Puerto Rico

Florida, donde los boricuas, como con- quistadores del nuevo ... a la Florida Central, y montan casa nueva en ... "En Nu
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EL NUEVO DÍA ORLANDO / jueves, 23 de febrero de 2006

Puerto Rico ■ WENDY THOMPSON Especial El Nuevo Día

ORLANDO

n el café de Gladys con sus cosas de antaño, el sonido jibarito de una plena, la cadencia tropical de una salsa o el ritmo lastimero del bajo de Pedro, ponen en cualquier momento la nostalgia. En la radio, una voz borinqueña pide a gritos "más gasolina" y otra dice andar "suelta como gabete". En el cuchifrito de Junior, las alcapurrias no dan abasto. En la bodega, a unas cuantas millas más abajo, "ay bendito", otra boricua encuentra su crema santa para el cutis, su alcanfor para el pecho y su agüita de azahar para los nervios. Es la misma escena que se repite casi 500,000 veces alrededor de la Florida, donde los boricuas, como conquistadores del nuevo milenio, día a día redescubren la península y crean sus nuevos enclaves en las ciudades y suburbios de los distintos condados que la conforman, especialmente en el área central, donde viven 206,000 puertorriqueños. Motivados por el clima, tan parecido al de la Isla, la seguridad, la promesa de una mejor calidad de vida, pero sobre todo, por los prospectos educativos y profesionales que aquí pudieran tener acceso, miles de familias puertorriqueñas llegan a diario a la Florida Central, y montan casa nueva en condados como Orange, Osceola, Volusia, Lake y Polk, principalmente. Lugares, que no sólo están atrayendo a una nueva diáspora desde la Isla, sino también aquellos que otrora prefirieron los destinos tradicionales como Nueva York, Nueva Jersey, Chicago y Filadelfia y que aquí, lejos del jolgorio y de la cierta inseguridad de esas grandes ciudades del norte, le están cambiando el rostro a la Florida Central, por uno más diverso, más latino y tropical. Dos de esas familias son los Rodríguez-González y Los Barreto.

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PEDRO BERRÍOS/EL NUEVO DÍA

Continuación de la serie sobre la identidad y el espacio físico, social y político de los puertorriqueños en los Estados Unidos

ESPARCIMIENTO. El Café 'Antaño, en Orlando es favorito de profesionales boricuas y de otras nacionalidades.

Conquistadores del nuevo milenio

Dos familias, un sueño Cuando supieron lo caro que les saldría la educación de sus nietos, Juan Rodríguez y su esposa Gloria González de Rodríguez vendieron su casa en Carolina, salvaron un ramito de "pata de conejo" y con una réplica de la fuente de agua de su jardín a cuestas, llegaron hace 18 meses, y aseguran tener razones de más para afirmar que "vivir en la Florida es como en la Isla, pero mejor" "Dondequiera encontramos muchos boricuas, los doctores nos atien-

den en español y podemos entendernos. Es bueno encontrarnos con rostros familiares. Eso nos hace sentir bien y el cambio también se nos hace más fácil", dicen casi al unísono. Para ambos abuelos la educación de sus nietos es prioridad, y piensan que ésta es mejor en la península que en la Isla. "Aquí es diferente. Pueden ir a las escuelas públicas y cuentan con mayores y mejores oportunidades para labrarse un futuro profesional y económico mejor que allá, sin que tengamos que gastar una fortuna", dice Gloria, refiriéndose a sus nietos Carlos Joacín, de 9 años, y Cathia, de 15.

Y no es que esta familia viviera en carestía. Siendo don Juan supervisor de dibujantes de una fábrica de estructuras de aceros de la que se retiró con buenos beneficios, y doña Gloria una fructífera y reconocida compositora de canciones populares, afirman que su situación económica no estaba mal. "La inseguridad es una gran preocupación en la mente de muchos de los que dejamos la Isla, aunque no nos haya pasado nada personalmente, siempre conocemos a alguien que fue víctima de algún crimen, afirma Juan como otra razón de peso para aban-

donar el terruño. En eso coincide con los Barreto, de Nueva York y ahora sus vecinos, en los suburbios de Clermont, a unos 20 minutos del 'downtown' de Orlando. "En Nueva York la economía está difícil y las calles son peligrosas; es fácil encontrar drogas en cada esquina y queríamos un ambiente más saludable para los muchachos y aquí lo encontramos", asegura Zulma Barreto, puertorriqueña criada en Nueva York, y quien junto a su esposo Rubén y sus tres hijos decidió dejar la Gran Manzana por la tierra del ratón Mickey, hace dos años. Barreto afirma que al igual que su vecina Gloria, también tomó en cuenta las escuelas para sus hijos, así como la tranquilidad y la percepción de seguridad que brinda vivir en las afueras del bullicio citadino. "Después del 11 de septiembre (2001) las cosas se pusieron muy difíciles en Nueva York, así que decimos venir a vivir a Orlando", dice Zulma. En el condado Lake, Zulma y Rubén Barreto y su hija Emely de 7 años, su sobrina Melissa, de 14, quien también vive con ellos e incluso en principio para su hijo Rubén Antonio de 11 años, quien sucumbió a una enfermedad recientemente, aseguran encontrar la tranquilidad y estabilidad laboral que dicen no existía en Nueva York, Nueva Jersey o Chicago, donde dejaron atrás a sus padres. En Clermont, Zulma se desarrolla profesionalmente como empleada en un banco y sus hijos disfrutan del aire libre y el ambiente más familiar que dicen encontrar en el área.

Casi mil por mes Como estas familias, miles de boricuas se están desplazando a gran escala hacia la Florida tanto de Puerto Rico como de los grandes centros urbanos tradicionales en el noreste de los Estados Unidos. En la década de 1960, la emigración hacia el centro de Florida estuvo incentivada por la especulación de bienes raíces, que atrajo a muchos boricuas de clase media de la Isla. Esta emigración aumentó en 1971, con la apertura del parque de diversiones de Walt Disney en Orlando. A mediados de los 80 el flujo migratorio hacia Florida se amplía a otras comunidades boricuas de Nueva York, Nueva Jersey e Illinois, fenómeno que se documenta en el Censo del 2000. Mientras la ciudad de Nueva York experimenta, por vez primera, una reducción de 12% en su población boricua, la de Florida crece 95%, según el censo. La Florida ha seguido ganando terreno en el corazón de los boricuas. Según el Perfil de Comunidades Americanas del Censo, publicados en octubre pasado, la población puertorriqueña en este estado se estima en 760,127.