Predicación expositiva 9 - Obrero Fiel

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Recursos para predicadores y maestros- noviembre 2009 Predicación Expositiva Parte 9 Artículo escrito por: Fran Schmidt ObreroFiel.com usa este artículo con permiso del autor

En esta serie de artículos, hemos estado viendo el tema de cómo aplicar la Palabra de Dios a nuestra propia vida, lo cual es muy importante si vamos a después aplicar la Palabra a la vida de otros. Hemos visto una serie de pasos para aplicar bien la Palabra: Paso #1 interpretar bien el texto Paso #2 buscar un principio universal en el texto. Paso #3 personalizar este principio Hoy veremos un cuarto paso más para aplicar la Biblia a uno mismo: trazar un plan para llevar a cabo el cambio. Aquí es donde frecuentemente al creyente se le va la pelota. A veces el cristiano está leyendo la Biblia o escuchando un sermón y algo en la Palabra realmente le toca. Piensa, “¡Uy! Es cierto. Ahí voy mal. De veras, tendré que hacer unos cambios en mi vida.” Pero lo que pasa con demasiada frecuencia es que el creyente termina su tiempo devocional y se va corriendo para ir al trabajo y no hace nada al respecto. O el culto termina y el creyente sale con su familia a la casa para almorzar y se olvida de aquella buena intención. Y el resultado final es que no ha cambiado nada en su vida. Algo que puede ayudar a no olvidarse de una aplicación que Dios le muestra en la Palabra es llevar un diario de su vida espiritual. De esta manera, si algo en su lectura de Biblia o en un sermón le impacta, escríbalo en su diario. La ventaja de hacer esto es que uno puede repasar su diario para saber cómo Dios ha estado trabajando en su vida y qué cambios El está procurando en su vida. Pero muchas veces la razón por la cual una buena intención no conduce a un cambio es porque sencillamente no sabemos cómo hacer los cambios. Nos cuesta ver los pasos específicos que tenemos que tomar para cambiar. Por eso necesitamos un plan para ayudarnos hacer cambios en nuestra vida. El proceso de trazar este plan tiene tres etapas: la primera se enfoca en qué hacer, la segunda en cómo hacerlo y la última en cómo darle seguimiento. La primera fase es establecer unos objetivos concretos y medibles para implementar la aplicación. Las palabras claves aquí son “concretos y medibles.” Por “concreto” quiero decir “específico, algo que se puede hacer o visualizar”. El enfoque de esta fase es “¿Qué hago específicamente para aplicar esto?” Para poner un ejemplo, puede ser que Dios está tratando con Juan Carlos sobre la necesidad de desarrollar un espíritu de agradecimiento. Entonces, Juan Carlos lee 1ª Tesalonicenses 5:18, “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para

con vosotros en Cristo Jesús.” Y después, se dice a sí mismo (o escriba en su diario), “Realmente debo estar más agradecido. Soy demasiado quejoso y criticón.” Es una buena aplicación de este texto y representa el paso #3 arriba (personalizar este principio). Pero, todavía es algo difícil saber qué exactamente hay que cambiar. Por ejemplo, ¿con quién (o con quiénes) debe estar agradecido? En este ejemplo ficticio Juan Carlos ya mencionó que cuando no está agradecido, se queja y critica. Entonces, ¿en qué situaciones está más tentado a quejarse o criticar? ¿En qué maneras puede este creyente expresar agradecimiento? Quizá al reflexionar, Juan Carlos se da cuenta que donde menos agradecido está es en su hogar con su esposa y en su iglesia con el liderazgo. Critica su esposa cuando él llega a la casa después de la jornada y falta mucho para que la cena esté lista. También se queja si su esposa le sirve un plato que no le gusta. En la iglesia, Juan Carlos critica y se queja cuando le pasan por alto en la selección de personas para privilegios en la iglesia. También, se queja cuando un sermón le parece mediocre. Entonces, después de más reflexión y oración, Juan Carlos escribe tres objetivos: 1.En cada cena, en vez de criticar, voy a buscar algo por lo cual puedo agradecer a mi esposa y se lo voy a decir después de la cena. 2.Cuando no quedo en un puesto de liderazgo que yo anhelaba en la iglesia, en vez de criticar, voy a poner al nuevo líder en mi lista de oración y voy a orar sinceramente que Dios lo use y lo bendiga. De hecho, voy a orar por todo el liderazgo. 3.En vez de criticar los sermones, voy a buscar por lo menos una cosa buena en cada sermón y la voy a escribir en mi diario. Lo que ha escrito Juan Carlos, ¿es concreto? Sí, porque los tres objetivos son muy específicos, detallando qué es lo que él va a hacer, con quién, y cuándo. ¿Es medible? Sí, porque después de cada cena se va a notar si dice algo positivo de la comida o no. También se verá en su diario si está orando por líderes de la iglesia y si está apuntando cosas buenas de los sermones. La segunda fase de trazar un plan de implementación consiste en pensar en cómo hacerlo. El enfoque de la primera fase es qué hacer. El enfoque de esta fase en cómo hacerlo. En cuanto al primer objetivo arriba, lo de la cena, Juan Carlos escribe “¿Qué hago para buscar cosas en la cena por las cuales puedo agradecerle a mi esposa? Obviamente puedo agradecerle con sinceridad por lo que me gusta, quizá algo como . Si no me gusta nada de una comida, pues, por lo menos puedo agradecerle por su trabajo y diligencia en preparar la cena. ¿Habrá algo más? Ya recuerdo que ella me dice que ella hace muchas recetas desde cero, sin ingredientes ya preparados. ¿Llevará más tiempo así? Ya sé: voy a tomar un curso en línea sobre la cocina. Esto suena divertido y además me ayudará a apreciar todo lo que hace mi esposa en la cocina”.

En cuanto al segundo objetivo anota: “Ya tengo la lista de oración. Para apuntar los nombres de los líderes en mi lista, sólo es de hablar con el pastor para ver si tengo todos. A largo plazo, tendré que actualizar la lista por lo menos una vez al año.” Y con respecto al tercer objetivo escribe: “Ya tengo mi diario. Lo llevaré a la iglesia. Quizá me ayude a encontrar algo bueno en cada sermón si cada domingo antes del culto oro y pido que Dios me hable a través del sermón.” La tercera fase es pensar cómo darle seguimiento. Hay muchas maneras de dar seguimiento a un plan. En el caso de Juan Carlos, propone volver a leer su plan en un mes para evaluar cómo le va. Resulta que Juan Carlos tiene el programa Outlook en su computadora, el cual le permite calendarizar un recordatorio de tareas o de eventos importantes. Entonces, Juan Carlos programa un recordatorio para el primer lunes del próximo mes para checar el cumplimiento de su plan. Y hay otras maneras de planificar seguimiento: Juan Carlos puede preguntar a su esposa si ella ha notado algo diferente de él recientemente. Puede compartir su plan con un hermano en Cristo de confianza y de vez en cuanto el hermano puede preguntarle cómo le va. Hermanos, en la aplicación de la Palabra a nuestra vida, no quedemos con buenas intenciones. Tracemos planes en cuanto a qué específicamente hacer diferente y cómo hacerlo y cómo le vamos a dar seguimiento. Así seremos “hacedores de la obra” y no “oidores olvidadizos” (Santiago 1:25).

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