Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz - ObreroFiel

Con el paso de los años y la guía del Espíritu Santo, estas ideas cambiaron en mi interior. Comprendí que aun nosotros l
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DURA CERVIZ Por Arlina Cantú Lectura bíblica: Juan 10:1-10 Texto clave: “Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz…” Dt. 31:27 Para quienes no lo sepan, la cerviz de una bestia de carga es el sitio ubicado detrás del cuello donde se coloca el punto de apoyo para que resista el peso de lo que tienes que cargar o transportar. De ahí que los que hemos tenido el privilegio de leer repetidas veces las Sagradas Escrituras, conocemos esta expresión aplicada como adjetivo al pueblo de Israel. A lo largo de la Biblia se le menciona como “pueblo de dura cerviz”, o “pueblo de cerviz erguida”, o “pueblo al que debe quebrantarse la cerviz”. Por esta causa, durante muchos años concebí la idea de que el pueblo israelita fue duro de entendederas; me parecía inconcebible que pudieran apartarse tan fácilmente del Señor a pesar de haber contemplado los prodigios que había hecho en su favor. Y más aún, en mi niñez me enseñaron que los judíos “eran malos porque habían crucificado a Jesús”. Con el paso de los años y la guía del Espíritu Santo, estas ideas cambiaron en mi interior. Comprendí que aun nosotros los creyentes caminamos muchas veces con esa misma dura cerviz, porque olvidamos las bendiciones que el Señor derrama a diario en nuestra vida. Le ofendemos porque olvidamos continuamente las maravillas que el Señor hace y nos apartamos del camino endureciendo nuestro entendimiento y nuestro corazón. Y como ilustrar más claramente esa enseñanza, Dios me dio una lección en carne propia. He sufrido desde hace aproximadamente doce años un leve problema en mi columna vertebral. Esto hace que en ocasiones se desvíen algunas vértebras y me ocasionen distintos padecimientos que desaparecen después del tratamiento quiropráctico. Me encontraba fuera de mi ciudad, y por una causa desconocida para mí, sufrí la desviación de una vértebra cervical que es la que me ocasiona fuertes dolores de cabeza. Quienes tenemos ya un quiropráctico de cabecera no aceptamos con facilidad ser atendidos por alguien más. Por ello me dediqué con empeño a realizar todos los movimientos conocidos para volver la vértebra a su lugar. Estaba en verdad asustada porque el dolor no cedía y ya me provocaba también calambres en ambos brazos. Descubrí entonces que la posición más cómoda era inclinando la cabeza hacia mis pies. Y de tanto buscar esa comodidad pensé que quien me viera pensaría que oraba yo continuamente. Concluí que podía aprovechar esos momentos repetidos, para orar de verdad. Lógicamente, primero oré clamando para que terminara mi dolor, pero eso no era lo que Dios quería de mí y la respuesta no llegó de inmediato. Conforme pasaba el tiempo fui buscando más y más motivos de oración. Recién había escuchado una enseñanza que creía olvidada: la de destruir, en el nombre de Jesús, el derecho legal que los creyentes le hemos dado en ocasiones al diablo porque nuestra boca pronuncia palabras negativas que acarrean daño a nuestra vida. Y empecé a traer a mi memoria los últimos errores que he cometido y que habían abierto la puerta de mi vida para que Satanás entrara a robar y a destruir. A robar la paz de mi corazón, a destruir la armonía con mi familia, a quitarme la visión del futuro y a inquietarme con el fantasma de la depresión. Y el Señor fue sanando mi tristeza y a devolverme el gozo de mi salvación.

Ese tiempo de comunión con el Señor fue grandioso para mi espíritu. Y, de pronto, como sello de liberación del dolor que azotaba mi cuerpo, la vértebra tronó al volver a su lugar y llegó la sanidad. Dios levantó de nuevo mi cabeza porque mi “dura cerviz” había sido quebrantada para recibir la enseñanza que Dios quería establecer en mi vida y mi espíritu había sido renovado con el ejercicio de la oración. A Dios sea la gloria. OREMOS POR QUIENES SUFREN DE PROBLEMAS EN LA COLUMNA VERTEBRAL. Usado con permiso

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