Moda & Belleza
POR MARIA ELENA BAGGIO
AL PORTADOR
Página 14/Sección 5/LA NACION
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Jueves 20 de diciembre de 2007
Una sorpresa lista para usar, cheque-regalo o gift certificate Para solucionar la incertidumbre de no saber qué regalar, si va a gustar, si el talle está bien, si es realmente lo que la otra persona espera, si le va a dar uso..., desde hace unos años se están imponiendo en el mercado los gift certificate. Una modalidad que no es nueva, pero que se ha hecho popular por la variedad de productos que se pueden adquirir. Todo, certificado, tarjeta, voucher u orden de compra mediante. “Lo más difícil de regalar son los servicios –cuenta Mónica Colmegna, dueña del Spa Colmegna–, por eso cuando abrí el spa pensé en la idea del Cheque Colmegna, donde se puede incluir servicios de baño turco, sauna, masaje, un día completo de spa o un abono mensual de sesiones de belleza y salud.” De esta manera regalar descanso se torna mucho más original, sólo basta contratar los servicios que se desean regalar (desde $ 100 en adelante), luego se imprime el cheque con los datos de la persona en cuestión y se lo obsequia en un sobre bien paquete. De la misma idea son en el Ahin Wellnes & Spa del Palacio Duhau donde se puede elegir cualquier ritual de belleza a partir de $ 400 y regalarlo en un certificado para que la agasajada lo use en el momento que decida. Según dicen, el motivo de los certificados de regalo es para simplificar tanto la tarea del que compra como la del que recibe, porque no hay peor cosa que regalar algo inútil, o que sí o sí merezca la molestia del cambio, y ni pensar de entregar el dinero en un sobre, cosa que a más de uno le parece una ofensa. Para evitar esas cuestiones, otro de los que sigue la tendencia es Roberto Giordano, que en todas sus peluquerías ofrece el tarjetón de regalo para corte, color y peinado, o hasta para un cambio de look completo incluyendo manicuría y pedicuría. “Muchas veces el tarjetón lo compran hombres para novias o esposas, también mujeres que quieren regalárselo a sus madres o hijas”, explica Silvia Guevara, encargada de RG casa central. Ahora, según la experiencia de los comer-
ciantes, los rubros más difíciles de regalar son librería, música y perfumería, pero para eso también hay opciones. En las librerías Yenny y El Ateneo existen las Gift Cards, especie de tarjetas de crédito con montos que van de $ 25 a 100 para comprar libros, DVD y música. “En muchos casos el cliente prefiere comprar la tarjeta justamente para que el otro elija según sus gustos y necesidades.” Además, tiene
la comodidad de que no lleva nombre ni apellido y puede usarse en cualquier sucursal”, explican en los locales. En cambio, el desafío para la cadena de perfumerías Rouge fue crear una forma simple de regalar algo tan personal como una fragancia. Ideó el Perfume Gift, un cofre que viene con 6 muestras de perfumes a elección más un cheque que lleva el nombre de la persona indicada. ¿Cómo funciona? La persona a quien le regalan
el cofre prueba las seis propuestas y elige la preferida. A partir de ahí tiene un año para presentarse con el cheque en cualquier punto de venta Rouge y a cambio se le entrega el perfume escogido.
Ropa, casa, tecno Si se piensa que a las mujeres, y por qué no también a los hombres, les encanta hacer shopping en Alto Palermo pueden despuntar el vicio con los AltoCheks: órdenes de compra que se adquieren en el stand de servicio al cliente especificando la cantidad de cheques y sus valores para que el usuario los presente como medio de pago en cualquiera de sus locales. Así, el portador puede comprar en un solo lugar desde ropa, zapatos y joyas hasta tecnología, mobiliario y artículos de deporte. ¿Pero qué sucede cuando se tiene en mente regalar algo para la casa? Fácil, Easy tiene la manera de regalar a través de las Tarjetas de Regalo Easy, que se exhiben en línea de cajas. Las hay de $ 50, 75 y 100, y con leyendas alusivas según la ocasión. Algo parecido intentan hacer las casas de electrodomésticos, aunque por ahora sólo para venta empresarial. Frávega y Garbarino son el ejemplo, ambas con vouchers personalizados que pueden ser por producto o monto determinado, y que permiten al beneficiario elegir libremente. “Para las empresas es práctico, accesible y lo usan como un incentivo para el personal evitando el manipuleo y la logística de la mercadería”, explican en Garbarino. Y si aún están las ganas de ser más creativo, hasta un paseo en globo aerostático se puede regalar con un vale. Desde el sitio www.cuatrovientos.4t el piloto Adrián Barozza invita a pasear por el aire durante 45 minutos por la zona de Luján o Capilla del Señor, ambos a 80 km de Buenos Aires. Lo más divertido es que se puede contratar el vuelo para otro y enviarle la invitación con los datos del piloto para sumarse a la travesía aérea, a $ 300 por persona.
RECUERDOS La Navidad en la memoria: experiencias de buenos momentos y grandes expectativas Cada Navidad trae esperanza, encanto y deseos de festejar. Pero siempre hay una que permanece en la memoria como la mejor, al menos así lo confirman algunos diseñadores…
Evangelina Bomparola: “Mis mejores Navidades comenzaron cuando me convertí en madre. La primera fue la de 2002, cuando Beltrán tenía un año y medio, y esperaba ansioso a Papá Noel y sus regalos. A partir de ese momento, los momentos felices se fueron superando y este año serán Beltrán y Esmeralda quienes estén a la expectativa. Nuestras Navidades son siempre en casa, con la familia”.
Jazmín Chebar, diseñadora: “Me gusta decorar la casa. Amo las Navidades bien Navidades, con mucho rojo, blanco y verde, llenas de Papá Noel y medias con caramelos. Desde chica me encanta armar el árbol y adornarlo, y sobre todo, desde que nacieron mis hijos, Jaime y Félix, que me ayudan. Recuerdo con mucho cariño la primera vez que mi abuela Chaca me llevó a Harrods a ver a Papá Noel. Era un
clásico de esa época. Cuando lo vi no podía creer: era un Papá Noel gordo, con una barba blanca espesa sentado en un sillón enorme, rodeado de renos y paquetes de regalo. Hice la cola de la mano de mi abuela y cuando llegó mi turno, Papá Noel me alzó, me dio un beso y le di mi carta. No me quería ir, quería que fuera Navidad todos los días”.
Mony Rivas, dueña de Chocolate: “Tengo presente una Navidad que pasé en Nueva York, con mi familia, cuando mis hijas tenían 5 y 9 años, con 10°C… Fue una Navidad blanca con toneladas de nieve, decoraciones en las vidrieras con casitas hechas con golosinas verdaderas que las chicas sacaban y comían. Corrían y festejaban la caída de la nieve, queriendo agarrar cada copito. Nos divertimos mucho. El otro recuerdo es el de una Navidad que pasamos en Pinamar en la playa, muy distendidos, con mesas decoradas con ramas de muérdagos
que arrancaba de mi enorme árbol, y con mucho tiempo para conversar y festejar por horas y horas, sin ningún apuro. Relax total. Momentos cercanos a lo que llamamos felicidad”.
Clara Ibarguren: “La Navidad es una fiesta para estar en familia. Tengo lindos recuerdos de mi infancia con mis padres, mi hermana Malena, mi tía y primos. La mejor fue cuando vivíamos con mi marido e hijas en Don Torcuato. Juntábamos a las dos familias. Eramos un montón. Mi sobrino, que es músico, trajo un piano y un micrófono; cantamos todos, tiramos bengalas, repartimos regalos; hubo mucha risa y amor. Estas fiestas vamos a volver a juntarnos en nuestra nueva casa de Tigre, con la ilusión de que esta Navidad vuelva a ser una fiesta”.
Sol Acuña, de Rapsodia: “Cuando era chica, toda mi familia (primos, abuelos y tíos) esperábamos siempre a Papá Noel. Era la ilusión máxima: noches silenciosas, vestidos de fiesta, con la mesa puesta muy linda y comida espectacular. Después, salíamos a ver
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las estrellas y a esperar que alguien dijera que había escuchado un ruido y que podía ser Papá Noel. Entonces, no habríamos los regalos a la noche, sino por la mañana, y dormía en un colchón en el cuarto de mis padres porque me daba miedo... Ahora viendo a mi hija, Azucena, que espera a Papá Noel con la misma ilusión, recuerdo mi infancia adorable e inocente”.
María Cherñajovsky, de María Cher: “Una vez, cuando tenía 6 años, mis padres me dijeron que lamentablemente en el arbolito no habría regalo porque ese año Papá Noel no vendría a casa. Me fui a dormir un poco triste y después de la medianoche me despertaron, pero no venían solos, traían una bicicleta rosa, que era lo que más quería desde hacía tiempo. Aprendí que tras las decepciones, luego viene una buena sorpresa; es lo mejor que te puede dar la vida”.
Andrea Salgueiro