Una obra rodeada de misterio e incógnitas

19 sept. 2014 - sobre el poeta francés, compuesto por Walter Benjamin. ... edición francesa o la española. .... seemos,
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8 | ADN CULTURA | Viernes 19 de septiembre de 2014

Una obra rodeada de misterio e incógnitas Baudelaire. Después de un trabajo investigativo casi policial, el filósofo Giorgio Agamben publicó en Italia una monumental edición histórico-genética del famosísimo ensayo sobre el poeta francés, compuesto por Walter Benjamin. El libro aporta una valiosa novedad: no sólo ordena los materiales existentes sino que también rastrea su origen y evolución Alejandro Patat | para la nacion

E

l famosísimo ensayo sobre Charles Baudelaire, compuesto por Walter Benjamin entre 1935 y 1939, ha hallado quizás una paz provisoria, una tregua. Desde hace décadas, estudiosos de todo el mundo intentan darle la forma que el propio Benjamin, judío suicida por temor de caer en manos nazis, no pudo llegar a completar. La disputa es variada e intensa. Por un lado están quienes inscriben al autor en la lista de pensadores místicos y ven en Baudelaire un libro esotérico y espiritual, hecho de iluminaciones epifánicas. Por el otro se ubican quienes, como Giorgio Agamben, que recientemente publicó en Italia Charles Baudelaire. Un poeta lirico nell’età del capitalismo avanzato, monumental edición histórico-genética del ensayo, sostienen que el laboratorio benjaminiano es el resultado de un método compositivo, coherente y articulado, en que la teoría “ilumina los procesos materiales de la creación a la vez que estos últimos echan una nueva luz sobre la teoría misma”. En pocas palabras, se trata de la contraposición entre dos lecturas: la que ve en el ensayo una forma del aura y la que lo ve como una forma de la materia. Para muchos, la clave de comprensión del texto es este fragmento, anotado por Benjamin en el reverso de una publicidad de agua mineral y conservado en la Biblioteca Nacional de París, que terminó por converger en el ensayo sobre Baudelaire: Cuando un hombre, un animal o un ser inanimado alza la mirada hacia nosotros, en primer lugar nos conduce lejos; su mirada sueña, nos arrastra en su sueño. El aura es la manifestación de una lejanía, por más cercana que resulte. También las palabras poseen su aura.

Las flores del mal sería la manifestación de un aura, presente en la mirada del poeta, que nos arroja en un abismo, lejos, muy lejos respecto del mundo que nos circunda. Pero el siguiente fragmento, texto preparatorio para el ensayo, sirve de apoyo para quienes hoy todavía ven en Benjamin a uno de los mayores intelectuales marxistas de todos los tiempos: La primera etapa del método marxista conAlejandro Patat es docente e investigador de Literatura Italiana en la Universidad de Siena y en la Universidad de Buenos Aires

siste en asumir el principio de montaje de la historia. Erigir, en suma, las grandes construcciones sobre la base de minúsculos elementos estructurales recortados con precisión. Es más, descubrir en el análisis del pequeño momento particular el cristal del acaecer total.

Baudelaire sería el resultado de la aplicación férrea de un método basado sobre la materia, ajeno a cualquier forma de lectura mística o espiritual. Para una historia del ensayo La nueva edición italiana del libro conlleva una novedad importantísima respecto de la alemana de Rolf Tiedemann, la confusa edición francesa o la española. Esta edición, cuidada por Agamben y dos de sus más fieles colaboradores, pone en orden todos los materiales existentes y permite comprender no sólo el ejercicio de un método preciso por parte del ensayista alemán, sino también cómo los materiales estudiados hasta entonces fueron cobrando forma. La historia de la edición se parece más bien a la trama de un policial. En 1981, Giorgio Agamben, leyendo apuntes de Georges Bataille, descubrió que existía un enorme sobre que la viuda del ensayista francés había entregado a la Biblioteca Nacional de París y que debía de contener las fichas preparatorias de Benjamin para el ensayo sobre Baudelaire. Después de una pesquisa electrizante, cuando efectivamente Agamben halló el sobre abandonado en un armario, propuso a la editorial Einaudi la publicación de todos esos materiales. La editorial, que hacía poco había pasado a manos de Berlusconi y que ya poseía en su catálogo una costosísima edición de la obra, se opuso a la nueva publicación, que transformaría la precedente en un libro obsoleto. Baudelaire, un work in progress Agamben esperó varios años y, por fin, en 2012, publicó todos los materiales hallados en la Biblioteca junto a otros ya publicados en la edición crítica de Tiedemann: apuntes en papeles de color que Benjamin clasificaba de manera maníaca, cuestionarios, diagramas, esquemas, listas temáticas, como así también las cartas en que discute con Max Horkheimer y Theodor Adorno, y gracias a los cuales hoy es posible recorrer el ensayo como un auténtico work in progress.

Además, la edición italiana distingue siete fases en la composición del texto. Las tres primeras reúnen la protohistoria de cómo nace el libro, los materiales que van de la lectura a la documentación y los que van de la documentación a la construcción del ensayo, según un plan tripartito. Las cuatro restantes comprenden la definitiva clasificación y disposición de los materiales (en un esquema llamado “Parque central”, en que el ensayo se despliega como un mapa); la primera redacción del ensayo y las objeciones implacables de Adorno; la segunda redacción, con enormes modificaciones; y en fin, la explicación de cómo las Tesis sobre el concepto de historia, compuestas a principios de 1940, habrían de confluir en el ensayo, que se había vuelto para el escritor alemán “el proyecto que más me interesa frente a cualquier otro trabajo”. Gracias a todos esos materiales poseemos la arquitectura exacta del libro. Conocemos, por ejemplo, los contenidos de las tres secciones que preveía, así como la transformación de la segunda parte del ensayo (la única que poseemos, París durante el Segundo Imperio) en Sobre algunos motivos en la obra de Baudelaire, según las solicitudes de Adorno. Del Libro de los Pasajes al libro Baudelaire Lo primero que Agamben desmonta es la idea de que el Libro de los Pasajes, como afirma esa leyenda que se perpetúa desde hace años, se haya perdido en una valija que Benjamin habría llevado consigo hasta Port-Bou, donde se suicidó. Para el filósofo italiano, el Libro de los Pasajes fue abandonado como proyecto ya en París, porque en su lugar se había impuesto soberano el ensayo sobre Baudelaire, que, claro está, había sido concebido como un capítulo de ese primer gran proyecto. En 1935, en efecto, Benjamin había imagi-

El ensayo Baudelaire debía llevar por subtítulo Un poeta lírico en la era del capitalismo avanzado Los apuntes se presentan, por momentos, más iluminadores que el ensayo mismo

nado un ambicioso volumen que debía llevar por título París, capital del siglo XIX, y que en las cartas a sus colegas y amigos llamaba, simplificándolo, Passagenwerk o Libro de los Pasajes. Gracias a un resumen que el propio Benjamin escribió en francés en 1939, última tentativa de reordenamiento del proyecto, sabemos que el libro debía contener cinco capítulos: el primero, sobre los pasajes de París; el segundo, sobre las ilustraciones de Grandville acerca de las exposiciones universales; el tercero, sobre la decoración de interiores bajo el gobierno de Luis Felipe; el cuarto sobre Baudelaire y las calles de París; el quinto, sobre cómo la urbanización de Haussmann bajo el imperio de Napoleón III impidió la organización de las barricades (esto es, el despliegue de protestas sociales en las calles de París revolucionaria con la organización de bloqueos –piquetes, diríamos hoy– para impedir el paso de las fuerzas policiales). El punto de partida del volumen era el análisis de los pasajes de París, esas galerías comerciales cubiertas con nuevos materiales de construcción (hierro y vidrio), nacidas antes de la Revolución de 1789 y definitivamente abandonadas por los urbanistas en 1848. Los primeros pasajes habían nacido como lugares de concentración de la riqueza burguesa en ascenso y ofrecían un vasto repertorio del lujo: telas costosísimas, muebles de moda, decoración de interiores. Bajo la mirada ávida de los transeúntes, que podían prácticamente recorrer la ciudad bajo techo yendo de pasaje en pasaje, se exponía, triunfante, la mercadería fetiche, cuya posesión determinaba estar dentro o fuera de la nueva organización social. Exhibirse para ser vistos (hombres, mujeres y mercadería) era la clave de la flânerie, es decir, el deambular sin meta y sin apuro, de los habitantes de París. Benjamin, a su vez, se interesaba por desentrañar una fascinante mutación de los pasajes en tan breve tiempo. Los nuevos pasajes construidos durante la Restauración, en particular después de 1830, comenzaron a alojar negocios cada vez menos prestigiosos, hasta convertirse por fin en lugares de placer sexual. Se sabe que los pasajes que todavía hoy se conservan cerca de los ex-barrios bohemios albergaban en el primer piso habitaciones desde las cuales las prostitutas llamaban a los pasantes, y en los subsuelos, los baños turcos, aún activos, los fumaderos de opio y hashish. A Benjamin, precisamente, le interesaba analizar cómo la transformación de