan a ser iicos. La mitad do lo quo cacla uno tuviese serIa (101 otro: (11.10 Ia firma seria, Aguirrevengurren herrnafl) v quo, Si Iowan tienda, cualquiera quo fuesen los efect os pie o vencliesen, v el capital quo so girase, hìal ia (IC tenor un let rem quo dijese: "Aguirrevengui'ren lìerrnanos. ('tin est as cOfl(liciOfleS V un ostrecho) ahrazo, .J oso Pascasi() lJiaich() )ara Al.alllhlc() N r I liscaslo) Jose para Ia tienda de la esquina do Provincia: todo ello c ' ni gran placer del vie . 10 canonigo. quo so VU) desembarazado (101 incórnodo cargalfleil to quo tie impruviso le habia liegado de La Peninsula. Al cabo (Ic treinta antis tie paciencia, do t ral)ajo v de econornia, .JOSO Pascasio se hallal )a estabiecicit) en ci puerto (Ic Cavite. en Filipinas, donde tenia una famosa tienda cop un rotulo quo deem: "Aguirrevengurren herrnarios . v Pascasio J050 poseia, en ci lugar was cOflCUITid() (101 Parim, una tienda (le ropa. quizI la mejor surti(ia tie Mexico; V C()11IO hefll()s visto, tenla I anihieiì su corresl)ondiente leI tern, quo con taflt() trabajo leo) o! pO!izofl andaluz, que CS ci primer heroe o, meor dicho, ci padre v origon de of ros heroes quo vera ci curi 'so bet or figurar en est a verIdica historia, Si tiene in paciencia do ir lovendo los capllI1IOS (14.10 seguiran. A los que I davia t ienen cro4 ii s procedent es do los (jan05 caUsa(1OS p01' Ia (leIflOiiciOfl del Parian. (lejO ci culdadu do quo escriI)an algunas invest igaciunes arqueologicas: a mj me I inst a mndicar quo, en ciert() tiein pu. ocurrio no sé a quiéfl''s In idea do desfigurar in ma:nifica v espaciosa Plaza \ I a or. consi ruvendo nfl edifiejo euadrad() o cuadrihmgo. (he Un ONO y me(lio, quo dal-" ) tino do sus frent es a! Portal de M ercadcres: ut ra al palacit): tie sus dos 56

1;1 costad()s, el UflO (laba a las casas fllUfli(ipale.- V ci (it i' ancha avenida que forman ci lmpe(ira(lil1o. y la catedral. V que se conocia con ci nombre (le I lazuela del Nlarqti6s del Valle. Fste edificiu, que contenia (l(flt ro de 1 (it FO cuadrado, ('(111 (105 ol'defles de tien(as, IUlfl calle VFI ci cent. V otras mis angostas en los lat.erales. era donde, a sernejaflza de lo que se acostumbra en Manila v algunos I)uel'tos (Ic China, se hal)Ia ('Oflcenlrad() to(iu ci cOIflcrciO espanol. Nada de aparadores. Ili (le granctes crislaics. ni (Ic elegant es rn()Stradores de caol)a, ni (IC l)ufetCS para CSCFI1)1I' (Ic pie V COfl iflcornodida(l. ni enreja(los, Ili regias de rodillo. Ili navajas para raspar, Ili enormes let ras con las esquinas de IatOn: todo eso que forma buy la pane comica del coniercio, no se conocia en los tiempos de l)ienandanza (I(? que vamos hablando. Las tiendas. pun lo comun de dos puertas, tenian Ufl tOsC() rnostraclur (Ic ce(1!0 V UflOS arma'/ones de Iila(lera de pino o de ovamel. sin I)Lnt uras, (loradus, ni vidrieras, donde estaban colocados con orden v siniet na los divensos géneros que se vendian. En ci cCfltr() del armazon, V en La parte más elevada, regularmente habia tin cuadro (Ic ma(lena coil de concha o (Ic piata. que (ontenian una imagen (Ic la Virgen do Guadalupe, del Señor San Jose, dc San (Tavetano o (Ic otru -,,into (10 la devucwn del propietanio. ('ada (ila del mes señalado para conmemurar al santo patrono de la 1.ien(la, se le enceudan dos velas (Ic cera, que se colocaban en dos arbotantes, v se adornaba el marco con algunas flores de papel. (pie constit uyen todavia en el mercado (Ic! Portal, por lo raro de ellas, ot ras tantas espe ' : tes nuevas, que Ili Lineo ni Dc Candolie habrian podido clasificar. En lugar de los dcpendienles alniibarados, die retorcido bigr)tilto, de reloj de Lozada Y de sacos de Charnicué v de Godard, que se recrean con las lin(ias marchantas v les trasladan el almacén cntero a los coches, a pesar (IC cuantos peligno.s ha encont rado Cfl esto ci sabio viajero Chevallier, no se encontraban entonces Sifl() mocet ones noilizos, con unos carrilbos encarnaclos, con una diccl6n ce57

rrada a veces ininteligible, con sus grandes chaquetones de pano burdo, sus zapatos de becerro a raIz del pie y sus cairilsas (Ic cotonada, que, tiesos, COfl una vara de medir en la manu, parecula a una viga de escantillón, esperaban a los cornpradores mIs bien con aire de conquistadores, que no con ci (Ic obsequiosos comerciantes. Eso si (dicen todavia nuestios viejos conseivadores) , qué honradotes V que campechanos! Pan, pan: vino, vino; y no daban el paño ni la sarga podridas. Y el pano de San Fernando, de que queria vestirse nuestro polizón, valIa por todos los &)njeans v Malatrofs que hoy nos encajan los franceses a peso de oro. Ademas, las senoras y las niñas podlan ir al cornercio con toda seguridad. Ya se habrIa guardado entonces un cajer() polizón de decir a una nina jqué lindos ujos tienes!, porque a China habrIa ido a contar el cuento. En fin, esos t jem pus eran, como todos los pasados, mejores, V son el recuerdo a la vez que la pesadilla de los pocos vie jos que to(iavia los alcanzaron. El ca Jon. pues, de los hermanos Aguirrevengurren era ci de ns fama en ci Parin; todo lo ciue se necesitaba para CI IUJO (Ic entOfl(e5 se encontraba aill de la mejor calidad. Era tan popular ci estal)Iecimiento mercantil, que cuando se caflsal)all las gentes de buscar un efecto y no lo encontrahan en otras tiendas. decian: "No hay que cansarse, anios a Casa (Ic los Vengurren, V encontraremos todo lo que se necesite . En ci frente del armazón estaban cobcadas las telas (Ic seda, los tejidos de lama (Ic oro y piata v los damascus de China: en la derecha, los anascotes, las estalnenas, los rompecoches y las sempiternas: y en la iz(itlierda, los list aJos de Fiandes, las estopillas, los caserilbs, los canamazos, los bramantes, los floretes v otros y ot ros muchos lienzos blancos, o pintados, que son hoy tot alinen t (lesconocidos en el comercio. En los nncones de la tienda, por apendice 0 adiciOn. hahia algunos frascos de azogue, algunos barretones de fierro (Ic Vizca a v unos cuantos tercios de jerga y jergueI lIla del pais. tin Señor San José, de la primera epoca (Ic \Iuril!o, engastado en tin ancho marco de plata, era ci

e

58

patrono de la tiencla, v ci hermano José Pascasio tenia otro absolutarnente igual en la tienda de Cavite. Aunque ci edificio del Parin era de un solo piso. Aguirrevengurren hernianos, corno a(audalados v pudientes que eran, hablan logrado levantar un poco ci techo v hacer una trust ienda v un tapanco, con cuyas me' oras tenlan cuanto hal)ian menester. El of ro hermano habia hecho igual cosa en la tienda de Cavite. Pascasio José Aguirrevengurren. o Vengurren, come por abreviatura le clecIan sus marchantes v Ic diremos nosotros en lo adelante, tenia en el local que hemos (lescrito, su hogar. su tienda, su caja, su palacio, su recreo. su niundo todo entei'o v verdadero con cuant 0 de bueno V de maravilloso Se encierra (Ic uno a ot r() polo. Policarpo Romero, que era su dependiente, hacia veinte anus que le servla en ci caJon de ropa con el sueldo. primero. (le diez, luego de quince. treinta v, finalmente. de ochenta pesos cada mes, que era extraordinario, casi fabuloso en aquellos tiempos: (lepenclienhe V patron habian congeniado de tal manera, que Cfl 10(10 ese t iempo ni un si ni un no. como se dice vuigarmente. habia habido entre ellos. El equipaje dc Romero se componia tk' tin culchOn (Ic lana, dos pares dc sal)anas, dos pares de canusas V cuatro panuelos paliacates. Mient ras se ensuciaI)a una I1luda en ci espacio de quince dias. iba la ul ia a la lavanderia. A este equipaje, que de cila permanecia guar(ta(I() (lel)aj() del rnostrador, le añadia tin par (Ic toscus zapatos de becerro, que le renovaba Ufl remenlon, ponien(lules va la puntera. vu un parche en ci juanete. vu una media suela 0 va los tacones nuevos, hasta que. al cabo de seis u (ichu meses, era Va necesano comprar unos ahsoiutarnent.e nuevos: tin chaqueton v unos caizones (Ic panete ordinario azui claro, que se rernendaban v recosian tambien durante doce nieses: v a! fin, (Ic zapatos, chaqueta v pantalón viejos, Romero, antes (Ic estrenar otras fluevas prendas, precisarnente ci (ha (Ic su santo, sacaba sus doce o catorce reales.

Habiendo &lescnto el equipaje del dependiente, es inttil mencionar el de Vengurren: era absolutamente igual, sin rnas diferencia que el pano de su vestido era Lin poco mãs finn v azul oscuro, que tenIa tin par de camisas v un par (IC sabanas rims v una docena (IC paliacates, porquc tOiflafld() poivos le Cfli necesarlo canibiar con runs frecuencia. Los muebies de Vengurren eran Un par de inmensas cajas (Ic madera dc cedro, con relieves v lai)orcs 1)Flfl1( )FOsamente taliadas, V en La tapa v costados ci nguila austriaca de dos cabezas. Cada una de estas cajas tenia tres enormes haves y en cada caja habIa siempre ochenta o noventa talegas (IC pesos, y cuat ro o Cinco mil onzas (Ic ow. Junto a las cajas habia siempre ochenta o noventa talegas de pesos, y cuatro o chico mil onzas de oro. .Junto a Las cajas hahia siempre un par de pipas de inn (le ha Rioja, para ci COnSUniO diafl() del arno y del (lep€'fl(hiente. En el tapanco, a donde no se podia penetrar sino en tres dobleces. habla unos tres o cuatro sillones, una mesa dc cedro, un cantaro con agua y Lin lebrillo de harr() c()fl un zacate: tin pan de jabón ordinario y Lin trozo (Ic cotence de abrigo, que servIa (IC toalla. La vida (Ic Vengurren era uniforme, igual ci primer (ha que ci ültimo del aflo. Sc levantaba en verano a las cinco N, en invierno a las seis. En cuanto despertaha, tosia quince o veinte veces y, después de expectorar gritaha con una voz fuerte y sonora. ---Romero, las cinco: alabado sea Dios. —Las cinco, señor amo, —contestaba Romero. Y ambos, al son at'monios() de las campanas que ciaban ci toque de alba, se ponian a rezar. Amo y criado se vestIan en menos de cinco minutos. Romero abria la puerth dc la tienda, cogla La escoba Y comenzaba a barrer v a sacudir: Vengurren se ponia un birrete negro, de seda. que Ic cuhrIa la frente y las orejas. tomaba un sombrero y su capa y se marchaba paso a PS() a la Profesa; allI ola dos o tres misas de las mns largas, pues las cortas no le satisfacIan, rezaba dos o tres novenas, muchos padrenuestros.

credos y salves a diverst s san I )s. liast a que ma las earnpanadas de las ocho, a cua h( )ra lIca se ret iral a. dando dos iielt as por los (hat 10 C( )sta(i( )S (it, la cat ed tal. terminaba sit pasco v sus oracit )nes rcealancl() en la puert a por segunda \&Z a Rorneil), de la tienda. donde Ic grital)a sin que un solo dia faltase a est a e()stumbre. Romero tenia Va preparados un par de pozuelos de china copados de espumoso chocola te: ('I amo so l l iv u na de las cajas de dinero, v ci depend lent e sobre ci most rado) con ci ojo pendiente a In calle, sai)oreal)an ci flala(ail (). coflcluven(i() (JOfl sOrl)erse dos grandes jairos tic 'ionala. die agua fresca V crist alma. pues ],I '; in a! seren( ) a poca distancia de la puerta. Concluido c desavitno, se arregiaban los efectos para la y enta (lei (IIfl, se ahrjan algunos tercios, se dohiahan en ci fl)e jot, olden algunos ret izt )S. V comenzal)a ci (lespa(ho. 1-lemos (lich() que la I ien(la (it' \engurren era una de las nias acle(lita(ias (lei Parimn: asI. no tenian tienip) iii (IC inirarse, ni lo ier(lian en vanas palaIiis : it is precI011eran fijos. lt>s ('fectOs (Ic pFifl1ei'1 (al i(Ia(l. ,v ia I )U€'1'la fe no peiniitia al 1)1O1)ietali() I'lZl(el t1t-. gmancia (lilt' laque hahIa calci.iiado, sin prevalerse de Ia ignorancia ni (IC la liqueza (it , sUs compradores los generos pO(lli(I()S. averiados o dc mala calidad. los pnian de un ludo V no los en(han sifl() a los merca(leres del iiitei'ioi. a jreeios eonvencionales: la moneia faisa la claval)an en ci niosi ra br: la lisa, la sej)aral)an para mandarla fundir en la real casa (Ic moneda: V ci oru v la j)lata nuevus ibn a aunwntar ci caudal He li)S cofics. va l)l€'fl repletos. El iiiismo sist enia. Sill vatiat una lmnea, segula ci herniano Agiii rreveflgii ireri de Cavite. \l primer t (i( l 1ie (Ic las ( l( )t('. I( )(]() I tab )1J() S SiiS1)eil(I Ia para rezar "el angel del Senor. etcetera, al (pie liacian (0I() los piadosos marchatites (Ic ('sa horn. Romer() tetral )i uiia dc las pueltas, mient lilS 1 )01 1(1 ot ia ent ia1 a till in()ceton con una gran (('sta. Fia la hota soictiiiie it' la t'OIni(IH v, en esos nionent us. \cn g u rren no ;itendia a iiadie, ni vendia. iii hacia )tra cosa ms quc c()mei. I'll 'ra ii Tlat 61

(Ic ai'ioz ( . oil Jafl)fl. cl'ioi'i Z( )s. )afl/os. t F( ) y.( ) s (Ic' hiievo till pal . dc I)oii0s coci(los: ui-ia lonja (Ic tocin() V ot ia die ternera: tin poco (It , rnela(I() die Tierra ('aliente: aigunas piezas de fruta v una l)otella (Ic vino (le la Rioja: tal era, (ha por dia, la c)rnida (Ic nuestros (105 gahl&')S. (uando Vengu rreil c'st aba (ksganado. apenas Sc acal )aI )a ci polio: pF() cuan(io los dos tenian (1 apet ito en corriente, que era lo que solia siiceder en veintinueve dias de lo. , treinta que tiene ci flICS, entonecs lo.,-; pOIh)S, la ,; taja(las (It , tocino y (IC terriera. deSapaicciafi (Ievora(las por his (lUija(laS v las dentaduras todavia fuertes de los dos gallegos: acal)ada Ia (olUi(ht, se iimpial)an los laI)ios ('Ofi una miga (le pan soi)rafite V los dientes (()fi UfiOS popotes. R01fler() ('Olocaba los t rastos en ci cest 0, (lespachal)a al rnancel)o, barria las migajas v se salia a dal' vuelta, mient las Vengurren, sentado en una i)anquilla V recargaclo en ci mostrador, dormital)a una media hora. A las cuatro, R0IT1CI() sacal)a una silla fuera (Ic la I ienda. donde se sental)a ci amo a omar ci fresco, a soil )('i ot ro grail pozuel() (IC chocolate. ()fi el m ISITI() a pet ito q ue si no h ul)iera t( )mado na( Ia en \ (I r1ti('Ult V() horas, v a platicar con los vecinos (Ic enfrent(. S()I)re hi liegada (IC hi nao (IC China; sol)FC ci preclo del cacao. del fierro V del azogue: sobre la función (li' iglesia (Id' I a! 0 cual archicofra(lia V sobre hi enfei'rlad 0 la rnuerte (Ic algiin oidor, 0 de algün canóiiigo. -Qw' t iempos! La p)l it ica era ol)edecel' al rev V a la I nqtt isici(n, corner v drrnir ('On (lescafis() v refundir talegas de pesos. En este inteivalo. Romer). que que(lal)a solo en la I ien(ia. echaba ez en cuando sus cal)eceadas, si no it' intenumpia algün marchante esta inocente ocupaciOn. Todo se hacia antes t'()n rnetO(I() v al toque (lei reio). En cuant() (lal)an en Ia catedral las oraciones, se cerral)a Ia iefi(Ia. l)rnei') se dedicaha a arreglar de nuevo los retazos V piezas ( 1U P Sc hal)lfifi sacad() para el despacho, y ci arno a contar ci dim-r0. separan(l0 ci menudo del duro v €1 oro die la plat a: hecha esta OperaciOn. sacaba de un cajón Lin gran t intero de plomo v un lil)ro forrado (Ic I )adana encarnada. v con tina mala letra apuntaba en una hoja: 62

Vendido el 30 de octubre

.

57

Pasaba algunas hojas del libro y cont inual)a sus apuntes: Prestado al vecino Litigurrea .................2 000 Gastos de la casa .............................6 Ganado entre ayer y ho y ......................269 Sin necesidad de t.oda esa jerigonza de letra a cobrai y varios a vai'ios v caja a Bretaña y acreedores a caja, que se usa bo y , quizá con el laudable oI)jeto de que pocos lo entiendan, Vengurren, en dos plumadas, hacIa las cuentas y sabla poco mas 0 menos clue, gastando seis pesos, ganando sobre doscientos y no debiendo fll un centavo a alma nacida, los asuntos mercantiles no hablan (IC caminar mal. Sobre todo, las cajas se abrian todas las noches. SC introducia en ellas el irnporte de la yenta, v nunca (lcjaI)a ci arno de hacer estas preguntas a su dependiente. —,Cuánto tenernos, Romero? —Ciento veinte mil pesos, senor arno. -, C win to del)emos? —Veinte mil pesos al hermano de Cavite, N , veinte mu en Cádiz.

—,Cuanto nos queda? —Ochenta mil pesos. —Bueno: ibendito sea Dios! Vengurren, al decir esto, echaba una mirada a SUS cofres, acomodaba bien algunos talegos, ccii aba v guardaba el libro, Haves, V tintero en el cajón V. t.omando Ia capa v su sombrero, se salla a dar vueltas por el empedradillo los cuatro costados de Ia catedral, hasta Ia.; ocho v media. Romero, entretanto, se paseaba a lo largo de la cailejuela del Parián, en conlpañIa de uno o dos depen(Iuentes de la.,-; tiendas vecinas. A cosa de las ocho v media, ci manceho. con la cestilla de Ia cena, y Vengurren embozado en su capa, ilegaban casi al musmo tiempo: la cena era menos abundante que la comida; pero ci amo nunca dejaha dc engullir rnedio capOn asado, un plato (IC frijoles V su hot ella de vino. Acabada la cena, amo y criado cerrahati su puer63

Ia, iezaban hincadus de rodillas el rosario v hIan sus camas, Romero en ci most rador y Vengurren sol)re iiiia de las cajas de dinero: ambos se puede decir que dormian a pierna suelta sobre la fortuna. El sabado en la tarde la tienda se cerraba ms temprano: era el dia consagrado al aseo. Entraba ci barhero y, primero rasuraba al amo v en seguida al criado, lleflanth)Ios (le polvo blanco hasta los ojos: deSpUOS del harbero, segula la lavandera COfl la ropa limpia. En la trastienda se mudal)an alternativamente la canfisa, entregando la niuda sucia, pintahan con un palito con tinta Las desolladura.s v lacras que habia tenido el cal-zado durante la sernana, V se lavaban las manos COfl zacate v jahon, rest regan(Iolas todo to posible para que durasen limpias los siete (has siguientes. ROfller() se bañaba cada año, ci dia de San ' Juan, v Vengurren decIa que no hahia, en ci curso (he su 'id,-I, recll)ldo en la cal)eza ms agua que la del bautismo. El (lorningo, (ha dc diversion v die gorja. Vengurren era no solo hermano, sino hienhechor de tres o cuatro cofradias; asI, desde las siete (IC la mañana hasta cerca de Iii ,; (10cc, estaba ocupado. En una iglesia tomaba tin enorme pendon v presidia una procesiOn: en otra tenla necesida(1 (IC asistir con tin enorme escapulario al cuello a la misa cantada v en ci serm6n: V en la (Ic rnás aiht, tenIa de por fuerza qite a udar a la misa. Fatigad() de tanto i'ezar y de tant() estar arrodillado, venla a su tienda: eso si, con nths apetito v a gustar, ademis de Lu ordinario, un buen plato (IC bacalao 0 Ufl troz() (he pampano (Ic Veracruz. Desde las tres de la tarde, Romero y Vengurren, sin chaqueta v como Si tuviesen veinte años (Ic edad. hacIan prodigios en ci jliego (IC pelota. Al oscurecer, \ Tengurren se dirigia a La Profesa it visitar at padre Clavijero, v el dependienk, a una doña Quinones. dueña de cincuenta prima veras y de toda confianza de la antigua casa (le los marqueses del Valle. Este era ci ünico desliz amoroso que se Ic conocIa a Romero: y en cuanto a Vengurren, a peiar del par die capOnes (1jan05 que engullia, v de los tres cuartillos de Rioja 64

que los humedecia, no se sahia que tuviese amores ni extravios algunos, aunciue malas lenguas decian que era el padrino de tres chicos, cuN fas madres eran unas nohies indIgenas del pueblo de Coyoacmn. Tal era, pues, la casa donde se coloco en calidad de depend ien t e nuest 1'0 orgul lOS() ( ) l i Z()fl Coil

65

('1Ji'J'UL() VI Dc enu Piilge,icin fite plU'.tO on la eseziela, v del •sist'Ffla hu uriani tuna (JU(' USa bait jara la ('liS(flQflZ(i (le Ia juii'ii tud las cart tatitos padres l3ellernüas

Luego que ci nobilisinio Fuigencio Garcia recobro cornpletamente la saluci, comenzó el desempeño de sus funciones, aigunas de elias rnuv (lelicadas y comprornetidas. COm () la de barrei' la tienda y la calie: pesaba sobre Romero, pero éste. COfl mas patriotismo V desprefldimieflt() que muchos de nuestros hombres politicos. las (lelego en ci nuevo dependiente, como muestra humilde que rendia a sus talentos, a sus anchos pulmones v gorcias muñecas. Fulgencio, ademis de esto, tenla clue comprar la leche y el chocolate y traer el almuerzo v la celia. Andaluz voluntarioso v no rnuv experto en ci difjcil arte de ilevar en peso una de las rns respetahies casas (Ic la epoca, solIa quebrar las vasijas, derramar la leche v mezclar ci arroz con ci polio, lo cual le costaba duras reprirnendas, particularmente de parte de Romero, que se adelantaba hasta a clarle aigunos pescozones. Una noche, que quebró todos los trastos y los dos viejos gallegos estuvieron a pique de quedarse sin cenar, Romero se quedó mirando al arno y, después de una larga meditación, le dijo: —Señor amo: me ocurre clue es menester dare todos los dIas de cuatro a einco palos a Fulgencio. El arno se quedo meditando a su vez y, pasando un momento, Ic respondiO. —Vaya cuatro; pero que sea a la hora de levantarse, a las cinco en punto de la mañana. Desde aquel momento Romero busco una estaca a propósito para quc, sin romper a Fulgencio las costillas, se le sentaran bien los paios en los lonios, y la suerte del noble andaluz quedó decidida. Amaneció ci dIa siguiente, y ape67

nas se habIa atado Romero los caizones V acabado su "Magnificat", cuando descargo los cuatro palos en los lonios de Fulgencio que, desperezãndose y soñoliento, salia de del)ajo del mostrador, donde tenIa senalado su aposento. —AsI tenclrás para todo el dIa, y te harás hombre —le dijo Romero respondiendo a los lioros del muchacho—. V si dices una palabra, el arno ira a ver al virrey v te enviará al presidio de Manila. Durante tres djas se repitic la operaciOn, hasta que al fill compadecido del muchacho y haciéndole prometer que en lo adelante tendrIa mIs cuidado con los rastos, derogó la terrible orden. Fulgencio, sin embargo de esta vida, estal)a en el fondo satisfecho, y los domingos, cuando con su chaqueta nueva v sus toscos zapatos pintados de tinta se juntaba con otros polizones, nunca dejaba die contarles que era el favorit.o de la casa Aguirrevengurren hermanos y que, en cuanto se mw'iera el viejo, 10 que no tardaria en suceder, él serla el heredero (Ic todas las talegas. Ell el muchacho sufrió palos y regaños, porque hahia reflexionado ya que la plata no estaba tirada en los caminos, como le habla dicho su padre en Cádiz, sino encerrada en los cajones de cedro del viejo gallego, y que habia dc ilegar Lin dja en que todo ese tesoro fuera su yo. La paciencia es una gran virtud. Como Romero se iba haciendo viejo pesado, flojo y reganón, y ademas tenIa ya ahorrados sus veinticinco o treinta mil pesos, \Tengurren, que tenIa simpatia por Fulgencio, pensó educarlo para que, COfl el tiempo, liegase a ocupar el lugar de Romero: y al efecto, se decidió a ponerlo en la escuela para que aprendiera a leer bien, escrihir y las cuatro reglas. Los padres Betlemitas eran, por no dccii' los tigres, los leones de esa época. No Se hablaba de otra cosa en las casas principales de Mexico. Todo el mundo estaba maravillado del simple a la vez que portentoso descubrimiento que habIan hecho los sabios religiosos. Su teorIa era la rnás sencilla, la mas admirable y la mas humanitaria del mundo: "La letra con sangre entra". Todas las tiernas madres 68

se habIan apresurado a aprovecharse de la maravillosa invención, V acudian en tropel a hacer que las posaderas de sus adorados hijos recihieran ese bautismo y que les entrara el saber por una parte absolutarnente (list inta del cerebro. —Lo raja usted vivo, padre. y me lo entrega rnuert.o —le decIan—. pero que sepa escribir, porqe lo primero que clebe tener el hombre, es una buena letra. Va se ye: costaba tanto trabajo leer la firma de algunOS virreves, que no era extrano que se hiciesen grandes sacrificios por ohtener una mejora social tan notal)k. j0h, y qué discipulos y qué let ras! Redondas, perfectas, propias para que las leyera tin ciego, V no estas garrapatitas, borroneadas con plumas (Ic acero, que se oxidan al cuarto (Ic hora v rasgan ci papel al echar el rasgo final con que conclu yen las firmas de hiwcalito. Dejernos a nuestros viejos consolarse con ci recuerdo dc su edad de Oro, y volvamos a nuestro noble v esciarecido héroe. I. Jn (ha se presento Vengurren en ci edificio de los Betkmitas, que todavia existe en nuestros tiempos. En la puerta halna un grande escudo campo azul, COfl una estreha de piata iluminand() tres coronas de oro: todo este emhiema recordaba la venida de los Reyes rvlagos al portal de Beléri. ll ulgefl(. io, que no sabia la suerte (11e le aguardlal)a Iii ('()fl (lL' varones caritativos tenja que hahérselas, se (lejo conducir sin habiar una palabra: liegaron a la puerta de la escuela. Era tin salon ampijo, pifltad() de blanco con cal. En ci fondo habIa una gran mesa y, sentado en un sillón tin religioso grueso, de ojos negros, (Ic una l)arba espesa y cerrada que le ba j al)a hasta ci pecho. \T est.Ia un saco die saval pardo oscuro, V en ci la(lo (lei-echo tenla un escudo con ci nacirniento die Jesus pinlado en miniatura: su pesadO saval estal)a cemdo en la cintura con una cuerda. En el frontis de la pared estahan coigadas muchas disciplinas de cuerda v de Cuero de diversas formas V tarnaños: algunas con los ramales erizados v manchados de sangre. Como variante de estos adornos, hahja algunas palmetas gruesas y 69

delgadas. chicas v grandes, que alt ernaban en una espant.osa simetrIa con las disciplinas. Raro era ci muchacho a quien no se Ic erizahan los peli)S de la cal)CZa al mirar aquellos instrumentos (IC supliCiO, CUV() horror se aurnentai)a C()fl la negra barl)a del fraile V SUS OJOS severos e inflexibies. En los laterales v centr() del salon hal)ia unas hancas Con unas mesitas donde estal)an rnas I)ien ck)blados que no inclinados los muchachos, procuiando cOfl todas sus potencias copiar los Irirnores caligráficos de las muestras v traslaclar Integras. sin La inenor falta ni equivocacion, las sentencias terribles que contenian: El rigor es (4 man jar con qw' se debe alimentar a Ia jUl'('fltud. lATh maestros son tan respetables en la tierra, comno el ,ni.'.,no Dios. La .sabtduria no s' (i(Iquter(' sifl() a fuerzcz de ca.stigos. II tiimuo que d('sobedece a su maestro. 5(1 hace rev de los p('flaS del infu'rno. La J)efl'ZO 'S Ufl ('icio quo' no S(' clo'.sti;erra .sino con los azoto's. Los azotes, aunque lastinian an poco el cuerpo, don

salud al alma. SeguIan otras sentencias tan claras y consoladoras como las clue acabamos de citar, v los pobres muchachos, al mismo tienipo que copial)an estas frases horribles, aizaban la vista v velan las disciplinas moverse, temblar v yenir, aun sin la mano del fraile, a herir sus cuerpos con sus (luros y encai rujados ramales. Luego que Vengurren entró por La puerta de la escueLa, tomó a Fulgencio de una oreja y lo condujo hasta la mesa del padre betlemita. Los muchachos, sin levantar la cabeza, miraron a hurtadillas a la nueva vIctima. —Buenos djas, ml padre fraN , Rodrigo —dijo Vengurren. 70

—Buenos y santos dIas, mi amigo Vengurren —Contestó ci padre. levantandose (Ic su asiento. Este era fray Rodrigo de la Cruz, encargaclo en esa época de la direccion de los niños y hombre de una virtud sólida y de una mansedumine Y bondad a toda pruei)a. Como Vengurren era uno de esos espanoles que tenjan la mano franca para hacer caridades y donativos de consideración a las comunidades religiosas, no habla fraile que lo dejase de tratar con todas las muestras (Ic hi mayor henevolencia. —AquI traigo a la santa direccion de su paternidad tin rnuchacho que quiero mucho, y que deseo se Ic dc educacion. Al decir esto, Vengurren apretaba la oreja de Fulgencio y éste bailaba en un pie, sin at reverse a decir Lira palabra, aterrado con ci aspecto (Ic! fraile. —AquI, amigo \Tengu i. ren —prosiguió fra y Rodrigo, arrimando un taburete para clue se sentase— se les enseña a los niños la doctrina cristiana, la lectura, las cuat.ro reglas y una buena forma de letra: adems, se les trata con toda suavidad, pues yo más bien quiero ser su padre quc su maestro. —Bien, bien: Va lo sé padre Rodrigo; v por eso he traido a este tunante aquI. —Verfi usted los adeiantos (Ic los (liscipUios. Ortuño lo. —gritó el fraile con una voz hueca y que parecia ci ceo de una tempestad lejana. Ortuño lo., que era un muchacho fiaco, de ojos hundidos, al oIr su nombre, que saiIa de entre ci espeso bigote y barba de su maestro, Se levant() de la banquiila con-lo si lo hubiesen tocado con una maquina galviiiica. —La piana —continuo ci maestro. —No la he acabado. señor —respondio Ortuño con una voz temblorosa. —La piana he dicho —repuso fra y Rodrigo. Ortuno, al tomar la plana, echo tres horrones en ella: los brazos se le ca y eron descoyuntados y se PUSO palido, como si acabase de cometer un asesinato. 71

—La plana —repitio ci fraile con voz mts fuerte. Oi'tuño lo., C01fl0 Si pisara abrojos, SE (tirigi) a la mesa del maestro y le present() la plana. —Amigo Vengurren, este muchacho no lieva más que dos años de escritura y y ea Listed ya qué carcter de letra tan magnIfico. Vengurren, en efecto. .sentado ya en el taburete y hahiendo dejado la oreja de Fulgencio, (pie qUe(I () rOja CO() un tomate, caló sus antiparras v examinO La plana que estaba a rnedio acabar. Era una gallarda letra (le palomares, con sus cortes dados con maestria, con sus letras mayusculas de Lin nisrn()

tarnano.

Sin uiia equivocaciOfl fli

faLta de ortografia. Satisfecho el galtego. (Ievoivi() at padre la plana.

—Bien, bien, padre Rodrigo: de esta letra quiero que se le enseñe a Fulgencio. Ya se ret iraba Ortuno to. tranquil() a su I)anquilla. cuando le ocurrió examinar de IIUCV() la piana, v observu los ties borrones, que eran pequenos como las suciedades de una araña. —^,Qu6 es esto? —pregunto at muchacho fijamente v senalandole los tres borroncitos. Ortuno lo., apenas podia respirar v teml)Laba de pies a caheza. En el salon habla un siieflci() tan profundo, que podia escucharse ci aleteo (IC una mosca. Cs esto? —volviO a repetir el padre. (land() a de los cal)eilos. tiron tin Ortuño —La, Ia. . . la ptuma. . . el tin tin, tintero, la ma. Inan() señor, yo... —Yo te dare tintero V mano —dijo ci padre (lescolgando una paimeta.

—;Cuantos borrones son? —Tres —contest() ci muchacho— pe. pero... —Tiende la mano —rugio ci fraile. Ortuño presento la paima de una mano Larga y descarnada, y ci fraile levantó ci instrurnento escolar tanto como se lo permitIa su brazo v descargo tin paimetazo. )rtuño dio un salto dc dolor, v volviO a presentar La mano. 72

No se hizo esperar el segundo golpe, y al tercero Ortuño lanzó un grit.o de dolor, que pareclo tranquilizar el alma caritativa de fray Rodrigo. Ortuno se retiró a su asiento, limpiandose los ojos COfl la manga de la chaqueta. —Calixto 2o. —gritO el padre. Calixto se levantó inmediatarnente. —Vamos a ver cómo estamos (Ic doctrina: ,qiiien es Dios? —La SantIsirna rF1ini(Ia(I Padre, Hijo y Espiritu Santo —contesto Calixto 2o., con las quijadas cai(Ias (Ic miedo. —No ha y que tener miedo. que Vu no trato mal a nadie, y más bien los qwero y los enseno CO() si fueran mis hijos... Vamos, i,cuAntos dioses hay? —Siete, el primero.... —BIasfemo! —gritO el padre—. Seis azotes por biasfemo. Una nul)e oscurecIo la vista de ('alixto 2o., v se dejó caer en el banquillo. Dos muchachos dc más edad se apoderaron (Ic el: en un rnomento le bajaron los calzones, y uno de ellos lo cargo en las espaldas mientras fray Rodrigo escogia de entre su colecciOn (IC disciplinas la mãs dura y la de ma yor numero de rarnales. ( ' alixto 2o., nis rnuerto que vivo, no oponia resistencia alguna; pero al primer azote que le (lescargo ci reverendo, cornenzó a (tar sin interrupcion (lolorosos gritos. Al sexto azote esculTIan y a por sus muslos algunas gotas de sangre. Acabada la ejecucion y sofocado ci lianto de la criatura con las miradas cortantes V significativas del maestro, tocó SU V€V. a OtU) desgracia(h) niuchacho. —Abrahani :3o.. ven aca, v (lime algo (IC aritmet ica. Abraham 3o. se acerco con la conviccion de que su suerte 110 seria mejor que la dc sus cornpaneros. --,Cuatro v ocho? —pregunto ci padre. —Doce —reSpofldi() en voz baja. —Recio. recto —dijo el padre t irandole (Ic lo.,.; ('abelios—, quiero que Ic oiga ci senor. ,Quince v quince? 73

—Trei n ta. —,Tres pot ocho? ___\Teint icuat ro. — , Nueve veces nueve? —Ochenla V cuatro. —CabaI1o! (i)chenta v ufl() —dijo el padre dándole tin fuerte coscorn)n—. Dos horas hincado de rodilias y lecciOn (101)Le por desapiica(lo. Abraham 3o., atur(lido del coscorron, fue a ponerse de ro(IiIlas en medio de la sala. —Va iisted a ver a mi predilecto. señor Vengurren —continuó ci fraile, haciendo seña a un muchachito COfl() de t)Ch() anos. —Epifanjo, (Ii La doctrina sin miedo, Va sabes que te qu1er "I que s6 que no cres fiojo ni desaplicado. Epifanlo iajo Los ojos, cruzo los brazos V comenzo a recitar (It' tin hilo v como Lin perico todo ci catecismo, sin turbarse fli tin punto. —Bien, bien. padre Rodrigo —dijo Vengurren—, asi (l tt i er() que aprenda la (loctrina Fuigencio. Tonia, niño, toma —Cofltiflu() ci gaiiego saando una peseta, v dandoseIa a Epifanio, ci cual no sahia si rehusarla o tomarla. —Dale las gracias a! señor —dijo el padre tirando de una oreja a su favorito. —Av! —gritó ci muchacho. —Silencio V a su asiento! Y como no es bueno que tengan dinero, te guardo La peseta para de aqui a dos años pie seas escril)ir. El predilecto del padre Rodrigo se retiro con La oreja encarna(la v con las manos vacias. —Va y e usted. senor Vengurren, como me manejo con estas criaturas. ( 're() que ni eiLos ill sus padres tendran de qué quejarse. —Ni por pienso, ni por pienso. padre Rodrigo. —Todos estän mliv contentos en la escuela: V si no. Va ust ed a ver; elios mismos lo van a decir. —,Quien no estI contento en la escuela? - N inguno. ninguno —contestaron en coro. 74

—,A quien quiet en mas (kSpUeS de sit padre N, madre? —A nuest F() maestro —VulVieron a repet IF Cfl cow. —Ya ye usted: me aman V me respetan: v si los cast ig() una que otra vez, es porque va sahe ust e(l que "la letra, con sangre ent ra". —Bien, i)iefl, fl1i padre Rodrigo —dip) Vengurien—, ,en cuanto tiempo puede usted enseñar a escrihir ;I mancebo? —Fonio tiene huenas espal(ias V I )uenas p( )saderas en que resistir los azotes, creo que po(ire enseñario en tres an os. si flitiy I ueno. lilti\ I )IIeflO, padre 1u(1rigo! Puede usted fajarle (IUFO. Sifl temor (IC (jue la cuarta Itopiece con un hueso; per() supuesto que ci f1aflCeI)() I woe I)uenas posaderas. i,no) podria on padre H()drigu, enseñarle ell afio v I11e(iiO? I rigo. -, ( 'orno —pregu Ii to Cl pa ire I - (loma! Azut anciole dos veces al (ha, en litgai de una. —,Sahe uste(1. amigo Vengurren, que Cs buena idea? No halna eflsa y ad() ese met 0((). Pero experiment aremos COO Fuigenci() V COO todos los muchachos que sus padres s iempo. cluieIan quc apren(lan ell —Entonces, estani s aireglad s: dos pc/u.s diatias, v ell v me(iio ci muchacho sahra leer, escrii)ir v cuntar. v se vo1veri a la tiell(la; en fin, ser humbre, N. esu lo mandron SUS pa(lres a la America. —Ni mas iii menos ell v nle(Iio I endra ust ed un hombre cnstiafl() —contesto ci pa(ire— que sahra ganar ci pan. -plies ent Ofl((S. se lo de'() (IC tina VC/. 101 padre Hodrigo —respondiu ci lIIeg() IeVantan(li)se del escal)el en qiw estaha senta(i). V tofl)andO (IC riuevo a I'uigencio de una ()I'C)a. —Sei-A me jot que me lo t raiga usted pasado mañana, quc hay ahorcado —r('l)iico ci padre H()(I1ig(). quc I iCIW (l1€ V(9 • ci ahorca(I( ) ( -() it Iuigencio? rll ie fle (t1e \('I COO Fuigciici ) V )I1 tO(k)S los (liscipubs: purque sienipre que la just ida (Ic nuestro rev v

I

75

señor cae sobre un malvado, aprovecho la ocasión para hacer a todos mis discipulos una corrección paternal, que no clebe desper(liciar Fulgencio el dIa memorable de su entrada en La escueia. —Eso es otra cosa, padre Rodrigo: yo s6 de vender los trebejos (IC la tienda: pero no me puedo coniparar con la sabi(luna ck. SUS paterni(lacles. Fulgencio vendi-A pasado mañana muv temprano, antes de que el ahorcado se mardie at otro rnun(io. Conque hasta más ver, mi padre Rodrigo, v lo que se ofrezca, en la tienda de Vengurrei, que ha y confianza Y lo (lice de corazon un galiego, que nunca mientc. Vengurreri estrecho la mano del betlemita, la llevó a siis ini)ios, v Ic trono tin beso: y tomando dc la oreja a Fulgenclo, saiio de la escuela. El dIa fijado, muv de mañana se presentó de nuevo Vengurren con su victima, la que esforzó cuanto pudo su ingeflio para evitar la suerte que Ic aguardaba; pero no hiibo rrle(Iio. Vengurren Ic ino a escoger entre los betiemitas o Manila. v Fuigencio se (Iecidio a recibir los azotes y aprender a escribir lo ms pronto posible, con la halagueña esperanza (IC heredar a su rico protector. Después (IC los saiudos Y cumphrnientos de costumhre. Vengurren se retiró. y ci temibie V virtuoso fray Rodrigo (Ic la Cruz que(lo dueo Y señor absoluto dc las posa(Ieras (IC aquel Los (Iesgraciados muchachos. Reinaba en la escuela tin siIencio profundo; los muchachos no podian leer, fli escribir, ni pensar en otra cosa niis qie en ci lance amargo que se les preparaba con flR)t ivo del ahorcado. El padre Rodrigo Sc paseo corno un cuarto de hora con La vista baja v la mano en La harl)a, despues se fue al trontis (Ic la pared, tosio, echo una mirada siniestra a Los discipulos, que apenas se atrevian a respirar. N! a reconucer con una especie de placer las disciplinas que est aI )an coigadas en la pared. Acabado esto, se volvio a los muchachos: —Alabado sea ci dulce nombre de nuestro Salvador! 76

Los muchachos repitieron en corn: —Que nacio en Bekn, del)a)o de un portal, pol)re. desflU(l() Y Sin nIas calor que ci aiient() (1( Ufl i)uey y (l€ una mula que se acercaron a su sagrada curia. Como el trozo era largo, los muchachos no pudieron repetirlo integraniente, e hicieron una voceria conftisa en La que sobresaila la voz de Fulgencio con su acent() andaluz. Asi que se serenó esta especie (Ic tempestad, ci padre Cofltinuó. —Van dentro de pocas horas a ajusticiar a Pedro Caraiarnpio. Este hijo desnaturalizado jamas (lUls() ()l)e(lecer a sus padres, iii recibir La enseñaflza (Ic sus maestros. Este irnpIo, dejado de La mano de Dios, who priniero un pal de pollos. ,10 entendëis? Despus, las planchas de una lavandera; y asi. de crirnen en crirnen, su empedernido corazón lo condujo hasta ci grado de atacar en La calle de don Juan Manuel a un ilustre hidalgo español, quitmndole no solo ci reloj, sino tambien La espada que lievaba. Por tan atroz delito fue buscado pot, la justicia, la cual, iiara escarmiento de los plebe yos y para evitar que en lo sucesivo los hidalgos sean privados de la espada que lievan en el cinto para SU defensa, ha mandado que sea montado en un burro, recil)a veinticinco azotes al ilegar a cada una de las cuatro esquinas del palacio, y despues sea ahorcado por mano del verdugo: ,lo entendeis? El padre, después de esta narraciOn, continuo ya en Lin tono más elevado: —Vosotros todos sois unas fieras: vosotros no escucháis los consejos paternales de mu boca: vosotros venis a perder el tiempo en conversaciones ociosas V en bagatelas, en vez de aprovecharlo en rezar la doctrina y en escribir; vosotros, en fin, empedernidos, endurecidos en ci pecado, vais corriendo a vuestra ruina Y a vuestra perdicion. No fue otra la conducta de ese diabóiico Pedro Caralarnpio, y vosotros, repito, que parece que seguIs sus pasos y que behéis sus alientos, pararéis en las manos del verdugo y seréis ahorcados. Los muchachos abrian tamaños ojos v escuchaban con 77

hi loca ahierta ci terrible sermon del fraile. Este duleificafld() Ia VOZ V hiandiendo una disciplina que habia tornado en SU rnano. continuo: —No, hijos mios: Dios no perinitir1 que tengdis ese paradero, porque os ha (lado un maestro que vela por la pureza de vuestra vida. El arbol desde tierno se endereza. V todos vosotros sois arboles torcidos, que yo me encargo de enderezar: sois lamparas apagadas que yo tengo obligación de encender para la vida eterna: sois la cizaña revuelta con ci trigo, corno dice el Evangelio, que yo me ericargo de separar. Es preciso que este (ha qitede grabado eternamente en vuestra memoria: es preciso que recordéis (lurante ci curso de vuest ra vida que, cuando ha y en ha Ciudad ahorcado, dentro de ha escuela ha y tarnbién castigo: clue La justicia del maestro, rns clernente que la del Icy, solo os da tin aviso paternal para corregir la depravación de vuestras costurnl)res, vuestras malas inchnacio-

nes. Las pohres criaturas, arerraclas. V que no podian cornpren(ler, en su edad, que fuesen dignos de castigo solo P )( l UC ci rev mandaba ahorcar a uno de tantos hadronzuelus, ca yeron de rodillas liorando, pidienclole al reveren(10 perdon (Ic los crIrnenes que no habIan cometido y prometiendo enmienda de faltas v dehitos que, en su edad y en su inocencia. ignoraban todavja. El maestro fue inflexible: hlamo con un acento decisivo a cuatro de los muchachos ms grandes v mis fuertes. y comenzó la operaciOn de azotar a todos los (hisclpulos. A los rns chicos, aphicaba seis, a los (Ic ma y or edaci, doce: y si la vIctima pataleaba, se resistIa o mordia a los que la cargaban. la (losis subia a veinticinco: las disciplinas estaban ardientes Y sangrientas: los 11011)5 y lamentos lienaban la sala y aun se ojan en las calles. Ninguno (he los muchachos tenIa ci puiso firme ni para hacer la plana, y muchos no podlan sentarse, porque las hanquillas hes parecian de abrojos. P0(10 el dIa se empleo en la vapulación, y ci padre Rodrigo no recobrO la ('alma y la tranquilidad. sino cuando a no habIa muchacho a quien azotar y vinieron a avisarie 78

que el mentecato de Juan Caralampio estaba va colgado de una cuerda y dando vueltas en el aire. Era la costumbre que por mucho tiempo se observe en las escuelas de los betlemitas, y todo el mundo lo sabIa: (ha de ahorcado, pela general. En cuanto a Fulgencio, como era fuerte y todo el dia estuvo, ya cargando a sus condiselpulos, ya azotandolos en los intervalos en que ci padre Rodrigo toinaba su polvo, salió bien librado con unos cuantos cuerazos que, por no faltar a la formula, le aplicO el padre Rodrigo sobre su burda chaqueta de paño.

79

( 1Pi'I'( L() %'II De los adelants rdpido.s de Fulgenew. (le sti ('laJe 01 inferior, de 1(1 rnuert' del hermann 1 engurren (lr Manila, el . .c('rrnon de horas, •v de otras L'OS(IS ('UrIOSUS qu&' Ubr(! I'! lector. Si fl('PU' la jaciencia de leer ('Sf" ('0J)itUl()

No huho, piies. remedjo: Fulgencio quedo instala(l() en la escuela del reverendo fra y Rodrigo de La Cruz, v allI tuvo que comenzar por los palotes. Mu'. palotes! Era tin positivo escandalo, una profanacion: salian siempre de la pauta V apareclan tirados en todos sent iclos. corno si estuviesen padeciendo convuisiones: literalmente cran uflOs palotes epitepticos. Lieno ci padre (Ic UflclOfl y de caridad. V deseoso, por otra parte. de cumplir La palabra que habla ernpenado al amigo \ T engurren, menudeal)a Los castigos a Fulgencio: pero para variar en algo la monotonia, unas veces eran pa1metazos otras golpes SO1)re La chaquela y pantalon: otras. reglazos repeticlos some las uñas: otras, tirones de cal)eilos; iasI lo hacia ci padre con sus discIpulos más predilectos! Los sabados, com() era (ha de doct rina, nadie se escapal)a de la golpiza a caizon quilado. F'ulgencio todo lo sufrIa con paciencia, y se COflsOLal)a en la noche, de los castigos del cIla, con ver el oro v la piata que ref uncha Vengurren: oro V plata que él consi(Ieral)a va como de su propiedad. ;Qu(, paciencia V qué constancia tan ejempLar la de los espanoies del otro tiempo! Antes de dos aflos Fulgencio sal)ia sumar, restar, multiplicar y partir: el catecismo (Ic rw'rilo a cuerito. tenia una clara y arrogante letra. Vengurren, que dia pot' clja concebja por el muchacho ma yor afección. le serial) veinte pesos de sueldo al mes. sin mis obligacn'n que barrer la tienda, estar todo ci dIa (Ic pie detras del most rador, lievar los apuntes del hhro y escribir, bajo ci dictado del amo, las cartas que se ofrecIan pal'a Manila. Cdiz, San Luis Poto81

las Colonias, donde tenIa el viejo sus relaciones mercant iles. A los tres años de terier veinte pesos v dormir siempre (lebajo del mostrador, Fulgencio habla adquirido un conocimiento completo de los asuntos (le la casa v cortandole ci oml)hgo, como suele decirse, a! amo. —Oye, tunante —le dijo un dia Vengurren. —Como siempre. señor Vengurren, su esciavo v ',it iEn qué puedo servirle? —contestó Garcia. —No se te acaba de quitar lo vanidoso, ni lo hablador, ni lo andaluz; pero sin embargo, eres Imen muchacho en el fOfl(lO. —Mil gracias, señor amo: gracias. —Romero —prosiguió Vengurren— ha trabajado ya mucho, está viejo, y es ya tiempo de que gire por si solo y sea el amo de su casa. Se va a San Luis, a poner su tienda, y tü te quedarás en su lugar: casa. comida V ochenta pesos a! mes. iTe acomoda? —Dc valde, con tal (Ic no salir jamás del ladu de usted. Siempre recuerdo que me puso bajo La direccion de ese i)uen fraile, y a él v a usted después (Ic Dios. deI)o ci ser hombre. Todito se lo escribi yo a ml senor padre, rnandãndole, como usted sabe, aigunos cuartos. —Bien, bien, Fulgencio. Esta noche dormirás ya como un pat.riarca sobre el mostrador, en lugar de dormir dehajo. En cuanto a los ochenta pesos, los dejaras en la casa, y (IC aqul a veinte años, Si te portas bien. tendras. corn() Romero, un capita1ito con que manejarte por ti solo: .l() entiendes? —Naita hay que decir. señor Vengurren: estamos arreglaos. Romero, efectivamente, desde ese mismo dia sacó debajo del blaZ() su equipaje, compro una capa, la primera que se ponia en su vida, y, provisto de treinta sacos Lienos de plata y (Ic las rnejores cartas de recomendaciOn, se marchO a San Luis, en donde estableció una tienda con ci rotulo de Romero y Aguirrevengurren", sit antiguo amo ponia en la sociedad otros treinta sacos, con La coiidicion

Si y

82

de que ningun() de los socios se hal)ia de casar, y a fe iue eran ya viejos para ci lance! N" Sc hahian (Ic (lejar mutuamente (IC her ederos. En cuant() a Fulgencio, que(l() va (Ufl el (it Uk) (le caJew ma y or. V otro polizon \ifl() a SU V(Z a sust ituirl) en ci 1)arriclo de la calle v en lOs riiandad s. El tray- del nuevo cajero no varlo: parecIa quc, aunqiie m iejuvenecida, Romero habia (lejad() su efigie en la I jenda. Tenernos que pasar un laps() (Ic algunos anos. durante los cuales la vida del ario v del ciiado corria con Ia misma monotona lentitud. La misma comida, los mism)s pozueio de chocolate. la misma (list rilmciAn, sin faltar una sola vez a las (levociones v a los paseos aile(ledor de la cate(lral: solo los toneles de vino de la flioja se vaciahan a medida que las cajas (Ic cedro rel)osaban (Ic diner(). Fulgencio. an POCO descorazonado al ol)servar lii saltici robusta de Vengurren, que no lievaba I razas dc quererse murir. v rnhian(l() niu y lejana la perspectiva die su independcncia mercant il SC aventtiro una noche a ptoponei a su amo ci que lo habilitase para hacer una compra en ci puert U (Ic \'eracruz y CaMinar en seguida a Guanajuato. a Zacatecas v a Chihuahua. con Ia pacotilla, hast a realizaria. Este era el mudo cot-no se hacia an )s at rás ci C( merci) en ci interior v como tambien hacIan grandes fortunas los que se (led ical an a este tifico. —Dernonio! —dijo Vengurren en cuanto OV() la pretension del andaluz—. ,1an pronto Ic quieres emafleipar? - Ni lo permit a Dios! SOlo quero t ral)a jar urios cuantos meses N , que mi am) me de la mano con generosidad. —Bien, liien! ( .Cuant() ziecesitas —Lo que rii aiiu quiera prestaine. —Bien: escrihe tina carta para Olavarrieta. die Veracruz, que te de cincuenta o sesenta mil pesos. 'l'ienes sets meses die licencia: pero Si vuelves a los seis meses v un dia, no te recil)iré ms en la casa. Con estas palal)ras quedo concluido Cl avio, v Fulgencio, en ci mes die dicienhl)re, marchO a Veracruz, hizo su compra. SC dirigio al interior, ic(Oi66 las provincias de la 83

Nueva Galicia y la Nueva Vizcaya, v antes (le Jos seis meses ya estaba de regreso en el cajón de ropa de "AguirrevenguiTefl 14nos.", habiendo realizad() el capital y Un beneficio de más de quince mil pesos. 10 cual añadiO a lo que tenIa ahorrado, V clue formaha una suma muv l)onita para girar con entera independencia. Pero no quitaba la vista (Ic las cajas de ceciro, y se proponia a toda costa heredar al arno; era una apuesta con la muerte que el andaluz tenIa probabiliclaci (Ic ganar, fiado en su constituciofl robusta v en su juventud. Además. Fulgencio estaba enamorado. En una de sus excursiofles habla permanecido cosa de dos semaflas en una hacienda del interior. que era propiedad de tin judio portugues. Este judio, esperafl(l() todavia como muchos otros, la venida del Meslas, no se habIa descuidado en hacer su negocio lejos de Ia Inquisición v de la corte virreinal. en (londe tal vez podia ser conocido. \/iud() (Ic una gaditana, le habia quedado una hija preciosa. que éI, en secreto, liamaba Esther; pero que en Ia vecindad de [a hacienda era conocida por doña Ana de Gibraltar. fletirada la pobre Esther en la soledad (Ic uiia hacienda. su corazon se inflamO con ese fuego que la naturaleza enciende en el corazon de las mu jeres cuando ilegan a los 16 años (Ic eda(l, lueg() que vio a! IflaflCel)O, de no mala figura, con la salud (Ic un rol)le, con una elevada alcurnia v una fortunilla indepen(Iiente. Este. por su parte, se inform() por uanta rninuciosidad le tue posihle, no dc las citalidades i)uenas 0 malas de Esther, sino de la cantidad (te pesos que podria tener ci padre, v satisfecho de sus indagaciories, C(.Jflt ifiUó COfli() cusa n1LIy secundaria eXafluiflafid() l( )5 Ojilbs negros v brillantes de la novia. su boca purpurina v Ia frescura de la virginidad esparcida en toda su graciosa fisonomIa. Fulgencio penso clue la novia Ic (1 nvenIa. V (kci(Iio casarse. Mientras que ci judio lela. all en ci secreto de su recamara, Jos salmos en hehreo, el par de enanmrados delet reaha en huen castellano los coloq uios am( )F0sos. (Ic los que result() decidido el casarniento: pero un casamiento no era cosa Mcii en los tiempos (IC que \'amos 84

hahiando. \Tengurren se hul)iera escandalizado (le que a un dependiente que apenas lleval)a Uflos cuantos anos de (k pie (let ras del most rador se le oculTiese, Iii por ma! I)('nsariiiento, t oniar esta(lo: V ci judio, 1)01 SU l)1rt€, habria (lesheredado a su hija: por lo que quedo convenid() que ci uno aguardaria la rnuerl de su arno. v Ia otra a qiie falleciese su Padre. Asi se fundan la ma y or parte de las esperanzas humanas! Sc necesita a veces la miseria. el sufrirment o v la (lest ruccion de u nos seres, para el placer. la alegria v ci bienestar de of ros. Fulgencio, plies. IIC() de anior, (Ic esperanzaS. V fl15 (jUe tod.() (IC (liner(), c(flflO hemos dicho, volvio a la acreditada t tenda del Parián. resuelt o a ejercitar de nuevo la paciencia, v observar si pasal)a pot entre alguna de las alnigas de la fisonomia (lei i)uen gallego ci cledo de la rnueite. I-la g a uste(I beneficios y espete la gratitud! liii (ha, el menus pensado quizi. se recibio en Mexico La correspondencia de la nao de China, que ilegaba periodicamente al puerto de Acapulco, v con ella una agradal)le noticia pala Iiuigencio: la de la muerte (le José Pascasi() Aguirrevengurren, (Ic Manila, ci cual dejaba heredero a Su herrliaflo) Pascasi() -José, de Mexico, de una fortunilla de seiscientos mil pesos. Poco faltó para que Fulgencio saltara de gusto: pero lu contuvo la fisonomia compungicla del galiego ( I itc, al acal)ar de leer la carta se quito los anteojos. Sc Iimpi() las kgrimas (pie hal)ian asomado a sus Parpa(los. V PxClam() —Demonio, qué noticia! Parece que Jose Pascasi() estaba rico. ;Dios lo hava perdonado: era un 1)uen hombre! Las puerlas de la I ienda est uvieron entrecerradas durante flU€Vc ihas. V Pascasi() Jose cahizhajo V t riston Con la muerte de Jose Pascasio: pero concluidos los nueve (has, saho del Parin v se fue a casa de sus paisanos para arreglar la manera (le liquular las cuentas del (lifunt() (IC Manila v recoger sus tecolunes. Adems, dispusu que se dotaran CIUC() niñas huértanas, Con 300 pesos ca(la una: reserv) fondos para dotes de una docena (IC monjas: destifl() 40 000 pesos para capella-

etar

e

85

nias, COfl la obligacion, de que diariamente (lijeran los capellanes una misa por el alma de Jose Pascasio. En el curso(let tiernpo, to mIs probable es que las huérfanas no se casaran: que las monjas SC olvidaran en SUS oraciofles (IC! Inenhechor (lifunto: que las capellanlas fueran a dar at bolsillo de nobles estudiantes, que en todo pensaron menos en las penas que sufrIa en ci purgatorio el comerciante de Cavite. v que tO(lo, en fin. viniera con ci tiemp() a hundirse en la voragine (IC la desamortizacion; mas sea (IC esto to que ftiere, ci cas() es que el hermano cumplio como se cumplia en aquel tiempo, en que a fuerza de (linen) SC tratal)a de ensaizar las virtu(ks, o de (hsminuir las cuipas (IC los (1UC se veIan forzados por la muerte a hacer ci largo v peligroso viaje at mundo de la eternidad y de los misterios. Venguri'en no queoto satisfecho, siflo que (llIiS() que se hiciesen unas honras solenines, V (Ufl() el padre fra y Hodrigo, ci mismo que tan maravillosamente hahia enseñado tin hombre a leer v escrihir al noble andaluz, pasal)a por elocuente, se (liriglo a eI 1)aI'a encargarle ci sermon. —Ml padre fray Rodri go —le dijo besandole la mano corrio de costumbre— ci hermafl() (IC Cavite ha mu('rto; comb era rico, es necesarn) hacerie unas l)UcflaS horiras y predicar Ufl sermon donde se (hgan todas las virtudes d ese buen hombre. El padre fray Rodrigo que, corno siempre, tenia una (lisciplina Cfl la mano. V ejercia Sin interrupcion SU paternal just icia coti los fluevos (liscipulos (1I1C a cieflios ent raban en la escuela. se levantó e hizo mavores cumplidos que de costumbre at FIC() mercader, Y quedo COflVefli(h) ciue las

honras serian muv solemnes en la igiesia (Ic los betlemitas. El (ha seflalado fueron ciii rando) las comunidades religJ.()sas: cuarenla durninicus, sesenta frariciscanos, veinte juanitos. (liex camnilos, treinta carmelitas, ot los I autos agusi iflos: (leSpUes. 10(10 ci cornercio del Pariñn, de gran etiqueta, es decir. (Ic chaqucta unos, (IC capa ot ros, v los que erafl Va riilionarios, (IC grandes casacones flegros v (anisas muy alflu(lOfla(laS. (IC est )pJIla. No faltaron algu86

nos (h)ct ores de la 1 T niversida(l Y uno que ot io let rado de Cast illa, cu y a majestad se digno honrar los funerales de un 1'1C() mercacier. Vengurren era querid() y estaba bien relacionado en hi ciudad, asi es que flingUfl() rehuso SU ('OflVitC. I)espués de La vigilia. Y corno de cost Uflhl)re. antes del Evangelio SUI)Il) ci padre fra y Rodrigo a la cátedra del Espiritu Santo. Y cornenzo ci sermon: Aniados oVefl tes 11105.

Onznis 'iiini ho,no, (Jilt (()fl7('(Ii! lab()fl' SU() I/or (lot/U/fl D('i ('Nt.

('t

/)i/)it buntini dc

Porque I ( do homi we (iliC ('()Ifle V I )Cl )C V V€ ci bien (IC su trai)a)o: este es don de Dios. Palabras I 0nadas del Eciesiastés, capitulo 3o. versiculo 13. ;,.Si, cat (licos: de uno de los Lihios Sagrados he tornado el resurnen (Ic la vida del hombre ns just ificado que hoy liorarnos. Comió v i)ebio (Ic su trahajo. Omni.,; enim homo, etcetera. .Aunque de una ilustre alcurnia, p'ies era descen(Iiente en linea recta (Ic los condes (IC Barcelona, desde su ternprana edad sus padres lo dedicaron en Galicia, su patria, a la honrosa profesiñn del comercio: su caridad v su est ncta conciencia se manifestaron (lesCIe los prirneros pasos de su vida: un dia vendiO a una beata unas cuantas varas de saval V. habiendo recihido una rnone(la de oro en vez de la (Ic plat a. I usco a hi cornpradoia para a(lVert irla la, equivocacion: V no habiéndola encuntrado, resolvio dar la mitad del valor de la moneda a ios pol)res. v reservarse unicamente para si la otra mitad. Este solo rasg() pinta la vida crist iana. v la conciencia estricta de nuest ro rnaiograd() Pascasio. El hermano Vengurren aizaba de cuan(lo en cuan(io la cara para ver al predica(Ior. piies no hal)ia llega(l() a su noticia que sus parient CS hahian sido los va (lifuntos condes de Barcelona. ni mucho menos Clue su hermano hubiese vendido en Galicia pocas iii muchas varas de saal a las beatas: sin embargo. Cofll() el padre Rodrigo lo decia. y no mo quiera, sino en el pulpit o. el hermano escuchaba con 87

niucha Uflciofl, y crela a pie juntillas todo lo que ci i'eligioso iba (liciendO. 'Si. catolicos —continuo fra y Rodrigo— sin que ofenda a Ia verdad, pue(l() asegurar que ese cadaver que veis encerrado en este catafalco mortuoru). o niejor dicho, que ieuusa en la apartada t ierra de las Iilipinas. era Lin lechado de y in udes. hurnano, caritat ivo. ohediente a su rev v amante a su familia. Era. romo (lice ci Nacianceno, ci ITIO( tel o pence to del h( im I re fell z. Sus amantes padres, que lo que deseal)an era la fellci(la( (IC 505 hijos. los enviaron a America. para que ci vi rt Oust) V elo&'ucnt e eanonig() ( 1 UC t Cflhan por tit), ics (hera iAI;i e(iueaciofl crist iana pn)})ia (Ic su 11Ol)le CUn;i pero Coil it) ci C()II1t'iCi les liamal )a la al €flCiOr1, siguierun en America v en Filipinas est a pr )fesion, f )rman(Io caudales cuantios ( t ue. mas ten (ILIC (IC (110S, Soil de las huérfanas, de las nlunjas v (Ic ins religiusos a quienes suc()rren. A )ecret ado est al )a pun ci Alt Isim() que habian (Ic cuniei V 1 )(_I )ei (I(' SU I ral)aj() V que hahiati (IC rcciI)ir en sus ni(l uezas ci dun (IC Dios. Omnis enim JJunio et cetera. Al puco ticrnpu (le haher ilegado a esta noble c inipezial ciudad de Mexico, los ( Jos hermanos tiivieron (jUC segun su (lest ifl() V se i)ararse. iiiarchandose Ci virt UO5() PasCasio use a Filipinas, queduiu lose s( 10 V aisiado en esti vaik (IC higniinas, ci heiniano .J( )SC Paseasio. j0h niomentus (TUCICS tic hi separacu)n . no US alInisteis, oh niares. CUI1R) (lice leil ulian( ) . I or qué no os uscurecisteis. so!, cufliu ana(Ie Cl sabio Onienes? . Rr (pie cumo exclallla})a ci profeta, no fuenon sepultados juntos en Jos ahisinos (lei hoiren( ) banal FU, los dos I icrnos pimpollos, antes (IC consent ii ( 1 11 unit separaci()fl qtie fue et erna?" Vengurren. que no estal)a muv conforn -ie, a pesar de su 1"(, con Ia opinion (life ningun profeta pudo dan respecto (IC los pinipoilt )s gallegos, SC moVl() un poc() desu asient.o, ttisio. saco Un panuelo paliacate, in dcsdol)iO ('Ofl cuidado V se iimpio las rojas nanices V has got as de sudor que. con ci calor de Jos cinios v Ia mocha concurneneja, brot al)an (Ic so frente. 88

El padre Rodrigo tomó Lin trago de vino, tosió a su vez, Se lirnpio Cl SU(lO1' ( todas las comuni( lades hicieron lo misrno) ; y restablecido ci silencio, que solo interi'umpia el chisporroteo de los cirios de hi tuml)a. el panegIt'ic() del difunto gallego siguio su curso. "Nuestro (lifunto se encaminó a Acapulco (serIa tin verdadero milagro que un (lifunto se encaminai'a a Acai)ui(): per() COfllO fra y Rodrigo lo decIa, todos los oyenles lo crey eron) nuestr() difunto, repito, se encaminO al puerto de Acapulco y, después de mil I ral)ajos V padecimientos, hubo de embarcarse ell nao. tié torment as ell mat'! Que rayos! iQué centellas! El fii'mamento estaba coilmovido, corno decia Isaias, y nuest i'o difunto, sereno v firme, sin pensal' siquiera salir de la combat ida nave hasta que ilegase al puerto de Cavite. LlegO pot' fin, pot' intei'cesin del santo apostol patron() (IC Galicia v enemigo encarnizado de los pueblos idolat i'as de America, V liego e'ondticiendo a nuest i'o difunto Pascasio .Josc, ci cual. apenas se repuso die las fatigas (IC su \'ia)e, cuando, cumplwnd() ('Ofl ell Tierra, ent i'o la mision que ci Señor iC lIal)ia impuesto ell tien(ia (Ic cornerci() do las mas aci'eclitadas a sei'vii' de aquellas tieri'as: su admirable constancia, su incansable paciencia, su mansedumbre ell las muchas impertinencias de sus amos, Ic gI'anjeal'on ci afeci 0 de ést us, porque era, como (lice ci Gregoriano, ci vai'on justo. ,Para que he (IC cansaros con una narracion minuciosa de SUM vii'tu(ies! Basta decii'os que. al vender ci let'ciopelo morado. recordaba a .Jesuci'ist o en la ('áI'cci: al doblar ci damasco cai'mesi, hacia ('()nmemoracion (Ic los azotes: v al medur la semputerna negra, no podia menus sino enternecerse con los (li)IoI'es que sufrio al pie He la C1'UZ nuest ra VIa(lre iiit isitila. Qite 1)iedad, que uflciofl, qué ejemplo tan saludable para to(Io ci ('omerca), (1LIC en cada uno de los henzos desprecualiles que vende para sat usfacet' los caprli'hos del lujo de los grandes (le la tierra, tiene Ufl motivo pala reCuI'(laI' los misterios de nuestra santa religion! Os (ligo corno ci grail padre San AgustIn: imuta(l ell tenta('i011. las virtudes del Vai'ofl justo, V no ('aigais 89

Los ült irnos años de la vida del (lifunt() ijresenta!1 ci ejemplo de la tranquilidad iiis perfecta: dedicado a aumentar su caudal por rnedio del trabajo, jams se le vio ese lujo v ese fausto que con rnucha razOn han condenad() en America, en algunas epocas. las severas reales ordenes de S. M. Una modesta chaqueta; tin pantalon que no se mudaba sino cada seis meses: tin caizado ci mãs comun v el más barato; una camisa de tela gruesa, este era tO(1O ci equipaje (Ic uno de los mas opulentos mercaderes de Manila, que tenIa en su tienda las rnis ricas telas del oriente, del occidente, del septentnon y hasta del Polo Artico. Imitad, catóhcos, su ejemplo, coflLO manda ci precepto de nuestro gran padre San Agustin. Pocos dias antes de su niuerte tuvo un sueño misterioso. SoñO que, mecido en una curia de rosas, era lievado por los angeles a tin jai-din muy ameno, (londe se encontro con una orquesta completa de serafines que acompaflal)an unos melodiosos y dulcIsinios cantos a otro Con) de arcãngeles. Cuando despertO, al dIa siguiente, habia esparcidas por su cuarto muititud de flores que exhalaban un aronia delicioso. Desde ese moment se preparo a la muerte, aprovechándose de este aviso del cielo. En efecto, a los pOCOS dIas falleció de una enfermedad desconocida que lo privó del uso del habla; y fue tan resignado y tan cristiano en su ultimo fin, que no quiso ya hablar ni una palabra. Puedo aseguraros, hermanos y oyentes mios, que rnurió en olor de santidad. Pascasio ha muert o! —prosigu ió ci padre levant ando la voz—, pero nosotros vivimos para liorai'io. Me habia equivocado: Pascasio no ha muerto, prqe vive en ci corazOn (Ic todos nosotros y en ci caudal que ha dejado para la religion y para los pol)res; pero si, ah!, ioh dolor!, ioh agonla!, ioh tormento cruel! Pascasio ha muerto y no podemos dudarlo, puesto que tenemos delante de los ojos esta fünehre tumba. Lioremos, si, lioremos al comerciante honrado, al hermano tierno, al hombre casto y económico, al varón justo, como decIa nuestro gran padre San Bernardo. Derramemos, catOlicos, abundantes y copiosas lágrimas 90

sobre este catafalco m)rtUOriO vistam()s (k lUt() riuest ra alma, corno decla el profeta Ezequiel. por la prdida que ha tenido la corona (le tin subdit() tan lid, v nosot ros (IC Un amigo tan sincero." Las comunidades religiosas tuvieron (jU4 sacar sus pauelos y lirnpiarse las lagrirnas: La elocuente (leprecaciofl del predicador habIa pro(ludid() su elect o. V. era preciso liorar 1)01' Lin(tifunto at que, atinque nadie to conocia en Mexico, habla (Idjado on gitieso capital. Ven se enternecio. sits narices gurren, que at fin era sit se encendieron un poco ms v dos ligrimas silenciosas fueron escalonandose v deteniondose en [as ariugas (IC sit cara. ( 1 uando terrnino la fünebie ceremoiiia, acompana(I() de Fulgencio despidieron a las comunidades asistentes y se dirigieron a la sacristia, con tin ram() de flores de papel muy ma! hechas: pero que tenIa una docena de onzas (IC oro mu y hien acunadas, v se to presentar()fl al reverendo. —Bien, bien, ml padre Rodrigo —le (lijo \Tengurren—. Nadie sabIa, ni y o, 10 que su paternidad prcdicó (lei herrnano; nunca me ha escrito es(). L ia buefl hombre. G racias, gracias. padre Rodrigo. El padre tomo ci obsequio v no (lUis() ent iir en matena, porque temio afligir m;is a Vengurien. Lo exhorlO a La conformidad y a la resignaclón v le (IM su IwndiciOn. Arno y dependiente se fueron de nuevo a la I ieil(la (let Parián, y todo v todas las cosas volvieron a sit ordinario. SOlo en ci libro encamnado del mercader halna una alteracion pequeña. Hahiendo entrado 600 OO() PeSOS mAs, habIa sido necesario Ilenar otras dos cajas (Ic ce(Iro. y apilar en tin riflCon las lalegas sobrantes.

91

('./'!7'( L() \I1I 'erzgurren. de su muerte v de I)e los pesares (/ tie ('xpf'rznu'n tr (OFfl() ni)??? bro a 1U1&'eflrl() hE'redrra Jr .sus eulZC)flh'S Jr X2flO V todO !'j) JLFU'ro

A. p;ir del elogio que hizo en el pulpito €1 padre Rodrigo, v a pesar (IC las talegas (IC la heiencia, Aguiri'evengurren (IC Mexico clavo el pH'O, ('01'fl() suck (IC(i1SC. I )CS(Ie (piC muriu el Agui rrevengurren de Manila. 110 liahlal a 11 11a alabia, dorflua mas (IC lo (IC OrdiIlaI'i() V. lo (piC era peor sinloma, hal)la suprimi(lo el chocolate por III t aide. y en la COflli(la. COfl I iahajo podia acabarse rne(Iio polio. i'ulgenCi() veia La destruccion (IC este ViC)() edifici() Coil ttilI uspecie de compiaceiicia mezelada de temor. ,Lo dejaria 0 no (IC heredero? En ült irno resuitado, si no lo (k'JaI )a (IC heredero, nunca se olvi(IaIia de ci, Y doscientas taiegas pie Ic focaran, era algo para comeflzal. Otra noticia furiesta acabo por entristecer al viejo mercader: Romero, ci fiel Romero, a los setenta v cinco años, CS decir, en la fbi, en in fuerza (Ic La edad, y CUafld() cornenzal)a a liacer su fortuna independiente hahia faliecido (IC resuitas de tin const ipa(Io, de una caida de tin cahallo COj() (lue montaba, v (IC Iina fiehre que Ic soI)reVifl() Oi col)rar una cuenta (Ic tres reales ties cuartillas, que le habla queolado debien(1() un peon en una hacienda dislante (Ic la ciudad. SegtTul V ('()fll() hal)la paCtad() COfl Sti anlo Y SOCIO, tenia hecho su testament(, v lo dejal)a heredero de todas SUS ecortonilas, con las cuales apenas habIa teni(IO valor (Ic comprarse una capa, como hemos dicho: Y con est() le parecIa que hahja echado Ia casa por la ventana. El resultado (IC la rnuerte (IC Romero fue ot in part ida de 110 00() pesos en ci lil)rO (IC hadana (le Vengurren, v nuevos sacos de dineio arrunlbado contra la pared de la trastienda. iQu6 tiempos! 93

La t iisteza de nuest n) amigo ci imen galleg() no conocIa 111111 t eS. Se l)asal )a las mananas €i1 la iglesia V. (ilail(l() voivia a la t iefl(la, no hablal)a iii una palal)ra. 'l' da su socicdacl hi hal ia Ieducid() a! padre ('laviero, que era su director espint ual v el hombre a quien I enia ns respeto y ins afli()r en ci riiundu. '1] iia noche volvi() mis ternprano que de cost umi)re. Idiego) (jiJe Fuigeflci() lo ViO. c()rri() alairna(l() a quitarle la capa (Ic los hornl)los V a sostenerlo, porque vacilante Y cumo si hul)iese hebido una pipa (le catalán, apenas podia pasar de los urnl)rales (Ic la tienda. — ( ,Qué es . esto. señor Vengurren, (l ue ha sucedi(lo? rFraeré agua, vno, un me(Iico. . Por el amor (Ic Dios. 6qu6 IM sUCedi(k), señor amo? Vengurren se sent() en el silión en que acostumhral)a tomar su chocolate, bajo la cal)eza y no hablô una 1)alal)ra en mas (Ic tin cuart() (Ic hora, hasta que repent inamente se ievantO y , encendl(l() en colera, dio unit punada trernenda cii ci most rador, que hizo temblar el armazófl v ret roceder a Fulgencio. - El rev es tin pIcaro. Fulgencio! —grito lieno de colera—. Ha (lesterrado a los jesuitas v a ese padre Clavijero, (pie era ci mejor mexicaflO (IC toda Nueva Espana. —Señor arno! —El rev es un pIcaro! —volvio a gritar ci viejo: v luego. Comb) aterrorizad() (Ic la blasfemia que acabal)a de pronunciar, se qucdO Lin rato con los OJOS fijos y La boca ent reabierta, se quit() el sornl)rero y volvio a caer en la silla (liciendo entre dientes—: Es menester conformarse con la voluntad del rev. ; Pobre Clavijero! La conmocion de \T engurren fue tan grande. que al dIa siguiente no pudo levantarse de la cama, y continuó asi rnalo. t riste. v cayendo y ievantando, como suele decirse. hasta que al fin de quince dia.s, un golpe de sang-re al cerebro lo pnvo del hahia y del uso de sus miembros, y murio al cia siguiente, con la gran felicidad de que los doctores dc espa(hn y gualdrapa que habla entonces, no lo quernaron con fierros ardiendo, nile administraron hue94

nas (lOsis de (7'Of On fig/ui in. (s )fll() lo hal)iiafl heCll() hov it )5 He carretela v calTiallos ingieses. AquI las (Iu(Ias, la apuva(ion V la zozol)ra (IC Fulgen(10, Y flIUCh() fllaS cuan(io OCUITI() inme(liatamente el oi(tor don Celestino Conej() de ],I ' )ne)era v, a t It ulo (le anhig( del (1 ifunto v de let rado p ro fundo, SC apo(Iero (IC I odus lo.,-; papeles V eoflstit UVO a FIllgeflCi() (Iepositario del dineto v efectos quc hahja en la casa. [In entierto V Ullos ftinerales magnificos en San Francisco, afluncia run a Ia afligida i\leXico la j)er(ti(la (IC IIfi() (le SUS comerciantes flias I1(1)5 V ot F() 1)111t111(() (IC! 1)adit.' Rodrigo, que no ('opiarnos por no fast idiar al lector, proho la nobieza v las virtudes del diftinto. 0cual file sepultado en el costad() izquier(I() de hi fiaVC (IC La igiesia (IC los betlernitas. colocandose encirna del sepulcro una estatua de piedra chiluca. hincada (IC rodilias CII Ufi ('Ojifi (IC ladiiho, que represental )a la vera efigie de] di fu nt o. Los nueve (has parecier()n eternos a Fulgencio, v ensi no dOrfllIa (105 horas es('aSaS, devoran(lo en su mol lera Los provectos mas descabellados. , Hahria hecho o no te ,,tamento men ci difunto V. en casu detestahaberlo hechu. j,quin serla ci heredero? Si el (luelo SC hUl)iera pI'olonga(Io una sernana rns, Fulgencio piel(ie ci juicio. Expirado que huix) ci plaio. fuese a la morada del oidor, con SUS inventarios dei)ajo del l)razo, v aml)os SC dirigieron ante el alcal(Ie (Ic corte V. en presencia del escril)afi() V testigos (IC asistencia, se quitaron las cml as v los piomos ('Ofi que estal)a ata(I0 V asegu rado tin 1)Ui t ito (IC pa peics. Fulgencmo no respiral )a: pero ('I'eV() caer desvanecmdo cuando, hal)ien(I() rot() ]a cuhierta ci esciibaiio apareclo a sus OjOS tin letrero esci'it 0 ('()fi let ias gor(las, aunque mal hechas. que decIa: MI TE STi\ ME NT() —Pascasio Aguirrevengurren era un santo —pensó Vu!gencio— puesto que no ha c()metido) la horrible mal(la(1 dc morir intestado. Quedaba 1)01' resolver la segunda cuest ion. 95

.( ui(i'ii era ('1 hCFe(I('r()? El ()i(li)F ( ( )I'ICj() IC la ( onejCI1 ( II I )t porseguro 1 tIC el SCI11 Cl ( ltlefl( ) (IC Ii R I( )S 105 1) 1 (ICI (lifililto. 1ulgvi1ci() (Iti(lal)a, V 1111i j)ali(lez niur--ta' I t I tiil )11Fl sti iost 1( ). se ill )iI() Cl t CStItll(il I u, \ sc &SI1C( )il I Et)

(Llt t(XI() (11 de 1)tiFi() 'V ICt ll (I(. \Ci1t.'tiiFCii. (,( 'tiaii(1() In llaI)ia hCCh() V (1011(1( 1 ? Jl ulgCli( . i() lo igiiuraha: pen) stiponia pie ('11 las cscapada.s (1UC el anl() SC (liii )il ;i visitar at padre 'lai jero. hal"ia tral)aja(I() esla interesantisinia ohia. La iCOUNI c()Illenzo: )S. etcetera. -Eli el n )ml FC de Dios, ()V crisi iatio \iCjO. V (re() en I no tO) lo qtie ensena no iest ia fe calolica. etcetera. Primer(). '1erigo tin flililoFi (losciClit 05 mil cifl(tieiit a Y l)litt actiflada, Y (CliCi1tt iiiil (li)s(iCfltS I FCII'I I t \" SCIS 1)(!SO5 V 5(95 Inarave(Iis Cii gefleros Cii La I ien(I;t. No (1el)() a tiadie na(Ia. 1lIgpii(.io) saltc) (IC I;i siIl;i aI})oroza(Io: (II I Cst;1111(hiit() i'a 1111 IV iil()(IelflO. ptiest () (tiC c()lit ( 1 flla exact anient e las oitias del tilt 11110 l)1IinCC (jtiC SC hal)ia Iìeclio, v qtie liahia va FI RIO) I )iefl p( )C() en 1( )5 I Fes (Iia. I lil flSCIl Iii(I( )5. IA escriI)ano, calan(Ios(- l)iCtl los alit ('0)105. ('0116 111- 16 la l(( Iii i1 mil iiiits j)ol flU alma. \(9i'ltC i'iiil "I )ejo pal-,j vcint )S. .1 )(j. l)Fliil liniosnas a li)S pOI )iCS, (IiCi. mil J)VS0S. I )e V) )1 111 (1 (( )legi( ) de \'l )i1( l( )ti( l( l( ). VCI Fl I C III i I pesos.

I )ejo pal'a till hospital eti 1ilipinas, t teinta mil pesos. I Kjo pa ra ( i tiC las riionjas cajmchinas de Mexico acabell SU cOflVCi'it ( ), (u i fl( ,C mil pesos. I )jo paia una ftimiii a Sant iago, con misa callta(la. SCIS mil 1)(ISOS. I )j fun(Iar (hat 10 (tpellanias, (011 oI)ligaciofl dc ( l Ll( ' lus ( a l)( llariCs dugan Ins VICF11CS (Ii' ca(la semana EIIUI tnusa por liii aliiia. (bCe mil I)C505. • I )eo I ) a i a dotes (IC niiias (I11( eiit i•Cli al c()IIVCfl I ) (Iue (j(iieiahi, ctiarenta iiiiI I)(150S. I )e JO) at cOflvCiit() (IC . JCSUS Maria sesent a nil j)CSOS, (1)1111)10.' t.iiias casas. pa 96

I )ejo para una ftinción ci (ha 19 (Ic cada mes al senor San Jose, en el convento (IC Regina, ocho ml! pesos. )>Dejo al mancebo que sirve en la t ieiida. cien pesos. —Ese es vuesi ra merce(l —(11)0 ci oi(l( )F a F'ulgencio. —No ha y tal cosa. senor ()idOI, ci mancebo es Iturguieta. asI se llama, y yo soy Fulgcncio Garcia. Adelante. "Dejo cien pesos a Marla .1 ad nt a. cien a Antonieta V otros cien a su marido. —Esos son los (IC Covoacin —(Iijo Fulgencio. —Adelante —exdlam() ci oldor% que va ral)iaha (Ic irnpaciencia POI on 10 que Ic deja! a su di funto amigo. "Dejo al señor v ml anlig() don ( 'ciest mo (_,onejo (IC la Cone *era, un lil)ro V1eJ() (IC Las ('édulas dcl (loctor Puga. >>Itcm, le dejo una espada de taza v cruz, de la fibrica de 'Toledo. Iten, una docena (le panuelos paliacates. . I'ulgencio no pud() mefl()S (IC taparse la boca 1)aia no soltar la cacajada v el oi(lor. ojue 10 not(), se Ic quedo mirando COIl una expresion feroz. E1 rlotari() continuo: "Dejo a FUlgCflCi() flus caizones (IC paho viejos." El oidor ('onejcra se echo a reir Cfl los 1)1gOtes dcl andaiuz v. con un aire l)urlofl, dijo: —Prosiga uste(l. prosiga usted, senor escriiao, que esto promete niucho para ci amigo Fulgencio. Fulgencio l)a)o) los ojos v (lejo caer los brazos: ci escribano continuo: "It em. en I)rueha (IC mi afecto. le (Ic JO (105 Cafl'iisaS usadas. >Jtem, mis zapatos v ml capa. Item, dejo taminen a Fuigenci() 10(h) ci resto de mi dinero, V t 0(105 Los generos de La I ienda. COmo Si Ufl golpe clectuico hul)iese herido a los cornpetid)res, arnhos ca cron de la sii!a. ci Ufi() a causa (lei inmemiso) placer ok consi(1e1arse iiiilionario, V ci ot ro de colera de verse o!eshere(La(I() (IC lo quc ercia va SUVO. El escvil)ailo Sc quito) los ant cojos, pidio agua, les ayudo a ieponerse Cmi Sli asient 0. V cutit iflU() in led urn 97

poco interesante. Como Napoleon. v Como FIernmn ("ortés, ci gallego seguIa disponiendo en favor de diversas personas, (IC 5US greguescos. (Le SUS chalecos, de sus sombreros viejos. V dejando legaditos a multitud (IC ancianos, (le veinte a t reinta pesos. —Este testarnento es nub! —grito el oidor, cuando se iptIS() (IC la sorpresa. —Perfeclamente legal, hecho en sana \' cabal salud. en ci pleno uso de todas las facuitades mentales del difunto V autoi'izado no pOF UflO, Sifl() por (105 escribanos a mayor (1l)undarnient() —c()fltesto ci esclil)an() dand() vuelta a las hojas, examinandolas v qwtan(Iose las gafas v limpiando alternativamente con las punt as de tin panuelo encarnado, va los Vidrios nat urales que la edad hahia empanado en sus ojos, va los art ificiales que habia oscurecido un poco el calor. —,Conque no ha y renedio? —volvio a preguntar Conejera. --Ninguno, mas (juc recibir —dip) el escril)ano— las reliquias que os ha dejado ci difunto. —Bien lo habia vo pensadu' Ese hombre era tin ingrato, tin estupido, tin falso amigo SOl)re tOd() porque mu veces me aseguró que, Si él rnorIa antes que vo, me dejaria tin recuerdo. por Cristo que Jo cumpliO! —interrurnpi() Fulgendo—. i,Qu6 rn1s quiere vuestra merced que tin famoso (dulario, donde estn las reales ordenes de S. M., v ufla buena espada para (lefenderse de los pillastres que atacan a la gente honrada? No hay que poner esa cara t riste. senor oidor, "enga esa mano, y aquI tiene vuestra merced tin amigo que, si se muere antes, no lo olvidari, como no lo olvido liii (lifuflt() amo. El oidor rehusO estrechar Ia rnano que ci andaluz le tendIa, y saliO, rojo de cólera, de la sala.

['I;]

(-/VT(.'L() IN Dc la nuet'cz izda de Fulgencio, del iu)(') (on que estczhl('ce sit casa. ' de c;mu adquu're Ufla capitania par ci !flOdiC() preeza de (J Ui1li('fl (us mil )('SOs

Una nueva era se abrIa en la vida de Iiulgeiicio. Fleredero a los 27 años de edad de los caizones viejos de paño de su amo Y, por apéndice, de todo sit dinero, no sahja ni qué hacer ni por dónde conienzar. Si él hubiera sido gallego, las cosas habrIan pasacto sin ruido V sin dificultad, porque Sc hubiese conformado con seguir la misma vida v ejemplo del difunto: per() anclaluz, vanidoso v, sol)re todo, dueño y señor absoluto (IC una fort una inniensa, ci mundo le parecIa estrecho y al virrev lo vela Va como tin grano de niostaza. En los primeros dias continuo en la t ienda recibien(l() los agasajOs V cumpiidos de todos los paisanos v vecilios; pero luego que tuvo tin l)uefl (lependiente, le entrego la negociacion, ascendiendo a! inancebo Iturguieta al rango de dependiente, con veinte pesos at flies, Con ci privilegio de dormir, no (lebajo. Sin() sOl)rC ci most rador. (le la misma manera ciue ci difunto Vengurren to habia elevado a él a tan alto puesto. Buscó una gran casa en la entonces aristocrat ica calle de Cordobanes, v la aniueblo con tod() el esplendor (IC la época. En los balcones y en las ventanas habia vidrieras, lujo que entonces se permitlan soli los millonarios v los tItuios de Castilla, La sala estal a adurnada con un friso o rodastrado (Ic (lamasco (Ic China, encarnado, v nitiel les flamencos con las äguilas aust riacas gral)adas en la madera e incrustados (Ic concha ncar v de rnarfil: en las paredes estaban colocadas unas pantallas (IC espejos venecianos, y del ecu t ro del techo pendIa u na gran ara na (IC pla t a para veinticuatr() l)ujias. El comedor de la casa era lo que habia que ver. 1. Tna mesa cuadrilonga (IC (l)s varas de largo v vara v media de 99

ancho, formada (IC una sola plancha de caoba: dos esquineros con sus alarnbrados lienos (le la rnas prirnorosa pot'aparador con cabezas celana de China, y en medio un de peones y esfinges de oloroso cedro en los remates, todo ileno, de arriba a al)ajo, de platos v de vasijas. No habIa una sola cosa en la casa que no fuese de plata: candeleros, piatos, vasos, y hasta ciertas cacerolas para ci servici() de la cocina, eran de este exquisito metal. Surtió sit de los vinos ms añejos, y sit de los muis exquisit.os comnestihies de La madre patria, e instalado asI, sin que pudiese faltarie nada de lo que en aquel tiempo servIa para el iuo y ci regalo, sentóse encirna (Ic sus talegas con más aplomo que el mismo Carlos III en sit elevado trono. —Si ci (lifUnt() Vengurren resucitara y viera est.o —decian aigunos— se volverIa a morir (Ic pesar. Pero otros tenlan a mucha prez y honor ci recil)ir sicluiera ci saludo del andaluz: V ipor Dios que jams hombre mas hiflCha(lO fli rnas vanidoso habia sentado sus reales en la ciu(lad (Ic Moctezunia! Luego que concluyó sus arregios (Ic casa, que no fueron largos, supuesto que ci dinero todo lo allana v facilita, escribjo a sit padre, a (1diz. A mao pare: Con mi (iltima Ic remit i unos cuant us ;rIarave(Ii ahora Ic mando cien talega (Ic peso para vos v lo bet'rnano, y para que se vaya a la corte a cunsegui para mi mucha nobieza, ci titulo (Ic conde de Soto Alegre, aunque bastante feo era v serA todavia ci de nuestra noble casa. No ha y que perde t jempo. so y muv rico, y lo que necesito ora es set- conde, v si se puce, virrey. Con que. . . treinta cosa a lo currito. Va esta misiva con ci reverendo que me ponia en la escuela comb un crucifijo. Le he (lao alguno mamavedi. para que pase alegre lo 'it imo dia (IC su vida en su convento de España, va que tanto ha pelao las nalga de lo muchachu de esta tierra. Pasaria bien, N , tin (ha (Ic esto (lame un brinco al condado de Soto Alegre. No hay que desniai. Todito

tosco

100

corte,

se pagarA a Ia el dinero que sea necesario en la let ra vista. Quedar COfl Dios, y 61 VOS guarde cornr) lo desea vucstro noble V amante hijo. Don Fulgenci() Hecho esto, Fulgencio, que lo que deseaba era figurar entre los hidalgos v los titulos (Ic rvlexico, abno su casa a los canonigos, a los oidoi'es. a los akaldes de mesta v a Los oficiales reales, v no faltaba iii ci contador (IC t ril)UtOs, Iii ci juez halanzario de la Casa de Moneda, iii el inquisidor mayor. Se tomal)a en casa (IC don Fulgencio Garcia tin I)Uefl chocolate, se rezal)a ci rosari() V la estacion a ]as ocho de la noche, v hast a las diez se jugaba a las cart as 0 se platIcaI)a (IC ins profesiones de las monjas, de los capItubs que los frailes celehrahan para elegir Provincial, o de las guerras t rernendas que sostenia ci augusto Carlos III con todas las pérfidas v barharas naciones (Ic Ia Fuiopa. Don Fulgencio era tin gran personaje: no habla cofra(ha de que no fuese hermano, ft igiesia (itiC lo (lejase de contar en ci nuniero de sus hienhechores. A tort unadainente. y a pesar (IC SOS ext)rintantes gastos, SUS liegocios than perfectaniente. pues la ant igua t tenda del Parimn, de Aguirrevengurren hermanos. conservaha so noml)re y so crédito. v las tit ili(ia(Ies eran tan pingues ('OI1U) antes. Las caitas de Espana no eran (Ic to mi.s sat islaclorias. Su padre be escri})ia quc. por rnIs pasos que hal)Ia dad() en Ia corte. no Ic habia sido posible of ra Cosa qne gastar una huena parte de los duros: pero que Ic juraba que todo saldrIa bien. "( 'nando in Jflfl(rtC V(nga —It escril )11 CI ViCJ() andiluz— Ic dire: ;at rIs, aguarda tin poc() 1 )cllaca, deja que ci chico don Fulgencio sea conde de Soto Alegre. v despues no haremo triza V vererno qiiien I)U( ma!' En estas alternativas v fluctuaciones estaha el asunto del conda(lo, cuando estallo de nuevo la gueia entre Inglaterra v España. Eta en ots virrev ci huen don Antonio Bucareh y. 101

amante de su patria como el que rnás, deseaba ayudar de una manera positiva a su sol)erano V humillar, poi su parte, al perfido ingles. HabIa pensado reunir una junta de los ricos V nobles (IC la citidad para pedirles Ufl donativo, v remitir a España la mayor cantida(l posible de dinero: 1lii5 no hahia encontrado una oportunidad hasta que, para sacarl() (IC este empeno, Ile ,,,() cuando menos se aguardal)a a Veracruz, la fragata "Covadonga", con pliegos muv importantes, pie tin extraordinario caminando COfl la velocitlad del FflV() apenas pu(lo I raer a la capital al cabo de cuatro (has. El virrey cOflVOC() entonces una junta en palacio. Poi supuesto que ninguno mando decir que estaba enfermo: ni mucho rnenos envió comb rasg() de esmerada educación a su (Iependiente. sin instruccion ninguna: por ci contrario: todos los citados se vist ieron con sus grandes casacones y sus chalecos (Ic lama (IC oro, sus (hamantes (Ic gran precio en lo vuelos de Ia camisa v Itivieron a mucho honor ci que ci viiTev tuviese la señaiada hondad (IC pedirles algo para avudar a la teal tesoretia (IC su rnuv ama(h) soberano. El l)ailio era hombre (Ic muv buenos m()dales: digno sin orguli() v amahie sin estudio ni afectaciOn: su gran nariz, un poc(; encorvada, sus ojillos pequenos: pero mansos v seienos. v Sit l)uca giande; peru franca, daban a sit fisonomI,i un aire de bondad v de honradez tal. que cautivahan a 10(105 los que lo trataban. Ademas. su alto cauicter v el respet 0 con que ent onces era mirada la aut oridad. cont ribuveron a quc Ia j unta tuviese mejor resultado. La recepcion se hizo eon ci ceremonial v caravanas de la epoca, .-N" (lespues que hUl)() saiu(lado) a todos los concurrentes. les dijo: —Señores: acabo de recil)ir pliegos de la corte. La guerra con esa I raido)ra pot eflcia (lUiefl. para desgracia (IC la España. ha tenido alianza v amistad en otras ocasiones, ha estallado de nuevo. —Con la I nglaterra, por stipuesto —objetO hruscamente Lin comerciante gordo v encarnaclo. —Con la Ingiaterra —continuO ci virre . repiendiefld() 102

(lulcernente con una mirada al que 10 habIa interrurnpido—, peio los desl)achos de S. M. me anuncian ciue ya el ingles traidor ha Ilevado su nlereci(k) castigo. lJn rnurrnullo (le entusiasrno interrunTlpu) al virrey; éste (lejo desalmgar tin mornento esa explosion (IC patriotiSflU), V prosiguio: —Decla que el inglés traidor ha sido castigado, v que Ia leal marina espanola, como siernpre, no s6lo ha dejado I)ien puesto ci honor, sino que ha hecho prodigios inauditos: en una palabra, os hare saber que, habiéndose trahado tin comhate, ha sido tornado al abordaje el navio ingles Ilarnado 'E! Ardiente", de 64 canones: aqui est&n los despachos de S. M. que no (IC jan duda de lo que (ligo. El virrey (ho los pliegos que tenIa en La mano a la persona que estaha ms inmediata, y asI fueron pasando de rnano en mano; unos los besaron, otros quedaban tan compiacidos y admirados, que parecia que no era un papel, Slfl() ci rnism() navio con sus 64 cañones, ci que pasal)a por las manos (Ic aquella patriot ica y respetable asamblea. El virrev crevo que la conserva estaba ya (Ic punto, Comb suele decirse, V contintió: —Ficiln1ente pensareis que lo qile S. M. necesita son prontos auxilios (le (liflero, y que todo lo espera (le sus fieles vasallos de Nueva España y. No pud() c()nciuir, porque el persoflaje que estaba a su (Lerecha lo interrumpiO, diciendo en voz alta: _11J COflSUiad() de Mexico se suscribe Con CiCfl mu Pesos. El virrev hizo COfi la cabeza una cortesIa al generoso cOnsul, e indico que siguiera la suscripcion, no teniendo, COflu) en efecto no tenla necesidad (IC ponderar más las victorias de La marina española. La suscripcion continuó. —El conde de PeñOn Blanco, cincuenta mil pesos. —EL marques de Sierra Azul, la misma suma. —EL duque del Rosario, cien mil pesos. —El Tribunal de Mineria, doscientos mu —dijo otro Con cierto orgullo. —Por Ia archicofradia ole San Hornobono —duo Un clé103

it() apergarninado. V (1UC tosia frecuenternente— ofrezco cient() cincuent.a mu. I()r la senora marquesa de la Agua Fria. olrezeo I rein! a mit pesos —(lijo tin al)ogado C()fl VOZ niuv suave V tenl)1orosa. (le nanera clue casi nadie lo ovó. —,Qu surna? —pregunto ci virrev. _ r F l.e i n t a mil pesos —vlvio a repet ir ci representante de La niarquesa, avergonzado de SU pequenez v miSeria. Fulgencio no pudo aguantar Va. —Señor virrev —dijo— creo que en esta junta no se viene a unsuitar a V. E., ni mucho iilenos al rev. ( 1 uand() menciono al rev, t oda la concuri'eflcia hizo una cortesia e inclino la caheza. —"Yo So y clarito, zeño virrev —C()fltiflU() Fulgencio— v V() que aqUi se eta-in ofreciendo cantidades que no alcanzan ni pa tin falucho. Se trata de aniquila pa sienipre La marina de ese perro hereje. V eso se lace con (undo. Yo ofrezco una fragata entera y verdadera de 64 canone. VereOS si es andaluzi 0 realida. ('on permiso, senor virrev. Se acercó a una mesa. tomo tuna piuma v un pedazo (le papel, v con uno de los porteros envio una carta. A OC() se present() ci dependiente Iturguieta seguido de una multitu(l (Ic cargadores COfl talegas Ilenas (Ic pesos. —( 'leo que hahra con medio millon de peso pa una e verda, zeñO virrev? fragata, El virrev v los demas asistentes se quedaron maraviIlados de La excentricidad del sucesor de Vengurren: per() CO() fuerza es adniirar V aun iiiiitir eSas grarules cosas, la suscripcion sulno a tal graclo, que sOlo do ella enviO ci virrev tres millones a La Peninsula. En cuantu a F'ulgencio, al dia siguiente recibio un par de divisas de capitan. Estaha loco, no sent ía ni el hueco que en su caudal hahia dejado ci donativo. Le hastaba con ser ('I capitdn don Puigeneio (;cxrcia Julio.

W.