Una noche entre los dinosaurios

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CULTURA

I

Domingo 11 de julio de 2010

EN TRELEW s EXPLORADORES EN PIJAMAS

MIENTRAS TANTO

Una noche entre los dinosaurios El Museo Egidio Feruglio propone un circuito de exploración que incluye dormir a los pies de fósiles gigantes MARIA GISELLE CASTRO PARA LA NACION TRELEW.– Rosario Haidanaschuk cumplió 11 años y eligió una manera muy particular para festejarlo: invitó a sus amigas a una visita nocturna al museo, que incluyó quedarse a dormir bajo la indisimulable presencia de los esqueletos de enormes dinosaurios. “Exploradores en pijamas” es un programa pensado para niños de 7 a 12 años, que el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), de esta ciudad, lleva adelante con singular éxito. Los viernes, durante la temporada invernal, el museo abre sus puertas para que los más chicos viajen al pasado, millones de años. La propuesta busca acercar a los pequeños a las ciencias y generar conciencia sobre la importancia de cuidar el patrimonio paleontológico de la Patagonia. “Queremos que se den cuenta de que la ciencia no es cosa aburrida y para eso les abrimos todo el museo, hasta lo más preciado: el laboratorio, donde nuestros paleontólogos investigan los fósiles hallados”, dijo María Copello, una de las coordinadoras del programa. La idea de pasar la noche en el museo es el imán que atrapa a los chicos. Verlos llegar cargados con sus bolsos, almohadas, bolsas de dormir y hasta con algún peluche como acompañante puede desorientar a algún transeúnte. Pero los viernes, cuando el sol se esconde, el Egidio Feruglio es territorio de niños. Apenas pisan el auditorio Germán Sopeña (denominado así en homenaje al ex secretario general de LA NACION, por su aporte a la difusión de la ciencia en la Patagonia), se fijan claramente las reglas. La número uno: el museo no es un patio de juegos y no están por participar en un pijama party. Se pondrán en la piel

FOTOS DE MAXI JONAS

Los chicos acomodan sus bolsas de dormir en la sala Mesozoica, donde conciliar el sueño puede ser difícil de exploradores y deberán comportarse como tales, aunque recorrerán la muestra… en pantuflas. Allí se inicia la historia. Con un relato didáctico y en el que se utilizan términos específicos cuyos significados se explican con detenimiento, la narración se enfoca en la Patagonia por ser uno de los mayores yacimientos fosilíferos del mundo. ¿Dónde estamos? ¿Qué es la paleontología? ¿Qué son los fósiles? ¿Qué es la geología? ¿Y la erosión? ¿Quién fue Egidio Feruglio? ¿Por qué hubo dinosaurios en la Patagonia? ¿A qué se llama eventos geológicos? Son algunas de las primeras preguntas que se hacen en voz alta y que dan pie a los visi-

Algunos chicos llevan sus peluches de acompañantes

tantes a zambullirse en la aventura. “No dejamos de sorprendernos por la consistencia de la información con la que llegan los chicos. Saben mucho sobre dinosaurios, conocen el nombre de los que habitaron nuestra región y los de América del Norte, hacen preguntas coherentes y el interés con el que llegan no decae en ningún momento”, señaló Marcela Moraga, otra de las coordinadoras. El programa se inicia a las 9 de la noche, y cerca de las 4.30 de la mañana, los exploradores se van a dormir. Entre las actividades se incluye una minuciosa recorrida por el laboratorio, la elaboración con yeso de réplicas de fósiles hallados por los técnicos del museo, la resolución de crucigramas sobre la base de la información que les fue narrada y, en absoluta oscuridad, con sus linternas, una búsqueda del tesoro para encontrar objetos que no tienen que ver con la época, como un destornillador o un frasco de perfume. El programa apunta a que los chicos conozcan el MEF sin filtros. La experiencia es tentadora: en él se exhiben únicamente dinosaurios encontrados en la Patagonia, más de 17.000 fósiles originales y reconstrucciones de organismos que vivieron en esta región geográfica durante los últimos 300 millones de años. El campamento se arma en la sala de la era Mesozoica. Ante la atenta mirada de los dinosaurios, los 30 niños despliegan sus bolsas de dormir, se acuestan y cierran los ojos, aunque no resulta fácil conciliar el sueño. Algo de eso le ocurrió a Gianluca Confortino, de 7 años. “Me gustó, pero me dio un poco de miedo”, reconoció con valentía y dejó en claro que si bien nada de lo que ocurre en la película Una noche en el museo –en la que los animales cobran vida– sucede en el Egidio Feruglio, él prefiere dormir en su casa.

Los chicos aprenden, la ciencia descansa El programa se hace si no hay salidas de campo “Exploradores en pijamas” se puso en marcha en 2000, dejó de hacerse durante algunos años y en 2009 debió suspenderse a causa de la gripe A. Este año la demanda sobrepasó los límites de la provincia. Hay reservas hechas por grupos de Ushuaia y Buenos Aires, que llegarán a la zona en plan de vacaciones. “Este programa está vigente en la temporada baja de nuestros científicos, cuando no salen a campo. Cuando inician las campañas lo suspendemos porque en ese momento es imposible ofrecer la visita al laboratorio, por la cantidad de material que traen y dejan allí”, explicó Moraga. Alexandra Sapoznikow es profesora del taller de ciencias de la Escuela de la Costa, de Puerto Madryn. Como cierre de las actividades del cuatrimestre propuso a sus alumnos participar del programa, y allí estuvieron. “Que vieran la cantidad de fósiles que hay en el laboratorio y conocieran de cerca cómo se trabaja fue maravilloso porque trataron un tema muy difícil, de algo que ocurrió hace millones de años, de una manera muy atractiva”, consideró.

Para participar ➔ Horario. “Exploradores en pija-

mas” se realiza todos los viernes, a partir de las 21 y hasta las 9 del sábado.

➔ Edades. Los grupos tienen

hasta 30 chicos de entre 7 y 12 años. Cuesta $ 135 e incluye cena y desayuno.

➔ Datos. Hay más información en www.mef.org.ar.

Uno de sus alumnos, Juan Angel Aruj, de 11 años, quedó fascinado. “Lo que más me gustó fue ver qué herramientas usan los paleontólogos y haber usado los moldes del museo para hacer réplicas en yeso, que nos llevamos. Además, dormir en la sala de los dinosaurios estuvo súper”, se entusiasmó. Pese a haber dormido poco, a la mañana siguiente el entusiasmo de los chicos sigue en pie. Se van, y comienza otra etapa de la aventura: contar lo que sintieron al dormir custodiados por dinosaurios.

JUANA

LIBEDINSKY

La alegre impostura de Colette en la Costa Azul T.TROPEZ.– En una guía de turismo tomada aquí al azar, se menciona un teléfono de emergencia al que se puede recurrir cuando uno pierde alhajas en el mar, algo que, para justificar su existencia, debe ocurrir frecuentemente. Por eso, esta redactora esperaba encontrar mucho lujo en la playa; sin embargo, lo primero que apareció fue un hombre sin ningún accesorio y con una gastada camiseta que llevaba un gran “Villa Carlos Paz” estampado en el frente. Tras los lamentos de rigor que se dan cuando dos argentinos desconocidos se encuentran estos días y el equipo nacional no está jugando la final del Mundial de fútbol, se pasó al tema común a todos aquí: las locuras de las celebridades presentes y pasadas. Y como el film basado en la novela Chéri, de Colette, está en estos momentos en los cines porteños, se empezó por las de esa gran dama de las letras francesas que es un emblema de este lugar. En los años 20, Colette compró aquí su casa de veraneo. Ya entonces, se quejaba de que el balneario había perdido el encanto de vieja aldea, pero supo aprovecharlo abriendo un centro de belleza con cosméticos que llevaban su nombre y donde atendía de guardapolvo blanco. Eso sí, las estrellas de cine, según los relatos, salían de allí luciendo mucho mayores que cuando habían entrado. Además, entre furiosa y divertida, al ver que se vendían postales con la imagen de “la mansión de Colette”, las compraba todas para que no quedaran en los quioscos... y se las enviaba a sus amigos. Fue aquí también donde escribió la que es considerada la gran obra de la Costa Azul, El nacimiento del día. En ella, la autora narra cómo una escritora de edad madura se da cuenta de que debe dejar de ir tras los hombres más jóvenes para sólo dedicarse al verdadero gran amor, que es la literatura. Eso sí, escribió el relato con alguien, mucho más joven, al lado. Por eso se dice que Colette fue un verdadero símbolo de la Costa Azul: todo en ella era una alegre impostura, y lo único que le faltó fue escribir acerca de algún tipo de amor recíproco. ¿Le faltó amor recíproco a la selección argentina también? El turista del curioso encuentro tenía esa teoría, a la que agregó otra más: faltaron más jugadores cordobeses.

S

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