El buen salvaje. Guillermo Moreno.

21 feb. 2009 - presidente el ingeniero Aranguren, el boicot a la compañía angloholandesa y el intento de compra de Shell
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CRÍTICA DE LIBROS

EL BUEN SALVAJE POR DIEGO CABOT Y FRANCISCO OLIVERA SUDAMERICANA 224 PÁGINAS $ 39

INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

El gran simulador Los periodistas Diego Cabot y Francisco Olivera entregan un retrato sin atenuantes de Guillermo Moreno, funcionario clave en la construcción de poder del gobierno kirchnerista, y refutan varios de los mitos que rodean su figura POR ASTRID PIKIELNY Para La Nacion

E

n El buen salvaje. Guillermo Moreno. La política del garrote, hay una doble biografía: la que los autores reconstruyen sobre el polémico secretario de Comercio Interior, y la que el propio Moreno ha inventado y difundido a modo de mito o leyenda: por ejemplo, la de un pasado comprometido con los derechos humanos y un exilio en Brasil que sus allegados y compañeros del justicialismo se encargan de desmentir. Una sobreactuación y operación discursiva similar a la de sus jefes políticos. La biografía real incluye una ferretería industrial en San Martín, un divorcio, un pasado militante en la Circunscripción 17 de la zona Las Cañitas y la única elección ganada en su vida: la de presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UADE. “Custodio de precios, escudriñador de los más ocultos costos empresariales, creativo de las estadísticas, militante disciplinado, amenazador teatral, trabajador tempranero, economista heterodoxo o acomplejado, arrogante negociador, patotero de la Corona; cualquier definición podría caberle al hombre elegido por Néstor y Cristina Kirchner para relacionarse con el establishment argentino”, escriben Diego Cabot y Francisco Olivera, responsables también de Hablen con Julio, una investigación sobre Julio De Vido, la otra pieza clave en la construcción del proyecto kirchnerista. A lo largo de doscientas páginas los autores reúnen testimonios y anécdotas que caracterizan el estilo de Guillermo Moreno. La amenaza, la confrontación, el acoso, la asfixia a ciertas empresas y el perfeccionamiento de la técnica del apriete encuentran en el Secretario de Comercio Interior un candidato ideal y funcional a la arquitectura kirchnerista y a un sistema de acumulación de poder: “lograr que algunos grupos económicos

14 | adn | Sábado 21 de febrero de 2009

Moreno MAXIE AMENA

La amenaza, la confrontación, la asfixia a ciertas empresas y el perfeccionamiento de la técnica del apriete encuentran en el Secretario de Comercio Interior una figura funcional a la arquitectura kirchnerista abran sus puertas a capitales nacionales, a veces estatales o amigos”. Bautizada por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna como “capitalismo de amigos”, la estrategia intervencionista y dirigista de Guillermo Moreno, avalada por el poder político, tiene un objetivo preciso:

ganar participación en las compañías de manera directa o indirecta, a través de empresarios afines al kirchnerismo. Los autores abordan el vínculo con los sucesivos y fugaces ministros de Economía que el propio Moreno se jacta de “haberse cargado”, y describen la relación del funcionario con las empresas petroleras, en particular, con Shell y su presidente el ingeniero Aranguren, el boicot a la compañía angloholandesa y el intento de compra de Shell por parte de Enarsa y Epsur. Una mención aparte merece el atropello y copamiento de espacios técnicos como el Indec, con un prestigio construido a lo largo de varias décadas y pulverizado en unos pocos meses después de la intervención del organis-

mo para alterar los indicadores de precios y la composición de su cúpula. La adulteración de los índices de inflación generada por Moreno y defendida por la Jefa de Estado y parte de su entorno es hoy la principal causa de la crisis de credibilidad de una gestión que enarbola la defensa de los sectores vulnerables, paradójicamente los más perjudicados por el impuesto inflacionario. En la Argentina de 2009, la ficción estadística y la desconfianza generalizada se imponen por igual e hipotecan toda posibilidad de planificación seria y responsable. Más allá del folklore en torno a la avanzada morenista en el Indec hubiera sido no sólo oportuno sino necesario analizar en profundidad los efectos catastróficos a mediano y largo plazo: la ausencia de indicadores confiables impide tener una radiografía certera y, en consecuencia, el diseño de políticas de Estado se vuelve una tarea ímproba. “Ilusionista de precios, actuó de matón con cuanto ejecutivo tuvo delante; humilló en público a dirigentes de diversos sectores; intervino compañías y negoció precios con supermercados franceses, chinos o chilenos. Militó; saltó en la Plaza de Mayo; cantó la marcha y armó su tropa, con la que corrió a palazos a caceroleros rurales en la Quinta de Olivos un sábado a la noche; prohibió exportar carnes, pidió, con éxito rotundo, renuncias de ejecutivos de multinacionales; redactó comunicados difundidos después como propios por los empresarios; decidió, en plena crisis energética, a quién cortarle y a quién no, qué horno y qué bombita se apagaba…”, afirman los autores. Así, intentan dar respuesta a uno de los interrogantes fundamentales: por qué un funcionario de estas características, que no ha logrado cumplir con los objetivos que se le han encomendado –como mantener a raya la inflación y evitar el desabastecimiento–, es ratificado y defendido a ultranza por el matrimonio Kirchner. © LA NACION