Statement on SB 360 Being Withdrawn from Committee, Failing

hace 6 días - together to defend our freedoms and promote our values in seeking to build a society of justice and compas
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Statement on SB 360 Being Withdrawn from Committee, Failing Passage in 2019 Most Reverend José H. Gomez Archbishop of Los Angeles July 8, 2019 I am grateful to the California Assembly Public Safety Committee members and staff for their thoughtful analysis and deliberation on Senate Bill 360, and I am thankful that the bill’s author, Senator Jerry Hill, has decided not to continue pursuing its passage this year. This outcome is good for the Catholic people of California and for believers of all faiths, not only in this state but across the country. SB 360 was a dangerous piece of legislation. It was a threat to the sacrament of Confession that would have denied the right to confidential confessions to priests and tens of thousands of Catholics who work with priests in parishes and other Church agencies and ministries. But SB 360 was more than that — it threatened the conscience of every American. If any legislature can force believers to reveal their innermost thoughts and feelings shared with God in Confession, then truly there is no area of human life that is free or safe from government intrusion. In these past few months, it has been inspiring to see so many awakening to this threat and coming together to speak out in defense of religious freedom. Thanks to the faith and devotion of individual Catholics, parishes, and organizations, tens of thousands of letters, emails, and phone calls were made to lawmakers in Sacramento — including more than 140,000 letters and nearly 17,000 emails delivered from Catholics here in Los Angeles. This is a sign of the great faith and vitality of our Catholic community and the importance of Confession to our religious identity and practice. I would like to express my personal gratitude to the many faith leaders from across the country who came to our assistance in opposing SB 360. It is a beautiful thing to stand together with our brothers and sisters in the apostolic churches of the Catholic and Orthodox East, with Baptists and Pentecostals, Anglicans and Lutherans, Muslims and Jews, and the Church of Latter Day Saints. Religious freedom is one of the foundations of American democracy. It can never be acceptable for government to interfere in how people pray or worship or live out their beliefs in society. And a threat to the freedom of one faith will always be a threat to the freedom of all of us. These are matters that go beyond politics. And I pray that as believers we will all keep working together to defend our freedoms and promote our values in seeking to build a society of justice and compassion that serves the dignity of the human person.

From the beginning of this debate, we have argued that SB 360 would do nothing to protect children from the scourge of child abuse that is, unfortunately, found everywhere in our society. In the Catholic Church, we have grappled with this scandal for many years. Across the state, dioceses have put in place policies and programs to keep children safe. We fingerprint and do background checks on Church personnel, we have staff who help victims, and we have strict protocols for dealing with allegations against priests and others who work for the Church. As a result, new cases of child sexual abuse by priests are rare in the Archdiocese of Los Angeles and other dioceses across California. We know that every case is one too many. And the Church remains vigilant and totally committed to protecting children and to helping all victim-survivors to find healing. So, as we thank God today for helping to keep Confession sacred, we need to commit ourselves again — every one of us, in every faith and walk of life — to eliminate this scourge of abuse from our society and to see that every child is welcomed and loved, protected and safe.

Declaración sobre la propuesta de ley SB 360 que se retiró del Comité, y que no se aprobó en 2019 Monseñor José H. Gomez Arzobispo de Los Ángeles 8 de julio del 2019

Agradezco a los miembros y al personal del Comité de Seguridad Pública de la Asamblea de California por su cuidadoso análisis y deliberación sobre el Proyecto de Ley del Senado 360, y agradezco que el autor del proyecto de ley, el Senador Jerry Hill, haya decidido no continuar con su aprobación este año. Este resultado es bueno para el pueblo católico de California y para los creyentes de todas las religiones, no solo en este estado sino en todo el país. La SB 360 era una legislación riesgosa. Era una amenaza al sacramento de la Confesión que habría negado el derecho a confesiones confidenciales a los sacerdotes y a decenas de miles de católicos que trabajan con sacerdotes en parroquias y en otras agencias y ministerios de la Iglesia. Pero la SB 360 era más que eso: amenazaba la conciencia de todos los estadounidenses. Si cualquier legislatura puede obligar a los creyentes a revelar sus pensamientos y sentimientos más íntimos compartidos con Dios en la Confesión, entonces verdaderamente no hay un área de la vida humana que esté libre o a salvo de la intrusión del gobierno. En estos últimos meses, ha sido inspirador ver a tantos despertarse de esta amenaza y unirse para hablar en defensa de la libertad religiosa. Gracias a la fe y a la devoción de católicos individuales, parroquias y organizaciones, se hicieron decenas de miles de llamadas telefónicas y se escribieron decenas de miles de cartas y correos electrónicos a los legisladores en Sacramento, incluidas más de 140,000 cartas y casi 17,000 correos electrónicos enviados por católicos aquí en Los Ángeles. Esta es una señal de la gran fe y vitalidad de nuestra comunidad católica y la importancia de la Confesión para nuestra identidad y práctica religiosa. Quisiera expresar mi gratitud personal a los líderes religiosos de todo el país que acudieron en nuestra ayuda para oponerse a la SB 360. Es una cosa hermosa permanecer unidos con nuestros hermanos y hermanas de las iglesias apostólicas del Este católico y ortodoxo, con bautistas y pentecostales, anglicanos y luteranos, musulmanes y judíos, y con la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.

La libertad religiosa es uno de los cimientos de la democracia estadounidense. Nunca puede ser aceptable que el gobierno interfiera en la forma cómo las personas oran o adoran o viven sus creencias en la sociedad. Y una amenaza a la libertad de una fe siempre será una amenaza para la libertad de todos nosotros. Estos son asuntos que van más allá de la política. Y rezo para que, como creyentes, sigamos trabajando juntos para defender nuestras libertades y promover nuestros valores en la búsqueda de la construcción de una sociedad con justicia y compasión, que sirva a la dignidad de la persona humana. Desde el inicio de este debate, hemos argumentado que la SB 360 no haría nada para proteger a los niños del flagelo del abuso infantil que, lamentablemente, se encuentra en todas partes de nuestra sociedad. En la Iglesia Católica, hemos lidiado con este escándalo durante muchos años. En todo el estado las diócesis han implementado políticas y programas para mantener a los niños seguros. Tomamos huellas dactilares y verificamos los antecedentes de todo el personal de la Iglesia, tenemos personal que ayuda a las víctimas y tenemos protocolos estrictos para tratar las denuncias contra sacerdotes y contra otras personas que trabajan para la Iglesia. Como resultado, los nuevos casos de abuso sexual infantil por parte de sacerdotes son raros en la Arquidiócesis de Los Ángeles y en las otras diócesis de California. Sabemos que un solo caso es demasiado y por ello la Iglesia permanece vigilante y totalmente comprometida con la protección de los niños y con la ayuda a todas las víctimas-sobrevivientes para que encuentren sanación. Es así que, mientras hoy le agradecemos a Dios por ayudarnos a mantener la Confesión sagrada, debemos comprometernos de nuevo, cada uno de nosotros, los miembros de cada fe y de todo camino de vida, a eliminar el flagelo del abuso infantil de nuestra sociedad, y velar porque todos los niños sean bienvenidos y amados, y que estén protegidos y seguros.