Poema 375

10 oct. 2014 - Desde América Latina –vergel donde poco sabemos sobre paraísos de lectura, pero en populismos tenemos pos
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2 | ADN CULTURA | Viernes 10 de octubre de 2014

Final abierto

línea & letra

Poesía interpretada por Pablo Bernasconi

Desplazamientos inquietantes

Poema 375

Verónica Chiaravalli

Emily Dickinson

E

El ángulo de un paisaje — Cada vez que despierto — Entre la cortina y la pared Sobre una amplia grieta —

l problema con las cosas es que nunca se quedan allí donde las pusimos. Un motor avieso, como el temblor imperceptible de las casas que habitamos, las desplaza lentamente. Las cosas se mueven y hay que estar atentos, porque ante el primer descuido el abrigo tiende a la polilla, el músculo a la grasa, la certeza a la duda, el amor a la indiferencia y la libertad al encierro. Fuera de foco y de su lugar, bajo una nueva luz que no hemos elegido, dejan de parecernos lo que creíamos que eran: cosas buenas, o por lo menos adecuadas. Hasta el domingo, Finlandia es el país invitado a la feria literaria de Fráncfort; y la prensa europea celebra las virtudes de un pueblo que, además de haber desarrollado un sistema educativo ejemplar y demostrado que puede administrar la cuestión social con prudencia y equidad, se convirtió en “el paraíso de la lectura”. Un informe del diario El País de España señala que cada finlandés lee aproximadamente cuarenta y siete libros por año; y que la amplia red de bibliotecas públicas –hay un promedio de diecisiete cada cien mil habitantes– funciona con eficiencia impecable. Hasta aquí todo en su sitio; las cosas están donde los finlandeses han querido y sabido ubicarlas, con perseverancia y sentido del futuro. Pero al dar vuelta la página nos enteramos de que Tuomas Kyrö, novelista, dramaturgo y periodista de 40 años, popular en su tierra, empieza a percibir desplazamientos inquietantes. “Antes todo estaba bien aquí –dice– pero ahora hay problemas como la fuga de compañías tipo Nokia, o la industria forestal y de trabajo. Ya no hay tantos aportadores de impuestos y no vemos las cosas como están sino que las vemos como han sido. En los últimos años ha cambiado la situación.” Señala Kyrö que sus jóvenes compatriotas ya no quieren ser rockeros, actores o futbolistas sino “famosos” (“¿Quién pagará los impuestos si todo el mundo está en un reality show?”, se pregunta) y que la socialdemocracia estuvo muy bien en su momento, pero que Finlandia tiene que aprender de otros países. Al escritor le interesa lo que llama “populismo positivo”: “gente carismática que sabe hablar a la gente y logra que comprenda los temas”. Desde América Latina –vergel donde poco sabemos sobre paraísos de lectura, pero en populismos tenemos posgrado– la idea apenas esbozada de Kyrö puede verse ¿ingenua?, ¿frívola? Y sin embargo comprensible. Porque cuando las cosas se mueven, a su vez nos obligan a movernos, para no permanecer rodeados de aquello que ya no deseamos. Además, ¿por qué no buscar, a problemas desconocidos, soluciones que se nos antojan nuevas? Si la socialdemocracia nos trajo hasta aquí, si nos dio las aulas y los libros pero ahora no es capaz de impedir que la industria forestal y los puestos de trabajo se muevan, o que Nokia se salga del cuadro, ¿no es razonable pensar que, pongamos por caso, el “populismo positivo” pueda restaurar el orden desbaratado? La experiencia ajena enseña, pero nunca tanto como la propia. Sobre todo cuando nos equivocamos. Aunque no conviene distraerse: un paso en falso puede acarrear desgracias sin remedio. C

Como una celosía —aguardando — Se presenta a mis ojos — Es sólo una rama de manzano — Que se yergue inclinada, en el cielo — El diseño de una chimenea — El frente de una colina — A veces —el índice de una veleta — Pero esto es —ocasional — Las estaciones — transforman — el cuadro — De mi esmeralda rama, Despierto —y no encuentro — esmeraldas — Luego —diamantes — que la nieve Desde polares cimas — me buscan — La chimenea —y la montaña — Y sólo el dedo del campanario — Estos — nunca se alteran —

De Poemas. Traducción : Silvina Ocampo. Tusquets.

Emily Dickinson Amherst, 1830 — Amherst, 1886 La originalísima y apasionada obra de esta poeta estadounidense del siglo XIX, tan fundamental e influyente en su tradición como la de Whitman, tiene el agregado misterioso de haber sido producida en la más perfecta soledad: Dickinson vivió sin salir nunca de su reducido pueblo natal.

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