Salud y género AWS

mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores carentes de los derechos mínimos de libertad
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34 Salud y género

Los contenidos que aprenderás en esta unidad son: 34.1 Género e identidad sociocultural 34.2 La salud y su relación con el género 34.3 La violencia de género 34.4 Estrategias de intervención

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34.1 Género e identidad

acciones discriminativas que amparan la desigualdad) y las esferas sociales que se ocuparán. Las investigaciones antropológicas describen que no hay coincidencias entre los motivos de las diferentes culturas para atribuir unos u otros rasgos a cada rol sexual.

sociocultural

Desde hace décadas, el interés por el concepto de géne­ ro y su influencia en los roles desarrollados por mujeres y hombres ha ido en aumento. Este mayor interés se ha visto favorecido por multitud de estudios científicos que eviden­ cian la desigualdad en relación al género, es decir, entre «lo masculino» y «lo femenino», tanto en las relaciones psicosociales como en el ámbito laboral, con su repercu­ sión en la salud y la forma de enfermar, en la violencia, etc.

I mpo rt ant e La Plataforma Beijing 95 fue la cuarta conferencia sobre la mujer y la igualdad de género organizada por la ONU, y sus recomendaciones fueron adopta­ das por 189 países que acordaron la necesidad de promover el empoderamiento femenino. «El avance de la mujer y el logro de la igualdad entre la mujer y el hombre son una cuestión de derechos humanos y una condición para la justicia social y no deben encararse aisladamente como un problema de la mujer. Únicamente después de se hayan alcanzado esos objetivos se podrá instaurar una sociedad via­ ble, justa y desarrollada.»

A El género como construcción psicosocial

Cuando hablamos de género, ¿pensamos que se trata del mismo concepto que el de sexo? Y si pensamos en el con­ cepto de sexo, ¿sería este equivalente al concepto de se­ xualidad? La primera impresión es que sexo y sexualidad son concep­ tos de categorías diferentes, no directamente comparables. La palabra sexo se refiere a una variable biológica determi­ nada genéticamente; una expresión física y anatómica es­ pecífica –caracteres sexuales primarios y secundarios– (ver la Unidad 13, en la página 255) y una expresión hormonal (que contribuye al mantenimiento de estos caracteres); según esto, hablaríamos de hombres (machos) y mujeres (hembras); y aquí hay que recordar también que la finali­ dad principal es la reproducción. La palabra sexualidad se refiere a la relación que se establece con otras personas, que tiene que ver con aspectos psicológicos y sociales (el comportamiento, la comunicación con «el otro», el sentir placer, los sentimientos, las emociones, el sentirse bien con uno mismo, los afectos, el querer ser feliz, el deseo…).

Según la psicología diferencial, a los 3 años se adquiere la identidad de género y se aprende por imitación, prohi­ bición, refuerzos positivo y negativo de algunas conduc­ tas, etc. Contribuyen a ello la familia, el aprendizaje en la escuela, la religión, la comunidad social y los medios de comunicación, entre otros. En esta vivencia del papel atribuido al género, hay un cierto grado de inconsciencia que condiciona de algún modo las relaciones personales; de esta manera, el género se nos aparece como natural, pero en realidad lo que ocurre es que está «naturalizado» por una construcción psicosocial. Lo que sí se repite, tanto en la historia como en la mi­ tología, es «el complejo de supremacía masculina», que implica una desigualdad a favor del hombre.

El género es un concepto dinámico que se deriva de una construcción psicosocial y cultural dentro de una comunidad, que influye en los modos y los estilos de relación interpersonal y que, por lo tanto, consta tanto de características individuales como grupales.

Y desde esta construcción de tipo cognitivo, que influye en lo emocional, en el comportamiento, en las relaciones de poder, en el prestigio…, se va construyendo el «yo» a partir de un aprendizaje que se realiza desde un experimentar la propia realidad corporal, psíquica y social (lo que va confor­ mando la identidad y el self respecto a cómo somos y cómo nos percibimos); y asimismo se sobreentienden ciertos pre­ supuestos, como que las mujeres son más tiernas, afectuo­ sas, dependientes y están más preparadas para cuidar a los demás; y los hombres son más independientes, agresivos, competitivos y fuertes. Se puede percibir en esta construc­ ción un determinismo biológico y otro sociocultural.

Habitualmente, cuando se produce el nacimiento de una persona o cuando se conoce su sexo a partir de una eco­ grafía, ya se hace una serie de suposiciones sobre el indi­ viduo que tienen que ver con el hecho biológico o anató­ mico, por un lado, y con una construcción personal, social y cultural, por otro. Todo ello está sujeto a un sistema de creencias y estereotipos que, lejos de reflejar la realidad, reproduce y perpetúa valores institucionales e históricos. Es decir, en principio, se señala la diferencia biológica y se proyecta en una diferenciación psicosocial y cultural. El género es una construcción psicosocial que se hace a partir del rol sexual y crea un tipo de relación basado sobre todo en la dicotomía sexual entre hombres y mujeres, en­ tre el «deber ser» de cada uno (no tanto lo que se es sino lo que se debe llegar a ser, lo que en ocasiones acarrea

Fig. 34.1. Transgénero, gay, intergénero, heterosexual, lesbianismo, travestismo, bisexualidad, homosexualidad, pansexualidad, intersexualidad, etc., son distintos atributos del hecho de ser persona.

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Ten en cuent a

B El género y los estereotipos El término «estereotipo» procede del siglo xviii, y se re­ fiere al vaciado de plomo que hacían las imprentas para construir un cliché. En el siglo xx se acuñó la misma pa­ labra desde una acepción psicosocial para referirse al uso que hacemos las personas de generalizaciones e ideas preconcebidas simples, tales como atajos mentales, en las relaciones entre grupos. Los estereotipos existen res­ pecto al género del mismo modo que lo hacen también respecto a la religión, la política, la clase social, la disca­ pacidad, el país de procedencia, la etapa evolutiva, etc.

Diversos estudios sobre el género y sobre su influen­ cia en las relaciones sociales señalan que supone una «diferencia» (tendemos a rechazar lo diferente, que se vive como amenazador), una «desigualdad» (la diferencia se relaciona con niveles jerárquicos, con un orden social patriarcal) y una «opresión» (por causa de las relaciones de poder, de dominio y sumisión).

Los estereotipos de género son conceptualizaciones o construcciones mentales que se acompañan de creen­ cias, emociones y motivaciones que nacen de cons­ trucciones grupales y que se refieren a cualidades o expectativas de cada género. Los estereotipos se aprenden y pueden ser positivos y negativos.

El concepto de género es un concepto que implica cier­ to grado de crítica respecto al rol sexual, que se basa únicamente en criterios biológicos y naturalistas. Am­ pliar así el concepto permite incluir otras categorías de características o cualidades de tipo psicosocial y cultural que están vinculadas a esta doble posibilidad del género (ser varón y ser mujer, lo masculino y lo fe­ menino). Estos «constructos» sociales varían según las diferentes culturas (no se considera igual «lo femenino» y «lo mascu­lino» en países hindúes, subsaharianos, ára­ bes, europeos…

Así, por ejemplo, en nuestra cultura, son estereotipos de «lo masculino»: • Los hombres son fuertes, independientes, apropiados para ser líderes y dominar.

Pero, aunque parecería que esta categoría psicosocial am­ plía las posibilidades de lo biológico, el resultado sigue siendo el mantenimiento de diferencias (y la existencia de diferencias no justifica la consecuencia de desigualdad por ellas), desigualdades e incluso opresión a favor de «lo masculino» (en el aspecto laboral, la ocupación de cargos de responsabilidad, la posición social, etc…).

• Son superiores; saben tomar decisiones importantes; son exitosos, emprendedores y visibles. Por otro lado, son estereotipos habituales en nuestra cul­ tura de «lo femenino»: • Las mujeres son organizadas, dependientes, pasivas y subordinadas o sumisas a las decisiones de los hombres.

Los estereotipos se interiorizan a partir de la interacción social, el aprendizaje y la adaptación al grupo social al que se pertenece.

Determinantes estructurales de las desigualdades en salud Contexto socioeconómico y político Género y tradición política

Actores económicos y sociales

Ejes de desigualdad

Determinantes intermedios Recursos materiales Condiciones de empleo y trabajo

Políticas macroeconómicas

Clase social

Trabajo doméstico y de cuidados

Género

Ingresos y situación económica

Mercado de trabajo

Edad

Vivienda y situación material

Etnia

Entorno residencial

Políticas del estado de bienestar

Cultura y valores

Territorio Factores psicosociales Poder

Desigualdades en salud

• Son débiles, emotivas, vulnerables, inferiores, adecua­ das para cuidar a otros sin ser demasiado visibles.

Factores conducturales y biológicos

Servicios de salud

Fig. 34.2. Marco conceptual de los determinantes en las desigualdades sociales en salud. Fuente: Comisión para reducir las Desigualdades en Salud en España, 2010. Basado en Solar e Irwin y Navarro.

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34.2 La salud y su relación

En nuestro país, en 1994 primero y después en 1996, se estudió y publicó un informe que, aunque tuvo escasa repercusión, ya exponía las desigualdades en cuanto a la mortalidad, las conductas relacionadas con la salud, la sa­ lud autopercibida y el acceso a los servicios sanitarios de la población. Hubo otros estudios posteriores, ente ellos en el año 2004 publicado en La Gaceta Sanitaria, el «In­ forme SESPAS 2004» (de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria), que confirmaban y ampliaban estas evidencias sociosanitarias.

con el género

Se considera que el género se constituye como un eje de desigualdad social y comunitaria, igual que la etnia o raza, la clase social y el territorio en el que se vive, porque todos estos elementos derivan en jerarquías que condicio­ nan las oportunidades para disfrutar de una buena salud y calidad de vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende que son desigualdades aquellas situaciones de inferioridad entre hombres y mujeres que se dan respecto a la salud; que son injustas, además de evitables. Muchos estudios manifiestan estas desigualdades, al igual que también demuestran las mejoras que pueden reducir estas desigualdades si se establecen políticas públicas adecua­ das tanto sanitarias como sociales.

Los estudios evidencian los principales ejes de desigual­ dad, que son: • La posición económica y estratificación social: existen evidencias de desigualdades en cuanto a la mortalidad, el estado de salud en general y los factores de riesgo, tales como la obesidad, la ocupación (tener una profe­ sión cualificada o no cualificada, ser directivo de una empresa…, lo que tiene que ver con la renta personal, el poder adquisitivo y la posición socioeconómica), etc.

En España, en octubre de 2008, la Dirección General de Salud Pública, del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, puso en marcha la Comisión para reducir las de­ si­gualdades sociales en salud. En 2015, siguiendo las reco­ mendaciones de la comisión, se elabora y publica el docu­ mento Avanzando hacia la equidad. Propuesta de políticas e intervenciones para reducir las desigualdades sociales en salud en España (2015).

• El género: está muy relacionado también con la cla­ se social por sus condicionantes, y además configura creencias, valores, costumbres, expectativas y respon­ sabilidades que contribuyen a la vulnerabilidad de sus factores de riesgo. Así, se aprecia en las conductas relacionadas con la promoción de la salud, como por ejemplo hacer ejercicio, unas desigualdades que pue­ den empezar desde la infancia y conformar hábitos a largo plazo. De esta manera, el reparto desigual de ro­ les y, en consecuencia, de poder entre hombres y mu­ jeres tiene que ver con el uso del tiempo, que a su vez tiene su impacto en la salud: el que las mujeres tengan una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados de otros –personas dependientes– no les permite invertir

¿ S ab í as q u e. . . ? John Money fue la persona que creó el término «identidad de género», que se extendió durante los años sesenta por su uso en movimientos femi­ nistas reivindicativos. Fue un psicólogo especiali­ zado en sexología muy controvertido por el «caso Reimer», su primera experiencia de reasignación de sexo.

A Factores determinantes Con carácter general, tanto en el contexto mundial como en el entorno de nuestro país, es un tema de actualidad el estudio y el análisis de los aspectos que promueven condiciones de desigualdad y que tienen reflejo posterior en la salud de las personas. En España, la Comisión para reducir las desigualdades sociales en salud señala que entre las causas de de­ sigualdad en salud se incluyen factores relacionados con las condiciones de vida y de trabajo, con el con­ texto socioeconómico y político, las condiciones de empleo y de precariedad, el nivel de ingresos, la carga de trabajo no remunerado en el hogar, la calidad de la vivienda, el barrio en que se habita y el acceso a los servicios sanitarios.

Fig. 34.3. Desigualdades sociales en la salud. Fuente: Norwegian Ministry of Health and Care Services (2006). National Strategy to reduce social inequalities in health. Report No. 20 (2006-2007) to the Storting.

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cuanto a la igualdad en áreas de conocimiento, poder y salud; y se sitúa por debajo en las áreas que tienen que ver con el trabajo, el dinero y el tiempo.

el mismo tiempo que los hombres en el trabajo remu­ nerado y en las actividades de ocio (como el ejercicio y la actividad física de la que hablábamos antes, u otro tipo de actividades).

I mpo rt ant e

• El territorio: las diferencias entre las CC.AA. más ricas y más pobres evidencian también diferencias de espe­ ranza de vida de hasta tres años. Incluso entre barrios de una misma ciudad, las diferencias pueden llegar a ser muy grandes.

«Los papeles tradicionales de género y los estereo­ tipos siguen teniendo una gran influencia en la di­ visión de papeles entre mujeres y hombres en el ho­ gar, en el lugar de trabajo y en la sociedad en toda su extensión, con las mujeres representadas como las que trabajan en la casa y cuidan de los niños, mientras los hombres están representados  como asalariados y protectores».

• La edad: tiene que ver con las diferencias físicas y psi­ cológicas, con etapas muy diferentes por las que atra­ vesamos los seres humanos; y también tiene que ver con la desigualdad de género (de nuevo), por los distintos patrones de comportamiento (cambios generacionales, maternidad y crianza, incorporación al mercado laboral, mayor esperanza de vida en la actualidad, etc.).

Eliminación de los Estereotipos de Género en la UE, Parlamento Europeo, 2012.

B Indicadores de salud y género

En España, es el INE (Instituto Nacional de Estadística, adscrito al Ministerio de Economía, Industria y Compe­ titividad), el organismo oficial que periódicamente hace publicaciones de indicadores de diverso tipo referidos a distintos parámetros, como agricultura, ciencia, econo­ mía, demografía, mercado laboral, servicios (comercio, hostelería transporte…), sociedad (educación y cultura, salud, seguridad, justicia…), nivel y condiciones de vida (IPC), entre otros.

Distintos organismos internacionales se han implicado a lo largo de las últimas décadas para diseñar indicadores objetivos que permitan observar la evolución de las polí­ ticas que pretenden corregir las desigualdades. Así, por ejemplo: • el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD);

También realiza estudios específicos sobre género, con la denominación «Mujeres y hombres en España», que inclu­ ye una selección de indicadores sobre:

• el Banco Mundial (BM); • la Comisión Económica para América Latina y Caribe (Cepal).

• aspectos sociales y económicos (entre los que se inclu­ yen los que tienen que ver con la educación, el empleo, los salarios y la inclusión social);

Un indicador es un «señalador» de alguna evidencia, medición, hecho u opinión que interesa identificar. Los indicadores pueden ser de tipo económico o de valoración; pueden obtenerse a partir de los resulta­ dos de un proyecto o del impacto de su efectividad; también pueden ser de tipo cualitativo o cuantitativo.

• salud (determinantes de salud, esperanza de vida, dis­ capacidad, defunciones, etc.); • ciencia y tecnología; • delito y violencia; • poder y toma de decisiones;

Algunos de estos indicadores son:

• empleo del tiempo, conciliación de trabajo y familia.

• IDG (índice de desarrollo de género). Mide el progreso de una sociedad, semejante al IDH (índice de desarro­ llo humano) –vida larga, saludable y digna y acceso al conocimiento–, pero centrado en las diferencias entre hombres y mujeres). • IPG (índice de potenciación de género). Mide el pro­ greso de las mujeres en los ámbitos económico y polí­ tico. En 2013, por iniciativa del PNUD, se fundieron el IDG y el IPG en un solo indicador, al que se llamó IDG, conservando, pues, el nombre del primero; en Europa, a este indicador se le conoce con la sigla EIGE.

De 55 y más

16,7 16,2

De 25 y más

19,8 16,3 44,9 44,0

De 25 a 24 % Mujeres

• EIGE (índice europeo de desigualdad de género). Lo elabora el Instituto Europeo de la Igualdad de Género. Según él, España se sitúa por encima de la media en

0

20

40

Hombres

Fig. 34.4. Tasa de paro según grupos de edad y periodo. Brecha de género. Fuente: INE, 2016, 2016.

5

60

Web

C Desigualdad de género

y su repercusión en la salud

En la sección de Publicaciones de la página web del INE, puedes encontrar información sobre algu­ nos de los indicadores más relevantes de la situa­ ción de hombres y mujeres en determinadas áreas sociales y económicas.

Los estudios con metodologías de tipo cualitativo (son las que identifican y confirman los elementos implicados en la realidad que se estudia) y cuantitativo (son los que identifican la cantidad en la que cada elemento está pre­ sente) permiten obtener datos sobre una realidad deter­ minada, para analizarla, valorarla y después poder tomar decisiones sobre los cambios o transformaciones que hay que promover. We b

http://ine.es/ Las principales causas de mortalidad en hombres de más de 50 años son las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Por otro lado, respecto a las mujeres de más de 50 años, existe un aumento de la mortalidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares y una disminución de la relacionada con el cáncer de mama.

@

En la página web de la revista MITO podrás encon­ trar «El género, los papeles, y los estereotipos de género», un artículo que trata de la identidad de género como construcción social. Después de leer­ lo, responde: ¿qué se entiende por glass ceiling? http://revistamito.com/

Podríamos considerar aquí, al estudiar la salud y sus pro­ blemas tanto en los hombres como en las mujeres, las consecuencias de los parámetros biológicos relacionados con los sistemas reproductivos, como, por ejemplo, en las mujeres, las enfermedades del embarazo, del parto, las enfermedades ginecológicas, como el cáncer de cuello uterino; y en los hombres, el cáncer de próstata. O las posibles diferencias en cuanto a la vulnerabilidad o el pronóstico ante patologías tales como el SIDA y la en­ fermedad coronaria, entre otras; pero, aunque los servi­ cios sanitarios tengan en cuenta estas diferencias, dis­ tintos estudios concluyen que las diferencias biológicas solo explican una parte de las diferencias en el modo de enfermar de las mujeres y de los hombres.

A partir de los estudios de mortalidad y morbilidad, se ha observado en los países industrializados que las mujeres viven más tiempo que los hombres. Actualmente, según la proyección de población del INE, la esperanza de vida en las mujeres es de 87,7 años, y en los hombres es de 83,2. Pero también se ha observado que viven con peor calidad de vida como consecuencia de enfermedades de tipo crónico y debilitante, como por ejemplo la diabe­ tes, la artrosis, las migrañas, la depresión, la fibromial­ gia, etc. Incluso la percepción de la salud de las mujeres es peor que la de los hombres). De 90 y más

31,98

De 60 a 74

68,02 33,19

De 45 a 59

66,81

34,72

De 30 a 44

65,28

28,80

De 15 a 29

71,20 43,61

De 0 a 14

Mujeres

• Mortalidad general. • Mortalidad materna. • Esperanza de vida. • Estado de salud percibido. • Discapacidades crónicas agudas. • Trastornos crónicos / patologías prevalentes (dolor crónico, procesos autoinmunes, anemias, incontinencia urinaria, estrés, ansiedad, depresión, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, asma, bronquitis crónica, etc.). • Trastornos de la esfera sexual y reproductiva (disfunción sexual, trastornos menstruales, enfermedades de transmisión sexual, etc.). • Nivel de bienestar. • Satisfacción personal. • Calidad de vida. • Conductas relacionadas con la salud: actividad física, dietas saludables, utilización del tiempo de ocio, horas de sueño, medidas de protección en las relaciones sexuales de riesgo, utilización de dispositivos de seguridad en la conducción; medidas de autocuidado, consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, automedicación.

50,01 49,99

De 75 a 89

%

Variables relativas al proceso de salud-enfermedad

68,67

31,33

0

20

40

56,39

60

80

@

100

Hombres

Tabla 34.1. Variables relativas al proceso de salud-enfermedad. Fuente: Unidad de igualdad y género. Junta de Andalucía.

Fig. 34.5. Defunciones según grupos de edad (% población). Fuente: INE, 2015.

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Las mujeres padecen con una incidencia (indicador epi­ demiológico que expresa el número de casos nuevos de una enfermedad observada) y una prevalencia (indicador epidemiológico que se refiere al número de personas con una enfermedad en un momento determinado de obser­ vación o que se mantiene durante un periodo de tiempo concreto) mayor que los hombres problemas de salud que «no matan» pero que hacen vivir peor, con peor calidad de vida, esa vida más larga.

Curiosamente, según un estudio de FEDEAFES (Federación de Euskadi de asociaciones de familiares y personas con enfermedad mental, 2014), los hombres utilizan más los servicios asistenciales y los programas que se prestan desde las asociaciones. Señala el estudio que este mayor uso de los servicios asistenciales por parte de los hom­ bres quizá se deba a que su rol no está tan vinculado al trabajo doméstico como el de las mujeres, con una mayor presión sobre ellas por parte de las familias que las obli­ ga a permanecer en casa, y a un escaso empoderamiento de las mujeres con problemas de salud mental, el desco­ nocimiento de una buena gestión emocional y relacional (de las relaciones personales de su ámbito), etc.

Distintos autores señalan que las razones de estos datos no solo se relacionan con las diferencias de tipo biológico, sino que sobre todo tiene que ver con los roles y los estereotipos de género que determinan la existencia de otros factores de tipo sociodemográfico y económico, como ya se señaló en el apartado 34.2.A sobre los elementos que se incluyen en «los ejes de desigualdad» y que se reflejarán en la salud.

Entre los trastornos psiquiátricos de la mujer más frecuen­ tes en el mundo desarrollado, están: la ansiedad crónica, la depresión crónica, los trastornos de la conducta alimentaria, y otros trastornos psicopatológicos diversos. Las mujeres, las personas jóvenes, los desempleados y las personas que tienen menor nivel educativo son los grupos de mayor riesgo.

D Enfermedad mental y género Al igual que en la salud en general, hay diferencias en los problemas de salud mental o los trastornos psiquiátricos que presentan las mujeres y los hombres.

En cuanto a la influencia de los patrones o estilos de vida en la salud mental, se aprecian algunas diferencias de género evidentes, como los mayores niveles de con­ sumo de alcohol y sustancias adictivas de los hombres (probablemente relacionado con hábitos de prácticas de mayor riesgo, que se asumen desde el modelo tradicional de masculinidad); pero también los hombres practican más deporte y duermen más horas que las mujeres, lo que les beneficia y protege su salud. Las mujeres presentan un estilo de vida con un peor reparto entre el tiempo pro­ ductivo y el tiempo de ocio y de descanso; además, por su mayor dedicación al cuidado de personas dependien­ tes, sufren más el síndrome de la persona cuidadora, una situación negativa para su salud.

¿Qué podemos entender por salud mental? Imp o r tan te Según la OMS (2001), «la dimensión positiva de la salud mental hace referencia al concepto de bienes­ tar y a las habilidades para adaptarse a la adversidad, abarca la autoestima, el autocontrol, el optimismo y el sentido de la coherencia». La salud mental es la base para el bienestar y el funcionamiento efectivo de un individuo y una comunidad, siendo mucho más que la ausencia de enfermedad, ya que tiene un valor importante en sí misma.

12

10,4

Porcentaje

10

El grado de salud mental se relaciona con la capa­ cidad para enfrentarse y superar las adversidades de la vida sin perder el equilibrio emocional. Esta propiedad depende de factores personales, del con­ texto sociocultural y económico».

8,7

8 6

7,2

4 3,4 2,5 2 0

3,0

3,3

3,6

4,9 2,5

1,9

1,0

16-24 25-34 25-34 25-34 25-34 25-34 75 y más Grupos de edad

Hombres

Según ESEMED (European Study of the Epidemiology of Mental Disorders), en un estudio sobre población adulta en Europa (entre cuyos países participó España), el 15,7 % de los hombres presentaron alguna vez en su vida un trastorno de salud mental, mientras que en las mujeres el porcentaje es del 22,9.

7,1

5,3

Mujeres

Fig. 34.6. Consumo de alcohol con riesgo para la salud, según grupo de edad (años) y sexo. Fuente: Ministerio de Sanidad y Política Social. Encuesta nacional de salud, 2006.

La importancia de los trastornos mentales también tiene que ver con una mayor carga a muchos niveles (en tér­ minos de sufrimiento, de inversión de recursos y de gas­ to, etc.), tanto para los pacientes, como para sus familias y para los servicios asistenciales y los estados. En Europa, la carga que suponen se sitúa por delante de la que se deriva de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer.

Otro estudio del ENSE (encuesta nacional de salud de Espa­ ña) de 2006 indica que la prevalencia de trastornos men­ tales es del 27 % en mujeres frente al 15,7 % en hombres (dato semejante en todas las CC.AA.). 7

Líneas estratégicas

1. Promoción de la salud mental, prevención de la enfermedad y erradicación del estigma

2. Atención

3. Coordinación intrainstitucional e interinstitucional

Indicadores

Fuentes

Porcentaje de personas en riesgo de una mala salud mental

ENSE

Prevalencia declarada de depresión, ansiedad u otros trastornos mentales

ENSE

Porcentaje de personas que declaran consumir drogas

EDADES

Porcentaje de escolares adolescentes que declaran consumir drogas

ESTUDES

Porcentaje de bebedores de riesgo de alcohol

ENSE

Tasa de alta por autolesiones

CMBD

Tasa de mortalidad por suicidio

INE

Camas psiquiátricas de agudos en hospitales generales por 100.000 habitantes

EESCRI

Camas en hospitales monográficos por 100.000 habitantes

EESCRI

Apoyo social y familiar

ENSE

Discapacidad atribuida a trastorno mental

EDDES

Guías integradas de práctica clínica con cumplimiento de los criterios de calidad del SNS

GuíaSalud

Dosis por habitante y día (DHD) de antidepresivos

SI-CF

Dosis por habitante de día (DHD) de antipsicóticos

SI-CF

Dosis por habitante y día (DHD) de sustancias hipnóticas

SI-CF

Porcentaje de reingresos

CMBD

Morbilidad atendida

CC.AA.

Porcentaje de altas de pacientes en hospitales no penitenciarios

ILPP

Mapa de dispositivos de salud mental

SIAP-SM

Ratio de psiquiatras por población

EESCRI

Tabla 34.2. Algunos indicadores de salud mental. Fuente: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.

• Discapacidad. La pérdida o limitación de oportunidades para tomar parte en la sociedad en igualdad de oportu­ nidades debido a barreras sociales y ambientales.

E Discapacidad y género La discapacidad para la OMS «es un término global que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para hacer acciones o tareas, y las restricciones de la participación son limitaciones en situaciones vitales».

En España, según la encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia (EDAD, 2008), la discapacidad atribuida a la demencia, el trastorno mental y la deficiencia intelectual afecta al 19 % de personas con discapacidad, que incluye un 6,4 % de discapacidad por trastorno mental y del comportamiento. Una forma de cuantificar para poder analizar mejor esta realidad asistencial, que tiene mucho que ver con la cronificación de los trastornos y la discapacidad, es la «carga mundial de morbilidad» (Global Burden of Disea­ se, GBD), en relación a la cual se propone la utilización de los «años de vida ajustados en función de la disca­ pacidad» (AVAD), que es un indicador de salud pública que mide la enfermedad global, los años perdidos por la enfermedad, la muerte prematura y la discapacidad o las secuelas discapacitantes; es decir, mide las «cargas» de la discapacidad, permitiendo hacer estudios compa­ rativos, valorar el estado de salud y la magnitud de las consecuencias de las enfermedades y lesiones, y priori­ zar los objetivos de la intervención sanitaria, evaluar su impacto en el grupo social, etc. Es un indicador comple­ mentario a otros como la mortalidad y la morbilidad, que aporta una información más completa y valiosa sobre la salud de una población.

Por lo tanto, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano, las de la persona que sufre discapa­ cidad y las características de la sociedad en la que vive (por ejemplo, actitudes sociales negativas, inaccesibi­ lidad al transporte y a los edificios públicos y escaso apoyo social). En 2001, la OMS aprobó una nueva versión de la Clasifi­ cación Internacional del Funcionamiento, la Discapaci­ dad y la Salud, que se conoce con el nombre abreviado de CIF. Según ella, se diferencian los siguientes conceptos: • Deficiencia. Hace referencia a una herida, enfermedad o condición congénita que causa o puede causar un efecto a largo plazo en las condiciones físicas o limi­ taciones funcionales de un individuo en relación con lo común. 8

La OMS indicó que en las mujeres la depresión ocupa el primer lugar como causa de AVAD y el tercer lugar en el caso de los hombres (después de la enfermedad isqué­ mica cardiaca y el abuso de alcohol). Asimismo expuso que un tercio de los AVAD se relacionan con cuatro tras­ tornos de tipo neuropsiquiátrico: trastorno depresivo unipolar, trastornos por el uso de alcohol, esquizofrenia y trastorno bipolar.

Caso práct i co   1. Si como TCAE escuchas decir a un paciente que son mejores los hombres en este trabajo asistencial sanitario porque tienen más fuerza, más decisión y son más seguros que las mujeres, ¿crees que está en lo cierto?; ¿qué piensas que se está utilizando en estos comentarios?

Según el Observatorio Estatal de la Discapacidad, en España las mujeres con discapacidad (que representan, el 59,8 % de la población total española) han sido in­ visibilizadas y desempoderadas de forma permanente, lo que ha tenido como consecuencia que sus derechos hayan sido menoscabados y hayan estado limitadas en la participación total como ciudadanas activas de pleno derecho. Diferentes estudios así lo constatan, a partir de recoger datos y valorar distintos aspectos, como el eco­ nómico (que incluye la actividad laboral, el desempleo, los niveles de pobreza severa, etc.)



Recomendaciones: • Haz una lectura comprensiva del caso práctico, repasa los apartados anteriores, reflexiona y res­ ponde.

El Comité de Personas Expertas sobre los derechos de las personas con discapacidad de Naciones Unidas, ya seña­ ló en las conclusiones finales de un estudio que realizó en España en 2011 que hay escasez de datos sobre las personas con discapacidad en general; y que esta infor­ mación es indispensable para comprender la información sobre los grupos de estas personas y su vulnerabilidad, y para poder establecer programas de mejora adecuados.

34.3 La violencia de género La violencia de género ha sido y continúa siendo un pro­ blema de carácter social que afecta a las mujeres de to­ dos los países del mundo sin excepción, que tiene graves consecuencias sobre las mujeres que la sufren y que pone en peligro tanto su dignidad y salud, como su vida, y por supuesto, la de sus hijos.

Si, como venimos diciendo (y tal y como expone la guía: Mujer, discapacidad y violencia - El rostro oculto de la desi­ gualdad, Instituto de la Mujer, Madrid, 2006), las mujeres se encuentran en una situación sociofamiliar y laboral des­ favorable frente a los hombres, en el colectivo de mujeres que sufren alguna discapacidad se aprecia esta situación de forma más acusada, porque a la discriminación de género se añaden las situaciones discriminatorias y marginales que lleva asociada la discapacidad.

Durante mucho tiempo y a lo largo de la historia se ha silenciado este problema o bien se ha considerado como una cuestión inherente a la vida cotidiana de las pare­ jas; es decir, algo que pertenecía al interior de la propia familia. La violencia de género es un fenómeno muy complejo en el que intervienen factores muy diversos. Es una violen­ cia que se lleva a cabo como manifestación de un pro­ ceso de dominación y control del hombre sobre la mujer, y que está basado en un modelo de sociedad patriarcal que lleva asociado una determinada manera de entender cómo actúan los hombres y las mujeres y cómo debe ser la relación entre ellos.

La discriminación es un fenómeno experimentado en nuestra sociedad por muchas personas con discapacidad, producto del desconocimiento, del miedo y del rechazo hacia las personas «diferentes». Es generalmente aceptado que las personas con discapa­ cidad tienen menos oportunidades y una calidad de vida inferior que las personas sin discapacidad.

En el ámbito familiar, muchas veces se transmite a los hi­ jos de forma inconsciente esa manera de entender y vivir las relaciones dentro de la pareja basada en la sumisión de la mujer, lo que puede llevar a que esos mismos hijos conserven esas actitudes en su vida adulta.

Y cuando se trata de mujeres con discapacidad, se suman como mínimo, dos situaciones de vulnerabilidad. Vo c abu l ar i o

Y si añadiese que las mujeres son más débiles y enferman más que los hombres, ¿estarías de acuerdo?

A

La desigualdad entre los hombres y las mujeres, que se ha mantenido a lo largo del tiempo basada en «la afirma­ ción de un orden social determinado» (Freeman, 1984) en el que se considera que la mujer es menos importante que el hombre, ha dado lugar a actos de violencia contra ellas que han sobrepasado las barreras del ámbito fami­ liar para convertirse en un problema de carácter social.

«La discriminación consiste en la acción de otorgar un trato de inferioridad dentro de un grupo a algu­ nos de sus miembros por un motivo determinado, ya se trate de la raza, la religión, el sexo o la discapa­ cidad» (Jiménez, A. y Huete, A. 2002).

9

Al aceptarse como un problema social, los poderes pú­ blicos se han visto obligados a intervenir desde todos los ámbitos posibles para intentar salvaguardar los derechos de las víctimas y erradicar la violencia que sufren.

dad. Para ello, establecieron una legislación específica relacionada con esta problemática social: • 1992. En la Convención sobre la «Eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer» se insta a los gobiernos a adoptar medidas de prevención y protec­ ción en materia de violencia de género.

C l a ve s y c o n s e j o s La violencia de género puede tener sobre los hijos los siguientes efectos:

I mpo rt ant e

• Problemas de socialización: aislamiento, inse­ guridad, actitudes agresivas.

La violencia de género parte de la desigualdad entre hombres y mujeres. Se sustenta en la idea de que el hombre es superior a la mujer, que es de su propiedad y que puede tratarla como él quiera. Es su manera de establecer su posición de dominio.

• Problemas de integración en la escuela: falta de concentración en el estudio, disminución del ren­ dimiento, cansancio psicológico, etc. • Síntomas de estrés postraumático: insomnio, pesadillas, fobias, etc. • Síntomas depresivos: cuadros de ansiedad, llan­ to, tristeza, aislamiento.

• 1993. La Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió que: «la violencia contra la mujer constituye un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz; que constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales; que es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto al hombre; que las oportunidades de que dis­ pone la mujer para lograr su igualdad jurídica, social, política y económica en la sociedad se ven limitadas, entre otras cosas, por una violencia continua y endé­ mica».

• Alteraciones afectivas: incorrecta comprensión del rol padre/madre, dificultad para manejar las emociones, etc. • En algunos casos, incluso la muerte.

A Definición y normativa vigente De acuerdo con la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciem­ bre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, la violencia de genero se define como «una manifestación de la discriminación, la situación de desi­ gualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión y que tiene como resultado un daño físico, sexual o psicológico».

• 1995. Las Naciones Unidas en la cuarta conferencia mundial de Beijing establecen el origen de la violen­ cia de género: «es la manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mu­ jer y la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo». • 1997. El Parlamento Europeo trabaja en la necesi­ dad de realizar, en toda la Unión Europea, una cam­ paña de tolerancia cero ante la violencia contra las mujeres.

Las Naciones Unidas definen la violencia de género, como: «Todo acto de violencia basado en la perte­ nencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para ella, inclusive las amenazas de ta­ les actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada».

• 2004. España. Con la Ley Orgánica 1/2004, de Me­ didas de Protección Integral contra la Violencia de Género, nuestro país define jurídicamente el concep­ to de violencia de género con objeto de defender los derechos de las mujeres que sufren agresiones ma­ chistas. • 2007. España. Ley Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Esta Ley tiene por objeto hacer efectivo el derecho de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres, en particu­ lar mediante la eliminación de la discriminación de la mujer, sea cual fuere su circunstancia o condición, en cualesquiera de los ámbitos de la vida.

Normativa relacionada con la violencia de género El papel de las Naciones Unidas fue fundamental en la propuesta de la evaluación de la situación de las mujeres en todo el mundo en relación con el principio de igual­ 10

• Factores relacionales: hacen referencia a las relacio­ nes que se establecen con la familia, la pareja, los compañeros o los amigos. – Sumisión de la mujer al hombre en lo relacionado con la gestión económica de la familia. – Aparición de conflictos dentro de la pareja asenta­ dos en la desigualdad entre ambos sexos. – Problemas basados en la forma de abordar los pro­ blemas y de comunicarse. – Relaciones de pareja basadas en el concepto del mito del amor romántico, basado en la idea de que el amor es eterno, lo puede todo, es la única fuente de feli­ cidad, dura toda la vida y los celos son un signo de amor.

B Factores desencadenantes Las relaciones entre personas, ya sean amigos, novios, pa­ reja, familia, etc., llevan asociadas la aparición de posibles conflictos, discusiones, diversidad de opiniones o de for­ mas de entender y abordar los problemas o situaciones que se presentan a lo largo de la vida. Estos planteamientos y ­reacciones se consideran normales y propias de la conviven­ cia entre los seres humanos, y pertenecen a la vida privada. Imp o r tan te Hay una serie de falsas creencias en relación con el ideal de amor romántico que pueden llevar a una relación donde se produzcan actos de violencia de género, por ejemplo: pensar que el amor todo lo puede; que el amor verdadero nos está predestinado, es más importante incluso que uno mismo y supone la entrega total y la posesión en exclusividad de uno de los miembros de la pareja.

I mpo rt ant e La OMS, después de analizar algunos de los fac­ tores desencadenantes de la violencia de género, establece que: Las mujeres jóvenes corren más riesgo de padecer violencia de género que las mayores, independien­ temente de su estado civil. Las mujeres divorciadas, separadas o que conviven con sus parejas sin estar casadas corren más riesgos de sufrir violencia de género que las mujeres casadas.

Sin embargo, cuando la violencia se utiliza como herra­ mienta para mantener estas relaciones y afecta a los de­ rechos fundamentales de las personas, el problema debe abordarse desde la intervención de los poderes públicos estatales con la urgencia que requiere esta lacra social. Los factores desencadenantes de la violencia de gé­ nero son muchos, variados y complejos. Como es un problema en el que influye el comportamiento hu­ mano, se ha detectado la repercusión que tienen las características de los individuos, sus esquemas de va­ lores y de creencias, normas implícitas y explícitas de comportamiento, que van a determinar la forma de re­ lacionarse con otras personas (Escobar, 1999).

• Factores comunitarios: incluyen los contextos donde se producen las relaciones sociales, como ocurre en la escuela, el trabajo, la comunidad de vecinos, el grupo de amigos, etc. – Aislamiento de la mujer en el entorno familiar y en el entorno social. – Vivencia del problema de violencia de género, sin apoyo social ni institucional. – Participación en grupos extremistas y agresivos que predisponen a ejecutar actos violentos. – Situación socioeconómico precaria, por situaciones de desempleo o de pobreza. – Ausencia de redes comunitarias, que fomenta el ais­ lamiento. • Factores sociales: – Posible aceptación de la violencia como forma de resolver los conflictos. – Aceptación de roles de género rígidos, basados en la autoridad y el dominio del hombre. – Normas que dan por hecho el control de los hombres sobre las mujeres. – Falta de legislación en relación a la violencia de gé­ nero. – Concepción de modelos sociales y culturales que fo­ mentan o apoyan la desigualdad y la violencia de gé­ nero.

Dentro de los factores desencadenantes de la violencia de género, se incluyen: los individuales, relaciona­ les, comunitarios y sociales: • Factores individuales: son aquellos que están rela­ cionados con las características tanto personales como psicológicas de la mujer, así como con su nivel de for­ mación y de recursos económicos. – Antecedentes familiares de maltrato entre los cón­ yuges o de comportamientos agresivos. – Historia previa de relaciones problemáticas con sus familias: desapego emocional, padre o madre ausen­ te, etc. – Posibles antecedentes de consumo de alcohol o de cualquier otro tipo de droga. – Existencia de algún trastorno psíquico en los proge­ nitores o en la propia víctima. – Interiorización del rol del padre (estructura patriar­ cal) como superior a la mujer. 11

– Estas agresiones pueden manifestarse mediante: ac­ tos de humillación, amenazas, insultos, ridiculización, chantaje emocional, aislamiento, culpabilización, etc.

C Tipos de violencia de género La violencia para algunas personas es una forma de enten­ der la vida y las relaciones de pareja. En muchas ocasio­ nes, el miedo a la pareja o la creencia de que nadie la va a creer hace que la mujer oculte y silencie actos violentos.

– También se consideran actos de violencia psicológi­ ca los ejercidos por el hombre en el entorno familiar, social y laboral. • Violencia económica

Cuando la violencia se manifiesta de manera más percep­ tible y evidente es cuando hay una relación y un vínculo emocional más fuerte, como ocurre en las relaciones de pareja donde hay un compromiso de matrimonio, o se tie­ nen hijos, hipotecas por pagar, proyectos de negocio, etc.

– Consiste en la privación de los recursos económicos necesarios para mantener el bienestar físico y psico­ lógico de la mujer y de los hijos, y que suele aplicarse de forma intencionada. – El agresor no permite que la mujer lleve y controle la economía del hogar, le limita la cantidad de dinero, la acusa de no saber administrar bien el dinero…

Debido a la repercusión social que tiene este problema, es necesario desde todos los ámbitos sociales y estatales tratar de buscar una solución para intentar erradicarlo me­ diante la aplicación de medidas efectivas.

– También le va a prohibir trabajar para que no pueda tener independencia económica y así quede someti­ da a sus exigencias.

Existen muchos tipos de violencias de género, pero la ley se centra fundamentalmente en la violencia física, la violencia psicológica, la violencia económica y la vio­ lencia sexual.

• Violencia sexual y abusos sexuales – Incluye cualquier conducta que implique un acto de naturaleza sexual que no está consentido por alguna de las partes. La impone el agresor mediante la fuerza o la intimidación, independientemente de que este tenga algún tipo de relación afectiva, conyugal o de pareja con la víctima.

C l a ve s y c o n s e j o s En las situaciones de violencia de género, normal­ mente son los amigos o los familiares de la víctima los que detectan las conductas violentas, al obser­ var la situación desde fuera y sin ningún estado de emoción en relación con el agresor. Por esta razón, cuando los amigos o los familiares cercanos a la víctima le dicen que no les gusta la forma en que la tratan, debe tenerlo en cuenta, porque probable­ mente tengan razón.

– También se incluyen en este tipo de violencia determi­ nados actos, aunque no lleven asociados un contacto sexual: exhibicionismo, gestos y palabras obscenas, acoso sexual, tráfico y mercantilización de mujeres, etc. I mpo rt ant e El acoso, la violación, los tocamientos y contactos no deseados, las mutilaciones genitales y cualquier actuación que vaya en detrimento de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer (incluidos los de contracepción) y que le impida ejercer la se­ xualidad de forma libre se consideran formas de violencia de género.

• Violencia física – Es aquella que lleva asociada agresiones físicas que pueden producir lesiones, daño o dolor. – Se manifiesta con: empujones, hematomas, golpes, patadas, bofetadas, arañazos, quemaduras, tirones de pelo, mordeduras, palizas, puñaladas, estrangu­ lamiento, etc.

Si te pega,

– Suele producirse en el entorno familiar, donde los maltratadores encuentran cobijo para dominar a las mujeres y justificar sus actos violentos, aunque tam­ bién puede ocurrir en el ámbito social o laboral (aco­ so, violación, tocamientos, mutilación genital, etc.).

NO

TE QUIERE

• Violencia psicológica – Incluye cualquier tipo de conducta que atenta contra el estado emocional y contra la dignidad de la mujer como persona, con objeto de dejar claro el poder del maltratador sobre su víctima. La mujer queda en una situación de aislamiento y de baja autoestima, que a su vez la convierte en un blanco fácil de agre­ siones físicas o sexuales.

Fig. 34.7. Tenemos que vencer el miedo ante los actos de violencia de género.

12

– Cuando el agresor descarga su violencia sobre la mu­ jer, esta queda en un estado de conmoción que la lleva a no aceptar la realidad o a negar lo que ha ocurrido (un acto de violencia).

D Ciclo de la violencia de género Según la antropóloga Leonor Walker, el ciclo de la vio­ lencia de género ayuda a entender por qué la víctima sue­ le volver con su agresor. Esto hace que se mantengan a lo largo del tiempo los actos de violencia dentro la pareja, alternándose situaciones de tensión y violencia con otros periodos de calma y sosiego.

– En esta fase se suelen producir las agresiones físicas, psicológicas o sexuales. Suele ser corta. • Fase de luna de miel o de reconciliación – Es una fase de manipulación afectiva que se carac­ teriza por que el maltratador pide perdón a la mujer, le promete que no va a volver a hacerlo, reconoce su culpa, etc.

Esta intermitencia se caracteriza por que se manifiesta de forma cíclica y se desarrolla en tres etapas: • Fase de acumulación de tensión

– La relación se retoma de nuevo, de manera que gene­ ra una situación de dependencia cada vez mayor. Si la víctima ha barajado la posibilidad de denunciarle o de abandonarle, descarta la idea, con la esperanza de que todo va a cambiar y de que la relación va a mejorar. Esta fase tiene una duración temporal, pues el agresor de nuevo vuelve a repetir el mismo ciclo de violencia.

– En esta fase el agresor presenta alteraciones del es­ tado de ánimo, enfados ante cualquier situación de la vida diaria; por ejemplo, que no esté la comida a su hora o a su gusto, que le molesten los hijos con cualquier cosa (ruidos, risas…). – El hombre está muy irritable, tenso y se enfada ante cualquier nimiedad. – La mujer intenta ser condescendiente con él, para satisfacer y anticiparse a sus deseos, procura no ha­ cer nada que le pueda alterar o desagradar; le dis­ culpa ante cualquier incidente y tiende a minimizar los problemas («no fue para tanto»), o bien a ex­ cusarlos e incluso a justificarlos.

Fase 1. Acumulación de tensión

Fase 2. Explosión

– Esta fase puede mantenerse durante periodos largos de tiempo.

Imp o r tan te

Fase 3. Fase de luna de miel

La violencia de género puede ejercerse por:

Fig. 34.8. Ciclo de la violencia de Leonor Walker.

• Faltar el respeto y abusar. • No cumplir aquello que se promete y ejercer una tiranía sobre la víctima.

Ten en cuent a

• Intentar aislar y acosar o intimidar a la víctima.

Los indicadores que en la escuela pueden llevar a sospechar actos de violencia de género:

• Mantener una relación de presión y control de sus vidas.

• Falta de autonomía para tomar decisiones.

• Aplicar actos de violencia física, sexual, psicoló­ gica.

• Aislamiento y no participación en las activida­ des extraescolares. • Dependencia afectiva.

• Fase de explosión

• Dificultad para concentrarse en el estudio y dis­ minución de su rendimiento académico.

– El agresor descarga toda la tensión acumulada sobre la víctima: le grita, golpea muebles, no le habla, la amenaza con abandonarla, etc., con el único objeti­ vo de castigarla por su comportamiento, que en su opinión no es el correcto y adecuado.

• Faltas de asistencia injustificadas. • Muestra de baja autoestima y presentación de signos físicos de lesiones. • Tendencia al consumo de alcohol y de otras drogas.

– Su actitud cambia de forma radical cuando piensa que ella «ha aprendido la lección». 13

34.4 Estrategias

– Enseñar a no infravalorar a los compañeros y a tener la convicción de que todos podemos aprender algo de los demás.

de intervención

– Trabajar las relaciones entre compañeros desde la empatía; es decir, poniéndose siempre en el lugar del otro.

La prevención de la violencia de género debe abordarse desde un enfoque multidisciplinar, con la intervención desde distintos sectores y ámbitos. Asimismo es funda­ mental que vaya dirigida a los jóvenes, con el fin de evi­ tar este tipo de comportamientos violentos en el futuro.

– Aplicar la disciplina cuando sea necesario, con el fin de diferenciar los comportamientos de los agreso­ res de los de las víctimas. La impunidad genera más actos de violencia.

El objetivo es desarrollar las habilidades sociales nece­ sarias para mantener unas relaciones igualitarias, soli­ darias, respetuosas, tolerantes y críticas entre hombres y mujeres, que promuevan la erradicación de cualquier tipo de discriminación y de actos de violencia de género.

• Hay que potenciar las actitudes que lleven a no silenciar y a denunciar los actos de violencia entre los com­ pañeros. • Hay que tener en cuenta que los actos y comporta­ mientos que los niños ven en la televisión, ya sean positivos o negativos, van a influir en su comporta­ miento futuro.

A Prevención de la violencia

Por esta razón, la Ley orgánica 1/2004, de 28 de di­ ciembre, en su artículo 14 establece que «los medios de comunicación fomentarán la protección y salva­ guarda de la igualdad entre hombre y mujer, evitando toda discriminación entre ellos».

de género

Para prevenir este tipo de violencia es necesario incre­ mentar la colaboración entre la escuela y la familia.

• Hay que difundir la información relativa a la violencia de género de forma objetiva y que defienda los derechos humanos, la libertad y la dignidad de la mujer con el fin de prevenir los actos de violencia.

CUÉNTAL

I mpo rt ant e Valores que pueden evitar la violencia de género: • Creer en la igualdad de todos.

Hay salida a la V IO L E N C IA de G É N E R O

• Valorar a la persona sin importar el sexo, su ima­ gen, su edad, etc. • Tener claro que la diferencia y la diversidad son una fuente de enriquecimiento.

Fig. 34.9. Las víctimas de violencia de género necesitan de nuestro apoyo.

• Fomentar el respeto y la libertad individual. • Comprender la importancia de la solidaridad y la responsabilidad social.

Desde el ámbito escolar

• Entender que debe haber igualdad de oportuni­ dades para todas las personas.

• Es necesario adaptar la educación a los actuales cam­ bios sociales. El centro educativo debe ser un ejemplo de igualdad y de tolerancia cero ante los actos de violencia. • Hay que promover actitudes contrarias al sexismo y a la exclusión, pues estos comportamientos están rela­ cionados con posibles actos de violencia.

Desde el ámbito familiar

• Hay que prevenir la violencia en el centro escolar. Para ello, es importante:

• Es fundamental fortalecer la autoestima de las hijas educándolas en condiciones de igualdad con respecto a sus hermanos varones.

– Evitar los actos y comportamientos agresivos entre los compañeros.

• Hay que fomentar un modelo de familia en el que el padre y la madre comparten todas las tareas domésti­ cas, para transmitir a los hijos un ejemplo de relacio­ nes de igualdad entre ambos sexos.

– Fomentar el diálogo y el respeto ante las opiniones de los demás, aunque no coincidan con las propias. 14

Hay una serie de signos y síntomas que pueden hacer­ nos pensar que una mujer sufre violencia de género:

• Es necesario identificar los roles de los hombres y las mujeres en la sociedad y enseñar a los hijos que estos roles no están ligados al sexo.

• Antecedentes de violencia de género (por ejemplo, ha­ ber sido testigos en la infancia de relaciones de pareja violentas).

• Hay que educar en el respeto mutuo dentro de las rela­ ciones de pareja. Las relaciones violentas son una ma­ nifestación de que no hay afecto ni amor en la pareja.

• Antecedentes personales de lesiones frecuentes, pro­ blemas de salud, abuso de alcohol y otras drogas, etc.

• Hay que transmitir que pueden existir diferencias y di­ ficultades dentro de la pareja que lleven a discutir o a tener algún tipo de enfrentamiento, pero en ningún momento deben aceptarse los actos de violencia como parte de la normalidad.

• Problemas ginecológicos, tales como alteraciones deri­ vadas del control del embarazo, tener abortos repetidos, presencia de lesiones, etc.

• Es importante enseñar a controlar la ira y la agresivi­ dad y reforzar así la autoestima propia y la de los de­ más, porque ese control nos reafirma como personas.

• Problemas psicológicos, que se manifiestan con in­ somnio, depresión, ansiedad, baja autoestima, nervio­ sismo, etc. • Síntomas físicos, tales como dolores de cabeza, ma­ reos, alteraciones gastrointestinales, etc.

B Atención a las víctimas de violencia de género

I mpo rt ant e

El sistema sanitario tiene un importante papel tanto en la prevención como en la detección y el tratamiento de la violencia de género que debe basarse en la sensibiliza­ ción y la formación de sus profesionales y en la atención a la salud integral de las mujeres.

Cualquier profesional que en el ejercicio de su pro­ fesión tenga conocimiento de posibles actos de violencia de género (física, psicológica o sexual) o bien detecte una situación de riesgo, debe, des­ pués de atender a la paciente, llamar al 112 para poner en conocimiento el caso y activar los re­ cursos adecuados (sanitarios, policiales y sociales) según las características y consecuencias de esos actos.

El protocolo de actuación de los profesionales sanitarios se centra en la detección, la valoración y la intervención integral de las víctimas de este tipo de violencia.

Detección Los profesionales sanitarios deben investigar si las muje­ res que acuden a la consulta han sufrido maltrato. Pue­ den hacerlo mediante preguntas que se abordan desde un enfoque psicosocial o que se plantean de forma rutinaria, siguiendo un protocolo preestablecido.

Valoración Cuando la mujer reconoce estar en una situación de mal­ trato y presenta indicadores de sospecha, se debe rea­ lizar:

Muchas veces no es fácil identificar los casos de violencia de género debido a los mitos y estereotipos que inten­ tan eludir la responsabilidad de los maltratadores y que culpabilizan a las víctimas haciendo que estas sientan miedo, vergüenza, baja autoestima y aislamiento. Ade­ más, en muchas ocasiones, sienten que su familia no las apoya y que no pueden confiar ni en el sistema sanitario ni en los poderes públicos.

• Una valoración integral que incluya una exploración minuciosa de todas las lesiones y un estudio de su es­ tado emocional y de su situación social. • Una investigación para comprobar si la mujer se en­ cuentra o no en una situación de peligro extremo. • Un análisis para determinar en qué situación se en­ cuentra la mujer, con objeto de tomar la decisión más adecuada. De esta forma, se podrá adaptar la interven­ ción de los profesionales a las características y las ac­ titudes de la víctima respecto al problema de violencia de género que sufre.

Imp o r tan te Síntomas psicológicos de sospecha de violencia de género:

• Una coordinación entre los profesionales de Aten­ ción Primaria y los profesionales de los hospitales, de los servicios sociales y de los cuerpos de seguri­ dad o justicia, para abordar los casos de violencia de género.

Insomnio, depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, intentos de suicidio, baja autoesti­ ma, agotamiento psíquico, irritabilidad, trastornos de la conducta alimentaria, labilidad emocional, etc.

15

• Informarle del plan de actuación sanitaria y de las po­ sibles consecuencias de las medidas que se vayan a tomar.

Te n e n c u e n ta En caso de violencia de género, el personal sanitario debe:

• Promover en la mujer la toma de conciencia de su pro­ blema.

• Relacionar la sintomatología que presenta la víc­ tima con la situación de violencia.

• Plantear estrategias de seguridad ante una posible si­ tuación extrema de violencia de género.

• Dejar que la víctima exprese sus emociones, mie­ dos, etc.

• Establecer un plan de seguimiento para facilitar una toma de decisiones que permita cambiar la situación y prevenir nuevos actos de violencia.

• Apoyar sus iniciativas, motivarla y valorar sus progresos.

• Proponerle participar en intervenciones grupales.

• Ayudarla a entender que sus retrocesos e inse­ guridades forman parte del proceso.

• Derivar el caso, si es necesario, a otros profesionales: psicólogos, asistentes sociales u otros servicios impli­ cados.

• Potenciar su participación en las redes sociales.

• Emitir parte de lesiones cuando sea necesario, valo­ rando la seguridad de la mujer y aplicando las medidas de protección necesarias para minimizar el riesgo.

Intervención

• Si se constata una situación objetiva de riesgo para la mujer, el personal sanitario tiene la obligación de poner en conocimiento del poder judicial el caso, ya sea en estado de confirmación o de sospecha de malos tratos, independientemente de que la mujer ponga o no una denuncia.

Los profesionales sanitarios tienen una gran responsabili­ dad en la detección y la actuación en los casos de violen­ cia de género. Detectar pronto estos problemas permite que se intervenga a tiempo para conseguir paliar la reper­ cusión de esos actos. Abordaje desde el empoderamiento

Caso práct i co

Si el origen de la violencia de género se pone de mani­ fiesto como consecuencia de una situación de desigual­ dad entre el hombre y la mujer, se debe intervenir en esa dirección con el objetivo de transformar esa relación y que sea igualitaria, lo que implica un proceso de empoderamiento de la mujer. Es decir, se debe potenciar que la mujer sea la dueña de su vida y de sus decisiones; que comprenda las causas de esas desigualdades con ob­ jeto de que pueda iniciar un proceso de modificación de las mismas y ser capaz de tener relaciones que sean igualitarias.

  2. Lucía acude a Urgencias de su hospital de zona porque presenta diversos hematomas en torso y ambos brazos y arañazos de diferente grado de profundidad. Al hacer la exploración, se detecta la fractura del segundo metacarpiano, que se acompaña de dolor e impotencia funcional. Al hacer la historia clínica, la paciente cuenta que se ha caído de una escalara haciendo en su casa la limpieza de la cocina. Se observa que se encuentra nerviosa y muy alterada.

El empoderamiento personal supone: • Desarrollar habilidades sociales de comunicación, re­ solución de conflictos y de toma de decisiones.

a) ¿Cómo debe actuar el personal de enfermería?

• Tomar conciencia de la relación de género, de los conceptos de dominio y de sumisión, y modificar las creencias sexistas.

b) Si sospechan que ha sufrido malos tratos, ¿deben ayudar a la paciente a poner una denuncia?

• Transformar las relaciones cambiando su posición den­ tro de ellas, potenciando su autonomía y generando relaciones igualitarias.

Recomendaciones: • Para contestar a estas cuestiones, busca la infor­ mación que necesitas utilizando la herramienta de Internet (Protocolo común para la actuación sanitaria ante la violencia de género, 2012) del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Atención sanitaria: protocolo de actuación • Hacer una valoración integral de la paciente y registrar los datos en la historia clínica. • Informar a la mujer sobre sus derechos y los recursos con los que puede contar para abordar el problema. 16

Act i v i d ad es f i nal es  8. Busca en tu navegador el documento Avanzando hacia la equidad. Propuesta de políticas e inter­ venciones para reducir las desigualdades socia­ les en salud en España (2015) y localiza en el mismo cuáles son las recomendaciones que hace la Comisión para Reducir las Desigualdades en España.

 1. Un estereotipo es una conceptualización o una ………………………………………. de tipo psicosocial  2. Imagina que en la casa próxima a la tuya van a venir nuevos vecinos. Si pudieras elegirlos, ¿en qué te basarías para hacer la elección? (lee la relación de posibles vecinos que damos a con­ tinuación). Recomendamos un coloquio grupal después de responder de forma individual.

 9. Define el concepto de violencia de género teniendo en cuenta la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre. Contrasta esta definición con la dada por las Naciones Unidas e indica si hay alguna diferencia entre ellas.

*Un profesor jubilado y su esposa *Una familia polaca *Una familia de etnia gitana *Un expresidiario *Un chico negro de 20 años *Una familia de refugiados *Una familia grande con siete hijos *Una pareja de lesbianas *Un grupo de discapacitados intelectuales

10. Indica qué factores de carácter individual pue­ den ser desencadenantes de actos de violencia de género. Puedes completar la información consultando el documento Poder y Dolor: Aná­ lisis sociológico de los factores desencadenantes de la violencia de género en las relaciones de pareja, de la Universidad de Granada.

 3. Busca y reúne varios periódicos y revistas y haz una selección de noticias que tengan que ver con las mujeres y los hombres, según el rol social habitual; léelas y reflexiona sobre los atri­ butos o rasgos con los que se les relacionan en ambos casos: ¿son positivos o negativos?

11. Busca información sobre la siguiente cuestión: según la OMS, ¿cuáles son las mujeres más expuestas a sufrir actos de maltrato o violen­ cia de género?: las mujeres jóvenes, las mujeres casadas, las divorciadas o aquellas que viven en pareja.

 4. En la página 28 y siguientes de la Estrategia en Salud Mental. Sistema Nacional de Salud, 20092013, identifica y describe los objetivos que incluye esta estrategia nacional.

12. Describe los signos y síntomas que puede pre­ sentar una persona que ha sufrido actos de vio­ lencia de género.

 5. ¿Qué tipo de problemas de salud son más fre­ cuentes en mujeres a pesar de tener una mayor esperanza de vida? ¿Te parece que son datos compatibles?

13. Realiza un esquema que recoja los diferentes tipos de violencia de género que conozcas indi­ cando sus características más significativas. 14. ¿Cuál debe ser la actitud y el objetivo del tra­ bajo de los educadores en el proceso de preven­ ción de la violencia de género?

 6. Relaciona los datos de las dos columnas siguientes:

a. Sexo b. Género c. Sexualidad

Construcción psicosocial Relación, comunicación Variable biológica

15. El documento Educando en igualdad para preve­ nir la violencia de género de la web de Educato­ lerancia (http://www.educatolerancia.com/) puede ayudarte a entender mejor algunos con­ ceptos relacionados con la violencia de género.

 7. Completa las frases siguientes:

«según el estudio del ENSE, 2006 (encuesta nacional de salud de España), la prevalencia de trastornos mentales es del …… en mujeres frente al ……… en los hombres (dato seme­ jante en todas las CC.AA.)».



«Según la encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia (EDAD, 2008), la discapacidad atribuida a la demencia, el trastorno mental y la deficiencia intelectual afecta al ……… del total de personas con discapacidad, que incluye un …… de discapacidad por trastorno mental y del comportamiento».

16. ¿Cómo se debe abordar la educación de los hijos en el ámbito familiar para fomentar un trato en igualdad entre hombres y mujeres y evitar una predisposición a ejecutar acciones de abuso y de violencia de género? 17. Busca en tu navegador Empoderamiento: concep­ tos y orientaciones, de la Biblioteca Asocam, y define el concepto de empoderamiento. Indica cuáles son las posibles consecuencias que pue­ den tener los actos de empoderamiento para las mujeres.

17

Test  6. Según el estudio ENSE, 2006 (encuesta nacional de salud de España), la prevalencia de trastornos mentales es:

  1. ¿A cuál de las siguientes opciones se considera un concepto dinámico que se deriva de una construcción psicosocial y cultural en una comunidad?:

a) 19 % en hombres y 6,4 % en mujeres.

a) La sexualidad.

b) 8,5 % en hombres y la mitad en mujeres.

b) El género.

c) 15,7 % en hombres y 22,9 % en mujeres.

c) El sexo.

d) 15,7 % en hombres y 27 % en mujeres.   7. Cita cuál de las siguientes leyes o normativas define el concepto de violencia de género:

d) La moral.   2. No es cierto, respecto a la identidad de género, que:

a) Ley 1/2016, de 17 de marzo, de modifica­ ción de la Ley 15/2003, de 10 de abril.

a) Se adquiere alrededor de los 3 años.

b) Ley 1/2004, de 28 diciembre, de prevención de violencia de género.

b) Determina lo conocido como «supremacía masculina».

c) Ley 27/2007, de 31 de julio, reguladora de la protección de las víctimas.

c) No influye en las emociones ni en la cons­ trucción del «yo».

d) Decreto 253/2006, de 3 de marzo.   8. ¿Cuál de los siguientes factores desencadenantes de violencia de género se incluye en el grupo de los relacionales?

d) Puede apreciarse en esta «construcción» tanto el determinismo biológico como el determinismo sociocultural.

a) Falta de apoyo social e institucional.

  3. Es cierto, respecto a la influencia del género, que:

b) Aceptación de los roles de género rígidos.

a) Implica unas diferencias.

c) Modelo de relación amorosa basada en el «mito romántico».

b) Las diferencias se equiparan con la desi­ gualdad.

d) Historia previa de malos tratos en su entorno familiar.

c) La desigualdad origina discriminación.

  9. Uno de los siguientes signos o síntomas se incluye dentro de la violencia psicológica:

d) Todas son ciertas.   4. Los principales ejes de desigualdad son:

a) Privación de recursos y control de los mis­ mos por el agresor.

a) El poder adquisitivo, el IPC y el desarrollo industrial.

b) Trato que lleva implícitos palabras y gestos obscenos.

b) La posición económica, la estratificación social, el género, el territorio y la edad.

c) Acusación de no saber administrar los recur­ sos materiales.

c) La inmigración, la alfabetización y el desarro­ llo social.

d) Trato humillante con amenazas, insultos y chantaje emocional.

d) Ninguna es cierta.

10. ¿En cuál de las fases del ciclo de la violencia de género la victima intenta ser condescendiente con el agresor?

  5. El Índice de desarrollo de género (IDG): a) Es un indicador de género.

a) Fase de la luna de miel.

b) Mide el desarrollo de hombres y mujeres.

b) Fase de acumulación de la tensión.

c) Las respuestas a y b son ciertas.

c) Fase de explosión y de luna de miel.

d) Mide la inferioridad autopercibida.

d) En cualquiera de las fases.

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