Capítulo I P U E B L O S Y C O S T U M B R E S EN E L VALLE DEL R Í O CAUCA
1.1. Conquistador, guerra de tierra arrasada y pestilencia En el siglo XVI los conquistadores españoles encontraron al occidente de Colombia infinidad de pueblos dispersos por valles y lomas, cálidas, templadas y frías, que hablaban en diferentes lenguas; unas Caribes y otras Chibchas. Algunos estaban organizados bajo el mando de señores, caciques, principales y capitanes; otros eran behetría. Cultivaban maíz, yuca, fríjol, raíces y tubérculos, ahuyama y frutales que proveían una variada despensa alimenticia. La carne era obtenida de la amplia diversidad de animales de monte que cazaban y de los peces que pescaban en el río Cauca y las lagunas de desborde. En fin, tenían suficientes recursos para su supervivencia siempre y cuando la población no creciera más allá de la posibilidad de sustento y se mantuviera en un límite óptimo, como parece lo lograron a través de refinadas estrategias adaptativas como los sacrificios humanos. La población desde Antioquia hasta Cauca oscilaba a la llegada de los españoles entre 550.000-900.000 habitantes16; hacia 1582 quedaban tan solo 35.000 indígenas con una reducción de más del 95%, producto del genocidio, los maltratos y las enfermedades. La crueldad del conquistador Sebastián de Belalcázar y sus huestes fue de tal magnitud que cebaban perros en la carnicería pública de indígenas -se menciona la historia del perro Turco que despedazó 6-7 indios en la provincia de Pequi-. También les aplicaron la guerra de tierra arrasada, destruyendo casas, arboledas y frutales a su paso. A los indígenas como comentaba asombrado Pascual de Andagoya en 1540, les mataban y cortaban las manos y las narices, les robaban y les hacían otros muchos males, amarrándolos con cadenas para que acarrearan el oro hurtado en otras provincias, y después los écha-
lo
Según el historiador Jaime Jaramillo (1964:284) alcanzaba a 250.000 habitantes; para Héctor Llanos (1981:38) ascendía a cerca de 500.000 personas entre las cordilleras Central y Occidental; de acuerdo a Hermes Tovar (1993:41) la población sobrepasaba los 3 millones pues asume que las cifras reportadas en las crónicas corresponden a los tributarios, por lo que calcula la población total, incluidos mujeres y niños multiplicando por 3.7; no obstante, en las crónicas se hace alusión a la población total y no a la tributaria.
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ban a los perros como si fueran venados. Las mujeres indígenas con toda razón llamaban a los españoles "ladrones y robadores", con cuyas arengas y arrojo animaban a los guerreros en la contienda contra los invasores. La matanza cometida en tierras lejanas contra víctimas distantes culturalmente, consideradas sin alma, casi animales, allí donde el tejido social se había roto, donde la ley no se podía hacer respetar pues se encontraba en España, donde todo estaba permitido, reflejará la contradicción del posterior desarrollo americano: el contraste entre la metrópoli y la colonia, los dominantes y los dominados.17 Cali le rinde tributo a su cruel fundador Sebastián de Belalcázar cuya obra conquistadora costó la vida de millares de nativos, pero la memoria de las víctimas que entregaron sus vidas defendiendo justamente sus deidades, tierras y mujeres, y desarrollaron las bases agrícolas, pesqueras y mineras para el asentamiento de los nuevos americanos, yace hoy en el olvido. Los españoles justificaron la barbarie con que destruyeron a los nativos en el hecho de haber pacificado y cristianizado las almas de indómitos caníbales que adoraban ídolos infernales y efectuaban cruentos sacrificios humanos. En la visión oficial que se conoce del valle del Cauca escrita por los cronistas de Indias para justificar la gesta conquistadora, como en estudios contemporáneos,18 esta región figura con el rótulo de "señorío, barbarie y canibalismo" por la ostentación de poder de sus señores mediante sacrificios humanos y prácticas canibalescas, asociadas según las fuentes escritas con las frecuentes acciones bélicas que sostenían las comunidades entre sí. La exaltación de este estado de guerra y barbarie fue propuesta por los españoles como la principal causa de la extinción de los nativos. Paradójicamente, esta región también fue descrita como un territorio donde la tierra era muy fértil para los cultivos, donde abundaba el pescado, al igual que los animales de monte en los espesos cañaverales que la circundaban y que prodigaron de una rica y variada alimentación, apta para el asentamiento de los nuevos colonos, ávidos de riquezas, alimentos y materia prima. Hartos de los maltratos y de la explotación a que fueron sometidos en las haciendas y en la construcción de ciudades como Cartago la Vieja -hoy Pereira(1540), Cali (1536) y Buga, los indígenas lucharon contra los españoles por defender sus tierras y prefirieron dejar de cultivar y morirse de hambre, que ver a sus hijos esclavizados, hasta el punto que como señaló el mismo cronista Pedro de Cieza de León19 "se pasó por esta causa mucha necesidad, y se murieron 17
T. Todorov, Op. Cit., p. 157.
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H. Trimborn, Señorío y barbarie en el valle del Cauca. Estudio sobre la antigua civilización Quimbaya y grupos afines del oeste de Colombia, Madrid, instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1949. Cieza de León, 1922, p. 83.
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F i g u r a 1. Matanza de indígenas (Todorov, 1989:153).
tantos que afirman que falta la mayor parte de ellos". Algunos se aislaron en las regiones montañosas y selváticas para evadir a los españoles, pero otros se mezclaron con ellos, especialmente en la provincia de Anserma donde eran "amigos de los españoles en extremo, principalmente las mujeres".20 Como bien apuntó el mismo Pedro Cieza de León:21 "[...] aguardaron siempre de guerra, peleando muchas veces con los españoles por defender su tierra y ellos no ser subjetos; con las cuales guerras; y por el hambre que pasaron, que fue mucha, por dejar de sembrar, se murieron todos los más. También hubo otra ocasión para que se consumiesen tan presto, y fue que el capitán Belalcázar pobló y fundó en estos llanos y en mitad destos pueblos la ciudad de Cali, que después se tornó a reedificar a donde agora está". Las fuentes para la discusión de esta problemática provienen de los documentos escritos por los primeros cronistas que observaron y describieron los pueblos y costumbres que conquistaron en el siglo XVI, como Pedro de Cieza 20 21
Jorge Robledo, Relación de Anzerma. En: Relaciones y Visitas a los Andes s XVI, ed. H. Tovar. Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, /1541/1993, pp. 335-361. Cieza de León, Op. Cit. p. 82.
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F i g u r a 2. Crueldades españolas (Todorov, 1989:152).
de León, Jorge Robledo, Pedro Sarmiento, Sebastián de Belalcázar22; también las investigaciones etnohistóricas, 23 arqueológicas 24 y bioantropológicas. 25 Las fuentes escritas por los cronistas de Indias adolecen de muchos problemas de interpretación relacionados con las posiciones ideológicas medievales asumidas para justificar el vandalismo, el genocidio, la guerra de tierra arrasada y la apropiación de las tierras y riquezas que cometieron los españoles contra los indígenas, la dificultad de entender las lenguas nativas y la transmisión de relatos de generación en generación con la consecuente pérdida de sus originalidad.26 No obstante, constituyen la información más importante de la épo22 23 24 25 26
Cf V M. Patino, Relaciones Geográficas de la Nueva Granada (siglos XVI a XIX), 1983; H. Tovar. Relaciones y Visitas a los Andes s. XVI, 1993. Juan Friede, Los quimbayas bajo la dominación española. Bogotá, Banco de la República, 1963. Cf Carlos A. Rodríguez, El Valle del Cauca prehispánica, 2002. Cf J. V. Rodríguez, Salud, enfermedad y muerte en el pasado prehispánica del Valle del Cauca, 2003. Alvaro F. Bolaños. Barbarie y canibalismo en la retórica colonial. Los indios pijaos de fray Pedro Simón. Bogotá, Cerec, 1994, p. 151.
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ca rescatable en la medida que se analice críticamente y se complemente con datos arqueológicos y bioantropológicos. Los estudios arqueológicos si bien han avanzado en el cubrimiento de varias regiones y periodos del Valle del Cauca, se concentran en el valle del río Cauca y en la cordillera Occidental, haciendo falta investigar los asentamientos de la cordillera Central; por otro lado muchos sitios han sido destruidos por la edificación de nuevas ciudades sobre sus ruinas, al igual que el saqueo de tumbas que surgió muy temprano en el siglo XVI. Finalmente, en la región si bien existen instituciones que apoyan las investigaciones arqueológicas (INCIVA, Universidad del Valle, Universidad del Cauca, Universidad de Caldas, Universidad de Antioquia), laboran muy pocos profesionales que a duras penas pueden atender las necesidades de la arqueología de salvamento. Por su parte, los estudios bioantropológicos se han limitado a la observación de los restos óseos humanos que se han logrado conservar y que permiten un análisis bioantropológico -sexo, edad, fisonomía, estatura- que de cuenta del tratamiento mortuorio de los cuerpos, su entorno cultural deducido por el ajuar funerario y el ambiental. La práctica de la cremación de los cadáveres ha incidido en el precario estado de conservación de las osamentas, al igual que la excavación de tumbas sin el debido acompañamiento de antropólogos físicos que atiendan la necesidad de un meticuloso cuidado de los restos durante el transporte y limpieza en laboratorio, para su mejor preservación. Con el fin de brindar una visión más amplia del fenómeno de la guerra, los sacrificios humanos y el canibalismo en el valle del río Cauca, es importante contextúa!izar esta problemática en el ámbito de la ecología humana, que representa un enfoque interdisciplinario sobre las relaciones entre una población humana y su ambiente físico, político y socioeconómico.27 En este capítulo se incluye el valle geográfico del río Cauca, aunque se hace énfasis en el Departamento del Valle, con el propósito de encontrar explicaciones a los comportamientos humanos mediante el método etnográfico comparativo. 1.2. Pueblos, paisajes y costumbres 28 El valle del río Cauca estaba ocupado a la llegada de los españoles por una gran variedad de pequeños grupos étnicos cuyo territorio oscilaba entre aproxi27 28
Emilio Moran. Ecología humana de los pueblos del Amazonas. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 19. La descripción de estos pueblos se ha elaborado en base a las Relaciones del siglo XVI, entre ellas las de P. Cieza de León, /l 550/1922; J. Robledo, 1541, en Patino, 1983; Relación de Popayán y del Nuevo Reino 15591560. Los cálculos de la población inicial a la llegada de los españoles corresponden a fray Jerónimo de Escobar, 1582 (en Patino, 1983.285-307).
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F i g u r a 3 . Mapa de Tierra Firme del Nuevo Reino de Granada (1647) (Llanos, 1981:27).
madamente 150 km2 (Irra, Pozo, Picara, Paucura), hasta cerca de 5000 km2 (Quimbaya). La mayoría de ellas se asentaba en las márgenes del río Cauca con clima más cálido que templado y aprovechaban la amplia variedad de recursos pesqueros de ríos y lagunas de desborde, además de los animales de monte, y los frutales, maizales y yucales que sembraban en las fértiles terrazas aluviales. Otros, los más grandes como Quimbaya se extendían desde las márgenes del río hasta las zonas montañosas de los fríos páramos. Unos terceros como Coconuco al sur, Anserma, Chancos y Caramanta al norte poseían un clima más templado pues habitaban en regiones montañosas; aquí sembraban papa, arracacha y tubérculos de altura (Figuras 3, 6). 1.2.1. Provincia 29 de Antioquia (Valle de Aburra) El paisaje se componía de valles y sierras peladas, con un temple más caliente que frío, dominado por los cerros Buritica y Coróme. Aunque la tierra 29
El término Provincia se refiere a un territorio ocupado por varios pueblos indígenas, con afinidades culturales, sociales, políticas y lingüísticas (Llanos, 1981:15).
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era muy fértil tenía pocos frutales y maíz. Destacaba por sus buenas minas de oro. Santa Fe (1541) y Xundabe fueron las ciudades fundadas en su área. Los caciques obtenían gran cantidad de oro de sus comarcanos, eran muy exigentes y al parecer de los mismos indígenas eran mejor tratados por los españoles, como anotó fray Jerónimo de Escobar en su Relación de la Provincia de Popayán de 1582. En otro apartado se dice que no había caciques ni señores, era todo behetría. Era una provincia muy grande que a la llegada de los españoles tenía más de 100.000 indígenas quedando 5000-6000 en 1560 y solamente 800 en 1582. Eran diferentes en traje y vivienda de los otros, y en el valle de Aburra no comían carne humana, según la Relación de Anserma de 1541.3