CRÍTICA libros
De regreso al siglo XIX
Especies en peligro de extinción
Mauricio Sáenz
Martín Gómez
M
uy al estilo de Gunter Wallraff, el periodista alemán que en los años setenta y ochenta escandalizó con sus reportajes de inmersión, el francés Jean-Baptiste Malet se introdujo de incógnito en las entrañas de Amazon, la gigante comercializadora por internet propiedad del famoso Jeff Bezos. Y lo que encontró, consignado en su libro En los dominios de Amazon. Relato de un infiltrado, conforma una de las revelaciones periodísticas más impresionantes de los últimos años. Infiltrarse era la única manera de conocer de primera mano los procesos que usted o yo ponemos en marcha al hacer una inocente compra en Amazon. En efecto, era iluso pensar que los empleados de la empresa hablarían de su trabajo con un periodista si ni siquiera lo pueden hacer con su propia familia. Malet presentó una solicitud de trabajo temporal en la planta de Montelimar y no se le dificultó demasiado atravesar los estrictos controles. Al fin y al cabo, a sus 26 años le fue suficiente con ocultar su profesión para encajar perfectamente en el perfil de los aspirantes típicos, jóvenes desempleados para quienes Amazon significa el último recurso. Los trabajadores de esas plantas de acopio de libros y artículos, que abarcan una superficie equivalente a cinco campos de fútbol, se reparten en dos grupos principales: los pickers, encargados de recoger en carritos los libros o ítems comprados, y los packers, quienes los empacan para enviarlos al comprador. Malet escogió ser picker, con la idea de hablar con el mayor número posible de sus compañeros, pero encontró que eso era imposible. No solo porque tienen prohibido hablar, sino porque son animados a denunciarse entre sí cuando lo hacen. Y porque los datáfonos que cargan consigo para saber qué artículo deben recoger y en dónde se encuentra también sirven para que los supervisores monitoreen su trabajo y el sitio en que están. Sin embargo, llegó a su primera certeza muy pronto: al final de cada jornada, a pesar de su juventud y buen estado físico, apenas podía tenerse en pie. Al fin y al cabo, en cada turno alcanzaba a recorrer a pie al menos 20 kilómetros, con dos pausas de solo cinco minutos en los que apenas descansaba sin hablar con nadie. “Nunca
H
En los dominios de Amazon. Relato de un infiltrado Jean-Baptiste Malet Trama Editorial $43.100 • 110 páginas
antes en mi vida me había parecido que el solo hecho de sentarse fuera tan agradable”, dice. Por su parte, los packers permanecían de pie frente a sus mesas de trabajo haciendo labores repetitivas durante siete horas, y terminaban igual o peor de exhaustos. La jornada es tan extrema que quienes no alcanzan a alimentarse adecuadamente, sin apetito por el cansancio de la anterior, suelen desmayarse. En ese ambiente orwelliano de control total, donde el desempeño de los trabajadores es medido al minuto, y constantemente se les está exigiendo más y más rapidez y eficiencia, suena extrañamente siniestro el lema que los supervisores les machacan permanentemente para motivarlos : “Work hard, have fun, make history”: trabaja duro, diviértete, haz historia. Lo que quiere decir, en realidad, mátate un poco cada día por 9,7 euros la hora, sin esperanzas, para contribuir al éxito de Amazon, que en 2012 facturó 61.000 millones de dólares. Malet dedica buena parte de su libro a criticar la forma como Amazon ha ido aprovechando las ventajas tributarias que le dan los gobiernos locales, encantados con mejorar sus índices de desempleo, para dejar sin piso el negocio de miles de pequeñas librerías. Sin embargo, el texto es sobre todo un clamor en defensa del trabajador y de las conquistas sociales obtenidas con enormes dificultades desde comienzos del siglo xx. Las prácticas laborales que describe, que parecían perdidas en la noche de los tiempos, revelan el lado tenebroso de la revolución tecnológica, que cada vez se parece más a la industrial, con su carga de sobreexplotación y deshumanización brutal en función de una avaricia empresarial cada vez más desatada.
oy en día la supervivencia de las librerías y otros puntos de venta de libros se ve amenazada por las plataformas de comercio electrónico que venden mercancías físicas y contenidos digitales de toda clase, por lo que Librerías podría ser un inventario de especies en peligro de extinción en el que se percibe un aire de nostalgia por un mundo cuyo Apocalipsis parece acercarse inevitablemente. En su libro, Jorge Carrión recorre como turista y viajero un circuito internacional de librerías llevando consigo el pasaporte imaginario que tienen “quienes se proclaman sin nación y por encima de las leyes”. En su relato de viaje que traza un mapamundi compuesto por los sellos de los lugares a los que ha ido, Carrión lleva al lector de visita a decenas de librerías ubicadas en ciudades que ocupan un lugar central en nuestro inconsciente colectivo y en otras que se encuentran en su periferia o que ni siquiera figuran en él. Se trata de un texto que no solo exuda fetichismo por las librerías, por los libros y por las celebridades literarias, sino que además está lleno de mitos y lugares comunes porque en gran parte de eso está hecho el imaginario libresco. Carrión señala la doble dimensión simbólica y económica de la librería al tiempo que destaca su rol como espacio de resistencia, activismo y apertura evocando casos como la Librería del Pensativo en Ciudad de Guatemala o la Librairie des Colonnes en Tánger. Stalin, Hitler y otros dictadores fueron amantes de esas “trincheras de lectura política” donde a menudo se venden libros prohibidos y se burla la censura. Y no hay que olvidar que en su momento la Shakespeare and Co. en París, la City Lights Books en San Francisco o la Peace Eye Bookstore y la Gotham Book Mart en Nueva York fueron potentes focos de la contracultura. Además de tiendas de libros, las librerías son centros culturales y cada una de ellas es recordada por las figuras que al coincidir allí en alguna época le han dado vida dejando una huella en la memoria colectiva. De ahí que ciertas librerías míticas terminen convertidas en atracciones
turísticas, museos o templos de culto para bibliófilos. Las ciudades evolucionan con el paso del tiempo y las librerías no son ajenas a este proceso. Así como son muchos los espacios que han pasado por un proceso de resignificación al ser convertidos en librerías –“hoteles, estaciones de tren, cines, iglesias, palacios, bancos, imprentas, galerías de arte o museos”–, la naturaleza de éstas también ha cambiado con la ampliación de su oferta: allí se sirven bebidas o comidas y los libros, los bolígrafos y las libretas conviven no solo con películas y discos sino también con productos de electrónica de consumo, suvenires, mapas y accesorios asociados a su entorno geográfico o temático. A la función de café o restaurante de la librería se le ha sumado la de una boutique. La oferta de una librería representa el estado de cosas y las aspiraciones de la sociedad que la alberga. Y como instancia de prescripción la librería contribuye a la definición de un canon al decidir “a qué lecturas va a tener acceso la gente, cuáles se van a difundir y por tanto van a tener la posibilidad de ser absorbidas, desechadas, recicladas, copiadas, plagiadas, parodiadas, admiradas, adaptadas, traducidas”. Si la evolución de las especies se obstina en acabar con las librerías, que este libro quede para la posteridad como un testimonio arqueológico de una era que puede acabarse dentro de pocos años.
Librerías Jorge Carrión Anagrama $54.900 • 334 páginas
PA R A Q U E L EA
C
iudad y arquitectura, el libro de la arquitecta y profesora de la Universidad Nacional Silvia Arango, editado por el Fondo de Cultura Económica, pone de manifiesto un aspecto tan evidente como fundamental de la arquitectura y el desarrollo urbano: son sus habitantes quienes construyen la historia de las ciudades. Una investigación de quince años que a partir de los procesos vitales de seis generaciones se propone consolidar una noción de la unidad latinoamericana moderna.
28
E
l argentino Sergio Ken es el encargado del diseño de Cortázar de la A a la Z, el álbum fotográfico que Alfaguara acaba de publicar. De la palabra Abuela, ilustrada con la fotografía de la abuela materna de Cortázar, al vocablo Zzz…, acompañado de un diálogo del capítulo 41 de Rayuela, el libro teje la vida del escritor a partir de fotografías, primeras ediciones, manuscritos y objetos personales. “¿Por qué un álbum de Cortázar?”, se pregunta el editor Carles Álvarez Garriga. “Porque no podíamos esperar más”, responde.