Voces en la Biblioteca

Vanessa Redgrave asegura que sí, y que ella será Beatri- ce junto a un Benedikt de 81 años, interpretado por James. Earl
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ESPECTACULOS

I

TEATRO

((((( BUENA

Sábado 21 de abril de 2012

OPINION TEATRO

TEATRO s UN INQUIETO TRÍO DE AUTORAS Aldana Cal, Carla Maliandi y Bibiana Ricciardi escribieron un trabajo a “seis manos”

DRAMA

El montaplatos

Opresión, encierro, silencios. Espacio asfixiante. Diálogos, aparentemente insignificantes, que encierran un universo de sentidos y alegorías. El montaplatos es una de las piezas que definen con rigor el relato de Harold Pinter, una de las plumas más relevantes de las letras inglesas, Premio Nobel de Literatura 2005, y ferviente militante político y social, sobre todo en sus últimos años de vida. La obra refiere lo expuesto, pero fundamentalmente lo que calla o deja entrever. Una habitación pequeña. Dos literas. Puertas que conducen a un exterior inquietante y peligroso. Una abertura camuflada que esconde un mecanismo de elevación de pequeños objetos: el montaplatos. Y dos hombres a la espera de órdenes no muy claras para cumplir con un rol aún más difuso. Uno de ellos apela a la pulcritud y a un liderazgo de dominación sobre el otro. Un otro aparentemente más débil y simple, con rasgos de alguna moral, y con atisbos de cierto sentido común que lo lleva a cuestionar con poco énfasis la situación, ese trabajo no definido que debe cumplir. En determinado momento llegan las disposiciones de un superior y ese montacargas minúsculo se convierte en el nexo con un afuera que demanda no se sabe bien qué. La tensión narrativa va in crescendo en busca de una perturbación que involucra al espectador. Comentarios cotidianos, ingenuos, evaden y disfrazan el agobio. Una argucia que define el estilo de Pinter para hablar de cuestiones mucho más

profundas y amenazantes. Cerca del final, una orden ¿letal? Un arma y uno de ellos apuntando al otro en un epílogo abierto de múltiples y resonantes connotaciones. El montaplatos dibuja en un microcosmos aquello que sucede en un universo plural conformado por un grupo mayoritario de subordinados oprimidos. ¿Qué conduce ese engranaje disfrazado? Pinter apela a ese subibaja como elemento metafórico de un sistema mundial de absolutismo dictatorial político, económico y social. Gonzalo Heredia y Ariel Staltari transmiten la inquietud, el nerviosismo y el desasosiego que demanda el texto. Conforman una dupla creíble dando vida a seres oscuros de vínculo opaco. Debora Astrosky logró conducir eficazmente a los protagonistas trasladando a la platea el clima irrespirable que el material requiere, en una puesta que remarca acertadamente el encierro en ese espacio subterráneo, que no es otra cosa que la encerrona moral en la que están sumergidos los personajes. Finalmente, vale destacar lo loable que significa que un actor de rimbombante fama televisiva, como lo es Gonzalo Heredia, se arriesgue al abordaje de un material de esta espesura en una saludable búsqueda de caminos estéticos y artísticos de vuelo más comprometido a los que suele apostar la industria de los culebrones.

Pablo Mascareño

SCHOO

El gran cambio de Vanessa Redgrave

Ariel Staltari y Gonzalo Heredia

L AUTOR: HAROLD PINTER L TRADUCCION: RAFAEL SPREGELBURD L DIRECCION: DEBORA ASTROSKY L INTERPRETES: GONZALO HEREDIA Y ARIEL STALTARI L ILUMINACION Y ESCENOGRAFIA: PABLO CALMET L VESTUARIO: CECILIA CORONADO L MUSICA: OSVALDO MONTES L PRODUCCION EJECUTIVA: SOL VANNELLI L ASISTENTES DE DIRECCION: ALVARO LLAMOSAS Y TOMAS GODOY L SALA: EL PICCOLINO (FITZ ROY 2056) L FUNCIONES: 80 MINUTOS

ERNESTO

IGNACIO COLO

Voces en la Biblioteca

El Gliptodonte es un atípico trabajo de dramaturgia conjunta CARLOS PACHECO PARA LA NACION Se conocieron cursando la Maestría en Dramaturgia del IUNA, se hicieron amigas y descubrieron que juntas podrían crear un colectivo de autoras. Cada una, de manera individual, produce textos narrativos o dramáticos, pero juntas han creado dos proyectos cuyo escenario está instalado en la Biblioteca Nacional: El Gliptodonte y Rioplatensas. Aldana Cal, Carla Maliandi y Bibiana Ricciardi escribieron el primer trabajo “a seis manos”, como les gusta decir; en tanto que Rioplatensas es una experiencia que comparten con autoras de Uruguay. Ninguna de las propuestas podría decirse que está apoyada exclusivamente en lo teatral, sino que prevalece un dominio de lo performático. “El colectivo se dio de casualidad –cuenta Bibiana Ricciardi–, tanto que no lo tenemos muy asumido. Cada una produce por su lado, pero tenemos esta otra situación en la que caóticamente nos relacionamos. Una empieza e escribir y la otra pisa esa escritura y luego la otra vuelve a pisarla y terminamos haciendo como un pastiche que nadie sabe cómo surgió. Hay, por ejemplo, varias copias de un mismo producto y no sabemos muy bien cuál es la última. Lo interesante es que hay algo del funcionamiento de cada una que encaja en el de la otra y eso es muy productivo.” Según comenta Carla Maliandi, El Gliptodonte surgió de una idea

inicial donde el personaje central es la Biblioteca Nacional: “Esa idea se fue modificando con aportes de las tres. Al comienzo nos costó encontrar un tono común pero una vez hallado supimos mantenerlo”. Por su parte, Aldana agrega que “escribir sabiendo que hay otro que lo va a leer y te va a hacer una devolución y va a seguir trabajando ese texto es muy movilizador. El Gliptodonte es una especie de experimento extraño. No sabíamos muy bien cómo intervenir el edificio, desde qué mirada, desde qué perspectiva y queríamos que existiera una dramaturgia, una ficción. No hay reglas a la hora de la escritura. Pero nos fuimos repartiendo el trabajo y funcionó.” Cuando ellas comenzaron a investigar el origen del edificio de la Biblioteca Nacional encontraron una anécdota del arquitecto Clorindo Testa que sirvió como germen creativo. Cuando comenzaron las excavaciones en el terreno se encontraron con restos de un gliptodonte. Según Testa él estaba esperando esa situación para poder liberarse y por eso “el dibujo del edificio parece un

PARA AGENDAR El Gliptodonte: de Cal, Maliandi y Ricciardi. En la Biblioteca Nacional, Agüero 2505. Sábados, a las 17. Reservas: elgliptodonte@gmail. com. Entrada libre.

enorme bicho, con cuatro patas”, cuentan las autoras. La propuesta está destinada sólo a veinte espectadores, quienes llevan unos auriculares que les posibilita conocer la historia del animal (quien puso la voz del relato es el actor Marcelo Subiotto) y su máxima aspiración: poder tomar contacto nuevamente con el río. Un recorrido por diversos espacios del edificio posibilitarán ese reencuentro y, mientras tanto, el público tendrá la posibilidad de conocer esta trama que está atravesada por miles de otras voces: las de los tantos autores que, en sus libros, están encerrados en la Biblioteca. En cuanto a Rioplatensas, tuvo una primera edición el año pasado. La idea es que cada creadora tome a una reconocida autora del Río de la Plata y escriba un monólogo a partir de lo que le sugiere la historia y la obra de la escritora seleccionada. En 2011 trabajaron sobre Silvina Ocampo (Cal), Idea Vilariño (Maliandi) y Eduarda Mansilla (Ricciardi). Desde Montevideo llegaron Verónica Mato con un trabajo sobre Alejandra Pizarnik y Luciana Lagisquet, quien escribió a partir de Marosa Di Giorgio. Este año Rioplatensas tendrá tres exposiciones: en mayo, agosto y noviembre y ya está confirmada la participación de la uruguaya Mariana Percovich y las argentinas Silvia Hopenhayn y Elsa Drucaroff. Su presentación tendrá lugar en la sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional.

TEATR0 s SE ESTRENO VIDU VIDU

El varieté regresa al Anfitrión Noralíh Gago vuelve a dirigir distintos cuadros con humor y música Se conocieron haciendo Disney- muy bueno. En el espectáculo se manía, en La Rural, hace 17 años. presentan cuatro monólogos, de Matilde Campilongo y Marcelo personajes muy diferentes entre Keller bailaban en un show intro- sí, y los nexos entre ellos se dan ductorio a la película Pocahontas. utilizando el idioma vidú vidú.” Así, juntos hicieron una gira por “Los cuatro intérpretes venilas capitales más importantes de mos de lugares muy distintos América del Sur. Desde entonces pero estábamos muy dispuestos son muy amigos, “almas gemelas”, a juntarnos. Queríamos hacer un dicen ellos. trabajo de humor donde pudiéraDespués de aquella experien- mos cantar, bailar y desarrollar un cia, cada uno siguió su camino. monólogo –explica Campilongo–. Matilde, más ligada al teatro de Cuando montamos Varieté de las tabas, el juego con las texto, y Marcelo, a la comedia musical. Hace piernas nos posibidos años comparlitaba introducir tieron una prouna variante en puesta dirigida la acción, ahopor Noralih ra es lenguaje. Gago, Varieté Esto nos da la de las tabas. posibilidad de El escenario desarrollar volvió a reno sólo una unirlos y derutina sino, a cidieron ir por la vez, quebrarmás. Tanto que la y que eso ama partir del próxiplíe la propuesta m o s á b a d o, e n estética.” Anfitrión, un nuevo Vidú Vidú tuvo varieté los tendrá como un proceso de inMarcelo protagonistas, junto a Silvia vestigación que Keller y Matilde Villazur y Javier Gómez. La demandó casi un Campilongo, dos de dirección, nuevamente es año. Noralih Gago los integrantes del responsabilidad de Gago. les propuso que elenco de Vidú Vidú Vidú, tal el título del hicieran algo que Vidú proyecto, parecería encerrar les gustara mucho. algunos secretos. ¿A qué hacen Matilde Campilongo referencia con esas palabras? fue, de niña y adolescente, Simplemente es un juego verbal muy admiradora de Raffaela Caque el espectador irá descubrien- rrá, y entonces compuso a una do a medida que la experiencia diva italo-argentina. En el caso de Marcelo Keller, él quería jugar se desarrolla. “Empezamos con la página en con el humor y cantar y bailar blanco –cuenta Keller–. Propo- como en un cuadro de Broadway. níamos cosas y la directora nos Repasando un repertorio de canexplicaba que por ahí no debíamos ciones que admira, encontró el ir. Entonces empezamos a jugar germen de su personaje en “La con el lenguaje y eso le pareció mamá de Jimmy”, tema de León Gieco. Así compuso a un militar de nombre Jimmy. “Noralih Gago indaga en un humor cálido, no agresivo, donde los personajes son PARA AGENDAR desopilantes y buscan la compliciVidú Vidú: dirigida por Noralíh dad del público, pero no de forma invasiva. La idea es jugar todo el Gago. Teatro: Anfitrión, Vetiempo”, concluye Matilde nezuela 3340. Sábados, a las

23.30. $ 50.

Carlos Pacheco

U

n actor de 81 años y una actriz de 75, ¿pueden interpretar a Benedikt y Beatrice, los jóvenes protagonistas de Mucho ruido para nada, de Shakespeare? Vanessa Redgrave asegura que sí, y que ella será Beatrice junto a un Benedikt de 81 años, interpretado por James Earl Jones, el formidable actor negro de La gran esperanza blanca (que le valió un Globo de Oro), quien presta su magnífica voz de bajo profundo al personaje de Darth Vader, el emperador del Mal, en la saga de La guerra de las galaxias. La noticia lo deja desconcertado a Michael Billington, durante la entrevista que le hace a Vanessa –por su designación como directora del actual Festival de Teatro de Brighton– en la edición del Guardian de Manchester, del pasado 11 de abril. Billington (por muchos considerado el más importante crítico teatral británico) ya tuvo ocasión de sentirse desconcertado frente a la imponente Vanessa, hace poco, en un debate público en Oxford, cuando la actriz –conocida no sólo por su talento excepcional sino también por sus radicales opiniones políticas y su activismo de izquierda– alertó sobre “el peligro de ser prisionero de la política”. Escribe Billington: “En tanto sigue siendo una gran actriz, parece que el fuego revolucionario se ha transformado en una cruzada por los derechos humanos. Y es ese humanismo lo que más me impresiona cuando nos encontramos en su modesto departamento londinense. Lean su autobiografía de 1991 y verán que el ardor que puso en su Rosalinda de Como gustéis, en Stratford, en 1961 y que la convirtió en una estrella, nació de su compromiso con el comité antinuclear de Bertrand Russell, a raíz del cual arriesgó ser arrestada”. Vanessa explica: “Recordé lo que me dijo un taxista en Kosovo, cuando en 1999 organicé un festival a beneficio de los sobrevivientes de la matanza: «Me alegro tanto por este festival, porque si bien recibimos mucha ayuda del exterior, no se dan cuenta de que el alma también necesita alimento». Ahí fue cuando entendí que, al contrario de lo que dicen la izquierda y la derecha, el arte no es un lujo, es una necesidad espiritual y física para cualquier sociedad”. 

La actriz, que en estos últimos años perdió a su madre (también actriz, Rachel Kemp), a sus dos hermanos, Corin y Lynn, y a su hija Natasha Richardson (nacida de su unión con el director Tony Richardson), está escribiendo la continuación de la autobiografía que se detuvo en el 91 y adelanta varios proyectos: actuar en una pieza de su colega Eileen Atkins, sobre la novela The Spare Room de Helen Garner; ayudar a su hijo, Carlo Nero (cuyo padre es el actor italiano Franco Nero) a difundir su documental sobre el ecosistema y la economía mundial; participar de una reunión internacional de economistas, llamada “Siéntase agraviado”, que analizará alternativas al mercado libre; y, en fin, el famoso proyecto de Mucho ruido… con Jones, “que ya tiene 81 y yo voy en camino, pero hay una manera de hacerlo”. Y se ríe, tan jovialmente, dice Billington, que hace olvidar sus años y su habitual seriedad. “Cuando le pregunto cómo equilibra las exigencias de su profesión con la defensa de las causas nobles, me da una clave de cuán profundo es su cambio: “Ese dilema me atormentó hasta que entendí que mi trabajo profesional es parte integral de la trama de todas las cosas. Michael Elliott, el que me dirigió hace más de medio siglo en Como gustéis, me dijo: si tienes un don, ya fuere actuar, cantar o bailar, debes cultivarlo y transmitirlo a otros. Es lo que he tratado de hacer”.