Reparan un aneurisma de aorta con una prótesis “lista

7 sept. 2011 - Trinidad de San Isidro. Allí, durante dos horas, el equipo de Parodi trabajó en un paciente de 81 años co
2MB Größe 5 Downloads 47 Ansichten
14

CIENCIA / SALUD

I

Miércoles 7 de septiembre de 2011

INNOVACION s CIRUGÍA PIONERA EN EL PAIS

VICEVERSA

Reparan un aneurisma de aorta con una prótesis “lista para usar”

Inquietantes ecuaciones demográficas

N

La intervención fue en un paciente de 81 años, que al día siguiente pudo volver a su casa FABIOLA CZUBAJ

arteria mesentérica superior y las dos arterias renales). A estos pacientes, según explicó Parodi, se los opera con por los menos un riesgo de mortalidad del 20% y una recuperación muy lenta o casi inexistente. “Es una operación muy traumática”, aseguró. Con la endoprótesis, un tubo cilíndrico de malla y dacrón que ya se utiliza en un hospital de San Francisco (EE.UU.), al paciente de la Trinidad se le corrigió, primero, la dilatación de la aorta entre la mitad de su trayecto en el tórax y la bifurcación en el abdomen. Luego, se extendieron las ramas de la prótesis por los vasos viscerales y las reconectó con puentes metálicos. Al día siguiente, el paciente recibió el alta. Además de normalizar el flujo de sangre, la técnica evita que la pared arterial siga recibiendo presión y se rompa. Con esta prótesis de disponibilidad inmediata para todos los pacientes, el tejido dilatado se atrofia y se adhiere a la malla. En pacientes tratados hace 12 o 17 años, las imágenes ya casi no muestran signos del problema original.

LA NACION A veinte años de la creación de uno de los procedimientos que simplificaron la cirugía vascular, la técnica mínimamente invasiva para reparar aneurismas sigue mejorando. Esta vez, para reparar esa dilatación de las paredes vasculares cuando afecta una porción ramificada de la aorta. Se emplea una prótesis “lista para usar”, que, como la técnica original, se introduce con un catéter hasta el aneurisma a través de una incisión en la ingle. Pero, a diferencia de la prótesis “a medida” que se utiliza en los casos más complejos, la nueva malla “entelada” para restablecer el flujo sanguíneo posee ramificaciones del mismo material. El cirujano las va desplegando por los vasos afectados que se desprenden de la aorta. “La técnica original tenía una limitación: no podía aplicarse en los aneurismas que engloban las ramas que nutren [con sangre] el intestino, el hígado, el vaso o el páncreas. Veníamos estudiando la manera de reemplazar esas ramas con segmentos similares de la endoprótesis. Técnicamente, era difícil, pero queríamos facilitar el procedimiento porque cuando una técnica es para virtuosos no sirve. Queríamos contar con una técnica que pudieran utilizar, con entrenamiento, todos los profesionales”, comentó el doctor Juan Carlos Parodi, que en 1990 realizó aquí la primera cirugía mínimamente invasiva de un aneurisma de aorta en el mundo. Con este avance, la indicación del procedimiento se amplía también a esos pacientes. Para muchos, la opción era la cirugía abierta, con anestesia total y hasta un 70% de riesgo de sufrir complicaciones. En nuestro país, el primer implante de la prótesis mejorada se realizó recientemente en el Sanatorio de la Trinidad de San Isidro. Allí, durante dos horas, el equipo de Parodi trabajó en un paciente de 81 años con un aneurisma en la aorta que incluía los vasos viscerales (tronco celíaco,

A partir de los 50 TRIDIMENSIONAL En la imagen se observa la prótesis mejorada que se utilizó para

tratar a un paciente de 81 años con aneurisma de aorta abdominal y vasos viscerales

MARCELO GOMEZ

El doctor Juan Carlos Parodi

El riesgo de desarrollar un aneurisma de aorta abdominal crece con la edad, sobre todo a partir de los 50 años. El 12% de los mayores de 80 sufre de esta enfermedad vascular, que afecta más a los hombres que a las mujeres. Fumar, ser hipertenso y tener antecedentes familiares de este problema eleva ese riesgo. “Sabemos mucho sobre la aterosclerosis, que es tan dañina para las arterias, pero no todo. Conocemos bastante sobre los aneurismas, pero tampoco todo aún, en especial sobre su biología –dijo Parodi–. Nos falta comprender acabadamente por qué se dilatan las arterias.” –¿Eso permitiría adelantarse al aneurisma? –Claro. Si uno conoce el mecanismo, puede evitar la formación. Desde hace años, se estudia cómo prevenir su crecimiento. Quizás en un par de siglos se pueda evitar con alguna pastilla o algo así de simple, ¿no?

o hace mucho, el Centro Danés de Investigación en Envejecimiento anunció que, en este siglo, los chicos que hayan tenido la suerte de nacer en países ricos llegarán a los 100 años. Si este vaticinio se cumple, convertirse en “centenario” ya no será mucho más que una rutina. Los datos del último censo sugieren que vamos en esa dirección: hoy ya viven en el país 3487 adultos que tienen más de cien años. ¡Tres mil cuatrocientos ochenta y siete! No se puede negar que la cifra impresiona. Especialmente si uno tiene en cuenta que a fines del siglo XIX, la esperanza de vida rondaba los 50. Es más: según estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en sólo un lustro la esperanza de vida en Canadá aumentó de 73,2 a 79,9; en Japón, de 73,3 a 81,9; en Grecia, de 72,3 a 78,2, y los ejemplos siguen. En la Argentina, la expectativa de vida es hoy de más de 72 años para los hombres y de casi 80 para las mujeres. Fuera de las varias hipótesis que explicarían esta acelerada extensión de nuestra existencia en las últimas décadas (acceso a los alimentos, vacunación, sanidad urbana, avances médicos y científicos), hay experimentos que apuntan a un fenómeno desconcertante: después de un cierto momento, las tasas de muerte, en lugar de aumentar, descienden. Dicho de otra manera: más allá de los noventa, el envejecimiento ¡se hace más lento! Según cuenta el biólogo evolucionista Michael Rose en un reciente artículo para New Scientist, en 1939 los estadísticos británicos Greenwood e Irwin fueron los primeros en observar este fenómeno. Luego, Jim Carey, de la Universidad de California en Davis, y Jim Curtsinger, de la de Minnesota, lo sometieron a prueba en trabajos que se publicaron en Science. En poblaciones de moscas, determinaron que primero la mortalidad crecía exponencialmente, pero después se amesetaba. Rose tiene su propia teoría para explicarlo a partir de los mecanismos de la evolución (y una receta para no sólo vivir más, sino también mejor: adoptar un estilo de vida y de alimentación “paleolíticos” a medida que envejecemos). Si está en lo cierto o no, habrá que verlo. Pero la verdad es que estas ecuaciones demográficas plantean interrogantes que van más allá de si dispondremos de los recursos necesarios para mantener una población con necesidades crecientes. ¿Es sostenible una sociedad cuya existencia ociosa duplicará la laboral? Además de alargar la vida, ¿es posible prolongar la salud? ¿Es factible una vejez con potencialidad cognitiva y autonomía? Por ahora, uno no puede menos que arquear las cejas en señal de duda...

NORA

BÄR

Hay experimentos que apuntan a un fenómeno desconcertante: después de un cierto momento, las tasas de muerte, en lugar de aumentar, descienden

[email protected] Twitter: @norabar