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SOBERANO SEÑOR DE LOS MUNDOS Por Arlina Cantú Lectura bíblica: Génesis 1:14-19 Texto clave: De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan. Sal. 24:1 No tengo idea de cuántos eclipses de sol y de luna he contemplado a lo largo de mi vida, pero sé que han sido muchos. En los últimos años hemos podido ver cómo los medios de comunicación masiva le dan mayor espacio en la programación a este tipo de sucesos. Así fue para el eclipse de luna que ocurrió a finales del mes de octubre, mencionado como el último del año 2004. No cabe duda de que cada quién lo observó con diferente interés, por ejemplo: los estudiantes universitarios, pretendiendo desentrañar los secretos del universo. Los que se dedican a lo esotérico, esperando recibir vibraciones positivas del ignoto cosmos. Los comunicadores televisivos, intentando aumentar el "rating" de sus programas. Y los científicos, deseando poder contarle a la humanidad los detalles de tal fenómeno que no puede ser realizado por manos humanas. Pero a pesar de que cada persona lo haya observado desde diferente ángulo de interés particular, es un hecho innegable la grandiosidad del evento. Tuve la oportunidad de verlo cuando habían transcurrido casi dos horas desde su inicio y me pareció maravilloso lo que vi. Quedaba visible sólo una pequeña parte de la luna, y su esplendor luminoso permitía contemplar con perfecta claridad el espectro de la Tierra cuando iba pasando frente a ella, en la ruta invisible que la mano poderosa de Dios le trazó en el universo. Ignoro en cuántas partes del mundo se conozca una canción que cantamos en México y que dice: "de las lunas, la de octubre es más hermosa..." y esta letra tiene mucho de verdad, porque de los doce meses del año éste es en el que por casi todo el territorio mexicano puede contemplarse la luna llena más esplendorosa y radiante de todo el año. Y era una parte de ese brillante astro, que Dios creó para alumbrar las noches del mundo, lo que aún irradiaba sobre la Tierra como prueba innegable de la Omnipotencia de Dios. Salí a verla de nuevo una hora después y, puedo decir con certeza que, cuando vemos las cosas desde la particular perspectiva de la grandeza del Dios Creador, éstas se observan diferente a como el resto de los humanos lo ven. Por mi parte, sentí que casi se me cortaba el aliento en la contemplación solitaria y silenciosa que hacía. Cuando mis ojos se perdieron en la inmensidad del cielo y vi aquella grandiosa luna opacada en su brillo por la sombra del planeta, me sentí empequeñecida ante el maravilloso espectáculo.

Hubiera sido imposible no reconocer la grandeza del Dios que concibió tal creación. Porque admirar esa luna suspendida ahí en el espacio sideral sin tener nada que la sostenga en su lugar, no puede ser obra más que de un Dios Todopoderoso. Y mis labios musitaron alabanzas a su grandeza, y mi corazón se gozó grandemente de ser su hija, y mi humano conocimiento se maravilló segundo tras segundo en aquella contemplación. Después seguí las transmisiones que se hacían por televisión, y, admirada también por la magia satelital, vi como presentaban diferentes aspectos de la luna, según el Estado de la República Mexicana desde donde se observaba. Pero un solo pensamiento llenaba mi mente: el de rogarle al Señor que todos los que teníamos la oportunidad de ver este último eclipse del año, le tuviéramos en mente a él que es el Dios Creador, el Soberano Señor de los Mundos, y para quien debe ser toda gloria, toda honra y todo honor. OREMOS PARA QUE SEAMOS CAPACES DE RECONOCER LA GRANDEZA DE DIOS, A TRAVÉS DE SU CREACIÓN. Usado con permiso. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.