Un violador condenado a 50 años

18 jun. 2011 - Libertad condicional. Cuando ... de la libertad condicional en una causa en la que había ... atropellado
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INFORMACION GENERAL

I

Sábado 18 de junio de 2011

ABUSADOR SERIAL s FALLO JUDICIAL CON UNA PENA RECORD

UN CASO DE 2006

Un violador condenado a 50 años

La lucha de una madre contra la violencia vial

Un tribunal le impuso la dura sentencia por cometer siete ataques en Villa Urquiza, Agronomía y La Paternal GUSTAVO CARABAJAL LA NACION Cuando el fiscal Angel Nardiello comenzó a leer todos y cada uno de los nombres de las mujeres a las que Fabricio Alvarez Albarracín atacó sexualmente, el violador recorría la sala de audiencias con su mirada hasta fijarla en sus víctimas y, así, pareció disfrutar con el miedo que provocó en esas mujeres la noche en que las violó. Ayer, el Tribunal Oral Criminal N° 16, en un fallo sin precedentes, condenó a Alvarez Albarracín a una pena unificada de 50 años de prisión por haber abusado sexualmente de siete mujeres que vivían en Agronomía, La Paternal y Villa Urquiza. Hasta la resolución dictada ayer,

la condena más grave contra un violador serial había sido impuesta por el Tribunal Oral Criminal N° 1 de San Isidro, integrado por los jueces María Elena Márquez, Juan Carlos Tarsia y Federico Ecke. En febrero de 2008, este tribunal había condenado a 45 años de cárcel a Hugo Gerardo Vallejos Martínez, también conocido como el sátiro de la bicicleta, por haber violado a 22 mujeres. Con respecto al fallo conocido ayer, el fiscal Angel Nardiello, que en su alegato había solicitado que Alvarez Albarracín fuera condenado a 50 años de cárcel, sostuvo que el acusado tenía una personalidad perversa y misógina. “Es un depredador nocturno que elegía a sus víctimas por su edad y

aspecto. Sólo atacaba a las jóvenes de entre 18 y 25 años, y que tuvieran pelo largo. Para someter a las mujeres, les tiraba el cabello hacia atrás”, explicó Nardiello. Según consta en el fallo dictado por los jueces María Cristina Bertola, Fernando Larraín y Liliana Barrio, Alvarez Albarracín fue condenado por los delitos de “abuso sexual simple y con acceso carnal, exhibiciones obscenas, robo, amenazas y privación ilegal de la libertad”.

Libertad condicional Cuando concretó los ataques, Alvarez Albarracín gozaba del beneficio de la libertad condicional en una causa en la que había sido condenado a cinco años de cárcel por haber abusado de una mujer. En agosto de

2008, salió de prisión y pocos días después volvió a atacar. Pero esa vez perfeccionó su estrategia. Cambiaba de casco y el color de la funda de plástico que colocaba en el tanque de combustible de la moto en la que se movilizaba. Comenzó a trabajar como repartidor de casas de comidas y, mientras hacía las entregas, elegía a sus víctimas. La policía tardó un año para apresarlo. Entre agosto de 2008 y julio de 2009, violó a siete mujeres e intentó abusar de otras cinco. Pero los investigadores sospechan que había por lo menos 20 víctimas que no denunciaron los ataques. En algunos casos, Alvarez Albarracín llevó a las víctimas hasta sus casas para violarlas delante de sus familiares y robarles.

El acusado había sido detenido en la casa en la que vivía con su madre en la zona de Flores. Allí, los uniformados hallaron ropa interior femenina que el hombre guardaba como trofeos de cada una de las mujeres que había violado. Como esas ropas encontradas en la casa del acusado eran más que los hechos investigados, los detectives presumieron que había habido más ataques en los que las víctimas no hubieran denunciado las violaciones. “Algunas [víctimas] perdieron sus trabajos; se mudaron; no salen de noche; visten de negro para no llamar la atención en la oscuridad, y no calzan botas, para evitar hacer ruido al caminar”, precisó la abogada Vanesa Fernández, quien representó a una de las mujeres atacadas.

Su hijo murió tras ser atropellado La historiadora Ema Cibotti llegó al final del camino. Fueron cinco años de lucha. A pesar de las dificultades, nunca se dio por vencida. Hoy siente que su entrega no fue en vano. Cibotti es la madre de Manuel Lischinsky, que falleció a los 18 años, después de haber sido atropellado frente al Monumento a los Españoles, en Palermo, el 14 de mayo de 2006. El 30 del mes pasado, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 30 porteño condenó a la pena de tres años de prisión en suspenso a Nicolás Piano, de 25 años, por haber sido considerado culpable del delito de homicidio culposo. Además, los jueces Marcela Rodríguez, Marcelo Alvero y Adolfo Calvete le retiraron la licencia de conducir por diez años y ordenaron que el joven concurra a un curso sobre educación y cuidado en la vía pública, en la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV). “Sentí que, con su sentencia, el tribunal dijo que fue una cuestión seria. Me pareció un mensaje importante”, afirmó Cibotti a LA NACION. La madre de la víctima se mostró conforme con la decisión de los jueces de obligar a Piano a concurrir a un curso dictado por la ANSV. Si bien durante su alegato el abogado de Cibotti, Luis Charró, había pedido la pena de cuatro años de prisión de cumplimien-

MARIANA ARAUJO

La historiadora Ema Cibotti to efectivo, también se mostró satisfecho con el fallo y con los fundamentos de los jueces. Además, el abogado logró que los magistrados ordenaran abrir una causa contra una testigo por falso testimonio. “Sabía que no iba a haber una pena de prisión efectiva, pero se logró llegar al máximo de la pena en suspenso”, dijo Cibotti. Durante el diálogo con LA NACION, la historiadora se quebró cuando hablaba de su hijo Manuel, de lo difícil que fue su lucha.

La muerte del esposo “Se tardaron nueve meses hasta que el acusado fue indagado. Tres semanas después, mi marido, Sergio, falleció de un cáncer fulminante”, afirmó. Tras la declaración indagatoria, Piano fue beneficiado por falta de mérito. Cibotti no se rindió y continuó buscando justicia. En la causa se consiguió un segundo peritaje. Piano fue procesado y, después de que le fuera rechazada la apelación, la jueza de instrucción porteña María Fontbona de Pombo elevó el expediente a juicio. “Cuando sucedió eso, sentí que la Justicia comenzó a acompañarnos a Manuel y a mí”, sostuvo. En el momento que se cerró la instrucción y se envió la causa a juicio, la magistrada Fontbona de Pombo, provisionalmente, le suspendió el permiso de conducir al acusado. Fue otro elemento que alentó a la historiadora a no bajar los brazos. “Fue importante esa decisión porque no hay que olvidar que, en muchos juicios, los acusados llegan a tribunales con las llaves del auto en la mano”, consideró la mujer. A lo largo de los cinco años de lucha, Cibotti se encontró, según sus dichos, con una “administración de justicia que, además de ser extremadamente lenta, no tiene recursos. Nunca -acotó- percibí una desidia, ni favoritismo, sino una situación de desborde”. Lo única situación que no quiso enfrentar Cibotti mientras duró el juicio oral fueron las “últimas palabras” de Piano antes de que se conociera el veredicto, donde sostuvo que se hacía responsable del accidente, pero no se hacía cargo de la muerte de Manuel. “No se arrepintió porque es un violento vial”. afirmó Cibotti.