Pablo Neruda Nariz afilada

Había una vez una perrita, que tenía una nariz muy larga y afilada, como un lápiz mina con punta recién sacada. Para man
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“Allí, no más abajo, ni más arriba, se juntará conmigo alguna vez” “Un perro ha muerto”, Pablo Neruda Nariz afilada como punta de lápiz

Había una vez una perrita, que tenía una nariz muy larga y afilada, como un lápiz mina con punta recién sacada. Para mantenerla así de puntiaguda, su dueña, una señora loca pero de gran corazón, le compró un gran sacapuntas que guardaba secretamente bajo su cama. Cuando la iba a bañar, y mientras nadie la veía, afilaba con cuidado su brillosa y negra narizota. La Flaca era larga y esbelta, muy risueña y floja. Su familia la componían 4 humanos: su dueña trastornada, pero de buen corazón. Su papá, con pelos y ojos de espárrago, su hermana ,que era mitad humana, mitad unicornio y su hermano, un joven muy particular, que parecía muy serio, pero que adoraba a los perros. Entre ellos se fue forjando una relación de amor tan fuerte, que a cada uno le fue brotando un hilito de plata en sus corazones, que crecía y crecía sin que ellos se dieran cuenta. Los 5 hilos se unieron de manera invisible, pero poderosa. Después de muchos años juntos años, La Flaca ya estaba preparada para viajar de vuelta a su planeta perruno, desde donde llegó un día. Sus dueños hicieron todo lo posible para aplazar su retorno, pero era inevitable, ella debía regresar. Y el día llegó, lo que causó un inmenso dolor a sus humanos favoritos, pero los hilos permanecieron unidos para siempre, aún después de que la Flaca dejara el planeta Tierra. Antes de irse, me pidió al oído sin que nadie se percatara, que hiciera una historia sobre ella. En su perroplaneta, hay un lugar especial para los humanos que tienen estos hilos en sus corazones y hay una sala donde se guardan sacapuntas para narices. Los hilitos se pueden ver los días de lluvia, parecen telarañas que vienen desde el cielo. También podemos darnos cuenta que los llevamos, en las noches de luna llena. Ahora me voy a dormir, porque en sueños, es más fácil escuchar las historias de los animales que viven es ese mundo de más arriba…

(Dedicado a mi hermana Débora, que nació humana, pero pertenece a la raza de los que habla con los perros)