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INFORMACION GENERAL

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Domingo 19 de diciembre de 2010

LLAMATIVO s VISITANTES NO HABITUALES

Preocupación por la aparición de escorpiones y lagartijas Los especialistas admitieron que cada vez hay más alacranes en los barrios de la Capital LAURA REINA LA NACION El calor no sólo es el caldo de cultivo de los mosquitos, sino también de lagartijas y escorpiones que pasean por las calles y casas particulares como si la ciudad fuera su hábitat natural. Los pequeños reptiles no representan peligro alguno, pero suelen producir cierto rechazo en algunas personas. En cambio, los alacranes que han sido vistos en el parque Las Heras y en varios edificios aledaños y en otros barrios sí son peligrosos para niños, ancianos, personas inmunodeprimidas y mascotas, ya que su picadura puede generar graves consecuencias en el organismo e, incluso, resultar mortal. Hay unas 1300 especies de escorpiones, pero sólo 25 son venenosas. El titular de la empresa de desinfección Interplagas, Fabio Coccoz, aseguró a LA NACION que lo que marca la peligrosidad es el tamaño de la pinza. “Cuanto más grande, el escorpión es menos nocivo. La pinza más chica concentra más veneno, por eso es más dañina”, explicó. Tanto las lagartijas como los escorpiones suelen habitar lugares húmedos, cerca de cañerías, sumideros, canaletas y desagües. Como ninguno de los dos son considerados plaga, el gobierno porteño no los combate. La lluvia y el calor son dos elementos que favorecen la proliferación de estos insectos y reptiles. “Los escorpiones se alimentan de otros insectos, que suelen ser más abundantes en esta época del año. Por eso, para que no haya alacranes, no debe haber insectos, y eso se logra

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con una fumigación regular”, dijo Coccoz. El director del Instituto Pasteur, Oscar Lencinas, dijo a LA NACION que si bien siempre hubo escorpiones en la ciudad, últimamente se ven más. “Los alacranes empezaron a reproducirse en mayor número. En el campo se alimentan de arañas, pero en la ciudad comen cucarachas, por eso donde hay cucarachas, puede haber escorpiones”, comentó. Según Lencinas, muchas de las picaduras de alacranes se producen cuando la persona se pone los

zapatos. “Aparentemente el olor a transpiración atrae al escorpión. Por eso, al calzarse, conviene sacudir bien los zapatos”, recomendó. Las lagartijas, en cambio, son inofensivas. “Yo tengo algunas en mi casa de Núñez. Si no generan aversión, conviene no matarlas porque comen insectos y además no transmiten enfermedades”, dijo Lencinas. Respecto de su desembarco en Buenos Aires, existen varias teorías. Según explicó el médico veterinario especialista en reptiles, Juan Carlos

Troiano, “la lagartija llegó a la ciudad cuando se traía el alcornoque en planchas desde Africa para fabricar corcho. La lagartija venía prendida en la madera y, de a poco, se fue quedando. El clima cálido ayudó a su expansión”. Paternal y Villa del Parque fueron los lugares donde los pequeños reptiles se instalaron en primer lugar, ya que en esas estaciones ferroviarias se descargaban cargamentos de alcornoque. Pero de a poco se mudaron a todos los barrios porteños, especialmente los de la zona norte.