página tres La edad dorada de la planificación: camaradas

3 mar. 2013 - donde Moscú brillara más que Man- hattan y los Lada tendrían ... su suite en el Kremlin, su dacha, su vill
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economía | 3

| Domingo 3 De marzo De 2013

página tres

la semana que pasó

Martes

Suscripción del bono de YPF

Empezó la suscripción de los bonos de YPF, destinados a inversores minoristas, que prometen un rendimiento del 19% anual en pesos. Con una inversión mínima de $ 1000 y máxima de $ 250.000, la suscripción tuvo un ritmo intenso y los bonos alcanzaron los $ 180 millones. El período de inscripción, en tanto, venció anteayer.

viernes

Pago a los holdouts

En la inauguración de las sesiones legislativas del Congreso, Cristina Kirchner anunció que la Argentina está dispuesta a pagarles a los “fondos buitre” en las mismas condiciones en que le pagó al 93% de los bonistas que se sumaron al canje y, según sus palabras, “apostaron por el país”. Además, la Presidenta destacó que el país paga regularmente sus deudas.

ÁLTER ECO Sebastián Campanario PARA LA NACIoN

La edad dorada de la planificación: camaradas, ¡a optimizar!

a

bril de 1961. Suena el teléfono en el departamento familiar de Yuri Gagarin, el primer hombre que viajó al espacio. Atiende su hija: “No, mamá y papá no están en casa –dice–. Papá está orbitando alrededor del planeta y volverá a las diez. Mamá se fue a comprar leche y huevos a la mañana, así que nadie sabe a qué hora regresará a casa”. Chistes como éstos eran habituales en la Unión Soviética en los 50 y los 60. Marcaban el contraste entre una superpotencia militar e industrial, que por ese entonces crecía al doble de velocidad de los Estados Unidos, y las penurias de su población en la vida cotidiana, con escasez de bienes de consumo. Por aquel entonces, se estimaba que un trabajador promedio soviético ganaba apenas la cuarta parte que un par estadounidense, medido en poder de compra. Pero las autoridades del país confiaban en que ese contraste se acabaría pronto. Tras la muerte de Stalin, en 1953, y luego de años de hambrunas, purgas, matanzas y enormes sacrificios para alimentar la industria pesada, Nikita Khrushchev se aprestaba a cumplir la “promesa de la abundancia”. El pueblo soviético necesitaba televisores, heladeras, autos; y no tener que

hacer horas de cola para conseguir huevos y leche. La historia de esta promesa de abundancia, y de la idea nodal para conseguirla (la planificación centralizada y la programación lineal), está maravillosamente contada en un reciente libro del escritor inglés Francis Spufford, Red Plenty (Penguin), traducido al castellano como Abundancia Roja (Turner). Mitad ensayo, mitad novela, la obra se centra en los años en los que las autoridades comunistas soñaban con un futuro donde Moscú brillara más que Manhattan y los Lada tendrían mejores motores que los Porsche. Tal era la confianza que Khrushchev autoriza una “exposición americana” en el centro de la capital soviética, para que los ciudadanos vieran las novedades de consumo de Estados Unidos y aumentaran su deseo de llegar pronto allí, en términos de desarrollo. Por el libro pasean personajes reales, como el economista, matemático e ingeniero soviético Leonid Vitálevich Kantoróvich, que ganó el Nobel de Economía en 1975, junto a Tjalling Koopsmans, por sus teorías sobre la asignación óptima de recursos escasos. Kantoróvich es uno de los padres de la programación lineal, un proce-

dimiento matemático mediante el cual se resuelve un problema indeterminado, formulado a través de un sistema de inecuaciones lineales, optimizando una función objetivo. El desafío es hallar una solución óptima a un desafío que de otra forma requeriría una capacidad de cálculo infinita. Por ejemplo, analizar la mejor asignación de 70 personas a 70 puestos de trabajo exige considerar un número de configuraciones que excede al de las partículas del universo (factorial de 70). Pero los economistas y matemáticos rusos de fines de los 50 y principios de los 60 confiaban en que la programación lineal y la planificación centralizada harían funcionar al aparato productivo soviético como una “gran orquesta” afinada, que tarde o temprano derrotaría al capitalismo en su propio campo: el de la provisión aceitada de bienes de consumo. Spufford es hijo de historiadores económicos y miembro de la Sociedad Real de Literatura de Inglaterra. Para Abundancia roja realizó una investigación muy minuciosa, que se nota en el detalle de las notas y referencias que se multiplican en el libro. Esta semana conversó con la nacion por correo electrónico desde su casa,

Ecos de la utopía soviética b Programación lineal Los economistas rusos de los 60 confiaban en la planificación centralizada de la economía. b Abundancia roja Este libro analiza los años en que las autoridades rusas soñaban con una Moscú que brillara más que Manhattan. b Sueño soviético Se pensaba que la programación haría funcionar al aparato productivo soviético como una “gran orquesta”.

en las afueras de Cambridge. –¿Cree que el modelo de planificación centralizada podría haber funcionado en otro contexto que no fuera el de la Unión Soviética de los 50 y 60? –Tengo en claro que el planeamiento óptimo como el que proponía Kan-

toróvich no funcionó por razones específicas, que tienen que ver con estructura de poder e incentivos en la economía soviética, y probablemente no podría haber funcionado en ninguna otra parte, tanto por sus exigencias de cálculo computacional infinitas como por el hecho de que está basado en un supuesto equivocado de lo que la economía realmente es. Y no se trata de una batalla entre “fuerzas de mercado” y planificación: el modelo neoclásico parte del mismo error: que la principal función de la economía es atribuir recursos de manera eficiente a un determinado set de actividades. Si, en cambio, pensamos que su principal función consiste en proveer un vehículo para el cambio y la experimentación, tomando un feedback razonable y preciso de la demanda, entonces toda la pelea por obtener un porcentaje adicional de output a partir del trabajo de un estado estático de la economía se vuelve una irrelevancia. –¿Qué reacción tuvo de los foros de discusión y blogs socialistas? –La recepción fue muy cálida. Hubo buenas críticas y comentarios en la revista Jacobin, de Nueva York, de Frederic Jameson en el New Left Review y del científico marxista de la computación Paul Cockshott, por citar a los primeros que se me ocurren. Sólo recibí hostilidad de sectores trotskistas, y creo que es porque mi diagnóstico de lo que funcionó mal en la Unión Soviética no contempla a Trotsky en ningún momento.

–¿Cuál es la principal lección del fracaso del experimento social que estudió? –El fracaso del experimento bolchevique sí nos dice algo importante: se necesitan precios con algún componente de información adentro. Salvando esta restricción, hay infinitas posibilidades combinatorias de planificación y mercado para que una economía funcione bien. Soy un convencido de que la humanidad hasta ahora exploró una parte muy pequeña de las posibilidades que hay para que una economía productiva tenga éxito. Nuestras sociedades tomarán distintas opciones en el futuro, no creo que la historia del planeamiento esté terminada, ni mucho menos. Junto con su libro, Spufford creó un blog (redplenty.com), donde pueden verse afiches soviéticos que alentaban la ilusión de abundancia en la era dorada del planeamiento: avisos de cigarrillos y de champagne rusos, que hacen acordar a las réplicas de Alfredo Casero en Cha-Cha-Cha, emulando spots que ponderaban los avances de diseño y confort de un auto Lada. El sitio tiene también una colección de chistes, como el de Gagarin del inicio de esta nota. o como el que cuenta que Brezhnev le muestra orgulloso a su madre todo lo que logró: su suite en el Kremlin, su dacha, su villa en el Mar Negro, su limusina Zil. La madre lo mira, piensa y le pregunta: “¿Y qué vas a hacer, Leonid, cuando vuelvan los bolcheviques?”.ß [email protected]

Economía real

Desde 2008, el índice del surtidor de nafta duplica al del Indec

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Precios. El combustible promedió subas de

20% anual; a fin de año, el litro costaría 9 pesos Diego Cabot LA NACIoN

El precio de la nafta, que alguna vez fue el parámetro para medir el avance de la inflación, ha dejado de serlo. La inflación se muestra mucho más cerca en las góndolas, en las facturas de algunos servicios o en las cuotas de los colegios o de la medicina prepaga. ¿Qué pasará con el precio de los combustibles en otro año de inflación? Si de historia reciente se trata, el precio del litro, que según la marca y el octanaje está entre seis y siete pesos en las estaciones porteñas y alrededor de un peso más en el interior del país, podría rondar los 10 pesos a fin de año. Sucede que en los últimos cinco

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años, el valor del combustible prácticamente, que copió el movimiento del índice de inflación privada y, claro está, duplicó las cifras que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). El comportamiento de los precios de los combustibles durante el kirchnerismo tuvo un antes y un después de febrero de 2008. Desde entonces, el valor de un litro de nafta en surtidor pasó de 1,949 pesos a los actuales 6,349. Es decir, aumentó 226 por ciento. La etapa anterior, desde mayo de 2003 hasta febrero de 2008, los valores se mantuvieron estables entre 1,891 y 1,949, con apenas un pico de 2,229 en enero de ese año. ¿A qué se debe esa bisagra en la que los precios de los combustibles líquidos empezaron a duplicar la

Enero de 2008 y febrero de 2013 en Paseo Colón e Independencia (Shell) y Martín García y Montes de Oca (YPF) inflación que publica el Indec? “Los precios estaban muy atrasados y en algún momento había que ponerlos a tiro de los verdaderos costos de explotación en la cadena de distribución. El momento fue ése”, dijo una fuente que conoce los pormenores de la política energética argentina y que frecuenta los despachos oficiales. Pero en febrero de 2008 sí que pasó algo en el mundo energético. YPF vendió 15% de sus acciones al grupo Eskenazi, un experto en mercados regulados, tal como lo definió la vendedora Repsol. Al momento de firmarse los papeles del traspaso de la empresa, el precio de la nafta súper era de 1,949 pesos; tres meses después ya se cotizaba a 2,363 y para fin de ese año el

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valor estaba en 2,653 pesos por litro. Con el gasoil pasó algo similar: pasó de 1,764 a 1,926 en 10 meses de gestión Eskenazi. Esos primeros tiempos de management argentino, la petrolera recompuso los precios de la nafta súper 26%. Ese mismo período la inflación, según el índice elaborado por Buenos Aires City y el Congreso de la Nación, llegó a 26,7 por ciento. Desde entonces, los números que lucen los surtidores están siempre por encima de los que reflejan los índices privados de precios al consumidor. En 2009, la inflación fue de 16,5% y la nafta aumentó 22%. Dos años después, el crecimiento del valor del combustible superó en 4,5 puntos porcentuales a la inflación anual: 27 contra 22,5 por ciento. El año pasado, los movimientos fue-

ron calcados: ambos subieron 23 por ciento. Si la historia se repite en 2013, con proyecciones de consultoras privadas de inflación cercanas a 30% anual, la nafta premium rondaría $ 9 por litro y la súper alrededor de 8 pesos. Claro que estos valores se conseguirían sólo en la ciudad de Buenos Aires. En las provincias,

Sales

fotos de AníbAl Grecco y Archivo

donde la nafta de más octanaje ya cotiza alrededor de 7,50 pesos por litro, el valor podría llegar a 9,75 pesos. Aunque no le guste al Gobierno, los precios los convalida el mercado. Y éstos son convalidados. Según la Secretaría de Energía, en enero se despachó 20% más de nafta súper que el mismo mes de 2013. ß