Cuando el misterio queda intacto

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EL MUNDO INCIERTO DE VIKRAM LALL

CRÍTICA DE LIBROS

POR M. G. VASSANJI

BIOGRAFÍA

Cuando el misterio queda intacto

CLARICE, UNA VIDA QUE SE CUENTA POR NÁDIA BATTELLA GOTLIB ADRIANA HIDALGO TRAD.: ÁLVARO ABÓS 669 PÁGINAS $ 77

on perdón de la palabra, soy un misterio para mí”, escribía Clarice Lispector. Pero también escribía – y Nádia Battella Gotlib lo utiliza como epígrafe– que “elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano”. ¿Cómo descubrir el verdadero rostro debajo del disfraz que ella parecía estar siempre procurando, si la máscara no es una sino muchas, si hay varias Clarices que se superponen, se confunden, se reemplazan, se contradicen? ¿Cómo hallar indicios para descifrar ese misterio si ella misma se desgarraba en ese empecinado rastreo interior? Sin duda, el camino no era el de la biografía convencional. Battella Gotlib debió ensayar otro procedimiento. Ya que uno de los rasgos más interesantes de la gran escritora brasileña residía en que ella era su propio personaje, hurgó en cada línea de sus obras, en cada crónica periodística, en cada reportaje concedido, en cada palabra pronunciada, en la correspondencia que mantuvo con parientes y amigos durante los largos años del exilio forzado por las obligaciones diplomáticas de su marido, tratando de hallar en lo que esos textos exponen, en lo que sugieren por vía metafórica y aun en lo que ocultan, todo lo que pudiera leerse como testimonio de la propia circunstancia personal. Las pistas, digamos en términos no casualmente policiales, que al entrelazarse con los datos objetivos y documentados conducirían a una suerte de autobiografía involuntaria de la escritora. La “vida que se cuenta” según quiere el título del volumen. Por cierto, la biografía de la admirable creadora brasileña ofrecía poco de novelesco, más allá del hecho de haber nacido en un pequeño poblado (Tchechelnik) durante el largo viaje a América que sus padres emprendieron desde otra aldea de Ucrania. Llegada a Brasil cuando Clarice tenía poco más de un año, la familia se estableció en Maceió

18 I adn I Sábado 17 de noviembre de 2007

primero y después en Recife, donde la pequeña inmigrante judía empezó a escribir aquellos primeros cuentos que le eran invariablemente rechazados por la sección infantil del diario local porque no contaban hechos reales: “solamente contenían sensaciones y emociones vividas por personajes ficticios”. Quizá por la misma razón, varias décadas después, darían por concluida su columna semanal en el Jornal do Brasil, un medio

Clarice Lispector ARCHIVO

a través del cual su nombre, ya consagrado entre la elite intelectual desde la época en que publicó su primera novela, Cerca del corazón salvaje (1943), se había hecho popular. Entre un suceso y otro, desarrolló una obra que aborda, desde una visión personal casi existencialista y con un lirismo muchas veces perturbador, el dilema humano y trasciende la circunstancia geográfica y temporal, ya a través del cuento o de la novela (La pasión según G. H., La hora de la estrella), ya en el ejercicio de la crónica. Los libros infantiles y las columnas “femeninas” que firmó con seudónimo también son objeto de la mirada vigilante de Battella Gotlib, en cuyo esforzado trabajo se advierte el apasionamiento por

Una doble nostalgia L

el tema y la agudeza de la observación, pero también un desmedido apego por el material acopiado y cierto desorden expositivo, cuando no ligereza en su procesamiento e interpretación. De la voracidad documental de la autora y de su extremado empeño de no descartar ningún pormenor que tuviera con ver con la historia personal de Lispector, por insignificante que fuese, hay indicios tempranos. Consignará, por ejemplo, los nombres y los destinos de tíos y primos que también emigraron a Brasil y con la mayoría de los cuales Clarice no tuvo relación más allá de algún contacto esporádico durante la infancia; indagará en la página de Navegación del Diario de Pernambuco para poder inferir que la familia Lispector llegó el 24 de marzo de 1922 a Maceió, previa escala en Recife. Poco para saber algo más de la personalidad de la autora de La manzana en la oscuridad y mucho menos para desentrañar parte de ese misterio que Lispector misma –mujer bella, inteligente, ansiosa, sensible, angustiada por el hecho de no saber por qué vivía y capaz de construir una singular obra literaria con esa incertidumbre– contribuyó a erigir en torno de su figura. Están fuera de dudas la laboriosidad y el detallismo con que Battella Gotlib reunió información y ese es mérito que debe reconocérsele porque hay bastante de novedoso en el material acopiado. Pero un criterio algo más riguroso habría beneficiado a un volumen cuyas 530 páginas, sin contar bibliografía y notas, pueden resultar abrumadoras. Al cabo de la lectura, queda el eco de la voz de Lispector cuando en una crónica de 1968 concluía su evocación del temprano descubrimiento de la unión amorosa confesando: “Lo más sorprendente es que, incluso después de saber todo, el misterio quedó intacto”.

a nostalgia de un primer amor perdido, ya sea por una persona o por un país, es el centro doloroso, insustituible en la memoria, sobre el que oscila El mundo incierto de Vikram Lall, del escritor nacido en Kenia, pero residente en Canadá, M. G. Vassanji (Nairobi, 1950). La añoranza del que ha sido poseído por esos dos tipos de amores puede llegar a ser “un don”, aunque también puede convertirse “en una maldición”. Si no, ¿cómo entender que un fugitivo de lujo, como el millonario Vikram Lall, acusado en su país de nacimiento, Kenia, de malversación de fondos y enriquecimiento ilegal, se empeñe en regresar al lugar donde se lo espera para acabar con él? África, desde el período muchas veces sangriento de las luchas de independencia, durante los años cincuenta, hasta las últimas décadas del siglo XX, con la llegada de la descolonización y la formación de los primeros gobiernos dictatoriales, es un tema turbulento, evocador de grandes injusticias, éxodos, venganzas y prejuicios raciales, de inflamados idealismos y no menos ansias y esperanzas truncadas. Esta enorme carga de pasión, escepticismo y melancolía pone en pie la novela de Vassanji, en la que abundan los lugares “inciertos”, ambiguos, territorios donde todo se mezcla, como las culturas y las razas que recalaron en Kenia. Sirviéndose de una narración en primera persona, en forma de memorias escritas desde un exilio en Canadá, el autor nos acerca, desde la ficción, a la historia de sus ancestros, de origen indio, que fueron un día a trabajar como obreros de la construcción en los ferrocarriles keniatas, para instalarse más tarde como prósperos comerciantes. Estas familias indias, que durante tres generaciones vivieron y vieron nacer a sus hijos en Kenia, se vieron obligados a abandonar su país después de la independencia. Lo hicieron precipitadamente, malvendiendo sus propiedades, en migraciones masivas. Los que en la época de la colonización veían vedado su paso a zonas clasificadas “sólo para europeos”, con la descolonización se verían excluídos de países recién creados “sólo para africanos”.

Fernando López

Mercedes Monmany

© LA NACION

© ABC

Aunque incluye gran cantidad de material novedoso, este retrato de una de las narradoras más originales del siglo XX se ve en gran medida resentido por su propia voracidad documental

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SALAMANDRA TRAD.: GEMMA ROVIRA ORTEGA 445 PÁGINAS $ 58