Tradition, ecology, and institution in the history of sociology

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1 Shils, Edward (1970) “Tradition, ecology, and institution in the history of sociology”, The calling of sociology and other Essays in the pursuit of learning, Selected papers, III, University of Chicago, Chicago: 165-256. (Traducción de Guido Giorgi, revisada por Diego Pereyra, para ser utilizada exclusivamente con fines didácticos en el marco de la materia Historia Sociológica de la Sociología en Argentina, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Las referencias a pié de página fueron omitidas, pp. 165-173). 1. Tradición, ecología e institución en la historia de la sociología La sociología actual es un agregado heterogéneo de tópicos, relacionados entre sí por un nombre común, por técnicas más o menos comunes, por una comunidad de palabras claves y concepciones, por un agregado mayor de ideas y esquemas conceptuales e interpretativos. Se mantiene unida también por una tradición más o menos común- una tradición heterogénea en la cual ciertas corrientes se destacan– conectadas con monumentos comunes o figuras y trabajos clásicos. Igualmente, se mantiene unida por el conocimiento que aquellos que la practican poseen en común –su lugar en las universidades, un conjunto común de revistas, y un grupo de editores que producen sus trabajos. La tradición, más o menos compartida, reside en una imagen propia que conecta aquellos que ahora se llaman a sí mismos sociólogos con una secuencia de autores famosos que se remontan al siglo XIX. Aunque de hecho las líneas de las principales ideas que persisten en la sociología contemporánea tienen una historia mucho más vieja, los sociólogos por lo general no se consideran como teniendo un origen ancestral anterior al siglo XIX. Todos se ven inmersos en tradiciones mucho más cortas, pero con frecuencia son llamados a recordar ese pasado más largo. Gran parte de la sociología no es científica en el sentido en que este término es utilizado en los países angloparlantes. Contiene poco de alcance de generalidad y poco de importancia fundamental, que es rigurosamente demostrada por procedimientos comúnmente aceptados para hacer observaciones relativamente reproducibles de cosas importantes. Estas teorías no estás ligadas inexorablemente a las observaciones. Los estándares de prueba no son estrictos. Más allá de valientes esfuerzos, sus principales conceptos no son definidos de manera precisa; sus más interesantes proposiciones interpretativas están articuladas en forma algo ambigua. Hay diferencias, por supuesto, entre los diversos campos sustantivos de la sociología, algunos más científicos en ciertos aspectos que otros, pero en general el estándar de logros científico es bajo. Esto no significa que en aquellas partes que no son muy científicas no hay aprendizaje sustancial o que no hay saber acumulado que merezca respeto y consideración. Tampoco significa que, la sociología, incluso en su estado intelectual actual, no sea capaz de contribuir, si fuese considerada seriamente, al mejoramiento de políticas, administración y a la civilidad en un sentido amplio. Sólo significa lo que dice, a saber, que mucha de la ciencia social contemporánea no es muy científica en el sentido en que el término ha llegado a ser entendido. Sin embargo, la sociología sí existe. Tiene una gran encarnación institucional en departamentos de sociología en universidades y en muchas instituciones de investigación, algunas afiliadas a universidades y otras independientes. Tiene una historia que los sociólogos de hoy en día consideran como su historia –aunque por supuesto la imagen de esa historia varía de alguna manera de país en país y entre sociólogos dentro de países en particular. Tiene una existencia contemporánea constituida por su vasta y rápida expansión de trabajos, un extenso y también en rápida expansión personal trabajando en y formando instituciones

2 académicas entregadas a la investigación sociológica, enseñanza, entrenamiento y consultoría; estas incluyen instituciones gubernamentales para investigación sociológica y consultoría, e instituciones privadas, no gubernamentales, no académicas, en las cuales los sociólogos llevan a cabo algunas de las mismas actividades que representan cuando son empleados en instituciones gubernamentales. El conjunto de trabajos de la sociología contemporánea, si bien heterogéneo en sus temas y problemas, en sus técnicas de observación y análisis, y en sus interpretaciones particulares, es también caracterizado por unas pocas y penetrantes ideas o creencias centrales sobre la sociedad, por unos cuantos conceptos y lineamientos muy amplios que incluyen la presencia de variables significativas. Esto es caracterizado, por sobre todo, por el enfoque sociológico, el cual cree que la acción humana y, al menos en parte, la acción social están influidas en diversos grados por el marco social en el cual son llevadas a cabo. El enfoque sociológico es tan simple como eso; es un enfoque de implicancias de largo alcance. Esta es la fe de los sociólogos y les da su autoestima. Los conceptos característicos de la sociología incluyen aquellos de sistema social, sociedad y las instituciones que la componen, grupos primarios, estratificación social y movilidad social, poder y autoridad legítima, elites y clases dominantes, ley y libertad, estatus social, roles ocupacionales, burocracia y organización corporativa, reinados y comunidades locales, historia y tradición, intelectuales e ideología, consenso y conflicto, solidaridad y alienación, conformidad y desviación, carisma y rutina, reverencia ante lo sagrado y rebelión contra las instituciones. Estos variados conceptos han sido agrupados en la concepción de sociedad moderna o Gesellschaft (y su variante de sociedad de masas) la cual es definida por contraste a la construcción conceptual designada las veces como sociedad “folk”, sociedad tradicional o Gemeinschaft. ¿Cómo es que todo ha resultado de esta manera? ¿Por qué el stock intelectual de la sociología ha llegado a ser lo que es y porqué tomó esa forma en lugares particulares? ¿Porque algunas ideas que ahora son consideradas constitutivas de la sociología lograron ser dominantes en la materia? Una de las más antiguas respuestas ha sido que la sociología no pudo emerger hasta que los hombres fueron capaces de una imparcialidad suficiente respecto de sus propios asuntos y creencias acerca de esos asuntos; un corolario de ello fue que la sociología pudo emerger sólo cuando la autoridad perdió algo de su santidad, cuando las creencias tradicionales fueron, de alguna u otra manera, desacreditadas, y cuando una actitud secularizada logró prevalecer en los sectores sociales educados. Esta visión fue expuesta por un número de escritores, Durkheim y Sombart los más notables. Algo hay allí que nos interesa -pero no es suficiente. Los paraísos pertenecieron a los dioses y a las creencias religiosas, y a aquellos que tomaron a su cargo esas creencias en nombre de los dioses, pero que previeron la emergencia de la astronomía. Podrían haber dificultado la emergencia de la astronomía, pero no evitarlo. El cuerpo del hombre en Occidente fue creación de Dios, pero eso no evitó el estudio de la anatomía o del entendimiento de la circulación sanguínea. En Grecia y Roma y en el Islam medieval, en los escritos de Aristóteles, Polibio, Tucídides y Ibn Khaldun las ideas fueron propuestas, las cuales reaparecieron en la sociología moderna, pero la materia nunca decantó de la manera en que la física o la matemática lo hicieron en los siglos XVII y XVIII. La Antigua Grecia y Roma y el Islam medieval no eran sociedades secularizas, no eran sociedades sin tradición en las que la autoridad y las costumbres hubieran visto desvanecer su fuerza. Entonces, la hipótesis que la sociología requiere para su existencia una sociedad secularizada no es del todo satisfactoria. Hay, no obstante, algo en la hipótesis que la sociología requiere una matriz o marco cultural que no sea tan exigente en sus demandas de creencias sustantivas que sofoquen la imparcialidad. Hay algo en la hipótesis que la sociología requiere un aflojamiento de la creencia que los poderes divinos o mágicos intervienen a voluntad en los asuntos humanos. Es también cierto que la sociología como cuerpo de conocimiento generalizado sobre la sociedad requiere libertad de la celosa y

3 dominante autoridad eclesial o secular, la cual es aprensiva acerca de los potenciales peligros de la formación de creencias que no sean necesariamente idénticos a aquellos que dicha autoridad sostiene sobre sí misma y la sociedad. Estas condiciones, sin embargo, son las condiciones de cualquier actividad intelectual que no esté completamente comprometida a priori a acordar con las visiones sostenidas por autoridades eclesiásticas y terrenales en temas en los cuales estas últimas son vitales. Lo que deseo decir aquí es que el debilitamiento de la autoridad terrenal y eclesiástica, y un aflojamiento del control de creencias tradicionales que consagran dicha autoridad, son sólo precondiciones muy generales. Ellas dicen muy poco sobre la dirección intelectual y la localización territorial del crecimiento de la sociología. La sociología, aunque no sea muy científica, es, en sus mejores manifestaciones, un logro intelectual. La práctica de la sociología –Ej.: enseñanza sociológica, investigación sociológica y reflexión sociológica– es una actividad intelectual. Como tal, opera dentro de los patrones de pensamiento contenidos en tradiciones intelectuales; cada acción sociológica tiene lugar dentro del marco de trabajo de las tradiciones que sucesivamente afecta y, en algunas instancias importantes, marcadamente modifica. Todavía en la actualidad las tradiciones de la sociología no son rigurosamente coherentes y autorizadas en su presentación, y lo eran menos aun en etapas previas, en los siglos XIX y XIX. Estas tradiciones han ofrecido a sus destinatarios una variedad de posibilidades. Ha habido un proceso de selección mediante el cual una serie de individuos confrontaron las tradiciones. La selección ha sido limitada por el convencimiento intelectual y la auto- evidencia (lo que es característico de cualquier tradición), y la oportunidad de exposición individual a corrientes particulares de la tradición; esta exposición es disciplinada cuando tiene lugar mediante instituciones que a la vez conciente e irreflexivamente determinan qué componentes de la tradición debería ser presentado a los individuos que la integran. Las instituciones no han creado a la sociología; ésta ha sido creada por sociólogos individuales ejerciendo su poder de observación y análisis en situaciones sociales aprehendidas dentro del marco de trabajo de las tradiciones sociológicas. La observación incluye observaciones de segunda y tercera mano a través de informantes, documentos y trabajos impresos que reportan observaciones por parte de terceros. Cada una de estas fuentes es un conglomerado de observaciones hechas dentro del marco de trabajo de las tradiciones. Es tarea de los sociólogos interpretar estos conglomerados de otras tradiciones bajo la luz de su propia tradición sociológica. Estas tradiciones sociológicas pueden ser adquiridas por individuos que las buscan en los libros y personas en las que están encarnadas. Las instituciones reducen la tares de búsqueda; ellas lo hacen más fácil y reducen la libertad de una búsqueda más aleatoria y autodidáctica. Las instituciones concentran la atención en elementos particulares de la tradición; ellas refuerzan ciertas maneras selectas de percibir e interpretar la experiencia. Las instituciones abrigan la producción de trabajos, y los trabajos, con aquello que ellos contienen en la manera de interpretar la realidad social, se convierten en parte de la tradición que orienta sus miradas. Las instituciones presentan un ambiente intelectual resonante y receptivo para aquellos que se encuentran dentro de ellas, y logran que aquello que es producido bajo su influencia sea más visible en la esfera pública fuera de la institución. Las ideas sociológicas que atraviesan un proceso de institucionalización tienen un mayor peso en la competencia por la interpretación de la realidad social. Institucionalización Por institucionalización de una actividad intelectual entiendo la relativa densa interacción de personas quienes conducen dicha actividad dentro de un convenio social que tiene límites, resistencias y nominaciones. La interacción tiene una estructura. Cuanto más intensa es la interacción, mayor es la estructura que da lugar a una autoridad que tome

4 decisiones y considere cuestiones de justicia, admisión, promoción, asignación; la autoridad también establece el criterio de selección de aquellas tradiciones particulares que deben ser cultivadas mediante la enseñanza y la investigación. No es necesario que haya una estipulación formal del criterio; él puede y usualmente está encarnado en la práctica de las autoridades –en este caso, aquellos que tienen mayor capacidad de imposición intelectual. El alto grado de institucionalización de una actividad intelectual supone su enseñanza e investigación dentro de la organización regulada, programada y sistemáticamente administrada. La organización regula el acceso a través de un escrutinio de calificaciones y provee juicios organizados de actuación; asigna instalaciones, oportunidades, publicaciones, cargos, etc. También supone la provisión y difusión de los resultados de la actividad más allá de los límites institucionales mediante publicaciones, en el sentido más general de hacer accesibles dichos resultados al público, lego o especializado, (Existen excepciones marginales respecto a este último rasgo: una institución para el cultivo de una ciencia o filosofía hermética, o una institución que hace investigación “secreta”, que resulta en que la investigación es transmitida para el “usuario” privilegiado) Una actividad intelectual no necesita ser igualmente institucionalizada en todos los sentidos indicados. Debería también ser recordado que una actividad intelectual puede ser llevada adelante fructíferamente sólo con un grado de institucionalización muy rudimentario. De hecho, algunos de los más grandes periodos de producción intelectual en ciencias y filosofía han sido marcados por una organización institucional relativamente rudimentaria. Debe existir cierta organización institucional para la adquisición de instrucción elemental y para la transmisión de los resultados de investigación en forma impresa o manuscrita. La organización institucional no es necesariamente buena. Lo que aquí sostengo es que su presencia y forma produce una diferencia en el rumbo que toman las tradiciones. La sociología se encuentra más institucionalizada allí donde puede ser estudiada en una universidad que donde puede ser objeto de estudios privados; donde puede ser estudiada en una universidad como una asignatura principal que allí donde puede ser estudiada como una materia adjunta; y en los lugares en que tiene un staff especializado de enseñanza propio en lugar de profesores que lo hacen como una obligación marginal mientras que sus obligaciones principales es la enseñanza de economía y filosofía. La sociología está más institucionalizada donde hay oportunidades para la publicación de trabajos sociológicos en revistas sociológicas especializadas, más que en revistas dedicadas primariamente a otras materias; cuando hay provisión financiera, administrativa y logística para la investigación sociológica a través de instituciones establecidas, más bien que recursos privados de investigadores; donde hay oportunidades establecidas y remuneradas para la práctica de la sociología en la enseñanza e investigación; y donde existe una “demanda” para los resultados de la investigación sociológica. La sociología actual es, en términos relativos, una rama de estudios altamente institucionalizada en los países de Europa occidental y Norteamérica –más recientemente en los últimos que en los primeros. Las ciencias sociales se establecieron como materias académicas más tarde que la mayoría de las otras principales disciplinas académicas, por ejemplo, matemáticas, física, química, zoología, botánica, estudios clásicos, estudios orientales, el idioma y literatura nacionales, que ahora se encuentran entre los cursos universitarios de estudio. La sociología fue la última de las ciencias sociales en alcanzar ese estatus. No obstante, ahora las ciencias sociales han acortado la distancia. Títulos, de grado y de postgrado, son otorgados tras completar cursos de de estudio en estas temáticas; se provee entrenamiento de investigación con profesores calificados, a menudo en equipos de investigación cuyo trabajo es organizado por los profesores, supervisado y evaluado preliminarmente en seminarios en los cuales el trabajo es criticado. Las revistas con referato profesional y académico, a menudo apoyadas por asociaciones académicas y en ocasiones por editores comerciales que hacen posible la publicación de de los resultados de la investigación

5 en cada campo y con frecuencia para subcampos bastante especializados. Sumado a las reuniones periódicas de las asociaciones académicas, existe, para profesores y estudiantes en cada campo y en muchos subcampos e incluso en el dominio informalmente circunscrito de un problema, una red elaborada de comunicación a través de la circulación de separatas, memorándum y versiones preliminares de reportes de investigación. Prácticamente todas estas actividades están firmemente incorporadas en una estructura de universidades y sociedades profesionales, cada una con su propia dinámica. En la primera mitad del siglo XIX, la sociología no existía como una asignatura académica en ningún lugar, aunque por supuesto tenía precursores académicos en la Staatswissenschaften, en las ciencias jurídicas, en la ocasional docencia de economía, especialmente historia económica, y en filosofía moral. Este desarrollo académico que comenzó lentamente y fue desparejo en los últimos años del siglo XIX fue posible, sin embargo, por un conjunto indirectamente articulado de tradiciones intelectuales, las cuales se extienden hasta la antigüedad occidental y que adquirió centralidad durante el curso del siglo XIX. El exitoso desarrollo intelectual de la economía en Inglaterra y su relativo fracaso en Alemania muestra que la institucionalización no fue condición ni necesaria ni suficiente para los logros intelectuales. La economía fue sólo muy débilmente institucionalizada en Alemania. Estar bien institucionalizado es en un sentido ser un éxito, pero esto no es lo mismo que un logro intelectual. Las principales figuras de la tradición de análisis económico en Gran Bretaña no eran por lo general profesores universitarios; a menudo no eran siquiera graduados universitarios. De hecho, ni siquiera en economía, que devino una disciplina intelectualmente ordenada – relativamente hablando– mucho antes que la sociología y la ciencia política, el elemento universitario tiene un campo propio. Adam Smith aparece como el primer gran académico de importancia que contribuyó a la materia, aunque la economía política fue sólo una de las cuatro materias que él tuvo bajo su responsabilidad dentro de su más bien corta ocupación/carrera como profesor, primero de lógica y luego de filosofía moral. Él había estado alejado de la vida académica por treinta años cuando La riqueza de las naciones fue publicada en 1776. David Ricardo nunca fue un académico, tampoco James Mill, y la actividad docente del reverendo William Paley en Haileybury no puede considerarse estrictamente como académica ya que esa escuela se parecía más a una secundaria que a una universidad. John Stuart Mill, quien logró sintetizar la teoría económica de mitad de siglo, tuvo conexiones académicas marginales; fue rector de St. Andrews, una posición enteramente honorífica y transitoria; nunca estudió o enseñó en una universidad. Cairnes, Senior, Fawcett, Sidwick y Jevons eran docentes universitarios, y no mucho después que Alfred Marshall diera sus primeros pasos académicos, los mejores estudiantes podrían obtener una de las pocas vacantes de formación universitaria en análisis económico en Gran Bretaña. La investigación económica empírica fue otro asunto, que estaba en su mayoría en manos de los funcionarios gubernamentales, amateurs privados y cuerpos voluntarios; en gran parte era un asunto de tiempo libre, y estaba poco institucionalizada. Sin embargo, aun en este campo la posibilidad de adquirir guía en las técnicas de investigación existió en el marco de la academia. En instituciones como Oxford, Archdeacon Cunningham en Cambrigde y en King’s Collage, Londres, un profesor podía ayudar a un joven a aprender a investigar en economía con un hincapié en lo cuantitativo. Si comparamos la situación con aquella prevaleciente en Francia, donde la economía se enseñaba con seriedad solamente en el Conservatoire des arts et métiers, en la École des ponts et chaussés, y en otras instituciones técnicas donde los jóvenes eran preparados para carreras tecnológicas, o en el Collège de France donde no existían estudiantes de economía, o en la Faculté de droit en Paris, donde la economía se estableció en la década de 1870 y fue sofocada bajo los números legales, vemos una de las razones del por qué la economía británica guió al mundo en el siglo XIX y principios de XX. La economía

6 británica se estableció primero como una firme tradición intelectual y se institucionalizó solamente después de haber hecho esto. Debe ser enfatizado repetidas veces que la referencia a la institucionalización no permite dar cuenta totalmente la ascendencia del análisis económico británico en este periodo. Los economistas británicos tuvieron mejor idea acerca de los problemas a ser estudiados, y esto fue en parte por el alto nivel de los órganos de opinión pública en Gran Bretaña; el contacto de los economistas con los asuntos del mundo parlamentario, comisiones de investigación, departamentos gubernamentales y líderes políticos y empresarios les dio la experiencia sobre la que pudieron ejercer su poder de análisis. Los economistas británicos tuvieron un punto de partida más fructífero porque ellos analizaron el equilibrio de un sistema económico y no las necesidades presupuestarias de los gobiernos. Fue la preocupación por estas últimas lo que contuvo el desarrollo de la economía en las universidades alemanas desde que obstruyó la comprensión de la autonomía de los mercados. El descubrimiento del mercado no fue una función de la institucionalización académica de la economía; pero una vez que el descubrimiento había sido hecho, la institucionalización ayudó a clarificar, corregir y diferenciar la aproximación original y a hacerla más ampliamente disponible. La sociología es un poco diferente de la economía en cuanto a edad, y su establecimiento institucional en universidades de los Estados Unidos es unas décadas posterior al establecimiento institucional de la economía. La economía, sin embargo, tuvo dos tradiciones claramente definidas –la teoría económica británica y la historia económica alemana– y tuvo una gran figura que dominó el establecimiento institucional de la economía en Gran Bretaña; se trata de Alfred Marshall. La sociología no tiene una figura tan distinguida que haya estado presente en su consolidación académica, y esto provocó una vida intelectual variopinta, incluso en la actualidad. La sociología tuvo muchas figuras importantes que establecieron el nombre de la materia -de por sí un paso significativo- y quienes estudiaron sus temas. Augusto Comte y Herbert Spencer fueron los más grandes de estos precursores. Cada uno tuvo muchos admiradores y críticos que se consideraron como sociólogos. Cuando la sociología se estaba estableciendo en las universidades, ambos habían caído desde las alturas de sus reputaciones y no existía un cuerpo de conocimiento y teoría autorizados que reemplazasen sus doctrinas. Tocqueville y Marx pueden ciertamente ser considerados legítimamente como precursores de la sociología, pero ellos no eran reconocidos como sociólogos a principio de este siglo; es sólo recientemente que han sido nominados para la membresía retroactiva en la tradición. Ellos no eran ni más ni menos académicos que Comte o Spencer, no tenían estudiantes ni asistentes ni series monográficas o seminarios; ninguna disertación se escribió bajo su influencia para trabajar sus ideas y aplicarlas a situaciones con las que ellos no tenían que lidiar. Comte y Spencer se instalaron a sí mismos al comienzo de una tradición al darle un nombre y un conjunto vago de límites a la materia que estaba por nacer. Pero cuando llegó el tiempo en que la sociología fue admitida en las universidades, ellos ya se habían convertido en parte de una tradición en desuso. Otros creadores, como los historiadores alemanes y los estadísticos británicos y franceses, quienes en efecto generaron e impulsaron la tradición de la que emergió la sociología actual , tampoco han sido equitativamente reconocidos como los precursores de la sociología. Las técnicas que estos eruditos usaron y los temas que eligieron dejaron un sello perdurable en la sociología tal como se desarrolló, pero la sustancia de sus ideas no fue considerada justamente. Ellos hicieron meramente su aporte a la heterogeneidad de la sociología mientras ésta avanzaba hacia la consolidación institucional.