saber hacer

2 sept. 2010 - la, Teresa Frías, Patricia Miccio y Cecilia Zuberbühler, entre otras. Una colección con 200 prendas fácil
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MODA&BELLEZA

I

SABER HACER

[DESFILES]

Javier Suárez, un argentino que marca el paso en la línea masculina de Ferragamo /

–¿Cómo empezó tu historia con los zapatos?

–Era un chico, tenía 19 años. Vivíamos en Nueva York con mi madre y parte de mis hermanos. Mi padre –un gran industrial, elegante por naturaleza– ya había fallecido. Yo estudiaba, pero no era lo que más me gustaba, aunque el tema del comercio era un don natural de la familia. También me interesaba el diseño, pero en realidad todo se fue dando casualmente. Teníamos unos amigos que eran dueños de una marca de zapatos. Yo entré para acomodarlos, después me interesé por el diseño, el negocio en sí, y terminé siendo gerente. La cosa es que al tiempo me llamaron de Bally, la compañía suiza. Ahí hice mi carrera de producto durante seis años.

–¿De ahí a Ferragamo?

–No, estuve dos años en Cole Haan y después sí, de un día para el otro, terminé formando parte de semejante imperio. Desde entonces, mi vida es un rally entre dos países, creando cuatro colecciones por año, viajando mucho. Pero estoy feliz. En ningún momento me agoto porque amo lo que hago, una perfecta mezcla entre la creatividad y el comercio.

–Se dice que el hombre argentino es relativamente elegante, pero muy reticente al cambio...

–Creo que es exclusivamente un tema económico. Con todo lo que

sucedió en la Argentina, la moda pasó inexorablemente a un segundo plano. Supongo que no tuvieron tiempo ni ganas de imaginar qué cinturón se usa. Es más, supongo que muchos compran el cinturón sólo para sostener el pantalón. De todas formas, al argentino no le cuesta mucho estar elegante. No están pendientes, pero saben vestirse casuales, cosa que no pasa en otros países. El norteamericano está bárbaro cuando anda encorbatado, pero lo sacás de eso y es un desastre. Se ponen unas remeras tremendas, se equivocan con el calzado.

FLORENCIA DOWNES

POR FLAVIA FERNANDEZ

El director de productos para hombres de Salvatore Ferragamo es un argentino que, según explica en su visita relámpago a Buenos Aires, piensa en Nueva York y trabaja en Florencia. “Es así: Italia es mi laboratorio, donde está el taller y toda la estructura de diseño. Y Nueva York es el mundo, la inspiración, el lugar donde está mi oficina”, comenta Javier Suárez, un hombre impecable, joven, que lleva casi cuarenta años en el mundo del calzado.

Jueves 2 de septiembre de 2010

–Lo intenté hace mucho, pero ya no me interesa. Trabajar para Ferragamo es como trabajar para Ferrari. Además, tuve mucha suerte. Cuando entré en la empresa el hombre era minúsculo y la mujer enorme. Pero ahora todo cambió y yo fui parte del proceso. Eso me produce orgullo y mucho placer. Lo vivo como si fuera mío.

–Amanecer en Florencia o sobre la Quinta Avenida... ¿Cómo son tus días? ¿Y tus rituales?

–En Italia suelo tener días larguísimos, y esa obsesión de no parar hasta que las cosas salgan perfectas. Allá tengo todo al alcance de la mano, el contacto –O sea que el argentino tiene con los artesanos, el olor potencial… a cuero. Es un mundo tan –Sí. Me refiero a que con táctil, tan fascinante. Soy poco aparenta bien. Y eso es de observar, muy de cafés. una virtud. En otros países Suelo parar en un bar que no tienen esa posibilidad está a cincuenta metros de parecer elegantes. Yo de Ponte Vecchio. Nueva prefiero eso a la sobreacYork, en cambio, significa tuación. mi hogar. El salir a cami–¿Por qué el hombre sigue bus- Suárez, entre Nueva York y Florencia, modernizando clásicos nar sin rumbo, sabiendo cando combinar zapatos y cinque estoy viendo el munturón? do en directo, sin filtros. –Porque es más fácil. No es sim- Son muy arriesgados, divertidos, Es muy excitante. ple saber combinar. Uno puede jugar pero sin perder el clasicismo. Sim–Y Buenos Aires, ¿qué lugar tiene en tu con ciertas paletas de colores, pero plemente saben. Los franceses son vida? –Es mi ciudad, con todo lo que nunca usar cinturón negro y zapa- más refinados, y los ingleses tienen eso significa. Vengo todas las veces tos marrones. En Europa eso ya no una gran tradición... –Y a vos, ¿qué te gusta y qué te disgusta? que puedo porque tengo un montón existe, pero allá saben de moda. En cambio los asiáticos, los brasileños, –Básicamente me gusta la gente de afectos, recuerdos, y también rilos mexicanos y muchos argentinos que sabe hacer moderno lo clásico. Y tuales. Hoy, por ejemplo, antes de siguen exigiendo el mismo cuero pa- me molesta muchísimo la gente que tomar el avión iré a ver un partido ra ambas cosas. Yo pienso que no es usa el zapato de vestir con todo. Eso a la cancha de Boca. obligación que combinen. Pero nues- sí es terrible. Equivocarse con el za–¿Con qué look? ¿Qué Ferragamo pen´s tros clientes me vuelven loco. pato, o cuando el hombre no sabe si llevar? –¿En qué país se combinan mejor los co- las cosas le quedan bien. Cualquier –Unas zapatillas muy tranquilas lores? color fuerte puede ser una pifiada y y cómodas. De eso se trata. Creo –Los italianos dan cátedra. Van estoy convencido de que son muy po- que lo que hoy se estila es la sutia trabajar con pantalones anaran- cos los que lo pueden hacer bien. leza. De esa forma podés ir a cualjados y no se ven como payasos. –¿Te tentaron para hacer tu marca? quier parte.

Vitamina

EN EL MALBA

Sobre una pasarela-instalación de enredadera eléctrica, Vitamina presentó una primavera-verano llena de luz y color. En primera fila rodeada por los flashes, Carla Peterson, imagen de campaña por segunda temporada consecutiva, con una chaqueta y pantalones con corte babucha, que más tarde se vieron en pasarela. Un look urbano, actual, que se destaca no sólo por el corte, sino por la riqueza de texturas, estampas y colores. Y de detalles. Buenos apliques los de las tachas sobre tejidos de hilo; las prendas de encaje de mariposas, los cierres a la vista, las combinaciones de géneros en capas con terminaciones en lúrex o lentejuelas. Los prints de pinceladas abstractas colorean vestidos más bien cortos, en distintas tonalidades, del violeta al tomate. Las sandalias pisan fuerte con superplataforma de madera y los jeans, más cancheros, llevan costuras en las rodillas, o pespuntes de color.

Gabriela Cicero

Awada

EN SU SHOWROOM

Con buena convocatoria, Awada estrenó su verano con un desfile en la planta baja de su fábrica y showroom, en Soler 5552. Allí sentó en primera fila a Claudia Fontán, Rosella Della Giovampaola, Evangelina Bomparola, Teresa Frías, Patricia Miccio y Cecilia Zuberbühler, entre otras. Una colección con 200 prendas fáciles de llevar y con soluciones para el día y la noche. La meta, este verano, es vender cien mil unidades. Entre pasada y pasada, Awada juega a dos puntas entre ítems femeninos por definición y looks heredados del varón como el navy y el militar. Así, vestidos, remeras, enteros, shorts y maxiblusas enriquecidas con puntillas, bordados, volados, plisados, calados y apliques alternan con chaquetas, trenchs, pantalones y camisas estilo safari y marinero. Todo en colores neutros con pinceladas en dorado, fucsia, verde y coral. En estampas, desde las rayas y las flores hasta prints geométricos, tribales y selváticas (con selección de animales). Antes y después de la presentación, Juliana Awada cumplió impecable su papel de anfitriona (ahora más mediática que nunca). Ausente, Mauricio Macri que, según comentarios puertas adentro, pasó en la previa para un saludo de galán.

Paula Cipriani