Vinculan a Marcinkus ya la mafia con un crimen

Calvi, el lavado de dinero, la mafia, las altas esferas de la Iglesia, el turco. Mehmet Ali Agca (algunas llamadas anóni
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Exterior

Miércoles 25 de junio de 2008

LA NACION/Página 5

Un escándalo roza al Vaticano

Vinculan a Marcinkus y a la mafia con un crimen irresuelto

EL “BANQUERO DE DIOS”

Dicen que el poderoso arzobispo ordenó, en 1983, la desaparición de una joven Por Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia ROMA.– El caso de Emanuela Orlandi, la hija de 15 años de un empleado del Vaticano que desapareció el 22 de junio de 1983, volvió ayer a las primeras planas de Italia: una “supertestigo” aseguró que la chica fue secuestrada “por orden” del poderoso arzobispo Paul Marcinkus, el prelado norteamericano fallecido en 2006 que era conocido como el “banquero de Dios” y famoso por haber estado involucrado en varios escándalos. La mujer que hizo esta revelación “shock” es Sabrina Minardi, ex mujer del futbolista Bruno Giordano y amante de Enrico de Pedis (apodado Renato), capo de la Magliana, grupo criminal que ensangrentó esta capital en los años 80. Minardi mantuvo, en los 80, un apasionado romance con De Pedis, feroz delincuente que paradójicamente tenía aceitados contactos con el Vaticano. Y dijo que Emanuela fue raptada por orden de Marcinkus “para enviarle un mensaje a alguien”. “No fue un secuestro por dinero,

Desafío a la ONU

Mugabe ratifica el ballottage Lo hizo pese a que no habrá oposición HARARE.– Luego de recibir la condena del Consejo de Seguridad de la ONU, que consideró imposible la realización de unas elecciones libres y limpias en Zimbabwe, el mandatario de ese país, Robert Mugabe, desafió ayer a la comunidad internacional al ratificar la realización de la segunda vuelta de los comicios presidenciales, sin la participación de la oposición. Mugabe, que gobierna el país con mano de hierro desde 1980, continuó ayer la campaña proselitista y afirmó que el ballottage de pasado mañana no se suspenderá. “Seguiremos adelante con nuestras elecciones. Otras personas pueden decir lo que quieran, pero las elecciones son nuestras y somos un Estado soberano”, dijo Mugabe en un acto en Banket, donde acusó al líder opositor, Morgan Tsvangirai, de haberse retirado de la contienda por temor a perder en las urnas. En marzo pasado, Tsvangirai había ganado la primera vuelta, en la que Mugabe quedó en segundo lugar. “¿De qué tiene miedo Tsvangirai para correr y refugiarse en la embajada holandesa? Vio venir en su dirección este huracán político y está asustado, asustado del pueblo”, sostuvo Mugabe de su rival, que el domingo renunció a sus pretensiones presidenciales tras denunciar la ola de violencia desatada por fuerzas parapoliciales de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF), el partido del mandatario. Poco antes, en una declaración aprobada por unanimidad, el Consejo de Seguridad de la ONU había condenado “la campaña de violencia contra la oposición política” y el comportamiento del gobierno, “que negó a sus opositores políticos el derecho a hacer campaña libremente”. Esa violencia y esas restricciones “hacen imposible unas elecciones libres y justas”, agregó el texto. Agencias AP, ANSA y DPA

y Renato, que estaba muy vinculado con el Vaticano, me dijo que atrás estaba monseñor Marcinkus”, contó la “supertestigo”, según publicó anteayer la prensa. La mujer detalló que Orlando fue asesinada y arrojada a una hormigonera de Torvaianica, en el litoral romano, tras un cautiverio de siete meses en un departamento, durante los cuales vio más de una vez a la chica. Las declaraciones de la “supertestigo” provocaron la indignación del Vaticano, que denunció las “acusaciones infamantes contra Marcinkus” y que se hicieran “acusaciones sin fundamento contra una persona ya muerta hace tiempo, que no puede defenderse”. A partir de 1971, Marcinkus fue el dueño absoluto de las finanzas vaticanas y estuvo al frente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco de la Santa Sede, incluso después del colapso del Banco Ambrosiano, que derivó en una investigación en la que la justicia italiana pidió en vano su arresto. Juan Pablo II protegió al arzobispo durante años, hasta que en 1989 regresó a Estados Unidos, “exilia-

do” a Arizona, donde murió en febrero de 2006. Más allá de que existen muchas dudas acerca de la confiabilidad de las revelaciones de Minardi, ex adicta a las drogas, éstas reflotaron un caso irresuelto y olvidado. Como si se tratara de una apasionante novela al estilo El Código Da Vinci, en el caso de Emanuela Orlando se entremezclan varios ingredientes. El IOR, Marcinkus, Roberto Calvi, el lavado de dinero, la mafia, las altas esferas de la Iglesia, el turco Mehmet Ali Agca (algunas llamadas anónimas reclamaron la liberación del autor del atentado contra Juan Pablo II, en 1981, a cambio de la joven), amores prohibidos y la banda de la Magliana. Si bien hace años se había hablado de la presunta vinculación de Marcinkus con el caso, es la primera vez que un testigo acusa al cardenal con tantos detalles. En declaraciones que pusieron los pelos de punta al Vaticano, en efecto, Minardi también reveló que ella solía “llevarle chicas” al arzobispo. “Yo a monseñor Marcinkus a veces le llevaba ragazze a un departamento en Via de Porta Angelica. Ha-

brá ocurrido en total cuatro o cinco veces”, contó. Según la testigo, al cardenal “le gustaban piú signorine [más jóvenes], pero no menores!”. Durante su testimonio, Minardi reveló que, junto con su amante, comió dos veces en la casa del siete veces ex premier Giulio Andreotti, que negó la versión. Y afirmó algo que resulta falso porque las fechas no coinciden: dijo que en la misma hormigonera donde fue tirada Orlando fue arrojado el cadáver de Doménico Nicitra, el hijo de 11 años de otro boss de la Magliana, desaparecido en 1993. De Pedis entonces ya había muerto, acribillado tres años antes por sicarios de una facción opuesta en la famosa Piazza Campo dei Fiori. Lo increíble es que el cuerpo de este boss sanguinario fue sepultado en la basílica de San Apollinare, considerada territorio del Vaticano. Aunque hubo protestas cuando se hizo pública la morada final de Renato, en 2005, monseñor Piero Bogari, rector del templo, explicó que De Pedis fue sepultado allí “porque fue un gran benefactor de los pobres que frecuentaban la basílica”.

Paul Casimir Marcinkus ■ Nació en Cicero, estado de Illinois, Estados Unidos, en 1922. ■ Se ordenó sacerdote en 1947. De 1,90 metros de altura (lo apodaron “el Gorila”), fue guardaespaldas de Pablo VI, que lo nombró obispo en 1969, y dos años después lo colocó al frente del Instituto para las Obras Religiosas (IOR), el banco de la Santa Sede, por su lucidez en las finanzas.

AP

■ Se lo relacionó con Michel Sindona y Roberto Calvi, banqueros asesinados tras la caída del Banco Ambrosiano. ■ Renunció a su puesto en 1990.

El Papa lo transfirió después a Sun City, Arizona, en una suerte de “exilio”, para que siguiera con la actividad pastoral. Murió en Phoenix, el 20 de febrero de 2006.