“Segregacion,Femineidad y lazos”.

pandillas de chicas que se unen para desgarrar brutalmente el rostro de otra, en un pasaje al acto que da cuenta de la n
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Psicopatología 1. Titular: Fabián Abraham Naparstek. Clase de apoyo:“Segregacion,Femineidad y lazos”. Patricia A. Karpel, Jacqueline V. Lejbowicz

La idea de hoy es presentarles, un trabajo que presentamos el año pasado en el Congreso de Investigadores de la facultad. Un trabajo escrito en el marco de una investigación que llevamos adelante con la dirección del titular de la cátedra, Fabián Naparstek, y que fue seleccionado para ser publicado en el próximo Anuario de la Universidad. Y se nos ocurrió compartirlo con ustedes porque nos dimos cuenta de que si bien tiene cierta terminología y hay ciertos conceptos que aún no han sido trabajados por ustedes, el trabajo permite pensar ciertas cosas de cómo desde el psicoanálisis y desde el bagaje que vamos armando desde la teoría de Freud y de la teoría de Lacan, podemos tomar mucho de esto para pensar la actualidad y muchas de la cuestiones que se empezaron a dar en la actualidad. Vamos a ir haciendo un contrapunto de lo que fue la época Freudiana y modalidades propias de la época de Freud y modalidades de nuestra época en que lo femenino

se arma de otro modo, y los lazos sociales se arman de otro modo, y

trataremos de dar cuenta del por qué. Vamos a ir leyendo el trabajo y hacer algunos comentarios. Nos parece importante transmitir que ahora que estamos en la unidad de Neurosis y particularmente leyendo sobre la histeria, pensamos que están en condiciones de hablar de los lazos en función de los lazos de identificación. Como vieron, se trata de la tercera identificación de Freud, y haremos un contrapunto con los lazos de esta época porque consideramos que los modos actuales de relación y lazo social son diferentes y particularmente nos vamos a dedicar a cuestiones relacionada con el lazo en lo femenino. Comenzamos la lectura del trabajo, e iremos haciendo aclaraciones y dando lugar a preguntas.

Femineidad, segregación y lazos.

Podríamos decir que cada época produce sus propios modos de vivir, de morir, y de gozar. En esta época, el declive de la función paterna ha propiciado 1

la

instalación de la toxicomanía y el consumo de imágenes como algunos de sus modos de goce

paradigmáticos. Cada uno goza con su pequeño objeto,

prescindiendo del otro. Tomando en cuenta los efectos de segregación que estos modos autistas de gozar producen, nos interesa en particular situar que lugar toma, en estos tiempos, lo femenino. Por un lado es importante destacar como hay un declive en la autoridad paterna. Si comparamos con la época freudiana, había lugares en la cultura muy claros de autoridad y de función del nombre del padre que ustedes ya estuvieron trabajando fuertemente para hacer un contrapunto con la psicosis. Lugares en la cultura donde el Nombre del Padre tenía una eficacia. Uno podría plantearse que en esta época hay como un declive de los lugares de la autoridad paterna, que las instituciones no tiene la solidez que solían tener, que los lugares en la familia son diferentes, y sin alarmarnos ni ponernos moralistas, creemos que los analistas tenemos que estar a la altura de interrogarnos qué efectos produce esta época, y qué respuestas dar, porque esto se plantea cotidianamente en los consultorios. Digamos que se produjo una caída de los ideales y que esto tiene un efecto y que nosotros lo que tomamos en cuestión, es que cada uno goza con su pequeño objeto, y como lo que comanda en estos tiempos no son ya los ideales; sino el consumo. Somos ya no ciudadanos, sino consumidores, -en la Constitución Argentina misma se plantea esto- y podemos decir que hay un empuje de la época a consumir. Es decir, que los chicos de hace 50 años tenían una muñeca de trapo y se acordaban de toda su infancia con su juego querido, y ahora se compran un juego y después otro; cada uno va perdiendo el valor y lo dejan tirado, y lo rompen en función de que ya no tiene interés porque se puede comprar otro; y esta misma lógica se plantea en los adolescentes y adultos, a otros niveles, por ejemplo en el consumo de drogas y el consumo de psicofármacos. Uno podría plantearse que las patologías de esta época están fuertemente asociadas a las cuestiones ligadas al consumo, podríamos pensar si el sujeto de la revolución francesa era el sujeto de la fraternidad de la libertad, mas allá de las variantes que esto tomara, -por ahí eran iguales a europeos y blancos donde los negros quedaban por afuera-, pero había lugares claros en la cultura, donde ciertos valores tenían cierta preeminencia. La idea del consumo de hoy está en el imperio del consumo y del objeto de consumo que en principio más que ciudadanos con derecho pasamos a estar todos en 2

relación a los derechos del consumidor, y esto entraña también cierto empuje a gozar. Parecería que uno no se puede deprimir y hay que tomar rápido una pastilla para no deprimirse. No se puede hacer un duelo y estar triste, hay que estar siempre disfrutando, hay que estar siempre en sincronización con el disfrutar. Y es un disfrutar cada uno con su objeto y que muchas veces cortocircuita la relación con el Otro. No es la vía del amor y del encuentro con el otro, sino la vía del consumo de un objeto. Y esto determina patologías como toxicomanías , anorexia y bulimia que son también patologías ligadas al consumo: el me como todo o no como nada, o me chupo todo. (Dora sería una chupeteadora permanente o se abstendría permanentemente del chupar). Y esto produce efectos de segregación, porque en ese imperio del consumo, hay un empuje a que todos tenemos que gozar de lo mismo y el que goza de algo distinto, queda segregado o excluido. Podriamos pensar que lo femenino mismo, si lo tomamos freudianamente en tanto pone en juego la dimensión de la castración, ya entraña cierta dimensión de la segregación y de lo rechazado. O el modo de gozar en otra cultura, el que habla en otro idioma, etc., hay muchas de las cuestiones que plantean diferencias pero pone en juego la castración, porque: ¿cómo el otro puede gozar de otra manera, o de algo distinto de lo que gozo yo? Esto produce efectos de segregación, de rechazo del Otro. De hecho, estamos teniendo los retornos brutales en el mundo de lo que es la segregación, es lo que se ve que pasa en los países y la política de los

grupos

segregados como irrumpen de la peor manera: Cuanto mayor es la segregación, mayor es el retorno feroz de eso

que fue dejado afuera, que puede ser el tema de las

inmigraciones de gente de otras culturas, que se las requiere para que hagan esas tareas de las que nadie se quiere hacer cargo, pero después se las margina y expulsa. Y el retorno de estos tiene ferocidad en el punto donde se provocan crímenes, matanzas, etc. Entonces nosotras vamos a ir articulando porque hay una relación en la sociedad donde hay un imperio del goce, más que del deseo. Y como esto tiene la contra-cara dramática de la segregación. Seguimos leyendo, decíamos que en estos efectos de segregación que estos modos autistas de gozar producen, nos interesa en particular que lugar toma en estos tiempos lo femenino; seguimos. Lo que en otros tiempos se ordenaba bajo la égida del amor al padre, deparaba ciertos caminos para las jóvenes adolescentes en su acceso a una posible sexualidad. Caminos que Sigmund Freud intentó delinear en sus artículos sobre la 3

sexualidad femenina y en varios de sus casos clínicos, orientado –y, en ocasiones, desorientado- por la pregunta “¿Qué quiere una mujer?”. Precisamente uno de los casos de identificación que Freud trabaja en “Psicología de las masas y análisis del yo” (1), reseña un tipo de lazo que podríamos pensar como paradigmático de esos tiempos: Las chicas del internado haciendo un ataque histérico todas, por la carta del amado que recibe una; en una identificación que les permitía aventurarse por una vía deseante, situando por procuración, la pregunta por los misterios femeninos que causan el deseo de un hombre. Alumno: ¿esto tiene que ver con la identificación? Profesoras: si, y particularmente con la de tercer tipo, donde la comunidad de deseo es lo que enlaza: Si ella se desmaya por la carta del amado, yo que estoy con una situación parecida o que querría estar en la misma situación que ella, me desmayo también. Ahí se hace un lazo y ahí se identifican. Prosigo la lectura: Nos preguntamos por cómo “pasa” -o no; lo femenino en estos tiempos de declive de la función paterna, cómo se arman -o no-, lazos e identificaciones. Para ello situaremos una lectura de un fenómeno actual que suele tomar la modalidad de pandillas de chicas que se unen para desgarrar brutalmente el rostro de otra, en un pasaje al acto que da cuenta de la no operación del semblante. El concepto de semblante es por ahí un poco complejo, más adelante lo vamos a ver, ahora avanzamos un poco más. Se suprime la diferencia por un corte en lo real, (aquí nos referimos a que efectivamente le van a cortar la cara a otra, está en referencia a los artículos en los diarios que se vieron en los últimos tiempos) eludiendo el pasaje por las identificaciones a que la función fálica daría acceso, y permaneciendo en un plano de transitivismo imaginario, en la más descarnada segregación que deja a todas en el lugar del despojo. Podríamos decir que en vez de esa función de identificación que decíamos de las chicas del internado, acá más que una identificación que armó lazo, donde está la pregunta por el deseo de la Otra para poder preguntarme por mi propio deseo; lo que hay es un pasaje al acto donde se va directamente a cortarle la cara a la otra, porque es linda, porque responde a un ideal de belleza de la época, pero en una cuestión de pasaje al acto en lo real: No me pregunto cómo hace ella para causar el deseo de un hombre, sino que van y le cortan la cara.

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Con lo cual no es una vía que permita el deseo, el saber y el plantearse la pregunta a partir de la otra: Si hay un misterio ahí, ese misterio es rechazado porque lo que se hace es ir a arruinar esa cara, esto es cortar el camino en relación a transitar por ahí y por la vía de la otra el misterio de la propia femineidad. Ustedes ya trabajaron que es lo imaginario, lo simbólico y lo real; esta vía de ir a cortarle la cara a la otra en lo real, da cuenta que no funciona el semblante ahí. De algún modo lo que estamos diciendo que hay algo de la operatoria del nombre del padre, de lo simbólico que no está funcionando; esto no quiere decir que sean todas psicóticas las que hacen esto. No es que estamos haciendo un diagnóstico de estructura, ustedes saben que el psicoanálisis jamás hace un diagnóstico de estructura generalizado y sin tratamiento de por medio y esto vale la pena aclararlo porque un día lo escuché a Cormillot en la tele diciendo que todas las anoréxicas son psicóticas, no es nuestra posición en absoluto y nos parece una barbaridad decir esto en la tele ; al contrario, siempre estamos situando la cuestión de la singularidad y el caso por caso. Entonces, no estamos diciendo que estas chicas sean psicóticas pero sí que hay una modalidad de lazo donde hay algo de lo simbólico que no se está pudiendo poner en juego, que hay algo de la eficacia del Nombre del Padre que no está siendo eficaz; es decir, que no está operando como debería. Entonces no está la pregunta en lo simbólico, sino que está el pasaje al acto en lo real. Una cosa es hablar mal de la otra, cosa que es una práctica bastante habitual entre las mujeres; pero otra cosa es ir a cortarle la cara, una cosa es envidiar a la otra porque tiene la cara bonita o el novio que le gustaría tener y otra cosa es ir por la vía de lo real, aquí hay algo a distinguir, una cuestión es todo este pasaje simbólico en relación a la envidia, a los celos, a la pregunta, a la respuesta por la vía de la otra, y otra cosa es ir a cortarle la cara.

Alumno: ¿Esto es lo que tiene que ver con el declive de la función paterna? Profesora: Si, de algún modo lo que estamos planteando que ese declive de la función paterna, esto no quiere decir que no esté operando de algún modo, pero que hay cierta devaluación del Nombre del Padre en la cultura actual, y esta entronización del objeto de consumo, donde la cara linda ya pasa a ser un objeto de consumo. Ahora vamos a avanzar un poco en la lectura pero está todo lo que tiene que ver con la cirugía por ejemplo, o el consumo de imágenes en la tele, como esa entronización del objeto de

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consumo va paralelamente con un declive del lugar del Nombre del Padre y de la autoridad paterna y esto tiene efectos devastadores en los lazos. Porque lo que se aflojan son los lazos amorosos, todo lo que enlaza; entonces si hay un declive del Nombre del Padre, algo cae de lo amoroso y queda este terreno en relación al pasaje al acto. Por eso decimos que en la época actual, esto de la inmediatez, de la satisfacción ya , de satisfacerse inmediatamente, de la satisfacción química, están ocupando el lugar de lo que antes eran ideales y que los ideales se sostienen en el tiempo: No se consigue inmediatamente un título sin estudiar, no se consigue estar inmediatamente feliz si uno perdió a alguien , sino que uno tiene que atravesar el tiempo del duelo. Y cuando hay una respuesta para todos igual, generalizada de que hay pastillas, por ejemplo que los puede curar o que comprándose cosas como lo hacen algunas mujeres que dicen que cuando se deprimen van al shoping y revientan la tarjeta de crédito, esta es una respuesta que abarca muchas cuestiones y hasta ya se está hablando de poder elegir de qué color de ojos del hijo que uno quiere tener, del sexo, del color de pelo, hasta el riesgo de que esto empiece a ser consumible. El “consumo” de bebés ya es un problema, nos contaban de un centro de fertilización asistida aquí en Buenos Aires, donde tienen 7.000 embriones congelados con los que no saben qué hacer y uno puede pensar que quedarán así, uno puede pensar que algún día se van a morir los padres y esos embriones van a quedar ahí, donde se anulan condiciones de temporalidad y espacio básicas que hacen a lo simbólico fuertemente. Y condiciones de deseo porque también en esto se empezó a hablar de clonar nuevos seres o donar una parte a un hermano que está enfermo entonces ¿en qué lugar de deseo se alojan los lazos? Donde la ciencia colabora a esta explosión de consumo. Nos parece que se podrían tomar como paradigmas de modos de lazo de cada época, la identificación entre las chicas del internado en los tiempos de Freud, y la segregación que ponen en juego estas pandillas de colegialas que describimos, en estos tiempos. Jacques Lacan, ya en 1967, advertía sobre las consecuencias de una extensión cada vez mas dura de los procesos de segregación que se irían produciendo “por el reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia, y, principalmente, por la universalización que la ciencia introduce en las agrupaciones sociales”. (2). Bueno esto es un poco complicado pero lo que uno podría pensar esto que planteábamos, de cómo la ciencia va permitiendo que haya disponible tecnológicamente un montón de cuestiones que hacen al consumo y a la universalización de consumir 6

todo lo mismo sin tener en cuenta que decisiones éticas se ponen en juego y que va a pasar con las agrupaciones sociales y los lazos sociales en función de estas cosas que van sucediendo. Con lo cual, hasta nosotros como analistas que somos convocados por este aparato científico o administrativo, como un prepago, y escuchar a analistas que dicen que vino un paciente que se le pregunta porque consulta y el paciente dice porque tenía 20 sesiones para consumir. Entonces, si tengo voy y veo que hago, y esto que parece que es una cuestión que roza con el absurdo es algo que se viene produciendo donde hay un sujeto que demanda por lo que pagó, si ya está pre-pago, lo cual hace a un lazo muy particular y en todo caso hay que ver de que manera un analista puede posicionarse ante esto. Por otro lado, desde lo que se propone con la ciencia, esto que Lacan nombra como universalización; tiene que ver no solo porque sea un mundo globalizado, sino por lo universal de la respuesta: El “Para todos”. Esto va en otra dirección de lo que proponemos desde el psicoanálisis como respuestas que van desde lo singular; entonces el “para todos” ofrece para todos, la misma solución de consumo, y el que no puede o el que no accede queda segregado de alguna manera. Incluso uno podría tomar el concepto de forclusión, que ustedes ya lo trabajaron y lo podrían tomar para pensar como la ciencia cuando se descarrila de esa manera y se desconecta de una cuestión ética donde predomine lo humano, forcluye al sujeto. Ese consumo de niños del que hablamos recién en donde alguien puede decir que se alquila un vientre, todas estas cuestiones que se van armando; o clonar una criatura para prevenir en el futuro una enfermedad posible; esto forcluye al sujeto. Hay algo ahí, de disponer de los cuerpos de las personas, o del ser por nacer como un objeto, no como un sujeto. Entonces no es el niño esperado, en una trama simbólica que pone en juego un deseo, en una transmisión filiatoria; sino por ejemplo el consumo de embriones donde el sujeto pasa a ser objeto, queda forcluido . El consumidor pasa a estar consumido y la posición de goce es una posición que si sólo se sostiene en eso, no enlaza, es autoerótica, es un goce solitario, es lo que Ernesto Sinatra llama “soledad globalizada”, encontramos a los chicos que tienen en el Facebook 1.000 amigos pero ¿esos son amigos? ¿Qué lazo hay ahí? Entonces esta entronización del objeto de consumo, entroniza al goce, es una vía totalmente opuesta a la del psicoanálisis. Proseguimos la lectura:

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“Una época en la cual la autoridad del padre está devaluada, donde lo que comanda es el objeto y lo que impera es la obtención de goce a cualquier precio, el empuje al consumo, y el rechazo profundo de toda diferencia, ¿qué depara para el advenimiento de lo femenino? ¿Qué caminos para la sexualidad femenina que sitúen la dimensión del no-todo?”.(3). De lo singular, de lo que no se puede terminar de decir. En “La era de la fiesta permanente”, F. Naparstek afirma: “En la civilización freudiana –si la podemos llamar así- la mayor parte del tiempo estaba regulado por la ley y sus instituciones. Al costado teníamos esos pequeños excesos festivos cada tanto –referencia a la fiesta totémica. En la actualidad habría un empuje a una fiesta permanente con un intento de hacer desaparecer el resto”. (4).

Se

promueve entonces un empuje a gozar no regulado por el nombre del padre, que promueve un verdadero enloquecimiento…globalizado. Esto tiene que ver con el after hours , la previa y el seguir tomando, la fiesta continua y siempre hay que estar disfrutando, donde uno no puede aburrirse ni un ratito porque parece que esto es terrible. Y de hecho, en el texto, Fabián da el ejemplo del mezcladito, que son los restos que quedan de drogas y bebidas que se los mezcla y se los consume también, donde no hay ningún resto. Nada se pierde, todo se aprovecha para el goce que termina en lo peor; porque hay que poder dar algo por perdido para que el deseo esté en juego.

Para pensar algunos efectos de la desregulación que la caída del lugar del padre en la cultura produce en las adolescentes de esta época,

nos pareció pertinente

entonces contraponer esos lazos de identificación que se armaban entre las chicas del internado que Freud describía, con lo que actualmente psicólogos y educadores de distintos lugares del mundo han dado en llamar “Bullying”, fenómeno que se produce en escuelas y barrios aparentemente en un in crescendo y nos llama a reflexionar. El término proviene de “bully”, que en inglés significa “bravucón” o “matón”. Se define como “prácticas de medidas de segregación orientadas a doblegar psicológicamente a las víctimas, además de lanzar actos de difamación y menosprecio”. Se trata de la reiteración de conductas de maltrato a un compañero

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produciendo un desequilibrio de poder que hace a la víctima impotente para salir de esa situación por sus propios medios, induciéndola incluso al suicidio. En la clínica con niños y adolescentes son cosas que están resonando bastante fuerte, chicos que están difamados por el Facebook. El viernes hubo un artículo en el diario de un chico que se suicidó porque en Facebook lo trataban de homosexual, esto tiene que ver con la cuestión de la discriminación globalizada. Nos interesa particularmente reflexionar sobre la manera en que este fenómeno se presenta en muchachas adolescentes, poniendo en juego, en pandilla, actitudes que van desde tomar de punto a una compañera, con conductas injuriantes y crueles que pueden pasar por difamarlas públicamente escribiendo insultos o afirmaciones sobre su vida sexual en facebooks y fotologs; o bien filmando situaciones donde se la provoca y se la pone en ridículo; hasta situaciones donde concretamente le propinan palizas y cortes que van al objetivo directo de desfigurarle el rostro. Los motivos aducidos son, por ejemplo, su tez blanca y éxito en las materias escolares, o ser rubia y agrandada. Y el acto es reivindicado con un: “Esto te pasó por ser linda”. ¿Qué lazos son los que se arman en esa pandilla donde algunas simplemente participan por temor a pasar a su vez a ser víctimas de ultraje, y otras van simplemente…por la cara de la otra, a romperle literalmente la cara? ¿Qué estatuto de otra se configura ahí? (Recuerden como pensábamos la cuestión de la Otra, al situar el lugar de la pregunta histérica). Es una lógica segregativa donde la cohesión parece situarse en una comunidad de odio, por quedar, juntas, en el lugar de resto, respecto de otra que es portadora de una imagen cercana a la promovida desde los medios. (Fíjense que ubicamos acá el lugar de resto, en una lógica segregativa donde la cohesión parece situarse en una comunidad de odio por quedar juntas en el lugar de resto. Estamos diciendo: nada se pierde, el resto aparece en el lugar de las personas, donde no debería estar. La imagen “debe ser” la que nos muestra, nos vende la tele, donde si no se responde a esa imagen, y como además, si no pasa en la tele no existe-, entonces queda excluida de ser lo que “debería ser”. En ese punto, quedan como desperdicio, cada una de lo que suponen que deberían ser. En el teórico pasado, se hablaba de la cuestión de la fragmentación en la histeria, de la preocupación por verse siempre fragmentada, en el tratamiento del cuerpo; esto queda absolutamente reduplicado desde los medios en esta época, al 9

entronizar una imagen que se presenta como ideal, donde el que no es así, no es. Se borra toda diferencia; y eso, a veces, se lleva la existencia misma. Si el racismo es el odio al goce del otro, acá parece ponerse en juego el odio a aquella a la que se le supone gozar de ser portadora de la imagen que socialmente se promueve. Esto pone en juego el sentirse a su vez rechazada, rechazan a la otra, incluso donde son ellas rechazadas: Hay algo ahí de lo especular, como ellas no pueden tener ese lugar, tampoco la otra lo va a tener; no hay Otra como sería la señora K, en Dora, para que a través de ella se puede desplegar una pregunta en relación a la propia femineidad: ¿Qué tiene ella que atrae al señor K? ¿Qué tiene ella que atrae a mi papá? ¿Cómo es ser como ella? Bueno, acá esto no queda como una pregunta abierta. Es la otra o yo. Donde no se arma comunidad en el lazo y donde lo que aparece es la segregación: O estar en ese lugar o ser el desperdicio, el resto. Y lo que no aparece como resto, es esto de que si bien se toma algo de la Otra, como en Dora: hay algo que no se sabe y eso que no se sabe puede operar como el resto deseante que causa querer saber y podría dar lugar a hacerse Otra para sí misma, porque la histérica toma a la Otra para saber sobre la Otra que hay en ella. Para aclarar un poco más la cuestión de ser Otra para sí misma, porque por ahí nosotros con Dora, llegamos hasta el punto donde empezamos a situar que preguntas se está haciendo respecto de la Otra para situar algo de la femineidad. Y, en realidad, lo que está en juego ahí es cómo poder ser Otra para sí misma finalmente, como poder situar algo de lo femenino en ella, en Dora misma. Es la vuelta que Dora no llega a dar en el transcurso del análisis; y justamente acá, es esto lo que no se pone en juego porque lo simbólico no arma ese modo de lazo, entonces me siento el desperdicio de la Otra porque la Otra sí “tiene” la imagen que la tele dice. Y entonces, me rechazo a mí misma y rechazo a la otra y entonces voy y le corto la cara, esquemáticamente dicho.

La segregación promueve un goce dislocado, cerrando la vía del deseo y no aloja la diferencia. Se segrega lo más propio, lo femenino. O sea si no se da lugar a la diferencia, esa es la segregación, y lo diferente es lo femenino, lo que ya dijimos desde Freud, lo que no tiene inscripción que es la vagina. Y, desde Lacan, la cuestión de la pregunta por la mujer. Es en ese mismo punto del rechazo de la diferencia, que otras tantas se operan, en una proliferación de rostros construidos a semejanza de la otra, en una réplica de lo mismo, borrando con el bisturí toda marca propia. Gestos y expresiones 10

desterrados de esas caras pret-a-porter, donde a lo sumo se puede ver la huella particular de tal o cual cirujano. Y nada de lo propio. O en el mismo punto, en que se hacen castings para buscar novia a algún galán televisivo bizarro, y se presentan chicas que en tren de querer hacer existir lo que no existe, hacen gala del grotesco obtenido en la acumulación de cirugías. Cuando el Nombre del Padre opera, la pregunta por los secretos de la Otra, orienta en el camino del misterio de la propia feminidad, hacia lo más particular. Precisamente en el punto en que lo femenino no hace clase, es una por una; la identificación histérica deja un resto inasimilable que se vuelve causa y enigma para cada mujer. Es un resto operante, opera en relación a causar el deseo, causar el deseo y la pregunta respecto de si misma a partir de la otra. Recordemos a Dora, mirando extasiada la imagen de la Madonna, o admirando secretamente el rostro blanquísimo de la Sra. K.

(Porque, en realidad, hay algo de

la Otra que causa en el punto donde es inimitable, no es que me lo puedo copiar exactamente con un bisturí convirtiendo mi cara en su cara, hay algo que es más propio de cada sujeto. Un gesto particular que a veces se borra con el Botox o con la cirugía, mujeres que ya no se pueden sonreír. Lo más propio, los pequeños detalles que hacen que una persona sea tan particular y que incluso que cause el amor y el deseo, esto que queda borrado y se dice que las operó el mismo cirujano porque se parecen en las caras, donde la marca de algo propio es la del cirujano. La pregunta por lo inimitable de la Otra conduce sinuosamente a la posibilidad de buscar el propio modo y estilo. El chusmear, el sacarle el cuero a la otra, organiza el lazo entre mujeres metabolizando el goce, en tanto el maldecir; hay un juego de palabras que hace Lacan que es (dit femme- decir mujer- / diffame – difamar-) es un intento por nombrar algo de lo indecible de lo femenino. Esto que no se puede terminar de decir que es justamente en tanto algo de lo fálico que no alcanza para nombrar la falta, hay algo que queda sin poder nombrar, es justamente algo que causa el deseo . Pero en estos casos que se dan en la actualidad, desde un verdadero enloquecimiento, se le saca literalmente el cuero a la otra, ya no en la vía metafórica del hablar mal; sino en lo que se muestra. Por ejemplo, en lo que se da a ver en la pantalla a través del Factbook. O, cómo relatábamos, arrancándole verdaderamente el semblante, rompiéndole la cara con golpes, cortes y arañazos. 11

Las chicas de la pandilla no soportan que la otra porte esa imagen. Lejos de la procuración histérica que abre la pregunta por el deseo femenino, le arrancan la cara a la otra, como quien rompe una vidriera o mata a alguien para robarse unas zapatillas, no porque le supongan un saber sobre el deseo, sino simplemente porque porta esa

imagen. Es una dimensión que no alcanza a constituir lo

especular porque no hay cuerpo. (Se acuerdan cuando veían el estadio del espejo, donde se pone en juego la dimensión del deseo del Otro que sostiene a este bebe que se está viendo en el espejo; acá hay algo del estadio del espejo que está complicado porque lo que hay es una dimensión donde lo simbólico no está operando, entonces hay pura especularidad: El Yo y la imagen, y el querer reventar la imagen. No hay mediatización y es como un chico que le arranca al otro el autito. Acá, va y le arranca la cara, no está operando la separación en los cuerpos. Incluso podríamos decir, no hay cuerpo hay pura imagen. Para que haya cuerpo tiene que haber una construcción, una constitución del cuerpo. El cuerpo se arma con significantes y esos significantes están también en relación al encuentro con el deseo que arma a ese cuerpo. Cuando algo de lo simbólico y del deseo no opera, entonces hay puras imágenes como desconectadas en el sujeto. La difamación misma cobra otra dimensión, o mejor dicho, pierde dimensión en tanto no opera como resto lo indecible, cuando es llevada a la pantalla del Facebook: Lo que no está en la pantalla no existe, y a la vez, lo que está en la pantalla es absolutamente. Parece que el ser se escapa todo el tiempo y nunca se lo alcanza a nombrar porque algo siempre se me escapa, acá más bien lo que se le presenta es que la persona es su imagen y eso aplasta completamente al sujeto. Es un absoluto. De hecho pensábamos los efectos crueles que tiene esto y por ejemplo imaginar todo en un pueblo en cuando alguien se enteraba algo de una persona y lo hacía público, esto del “infierno grande”, toda la población puede estar enterada de algo y no hay manera de escaparse de esto. El infierno que puede ser el facebook, en esos casos. Fíjense la dimensión que cobra de injuria , como cuando decíamos que el psicótico queda cosificado en lo que le viene de afuera, por ejemplo marrana que lo petrifica, que lo deja sin posibilidad de moverse de esto. En estos casos no porque sean psicóticos, sino por el efecto que tiene esto de estar petrificado, cosificado en esto el todos saben, toda la escuela sabe, el pueblo sabe, todos los chicos saben, etc. Y casos que en esta situación producen un suicidio como la única manera que encuentran personas frágiles que no tienen manera de extraerse de esto que todos consumieron en la información. 12

La nena de 15 años que cuenta que en el Facebook le pusieron que hizo tal cosa y ahora dice que no puede volver a la escuela, que se tiene que ir, no tiene como volver, porque su imagen consiste enteramente en esto y quedo totalmente fuera en el lugar de resto. Es un achatamiento del ser, en la pantalla: La dimensión pública, a la que nada se le sustrae en esta pantalla que todo lo mira y todo lo muestra, deja en ocasiones, a algunas chicas más frágiles y de menor recurso simbólico, con el suicidio como única salida. Quitarse la vida para sustraerse de la pantalla y poder constituir ahí un resto, a costa de volverse ella misma resto. Esto por supuesto pasa con varones también, nosotras nos centramos más, en esta ocasión, en la cuestión de la sexualidad femenina . Aquí de lo que se trata es de un verdadero pasaje al acto. Lo forcluido, la no puesta en función del Nombre del Padre, mantiene la pantalla in-atravesable, inagujereable. (Todo lo que sucede es en la pantalla no hay un por fuera de eso). Por eso, el romperle la cara a la otra, o el suicidio ante la difamación pública en el Facebook, funcionan produciendo un desgarro en lo real, allí donde lo simbólico no opera situando agujero. Situando una falta, situando algo que se pueda salir por fuera de esa imagen, es la castración, hay “un todo” y no hay un “no todo”. Aquí el no todo no se constituye y entonces ese sujeto mismo se extrae, que sale como resto y ahí agujerea, ahí todo se preguntarán que pasó, pero hace agujero de esta manera. Agujerea cayéndose por el agujero, quedando en el lugar de resto. En tanto no funciona el semblante, (el semblante tendría que ver con que se puede articular la imagen con el cuerpo y con el sujeto, y acá hay pura imagen vacía, en realidad es una imagen falsa porque nadie es lo que se ve en la Facebook de sí mismo por ejemplo, pero terminan creyendo que esta imagen es “el ser”). En tanto no funciona el semblante, no se sitúa el lugar de lo radicalmente Otro de sí, sino que hay pura imagen. Lo que hay son imágenes falsas, querer reconocerse en imágenes falsas creyendo que eso es LA mujer. Son imágenes des-reguladas, salidas del régimen de la verdad en tanto desconectadas de lo real (4). Por ejemplo, cuando el cuerpo no responde a la imagen que supuestamente debería tener pueden ser los temas relacionados con la alimentación; y además dando existencia a “LA” mujer, como si la hubiera, como si eso existiera, “LA” mujer, como debe ser”, y la que no. Eso que queda entronizado ahí borra toda particularidad.

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Quedamos

entonces en el nivel de “lo semejante”, en un eje imaginario que no incluye nada de lo prójimo y del objeto causa de deseo. No opera la identificación, ni se sitúa lo inimitable, (no se puede imitar lo de la otra y de lo que queda de la otra para encontrar algo propio); sólo hay mimesis, (esto es como las palomas cuando ovulan frente al espejo, creyendo que hay otro ejemplar enfrente) dualidad pura, transitivismo. No se pone en juego la admiración ni la “envidia”, la envidia en el sentido de mirar a la otra con cierta envidia, pero que pone en juego un deseo, el querer ser como ella, parecerse , sino que lo que directamente se pone en juego es la aniquilación. En tanto lo simbólico no sitúa el agujero de lo real, no sólo hay un quedar feudatarias de la imagen, sino que imaginario y real quedan sobremontados. Dice J. A. Miller: “Sin el Nombre del Padre no hay más que caos. Caos significa fuera de la ley, que hay caos en lo simbólico. Sin el Nombre del Padre no hay lenguaje, solo lalengua. Sin el Nombre del Padre, no existe propiamente el cuerpo, hay tan sólo lo corporal, la carne, el organismo, la materia, la imagen” .Podemos decir que si el Nombre del Padre opera, hay lazos posibles y lugar para el deseo, en tanto queda un resto que causa seguir deseando y el querer decir y el querer hablar. Sin el Nombre del Padre, la lógica imperante es la segregativa, y es el sujeto el que queda eyectado, como resto, al lugar del objeto.

¿Hay preguntas, comentarios? Alumno: ¿Cómo opera la identificación en la pandilla? Profesora: No sé si podríamos decir que verdaderamente opera la identificación , es que no está situado lo simbólico; entonces no podríamos decir que opera la identificación, sino que hay una especie de cohesión donde se juntan en el ultraje y, entonces van a arrancarle a la otra la imagen que tiene. Sería un empuje a castrar a la otra, en relación a que la castración como regulación simbólica no está funcionando. La identificación Freudiana toma en juego lo simbólico por la palabra y lo particular que implica porque si se identifica con la que recibió la carta del amado, es porque ella querría estar en el lugar de la amiga. Más allá de la comunidad que se arme, toma algo en particular de ese sujeto; acá esa imagen que se ve y que se muestra, que se vende y que se consume , la orientación que estamos tomando es a pensar que no hay lazos identificatorios porque el odio está entre ellas mismas.

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En todo caso lo que opera ahí no es la identificación pensada como infección psíquica, en relación a tomar algo de la otra para situar una pregunta propia; en todo caso lo que podríamos decir que opera es la identificación al resto, el identificarse al lugar de desperdicio. El otro día trabajábamos un caso en toxicomanías que se trataba de un chico que fumaba porro y se hacía llamar a sí mismo “Tuca” por toda una serie de derivaciones que tenían que ver con su historia, donde lo que más le gustaban era que le peguen finalmente. Y ahora no nos vamos a meter con el caso, pero finalmente el modo en que se hacía llamar era el nombre de lo que consumía y del objeto de su consumo y de lo que resta de ese objeto de consumo, porque la “Tuca” es lo que queda; en todo caso es una identificación al lugar de resto, un lugar al lugar del desperdicio, de lo que sobra. En esta cuestión donde las agrupaciones sociales que decía Lacan, todos estos seres que andan por el mundo de un lado al otro que están desterrados, que se tuvieron que exiliar, que perdieron su lugar de trabajo, su relación con su modo de producción y que andan por el mundo dando vueltas, quedan también identificados a un lugar de resto, son como la lacra. Ahora a Europa fueron todos los africanos a los que tantos años colonizaron y explotaron, y ahora los tienen ahí reclamando derechos y los europeos están alarmados y no saben qué hacer con ellos. Hay un efecto en esta cuestión de la entronización del consumo y la perdida de ciertos lugares de ordenamiento simbólico, que más bien empuja a que todos quedemos identificados al resto; y la apuesta del psicoanálisis no es a lo universal, ni al resto; sino al uno por uno , a lo singular. A lo singular, no en antinomia con lo colectivo: la pregunta es por un colectivo que aloje la particularidad, la diferencia, el estilo de cada uno . En ese punto de la pandilla, no hay pregunta, y además esto del resto se podría asociar a esto que ya vimos de lo que trabaja Freud en “Duelo y Melancolía” que son posiciones donde hay cierta melancolización de quedar como resto, de identificarse al resto bajo la sombra del objeto que cae sobre el yo, pero como algo socialmente generalizado, donde se piensa esto como esa división que se arma entre consumidores y deprimidos, los que tiene acceso al consumo y son supuestamente felices porque siempre tiene un objeto a consumir y los que no. Porque ese mandato a ese empuje a gozar de manera permanente, la fiesta permanente y en el que no podría haber lugar para el duelo , para la tristeza, ese 15

mandato para la felicidad continua, en realidad tiene como contra-cara trágica la depresión. Más satisfacción permanente, es más insatisfacción. Y, por otro lado, como nosotros como estamos en el campo de la salud mental , no podemos obviar que hay intereses fuertemente ligados a instaurar diagnósticos para vender psicofármacos. Entonces más depresión, más pastilla. Cuanto más pastilla para combatir la depresión más pasaje al acto, es redondo porque el efecto es ese . Es redondo y sabemos que el deseo no es de ese modo, el deseo no tiene que ver con estar siempre feliz, entonces lo que sucede a este nivel es tanta “felicidad” tiene este costo. Felicidad que es pura satisfacción pulsional, que no es deseo: Es todo el tiempo, taponarse los agujeros, los ojos con imágenes, la boca con comida, nada que ponga en juego la relación al otro y el lazo social. Alumna: es como algo dinámico, no es estático, va cambiando, la exclusividad la da el grupo con determinadas características que puede que ahora ya no estén. (se refiere a lo que la tele vende como exclusivo). Profesora: quizás no es exclusividad sino exclusión, no hay nada de lo exclusivo en tanto que lo exclusivo hace a la diferencia singular, a lo preciso, a lo precioso de lo exquisito de cada uno. Y, en cambio esto es exclusión, porque siempre se está excluido de la imagen. Porque lo segregado es lo humano entonces cada vez que se rechaza al otro con su particularidad, en realidad es un rechazo de lo propio. Siempre que rechazo al otro, rechazo algo propio. Porque de hecho estamos hablando de un sujeto dividido, donde todo el tiempo nos encontramos con cosas que nos hacen diferentes y esto incluso respecto de nosotros mismos. No hay algo que abarque completamente el ser y esto justamente pone en marcha el deseo.. Por eso, cuando se va a romperle la cara a la rubia al rechazar que transite la pregunta se está rechazando a ella misma. Es indiferente, una podría ocupar el lugar de la otra. Da igual quien está de cada lado, porque se puede cambiar en cualquier momento. Es este transitivismo donde no se situan las diferencias, no se les hace lugar. Pero al no haber lugar para la diferencia, lo que hay es la segregación, lo que no se diferencia, queda segregado, rechazado; y así como hablamos que en la neurosis hay retorno de lo reprimido en esto lo que se deja afuera retorna ferozmente con los efectos que tiene forcluir la dimensión de la subjetividad; se corre el riesgo de forcluir lo humano, finalmente, en ese imperio del objeto. 16

Bibliografía: (1) S. Freud. “Psicología de las Masas y Análisis del yo”, Biblioteca Nueva. (2) J. Lacan. “Proposición del 9 de octubre de 1967, sobre el psicoanálisis de la escuela”. Momentos cruciales de la experiencia analítica. Editorial Manantial. (3) P. Karpel, J. Lejbowicz. “Velos y pesadillas. Del despertar de los sueños en las chicas de esta época”. Psicoanálisis y el Hospital. La adolescencia hoy. Nro 37. (4) F. Naparstek. “La era de la fiesta permanente” en “Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo II”. (5) S. Toté. Conferencia en Ateneo Anorexia y Bulimia, ICBA, EOL. (inedito). (6) J. A. Miller. “Lo real y el sentido”. Colección Diva.

Desgrabación: Paula Del Rey.

Patricia Andrea Karpel Cuba 2565, 2do piso, CABA, C.P.1428. 17

Teléfono: 05411 41793310 [email protected] Psicoanalista, docente de las cátedras “Introducción a la Clínica con Toxicomanías y Alcoholismo” y “Psicopatología 1”, UBA, Investigadora UBACyT.

Jacqueline Viviana Lejbowicz. Pje. Cranwell 583, CABA, C.P.1406. Teléfono: 05411 60199262 [email protected] Psicoanalista, docente de las cátedras “Introducción a la Clínica con Toxicomanías y Alcoholismo” y “Psicopatología 1”, UBA, Investigadora UBACyT.

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