Con espíritu de broma musical

26 jun. 2010 - Una gran producción para una pieza amateur. Ante el suceso de la saga de Cre- púsculo era cantado que el
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Espectáculos

Página 6/LA NACION

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Sábado 26 de junio de 2010

TEATRO (Platea infantil)

Opinión

PorJuan Garff

Con espíritu de broma musical Caracachumba logró, con este espectáculo, el justo equilibrio entre música y puesta Muy buena ((((

Caracachumba a la carta. Intérpretes: Marina Sauber, Florencia Steinhardt, Javier Estrin, Silvio Cattáneo, Pablo Moral y Violeta Naón. Vestuario y escenografía: Azul Borenstein. Dirección musical: Javier Estrin. Puesta en escena: Martín Joab. Dirección general: Florencia Steinhardt. En el Metropolitan 2, Corrientes 1343. Sábados, domingos y feriados, a las 16.30 (mañana no hay función).

una sonrisa puesta. Decididamente, Caracachumba ha logrado con este espectáculo un equilibrio entre la música y la puesta en escena en clave de humor, en la culminación de una búsqueda continua que pasó por etapas diversas. La teatralidad no aparece aquí como una muleta para reforzar la atracción de la música, sino como un interlocutor natural de las canciones.

Genuina impronta ¿Qué tienen en común el “Souflé marinero” con la “Salsa de ananá”, el “Revuelto de Candombes” y la “Sopa de mariposa”? Que suenan bien. Los temas del nuevo show del grupo musical Caracachumba cuentan con los ingredientes justos para transformarse en un delicioso menú degustación de los veinte años de trayectoria del conjunto liderado por Florencia Steinhardt y Marina Sauber. Hay momentos de jolgorio musical, de puro juego, como en el de las sillas. Y otros casi intimistas, como el de la “Brochete de instrumentos” sobre la “Samba de una sola nota” de Jobim. Pero siempre en el marco de una convocatoria a parar la oreja con

Sin perder la impronta musical claramente rioplatense –con algunas excursiones que llegan, pasando por ritmos brasileños, hasta las costas del Caribe–, Caracachumba a la carta se sostiene a lo largo de los temas también por su ritmo teatral, hilvanado en buena medida por las intervenciones de la clown Violeta Naón. Su aporte no se restringe a ilustrar jocosamente la música, sino que llega a convertirse en algunos tramos en auténtica antagonista de los intérpretes musicales. En otros introduce y acompaña los temas en un contrapunto sutil hecho de gestos y palabras frente a la armonía de acordes y letras.

Pero la puesta en escena de Martín Joab y la dirección musical de Javier Estrin tienen el mérito además de involucrar a los músicos en el juego humorístico, manteniendo sin embargo siempre en primer plano su rol musical. No necesitan decir palabra en la sonoridad rítmica del “Guisito de lijas” para que alcance a los espectadores de todas las edades el espíritu de broma musical que caracteriza todo el espectáculo. Emprenden una escalada de humor en el viaje del marinero que debe seguir las instrucciones de las sucesivas estrofas aun a costa de perder el rumbo. El vestuario y los elementos escenográficos de Azul Borenstein aportan lo suyo a la alegre luminosidad del recital. Sugieren los personajes evocados por las letras de las canciones sin necesidad de replicarlos de modo lineal y contribuyen a crear climas como con los móviles de mariposas que sobrevuelan la platea. Un triple postre musical no logra establecer una sensación de saciedad. Chicos y grandes salen de la sala tarareando con sabor a más.

Por Ernesto Schoo

Teatralidad La obra se sostiene también por su ritmo teatral, hilvanado por las intervenciones de Violeta Naón

El secreto de los dos samuráis

(Piedra libre) N El vuelo de la gaviota. Hoy estrena

Una gaviota afortunada –basada en un relato de Luis Sepúlveda–, una producción del Grupo de Titiriteros del San Martín, con dirección de Mabel Marrone. En el Teatro San Martín (Corrientes 1530), sábados y domingos, a las 16. $ 15.

N Recreando a María Elena. Diego Ramos protagoniza una versión circense de los temas de María Elena Walsh en Descubriendo el País de Nomeacuerdo. En el ND Ateneo (Pa-

raguay 918), sábados y domingos, a las 16 (mañana no hay función). N Pequeño héroe. El grupo de titiriteros Libertablas recrea en David y Goliath la historia bíblica del joven pastor que derrota al gigante. En la Biblioteca Nacional (Agüero 2052), mañana, a las 12. Entrada libre. N Vuelve Adriana. La cantante vuelve con su nuevo show, Fiesta de disfraces. En el Astral (Corrientes 1639), sábados y domingos, a las 17. $ 30.

Los vampiros cantan bien, pero no actúan Una gran producción para una pieza amateur Regular ((

Noctámbulo. Libro: Ariel Iannotti. Música: Alejandro Zanzi. Intérpretes: Ariel Iannotti, Fernanda Neil, Pablo Heredia, Germán Barceló, Lourdes Estrella, Nadia Ale, Martín Segura, Sebastián Pavón, Tatiana Ramírez, Nicolás Ricco, Camila Rodríguez, Mariano Scollo y Débora Trautman. Coreografía: María José Vexenat. Escenografía: Cecilia Much. Luces: Fernando Diyorio. Dirección general: Jorge Mazzini. En el Broadway, los lunes, martes y miércoles, a las 20. Duración: 120 minutos.

Ante el suceso de la saga de Crepúsculo era cantado que el teatro iba a hacerse eco. Y qué mejor que el género musical para atrapar una historia de amor contemporánea de vampiros. Noctámbulo no está basada en aquella saga, pero su línea argumental central se circunscribe a una historia de amor entre un joven vampiro y una chica humana... sólo que en Buenos Aires. Lo que ensucia esa idea y hasta la ridiculiza es una estructura que subvierte cualquier regla dramatúrgica. Por momentos, la obra roza el disparate y hay un desequilibrio enorme entre las escenas de texto hablado y las musicales. Las primeras son larguísimas, con justificaciones argumentales y resultados bizarros (en el sentido anglosajón de la palabra) sin pretenderlo. Por su parte, la puesta en escena de Jorge Mazzini pierde el equilibrio, por momentos, y es sumamente estática, en otros. Hay efectos especiales. Nieva sobre los espectadores y en algunos tramos la bru-

ma inunda el escenario... y también la platea. Cuando ese humo espeso avanza sobre los espectadores de las primeras filas, que se cubren de esa especie de efecto “Islandia”, quien esto escribe pensó por un instante si no se trataba de una broma de ShowMatch para todos los que allí estábamos. Se podría ocupar mucho espacio contando detalles de este fallido musical, con una producción que cualquier obra envidiaría. Pero no tiene sentido. ¿Tenía algo bueno Noctámbulo? Sí, claro. La partitura de Alejandro Zanzi, sin dudas, es lo auténticamente rescatable de esta propuesta. Con ritmos modernos y melodías que lo descubren como un conocedor del código teatral, este compositor es un hallazgo para tener muy en cuenta. Asimismo, es destacable el diseño de vestuario y de máscaras de Soledad Arabito y Eliana Di Bussolo. La calidad de las voces en el elenco es de lo mejor, aunque en lo interpretativo todo es de una heterogeneidad que vuelve a la propuesta amateur. Tarea complicada para Mazzini, que hizo lo que pudo. La mayor falla es la elección del protagonista, Ariel Iannotti. No es actor y está en escena casi toda la obra, eso provoca momentos inverosímiles. Pero así como hay que tener en cuenta al compositor, también es bueno conocer a Fernanda Neil y Germán Barceló, muy buenos intérpretes integrales, pilares de este elenco. Sus momentos musicales, definitivamente son los mejores.

Pablo Gorlero

Ariel Iannotti y Fernanda Neil, protagonistas de esta historia de vampiros

Cada vez que en Occidente hablamos de teatro japonés, de inmediato nos remitimos a las dos variantes más conocidas, el kabuki, o teatro popular, y el noh, o teatro ritual. Y si bien es cierto que esa tradición sigue teniendo un peso notable sobre la dramaturgia del Japón, de vez en cuando se tienen noticias sobre experiencias de vanguardia, o versiones originales, renovadas, a partir del folklore, las leyendas y los mitos que alimentan a la riquísima literatura japonesa. * * * En el pasado mes de mayo, nos informa una edición del Times Literary Supplement, el escenario del Barbican londinense fue ocupado por una compañía japonesa dirigida por Yukio Ninagawa, considerado uno de los más importantes hombres de teatro de su país: actuaron en su idioma, con traducción al inglés. La obra se titula Musashi y fue escrita por Hisashi Inoue, fallecido en abril último. La trama se parece mucho a una novela corta de Joseph Conrad, Los duelistas, que Ridley Scott llevó al cine años atrás. Aquí se trata de dos samuráis que a comienzos del siglo XVII se encuentran en una playa para batirse a duelo. Uno de ellos, Kojiro, hace rato que ansía y espera el enfrentamiento, pero su rival, Musashi, demora la cita hasta el día y la hora en que el sol del mediodía se encontrará a sus espaldas y enceguecerá a Kojiro. La leyenda termina

El teatro japonés se asoma en Londres de la mano de Yukio Ninagawa ahí, pero Inoue imagina lo que habría ocurrido si Kojiro no hubiera muerto, y nos transporta a seis años más tarde. * * * “Como siempre ocurre con los espectáculos de Ninagawa –escribe la crítica del TLS, Judith Flanders–, la escenografía es tan importante como los actores”. El telón de fondo del prólogo reproduce una xilografía de época, con un mar estilizado y un sol inclemente; apenas concluido este episodio, una docena de árboles de suntuoso follaje entran en escena, rodeando un pequeño templo de madera. En él, dos sacerdotes budistas y dos damas acaudaladas se han reunido para un retiro espiritual, cuando irrumpe Kojiro, para desafiar a uno de los sacerdotes, que es Musashi convertido en clérigo, a renovar el duelo. Los demás tratan de disuadirlos, a fin de romper el ciclo del combate eterno. Y aquí ocurre algo insólito (a mi entender) en el ejercicio de la ética profesional: la señora Flanders le advierte al lector que le va a revelar el secreto que determina el final de la historia, y que si se propone ir a verla al Barbican, mejor que abandone la lectura en ese momento. Por mi parte, no seré yo quien transcriba esa revelación, por si algún director local se interesara por Musashi y aspirase, naturalmente, a mantener el misterio.