Robo al banco: la historia secreta del golpe más audaz

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ASALTO EN ACASSUSO : VACIARON 145 DE LAS 408 CAJAS DE SEGURIDAD QUE HAY EN LA SUCURSAL

Robo al banco: la historia secreta del golpe más audaz Los ladrones habrían simulado durante meses ser operarios para entrar en los desagües sin despertar sospechas. Y al irse dejaron cuatro trampas para demorar a la Policía. Creen que hubo un entregador. Por Rolando Barbano y Leonardo De Corso.

Entraban al desagote pluvial desde distintas alcantarillas, simulando ser operarios de una empresa de servicios. Se cree que montaban carpas de obra para disimular y así, durante casi cuatro meses, poder cavar un pasadizo hasta el subsuelo del Banco Río de Acassuso. Por ahí recorrieron quince metros hacia arriba, otros varios hacia un costado y, según se sospecha, terminaron por ubicarse con un rastreador oculto en la sucursal. Lo último fue montar una puesta en escena con 23 rehenes, robar a discreción, y cubrir la fuga con cuatro trampas ingeniosas. El golpe más audaz de la historia, según lo calificó ayer la propia Policía Bonaerense, se hizo con un plan preciso que hasta ahora no demostró fallas. Tal como anticipó ayer Clarín, se sospecha que los ladrones contaron con la ayuda de algún empleado infiel y quizá con la participación de policías en actividad o retirados. También se especula con una conexión internacional. Pero nada de eso termina de explicar la exactitud con la que trabajaron. Hasta anoche no estaba claro cuánto dinero se llevaron el viernes del banco, y tal vez nunca se sepa. De mínima robaron los 600.000 pesos que había en el Tesoro de la sucursal, todo dinero del Banco Río. Pero aún no se sabe cuánto sacaron de las 145 cajas de seguridad que violaron. Si se tiene en cuenta que los clientes estaban cubiertos por un seguro de hasta 50.000 dólares por cabeza, una cuenta rápida en base a un promedio daría 7.250.000 dólares. Tampoco se sabía ayer por dónde escaparon una vez que atravesaron el pasadizo y llegaron al túnel pluvial. Como anticipó Clarín, se sospecha que huyeron rumbo a la Panamericana. Pero en el camino hay decenas de alcantarillas por las que pudieron haber salido. “Vamos a terminar de revisarlas todas el martes”, indicó una alta fuente del caso. La principal hipótesis es que los ladrones hicieron un estudio profesional del suelo antes de empezar a cavar el túnel que los sacó del banco. También se cree que algún empleado infiel les vendió un plano de la sucursal. Y es probable que hayan alquilado una caja de seguridad para estudiar el lugar desde adentro. Además, se analiza si tenían montado un puesto de observación en las cercanías de la sucursal para detectar si la obra era descubierta por la Policía.

Según los voceros, la última etapa del plan entró en marcha el 6 de enero, cuando robaron en Capital Federal el Volkswagen Gol con el que el viernes fueron al banco, ubicado en Perú y Libertador. El túnel lo terminaron entre dos y tres días antes del golpe, ya que entonces sonaron las alarmas antisísmicas de la sucursal. Una fuerte versión indicaba ayer que hubo tres alertas y, como no se detectó nada, el sistema fue desconectado en la creencia de que estaba fallando. Los cuatro ladrones que dieron la cara llegaron a la sucursal a las 12.20 del viernes, mientras otros cuatro habrían quedado afuera. Coparon el lugar y esperaron la llegada de la Policía. “Conocían nuestros tiempos de reacción y la forma en que íbamos actuar”, indicaron voceros policiales. La banda tomó a los 9 empleados y 14 clientes como rehenes. Los dividió en tres grupos, entre subsuelo, planta baja y primer piso, con lo que bloquearon la posibilidad de una irrupción policial: los grupos de elite no pueden entrar a un lugar sin estar seguros de que tendrán a todas las víctimas a salvo en un movimiento. Este es uno de los puntos que indicaría que alguno de los ladrones tenía entrenamiento policial. Otro indicio tiene que ver con las comunicaciones: en todo momento un ladrón habló con el negociador oficial, a la vista de un francotirador, para transmitir tranquilidad a la Policía. “Estaba de camisa salmón y a cara descubierta, con barba candado”, contó un investigador. También dejaron que los rehenes llamaran a sus familiares, quienes fueron al lugar y pasaron a ser garantía de que nadie entraría a los tiros. Los asaltantes fueron liberando rehenes, primero al policía y al custodio de la sucursal, para evitar el riesgo de que alguno reac cionara. Un integrante de la banda llevó a la jefa operativa del banco hasta el tesoro y la obligó a abrirlo a punta de pistola: así sacaron los 600.000 pesos. Tanto este movimiento, como el acceso a las cajas de seguridad, sólo es posible en horas de funcionamiento del banco. Cuando la sucursal está cerrada, hay puertas imposibles de franquear. Luego, los ladrones empezaron a trabajar sobre las cajas. Rompieron las cámaras de video que hay en el sector y abrieron sólo las grandes y las medianas, con barretas que encajaban justo en las cerraduras. Dejaron

tiradas escrituras, armas y alhajas menores, para llevarse relojes carísimos y efectivo. Cargaron, se sospecha, unos 300 kilos en total. Enseguida, abrieron con precisión un agujero en la pared —faltaban 15 centímetros— para acceder al túnel. Del otro lado, más cómplices los habrían ayudado a cargar valores. Mientras, el de camisa salmón seguía mostrándose ante el francotirador. A las 18 cortaron contacto con los negociadores. Pidieron una hora más para decidir la entrega y, en ese lapso, huyeron. Dejaron detrás suyo cuatro trampas para que la Policía perdiera tiempo. La primera fue correr un

panel del techo y dejar una granada allí. Así, cuando el Grupo Halcón irrumpió en la sucursal a las 19.15, creyó que habían huido por ese camino. Pero no pudieron revisarlo hasta que los expertos desactivaron el explosivo. En segundo lugar, se aseguraron de que alguien —sería un rehén cómplice— ubicara un fichero para tapar la boca del tunel. Después, dejaron ahí una bomba “cazabobos” que recién fue desactivada a las 0.20. Y por último, clausuraron el paso al desagüe con un chapón abulonado. Así, con tiempo suficiente, salieron rumbo a Panamericana por un tubo maloliente y lleno de ratas. Pero millonarios.